Ahora que Cuba enfrenta otro momento crítico de una situación coyuntural que ya dura seis décadas, ¿se alineará el liderazgo del país al lado de los cubanos de a pie que sufren cuanta ineficiencia, abulia, inopia y corrupción se generan en las altas esferas del poder, niveles intermedios y de base, como causas del retroceso, las penurias y la escasez en la Isla?
¿Se apagarán los aires acondicionados del Comité Central del Partido Comunista y del Parlamento Cubano? ¿Bruno Rodríguez Parrilla aparcará su coche y se dirigirá al trabajo pedaleando o emparrillado en una bicicleta, como antes lo hizo otro canciller -“el que no brinque es yanqui”- Robertico Robaina, aunque un auto lo seguía de cerca por si acaso?
¿Veremos en Facebook a Mariela Castro Espín, no degustando langostas y otros manjares junto a invitadas españolas, sino armando un fogón de leña en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), para cocer boniatos en cumplimiento del plan de austeridad, ahorro y resistencia a que han convocado las autoridades en estos 60 años coyunturales?
¿O tal vez nos dé el último en la cola de la balita de gas que, cada dos meses, le permitirá cocinar los productos de la Canasta Básica, consistentes en media libra de aceite, 8 onzas de frijol negro, cinco libras de arroz y tres libras de azúcar blanca más dos prietas, y hasta hervir la ropa sudada por el rifirrafe que se forma en un P-9 camino a la casa o al empleo?
Y quién sabe si ahora que pensamos como país, somos continuidad, estamos unidos y no tenemos miedo a los desastres que vienen, veamos al ministro de Recursos Hidráulicos, acarrear cubos, latas, palanganas y otros recipientes llenos de agua, hacia el interior de un solar o unos apartamentos ubicados en El Pontón, Jesús María, Buenavista y Marianao.
De ahí que no ponga en duda que los vecinos del reparto obrero se congratularán con la actitud de Ulises Guillarte de Nacimiento, Secretario General de la CTC, quien a oscuras, desde el interior de su humilde hogar, los convoca con su ejemplo a encender sólo las luces y equipos eléctricos necesarios, hacer más con menos, resistir los embates del imperio y si la revolución y Díaz-Canel lo piden, a encender un candil y echarse fresco con un cartón.
Tampoco de que Susely Morfa, Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, emplee su salario de psicóloga -el mismo que utilizó para hospedarse en un hotel cinco estrellas en Panamá y atacar a defensores de los cubanos que hoy siguen con una mano delante y otra atrás-, para comprar golosinas en el Hotel Packard y repartir en la comunidad.
¿Alguien imagina a Machado Ventura apagando una lámpara de 20 Watt o a Ramiro Valdés durmiendo sin aire acondicionado?¿Será posible que el Ministro de agricultura, el señor Rollero se movilice hacia el campo para garantizar los productos alimenticios que dicen evitarán el desabastecimiento de pollos, papas, leche y otros de primera necesidad inexistentes en el mercado? ¿Predicarán con su ejemplo estos carcamales de la revolución?
Por otra parte, entre la juventud abnegada que ha dado el paso al frente -como siempre, en la televisión-, contra el cerco norteamericano, autor de la vitalicia miseria y escasez del pueblo cubano, aún nadie ha visto a Vilma Rodríguez Castro, ocupada, quizás, en la búsqueda de clientes para rentarles, solidariamente, una mansión que, aunque no tendrá luz eléctrica o agua en la piscina y se cocinará con carbón, ayudará a sacar de la crisis al país.
Tampoco se ha visto a los nietos de Fidel ni a los hijos e hijas de ministros y otros altos cargos militares y civiles del país, a quienes la situación los alcanzó trabajando en Europa o Nueva York y no pueden regresar a brindar su apoyo, pues el precio de los pasajes subió y con su salario cubano si bien podían ir y venir, no podían comprar. Pero así es la juventud.
Como ejemplo de la incredulidad de los cubanos a tantas frases hechas, consignas recicladas, eslóganes perversos y otros recursos manipuladores del arsenal propagandístico del partido-gobierno enfilado contra las masas en busca de su aprobación, el pasado viernes, un rutero A-20 desbordado de pasajeros, explotó en una estremecedora carcajada mezcla de burla y de temor, cuando alguien gritó: Por favor, córranse ahí, que aún falta por subir Díaz-Canel.
Las seis décadas de situación coyuntural que ha vivido el país no admite más promesas ni otros engaños. El pueblo sabe de qué pata cojean, en las condiciones que viven y cómo afrontan la “nueva” coyuntura los dirigentes que hablan de sacrificios, solidaridad y honor sin renunciar a sus prebendas, dicen estar junto al pueblo parapetados tras la pantalla de la televisión, e inauguran hoteles de lujo para extranjeros en medio del caos de la sociedad.
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