Por Zoé Valdés.
Mucha fiesta, demasiado olvido. Anoche me senté frente al televisor con la noble intención de ver los programas dedicados a la Caída del Muro de Berlín: imágenes emocionantes hasta el llanto y la rabia, debates intensos, furibundos incluso, pero sabios (algo que no sabemos hacer los cubanos sin caer en el choteo), ensayos fílmicos exquisitos, dignos de los premios internacionales cinematográficos más encumbrados. Sin embargo, tanta memoria histórica para un todavía mayor olvido real y puesta en práctica de ese mismo olvido.
¿Quién fue Vladimir Putin y quién sigue siendo? Por sólo poner un ejemplo. El Muro de Berlín fue derribado y en apariencia el comunismo también, con la perestroika y demás. En realidad el comunismo se recicló en otra cosa, en una deformación que no sólo nos altera la sensación de haber sido protagonistas de una verdad y de un acto de justicia; aquello se convirtió en un horror que nos ningunea, y aquellos que perseguían y encarcelaban a las víctimas consiguieron reajustarse; enmascarados siguen gobernando, bajo un capitalismo con tintes comunistoides.
Los rusos no quieren agradecerle a Mijail Gorbachov la perestroika, oí decir anoche a un escritor ruso; por otro lado, la manera francesa de ver la realidad les incomoda. Sin embargo, esa misma manera francesa de acercarse a ellos, permitió que muchos insensibles en el mundo, se dieran cuenta de lo que realmente sucedía bajo los soviets.
Todos mencionaron a China, la gran olvidada fue Cuba. Los chinos, dijeron, resisten, y han hecho una especie de comunismo de libre mercado: ¡Gloriosos!, tal parecía que clamaban las miradas. ¿Y Cuba? Me preguntaba yo. Y a cada paso del debate me decía: ahora hablarán de Cuba. Nada.
Nadie se ha enterado de que en la isla castrofascista un grupo de disidentes llevan sitiados desde hace semanas, de que un grupo de jóvenes artistas salieron a manifestarse en el Vedado reclamando la no violencia, de que un grupo de blogueros fue detenido, golpeado, en medio de una populosa calle. El gobierno de Estados Unidos condenó esto último, aunque, por el contrario, ni siquiera ha querido enterarse de los Sitiados. Ricardo Vega me recuerda cuando el artista Juan Sí salió con pancartas por toda la avenida 23 y al momento le cayó encima el burujón de policías y se lo llevaron detenido después de romperle los carteles y de golpearlo. De la manifestación de los artistas contra la violencia tampoco hablaron en CNN ni el gobierno de los Estados Unidos ha expresado ni mú. Será porque el gobierno castrista dejó pasar la demostración.
Fíjense que escribí “gobierno”, y no dictadura ni régimen; a nosotros, los cubanos, no sólo se nos fue el barco de la perestroika, y de la caída del Muro, etc; ya nosotros estamos viviendo en el reciclaje: ya no nos consideran víctimas comunistas, puesto que ya el comunismo no existe –o como dijo un comunista anoche, nunca se ha podido construir verdaderamente, por culpa del capitalismo. No, los cubanos estamos instalados ahora en ese no man’s land del castrismo, del nacionalismo, y para colmo, un manto de transparencia (glasnost de diseño, a la cubana) cubre los esfuerzos de unos pocos. Otros se apoderan del timón y conducen hacia un rumbo incierto –son los reciclados del comunismo, los que antes escribían a favor, y ahora en contra-, hacia un lugar que puede llevar cualquier nombre, menos libertad.
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