Por Osmar Laffita Rojas.
Julio fue un mes complicado para la dictadura. Al grave asunto del armamento cubano hallado en el barco norcoreano Chong Chon Gang, se ha sumado el dictamen dado a conocer el 17 de julio, por la Corte Internacional de Arbitraje, dependiente de la Cámara Internacional de Comercio, con sede en París, donde fue condenada la firma cubana Coralsa, que deberá abonar a la compañía Ingelco la suma de 17 millones 523 mil 95 dólares, por daños y perjuicios ocasionados al no colaborar de buena fe en la liquidación de la Empresa Mixta Rio Zaza S.A.
Ingelco es propiedad del empresario chileno Max Marambio, prófugo de la justicia en Cuba, desde el año 2011, quien poseía el 50% de las acciones de la Río Zaza S.A., pero fue sentenciado, en ausencia, a 20 años de prisión, por los delitos de cohecho, estafa continuada y falsificación de documentos bancarios.
Los vínculos del prófugo chileno con Fidel Castro fueron sumamente estrechos. Se desempeñó como escolta del presidente Salvador Allende, hasta su derrocamiento el 11 de septiembre de 1973. Tan pronto logró salir de Chile, se refugió en Cuba. Gracias a la confianza depositada en él por Castro, durante 17 años ocupó importantes responsabilidades militares y civiles encomendadas por el régimen.
Al poco tiempo de su arribo a Cuba, Marambio formó parte de las Tropas Especiales del Ministerio del Interior, donde llegó a ascender al rango de oficial. Fue fundador y primer presidente de la Corporación CIMEX, empresa que el gobierno cubano utilizó para sus operaciones encubiertas en el exterior.
En junio de 1989, en la llamada Causa 1, varios altos oficiales de la Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior fueron juzgados y condenados a muerte por tráfico de drogas. Marambio, que mantenía estrechas relaciones de trabajo y de amistad con los involucrados, no fue juzgado, simplemente fue liberado de las responsabilidades que ocupaba hasta aquel momento.
Luego, reapareció a principios de la década de los 90, convertido en el acaudalado propietario de la firma chilena Ingelco, a la cual el gobierno cubano le concedió el derecho de asociarse y fundar una empresa mixta con el desaparecido Ministerio de la Industria Alimenticia. Fue así cómo fundaron la primera planta productora de jugos naturales, en Jagüey Grande, Matanzas.
En 1993, con el dinero aportado por Ingelco, se construyó, en una parte del Combinado Lácteo de Sancti Spíritus, una nueva planta productora de leche, compotas y pasta de tomate, con la que se suplió la producción de las viejas e incosteables siete fábricas existentes en el país, que empleaban costosos envases metálicos. La nueva firma mixta recurrió a los envases de cartón al vacío Tetra Pack, de fabricación sueca, lo que significó un ahorro de siete millones de dólares.
En 2001, se creó el holding International Networt Group S.A (ING), propiedad de Marambio, que agrupaba a la Empresa Mixta Alimentos Río Zaza, S.A., cuyo gerente general, hasta su detención domiciliaria y posterior fallecimiento en La Habana, fue el chileno Roberto Baudrand. También se creó la agencia de viajes Sol y Son, bajo la dirección de Marcel, el hermano de Marambio. Marcel, que era vicepresidente de ING, también fue juzgado por corrupción, y condenado en ausencia, a 15 años de prisión.
La Fiscalía General de la República de Cuba, por medio de las autoridades chilenas, envió un exhorto de 21 preguntas a Max Marambio. En sus respuestas, el prófugo empresario rechazó de plano todas las acusaciones por incumplimientos y violaciones que le imputaban. También hizo una vehemente defensa del ex ministro de la Industria Alimenticia, Alejandro Francisco Roca, condenado a 15 años de cárcel, y dijo admirarlo por “su austeridad, su entrega, su sentido de patriotismo, su defensa de los intereses de Cuba”.
Pero lo que no dice Marambio es que gracias a ese “patriotismo” de Roca, su empresa Río Zaza gozaba del total monopolio de la venta de sus productos en la red de Tiendas Recuperadora de Divisa (TRD), lo que le posibilitaba hacer facturaciones por más de 100 millones de dólares anuales. Precisamente ese sucio favoritismo facilitó que la Rio Zaza sumiera prácticamente en la ruina a la industria conservera cubana.
Durante los 12 años que Rio Zaza estuvo como la principal productora de alimentos enlatados en Cuba, a las restantes fábricas no se les destinó un solo centavo para su remodelación y modernización, situación que hoy se palpa por el bajo aprovechamiento de sus capacidades industriales y la crítica descapitalización que atraviesan.
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