Por Tania Díaz Castro.
Fidel Castro y Nikita Krushchev en propaganda de la época.
Hace apenas dos años los cubanos de la Isla y del exilio nos enteramos que la famosa carta que Fidel Castro envió a Nikita Krushchev el 26 de octubre de 1962, para que disparara primero durante la Crisis de los Misiles, en una situación que puso al mundo al borde del holocausto, no llegó a tiempo.
Según relató el Teniente Coronel retirado Jorge Hernández Garaboto al periódico Juventud Rebelde ese mismo día, pero de 2018, mientras escribía la carta, Fidel había ordenado abrir fuego contra los aviones norteamericanos que inspeccionaban los cohetes nucleares ya descubiertos en San Cristóbal, perteneciente en ese entonces a la provincia de Pinar del Río.
Contó Garaboto que Castro incluso decretó la Alarma de Combate de las Fuerzas Revolucionarias para vencer al Imperialismo cuatro días antes: divisiones de infantería, brigadas de tanques y artillería, batallones independientes con grupos de artillería reactiva, morteros de 120 milímetros, unidades navales de la Marina de Guerra Revolucionaria, baterías de artillería antiaérea, aviones de combate y 269 000 hombres sobre las armas en la primera hora.
Pero el Teniente Coronel nada dijo sobre la visita que Fidel Castro hizo a la Embajada Soviética las noches del 26 y el 27 de octubre de 1962, cuando y donde la carta fue traducida para ser enviada a Nikita Krushchev; una carta que, según el periodista oficialista Elier Ramírez Cañedo, no llegó a tiempo, “…por lo que la URSS, sin contar con la dirección cubana, negoció con Kennedy de manera subrepticia la salida de los cohetes nucleares”, y evitó así una tercera guerra mundial, donde Cuba hubiera desaparecido del mapa.
Dijo Elier Ramírez que el embajador soviético de entonces, Alexander I. Alexeyev, relató que aquella noche de octubre Fidel visitó la sede diplomática y le dictó la misiva para que la hiciera llegar a su destinatario cuanto antes; contó que, estando él todavía allí, remitió un breve cifrado en el que informaba sobre la posibilidad del ataque a Cuba. Unas horas antes los militares de la Embajada habían enviado un telegrama a Moscú en los mismos términos preocupantes.
El periodista concluyó su relato de 2018, a 56 años de transcurrido el hecho, asegurando que “aún se intenta tergiversar aquella historia”, que es tan clara como el agua, pues el mismo Krushchev respondió a Fidel: …usted nos propuso que fuéramos los primeros en asestar el golpe nuclear contra el territorio del enemigo. Usted, desde luego, comprende a qué llevaría esto. No sería un simple golpe, sino el inicio de la guerra termonuclear”. A lo que Fidel ripostó: “Nosotros sabíamos, no presuma usted que lo ignorábamos, que habríamos de ser exterminados, como insinúa en su carta, en caso de estallar la guerra termonuclear. Sin embargo, no por eso le pedimos que retirara los proyectiles, no por eso le pedimos que cediera (…) sino que en caso de ataque exterior, y se convirtieran los imperialistas por ese hecho en agresores contra Cuba y contra la URSS, se le respondiera con un golpe aniquilador”.
Cuando el periodista oficialista describió la carta no mencionó dos pequeños párrafos que llaman mucho la atención: “Puede estar seguro que resistiremos firme y decididamente el ataque sea cual fuera. El estado moral del pueblo cubano es sumamente alto y se enfrentará al agresor heroicamente”.
Pero, ¿sabía el pueblo cubano lo que estaba pasando en esos momentos en la Isla? ¿Sabía de la existencia de los cohetes nucleares, instalados en secreto en el territorio nacional? Por supuesto que no. ¿Con qué se defendería el pueblo, con sus cazuelas vacías y sus zapatos rotos?
Por último, el periodista cubano aseguró que dichas cartas han sido utilizadas para sostener la versión de que a los soviéticos, ante las “propuestas irracionales” del líder cubano, no les quedó más remedio que negociar con Estados Unidos de espaldas a la dirección de la Isla.
Más tarde Krushchev fue destituido de forma deshonrosa por el Pleno del Partido de la URSS, pero, ¿no había sido el hombre que evitó una tercera guerra mundial, el hombre que salvó la vida de millones de cubanos, de millones de norteamericanos y de soviéticos?
Una última pregunta: ¿Será que la carta en la que Fidel le aconsejó al viejito Krushchev que disparara primero fue detenida a tiempo en algún buró del Kremlin, o de la KGB, y es al Kremlin y a la KGB a quienes les debemos que hoy 12 millones de cubanos vivan en la Isla, y que más dos millones lo hagan en Estados Unidos?
La lección que tuvimos no fue reconocida jamás por el iluminado líder cubano. La crisis de octubre resultó su mayor fracaso: desapareció el comunismo soviético y fracasó su propósito de invadir a Estados Unidos, aunque desapareciera Cuba del mapa.
Todo gracias a aquella carta suya del día 26 que no llegó a tiempo.
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