miércoles, 27 de abril de 2016

De la mentira, la indecencia y la violencia.

Por Zoé Valdés.

Últimamente varios videos sobre Cuba se han hecho virales en las redes sociales, entre ellos abundan los de los niños ataviados con el uniforme escolar y la pañoleta de pionero comunista anudada al cuello mientras bailan al son de un reggaetón imitando posiciones de dicho ritmo e incluso reproduciendo movimientos sexuales que sólo pudieron haber aprendido con los adultos. Los mismos adultos que filman esos instantes solazándose a grito pelado y que, como si asistieran a una pelea de gallos, embullan a los pequeños a comportarse cada vez de manera más grosera y grotesca. Uno de esos adultos, y padre de uno de los niños, trabajador del MINED (Ministerio de Educación), fue quien colgó uno de los videos en Facebook. La prensa oficialista cubana no publicó nada al respecto, y tampoco organizaciones internacionales como la UNICEF (por el cuidado y respeto de la infancia) hicieron ningún comentario crítico. En este blog la periodista Tania Quintero y yo nos referimos de manera grave y reprobatoria al hecho.

No soy de las que acuso al reggaeton ni a ningún estilo o forma musical de semejante indecencia. En el mundo entero se baila reggaeton y no he visto, salvo en un video de un cumpleaños infantil en Santo Domingo (no llevaban uniforme escolar), a niños compartiendo exhibición tan desatinada para su corta edad. Por lo que presumo y concluyo que lo que provoca esos arranques de demostraciones incongruentes con la edad, el atuendo y el escenario (la escuela o el hogar, da igual) no es más que la sociedad comunista de los hermanos Castro. Y yo sí los llamo Castro, sin miedo ni complejos de ningún tipo.

En el día de ayer Cubanet publicó un video acompañado de un vigoroso artículo de Ana León, periodista y licenciada en Historia del Arte,  donde podemos advertir a una pareja de jóvenes adultos, templando al aire libre en medio de uno de los boulevares más concurridos de La Habana, el de San Rafael, frente al Cinecito, un cine para niños. Mientras la pareja “singa” como animales, un bulto de gente los azuza con palabras dignas de un burdel (a corta distancia de allí se encontraba, por cierto, el burdel de la calle Colón de antes de la revolución, pero ya sabemos que la revolución consiguió prolongar el burdel a todo el país), y además los filma y fotografía valiéndose de celulares. Por ese bulevar transitan cada día decenas de estudiantes para dirigirse al Instituto Preuniversitario José Martí. El espectáculo aconteció a pocos metros del Paseo del Prado donde muy pronto los cubanos elegidos por el régimen apreciarán un desfile de la casa de modas parisiense Chanel. A pocos pasos también desde donde hace tan sólo unos días la policía castrista, en uno de sus raptos de violencia, y reitero “violencia”, reprimió a golpe limpio y detuvo, arrastrando en camiones a inválidos con sus sillas de ruedas, quienes sólo vendían gafas de sol en una de las aceras cercanas al bulevar. Sin embargo, en esta ocasión, la policía represiva, tan presta para caer y abusar cada vez que descubre un gladiolo en la mano de una pacífica Dama de Blanco, tan presta para asesinar a sangre fría como hizo este jefe de seguridad con el joven de 28 años Yuriniesky Martínez Reina, no apareció por ninguno de los rincones.

Con el transcurso del tiempo y el devenir en caída abismal de una sociedad agónica, los movimientos de aquellos niños pudieran muy bien repetirse años más tarde hasta rebajarse y mudar en las desfachatadas estridencias pélvicas de estos adultos, en cualquier acera de cualquier barrio habanero.

Es verdad, como aducen unos cuantos, que espectáculos como estos -no con semejante crudeza- se ven en cualquier parte del mundo. En el metro de Barcelona filmaron uno hace muy poco y en París he visto yo con mis propios ojos a parejas haciendo el amor en las escaleras rodantes del metro (lo que se adivina por los movimientos acompasados, porque los abrigos tapan cualquier desnudez) y también arropados bajo mantas en los portales de la Place des Vosges, cerca de donde vivo.

Pero es que aquí estamos refiriéndonos a Cuba, donde supuestamente se hizo una “revolución ejemplarizante” para algunos, en la que el estado-régimen también hipotéticamente se dio a la tarea de eliminar cualquier tipo de inmoralidad. De manera que no se puede estimar comparación alguna.

¿No construyó y construye todavía Cuba el comunismo para acabar con la supuesta inmoralidad que según ellos predominaba antes del año 1959? Pues es obvio que no sólo no acabó con esa inmoralidad sino que la multiplicó y expandió a niveles muy superiores.

Recordemos que el Bulevar de San Rafael fue de las calles más elegantes de la antigua Habana, con sus tiendas fascinantes y sus hermosas mujeres bien vestidas y mejor educadas. Pues bien, ahí tienen la prueba, video mediante, de que el comunismo transformó todo aquello en un nido de ratas vulgares, enfermas y malolientes. Sólo personas muy sucias y malas de la cabeza pueden protagonizar y filmar acto tan repudiable, que denigra en lo más hondo a la mujer cubana. La novelista que soy no ignora que esas escenas sólo se salvan y hasta justifican en la ficción, pero la mujer cubana, madre y feminista que soy, no puede aceptar tranquilamente y quedar callada ante tal espanto, ante ese otro tipo de violencia a la que han forzado a todo un pueblo. ¿Quienes? Los machos castrocomunistas, a los que molestaba el incesante ascenso de la sociedad cubana en los años cincuenta y la derrumbaron para imponer la cochinada que es hoy esa sociedad de todos para el mal de todos.

Y hablando de violencia y ya que se mencionan sin ton ni son “derrocamientos con ametrallamientos”. Seamos honestos o que lo sean ellos y preguntémosle a esos que se llena la boca para hablar basura. ¿Quiénes instauraron a través de la violencia y de la lucha guerrillera, con bombas y terrorismo, un régimen en el que desde el primer día empezó por torturar y por fusilar inocentes? Fueron los Castro, repito, los Castro, sin miedo ni complejos de llamarlos Castro. ¿Quiénes propagaron su poder a través de la guerra de guerrillas, madre del terrorismo actual, y su ideología fascista por numerosos pueblos de África y de Latinoamérica bombardeando y exterminando con armas químicas, secuestrando y cobrando por ello, asesinando en actos terroristas? Han sido los Castro. ¿Quiénes han alimentado el miedo y han sellado a golpe de terror las bocas del pueblo cubano y de otros pueblos, como el de Venezuela? Han sido los Castro y sus secuaces, entre los que se encuentra buena parte de los intelectuales cubanos, como hemos podido comprobar desde hace años y más recientemente en varios espacios que los periódicos libres del mundo han dedicado a estos arrastrapanzas. ¿Quiénes han degradado la vergüenza y han enseñado a mentir y a matar, con excelentes aprendices como cómplices, por supuesto? Han sido los Castro.

Fue una verdadera pena que el gobierno norteamericano abandonara a los valientes de Bahía de Cochinos, nos hubiéramos ahorrado décadas de violencia y terrorismo castrista. Y no estuviéramos en el punto de indecencia y terrorismo intelectual, el que es tan vulgar y peor que la inmoralidad del video de los singantes (que no los amantes) del Boulevar de San Rafael.

¿Por qué no pudiera entonces existir el sueño e incluso la posibilidad real de que el pueblo cubano se levantara con todos sus derechos en contra de un régimen dictatorial que dura más de medio siglo, como mismo hicieron los árabes durante la Primavera árabe, o como han hecho otros pueblos en contra de sus dictadores, por ejemplo el ejército rumano en época de los Ceausesco, o como hicieron los mismos Castro en contra del gobierno de Batista? ¿Qué significa, y qué interés tiene y para quiénes, esa paz de los sepulcros que tanto divierte de manera ligera e irresponsable y que utilizan algunos intelectualoides castristas mintiendo con la intención de promover sus adocenados escritos y discos frente a una audiencia absolutamente indiferente ante el destino y la libertad de los cubanos? Son esos mismos pacotilleros del pensamiento, muy evasivos frente a estos videos, quienes se despetroncan con sus discursos de doble lenguaje repudiando a los verdaderos pacifistas de Cuba, son los que apoyan infatigables (dicho por ellos mismos) la cimentación mano a mano, junto al régimen, de ese comunismo horrendo y en apariencia indestructible que entre otros pavores e ignominias ha permitido a los mediocres, chusmas y oportunistas trepar a lo más alto, aunque jamás libres, de manera revolucionaria, politiquera y procazmente. Lo que trajo el barco.

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