Por Zoé Valdés.
Una joven -eso parece- me increpa por el privado de Stalinbook:
-“Usted siempre está en contra de las jóvenes”.
-No es cierto -respondo amable aunque hastiada-: Estoy en contra de la manipulación cochina de los jóvenes por los adultos. Porque sé de lo que hablo, lo viví en la Cuba castro-comunista. En dos casos específicos me he arriesgado a arremeter contra dos jóvenes en particular: Emma González y Greta Thunberg, porque ambas, teniendo la edad que tienen ya pueden darse cuenta ampliamente de que están siendo manipuladas, y aun sabiéndolo, aprovechan las circunstancias. Una para exponer su sexualidad, entre otras lindezas, y la otra para manifestar lo que ella cree que son sus habilidades histriónicas”.
Silencio de dos días. Pero yo sabía que la susodicha no iba a quedarse dada, o sea, callada. Y, regresa briosa:
-“Pero es que usted piensa que su época es mejor que la mía, y que su generación es superior a la mía. ¿En qué lo es?”.
Tengo que hacer acopio… Taparme la nariz y aguantar la respiración…
-No, querida, la que piensa eso eres tú, y me lo endilgas porque así funcionas. Crees que tu palabra es ley y que nadie la puede cuestionar. Es la época, antes no sucedía de esa manera, antes la palabra que no se cuestionaba era la de los mayores, ahora es la de los imberbes. Pero, ya que hablas de generaciones, término que detesto, y que evité usar incluso cuando fui joven (sí, también lo fui), es tu generación la que no admite críticas porque perteneces a una generación de bitongos supremacistas, asexuados y complejistas, que sólo conversa con su ombligo, el que además, como es natural, no puede responder. Ya que he mencionado las patéticas astucias teatrales de tu Greta y tú me preguntas en qué mi generación es superior a la tuya, siento decirte que la lista de diferencias, que no sólo ventajas, es extensa. Sólo citaré dos, lo haré por fotos.
La primera foto que te adjunto es mi Greta, la segunda es la tuya. La tuya, mediante argucias politiqueras seudo-científicas intenta borrar a la mía que se auto-construyó mediante su inmenso arte y nos hizo soñar a todos. No permitiré que la destruyas mientras yo viva. Así y todo, maravillas de la vejez, que tú lo llamas, y yo lo llamo sabiduría: yo tengo dos Gretas, la buena y la mediocre. Tú solo la mediocre. Que, dicho sea de paso, no lo es tanto para el dinero, porque va en camino de embolsillarse cifras inimaginables contantes y sonantes. Lo que ni siquiera pudo hacer la Garbo, con todo su genio y su belleza y trabajando como una perra para Hollywood en el tiempo récord de un año, que ha sido el tiempo en que tu Greta pasó de exhibirse sentada en un trozo de acera sueco (como hacían las de la profesión más antigua del mundo) a una tribuna en la ONU, millones de euros y de dólares mediante. De nada.
Bah.
La tercera foto es una captura de pantalla, enviada por Facebook antes de que yo publicara el contenido. En cualquier momento…
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