Por Paquito D'Rivera.
Desde hace casi cinco décadas, a la llegada de Fidel Castro al poder, comenzaron a salir por todos lados, armados de un lastimero e incontrolable espíritu compasivo, una verdadero ejército de “defensores de Cuba”. Eran herederos de los antiguos admiradores de figuras ya desprestigiadas y demodé como Lenin, Stalin y Mao, y quienes tras la muerte del Che Guevara en la selva Boliviana en 1967, la imagen del bandido argentino les vino como anillo al dedo para sustituir a la de sus anticuados, inquietantes e izquierdantes ídolos anteriores. El problema mayor es que esta exclusiva “compasión cubana” parece tocar solamente a los cubanos simpatizantes de la dictadura mas antigua del planeta, ignorando y excluyendo completamente de su área compasiva a los cientos de miles de exiliados, familias separadas, marginados políticos y religiosos, presos, fusilados y muertos en el mar huyendo del paraíso castrista en el que estos turistas de revoluciones ajenas toman sus vacaciones ideológicas (pagadas con dólares), con o sin prohibición de viajar a la Isla. El embargo psicológico, podríamos llamarle.
Recientemente, un grupo de artistas, educadores, académicos, profesionales y empresarios americanos, han escrito una carta al presidente Obama, quejándose de cómo han sido ellos adversamente afectados por el embargo cultural impuesto por el gobierno estadounidense contra la dictadura castrista. Exigen su derecho inalienable a viajar libremente a la Isla, y a recibir sin condiciones a cuanto artista envíen a puertos americanos las autoridades culturales de la Cuba de Castro. Ni una sola palabra en cuanto a los millones de cubanos que desean salir y entrar libremente de su país. ¡Qué egoísmo caray!, hablar del “desinhibido flujo de arte, cultura, información, ideas y debates”, cuando a millones de cubanos se les niega el derecho a la más básica información a través del Internet, y mientras decenas de periodistas independientes viven amenazados o cumplen ya severas penas de cárcel por el solo delito de informar e informarse. Esto parece una broma. ¿Qué ciudadano cubano o grupo de ellos en la Isla podría enviarle un documento de esta índole a Raúl Castro sin terminar en la cárcel, después de una soberana y marxista pateadura? ¡Sino que le pregunten a la poetisa Maria Elena Cruz Varela, que le hicieron tragar lo que había escrito!
Que esta inoportuna carta de petición lleve las firmas de Harry Belafonte, Carlos Santana y otros miembros de la incoherente “Izquierda Caviar” americana, no me extraña. Pero la adherencia de algunos de mis compatriotas y colegas músicos, conociendo muy bien lo que significa realmente “un dialogo respetuoso con el gobierno de Cuba”, me parece cuanto menos, ridícula. Mucho mas apropiado sería dirigir una misiva similar al gobierno de los Castro, demandando el derecho de TODOS los cubanos a expresarse sin coacción, entrar y salir sin trabas de nuestro país, elegir democráticamente nuestros gobernantes, y entonces pedir la firma de estos artistas, educadores, académicos, profesionales y empresarios americanos, tan interesados en el libre flujo de las ideas entre nuestros pueblos. Mientras tanto, la música puede esperar ¿no les parece?
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