La falta de suministros médicos en Cuba es permanente. Muchas veces los médicos se ven impedidos de recetar los fármacos más efectivos porque saben que en la farmacia no los hay.
En la Isla se cumple el milagro de los panes y los peces. Por eso no es extraño que, a pesar de la escasez de medicinas, de médicos y recursos para trabajar en los centros asistenciales, los directivos del Ministerio de Salud se empecinen en declarar que cada año concluye con mejores indicadores.
“El año pasado, la falta de medicinas tocó fondo, y este año empezó igualito”, dice un vecino que fue a comprar los medicamentos para su enfermedad crónica del corazón, y de tres, encontró sólo uno. Se queja de que ha tenido que acudir al mercado negro -más barato que la farmacia internacional en CUC-, pues de no hacerlo así, ya estaría “en el otro lado”.
Pocos ignoran que los medicamentos constituyen uno de los principales rubros de exportación del país. Pero lo que sí es un secreto es a dónde va a parar el dinero obtenido por ese concepto, porque hace más de diez años que dirigentes del sector de Medicamentos del Ministerio de Salud Pública han informado a través de los medios estar trabajando para fortalecer la industria farmacéutica, sin embargo, este sensible sector no escapa del abandono gubernamental.
Existen en la Isla 13 000 instituciones de salud y más de 94 000 médicos, para una tasa de 8,2 por cada mil habitantes, aunque en la práctica esto no se cumple, dada la gran cantidad de galenos que el gobierno tiene alquilados en otros países. Además, de poco valen esas cifras si apenas hay medicinas, y los pacientes son víctimas de la falta de ética del personal médico restante, del maltrato, la apatía y el deterioro de las instalaciones y el mobiliario.
La pasada semana, Eneyda, una señora de 84 años residente en un hogar de ancianos de Centro Habana, fue ingresada en el hospital Clínico Quirúrgico General Freyre de Andrade (Emergencias) con edema pulmonar e insuficiencia coronaria. Como la mañana estaba muy fría, le preguntó a la auxiliar de limpieza cómo podía conseguir agua caliente para bañarse. La aludida, dándole la espalda, rezongó burlonamente: “Oye pa’ eso, agua caliente quiere la señora”. Esta y otras formas de maltrato del personal de salud se escuchan con bastante frecuencia. Algunos creían que con el incremento de los salarios mejoraría el trato y la atención a los pacientes, pero las cosas siguen de mal en peor. Es por eso que los más escépticos consideran que la grave crisis de la salud pública cubana necesita mucho más que un incremento salarial para solucionarse.
Los medios exhiben como ejemplo de entrega y profesionalismo al personal que cumple misiones internacionalistas. La población comenta que es por el mísero incentivo que reciben en CUC. Si consideramos, además, la mascada que recibe el gobierno por cada uno de ellos, es lógico que los controlen para garantizar la calidad del servicio. Y como estos trabajadores tampoco quieren perder la oportunidad de realizar su proyecto de vida, se afanan para permanecer contratados.
La falta de suministros médicos es permanente en policlínicos y postas médicas. Hace más de un año que a una joven vecina le salen en todo el cuerpo unos dolorosos abscesos (quistes) que requieren de antibiótico y cirugía. Ante la persistencia de estos, el médico le mandó un exudado, pero no se lo pudieron hacer porque no había reactivo. Mientras, para curarla, debe llevar el material al policlínico, pues “allí no hay nada”, afirma la mamá.
Muchas veces los médicos se ven impedidos de recetar los medicamentos más efectivos porque saben que en la farmacia no los hay. Entonces optan por darle alternativas al paciente, como le sucedió a Yolanda, intoxicada por un antibiótico que le pusieron en el policlínico. Cuenta que cuando la enfermera terminó de quemarle las verrugas, metió el dedo en un pote y le untó una pomada sin más explicación que “Es un antibiótico”. Al llegar a casa, Yolanda tenía la piel enrojecida e inflamada, y sentía pinchazos y escalofríos. El médico le diagnosticó una reacción alérgica y le dio una lista de tabletas antihistamínicas y cremas esteroides, por si tenía alguna de ellas, porque en la farmacia no había ninguna.
Con frecuencia el periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), publica unas notas (“Tu servicio de salud es gratuito, pero, ¿cuánto cuesta?”) en las que van enunciando el costo de los procedimientos. También en los centros de salud hay carteles con este tipo de propaganda denigrante y humillante, que crea en la población angustia e incertidumbre por temor a perder estos servicios.
Hay dos frases muy utilizadas que resumen la deshumanización del “gratuito” sistema de salud cubano. Cuando un médico sentencia: “Ya no hay nada más que hacer”, y que la población sintetiza como: “Lo mandaron a morir para la casa”. Y es que una enfermedad terminal se traduce en agonía para el enfermo y sus familiares, ya que no existen para la población centros especializados en cuidados paliativos.
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