Mientras tropas especiales del régimen junto a fuerzas combinadas de la Seguridad del Estado y la Policía golpeaban y arrestaban el domingo 8 de septiembre a decenas de disidentes en Santiago de Cuba, provincia a 957 kilómetros al este de La Habana, en la capital se desplegó un extenso operativo en sitios de culto y lugares públicos.
Entre los días 6, 7 y 8 de septiembre, más de un centenar de detenciones y cinco allanamientos de morada se produjeron en diversas localidades de la Isla, durante la ola represiva desatada por el régimen para impedir una protesta nacional convocada por la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), organización opositora que dirige José Daniel Ferrer en Santiago de Cuba, y Cuba Decide, iniciativa ciudadana creada por Rosa María Payá en Miami.
El objetivo de la protesta era denunciar el aumento de la represión a opositores, periodistas independientes y miembros de la sociedad civil y rechazar el segundo Consejo Conjunto entre Cuba y la Unión Europea, celebrado el lunes 9 de septiembre en La Habana. La reunión de la UE con la dictadura cubana coincidió con las celebraciones de dos de las deidades más veneradas en la Isla, tanto en la religión católica como en la afrocubana, la Virgen de Regla, Yemayá, el 7 de septiembre, y el 8 de septiembre, la Virgen de la Caridad del Cobre, Ochún, Patrona de Cuba.
Roberto Jesús Quiñones Haces, abogado y periodista independiente residente en Guantánamo y quien el 12 de septiembre debía ingresar en prisión por delitos que no ha cometido, desde la oriental ciudad reportaba en Cubanet: «La procesión se realizó sin contratiempos, pero se advirtió una fuerte presencia de las fueras represivas de la Seguridad del Estado, no solo entre los files que caminaron detrás de la Virgen de la Caridad, si no también en las aceras y otros puntos del recorrido, algo que irritó extraordinariamente a las personas vinculadas a la iglesia y que consideran esa demostración de fuerza como algo innecesario e incongruente con la naturaleza de la festividad»..
En La Habana, en un templo evangélico situado en Calzada de Diez de Octubre esquina Acosta, en la barriada de La Víbora, una señora que dos o tres veces por semana acude al templo, contó a Diario Las Américas que “la tensión se podía cortar con un cuchillo. Lo nunca visto. Habían cinco o seis agentes vestidos de civil sentados en el público. Desde el punto de vista político, el pastor de mi culto no es conflictivo, pero a veces recuerda lo difícil y dura que son las condiciones de vida dentro del modelo cubano. Según rumores, el aparato (Seguridad del Estado) estuvo presente porque tenían información de que opositores que viven por la zona podrían acudir el domingo 8”.
No lejos de allí, a la salida de una pequeña parroquia católica, en Lagueruela y Revolución, varios asistentes comentaron que se notó una vigilancia inusual. “Se distinguían a simple vista, por la forma chea que tienen de vestirse, con pulóvers ‘todos tenemos’ o camisas a cuadros. Las motos Suzuki las dejaron en la calle contigua al Parque Córdoba. Se decía que iban a asistir Damas de Blanco. Por la ‘antena’ (onda corta) escuché que una organización llamada UNPACU, había convocado a una marcha el 8 de septiembre, en protesta por la represión que sufre la disidencia”, indicó un artesano privado.
Otros reportes cuentan que en la Habana Vieja, el domingo 8 y el lunes 9, un operativo de Boinas Negras y agentes de la Seguridad del Estado se desplegó en diversos tramos de la Avenida del Puerto y en las inmediaciones donde radica el Movimiento de San Isidro, grupo al que pertenecen más de cien jóvenes artistas e intelectuales contestatarios.
“Como es una zona caliente, es habitual el despliegue de Boinas Negras con grandes perros pastores alemanes, para meter miedo. Pero el domingo y el lunes, el despliegue fue exagerado. También había un montón de segurosos y dos camiones pintados de verde olivo con decenas de policías. El chisme que había es que el G-2 pensaba que la disidencia se iba a tirar a la calle”, manifestó un jubilado.
A menos de dos de kilómetros de la Avenida del Puerto, en las inmediaciones de Belascoaín y Reina, en Centro Habana, el ambiente parecía el de un domingo cualquiera. Decenas de personas hacían cola para comprar viandas y frutas en un agromercado del barrio Los Sitios, niños y adolescentes jugaban fútbol en el parque frente al Instituto Superior de Diseño. En algunos solares precarios con las fachadas repletas de hollín, en las bocinas portátiles se escuchaba a Chocolate M.C, autodenominado Rey de los Reparteros, oriundo de Los Sitios.
En la mañana del domingo 8, muchas personas caminaban con premura, rumbo a la Iglesia Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en Manrique y Salud, la mayoría con ropa amarilla. En un bar de mala muerte, con una barra de caoba sucia, seis parroquianos, con parsimonia, se empinaban un trago doble de aguardiente barato. En la puerta, una dependienta pasada de peso, con un trozo de cartón, espantaba a las moscas que intentaban posarse en una bandeja de aluminio repleta de panes con finas lonchas de jamón. “Vaya, coge a diez pesos tu pan con jamón. Después no digas que no desayunaste. Compra tu merienda antes de rezarle a Cachita”, gritaba a los transeúntes.
Los vendedores de flores, apostados a ambos lados de la acera de la estrecha calle Salud, tenían más suerte, por la gran demanda de flores frescas. Sentados en sillones o en el quicio a la entrada de sus casas, vecinos observaban al gentío que a medida que avanzaba la mañana iba aumentando. Además de las habituales ventas de medallitas, azabaches, elegguás y collares de santería, en otras mesas, podías comprar jabones Palmolive, desodorantes Gillete y frascos de champú Dove. “Los merolicos aprovechan cualquier celebración para vender sus pacotillas”, expresó un señor canoso, quien a continuación aseguró que un cura le había dicho que este año las autoridades prohibieron la procesión de la Virgen por las calles aledañas a la iglesia, «pues la cosa está en candela».
Probablemente no era cierto lo del cura o el hombre lo dijo ex profeso, para desinformar, porque a la Virgen la sacaron a la calle, como contaba Mónica Baró, en El Estornudo: «A las seis de la tarde, la procesión echó a andar. En la fachada de la Iglesia había una bandera cubana enorme». La periodista también mencionó que «se había corrido el rumor de que no iban a permitir la venta de girasoles el 8 de septiembre porque grupos opositores al gobierno (Unión Patriótica de Cuba y Cuba Decide) habían convocado a una protesta con girasoles para ese mismo día. Al menos en La Habana hubo girasoles. Todos los que vi estaban muy caros y feúchos, pero no prohibidos».
Otra periodista, María Matienzo, en Cubanet puntualizaba: «La presencia de Giorgio Lingua, representante del Papa en el santuario habanero de la Caridad pudo haber sido el pretexto para que gente vestida de civil acordonara la calle Manrique. En la esquina de Manrique y Salud se veían once ‘paisanos’, como le dicen a los policías vestidos de civil y, sobre todo, para que no parezca ‘represión’ lo que hacen. Por su parte entre los feligreses corría el comentario de que se esperaba que vinieran las Damas de Blanco, pero ellas nunca llegaron».
Al día siguiente, lunes 9, por los alrededores de la Iglesia de la Caridad no se notaba mucho movimiento. Pero las fuerzas combinadas de la Seguridad del Estado y la Policía aún mantenían el operativo. Un mulato con pinta de militar retirado, en voz alta hablaba con un amigo en la esquina de la Iglesia. “Olvídate, asere, aquí la calle es de nosotros, los revolucionarios. Nunca le vamos a dar un chance a la gusanera. La Habana no es Hong Kong, Venezuela ni Nicaragua. Si quieren el poder, van tener que quitárnoslo a tiros. Y en Cuba hace rato que se acabaron los guapos”.
Es que cuando de reprimir a la oposición se trata, la dictadura cubana se lo toma muy en serio.
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