Por Augusto César San Martín.
A los 13 años de edad, Caridad Caraballo Forteza se incorporó a los Comité de Defensa de la Revolución (CDR). Todo su empeño como dirigente local de la organización le sirvió para descubrir “la mayor decepción de su vida” a los 73 años de edad.
A pesar de desempeñarse como presidenta del CDR no. 7 “Claudio Argüelles Camejo” de Habana Vieja, Caraballo Forteza asegura que esa organización de masas -supuestamente no gubernamental- le dio la espalda.
“Me parece mentira que después de 30 años como dirigente cederista, y de cumplir con todo lo que me ha asignado la Revolución, no me hayan podido conseguir, ni siquiera, un lugar de tránsito hasta que se resuelva el problema del edificio (en peligro de derrumbe donde vive)”, declaró a CubaNet.
Caraballo Forteza comparte con 11 familias el inmueble ubicado en Habana no. 611, entre Muralla y Teniente Rey, en Habana Vieja. La edificación de tres plantas construida en 1920 está catalogada por la Dirección Municipal de la Vivienda como “mala, inhabitable”.
En los últimos años el deterioro del edificio se agudizó debido al aumento de las filtraciones por el hundimiento de los techos, y el quiebre de elementos de la estructura apoyada en muros de cargas de ladrillos corroídos.
En el último dictamen técnico los especialistas recomendaron continuar con las indicaciones previas (2012): la evacuación urgente del edificio mediante el otorgamiento de albergue transitorio a sus residentes.
Caraballo Forteza “gastó” todo su aval cederista para materializar la orden de albergue concedida por las autoridades en 2017.
“Llevo 43 años viviendo en el edificio, 30 dirigiendo las organizaciones de masas, siendo presidenta de las mesas electorales, constitucionales. Nada de eso vale para que, aunque sea, me den una respuesta en todos los lugares a los que hemos ido”, lamentó.
Acompañada de su vecina Pilar Pérez, otra anciana de 70 años residente en el tercer piso, ha entregado reclamos en todos los niveles de burocracia gubernamental. Caraballo Forteza posee como constancia de su decepción los cinco acuses de recibo entregados cada vez que presentó una demanda en la Asamblea del Poder Popular, así como los nombres de los funcionarios que no la escuchan y la cronología de tres dictámenes técnicos en los que las autoridades competentes recomiendan con urgencia la evacuación del apartamento no. 3, donde ella reside.
Su vecina Pilar Pérez ha conseguido aún menos. Comenzó los reclamos por la reparación del edificio en 1980, después del primer derrumbe parcial en la azotea.
“Me responden que no hay ni viviendas, ni locales transitorios, y que no se puede reparar el edificio (…). Ya no tengo esperanzas, no puedo caminar; hace 30 años padezco de lupus eritematoso sistémico, eso me afecta los nervios y el sistema inmunológico”.
Pérez augura el derrumbe del baño de su casa, o la cocina, y se mantiene en la incertidumbre preguntándose si ella estará en los espacios durante el instante fatal.
“Cada vez que estoy en la cocina o el baño tiemblo de miedo pensando que se van a caer”, dice.
Según el informe del Ministerio de la Construcción elaborado en julio del pasado año, “64 998 derrumbes totales y parciales de viviendas se deben resolver hasta el 2021” en el país. De la cuenta se exceptúan Pinar del Río y Santiago de Cuba, donde la promesa se extiende hasta el 2025.
El parásito llamado CDR.
Caraballo Forteza pudo haber resuelto su problema de vivienda cuando los CDR eran propietarios de locales en toda La Habana, nombrados “Zonas de los CDR”. Estos espacios eran utilizados para ubicar puestos de mando en los barrios y espiar casa por casa.
“Pude meterme en la cuadra en 20 locales como presidenta cederista, pero nunca lo hice porque no es mi estilo, a mí me gustan las cosas legales”, dice.
Ante el declive de la organización cederista, la mayoría de las “Zonas” fueron entregadas como viviendas a funcionarios de alto nivel.
Debido a la crisis habitacional en La Habana, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel instó a las instituciones estatales a prescindir de locales que pudieran servir como viviendas. Sin embargo, la Dirección Nacional de los CDR mantiene espacios como propiedad y cuatro apartamentos vacíos en su antigua sede, ubicada en Carlos III no. 603, Centro Habana.
Los apartamentos sirven de tránsito a dirigentes cederistas de nivel nacional, hasta que se les otorga una casa o local para ser rehabilitada como vivienda mediante subsidio estatal.
Ese tráfico de influencias para la entrega de casas fue denunciado en las redes sociales y ante las autoridades de la Dirección Municipal de Vivienda en la Habana Vieja por Elizabeth Valdés, una de las víctimas de derrumbe en la capital.
Dos días después de la denuncia, la Dirección de los CDR contrató un custodio con la única misión de vigilar que los apartamentos para que no fueran ocupados.
Para Caraballo Forteza no existen posibilidades. A ella le corresponde el discurso de los dirigentes que exhortan a celebrar “la Revolución”. Los años que le tomó llegar a la decepción como cederista son los mismos que hoy homenajean los gobernantes cubanos: el aniversario de una organización creada para vigilar al pueblo.
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