miércoles, 29 de enero de 2020

El culpable se lava las manos: detalles sobre el trágico derrumbe en La Habana.

Por Camila Acosta.


“Tuvo que pasar esto para que apuntalaran el edificio”, dijo Pedro, mientras observaba a las grúas y a los trabajadores asegurando el local cuyo derrumbe este lunes provocara un fatal accidente.

Lisnavy Valdés, María Carla Fuentes y Rocío García fallecieron producto del derrumbe de un balcón en las calles Vives y Revillagigedo, frente al parque y la Iglesia de Jesús María, en La Habana Vieja.

Las niñas, de entre 10 y 11 años de edad, estaban ensayando para una actividad a realizar hoy, con motivo del natalicio de José Martí. Carmen, compañera de estudios de las tres, narra que cruzaron la acera y, “de momento, se cae el balcón”.

Manuel relata que, en cuanto sintió el estruendo del derrumbe, corrió a ayudar: “Sacamos primero a una que estaba vestida de uniforme. La madre se le echó a llorar encima, se la quitamos y la montamos en un carro, para el hospital. Cuando fui a cargar a la segunda se le cayó el cerebro para el piso, y también la montamos en un carro. A la tercera ya no pude aguantar más, porque empecé a sentirme mal y a vomitar”, cuenta, y apenas puede sostener el recuerdo del suceso.

Dos de las niñas fallecieron en el lugar. La tercera lo haría en el hospital.

El edificio estaba deshabitado y en proceso de demolición desde hacía más de un año. Los vecinos denuncian la negligencia de las autoridades municipales, pues el accidente era evitable. Otros declaran que la tardanza en la demolición se debía a que los trabajadores vendían los ladrillos.

Este constituye el segundo derrumbe fatal que ocurre en La Habana en lo que va de año. Solamente en 2019 hubo más de 750, gran parte de ellos producto del tornado del pasado 27 de enero de 2019.

Pareciera un mal augurio que justo este lunes se conmemorara un año de aquel tornado, el cual también había afectado la edificación cuyo derrumbe parcial provocó las muertes de las tres menores de edad.

En La Habana Vieja, mientras el régimen invierte en lujosos hoteles, los edificios familiares se derrumban, muchas veces provocando muertes y cientos de familias permanecen en albergues en condiciones deplorables.

Los vecinos explican que las autoridades municipales se personaron inmediatamente y enseguida acordonaron el lugar, mandaron a recoger los escombros y a asegurar las ruinas. Pero ya era demasiado tarde, lo peor había sucedido.

Hoy Lisnavy, María Carla y Rocío serán sepultadas. En el barrio apenas se escuchaba el ruido de los trabajadores apuntalando las ruinas del edificio. Muchos debían estar en la Funeraria Nacional, apoyando a los familiares. Ni siquiera la escuela Quintín Banderas, a donde iban las niñas, dio hoy sus clases y lo más probable es que la actividad por el natalicio de José Martí se suspendiera.

Ante la triste noticia todos se preguntan ¿Hasta cuándo? Hasta cuando seguiremos lamentando estos trágicos sucesos sin que pague el culpable: un régimen que roba el dinero del pueblo y no invierte en mejorar su calidad de vida.
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