lunes, 16 de septiembre de 2013

Una nueva cara para la Bahía de La Habana.

Por Andrea Rodríguez.



En esta foto de 09 de septiembre 2013, hombres que trabajan en el cambio de imagen del puerto se bajan de un pequeño barco al final de su jornada de trabajo cerca de un edificio en construcción que albergará una nueva fábrica de cerveza en el puerto de La Habana, Cuba. Autoridades de la ciudad ven una oportunidad para transformar esta zona industrial de mala muerte y revitalizar el centro deprimido, densamente poblado español colonial, debido a un nuevo puerto en construcción al oeste de la capital cubana. Ramon Espinosa / AP

Las grúas que sacan gigantescos hierros retorcidos y escombros oxidados ofrecen la promesa de un nuevo amanecer para el puerto de La Habana, convertido desde hace tiempo en una sucesión de muelles carcomidos con una refinería que vomita humo las 24 horas del día.

La Bahía de La Habana tendrá un nuevo rostro cuando culmine el proyecto de rehabilitación de esta zona otrora portuaria, industrial y contaminada. Ya no será el principal puerto del país pero en cambio se convertirá en una zona atractiva y de gran desarrollo turístico, según los planes.

“La bahía es simbólica, fue lo que le dio origen a la ciudad y es parte de lo que somos hoy”, explicó a AP el arquitecto Orlando Inclán, de la Dirección de Proyectos de Oficina del Historiador, la dependencia gubernamental que tiene a cargo la iniciativa. “Ahora le toca redefinirse”.

El proyecto es una continuación de un remozamiento que comenzó en la década de 1990 en La Habana Vieja, el casco histórico, en la entrada de la bahía y el sur de la misma, donde se ubicaba la infraestructura portuaria que había quedado rezagada.

El plan, esperan las autoridades, revitalizará la economía, cambiará la imagen de barriada deprimida y atraerá más turistas, mientras las actividades comerciales e industriales tradicionales de la zona se mudarán al nuevo Puerto del Mariel, 45 kilómetros al oeste.

Inclán sueña con un espejo de agua recreativo lleno de gaviotas, pelícanos y veleros, con cubanos disfrutando del fresco salitroso al atardecer, niños jugando y turistas tomando una cerveza en espacios de sofisticado diseño.

Los deseos del arquitecto comenzaron a hacerse posibles luego de que en el 2009 las autoridades reconocieron que la infraestructura de la Bahía de La Habana, en forma de bolsa con un pequeño canal de entrada poco profundo por debajo del cual pasa un túnel, no podría ser ampliada.

Desde entonces, sus días como el puerto industrial más importante del país estaban contados.

“Además, es una posibilidad de revertir el deterioro de toda la zona sur donde hay falta de espacios públicos, de infraestructura, de valor ambiental”, explicó Inclán.

Ahora, el proyecto rehabilitador se encuentra ejecutado en un 50 por ciento y se espera para las semanas venideras la inauguración, como parte de este, de una cervecería artesanal en lo que fuera un galpón de depósito de tabaco.

Se contempla asimismo la creación de un paseo marítimo flotante de madera, el rescate de una antigua estructura para terminal de ferris y la construcción de parques que se conectarán con un mercado de artesanos remozado en años anteriores.

Esto se integraría con estructuras ya existentes como el atracadero de cruceros o la Aduana.

Se sabe que el nuevo puerto del Mariel representó una inversión de 900 millones de dólares y fue construido con apoyo brasilero. Estará en operaciones a finales del 2013 y se espera tenga una gran actividad a partir del 2015, tras la ampliación del Canal de Panamá, pues permitirá el tránsito de buques de gran calado.

En cambio, nadie quiso detallar oficialmente cuánto dinero costará esta rehabilitación de la Bahía de La Habana, pero los expertos coinciden en que tendrá un fuerte impacto en la comunidad local y el turismo.

Arturo López-Levy, un economista cubano que se desempeña en la Universidad de Denver, calculó que un proyecto semejante podría superar los 100 millones de dólares, teniendo en cuenta la limpieza ambiental y el costo de trasladar la actividad industrial.

“Hay una apuesta por reanimar la inversión y el desarrollo en el turismo como una de las industrias más importantes”, comentó a AP López-Levy.

Proyectada y supervisada por la Oficina del Historiador de la Ciudad, desde los 90 al frente de la exitosa restauración y gestión patrimonial de La Habana Vieja, la rehabilitación de la Bahía es también una apuesta a un futuro sin sanciones económicas de Estados Unidos.

Cuba recibió en el 2012 unos 2,8 millones de turistas, que generaron ingresos del orden de los 2,600 millones de dólares –un motor de las finanzas isleñas–; pero el gobierno de Estados Unidos prohíbe a sus ciudadanos visitar la isla so pena de ser sancionados.

“El puerto del Mariel modernizado y el de La Habana, acondicionado para más viajes, sería un catalizador para acelerar las relaciones comerciales ya permitidas o por permitir en Washington”, agregó López-Levy, avizorando una invasión de estadounidenses si se les permite venir a la isla sin restricciones.

Junto con la popular playa de Varadero, La Habana Vieja es actualmente el principal destino de los turistas y el levantamiento de las sanciones contra Cuba significaría, según analistas, una avalancha de entre uno y cinco millones de estadounidense anualmente, deseosos de conocer la fruta prohibida por décadas.

“La Habana está lista para un cambio sensible”, dijo a AP el urbanista cubano Julio César Pérez, quien se desempeña como profesor visitante en la Universidad de Harvard.

Ya en el 2002, Pérez, autor de dos libros sobre arquitectura cubana, había proyectado de manera independiente del gobierno un plan maestro de reanimación de La Habana que tenía al litoral y a su Bahía como eje.

“Así se puede generar riqueza, valores, cultura. Junto con esto… se debe atender el problema de la vivienda”, explicó Pérez.

El reclamo de Pérez tiene un asidero fuerte: la construcción y el mantenimiento del fondo habitacional es uno de los problemas más serios de la isla y en especial de La Habana, donde la salinidad y el clima provocan decenas de derrumbes cada año.

Los arquitectos del proyecto dicen que el plan de rehabilitación en marcha constituirá un cambio en la calidad de vida al sur de La Habana Vieja, la parte menos agraciada –debido al viejo puerto– en comparación con la entrada de la Bahía en la cual se concentró hasta ahora la labor de la Oficina del Historiador y el turismo.

“Tal como pasa con muchas ciudades que transformaron su zona marítima, La Habana está teniendo esta oportunidad y precisamente en el mismo centro de la ciudad”, dijo a AP la arquitecta Claudia Castillo, quien como Inclán trabaja para la Oficina del Historiador.

Ambos arquitectos destacaron las facilidades que ofrece el hecho de que el suelo sea de propiedad pública.

“Todo el espacio alrededor de la Bahía pertenece al Estado. Es una de las grandes herramientas que tiene como controlador del suelo urbano”, explicó Castillo.

Paralelamente, las autoridades intensificaron el trabajo de descontaminación de la Bahía que comenzó en el 2006 y entre las acciones ya se concretaron el cierre de vertederos y una planta de tratamiento de aguas en el río Luyanó, aunque todavía una vieja refinería no será removida.

Para los especialistas, La Habana y su Bahía, con su altura acotada y su estilo ecléctico, deben cuidarse del empuje ascendente.

“No creo que la construcción de edificios altos beneficie a La Habana… No sirve de nada parecerse a Hong Kong, ni a Toronto, ni a Nueva York”, expresó el urbanista Pérez.

Poco a poco los vecinos se dieron cuenta del alcance de la rehabilitación en marcha y algunos que pensaban en mudarse desistieron de la idea.

“¡Un futuro luminoso es lo que yo veo de la zona del puerto!”, exclamó Runero Peña, de 64 años de edad y residente en la zona aledaña a la Bahía. “Estamos muy contentos, se sabe que es un programa a largo plazo, que no va a ser de hoy para mañana… Pero va a tener buen desarrollo esta zona”, agregó optimista.
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