lunes, 6 de mayo de 2019

Cuba, una crisis económica que nunca termina.

Por Iván García.

Cuba, una crisis económica que nunca termina

Dos perros callejeros, hambrientos y sucios, se pelean por un trozo de hueso de cerdo mientras el agua desborda las cañerías rotas y un insoportable olor a orine inunda un deteriorado solar multifamiliar en Luyanó, al sur de La Habana. Las aceras están rotas, el asfalto agrietado y a lo lejos se escucha un reguetón que revienta los oídos.

En la pared de un taller estatal, una frase borrosa del difunto Fidel Castro destaca ‘la capacidad de sacrificio del pueblo cubano’. Ya dieron las diez de la mañana y en un agro cercano, varias personas esperan para comprar viandas, frijoles y frutas. En el solar, un tipo en camiseta recoge el dinero de la ilegal lotería del mediodía conocida en Cuba como bolita.

Un señor con gafas plateadas anuncia que tiene «bandejas de pescado bueno a diez cañas». Dos adolescentes romancean a la sombra de una ceiba centenaria y tres vecinos beben en silencio ron pendenciero de un pomo plástico. A ninguno de ellos les importa el relato épico que vende el régimen ni las marchas o desfile del Primero de Mayo.

Como millones de cubano intentan sobrevivir del ‘invento’, las ilegalidades o improvisando un negocio que les reporte un puñado de pesos. Viven de prisa el presente. El futuro es una abstracción. Santiago, babalao, puede ofrecer un consejo espiritual, pero es incapaz de predecir cuál será el destino de Cuba. Fuma un cigarrillo mentolado y dice:
“Socio, ni el mismo gobierno saben qué va a pasar de aquí a diciembre. Mira cómo está el panorama: la carne de puerco entre 55 y 60 pesos la libra. La gente fajándose en las colas para comprar dos botellas de aceite o un cartón de huevos a 120 pesos. Y en el mercado negro, cuando se encuentra, la carne de res está a tres fulas (cuc) la libra. Predecir el futuro de Cuba es cosa de locos. Y ahora, con las nuevas medidas de Trump, menos aún”.
Edenia, madre soltera de dos hijos, confiesa tener miedo. “Viví el Período Especial en los años 90. De tranca. Apagones de doce horas y un buchito de comida al día. Hubo gente que la única carne que comió fue la de los gatos y las palomas que cazaron. Volver a lo mismo es muy duro. El gobierno no tiene respuesta ante esta contingencia. Todo se resume en lanzar consignas e inflar globos. Lo peor es que ya no hay ni pa’ donde coger”.

Las noticias de las últimas semanas preocupan a los cubanos de a pie. El proyecto de los fallecidos Fidel Castro y Hugo Chávez de unificar a Cuba y Venezuela en una misma ideología fracasó.

Fernando, taxista privado, no entiende por qué el gobierno sigue enfrascado en “una guerra que no es la suya. Maduro es un incapaz. Tres millones de venezolanos han tenido que emigrar. En Caracas hay más hambre y necesidades que en La Habana. Repiten que los americanos lo que quieren es el petróleo de Venezuela, pero con su actitud lo que demuestran es que el petróleo y los recursos venezolanos a quienes les interesan es a los gobernantes cubanos. Sinceramente no los entiendo, prefieren que los yanquis les aprietan las tuercas por seguir apoyando una causa perdida, en vez de ponerse a levantar la economía y desarrollar el país. En nombre de esa muela del internacionalismo proletario tienen al pueblo comiendo yerba”.

En Cuba no son muchos a lo que les importa el culebrón bolivariano. Los que tienen familia prestando servicio en Venezuela, se preguntan cuándo el gobierno traerá a sus parientes de vuelta. “Porque no vamos a pelear ni ir a una guerra por Venezuela. Es una estupidez. Las fuerzas armadas cubanas tienen una tecnología obsoleta. La principal política de nuestro gobierno debiera ser elevar el nivel de vida de los cubanos. Y Maduro, que se fastidie, ése es su problema, su maletín”, opina Mara, profesora de secundaria.

Con la sombra de otro Período Especial acechando sobre la Isla, los cubanos verían con buenos ojos sentarse a negociar con Estados Unidos. “Hay que dejar a un lado todos esos proyectos mesiánicos de Fidel Castro de involucrarse en otros procesos. Los tiempos han cambiado. Ya no somos ahijados de la URSS, una nación que ya no existe, como tampoco existe el campo socialista europeo. Se debe recuperar el tono relajado de 2014, cuando se restablecieron las relaciones con Estados Unidos. Negociar lo que haya que negociar y luchar por desarrollar el país. Es lo que la mayoría queremos”, afirma Carlos, sociólogo.

Cuando se habla con familiares, amigos y vecinos, todos coinciden en señalar que el recrudecimiento de la actual crisis económica es imputable al castrismo. “Uno puede entender lo que pasó en 1989: se cayó el Muro del Berlín y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se desintegró. Sí, nos tomó por sorpresa, han pasado 30 años y no fueron capaces de diseñar un modelo económico que no estuviera expuesto a los conflictos internacionales. Oportunidades han habido, pero el gobierno ha sido irresponsable. Ha preferido vivir recostado al hombro de otros países que desarrollar una economía saludable. Ese discurso de la dignidad y el patriotismo es muy bonito, pero no se come”, subraya Rogelio, licenciado en ciencias políticas.

Entre la ciudadanía circulan rumores sobre la implementación de nuevas medidas para ahorrar combustible y un programa nacional de apagones. Cada día que pasa es más caro y difícil conseguir alimentos. La gente se siente acorralada, al borde un precipicio. Por un lado, el régimen con sus erradas políticas económicas y por el otro, la Casa Blanca que ataca al flanco más débil, la gente de a pie. Nadie puede vaticinar cómo será el próximo verano en Cuba.
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