domingo, 29 de noviembre de 2009

La geriatría en zafarrancho de combate.

Por Alberto Luzárraga.

"El segundo jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Cuba prevé 'el aumento de la actividad subversiva del enemigo, encaminada a provocar desorden social e ingobernabilidad, aprovechando para ello la situación que se ha creado (…) como consecuencia de la crisis financiera y económica de carácter mundial (…) los efectos del bloqueo y las serias afectaciones' por el paso de los huracanes de hace un año". En el ejercicio de esta semana se vivirá un “periodo de crisis” de dos días (jueves y viernes), explicó Andollo, al referirse a la hipotética convulsión social. Las fuerzas armadas responderán a las acciones "que supuestamente el enemigo realizará como paso previo a la agresión militar en gran escala". La Jornada, México.

El texto habla por sí sólo. Se preparan para reprimir internamente con todo e inventan como de costumbre un 'ataque imperialista'. La geriatría gobernante no suelta sino en la tumba. La mesada de Chávez decrece y también el turismo barato. Los acreedores politizados, usureros u oportunistas ya no dan más leche a ese ternero insaciable y derrochador que es el socialismo. El escenario Rumanía ronda. Lo saben y se preparan. Falta ver si los militares más jóvenes obedecerán órdenes de dispararle al pueblo. Pienso que tal vez las tropas más fanatizadas sí lo harán en un principio. Nada en estos fenómenos funciona 100% para un efecto u otro. Es intrínsecamente desordenado e impredecible. Pero una vez puesto en marcha el proceso de represión pública, sus consecuencias externas son devastadoras. El barniz ya gastado de revolución popular desaparecerá dejando a sus apologistas externos con la realidad: En lo político una dictadura geriátrica y hereditaria. En lo económico, una dictadura de factura fascistoide plagada de generales mordelones y ricos asociados con lo peor del capitalismo mundial.

Como siempre los eventos cubanos tienen lugar en momentos de crisis mundial y económica. Los Estados Unidos se tendrán que enfrentar a una situación que quieran o no tocará a sus puertas. La política de posponer y pasarle el problema a la próxima administración está llegando a su límite natural.

Pero hay una justicia irónica en todo esto. El apoyo de buena parte de la academia americana al castrismo tendrá que enfrentarse a la realidad probablemente durante la presidencia de Obama una de sus causas preferidas por afinidad ideológica. Adiós entonces al 'modelo educativo y de salud cubano' que al estallar la libertad se desvelará en toda su mendacidad, sordidez, miseria.

La liquidación del castrismo será de gran beneficio para Estados Unidos y América Latina este continente en que aún no hemos crecido políticamente y permanecemos en un infantilismo que produce demagogos, caudillos, o populistas incompetentes y desenfrenados.

Todo llega y nuestro momento llegará plagado de incertidumbre, confusión, y esta vez devastación política, económica y moral.

Saldremos adelante pero hay que cantar claro y llamarle a las cosas lo que son. Los cómplices del castrismo inventarán un sinnúmero de modelos de transición y de adjetivos ridículos y rebuscados que la justifiquen. La realidad de la polis cubana es: un edificio ruinoso e infecto poblado por inquilinos explotados, confundidos, y ansiosos de salir de ese estado. La verdadera transición es derribar el edificio y mientras tanto buscarle acomodo a los inquilinos.

Esta metáfora en sentido práctico significa: derribar y remover el sistema actual de capitalismo de estado fascistoide y sustituirlo por un modelo de libre empresa en que la energía e imaginación creadora del cubano pueda prosperar. En resumen liquidar un mal negocio y comenzar otro bueno. En términos sencillos de eso se trata. No hay otra. Emborronar cuartillas hablando de transiciones teóricas, lentas y progresivas es perder el tiempo. A los políticos e inversionistas asociados con el régimen les conviene ganar tiempo. A los políticos que no quieren problemas cerca de sus costas o ejemplos que chocan con sus ideologías también les conviene ganar tiempo. Al pueblo de Cuba, no. Ya ha perdido bastante.

Como buscarle acomodo a los inquilinos es el problema que tendrá que enfrentar el gobierno que sustituya a Castro.
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