domingo, 23 de mayo de 2010

Aquella república (ii).

Por Miguel Iturria Savón.

Al evocar el aniversario de la República, período comprendido entre el 20 de mayo de 1902 y el 31 de enero de 1958, es preciso reconstruir la memoria, manipulada por quienes permanecen en el poder desde 1959.

Recordemos que Cuba produjo en la zafra 2009-2010 menos azúcar que en 1905, mientras que en 1958, según Cereijo, disponíamos de 161 centrales, el 75 % (121) en manos de los cubanos, con una producción de 5.613.332 millones de toneladas y 230,684742 galones de melaza, destinados al consumo interno y la exportación.

En la primera mitad del siglo XX hubo cierto avance en la minería, aunque solo disponíamos de 287 minas que empleaban a 25 mil obreros, quienes facturaron 50,000 000 libras de níquel y 4.500.000 de cobalto. La metalurgia era incipiente, pero otras fábricas demandaban mano de obra. La energía eléctrica, por ejemplo, ocupaba el primer lugar en Latinoamérica y el 25 a nivel mundial, al generar 11.8 megavatios hora anuales per cápita.

En ese período, el transporte ferroviario insular disponía de un kilómetro de vía por 8 kilómetros cuadrados, con 18.059 Km en total, el primero a nivel mundial dada la extensión del país. La nación poseía 4.500 ómnibus, 45.250 camiones, 140.297 automóviles privados, uno por 27 habitantes, equivalente al tercero en el hemisferio, así como 6.000 km de carreteras.

Los datos del sector de las comunicaciones demuestran también el desarrollo alcanzado hasta 1958, cuantificable en 191.500 teléfonos, uno por 27 habitantes; 160 radio estaciones; 400.000 televisores, uno por 17 personas; 23 estaciones de televisión, 600 salas de cine, 58 periódicos al día y 126 revistas semanales, ocupando entre el primero y el tercer lugares regional en tales servicios. En el turismo, la capacidad hotelera ascendía a 12.067, con 6.552 habitaciones y 700.000 visitantes extranjeros al año.

En esferas como la educación y la salud pública, banderines legitimadores del castrismo, el período republicano exhibió logros notables en la edificación y difusión de hospitales y colegios. En 1958 la isla contaba con 8.900 primarias del gobierno y 1.700 privadas, 1.864 aulas de kindergarten (preescolar), 240 primarias superiores, 171 institutos, 14 escuelas de maestros, 7 de kindergarten, 168 escuelas de comercio, 22 tecnológicas, 6 academias de periodismo e igual número de Bellas Artes y de centros agrícolas provinciales, más una de estudios forestales, 12 de Agrimensura y 15 instituciones de nivel superior, 3 de ellos privadas.

La salud era privada pero existían centros de emergencias, clínicas mutualistas de precios asequibles y sociedades benéficas que asumían los costos de los asociados. El país disponía de más de 6,500 médicos y 100 hospitales con una cama por cada 170 habitantes, el primero en América Latina. La mortalidad infantil (37,6%) era la más baja en la región, aunque entonces, como ahora, había enfermedades que laceraban a la población, principalmente en zonas rurales.

Las estadísticas del pasado republicano desmienten las falacias escritas sobre esa etapa. No fue un tiempo de glorias, sino de tensiones, luchas y reestructuración nacional. La sociedad transitaba desde su propia dinámica, sin penalizar a quienes contradecían el discurso de las élites, por cuyas rendijas se colaron los más laboriosos y creativos, dada la existencia de alternativas que aliviaban la insatisfacción de obreros, estudiantes y otros sectores, nucleados en sindicatos y asociaciones independientes del gobierno.
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