Por Iván García.
A falta de McDonald’s o Burger King, las comidas rápidas en Cuba son las frituras de harina y las pizzas caseras.
También están de moda el pan con croquetas de dudosa procedencia, y los churros rellenos de guayaba, leche condensada o chocolate. Infinidad de familias en la isla solo hacen una comida caliente al día, por la noche.
Desayunan café sin leche, fuerte y subido de azúcar. Y un pan solo o con aceite y ajo. Almuerzan lo que aparezca, de acuerdo al dinero disponible. Lo mismo puede ser un tentempié en una cafetería privada que un infame pan con lechón de la gastronomía estatal.
El ‘fast food’ estrella en las calles de La Habana son las croquetas y las frituras. Un comodín perfecto. Al ser baratos, se han convertido en el ‘alimento del pueblo’. Pueden servir de desayuno o almuerzo y de cena entre los más pobres.
Noelvis se ha convertido en un experto friturero. Trabaja doce horas cada día. “Vendo hasta 900 frituras diarias. Mis ganancias rondan los 400 o 500 pesos. También vendo croquetas sueltas a peso o un pan con dos croquetas a cinco. Una fritura cuesta un peso. Preparo una masa con harina de castilla y le adiciono cebollinos bien picaditos, ajo y algún sazonador industrial. El secreto está en que no utilizo levadura para que la masa crezca. Las frío con el aceite hirviendo y cuando por cucharadas las vierto en la cazuela, trato de que no sean muy grandes. Las dejo freír el tiempo suficiente para cuando se enfríen no se amelcochen. Pasada varias horas aun están crujientes”.
Un paquete con diez croquetas es vendido a 5 pesos en las pescaderías del Estado. Los fritureros las compran para revender. “Deja ganancias, mitad por mitad”, cuenta Noelvis. Sus ingredientes son un enigma. En los bolsos de nailon donde vienen envueltas no lo indican. Los cubanos las llaman ‘croquetas de averigua’.
Ricardo trabaja en un centro de elaboración donde se confeccionan croquetas y asegura que se preparan a base de pollo. “Eso sí, todo se utiliza, desde el pellejo hasta los huesos. Se muele bien y se hace una masa. Las medidas de higienes son buenas. El personal que elabora alimentos trabaja con guantes de gomas”.
Su sabor varía. A veces tienen un gustillo lejano a pollo, otras a pescado. O no saben a nada. Parecen croquetas plásticas, artificiales. Pero si se comen acabadas de freír no saben mal.
Antes de salir de su casa, Diana toma café y cuando va camino a su instituto preuniversitario, religiosamente ‘desayuna’ dos frituras de harina y una croqueta. “Para mantener la línea me como la croqueta sola, sin pan. Aunque con tantas grasas saturadas será difícil. Mis padres me dan seis pesos diarios, con ese dinero solo se pueden comprar croquetas y frituras. El salvavidas de mucha gente”.
Entre las comidas exprés destacan los churros. Siempre se vendieron delgados, largos y espolvoreados con azúcar. Según Yamila, quien tiene un puesto de churros en la barriada de Luyanó, se elaboran con harina de trigo. “Y si le agregas yuca a la masa, saben mejor. Pero ahora la moda es prepararlo en un molde más grueso, de dos dedos de ancho. Luego, por la parte posterior del churro se le inyecta alguna mermelada, leche condensada o sirope de chocolate. Las ganancias aumentan considerablemente por esos saborizantes”.
Los churros rellenos ahora mismo hacen furor en La Habana. Su precio es caro para el bolsillo promedio. Un churro relleno de mermelada de guayaba, mango, coco o chocolate cuesta 5 pesos. Y 10 los de leche condensada o de atún en conserva.
“Los niños son los mejores clientes. Aunque también los adultos compran bastante. Para tener buenas ventas tienes que ubicarte en una avenida céntrica o cerca de un parque infantil, como es mi caso”, explica Eusebio. La competencia es fuerte. En su zona hay tres puestos de churros. Entonces hay que ser creativos. “Tengo familiares en Estados Unidos y me han contado que en las McDonald’s no solo se comen hamburguesas, también lanzan innovaciones. Ofrecen menús infantiles y a los pequeños les obsequian globos y jugueticos. Eso me ha dado ideas. En mi quiosco pienso instalar una pantalla de TV y vestir de payaso a los vendedores. Al que compre tres churros le regalamos uno”.
Quizás las comidas rápidas criollas no se puedan comparar con un Big Mac o una ración de Pollo Tropical en Miami. Pero las nuestras en La Habana también se venden a granel.
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