Por Humberto Montero.
Un huracán está barriendo Cuba y amenaza directamente la supervivencia del régimen castrista. No viene acompañado de vientos devastadores ni de lluvias torrenciales, pero la consecuencia es la misma tras su paso: hambre y una ola de destrucción ante la que la dictadura nada puede hacer por su incapacidad crediticia y por unas arcas rebosantes de telarañas.
Y esta vez el huracán no tiene nombre de mujer. Se trata de la crisis, que golpea la isla con una intensidad brutal. Tanto como para que la dictadura admita que no puede afrontar sus deudas.
La apertura ayer de la Feria Internacional de La Habana sirvió para escenificar la gravedad de la recesión. Las 652 empresas de 50 países presentes en la misma sólo esperan cerrar negocios por unos 150 millones de dólares, un batacazo en comparación con los 350 millones de 2008. Las firmas extranjeras no se fían ya del castrismo y de su capacidad para pagar. Las palabras del ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, no generaron precisamente optimismo y evidenciaron que la tiranía comienza a reconocer la realidad de un país en bancarrota. Malmierca admitió ayer que la economía cubana es prácticamente incapaz de acceder a financiación internacional mientras la demanda y los precios de sus principales productos de exportación caen sin remisión.
La situación ha llevado a las autoridades a reducir todo lo posible las importaciones, que cuadriplican a las exportaciones. «El intercambio comercial en el tercer trimestre de 2009 se redujo un 36%, siendo las importaciones casi el 80%», aseguró Malmierca.
La balanza está tan desequilibrada que, a pesar de que se ha reducido la compra de alimentos y otros bienes a EE UU entre un 32 y un 37 por ciento con respecto a 2008 (de 870 millones de dólares se ha pasado a 590), la situación no mejora. Sólo en comida, Cuba batió marcas el pasado año al comprar a su archienemigo por valor de 710 millones de dólares, un 61% más que en 2007.
Según el régimen, 2009 será el primer año en que las importaciones de alimentos norteamericanos (su principal socio) no crecerán desde que en 2000 el Congreso de EE UU permitiera la venta de productos agrícolas a Cuba.
La situación comercial con España no es mucho mejor: adeuda al Estado 2.000 millones de euros, 700 de ellos vencidos, y 600 más a firmas españolas. Los impagos han ahuyentado a los empresarios españoles hasta hacer caer las ventas a la isla un 37%.
0 comments:
Publicar un comentario