De izquierda a derecha, Popi Corpión, José Antonio Echeverría, Fidel Castro, René Anillo y Rafael del Pino (ninguna relación con el que fuera General de la aviación Castrista) durante la primera visita de José Antonio Echeverría a México donde redactan y firman “La Carta de México”, 29 de agosto de 1956; Osvaldo Sánchez, uno de los principales operativos del Comintern y del Partido Socialista Popular (nombre que tuvo el partido comunista en Cuba) se reunió clandestinamente en dos ocasiones con Fidel Castro en México durante los preparativos de la expedición del yate Granma.
El sábado 13 de marzo de 2020, la Mesa Redonda de la TV cubana se cuadró de manera contrarrevolucionaria con la periodista Arleen Rodríguez Derivet tachando el asalto al Palacio Presidencial (1957) como traición a la Carta de México (1956). Las estrategias del Directorio Revolucionario [golpear arriba] y del Movimiento Revolucionario 26 de Julio [guerra de guerrillas] quedaron así encuadradas, a contrahílo de la historia, en la dinámica de lealtad y deslealtad que genera la ignara guataquería a Fidel Castro.
Carta de México.
Al compás de la precitada guataquería, la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado atribuye sólo a Castro esta declaración conjunta de 19 puntos de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y del MR-26-7, como si José Antonio Echeverría no hubiera tomado parte en la redacción, que concluyó el 29 de agosto de 1956 por la madrugada.
El núcleo duro de esta declaración conjunta, un tanto ilusorio, radicaba en “ofrecer al pueblo de Cuba su liberación en 1956 [mediante] la insurrección secundada por la huelga general” [Punto 4]. No hay términos históricos ni lógicos para excluir el asalto a Palacio de la insurrección ni mucho menos para etiquetarlo como traición a lo acordado.
Al salir a la luz pública en Cuba, el 2 de septiembre, la Carta de México causó conmoción en la Universidad de La Habana (UH). La decisión de aliarse con Castro no se había discutido en ni comunicado a la dirección colegiada de la FEU. Su secretario, René Anillo, había acompañado a Echeverría a Ciudad México y traído de regreso a La Habana un ejemplar dentro de los zapatos.
Echeverría había seguido viaje a Ceilán [Sri Lanka] como delegado cubano a la VI Conferencia Internacional de Estudiantes. Se alegó que Echeverría no debió firmar la declaración por la FEU, sino por el Directorio Revolucionario (DR), pero este grupo de acción llevaba apenas seis meses de creado y el pedigrí de la FEU pesaba mucho en un grito de guerra contra la dictadura del general golpista y presidente electo Fulgencio Batista. Al cabo el vicepresidente de la FEU, Fructuoso Rodríguez, logró que la Carta de México se ratificara por la organización estudiantil.
Asalto a Palacio.
Echeverría tiraría pa’la tonga al MR-26-7 al dar por Radio Reloj la fake news de que Batista acababa de ser ajusticiado revolucionariamente en su propia madriguera de Palacio. Su alocución continuaba: “Somos nosotros, el Directorio Revolucionario, la mano armada de la Revolución Cubana, los que hemos dado el tiro de gracia a este régimen de oprobio que aún se bate en los estertores de su propia agonía”.
Aquí no parece haber traición, sino expresión del prurito cubiche de traer siempre la última la primera en todo. El historiador cubano exiliado Sergio López Rivero puntualiza que ni el DR apoyó el desembarco del Granma ni el MR-26-7, el ataque a Palacio Presidencial, pero no cabe alegar traición a la Carta de México si el jefe del MR-26-7 en La Habana, Faustino Pérez, dio sobrado testimonio de estar al tanto del desespero del DR por acciones armadas decisivas: “Hablamos de la posibilidad de abrir un frente guerrillero en el Escambray, pero predominó la decisión del ataque al Palacio [con un] plan que tenían muy adelantado”[1].
DR-13-3
El fiasco del ataque a Palacio y la muerte de Echevarría rebajaron el protagonismo político del DR, que se rebautizó DR 13 de Marzo y retomó la posibilidad aludida por Faustino. De Miami salió una expedición en el yate alquilado Scapade, que entró el 8 de febrero de 1958 por la playa de Santa Rita (Nuevitas) y estableció guerrilla rural en el Escambray. Castro envió mensaje de solidaridad, pero tenía fresca la memoria de cómo su carta de 14 de diciembre de 1957 para denunciar el Pacto de Miami había sido repudiada por Faure Chomón, líder del DR-13-3.
Para el 1ro de diciembre de 1958, el Pacto del Pedrero (Escambray) entre el MR-26-7 y el DR-13-3 parecía dar continuidad a la Carta de México, pero el 26 de diciembre de 1958 Castro se viró con otra carta al Che Guevara: “[E]stás cometiendo un grave error político al compartir tu autoridad, tu prestigio y tu fuerza con el Directorio Revolucionario (…) No tiene sentido aupar [a] un grupito cuyas intenciones y cuyas ambiciones conocemos sobradamente, y que en el futuro será fuente de problemas y dificultades”.
En busca del tiempo perdido.
El jurista e historiador cubano insiliado Julio César Guanche trata de encontrar una explicación: “Sobre la traición del DR, es posible que Rodríguez Derivet estuviese pensando en esta carta”. Sin embargo, el cortocircuito histórico de tachar el asalto a Palacio como traición a la Carta de México parece tener causa eficiente más honda.
La otra cara de la moneda dictatorial de Fidel Castro es la genuflexión de sus seguidores, que como daño sociopsicológico o psicosociológico propicia guatacazos post mortem que traicionan incluso el Punto 18 de la Carta de México: “[L]a victoria será de los que luchados asistidos por la historia”. Por eso Guanche lleva mucha razón en que “Rodríguez Derivet y la Mesa Redonda le deben una disculpa -y muy seria- al pueblo de Cuba”.
No es la primera vez que Rodríguez Derivet se atreve cuadrar la Mesa Redonda para que los hechos históricos encajen en relato periodístico proclive a la guataquería, como se aprecia en su entrevista del 6 de agosto de 2018 a Ramiro Valdés, quien de entrada suelta: “[N]o me gusta ser protagónico de algo que sencillamente creo que todos hemos hecho de forma muy natural”. No obstante, Rodríguez Derivet prosigue insistiendo en el protagonismo de Valdés e incluso urde la justificación de que “sabemos que no quiere ser protagonista, pero la historia lo hizo…” El entrevistado dio respuesta tan lacónica como aplastante: “No, no, es que no lo soy.”
Coda.
Volvamos a la efeméride para resumirla no como traición a la Carta de México, sino como el mayor peligro a la hegemonía del grupo político de Fidel Castro y paradójicamente, como suele suceder en el decurso de ese fenómeno sociohistórico denominado nación cubana, el respaldo más significativo a la oposición violenta pautada por Castro contra la dictadura de Batista.
Notas:
[1] Mario Mencía, “La Carta de México”, Bohemia, 17 de septiembre de 1976, 93.
[2] La contraofensiva estratégica, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2010, 343 ss.
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Carta de México (1956).
La Federación Estudiantil Universitaria y el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, los dos núcleos que agrupan en sus filas la nueva generación y que se han ganado en el sacrificio y el combate las simpatías del pueblo cubano, acuerdan dirigir al país la siguiente declaración conjunta:
1.Que ambas organizaciones han decidido unir sólidamente su esfuerzo en el propósito de derrocar a la tiranía y llevar a cabo la Revolución Cubana.
2.Que asistir a unas elecciones parciales después de estar reclamando durante más de cuatro años unas elecciones generales y libres, constituye una actitud entreguista y traidora que no alcanzará sus fines ambiciosos porque la Revolución cortará de un tajo todas las posibilidades.
3.Que si la Revolución Cubana, que cuenta ya con la simpatía de la opinión democrática de América, es vencida en una lucha que resulta ya inevitable, la dictadura no brindará siquiera esa mísera concesión que hoy otorga por miedo a los revolucionarios, y sobre la cabeza de los electoralistas ambiciosos caerá la sangre de los que se inmolen.
4.Que consideramos propicias las condiciones sociales y políticas del país, y los preparativos revolucionarios suficientemente adelantados para ofrecer al pueblo su liberación en 1956. La insurrección secundada por la huelga general en todo el país será invencible.
5.Que un tirano extranjero, Rafael Leónidas Trujillo, interviniendo abiertamente en la política interna de nuestro país fraguó una conspiración contra Cuba con la complicidad de un grupo de oficiales del 10 de Marzo: Alberto del Río Chaviano, Martín Díaz Tamayo, Leopoldo Pérez Coujil, Manuel Ugalde Carrillo, Manuel Larrubia, Juan Rojas y Rego Rubido, y una pandilla de pistoleros encabezados por Policarpo Soler, que salió de Cuba a raíz del golpe de Estado, con la protección del propio Batista, a pesar de estar reclamado por los tribunales de justicia.
6.Que las armas trujillistas fueron introducidas en Cuba con la complicidad probada de esos militares .
7.Que el dictador Batista, en la conferencia de Panamá, no tuvo el valor de denunciar esa agresión al honor y la integridad nacional, dándose un abrazo con el hermano del chacal dominicano.
8.Que muy por el contrario, al regresar a Cuba ocultando al país la verdad, se dio a la innoble tarea de acusar de trujillistas a los más limpios revolucionarios cubanos, cuyas firmes convicciones democráticas hacen imposible toda relación con un tirano igual que Batista.
9.Que en respuesta a la cobarde maniobra, emplazamos a Batista para que entregue a la FEU y a los combatientes del 26 de Julio las armas de la República, que no han sabido usar con dignidad, para demostrar que nosotros nos atrevemos a ajustar cuentas con el dictador dominicano y salvar el honor de la patria.
10.Que Cuba debe responder con dignidad a la ofensa sufrida y en consecuencia somos partidarios de una acción armada contra el tirano Trujillo, que dé paso libre a los dominicanos de una opresión que dura ya más de veinticinco años. Retamos a Batista a que diga la palabra definitiva o se ponga en evidencia ante el pueblo cubano.
11.Que la actitud débil, oportunista y cobarde del régimen frente a Trujillo, ha sido traición a la patria.
12.Que tanto Trujillo como Batista, son dictadores que hieren el sentimiento democrático de América, y perturban la paz, la amistad y la felicidad de los cubanos y los dominicanos.
13.Que mientras los militares trujillistas permanecen en sus cargos, la flor y nata de las fuerzas armadas, los oficiales más capacitados para defender la patria que peligra, están presos e inhumanamente tratados en Isla de Pinos.
14.Que la FEU y el 26 de Julio consideran al coronel Barquín, al comandante Borbonet y demás oficiales presos y destituidos, la más digna representación de nuestro ejército, y los hombres que hoy cuentan con más simpatías en las fuerzas armadas.
15.Que el ejército, dirigido por esos oficiales prestigiosos y honorables, al servicio de la Constitución y del pueblo, tendrá el respeto y las simpatías de la Revolución Cubana.
16.Que la FEU y el 26 de Julio hacen suya la consigna de unir a todas las fuerzas revolucionarias, morales y cívicas del país, a los estudiantes, los obreros, las organizaciones juveniles y a todos los hombres dignos de Cuba, para que secunden en esta lucha, que está firmada con la decisión de morir o triunfar.
17.Que es hora de que los partidos políticos y la Sociedad de Amigos de la República cesen ya en el inútil esfuerzo de implorar soluciones amigables en una actitud que en otros momentos pudo ser patriótica pero que, después de cuatro años de rechazo, desprecio y negativa, puede ser infame.
18.Que enfrentada ya la Revolución en una lucha a muerte contra la tiranía, la victoria será de los que luchamos asistidos por la historia.
19.Que la Revolución llegará al poder libre de compromisos e intereses, para servir a Cuba en un programa de justicia social, de libertad y democracia, de respeto a las leyes justas y de reconocimiento a la dignidad plena de todos los cubanos, sin odios mezquinos para nadie, y los que la dirigimos, dispuestos a poner por delante el sacrificio de nuestras vidas, en prenda de nuestras limpias intenciones.
Fuente:
Oficina de Asuntos Históricos
Autor: Castro Ruz, Fidel
29/08/1956
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