Hay dos grandes distorsiones orbitando sobre el tema del socialismo. La primera es el mito escandinavo y la segunda, la desvergonzada manera en que académicos e intelectuales rotulan como extrema derecha, sin más, a dos de las formas históricas de implementación práctica del socialismo, a saber: el fascismo y el nazismo.
Entender, por ejemplo, que el nazismo es de izquierda es entender que existen versiones no marxistas de socialismo. Tan simple como eso. Cuando hablamos, pues, de las formas históricas del socialismo real tenemos en cuenta a los sistemas totalitarios prototípicos, a saber: fascismo, nazismo y comunismo.
Ante todo, diré que no existe el tal socialismo democrático. El socialismo es siempre totalitario. El llamado modelo nórdico o escandinavo no es otra cosa que un capitalismo con impuestos elevadísimos y, a causa de ello, con políticas redistributivas socialmente orientadas. Como resultado, se obtiene un capitalismo fallido que debe, ante todo, reajustar la influencia de la esfera estatal. Dicho modelo ha fracasado hoy en Escandinavia.
Para que se tenga una idea de cuán poco ventajoso resultaría el modelo nórdico -utópico o real- comparado con los Estados Unidos, diremos que el PIB del Estado de Florida es aproximadamente 1 billón de dólares, mientras que toda Noruega tiene un PIB anual de 359.109 millones de euros. Finlandia, otra de las perlas de la corona, alcanza un PIB anual de 234.370 millones de euros. No cabe la comparación.
La historia del socialismo es la historia de cómo las ideas socialistas no solo se conformaron doctrinalmente, sino de cómo se llevaron a la práctica desde las Comunas de Robert Owen hasta la Venezuela chavista; es la historia de los antecedentes, orígenes, desarrollo y réplicas del fascismo, el nazismo y el estalinismo (comunismo). Y claro que hay diferencias entre las propias versiones totalitarias -o reales- de socialismo. El estalinismo, por ejemplo, de acuerdo a su fundamento marxista era inicialmente un movimiento de carácter internacional.
Esto quiere decir que el comunismo debía triunfar en varios países simultáneamente y Marx llamaba a la unión de los proletarios de todo el mundo. Lenin ajustó esta falla y nacionalizó un tanto el comunismo, asignándole una primera fase de realización llamada propiamente socialismo y argumentando la posibilidad de su triunfo aislado, es decir, en un solo país.
Por su parte el fascismo y el nazismo que eran movimientos originalmente nacionalistas no ocultaron, llegado el momento, sus pretensiones imperiales de internacionalización. En cuanto a los medios de ejercer el poder y el control también diferían en sus detalles. Mussolini gobernaba a través del Estado. Hitler, a través del partido. Stalin, desde un inicio, encabezó el partido y el Estado.
Decir que las formas de socialismo realmente existentes, particularmente el fascismo y el nazismo, son de derecha es una contradicción en los términos. No hay socialismo de derecha. Sin embargo, está más que claro que estos tres sistemas totalitarios prototípicos fueron movimientos anti capitalistas en los que se le rendía culto a la clase obrera (Volk, Popolo, Naród) mientras se sometían a un riguroso control los medios, la sociedad y la economía.
Los tres modelos de socialismo real afincaron en la idea de la revolución social y, consecuentemente, rechazaron la derecha. Quien cree que el nazismo es de derecha porque también era enemigo del comunismo no entiende un principio básico del socialismo: sus peores enemigos son los de su mismo credo. Stalin mató a millones de comunistas y, encima, nunca reconoció otra interpretación del socialismo que no fuera la marxista. ¿Qué parte es la que no se entiende?
Señores académicos e intelectuales, no confundan las cosas: ser antimarxista no te hace todavía de derecha, te hace anticomunista como también lo era Hitler dentro del espectro socialista. ¿Que si el nazismo es de derecha porque persiguió a los homosexuales? No seamos cínicos, el comunismo marxista lo hizo -y lo hace allí donde todavía le queda aliento- con mucho más empeño y efectividad que los nazis.
En este sentido, tenemos un ejemplo muy elocuente y geográficamente cercano: la réplica tropical de socialismo real, en su modalidad comunista, que ha dado en llamarse castrismo y que guarda lazos de consanguinidad con sus ancestros europeos. Si Hitler hostigó y persiguió a judíos y homosexuales, entre otros desafectos, también lo hizo Fidel Castro. De manera brutal y sistemática homosexuales y testigos de Jehová fueron estigmatizados, maltratados y hasta excluidos del sistema de educación que supuestamente debió ser del-y-para el sagrado Pueblo (Volk).
El castrismo concibió y puso en práctica campos de trabajo forzado donde religiosos y homosexuales, entre otros desafectos, eran adoctrinados en un régimen de privación de libertad. Así, si usted no era lo suficientemente “hombre” o ateo o socialista era considerado sin más un enemigo de la Revolución.
En 1919 Mussolini fundó el Partido Fascista como el ala derecha dentro del Movimiento Socialista Italiano. Lo cual es bien distinto a ubicarse ideológicamente en la derecha del entramado político nacional e internacional. Los profesores universitarios también deberían explicar esto a sus estudiantes. Fascismo significa, en pocas palabras, el empoderamiento y expansión desmedida del Estado ante la indefensión del individuo.
Un Estado fascista -lo que es decir, socialista y totalitario- es el que somete, controla y desaparece de ser necesario a los partidos políticos, las instituciones, y las vidas de la gente. Llamarle fascismo a otra cosa es una soberana idiotez. La palabra NAZI, por su parte, es la abreviatura del término alemán “Nationalsozialist”. Mientras que NAZISMO lo es de “Nationalsozialismus”.
En 1920 el Partido Obrero Alemán se convirtió en el Partido Obrero Nacional Socialista Alemán. Al año siguiente Hitler consiguió situarse a la cabeza de este partido con voto casi unánime. Su lucha contra la versión concurrente de socialismo, que era el comunismo, comenzó dentro de Alemania y, como es sabido, trascendió las fronteras nacionales. Pero el enfrentamiento con los soviéticos no fue el de una democracia capitalista contra el comunismo, sino el de dos interpretaciones, dos versiones, dos experimentos o puestas en práctica del ideal, es decir, de aquello que se tenía en cuenta por socialismo y por poder de los trabajadores. Y en ese mismo punto podrían estar hoy algunas sociedades: soñando peligrosamente con un modelo de socialismo que, de ser implementado, no va a traer nada distinto de lo que ya conocemos por la historia, incluyendo las réplicas totalitarias de Cuba, Venezuela y Corea del Norte.
Cuba no era una aldea cuando el castrismo se instaló en ella, todo lo contrario, era una de las economías más sólidas y pujantes de Latinoamérica. Venezuela, incluso, fue durante décadas la nación más rica de América Latina. Hoy Cuba -antiguamente un país receptor de emigrantes de todo el mundo- tiene 3 millones de emigrantes y Venezuela 4 millones.
Quien no haya vivido bajo un régimen socialista solo tiene que preguntarse qué hizo el castrismo con la próspera Cuba y con el país que posee las mayores reservas petroleras del mundo. En contraste, pregúntense qué hicieron aquellos que emigraron del socialismo hacia tierras de capitalismo y libertad.
La ciudad de Miami se fundó el 28 de julio de 1896 con un puñado de personas y siendo casi un asentamiento. Y hoy podemos decir que, gracias principalmente a los cubanos que escaparon del socialismo, se ha convertido en uno de los centros financieros y culturales del mundo, mientras su skyline viene siendo ya el tercero más alto de todos los Estados Unidos, detrás de New York y Chicago.
Da pena y tristeza saber que los jóvenes de Miami, incluidos algunos descendientes de cubanos, llevados por los cantos de sirenas, acogen el socialismo. El socialismo utópico podrá parecer un paraíso de libertad, fraternidad e igualdad, pero el real fue, es y será una despiadada máquina de igualitarismo, odio y esclavitud; de exterminio psíquico, moral y material.
Ningún país es inmune. Recordemos que los venezolanos arrogantemente decían: Venezuela no es Cuba. Todo el que ha sido víctima de este despropósito ha comenzado creyendo que su caso es diferente, pero la historia ha demostrado que los resultados son igualmente devastadores. Mientras uno se aferra a esa arrogante creencia ya los medios, las universidades, las escuelas, la juventud, la opinión pública, la intelectualidad, el arte y la política, entre otras tantas cosas, han sido secuestradas por el glamuroso pensamiento de izquierda. El odio y la delación del prójimo afloran tras los sutiles mecanismos del reporte y la corrección política. Ahí se los dejo.
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