Este 5 de junio se cumplen 175 años del nacimiento de Emilio Bacardí Moreau, quien luchó por la independencia de Cuba frente a la metrópoli española. También se destacó por sus obras benefactoras a favor de su ciudad natal y por sus dotes artísticas y literarias.
Nació en 1844 en Santiago de Cuba y según asegura el Diccionario de la Literatura Cubana, desde su infancia mostró afición por la pintura y la poesía, aunque su relevancia literaria sólo se le reconoce parcialmente a su narrativa.
En 1868, iniciada la guerra de independencia liderada por Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, intentó deponer al gobernador de Oriente y formar una junta revolucionaria de gobierno, secundado por José D. Pullés y otros patriotas, pero el plan fue descubierto por las autoridades españolas. Aunque el texto indicado no ofrece información al respecto, seguramente a partir de entonces Bacardí estuvo en una situación precaria debido a la vigilancia a que obviamente fue sometido y que tuvo su colofón en 1876, cuando fue sancionado y enviado a cumplir prisión en Chafarinas, España, por mantener contactos con los insurrectos.
Pocos meses después de iniciada la guerra de 1895, liderada por José Martí, Máximo Gómez, Antonio Maceo y Calixto García, fue apresado y remitido a Ceuta, España, acusado esta vez de ayudar a los insurrectos suministrándoles armas.
Diferentes sitios aseguran que Emilio Bacardí fue el fundador de la famosa ronera cubana que lleva su apellido, pero en realidad, quien fundó esa fábrica en 1830 -en otros sitios de internet se ofrece otra fecha-, fue su padre Facundo Bacardí Masso, ciudadano español. Quizás eso explique que después del intento por deponer al gobernador de la provincia de Oriente en 1868 pudiera permanecer en Cuba.
Todavía hoy, desde el extranjero, la fábrica Bacardí mantiene la excelsa calidad de uno de los rones más vendidos en el mundo, a pesar de que gran parte de los barriles donde se conservaba el producto de la más alta calidad fue nacionalizada por el castrismo pocos meses después de 1959.
La firma es una de las que ha expresado su propósito de litigar con el castrismo al amparo del título III de la Ley Helms Burton, según ha afirmado la prensa oficialista cubana.
Benefactor de Santiago de Cuba y político prestigioso.
Al término de la guerra, en 1898, fue designado alcalde de Santiago de Cuba. Desde ese puesto hizo campaña por la creación de un museo que hoy lleva su nombre, inaugurado en 1899, y en el que se conservan importantes piezas sobre la historia cubana y universal, así como objetos valiosos de la historia de la segunda ciudad cubana.
En 1901 Bacardí volvió a ocupar el cargo de alcalde por votación popular y creó la biblioteca anexa al museo, denominada Elvira Cape.
Con estas obras de gran impacto social Bacardí cimentó un sólido prestigio político entre la ciudadanía santiaguera. Gracias a ese mérito hizo campaña por la creación de la Academia Municipal de Bellas Artes y para que se construyeran otras obras de indudable beneficio popular.
Varias fuentes aseguran que en 1905 fue electo para el Senado de la República como miembro del Partido Moderado (Conservador) que dirigieron Domingo Méndez Capote y Don Tomás Estrada Palma, desde donde se opuso a la intervención norteamericana debido a la llamada “revolución de agosto”, de 1906, protagonizada por los miembros del Partido Liberal en contra del Presidente Don Tomás Estrada Palma.
Obra artística, histórica y literaria.
Bacardí fue un periodista que dejó sus huellas en publicaciones santiagueras y en otras de La Habana como la Revista Bimestre Cubana y El Fígaro. También se destacó por sus investigaciones históricas y ello lo llevó a ser admitido como miembro de la Academia de Historia de Cuba.
Es uno de los historiadores más importantes de Santiago de Cuba, cuyas crónicas publicó en diez tomos, los cuales valdría la pena fueran reeditados.
Los temas históricos permearon algunas de sus novelas, como “Vía Crucis” y “Doña Guiomar. Tiempos de la conquista”. Publicó un libro titulado “Cuentos de todas las noches” y un ensayo biográfico sobre la Condesa de Merlin, uno de los personajes más interesantes de nuestra historia colonial, así como otros dos sobre Florencio Villanova y Pío Rosado. Dejó inéditas tres novelas tituladas “La hija de Hatuey”, “El doctor Boileau” y “La Filigrana”, -esta última publicada en España en 1972- y las obras de teatro “Casada, virgen y mártir” y “La vida”.
Su obra ha sido objeto de estudio por importantes críticos e intelectuales cubanos entre los que se cuentan el historiador Ramiro Guerra, José Manuel Carbonell y José Guadalupe Castellanos.
En el interesante y documentado libro “Historia de la Literatura Cubana”, publicado en tres tomos por el Instituto de Literatura y Lingüística “José Antonio Portuondo Valdor”, se le califica como uno de los narradores más importantes de las dos primeras décadas del siglo XX, aunque la crítica le señala el uso de un lenguaje ampuloso que le resta brillantez a su narrativa, no obstante reconocerle el mérito de aportar una valiosa información sobre los contextos donde desarrolló sus novelas y por la recreación de los ambientes coloniales.
Junto con Raimundo Cabrera y Carlos Loveira, Emilio Bacardí Moreau está considerado un iniciador de la novela histórica en Cuba y a pesar del lastre señalado precedentemente y de las notorias influencias del naturalismo en sus obras, su legado a la historia de la cultura cubana es innegable.
Este hecho, unido a su indiscutible patriotismo y a su honradez política, ha convertido a Bacardí en otro cubano insoslayable dentro de la heroica historia de nuestra patria.
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