Por Iván García.
Si se quiere conocer qué no funciona en un sistema socialista, por favor visite Alamar. A 20 minutos al este de La Habana, ese reparto es un auténtico caos urbanístico. Sin orden ni concierto, feos y chapuceros edificios de 4, 5 y hasta 18 plantas se amontonan en vericuetos de calles mal asfaltadas.
Más de una hora demoré en encontrar el edificio número 657 donde reside Berta Soler, líder del valeroso grupo de mujeres conocidas como las Damas de Blanco, surgido en abril de 2003, a raíz del encarcelamiento de 75 opositores pacíficos por parte del régimen cubano.
Desde hace 28 años, Berta vive en la ciudad-dormitorio de Alamar, creada en 1970 para intentar paliar el déficit de viviendas en la capital. A su barrio, intricado y con callejuelas interiores destrozadas, se le conoce como La Siberia.
Soler comparte un discreto apartamento de dos habitaciones, con sus dos hijos y su esposo Ángel Moya, uno de los 12 disidentes de la Primavera Negra que optó por continuar su labor opositora dentro de la isla. En la sala, pintada de color marfil, destaca una foto del Papa Francisco, saludando a Berta durante una audiencia pública en el Vaticano.
Cuando llegué, ella y su marido estaban lavando un gran bulto de ropa. “Tenemos que aprovechar que ahora no llueve”, dice Berta, y va mirando las piezas y echándolas en la lavadora. Antes de sentarse en un sofá de vinyl rojo, a charlar con Diario de las Américas, en una mínima cocina prepara un café fuerte.
“Nací en Jovellanos, Matanzas. Vine a La Habana con 19 años. Soy técnica en microbiología y trabajé en el hospital materno América Arias. Antes de ser Dama de Blanco, pertenecía a un grupo disidente llamado Comité de Madres Leonor Pérez.
“A raíz de la oleada represiva de 2003, en la antesala de Villa Marista, cuartel de la policía política, Blanca Reyes, esposa del poeta Raúl Rivero, Claudia Márquez, Gisela Delgado, Miriam Leyva y Laura Pollán, entre otras que por decreto de Fidel Castro fuimos separadas de nuestros esposos, padres o hijos, decidimos reclamar su excarcelación efectuando cada domingo una marcha en las afueras de la iglesia de Santa Rita, en Miramar.
“Desde ese momento, Laura despuntó como líder. Era mi hermana, mi compañera de lucha. Fueron años de marchas, ofensas verbales y golpizas de turbas paramilitares. El 14 de octubre de 2011, cuando ella muere en circunstancias que no me convencen, sentí como si me arrancaran una parte de mi cuerpo. En una semana, el régimen planificó la muerte de Laura. Algún día saldrá a la luz lo que realmente aconteció.
“En sus inicios, éramos 48 Damas de Blanco. La mayoría nunca fuimos disidentes. Éramos obreras, técnicas o amas de casa que la dictadura de Castro nos empujó a protestar en favor de la liberación de nuestros seres queridos.
“A partir de 2010 se ha recrudecido la represión contra nosotras. La mayoría de las Damas somos monitoreadas por los servicios especiales del régimen. Frente al que fuera el domicilio de Laura, en Centro Habana, aún se mantiene un puesto de mando de la inteligencia, con cámaras de video y técnicas de escuchas. En un apartamento frente al mío hay montado un operativo permanente.
“Cada vez que salimos a marchar por las calles de cualquier provincia, con gladiolos en las manos, exigiendo la libertad de los presos políticos que todavía quedan y pidiendo respeto por los derechos humanos, el Estado ‘generosamente’ gasta los recursos que no invierte en el pueblo en vigilarnos y reprimirnos. Nunca faltan carros de patrullas policiales, dos ómnibus de transporte urbano (a pesar de las deficiencias que presenta ese servicio), cientos de agentes con equipos de comunicación y hasta una ambulancia. Quisiera saber cuánto dinero se gasta en reprimirnos.
“Después de la muerte de Laura se decidió que yo fuera la vocera del grupo. No tenemos muchos secretos, excepto algunas medidas lógicas, como hora, día y lugar de una marcha. Desde noviembre de 2011 tenemos un reglamento interno. Cualquier mujer puede ingresar en el grupo.
“Seguimos creciendo, actualmente somos más de 240 mujeres, divididas en siete frentes: La Habana, Granma, Holguín, Santiago de Cuba, Guantánamo, Villa Clara y Matanzas. Pronto se nos unirá Ciego de Ávila. Pero como siempre digo, preferimos calidad a cantidad”, apunta la líder de las Damas de Blanco.
Berta Soler fue una protagonista clave de la negociación a dos bandas, en abril de 2010, entre el gobierno del general Raúl Castro y Jaime Ortega Alamino, cardenal de la iglesia católica.
“Tenemos que agradecerle al cardenal y a la iglesia católica su papel de mediador en el conflicto provocado después de la muerte, producto de una huelga de hambre, de Orlando Zapata. Fueron meses muy duros, con una represión feroz. El propio Jaime Ortega contempló una paliza bestial y ofensas de calibre a las Damas de Blanco, a la salida del templo de Santa Rita.
“Fue cuando Ortega decidió escribir una carta a Raúl Castro, para negociar una salida. El cardenal fue el interlocutor. El régimen pedía que sacáramos a las Damas de Apoyo. No cedimos. Le hicimos saber al general Castro que cuando ellos estaban presos, después del asalto al cuartel Moncada, su madre buscó apoyo en personas que no eran familiares.
Entonces cedieron. Fue algo histórico. Por vez primera, la autocracia verde olivo les permitió desfilar por la Quinta Avenida sin el acoso de los paramilitares. La mediación de Ortega y el canciller español Miguel Ángel Moratinos permitió la excarcelación de todos los presos de la causa de los 75 y de una mayoría de otros reos políticos. Berta retoma la palabra.
“Pero en estos momentos, la iglesia católica y el cardenal permanecen en silencio. Incluso otros disidentes y yo hemos recibidos fuertes críticas en la revista Espacio Laical, voz del clero nacional. Ahora mismo, mientras tú y yo hablamos, hay una Dama de Blanco detenida desde hace más de un año, sin celebrarle juicio.
“Es la única miembro del grupo en prisión. Se llama Sonia Garro. Ella y su esposo Ramón Alejandro Muñoz fueron detenidos como si fuesen terroristas, en marzo de 2012. Las Damas de Blanco reclamamos su inmediata liberación”, acota Soler.
En Alamar ha comenzado a llover a cántaros. Berta se dirige a la cocina, a preparar la cena. Mientras pela unos boniatos, añade:
“Por una integrante del grupo, Berta Guerrero, residente en Holguín, quien durante un extenso interrogatorio sufrió torturas físicas en sus manos y fue internada en una sala climatizada a bajas temperaturas, hemos sabido que la Seguridad del Estado le pidió colaborar a cambio de otorgarle una casa nueva. Al no ceder, mandaron un mensaje expreso: ‘Tenemos la orden de acabar con las Damas de Blanco para el 26 de julio’.
“Nada de eso nos intimida, seguiremos consolidándonos. Incluso si el régimen libera a los cerca de 50 presos políticos que siguen en prisión, continuaremos las marchas en favor de la democracia y los derechos humanos.
“Y porque se aclare el galimatías jurídico que viven los 12 disidentes que decidieron quedarse en su patria, entre ellos mi esposo. Técnicamente no son hombres libres, el régimen puede revocar sus casos y enviarlos de nuevo a la cárcel. A ninguno les han otorgado el pasaporte para que puedan viajar”, apunta Berta.
La líder de las Damas de Blancos valora así los viajes de la disidencia al extranjero: “Creo que han sido favorables. Hemos expuesto la deplorable situación económica y social y la falta de libertades políticas en nuestro país. Hemos aprendido cómo funcionan las sociedades civiles en naciones democráticas. Al regreso, te das cuenta de lo mucho que falta por hacer. En todos los campos, en particular el trabajo en la comunidad”.
Sobre la renuncia de 18 Damas de Blanco en las provincias orientales, Berta afirma: “El 30 de junio, el Movimiento Damas de Blanco Laura Pollán emitió una declaración. Fue algo doloroso. Aceptamos cualquier opinión, tanto del exilio como de cualquier disidente dentro de Cuba. Y la respetamos. Pero creemos que los asuntos internos del grupo lo debemos manejar nosotras. En mi opinión, no había evidencias poderosas para acusar de agente de los servicios especiales a la Dama de Blanco Denia Fernández Rey. No se puede juzgar o condenar a una persona en base a dudas razonables”.
Berta Soler es una mujer de carácter. Considera que diez años de marchas pacíficas, reclamando libertad en alta voz, no se pueden ignorar.
“Hemos realizado grandes sacrificios personales. Desde familiares fallecidos por mala atención médica mientras nosotras marchábamos. Hijos que por nuestras posturas políticas no han podido acceder a la universidad, como mi hija. Años de cárcel que jamás recuperarán nuestros parientes. Hermanas como Laura Pollán que ya no están. Y otras como Blanca Reyes y Claudia Márquez que debieron marcharse al destierro. No, Iván, esta lucha ha costado demasiado. Nadie nos va a dividir, menos las divisiones fraguadas por los servicios especiales de los Castro”.
0 comments:
Publicar un comentario