Por Roberto Álvarez Quiñones.
Siguiendo instrucciones de Raúl Castro de no pronunciar la frase "Periodo Especial" y no dar malas noticias para no exacerbar el descontento popular, Miguel Díaz-Canel insiste en que la nueva crisis económica es "coyuntural", que no hay que preocuparse, pues el futuro del país es promisorio.
Es una distorsión de la realidad con la cual, además, hace el ridículo. Está claro que se trata de un "Periodo Especial II". Ya los cubanos no se tragan aquellos cuentos de la Caperucita que hizo Fidel Castro, maestro de la manipulación de las masas, en los años 90. Entonces el comandante, con su truco semántico de "especial", mató dos pájaros de un tiro: hizo creer que la crisis se debía a la mala suerte de la desaparición de la Unión Soviética, y enmascaró que él era el culpable por haber hecho depender a Cuba de Moscú para mantenerse en el poder, en vez de trabajar por la independencia económica y política del país.
Fue un subterfugio para evadir el término de "crisis económica" que él sostenía que únicamente ocurría en los países capitalistas. Culpó de todo al "destete" de Cuba de Rusia, que causó un desplome del Producto Interno Bruto (PIB) cubano en un 35% en dos años, algo nunca antes visto en tiempos de paz.
Al surgir con Hugo Chávez un nuevo "paganini", los Castro intervinieron en Venezuela para volver a chupar subsidios y petróleo gratis. Irresponsablemente, volvieron a hacer depender la economía de Cuba de otro país.
Pero Castro II ahora no puede echarle la culpa de la crisis en Cuba a Venezuela, por tres razones: fue el castrismo el que provocó la crisis venezolana, la dictadura chavista sigue en pie, y todavía Caracas sigue enviando subsidios y petróleo gratis.
Es cierto que ahora el país tiene una economía más diversificada, pues cuenta con una industria turística, explota a miles de médicos en el extranjero, recibe desde EEUU remesas de dinero y paquetes, y produce petróleo para cubrir un tercio del consumo nacional.
Eso no existía en los 90, pero, ojo, con el desastre en Venezuela y en camino, de una forma u otra, el fin de la dictadura de Nicolás Maduro, la economía cubana, si no colapsa, sí se va a enganchar a los estándares sociales de Haití y el África subsahariana, a menos que se liberen las fuerzas productivas.
Las matemáticas revelan la gravedad de la crisis.
No es una apreciación subjetiva, es cuestión de puras matemáticas. Incapaz de autosustentarse, Cuba necesita no menos de 22.000 millones anuales en cash desde el extranjero, y recibir dos tercios del combustible que consume para mantener el muy precario nivel de vida de los cubanos en los últimos años. Pero no tiene cómo obtener nada de eso mientras persista el inmovilismo estalinista.
Basta sacar algunas cuentas. El "imperio" suministra a Cuba unos 6.500 millones anuales en remesas, paquetes, y viajes turísticos. Pero los viajes turísticos desde EEUU han descendido drásticamente con la prohibición de los viajes en cruceros. Las remesas también podrían descender, o no crecer, con las nuevas sanciones de Washington.
El turismo aporta solo unos 850 millones netos de dólares, pues de cada dólar captado en ingresos brutos (unos 2.400 millones) salen de la Isla 65 centavos para importar lo necesario para mantener esa industria funcionando. Encima, el flujo de visitantes europeos está declinando.
Por eso, en el primer semestre, seis de cada diez habitaciones hoteleras en la Isla estuvieron vacías. El turismo desde Italia cayó en un 25%, desde Inglaterra, en un 17,8%; desde España, en un 15%; desde Alemania, en un 10,4%; desde Francia, en un 10,3%. Y continuará cayendo, pues la calidad y eficiencia del servicio turístico se afectan con la crisis, afectación que a su vez agrava la crisis. En ese círculo vicioso se alimenta a sí misma la "coyuntura" de Díaz-Canel.
La expoliación de médicos allende los mares ha mermado con la salida de 8.000 galenos de Brasil. Y el país exporta cada vez menos bienes (2.406 millones en 2018, menos de la mitad de los 5.399 millones de 1989) y hasta tiene que importar azúcar para cumplir sus compromisos con China.
Sumadas todas las fuentes de divisas citadas, y teniendo en cuenta los descensos que se están produciendo en turismo y otros rubros en el segundo semestre, la cifra anual resultante podría oscilar entre 13.000 y 14.000 millones. O sea, al régimen le faltarían entre 8.000 y 9.000 millones de dólares en 2019. ¿Si esto es así con Maduro todavía en Miraflores, cómo será la crisis cuando el venezolano caiga y desaparezcan las divisas confiscadas a los médicos cubanos allí y se acabe el petróleo regalado?
Ya la falta de combustible en Cuba es grave. La Isla produce unos 43.000 barriles diarios de petróleo de los 130.000 barriles que consume, pero el crudo cubano contiene mucho azufre, es difícil de procesar y se destina básicamente a las termoeléctricas. Por tanto, la Isla requiere entre 75.000 y 80.000 barriles diarios de petróleo "bueno" y diésel extranjeros para mantener la economía funcionando.
Con el pesado crudo cubano hasta ahora se han evitado los apagones, pero como las entregas de petróleo venezolano seguirán descendiendo y pueden hasta desaparecer, el crudo cubano tendrá que ser utilizado en otros sectores. Y los apagones serán inevitables. Claro, para no dar malas noticias, Díaz-Canel dijo en la TV que la falta de combustibles es una "situación energética coyuntural".
Falso. No importa si llega un barco hoy y luego otro a los 15 días, la crisis energética tiende a empeorar por dos motivos: 1) la Venezuela chavista produce cada vez menos petróleo; incluso los expertos afirman que dentro de unos pocos meses Venezuela posiblemente ya no podrá exportar petróleo; y 2) el Gobierno cubano no tiene divisas para importar los 80.000 barriles diarios de petróleo necesarios.
Posible "Opción Cero II".
La Habana podría importar petróleo suficiente de Rusia, Argelia y otros países, pero, ¿de dónde saca los 1.750 millones de dólares para pagarlo? Esa suma de dinero es la que gasta en la importación de alimentos. ¿Tendrá que escoger entre combustible o hambruna en Cuba?
En fin, tal y como el "Periodo Especial" en los años 90 llevó de la mano a la "Opción Cero" (petróleo), el naciente "Periodo Coyuntural" ha empezado a configurar una especie de "Opción Cero II". Esta vez no por la posible falta total de petróleo, sino por la posible falta, parcial o total, del que llega desde el exterior y cubre el 66% del consumo nacional.
Por lo pronto, otra vez muchos jóvenes y niños se quedan sin ir a la escuela y trabajadores sin ir sus centros laborales por falta de transporte. Se ha afectado seriamente la distribución de alimentos y de todo lo demás, hasta para los hospitales, cuyas ambulancias están casi paralizadas. Se van a utilizar 4.000 yuntas de bueyes para sustituir las maquinarias en el cultivo de la caña.
Muchos esperan ver regresar la "masa cárnica" sin carne, el "picadillo extendido" con soya, el yogurt de soya, el cerelac, los bistec de toronja, el picadillo de cáscara de naranja… Recordemos que, entre 1991 y 1995, cada cubano adulto en la Isla perdió entre un 5% y un 25% de su peso corporal.
Por supuesto, Castro II prefiere que haya hambre y miseria de características medievales antes que "traicionar" el legado estalinista de Castro I y permitir que se reinstauren la libre empresa y las libertades ciudadanas. El dramático cuadro actual en Cuba se llama crisis, no importa lo que diga Díaz-Canel. Lo que pasa es que no lo afecta a él, ni a ninguno de los jerarcas castristas, bien alimentados y bien transportados.
Y al final, ¿qué diferencia al "Periodo Especial" del "Periodo Coyuntural"? Para el cubano de a pie hay más similitudes que diferencias. Todos saben que, a la larga, será un mismo perro con diferente collar.
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