Por Iván García.
Después que el agua hierve , Yolanda, 55 años, ingeniera, introduce una bolsita de té de manzanilla y miel. Dice que le calma el estrés. Mientras se enfría el té, despliega en un mantel de cuadros rojos y blancos una batería de pastillas. “Una es para controlar la presión, esta es de la diabetes y la otra ácido fólico para fijar el hierro”.
Luego de beber el té, se pone una mascarilla blanca y camina hasta la parada del P-10, la ruta de ómnibus que la llevará hasta el centro comercial de 3ra. y 70, en la apacible barriada de Miramar, al oeste de La Habana. El viaje demora unos 50 minutos. A la tienda llega a las seis de la mañana y a esa hora marca en la cola. El centro abre a las nueve.
El olor del salitre que llega desde la costa le provoca una buena sensación a Yolanda. Alrededor de la tienda se ven cientos de operarios que construyen tres hoteles de lujo. Para matar el tiempo, la gente improvisa una tertulia. El tema siempre es el mismo: la dolarización, el desabastecimiento y la carestía de los alimentos en Cuba.
Algunos critican el pésimo desempeño del gobierno en la administración del país. “El que no tenga dólares es mejor que haga las maletas y se vaya echando. Las tiendas en cuc están peladas, si acaso venden pollo o salchichas. Y para de contar. Cada vez están más sucias, las neveras rotas y los empleados parecen guardias de prisión por su mal carácter”, comenta un señor de pelo canoso.
Una mujer, acompañada de sus dos hijos, asegura que «es un abuso, un crimen, vender alimentos en dólares y no en pesos, que es la moneda que le pagan a los trabajadores. Lo de los precios es un escándalo. Desde que en julio abrieron estas tiendas, he gastado más de 400 dólares en lo que he podido conseguir: garbanzos, chorizo, puré de tomate, jugos y artículos de aseo. Carnes y embutidos no hay quien los compre. Un kilo de carne de res cuesta 15 dólares y pico y una pierna de jamón Serrano más de 200 dólares. Es una vergüenza vender a esos precios en una nación pobre.”
Varias personas de la cola asienten y dicen que los gobernantes viven en otra dimensión. Están atrapados en una narrativa anacrónica, repleta de jergas y consignas. “Estan haciendo el ridículo”, expresa una señora. En las tiendas, paradas de ómnibus y en la calle, el tema de conversación es la inminente unificación monetaria, la reforma salarial y la flexibilización o relajación de las medidas en el enfrentamiento del Covid-19.
Diario Las Américas recogió las impresiones de 20 personas (familiares, amigos, conocidos y vecinos, personalmente o por Whatsapp). Acerca de la reforma salarial, dos prefirieron no opinar y 18 consideraron que el gobierno no está hablando claro. “Ellos (los del régimen) no pierden ni a las bolas. En la devaluación que habrá, los que tengan dinero guardado en el banco verán como su plata pierde poder adquisitivo”, afirma uno de los entrevistados, cuentapropista, y pone un ejemplo. “Si tenías ahorrado cien mil pesos para comprarte una casa, después del Día D, cuando los precios se disparen, necesitarás cuatro o cinco veces esa cantidad para adquirir cualquier propiedad”.
Marino Murillo, conocido como el zar de las tímidas reformas económicas en Cuba, en una comparecencia en la televisión estatal reconoció que la inflación iba a crecer. “Los precios pueden crecer hasta siete veces”, dijo Murillo. Los cubanosde a pie tomaron nota, entre ellos uno de los encuestados, médico: “No haces nada con subir los salarios cuatro veces y cinco veces en el caso de las pensiones, cuando los precios de los artículos, servicios y bienes crecerán seis o siete veces”. Los 20 encuestados piensan que el gobierno ha montado un espectáculo propagandístico con la unificación de las tres monedas (pesos, pesos convertibles y dólares), que ahora llaman ‘ordenamiento monetario’.
Un estudiante universitario, molesto, expresó: “No jodas, después de diez años analizando cómo hacer la reforma salarial y la circulación de una única moneda, como en el resto del mundo civilizado, se aparecen ahora dándote las informaciones por buchito, formando un misterio del carajo, en vez de decir de manera directa y clara, que tal día se inicia la reforma salarial y los trabajadores y profesionales ganarán tanto y los pensionados más cuanto. No me extrañaría que la reforma salarial y el ordenamiento monetario los pongan en vigor el 1 de noviembre, para tirarle un señuelo al presidente que gane las elecciones en Estados Unidos, de que los cambios en Cuba van en serio”.
Entre los consultados había una empleada bancaria. Ella considera que el gobierno debe aclarar la cantidad de dinero que va pagar a los miles de cubanos que tienen cuentas en pesos convertibles. “Los muy descarados hablan del cambio de un peso convertible (cuc) por 24 pesos (cup). Pero muchos cubanos obtuvieron el chavito (cuc) pagando 25 pesos (cup), que es el precio de venta que tienen en las CADECA (casas de cambio). El que tiene una cuenta en el banco de 10 mil cuc, el día que empiece el ordenamiento monetario automáticamente pierde 10 mil pesos”. Todos los encuestados coinciden que las autoridades deberían buscar una solución para que las personas que no reciben remesas familiares puedan comprar dólares de manera legal, sin tener que acudir a cambistas y exponerse a estafas.
“A estos dirigentes panzudos les gusta meter muelas jorobadas. Pero ninguno se digna a decir que quienes vivimos de nuestros salarios o pensiones, que es una mayoría, somos ciudadanos de cuarta categoría, que no siempre tenemos pasta para lavarnos los dientes, tenemos que bañarnos con jabones que huelen a rayo, comer tripas, croquetas de claria o cualquiera de las mierdas que venden por pesos», confiesa un ex recluso que se gana la vida como barrendero.
Si los temas de la reforma laboral y del ordenamiento monetario despiertan más desconfianza que optimismo, la nueva estrategia de enfrentar la pandemia preocupa a muchos cubanos. Trece de los 20 entrevistados piensan que se pasó del máximo rigor a una flexibilidad asombrosa. Un jubilado recuerda que “hace dos semanas ponían multas de dos mil o tres mil pesos, había toque de queda y realizaban controles sanitarios. Ya desmontaron el andamiaje sanitario y esperan que la gente se sepa comportar, apelando a la conciencia. El lunes 2 de noviembre se reinician las clases en La Habana. Un montón de escuelas con los baños sin agua, sin las condiciones higiénicas adecuadas y con muchos niños y adolescentes que desconocen la percepción del riesgo. Se pondrán nasobucos (mascarillas), pero no todos van a cumplir con el lavado de manos ni mantener el distanciamiento social. Eso va a traer un rebrote del Covid-19 para fin de año”.
Una encuestada, ama de casa, señala que «es lamentable que quienes durante siete meses hemos cumplido con los protocolos indicados por las autoridades sanitarias, seamos infectados por culpa de indolentes e irresponsables. Sin un control por parte del Ministerio de Salud Pública, la gente va a relajarse y el coronavirus hará zafra». En Santiago de Cuba y otras provincias, no solo preocupa el Covid-19, también el dengue, debido al aumento de focos de mosquitos Aedes aegypti, agente transmisor del dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla.
0 comments:
Publicar un comentario