sábado, 23 de abril de 2016

Ileana de la Guardia: “El fusilamienLto de mi padre es un shock terrible”.

Por Eduardo Marenco.

Ileana de la Guardia recuerda con exactitud de reloj suizo el itinerario militar de su padre, el Coronel Antonio de la Guardia, del Ministerio del Interior de Cuba (Minint). Como una manera de rescatar su memoria, se dedicó a investigar las múltiples operaciones de inteligencia en las que participó, obedeciendo las órdenes de Fidel Castro.

Su hoja conspirativa es sorprendente. Entre otras misiones, “Tony” de la Guardia se encargaría de depositar en Suiza, la suma de 60 millones de dólares que obtuvieron los Montoneros, de Argentina, en 1975, producto del pago del rescate por el secuestro de los hermanos Born.

Posteriormente, en plena guerra civil, sacó del Líbano un valioso tesoro compuesto de joyas y piezas de oro, que estaba en manos de los palestinos, vía Siria, hasta su destino final en Checoslovaquia.

Luego, Antonio de la Guardia combatió en la guerrilla sandinista del Frente Sur, en julio de 1979, asegurando a la vez la logística que llegaba vía La Habana.

En esta segunda y última entrega, Ileana de la Guardia detalla más interioridades del juicio, las verdaderas intenciones de Fidel Castro y la decepción que sufrieron en lo personal, por parte del escritor colombiano Gabriel García Márquez (Gabo).

- Ileana, se dice que los reos estaban narcotizados durante el juicio, ¿Les consta algo de esto?

“Quien veía el estado físico en que estaba mi padre la noche anterior al inicio del juicio, y no sabía los métodos de tortura psicológica que le habían aplicado, cuando lo veían podían pensar que estaba completamente drogado, debido a la situación de extremo cansancio en la que se encontraba.

“Tenía perdida la mirada y hubo momentos en que se ponía a llorar en el juicio. Hay que tener en cuenta el método de mantenerlo quince días encerrado y durante el proceso mismo, todos estuvieron igualmente incomunicados.

“Nosotros estábamos en el ala derecha del salón, en la esquina de cada fila había oficiales vestidos de civil, mujeres, que cada vez que un familiar se ponía a llorar, ellas asistían para calmarlos”.

- ¿Cómo fue el momento en que se producen las sentencias de pena de muerte?

“Fue un momento muy fuerte, porque todos los familiares tenían la visión de que los procesados serían encarcelados, pero lo que no estaba en nuestra perspectiva era lo de los fusilamientos, eso nadie lo imaginaba, nos cogió de sorpresa y fue un shock terrible. Muchas de las mujeres de los condenados le gritaron cantidad de cosas al fiscal, salimos del salón, fue terrible. En la mayoría de las personas se produjo un temor de acercarse a nuestra familia”.

- ¿Ustedes trataron de gestionar que revocaran la pena de muerte?

“Nosotros tratamos de hacer lo máximo a nivel de relaciones que podían influir sobre Fidel Castro. Mi abuela escribió una carta al Papa y éste respondió pidiendo clemencia. No funcionó. Nosotros fuimos a ver a Gabriel García Márquez a la casa número 35 de protocolo donde vivía. Le pedimos que hiciera algo”.

- ¿Qué respondió García Márquez?

“García Márquez nos dijo que no nos preocupáramos, que no viéramos a derechos humanos, ni a los medios de prensa, ya que sería peor para ellos, que confiáramos en las gestiones personales de él, que él hablaría con Fidel Castro para convencerlo, que esos fusilamientos no los querían ni los amigos ni los enemigos, que él antes de su viaje hablaría con él. El se fue de viaje, vino el Consejo de Estado y Fidel ratificó las condenas.

“Cuando García Márquez va a España dice que los fusilamientos son un problema entre militares y que no tiene por qué meterse y se lamenta por Fidel, que ha estado muy preocupado por ese problema. En ningún momento tuvo una oposición crítica hacia los fusilamientos, sino que trató de justificarlos”.
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