Por Zoé Valdés.
Estuve bien cerca de lo que ocurrió alrededor de la película ‘Alicia en el pueblo de maravillas’, fui de las que apoyó una conferencia de prensa a la Prensa Extranjera por parte de cineastas y artistas cubanos para defender la película y a su realizador, envié periodistas franceses amigos míos a esa conferencia de prensa, y todo el equipo de la Revista Cine Cubano lo apoyó, a pelo, sin internet, corriendo en guaguas de un lado a otro, o en bicicleta. Estuve en el grupo que apoyó a Daniel Díaz Torres desde el ICAIC, recuerdo un viaje con la cineasta Anita Rodríguez (en paz descanse también, por cierto, junto a Mario Crespo y Mayra Segura, Anita Rodríguez fue de los cineastas que prometían muchísimo, por talento y por valentía) a su casa, toda la cuadra acordonada por la policía, cuando se estrenó la película y fue censurada y se hablaba de cerrar el ICAIC. Pero -que en paz descanse- así y todo, Danielito entró por el aro. Hizo muy poco cine después, y lo que hizo fue mediocre, porque lo hizo como lo hacen todos bajo el yugo del régimen: maniatado, amordazado, acobardado. Sus posteriores declaraciones lo prueban. Una pena que haya fallecido todavía relativamente joven, pudo haber sido de los cineastas cubanos que cambiaran la propuesta de un discurso cinematográfico demasiado dependiente de lo políticamente correcto, aburrido y obsoleto. Con ‘Alicia en el pueblo de Maravillas’ se acercó a ese cambio, casi lo consiguió. Con el tiempo la película ha adquirido más actualidad que nunca, porque con el tiempo, aquellos “baños de mierda” en bañeras oxidadas y que parecían metáforas en la película, pues ahora no son más que pura realidad.
Por cierto, ¿qué se habrá hecho de la talentosa Thais Valdés? Gran actriz de la que muy poco se habla.
En la historia de la cinematografía mundial no existe otro caso parecido: el de una película a la que le mantuvieron un mitin de repudio en el cine Yara durante una semana con el sostén de militantes comunistas y de “ese pueblo” “enérgico y viril” al que en la entrada le entregaban a cambio cajitas de arroz con pollo para que entraran a gritar improperios en contra de la película. Fui testigo de ello.
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