miércoles, 5 de mayo de 2010

El legado de Castro (ii).

Por Adolfo Mena.

El abrazo Jrushchov-Castro en la ONU (septiembre 20, 1960) sobrepuja los sub-eventos ligados al interés del gobernante soviético por contactar líderes de países africanos en la ruta independentista que abrió Ghana (1957). Desde luego que muchos de ellos correrían la misma suerte del pionero Kwame Nkrumah, quien empezó escribiendo Africa Must Unite (1963) y terminó con Dark Days in Ghana (1968).

Sin embargo, la clave parece dada en la autobiografía de Nelson Mandela Long Walk to Freedoom (1994): "Los cínicos han sugerido siempre que los comunistas estaban usándonos, pero ¿por qué no dicen que nosotros estábamos usándolos a ellos?". Como argumentos adicionales tenemos las tempranas piruetas de lidercillos sub-saharianos para jinetear armas y dinero de la Unión Soviética, por ejemplo:
  • Robert Mugabe se declaró (Zimbawe, 1965) "marxista-leninista de pensamiento maoísta", tras encarcelar a su rival Joshua Nkomo.
  • Samora Machel se propuso fundar el "primer Estado marxista" del África (Mozambique, 1969) tras el asesinato del líder Eduardo Mondlane, a manos de facción disidente del FRELIMO. Machel precisaría que era marxista-leninista no por haber leído a Marx y Lenin, sino por la experiencia vital de "haber visto a su padre sufrir" bajo la explotación del mercado mundial algodonero.
  • Muhamad Siad Barre re-instauró su república democrática sobre las bases del "socialismo científico" (Somalia, 1970) y se atribuyó la "síntesis del marxismo y el Islam".
  • Aghostino Neto profirió: "¡Ahora sí estamos seguros de la victoria!", tras aseverarle el oficial de la KGB Oleg Ivanovich Nazhestkin (Luanda, noviembre 2 de 1975), que Moscú abastecería con todo al MPLA y sus aliados cubiches en la guerra civil de Angola.
Por supuesto que no todos tuvieron las agallas de Castro, quien mandó 22 tanques soviéticos a Argelia (1963), a pesar de haberlos recibido de Moscú bajo la condición de no ponerlos a disposición de terceros países.

Quizás quien logró apropiarse mejor del legado de Castro fue el dictador de Guinea Ahmed Sekou Toure, quien con asistencia de segurosos chechos y germano-orientales mantuvo control estricto sobre el pueblo y enviaba a los revoltosos y sospechosos a la prisión de Camp Boiro y otros establecimientos ad hoc, pero llegado el momento se viró a Occidente (1978) para buscar bail out a su desbarajuste económico.

La broma colosal de que Cuba importó barredoras de nieve de la URSS parece traer su causa justamente de que así lo hizo Sekou Tuore, tal y como lo recogió Christopher Clapham (Universidad de Cambridge) en Africa and the International System (1996):  barredoras de nieve traídas de la URSS corroyéndose al final de una pista de aviación en Conakry (página 146).
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