miércoles, 28 de octubre de 2020

Un reordenamiento económico sin cambiar las reglas del juego.

Por Luis Cino.

Peso cubano, CUC y dólares estadounidenses.

Se pudiera pensar que la unificación monetaria y el ordenamiento de la economía es lo que hace mucho tiempo debía haber hecho el régimen para empezar a poner fin al desbarajuste en su contabilidad e incentivar a los cubanos, con la elevación de los salarios, a trabajar más y elevar su productividad, acabando con eso de que el Estado se hace el que paga y los obreros fingen que trabajan.

Pero ese razonamiento es dudoso. Al elevar los salarios, que ante el aumento del costo de la vida seguirán siendo insuficientes, ¿podrán hacer que se correspondan con una mayor productividad de los trabajadores? Téngase en cuenta que contra la productividad conspiran no sólo los bajos salarios, también las pésimas condiciones de los centros laborales, la agonía del transporte, la mala alimentación, los medios de trabajos insuficientes o inexistentes, la desorganización, los planes disparatados, los caprichos de los dirigentes.

Si los mandamases no cambian las reglas del juego y siguen aferrados al estatismo y la planificación centralizada, forzando las inexorables reglas del mercado, trabando a las fuerzas productivas, asfixiando al sector privado, el reordenamiento económico no funcionará. Eso sí, con la dolarización parcial se devaluará el peso y sobrevendrá una inflación que hará más hondas las diferencias sociales y más precarias las condiciones de vida de los cubanos.

Al eliminar los subsidios que consideran indebidos, por mucho que aseguren que “la revolución no dejará desamparado a nadie”, los mandamases del PCC se alejan cada vez más de la socialización y redistribución de la riqueza, y por ende, de la igualdad social, que teóricamente se supone sea la condición sine qua non de la sociedad socialista.

¿Para qué perder el tiempo con las teorizaciones y los cuentos de hadas del socialismo? Lo que menos importa a los mandamases castristas con este reordenamiento económico es la igualdad social y el mejoramiento de la vida de los cubanos. Lo que realmente les interesa es poner orden en sus finanzas, atraer la inversión extranjera y recaudar divisas.

Respecto a si será conveniente para la población la tan llevada y traída unificación monetaria, eso es solo un señuelo para marear la perdiz, como ya sucedió con el matrimonio igualitario, utilizado para distraer e impedir que se discutieran otros puntos de la nueva Constitución.

Han convertido en un culebrón la unificación monetaria, con las ininteligibles explicaciones economicistas durante horas de Marino Murillo, ahogado por el nasobuco y que no acababa de precisar si el CUC equivaldrá por fin a 20 pesos cubanos y cuándo será ese primer día del mes en que nos quedaremos con el peso como única moneda.

Teniéndonos pendientes principalmente de eso, han conseguido que no reparemos demasiado en la subida de precios y la consiguiente inflación que viene como parte de un paquetazo de terapias de choque que se niegan a reconocer como tales, y con las que el régimen pretende mantenerse a flote.

Es al Estado para quien de veras es importante el fin de la dualidad monetaria, para ver si puede resolver las deformaciones de la economía cubana, un asunto que constituye una pesadilla para los más avezados economistas.

La dualidad monetaria y la inexistencia de tasas de cambio reales creó males como la segmentación del mercado interno, la falta de estímulos en el mercado laboral, el descontrol en los precios, el caos en la contabilidad de las empresas y las evaluaciones distorsionadas sobre la factibilidad de inversiones y proyectos.

Fue otro disparate de Fidel Castro, cuando diez años después de haber despenalizado la tenencia de dólares, en el año 2004, pretendiendo la soberanía monetaria, gravó el dólar e impuso el peso convertible, sin consultar a la Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano supuestamente encargado de legislar sobre la política monetaria.

Hace muchos años que los gobernantes post-fidelistas debieron haber buscado el modo de hacer confluir el CUP y el CUC, unificando las tasas de cambio por medio de devaluaciones progresivas, hasta conseguir una moneda única. Pero para ello se necesitaba la creación de una nueva estructura financiera y cambios institucionales y económicos que no estaban dispuestos a hacer. El aplazamiento de las ineludibles reformas microeconómicas ha traído un alto costo social.

Los dólares y euros de los cubanos que pueden acceder a ellos, gracias principalmente a las remesas de sus familiares en el exterior, hacen más llevaderas sus vidas. Pero se calcula que la mitad de los cubanos tiene poco o ningún acceso a la moneda dura. Y muchos artículos de primera necesidad sólo se pueden adquirir en las tiendas por moneda libremente convertible, tarjeta bancaria mediante, a precios elevados.

El problema financiero no se resuelve sólo con que haya una moneda u otra, o las dos. Recordemos que desde 1915, cuando Cuba creó su moneda nacional, hasta 1959, el peso cubano y el dólar norteamericano circulaban libremente en el país, tenían paridad y se usaban indistintamente.

Share:

0 comments:

Publicar un comentario