En el 2010, durante un estudio geográfico de la Universidad de La Habana, se realizó una encuesta sobre cómo percibían el futuro de la localidad los residentes del barrio Jesús María, en la Habana Vieja.
En la imaginación popular predominó el pesimismo en cuanto a la mejoría del fondo habitacional de la localidad y los cambios sociales.
Una década después, el futuro catastrófico vaticinado por los amalianos, privó de la vida a tres niñas, a causa del desplome de la estructura de una vivienda.
El deteriorado estado técnico constructivo de las edificaciones es el mayor problema ambiental del barrio de Jesús María; un asentamiento nacido de la prosperidad durante la construcción de los astilleros.
Una fuente oficial de la administración del Consejo Popular de Jesús María, quien reclamó el anonimato como condición para declarar, advirtió a CubaNet que “más del 85% de las viviendas del territorio están catalogadas de regular a malas.”
Las autoridades municipales se negaron a ofrecer información pública sobre el estado técnico constructivo de los inmuebles de la localidad. CubaNet realizó un recorrido por las calles de Jesús María para valorar la salud ambiental del territorio.
En todas las cuadras sobresale el deterioro acumulado de numerosas edificaciones y estructuras desocupadas pendientes para su demolición; unas veinte de ellas catalogadas como “estática milagrosa”, una categoría que anuncia el inminente desplome.
La prensa oficial publicó el testimonio de una persona, residente en la localidad, que advertía la violación de las señales perimetrales de peligro por derrumbe.
En nuestro recorrido no encontramos señales de alerta en un territorio declarado por las autoridades como “Zona de riesgo cotidiano”; indicativo para construcciones vulnerables a impactos climatológicos y antrópicos, o para comprender mejor, el sonido de una bocina puede ser la causa del desprendimiento de cualquier estructura de concreto.
Bajo ese “riesgo cotidiano” nos tropezamos con situaciones similares a la ocurrida el 27 de enero. Niñas y niños jugando dentro del perímetro de fachadas y edificios catalogados en “estática milagrosa”, personas residiendo en inmuebles declarados en peligro de derrumbe desde el 2007, pobladores nerviosos por el temor de morir aplastados por su vivienda; desgastados por súplicas a todos los niveles de la burocracia gubernamental.
Por qué lloran los guapos de Jesús María .
Dicen que los guapos no lloran, pero en estos días por el barrio de Jesús María se ven lágrimas de malestar hasta en los rostros de “tipos duros”, que no aceptan la muerte por negligencia de tres niñas.
La localidad es uno de los barrios clásicos más antiguos de la capital, poblado en sus inicios por negros curros españoles que dejaron un legado de guapería y transgresiones de la ley, que aún se contempla en la fama del barrio.
No es solo el deterioro del fondo habitacional lo que adolece esta zona de la Habana Vieja. Al notorio hacinamiento en ciudadelas se suman problemas de alcantarillado, calles destruidas, falta y contaminación del agua potable. Insuficiencias que describen el desinterés de las autoridades por el territorio.
Del deterioro de la infraestructura del barrio emergen el ambiente delincuencial de transgresiones de la Ley y el alcoholismo que, según las estadísticas oficiales supera el 90% de la población local.
La fuente anónima que colaboró con este reportaje, señaló la incapacidad de las autoridades del Consejo para remediar los problemas.
“Son pocas las situaciones que se pueden resolver desde aquí, las necesidades de la comunidad están a otro nivel, allá arriba, donde manejan todos los recursos”, explicó.
Fatalismo geográfico de Jesús María.
Las tradiciones del barrio cuentan la historia de Amalia, una negra que ayudaba a los esclavos a huir como polizontes hacia Haití. En agradecimiento los pobladores de Jesús María se declararon hijos de Amalia, y se bautizaron como amalianos.
Pero la vanidad que significaba ser nativo del barrio Jesús María se desvanece, “porque ya nada representa orgullo (…) ¿Me voy a enorgullecer de cuatro edificios cayéndose o el agua sucia?”, lamenta Miguel Ramos de 67 años, oriundo de la zona.
Nada representa la prosperidad en el barrio Jesús María que atrajo a residir en sus casas, personalidades como Máximo Gómez y Quintín Bandera, además de contemplar la vida desde la infancia del músico Claudio Brindis de Salas y José Martí.
En 1990 el régimen cercenó la Habana Vieja en 7 Consejos Populares. Al ser contemplados como asentamientos de La Habana intramuros, 6 de los consejos populares quedaron beneficiados por el presupuesto de conservación de la Oficina del Historiador.
Jesús María fue dividida, un kilómetro cuadrado con 28 mil habitantes quedó en la zona del Centro Histórico. La otra franja del barrio fue excluida de la vitrina donde se exhibe el disfraz de conservación patrimonial; fue incluida en el Consejo Tallapiedra, zona industrial de 11 kilómetros cuadrados y una población de unos 6 mil habitantes.
El fatal diseño dejó dividida la Habana Vieja en los barrios del Casco Histórico y Tallapiedra, “que no pertenece a nada”, como repiten los amalianos excluidos.havana habana vivienda derrumbe
Sin embargo, nada ha cambiado para los pobladores del clásico barrio de Jesús María, excepto que ahora, a la década de pesimismo, se sumó el dolor de la pérdida humana y el miedo de morir dentro de sus casas.
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