Mucho más parecido a un bono de feria que a una moneda, el Peso Cubano Convertible o CUC continuó disminuyendo su valor de cambio frente al dólar en los días posteriores al anuncio de la apertura en Cuba de un nuevo tipo de comercio estatal donde determinados artículos serán vendidos solo a aquellas personas que reciban dólares estadounidenses (u otra moneda fuerte) desde el exterior o para quienes los tengan en su poder y se arriesguen a intercambiarlo directamente en los bancos cubanos a razón de 0.87 centavos por cada dólar que ingresen directamente en ventanilla.
Una tasa oficial establecida por el Banco Central de Cuba desde el año 2005, cuando comenzó a aplicarse el gravamen de un 13 por ciento al USD, pero que muy poco tiene que ver con las tasas de cambio registradas en el mercado ilegal de divisas, principal espacio a donde acude la mayoría de los cubanos y extranjeros para realizar transacciones, a riesgo de ser atrapados por la policía o ser víctimas de estafadores.
De los 0.96 y hasta 0.98 centavos de CUC que recibía una persona por cada dólar que vendía en el mercado negro de divisas hace un año atrás, las cifras se han disparado en los últimos días desde 1.05 CUC hasta 1.09 CUC, incluso hasta alcanzar sorprendentes devaluaciones entre 1.40 CUC y 2 CUC por dólar, debido a la alta demanda de la moneda norteamericana y la dificultad para obtenerla.
De acuerdo con la información obtenida de los clasificados publicados en el sitio digital Revolico (en su sección Divisas) -que por su peculiaridad pudiera funcionar como un indicador del comportamiento de la economía “subterránea” o “profunda” de la isla-, en los últimos seis meses el CUC ha perdido valor frente al dólar e incluso ha disminuido su protagonismo frente al más que devaluado Peso Cubano o CUP, como demuestra el incremento de anuncios donde se especifica que solo se acepta el CUP, el dólar, incluso el euro, quizás como muestra del temor por la posible desaparición del CUC hacia finales del presente año o inicios del 2020, para un retorno de las divisas extranjeras como única forma de pago en la red de comercios estatales, algo que el gobierno cubano ha descartado pero que, por algún motivo, no logra desaparecer de los rumores en la calle, de modo que para algunos es muy aconsejable tener en cuenta eso de que “cuando el río suena es porque piedras trae”.
Creado en 1994 en medio de la catástrofe económica provocada tras la desaparición de los regímenes comunistas en Europa del Este, el CUC o peso convertible permaneció solo por un breve tiempo respaldado en divisas extranjeras, aunque jamás tuvo la capacidad de ser intercambiable por estas fuera del territorio nacional (excepto en el aeropuerto de la Ciudad de México donde aún existe un par de establecimientos que lo aceptan), lo cual lo hacía parecerse mucho más a aquellos llamados “chavitos” o bonos bancarios que usaban marineros mercantes, diplomáticos y un número muy reducido de funcionarios cubanos para la adquisición de productos en tiendas donde les estaba prohibida la entrada al resto de los cubanos.
El establecimiento de pagos en CUC por estimulación a los trabajadores del sector presupuestado, a finales de los años 90, dio inicios a un proceso inflacionario que más tarde se vio agravado con la llamada “Revolución energética” de Fidel Castro, que consumiera en importaciones de equipamientos desde China y Rusia buena parte de las reservas de divisas, dejando al CUC sin respaldo real, aunque se mantuvo la tasa de cambio artificial que lo igualaba con el dólar, mientras que en el sector empresarial debió crearse la llamada Carta de Liquidez o CL, un tipo de CUC respaldado en divisas, muy diferente del CUC vendido en las Casas de Cambio y en algunos bancos, cuyo valor solo se torna efectivo dentro del territorio nacional y, en consecuencia, extremadamente limitado debido al desabastecimiento que afecta a la economía cubana.
El hecho es que el gobierno cubano lleva cerca de veinte años emitiendo dos monedas, el CUC y el CUP, sin ningún tipo de respaldo en divisas y ahora se ha visto en la necesidad de comenzar un proceso de retirada de aquella que se ha vuelto mucho más problemática, en tanto no representa el valor real de los productos que se venden en las redes de comercio.
El retorno al uso del USD en los comercios, de acuerdo con lo que ha sucedido en las últimas décadas en Cuba, probablemente terminará extendiéndose, primero veladamente y más tarde de modo abierto, hacia otras cuestiones más allá de la adquisición o importación de electrodomésticos, siguiendo la pauta de estrategias similares, de múltiples propósitos, donde no solo se busca incrementar las reservas de divisas sino eliminar de la ecuación económica, solapadamente, ese comercio informal de revendedores y mulas. Estrategia maliciosa pero consecuente con la política de aniquilamiento progresivo del sector privado.
Recordemos tan solo que la ofensiva contra los transportistas particulares comenzó con una serie de regulaciones que, bajo la premisa de favorecer al ciudadano, apenas lograron traspasar el control del negocio, anteriormente en manos de los privados, a las cooperativas estatales, sin que esto se tradujera en un mejoramiento de la trasportación pública. Todo lo contrario.
Lo cierto es que, de valor artificial y por tanto extremadamente tóxico, el CUC ha comenzado el proceso de mengua o desaparición, y la reducción de su espectro de opciones para adquirir productos y servicios continuará acentuándose hasta el momento en que desaparezca, pasando el dólar nuevamente a determinar nuestras posiciones como ciudadanos (de primera, segunda o última categorías) en el peculiar escenario socio-económico cubano.
No es necesario que el gobierno cubano declare abiertamente el “deceso” de tal artificio monetario. El hecho tan simple de relegarlo a segundón del dólar y demás divisas extranjeras, favorecerlo con precios, privilegiarlo con atenciones especiales en las agencias exportadoras, de hablar de una extensión progresiva del “experimento” incluso hacia los municipios, ya habla por sí solo del papel que habrá de volver a desempeñar el USD en la economía interna.
Una de las preguntas que quedaría en el aire para quienes han visto ya con agrado o resquemor los “cambios” anunciados hace unos días por el vicepresidente cubano es si los propietarios de las cuentas en divisas, cuyos ingresos provienen del exterior, podrán en verdad, cuando lo decidan, extraer sus fondos en la misma moneda en que los ingresaron.
El gobierno ha insistido en que será posible pero, de acuerdo con lo que vemos hoy en las casas de cambio estatales (CADECA) y en las sucursales bancarias, casi nunca cuentan con dólares y euros para ofrecer en venta, haciendo que la actividad de recanje quede exclusivamente en manos de particulares, algo que de por sí es ilegal.
De modo que es fácil deducir no solo que el CUC se encamina a la muerte sino que los cubanos experimentaremos en breve unos cuantos “corralitos” financieros. Solo es cuestión de tiempo. Entonces el dólar se quedará para siempre y el peso cubano pasará no digamos que al olvido, sino que, por una cuestión de “dignidad” y “soberanía financiera”, continuará como hoy, en el último y más oscuro compartimento de nuestro bolso o billetera.
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