Por Daniela Rossi.
El emblemático Café Habana, en el Casco Histórico, donde los cubanos "de a pie" consumían en moneda nacional y disfrutaban de servicios "dignos", ha reabierto luego de tres años de reparaciones con un cambio significativo: ahora tiene precios en divisa y está dirigido a un público mayoritariamente extranjero.
El café se encuentra en la esquina de Mercaderes y Amargura. Antes de que cerrara, el que pasaba por allí podía disfrutar de un almuerzo compuesto de huevos y papas fritas (huevos en nido de papas) a menos de 10 pesos cubanos; crema de queso con costrones de pan frito, a seis pesos; refrescos instantáneos, a dos; o el plato más caro, un crujiente cuarto de pollo frito acompañado de rodajas de pan o puré de papas, a 15 pesos.
Los clientes se acostumbraron a que el espacio estuviera cerrado, pero no olvidaron que ese era un lugar donde los cubanos que a penas viven del salario estatal podían almorzar.
El sitio era famoso por su café, a veces Serrano, Regil o Cubita, nunca "el de la bodega". Servía de pretexto para escaparse de la rutina laboral. "Todo bueno y barato" en una zona que por el ir y venir de turistas está destinada a comercializar en peso convertible (CUC), la moneda que el Gobierno equipara al dólar.
El "oasis" como algunos se empeñaban en llamarle "era la opción que teníamos algunos de no estar intoxicados con lo que venden por la libreta", recuerda Lucía una celadora del Museo de la Cerámica que no puede darse el lujo de tomar café en CUC.
Cuando el Café Habana cerró abruptamente se dijo que era para una reparación capital. Se especuló sobre una reapertura más "elegante", pero destinada a los mismos clientes.
La "elegancia" de la reinauguración consiste en una decoración minimalista y comida ligera. Ahora el café es otro clásico lugar en divisas que hace gala de su antigüedad.
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