Por Miriam Leiva.
Peso cubano, CUC y dólares estadounidenses.
Durante semanas, los medios oficiales se refirieron a la unificación monetaria con predicciones de su inminencia, criterios de expertos acerca de la imposibilidad de realizarla en la actualidad y opiniones favorables de la población, interesada en evitar los engorrosos cambios de moneda.
En Cuba nada ocurre ni se publica sin la anuencia del Partido Comunista, y muy pocas personas osan opinar públicamente sin ella. El tema se convirtió en una escenificación sobre la disposición del Gobierno a escuchar a los especialistas y una preparación psicológica para los cubanos.
La unificación monetaria y de las tasas de cambio para las empresas sería la posible solución para incentivar el aumento de la producción y las exportaciones, y debería ser la primera etapa. Las empresas tienen varias tasas de cambio, desde 1 dólar = 1 CUC, lo cual desincentiva las exportaciones y otras actividades. La aplicación para la población podría ahondar la precariedad del poder adquisitivo, el incremento de los precios y la desafección política, debido a la creciente escasez de productos de primera necesidad, que el Gobierno asegura no poder solucionar por su falta de liquidez.
En medio de la angustia y los seis meses de encierro más o menos estricto provocados por la pandemia de coronavirus, solo queda sumar que las grandes dificultades resultantes de la unificación echarían más leña al fuego.
Las recomendaciones de expertos sobre la postergación servirían para justificar no cumplir las directivas sobre su implantación antes del Congreso del Partido en 2021, precisamente por la tensa situación económica y social existente. Los Lineamientos elaborados durante el ejercicio presidencial de Raúl Castro fijaron como prioridad concluir el proceso de unificación monetaria y cambiaria para esa fecha. Luego, Díaz-Canel aseguró que el ordenamiento monetario se encontraba en fase avanzada de estudio y aprobación, lo que incluía la elaboración de las normas jurídicas, la organización y ejecución de los procesos de capacitación, aseguramiento político y comunicación social, durante la sesión de la Asamblea Nacional de diciembre pasado. Asimismo, confirmó que el proceso abarca aspectos estrechamente interrelacionados que tendrían impacto en toda la sociedad, y serían aplicados con la secuencia prevista, minimizando los efectos en la población, al tiempo que reiteró las garantías a los depósitos bancarios en divisas extranjeras, pesos convertibles, pesos cubanos y el efectivo en manos de la población.
Durante las crisis cíclicas de la economía cubana, el Gobierno ha adoptado medidas coincidentes: al comienzo del Período Especial por la pérdida de las subvenciones de la Unión Soviética y sus aliados, y actualmente para colectar el dólar en poder de la población.
En 1993 se despenalizó el uso y tenencia del dólar para los cubanos, cuando muchos aún cumplían condenas de cárcel, y se abrieron las tiendas recaudadoras de divisas (TRD), donde se compraba directamente en dólares. En diciembre 1994 se introdujo el Peso Convertible (CUC) para las transacciones en las TRD, paralelamente con el dólar. En 2003 se retiró el dólar de la circulación en el sector empresarial y en 2004 para la población, como medio de pago. Desde entonces en la comercialización han coexistido el peso cubano (CUP) y el peso convertible CUC, o sea la dualidad monetaria.
La Resolución No.19/2014, emitida por el Ministerio de Finanzas y Precios, detalló las medidas financieras y contables que entrarían en vigor antes de la unificación monetaria, así como los procedimientos y normas a partir del denominado “día cero”. El general Raúl Castro dijo en 2017: “Debo reconocer que este asunto nos ha tomado demasiado tiempo y no puede dilatarse más su solución”.
Actualmente la doble moneda, CUC y CUP, se deprecia aceleradamente en el mercado informal, igual que en la década de 1990 cuando un dólar equivalía a 150 pesos (CUP). Ahora, con la apertura de las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC) el dólar resulta aún más apreciado por la población (que podría adquirir, si lo permiten sus remesas, los artículos altamente deficitarios) y por el Gobierno (que recolecta el billete verde llegado a través de remesas y otros medios).
La unificación monetaria y cambiaria es necesaria, pero tiene que ser precedida y acompañada de otros cambios en la conducción económica y productiva de la nación, algunos incluidos en la Constitución y los Lineamientos, pero han sido limitados, revertidos o postergados. Esos y otros más fueron expuestos constructivamente durante años por el economista Oscar Espinosa Chepe: por eso lo castigaron como “contrarrevolucionario” y finalmente lo condenaron a 20 años de cárcel. Yo fui expulsada de mi centro de trabajo por no reconocerlo como tal. Lamentablemente, algunos de los eminentes economistas que opinan hoy coincidían con muchos de sus análisis y recomendaciones, pero prefirieron callar y darle la espalda para no perder sus posiciones.
Las modificaciones radicales en la agricultura, el libre ejercicio del trabajo privado y la legalización de micro, pequeñas y medianas empresas, deberían anteceder a la unificación monetaria para la población, a fin de propiciarle los medios para afrontar la devaluación de la moneda y adquirir los bienes y servicios para mejorar la calidad de vida.
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