Por ahora hay dos noticias. Una mala y otra que asusta. Todavía no han llegado los apagones programados, pero muchos cubanos de a pie consideran que es cuestión de meses. Lo peor de la actual crisis energética es que no se vislumbra el túnel de salida y no pocos creen que la «situación coyuntural» llegó para quedarse.
Maite, profesora, analiza los pormenores de la nueva crisis económica -otra más- que asola a Cuba. “El gobierno piensa que la gente es boba. ¿Por qué no hablan claro? ¿A qué le tienen miedo? Dijo Díaz-Canel, alias Robocop versión cubana, pues habla y actúa como si fuera una máquina programada, que la situación coyuntural sería un par de semanas y que el combustible del mes de octubre estaba asegurado. Pero el pueblo ve que están hablando de rescatar las estrategias del Período Especial y han decretado el cierre temporal de fábricas, recorte del 60 por ciento del combustible en las empresas y la puesta en marcha del trabajo a distancia, entre otras medidas. Cualquiera se da cuenta que la crisis energética no es circunstancial”, afirma y agrega:
“Venezuela va a seguir en candela y producirá menos petróleo mientras Maduro ocupe el poder. Si las cosas cambian en aquel país, se acaba el regalo de combustible. El panorama es desolador. No se habla de comprar petróleo en el mercado internacional. Cuba puede comprarlo en Rusia, Angola o Irán. Será una ‘coyuntura’ de apaga y vámonos”.
En la vida cotidiana de los habaneros ya se percibe el efecto del retroceso económico. Lisván, emprendedor privado, considera que esta crisis vino por capítulos. «Primero comenzó a escasear la harina, después la carne de cerdo y los productos del agro comenzaron a subir de precio. Luego vino la escasez de aceite y su venta fue racionada en las TRD (tiendas por divisas). Ahora recortan el combustible y entre las mercancías desaparecidas en las tiendas se encuentran el jabón de lavar, el azúcar blanca y el puré de tomate, por citar tres artículos primordiales”.
Para su negocio gastronómico, Lisván recorrió decenas de tiendas en busca de azúcar refirnada. «No había en ninguna parte. Dime tú si también la falta de azúcar se lo podemos achacar a Donald Trump y el bloqueo americano”.
La supuesta crisis económica pasajera es conversación obligada hoy en Cuba. Mientras los medios gubernamentales y personeros del régimen la pintan color de rosa. Y en tono optimista aseguran que la población apoya las medidas de Díaz-Canel y está segura de la victoria, como si se tratase de un combate bélico. Pero la gente en la calle tiene otros puntos de vista.
Gladys, ama de casa, caminó cerca de diez kilómetros en busca de un paquete de pollo y una libra de pan de flauta. «Para conseguir lo que necesitas tienes que recorrer un montón de tiendas. Como el calor es agobiante, entras a una cafetería estatal a tomarte un refresco y te lo dan caliente, porque apagan las neveras pa’ ahorrar combustible. Cuando entras a una shopping, el aire acondicionado está apagado. En La Habana los establecimientos comerciales no suelen tener amplias puertas y ventanas, son auténticos hornos. Habitualmente demoraba una o dos horas en ir y venir a las tiendas del centro de la ciudad. Pero ahora, por los problemas del transporte que ha creado esta ‘crisis energética coyuntural’, como le llama el gobierno, puedo demorarme cinco o seis horas”.
Las paradas de ómnibus en los horarios pico presentan aglomeraciones impresionantes. Todos los días hay una historia que contar, dice Nuria, estudiante de una carrera técnica en la CUJAE, Marianao, municipio al oeste de la capital. “Ir a clases se ha convertido en una odisea. Vivo en el Cotorro, salgo a las seis de la mañana y la CUJAE suelo llegar cuando ya empezaron las clases, a las nueve o diez de la mañana, con la ropa estrujada y después de soportar que tipos pervertidos te manoseen. Si no puedo coger botella (autoestop), a mi casa regreso alrededor de las ocho de la noche. No creo que nadie pueda sentirse feliz, como asegura el noticiero de televisión, teniendo que vivir una odisea diaria”.
Luis, economista, considera que es una “broma del gobierno hablar de recortes de combustible, empresas paradas y trabajadores interruptos y anunciar para fin de año un ligero crecimiento económico. Algo imposible en estas condiciones. Veremos cuál será el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) en 2019. Hay provincias como Pinar del Río que están trabajando con el 30 por ciento del combustible. Según la información que poseo, a La Habana le han recortado entre 40 y 50 por ciento de combustible. Y sin combustible y sin un transporte que asegure el traslado de pasajeros y mercancías ninguna economía puede crecer”.
A propósito del PIB, Luis comenta que le llamó la atención lo que recientemente dijo el canciller Bruno Rodríguez, de que en el último decenio, el PIB de Cuba hubiera crecido un 10% como tasa de promedio anual, de no existir el ‘bloqueo’ de Estados Unidos. «Un crecimiento que ninguna nación ha logrado en la última década», aclara.
Eusebio, chofer de ómnibus en la terminal de Alamar, desconoce esa declaración del canciller cubano. Lo que él conoce, y bien, es que “están trabajando con un tercio de los carros que antes funcionaban normalmente. El P-11, por ejemplo, salía cada cinco minutos y en línea tenía entre 22 y 25 ómnibus y estamos con una frecuencia de veinte minutos en hora pico y con solo 7 u 8 guaguas”.
Diosbel, barbero y peluquero, no entiende por qué “el gobierno no limita el combustible a los taxis de cooperativas, que cargan de cuatro a doce personas y restringe el petróleo a los ómnibus urbanos. Una guagua articulada transporta más de doscientas personas. Me parece un disparate restringir el medio de transporte que más pasajeros carga”.
El déficit de transporte público ha obligado que Mayra, empleada estatal, tenga que gastar 20 cuc en un taxi particular para que la lleve y la recoja en el hospital donde le van a hacer una colonoscopía. «El servicio de ómnibus en La Habana siempre ha sido malo, pero la situación ahora no es ocasional, es la de un país en guerra”, asegura.
Hace unos días, en una información publicada en el sitio oficial Cubadebate, un lector comentaba: «Es una pena que el Estado no haya tomado conciencia sobre el ahorro que se hubiera logrado si desde hace tiempo se hubiera trabajado en los paneles solares, sobre todo en grandes industrias y en zonas residenciales. Hay que reconocer lo mucho que se desaprovechado en este país la energía solar. Muchos centros laborales y viviendas se podrían desconectar durante horas del sistema eléctrico nacional teniendo paneles solares».
En La marcha por el clima que no ocurrió en Cuba, Elaine Díaz en el sitio digital Periodismo de Barrio escribía: «La soberanía energética no se logra explotando los recursos naturales no renovables que tenemos en la Isla. El petróleo se va a acabar. Incluso el poco petróleo que hay en Cuba y que garantiza una parte de nuestro suministro eléctrico se va a acabar. Las técnicas para la explotación serán más agresivas, como han sido más agresivas en los países industrializados y comprometeremos la capacidad de supervivencia de las futuras generaciones. Hace al menos 15 años Cuba apuesta al cambio de la matriz energética en proyectos de adaptación al cambio climático, pero todavía los resultados distan mucho de los objetivos planteados».
Cuba ha quedado reazagada en el aprovechamiento de la energía solar y de otras energías renovables, como la eólica (vientos), mareomotriz (mareas), undimotriz (olas), geotérmina (calor del interior de la tierra) y biomasa (residuos orgánicos), entre otras.
Un campesino de Artemisa, provincia a 45 kilómetros al oeste de La Habana, dueño de una pequeña finca, confiesa que no domina esos temas medioambientales. «Pero lo que yo sí puedo asegurar es que las bajas cosechas y la falta de comida es culpa del Estado. Hay que darle mayor autonomía a los campesinos privados, pues nosotros garantizamos el 70 por ciento de las producciones agrícolas. Pero el Estado, en vez de subsidiar la agricultura, como hacen incluso los países más ricos, limitan su desarrollo con impuestos abusivos, venta de insumos carísimos y desmotivan a los productores con precios muy bajos de compra al por mayor. Sin contar la ineficiencia estatal».
Y cuenta que este año se echaron a perder miles de toneladas de tomates por falta de equipos de refrigeración en los almacenes del Estado o por no recoger a tiempo las cosechas. «De ahí la escasez de puré de tomate. Ahora, en medio de esta ‘coyuntura’, pretenden que las cosechas crezcan y que aumente la producción porcina. Es imposible tener altos rendimientos arando el campo con bueyes. A fines de 2019, pero sobre todo en 2020, los precios de vegetales, frutas, hortalizas y carne de cerdo se dispararán el doble o el triple”, vaticina el campesino artemiseño.
Aunque la autocracia verde olivo pretenda camuflarlo, la perspectiva de una mejoría económica en los próximos meses no parece realista. Para muchos habaneros, lo más seguro es que la ‘situación coyuntural’ derive en una aguda crisis económica permanente. Con apagones incluidos.
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