Por Carlos Cabrera Pérez.
Más que confirmar la caída en desgracia de Ricardo Alarcón de Quesada, los recientes cambios en la cúpula comunista cubana vienen a refrendar que el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez conserva su poder intacto en el régimen, pese a los errores clamorosos en la gestión de las telecomunicaciones y los constantes rumores sobre un supuesto patrimonio que habría atesorado en los años dedicados a la ¿computación?
En el plano histórico, Ramiro Valdés fue el líder local -junto a José "Pepe" Suárez- que más combatientes aportó al asalto del Cuartel Moncada (1953), gracias a sus relaciones y trabajo en Artemisa, donde era bodeguero y masón. Padeció cárcel, se exilió en México, viajó en el Granma, sobrevivió a Alegría de Pío (1956), formó parte del núcleo duro de la Sierra Maestra y luego fue el segundo jefe de la columna del Che Guevara en la invasión de Oriente a Occidente.
Aunque las versiones discrepan, nunca ha ofrecido testimonio de su etapa junto al guerrillero argentino; unas fuentes aseguran que ha escrito sus recuerdos para dejar su testimonio, y otros aseguran que para Valdés es un tema incómodo, porque no querría contar cómo Fidel Castro bajó la ventanilla al Che, y lo abandonó en el Congo y Bolivia tras su sonada bronca por la salida de tono de Guevara en Argel contra los soviéticos.
"Ramiro sabe que el argentino era un tipo complicado, difícil, nada pragmático, y ha tenido que elegir entre su cariño al Che y su lealtad incondicional a Fidel [Castro]. Pero toda elección es dolorosa", me dijo recientemente en Madrid un ex colaborador de Valdés. "Yo ya cerré esa página -se justifica, mientras paladea una cerveza helada en un bar- pero si Ramiro contara lo que nos hicieron Machado Ventura y Raúl [Castro] cuando nos sacaron del Ministerio [del Interior], muchos se asombrarían".
Hombre de carácter hosco, "un pesao", como se diría en buen cubano, pese a no tener estudios superiores descubrió muy pronto las ventajas de controlar los entresijos de la Seguridad del Estado, a lo que se ha dedicado en cuerpo y alma desde que asumió por vez primera la cartera de Interior.
Su otra obsesión es hacer ejercicio físico para combatir el envejecimiento. Muchos habaneros recuerdan sus carreras diarias entre la Plaza de la Revolución y Santa Fe (oeste de La Habana, donde vive en un casoplón junto al mar), lo que llevó al defenestrado Carlos Aldana a decir una vez: "Este cabrón se está preparando para sobrevivirnos, se lo tengo que contar a Raúl [Castro]".
Y vaya si le sobrevivió, Aldana murió políticamente de un infarto masivo made in VISA, tarjeta que habría aceptado de un amigo que supuestamente trabajaba para la CIA, según se filtró. Y alguien contó que acabó llorando en el despacho del entonces Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), quien había sido su mentor y padrino.
Durante sus dos mandatos en el Ministerio del Interior (MININT), Ramiro Valdés maniobró con habilidad para evitar que el Partido Comunista tuviera peso específico dentro de la institución, actitud que le granjeó la enemistad manifiesta de José Ramón Machado Ventura. Fiel a Raúl Castro desde el II Frente Oriental Frank País, Machado Ventura fue depositando en Fidel Castro quejas varias sobre Valdés para ir minando su posición.
Pero como sus méritos históricos y largos años de trabajo en la sombra impedían apartarlo totalmente, una vez que Raúl Castro consiguió echarle del MININT y poner a José Abrantes -con ningún poder propio para establecer equilibrios con los raulistas, pues solo dependía de la simpatía de Fidel Castro-, los Castros decidieron encomendarle una nueva tarea: el desarrollo de la Informática y las Telecomunicaciones.
Craso error. Estaban premiando a un pirómano con gasolina y fósforos abundantes; es decir, estaban poniendo en manos de un espía juguetes tecnológicos que le permitirían acopiar aún más información sobre compañeros, amigos, rivales y enemigos.
Al parecer Ramiro Valdés, ahora con 81 años, tiene su propio Registro Secreto, al margen del Registro Secreto Oficial del MININT.
Algunos atribuyeron su vuelta al poder real a su papel en las grabaciones que el Departamento KJ del MININT hizo de las fiestas de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque en la finca matancera de Conrado Hernández, quien representaba en Cuba a empresarios vascos, pero ese trabajo lo dirigió y coordinó el Coronel Alejandro Castro Espín y sus hombres de confianza y amigos de la infancia, Casas y Segura.
Por si fuera poco, en 2010 apareció en Venezuela para coordinar una campaña energética, según explicó el fallecido Hugo Chávez cuando se filtró la presencia en Caracas del Dzerzhinsky caribeño. O sea, que a estas alturas, Ramiro Valdés también tiene secretos venezolanos y no sería descartable que fuera el muñidor de la medida activa de la Seguridad cubana, quemando a Mario Silva, un ayatolá chavista, y sirviendo su cabeza en bandeja de plata a Diosdado Cabello.
La noticia, aunque es noticia, no es la anunciada muerte política de Alarcón, sino que Ramiro Valdés sigue cerca de Raúl Castro en esa sala de la que se entra y se sale "no por demérito alguno", y donde el espía que llegó de Artemisa parece sembrado.
Aunque nada es eterno, al menos hasta que siga conservando sus juguetes preferidos en Santa Fe o quizá en la finca de Pijirigua, donde vivió y murió su amigo y compañero Fidel Labrador Ruiz, tuerto y medio muengo desde el ataque al Moncada, del que Ramiro Valdés Menéndez salió ileso, como ahora.
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