Por Dr. Alberto Roteta Dorado.
José Martí, el cubano ejemplar a quien siempre recordamos, pero de manera especial en días como hoy por conmemorarse el aniversario 124 de su muerte, fue contemporáneo de Carlos Marx, lo respetó, pero al propio tiempo supo señalar con sutileza su lado débil: “anduvo de prisa, y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa”.
Se ha discutido mucho -no siempre con verdadero conocimiento de causa, y lo peor, desde posiciones demasiado dogmáticas y encaminadas a favorecer la falsa imagen estereotipada que el régimen castrista ha querido dar del héroe cubano- sobre la idea de que Martí conoció o no el socialismo.
El héroe de Dos Ríos supo teóricamente lo que era el socialismo a pesar de las versiones acerca de un posible desconocimiento del Apóstol sobre dicho sistema, ideas establecidas con premeditación para explicar la no afiliación de Martí a esta tendencia, y a la vez, justificar sus críticas sobre las doctrinas socialistas. En sus Cuadernos de Apuntes, reunidos en un tomo único de sus Obras Completas, se cuestionó lo siguiente:
“Socialismo.- Lo primero que hay que saber es de qué clase de socialismo se trata, si de la Icaria cristiana de Cabet, o las visiones socráticas de Alcott, o el mutualismo de Prudhomme, o el familisterio de Guisa, o el Colinsismo de Bélgica, o el de los jóvenes Hegelianos de Alemania: aunque bien puede verse ahondando un poco, que todos ellos convienen en una base general, el programa de nacionalizar la tierra y los elementos de producción; y como prerrequisito indispensable de toda su organización “the land of the country and all other instruments of production shall be made the joint property of the community, and the conduct of the all industrial operations be placed Ander the direct administration of the State”.* (Los pisos de Navarro. La teoría de los pisos de Navarro)”.
Cuando Martí menciona a la Icaria cristiana de Cabet, se refiere al escritor y reformador social de origen francés Étienne Cabet (1788-1856), cuya filosofía atrajo a muchos seguidores, los que llegaron a ser conocidos como icarianos, por el nombre del país ideal por el descrito. En 1834 tuvo que exiliarse por sus críticas al gobierno francés y se dirigió a Londres, donde abrazó el pensamiento comunista que empezaba a florecer por entonces.
Influenciado por las obras de Tomás Moro y por el movimiento de reforma social encabezado por el socialista británico Robert Owen, consolidó sus ideas.
En 1839 se le permitió regresar a Francia, donde publicó al siguiente año la novela Viaje a Icaria, texto donde difunde su doctrina basada en la instauración de una sociedad socialista fundamentada en ideales de igualdad, fraternidad y justicia social, en la cual los bienes son socializados y donde la igualdad entre los sexos es casi total. El grado de organización de la sociedad descrito por su autor, alcanzaba su clímax en la colectivización de los medios de producción y el establecimiento de bonos de trabajo para adquirir los bienes de consumo, pues el dinero ha desaparecido. La misma ropa para todos, un solo diario oficial y una vida organizada hasta el más mínimo detalle: levantarse a las cinco de la mañana intercalando las actividades con los descansos según el reglamento, y fin de la jornada a las ocho de la noche.
Esto inspiró a mucha gente de procedencia humilde, y el 1847 Cabet hizo un llamado para construir una Icaria real desde la perspectiva de su Icaria ideal. Salió de Francia con un grupo de expedicionarios para establecerse en tierras de Texas, junto al río Rojo. Como era de esperar su proyecto fracasó y los colonos volvieron e establecer la propiedad privada, de igual forma que en el pasado siglo XX, parte de un continente supo poner fin al “paraíso ideal” de varios países devenidos en naciones oprimidas por sistemas totalitaristas, y restableció la privatización y un nuevo orden basado en principios democráticos y de justicia.
Estos planteamientos del autor de Versos Libres demuestran que si conoció de la existencia del modelo socialista y hasta los detalles de sus diversas ramas. Podrá apreciarse además su peculiar modo de interpretar el pensamiento de Alcott y Prudhomme, con sus visiones proféticas influenciadas por la poesía y el romanticismo de su tiempo en el caso de Alcott, el trascendentalista, y la idea del mutualismo expresada por el poeta y filósofo Prudhomme, a los que incluyó en las tendencias socialistas, sin olvidar su referencia a los Jóvenes Hegelianos, entre los que estaba Marx.
José Martí destacó que todas las clases de socialismo “convienen en una base general, el programa de nacionalizar la tierra y los elementos de producción”. Pero de manera enérgica insistió en su análisis sobre el texto de Spencer dedicado al socialismo, en la idea de que “en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo”, y llegó a afirmar que el hombre en el socialismo se convierte en esclavo: “De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios”.
Cuando murió Marx, Martí solo dedicó un breve comentario, aunque tuvo frases de elogio para Marx, a quien llamó “el héroe del mundo del trabajo (…) movedor titánico de las cóleras de los trabajadores europeos (…) veedor profundo en la razón de las miserias humanas”, lo que demuestra que conoció la esencia de la doctrina profesada por Marx.
Los movimientos socialistas progresaban en Europa y América. Hubo intentos de comunidades con características similares a lo que se pensó que pudiera ser el socialismo. Martí tuvo referencias de dichos movimientos, por lo que resulta inadmisible que un hombre de su tiempo, con intereses culturales, políticos, sociales y científicos, pudiera estar ajeno a lo que ocurría en este sentido en el mundo. Que no fue un estudioso y admirador de las doctrinas marxistas, es cierto; pero no desconocedor del socialismo. La cita que analizamos que trata la idea de Cabet, de Alcott y los Jóvenes Hegelianos, es de su decimoctavo cuaderno de apuntes, y corresponde a las anotaciones que hiciera en 1894, un Martí en plena madurez con visiones y conceptos filosóficos precisos.
Aunque los comunistas cubanos hubieran querido que el símbolo de la nación fuera un socialista, han de admitir que no lo fue. Tratar de justificar su indiferencia por dicha doctrina a través de análisis de circunstancias diferentes entre Europa y la América del siglo diecinueve, es absurdo. La idea del posible desconocimiento de las enseñanzas socialistas y marxistas queda descartada. El hombre continental jamás profesó ideas afines a las doctrinas socialistas. El hecho de estar del lado de los pobres y de haber organizado la gesta independentista cubana del final del diecinueve no les da derecho a asociarlo a los socialistas, ni siquiera a los nobles y tolerantes utópicos tan despreciados por Marx.
José Martí se refirió a los desaciertos de este sistema, que si conoció teóricamente; aunque algunos se empreñen en continuar defendiendo la idea de que no conoció o no comprendió el socialismo propuesto por Marx. Hemos de admitir de una vez y por siempre que el más grande de los cubanos no se solidarizó con dicha tendencia, por cuanto, pudo asimilar con su visión quasi profética y su futurista mirada previsora las calamidades de un sistema, cuya historia ha demostrado lo que es: una utopía plena de virtudes en un nivel ideal, pero algo totalmente inconsistente en el orden práctico.
Martí si conoció la obra de Marx. Hemos de considerar que la primera parte de El Capital, su obra cumbre, se publicó en 1867, y la segunda y tercera partes en 1885 y 1894 respectivamente, además de una infinidad de artículos y ensayos filosóficos que aparecían en numerosas revistas y diarios de la época en que ambos vivieron. Es poco probable que nuestro héroe conociera de la tercera parte del capital teniendo en cuenta la fecha de su publicación; por cuanto, en 1894 se encontraba en Nueva York, entregado completamente a la organización de la gesta independentista cubana; pero tuvo que haber conocido de la existencia de las dos primeras partes, así como, del Manifiesto Comunista (1848), texto que dada su trascendencia e influencia en el contexto histórico de su tiempo, fue muy difundido, entre otras obras de Marx, todas publicadas, exceptuando la tercera parte de El Capital, antes de que Martí estuviera tan ocupado en la organización de la contienda del noventa y cinco.
De cualquier modo, y ante las múltiples interpretaciones que se pretenden hacer para aproximar al paradigma cubano por excelencia a la tendencia socialista, si alguien aun duda acerca de una posible admiración martiana por el socialismo, la siguiente frase tomada de su escrito dedicado a comentar el texto La esclavitud futura, del antropólogo Herbert Spencer, resulta definitiva para finalizar la polémica. En este sentido expresó:
“De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo”.
--------------
* Respeté la redacción de José Martí, que esta parte la escribe en inglés. La traducción de la cita es: “La tierra del país y todos los demás instrumentos de producción se convertirán en propiedad conjunta de la comunidad y la conducción de todas las operaciones industriales se colocará en la administración directa del Estado”.
0 comments:
Publicar un comentario