Por Henry Chirinos.
https://cubanosporelmundo.com/2018/12/21/la-habana-lejano-oeste-transporte/
Un pueblo sin ley. La capital cubana rememora al “lejano oeste”, debido a la anarquía que reina en las paradas de transporte debido a la escasez del mismo. Los cubanos han optado por pasar por alto las normas de convivencia.
Según detalla CubaNet, los ómnibuses viajan repletos. No les cabe ni un alma, lo que genera desespero en aquellos que llevan horas parados esperando por algún medio de transporte.
El ómnibus P7 que cubre la ruta Habana-Cotorro, fue testigo de la gresca que se armó entre una muchedumbre cansada del diario ajetreo, desesperada por llegar a su casa y preocupada por la negrura del cielo, que presagiaba una fuerte tormenta. Dos carros articulados fueron invadidos con tal violencia que debieron acudir seis patrulleros para intentar restaurar el orden.
Los oficiales castrista, usados solo para la represión, desconocen el proceder para intentar calmar a aquella enardecida muchedumbre que se abalanzaba sobre los autos al mejor estilo selvático.
Mujeres, niños y ancianos no tenían ningún beneficio en este caos.
En medio de la reyerta el chofer encaró al gentío, y a horcajadas sobre el estribo de la puerta gritó para que lo oyeran todos -incluso la policía-: “¡Oigan pa´acá! ¡El que no pague la guagua no va a subir ni pinga porque me llevo el carro pa’ la pinga!”. Las personas rieron, lo abuchearon y continuaron apretándose delante de la puerta del ómnibus, tratando de subir.
Por unos instante, el temeroso Periodo Especial parece haberse hecho presente, un joven se subió por una de las ventanillas, mientras que las personas intentaban entrar a la ya abarrotada “guagua”.
Como si llevaran botas de plomo, los policías se movían aturdidos entre ambos carros, tratando de que no se armara una bronca multitudinaria. En un delirante arranque, el oficial que parecía tener mayor rango gritó a los pasajeros del primer P7 que tendrían que bajarse por razones de indisciplina, y les advirtió que el ómnibus no iba a arrancar hasta que no descendiera el último tripulante. La respuesta a su autoridad abarcó todas las expresiones posibles desde carcajadas, burlas y ofensas, hasta soeces alusiones a su madre.
En medio de la crisis no hay respeto, miedo o cortesía, solo desespero y ganas porque todo termine.
La crisis de transporte en Cuba viene en ascenso desde hace varios años, pero tuvo su punto fuerte recientemente cuando el régimen emitió nuevas regulaciones para los transportistas privados, quienes ahora observan con cierto alivio como aquellos que los criticaron, denunciaron e insultaron, pasan penurias para abordar un transporte público.
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