Por Orlando Freire Santana.
No hay dudas de que uno de los indicadores más utilizados para evaluar el poderío económico de un país es el producto interno bruto (PIB). Su definición más aceptada apunta que "se trata del valor monetario de todos los bienes y servicios finales (contempla beneficios totales de los servicios de salud, educación, deporte y cultura, entre otros) producidos dentro de los límites geográficos de una economía en un período específico de tiempo, por lo general un año".
Varios organismos internacionales, como el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), comparan las economías de las distintas naciones mediante el comportamiento de sus respectivos PIB. Sin embargo, Cuba se mantuvo durante más de tres décadas al margen de esas comparaciones. Sucedía que nuestro país, como parte del bloque soviético, empleaba las estadísticas basadas en el producto material, y no en el sistema de cuentas nacionales (SCN), como era común en el resto de las naciones.
En consecuencia, mientras la mayoría de las economías reportaban sus resultados a través del PIB, los países del "socialismo real" usaban como indicador el producto social global (PSG). Eso fue así hasta el año 1995, fecha en que a Cuba, al intentar reinsertarse en los mercados internacionales, no le quedó más remedio que adoptar el PIB.
Y si el valor absoluto del PIB muestra la capacidad económica de una nación, el índice de crecimiento del PIB nos da una idea del avance o retroceso experimentado por una economía de un año a otro.
A partir de 1995 y hasta 2004, después de dejar atrás los momentos más críticos del período especial, Cuba anunció crecimientos en el PIB que oscilaron entre el 1,2% en 1998, y el 7,8% en 1996. No obstante, y al parecer insatisfechas con semejantes cifras —que ya comenzaban a poner en duda no pocos analistas internacionales—, las autoridades cubanas declararon en el año 2005 que el PIB de la Isla se hallaba subvalorado, ya que no tomaba en cuenta el valor de los servicios sociales gratuitos, ni los subsidios de precios de los artículos racionados. Entonces se procedió a modificar la metodología para calcular el PIB; una modificación que al final permitió reportar índices de crecimiento económico del 11,8% en 2005, y 12,5% en 2006.
Casi todos los organismos internacionales que se ocupan de estos temas discreparon de esta manera de calcular el PIB, y por tanto acogieron con recelo esas cifras de crecimiento de dos dígitos, unos porcentajes que apenas alcanzaban economías tan dinámicas como la de China.
Con independencia de las dos consideraciones anteriores, los gobernantes cubanos no han sido muy explícitos a la hora de justificar los índices de crecimiento del PIB, lo que hace pensar en la posible manipulación de las cifras con tal de ocultar la verdadera situación económica de la Isla. Incluso se rumora que son incluidos los cuantiosos servicios médicos que Cuba presta en el exterior, algo que chocaría con la definición del PIB que señalamos al principio de este artículo.
En los últimos años, tal vez convencidos de la necesidad de resultar más creíbles en el ámbito internacional, los zares de la economía cubana han anunciado índices de crecimiento del PIB más discretos. Del año 2009 al pasado 2012, los crecimientos económicos fueron, respectivamente, del 1,4%, 2,1%, 2,7% y 3,1%. En el primer semestre del actual 2013 el PIB creció un 2,3%, según se dio a conocer en el recién finalizado período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y para fin de año se prevé un crecimiento de entre el 2,5 y el 3%, inferior al 3,6% que se había planificado. De acuerdo con el señor Adel Yzquierdo, ministro de Economía y Planificación, el incumplimiento se deberá a dificultades internas y externas, aunque no especificó cuál de ellas era la más significativa.
Mas, y a pesar de que las estadísticas indican que la economía cubana crece, Raúl Castro, en el discurso de clausura de la referida sesión de la Asamblea Nacional, expresó que "cierto es que todavía el comportamiento del PIB no se nota en la economía de la familia cubana promedio".
Claro, hasta tanto los crecimientos del PIB no dependan de los sectores productivos y la agricultura, no veremos incrementos en los niveles de producción ni en las ofertas de alimentos para la población. Tampoco serán posibles los tan demandados aumentos de salarios, y seguirá lejana —aunque digan lo contario— la eliminación de la dualidad monetaria. Mientras no suceda todo eso, las cifras de crecimiento del PIB solo serán de interés para los especialistas, y al cubano de a pie le provocarán un gran bostezo.
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