Las bicicletas han sido el medio de transporte de los cubanos por décadas.
Yuleidys estudia Licenciatura en Química en la Universidad de La Habana. La facultad está por Zapata, en El Vedado. Como vive en Lawton se traslada en la 174, que coge en la primera parada, pero el transporte esta tan malo que debe levantarse a las 5:00 a.m. para llegar puntual. Cuenta que a media mañana no puede controlar el sueño y se pone a cabecear en el aula. “Pero no soy la única que se queda dormida, todos pasamos mucho trabajo para transportarnos hacia la escuela”, aclara.
Ella quisiera comprarse una bicicleta, porque el transporte público cada vez está peor, siempre hay mucha inestabilidad. El año pasado fue la falta de ómnibus y de choferes. Así lo ratificó Juan Julián Caballero Martínez, director general de la Empresa Provincial de Transporte de La Habana (EPTH) en entrevista a la prensa (Juventud Rebelde, 14 de marzo de 2018), cuando reconoció el éxodo de choferes en la capital y que se estaban dejando de transportar diariamente 700 000 pasajeros.
Para aliviar aquella situación llegaría un contingente de choferes de otras provincias. Después, con el anuncio hecho en diciembre por el ministro de Transporte de que para este año la transportación de pasajeros en La Habana iba a estar reforzada con 400 microbuses y 90 ómnibus, algunos ilusos pensamos que la situación mejoraría. En lugar de eso, ahora de buenas a primeras se aparecen con esta falta de petróleo. A saber, qué será la próxima vez.
De manera que Yuleidys lleva días recorriendo tiendas, pero no hay bicicletas. Hasta buscó en Revolico, pero allí las que encontró estaban muy caras. “¿No te parece mucha la distancia para recorrerla en bicicleta?” Le pregunté, y me respondió: “Mi mamá estudió en la CUJAE, y me contó que iba y venía en bicicleta desde Lawton. Años después, me llevaba a la escuela y seguía para el trabajo. Pero tuvo que prescindir de su inseparable ciclo porque se perdieron las gomas, y las cámaras, y las piezas de repuesto. En fin, que el gobierno le sacó el pie a las bicicletas”.
En efecto, durante el periodo especial también el transporte se vio seriamente afectado, de modo que el gobierno aplicó una medida que, aunque no resolvió los graves problemas que por esta causa afectan a nuestra Cuba desde la década de los sesenta, alivió en algo la situación: empezó a venderle a la población bicicletas, fundamentalmente chinas.
Aquella opción, aunque físicamente desgastante, representó en cierto modo un remedio, sobre todo para los estudiantes y los trabajadores, que en ocasiones, después de largo tiempo en las paradas de ómnibus, tenían que regresar para sus casas. Fue tal el incremento de bicicletas, que se crearon ciclo-vías en las avenidas y calles principales para proteger a los ciclistas.
Sin embargo, en lugar de mantener aquel logro con la oferta de bicis y piezas de repuesto, gomas y cámaras a precios asequibles en la red de tiendas estatales, estas fueron desapareciendo, a la vez que en el mercado negro se podía encontrar todo tipo de aditamentos y agregados a precios exorbitantes e inalcanzables para un estudiante o trabajador, lo que obligó a muchas personas a prescindir de las bicicletas.
“Yo trabajaba en la feria de 23, en el Vedado. Iba desde el Barrio Obrero y llevaba mi mercancía en la bicicleta. Pero el pedaleo cansa, por eso le compré a un marinero mercante una original con motor, pero cuando la cogieron con los motores, la Policía me la confiscó”. Me comentó Luisa María, una artesana que ahora maneja una moto eléctrica de las que traen para vender las personas que viajan.
En este sentido, el 19 de diciembre de 2013 el Granma publicó una información del Consejo de Ministros que, entre otras cosas, anunciaba: “Al propio tiempo la política aprobada por el Consejo de Ministros prioriza la venta de bicicletas, incluyendo las eléctricas, para las cuales se establecerán precios sin fines recaudatorios, deberá garantizarse la disponibilidad de baterías, neumáticos, accesorios y piezas de repuesto sin fines recaudatorios en sus precios”.
Sin embargo, aquel anuncio no fue más que una burla, pues en lugar de ello, las bicicletas eléctricas conocidas popularmente como motos eléctricas comenzaron a venderse desde el 2009 con un precio no precisamente módico (988.00 CUC), ni existe donde adquirir los repuestos como baterías y cargadores, por lo que una gran mayoría está en desuso.
En cuanto a las bicicletas, es en la fábrica Ángel Villareal Bravo, de Santa Clara, donde no solo ensamblan, sino también conforman determinadas partes. La instalación produce 18 modelos, creados desde que comenzaron en 1995 con el objetivo de paliar el déficit del transporte. Según declaró a Granma el 14 de septiembre de 2012 Elier Pérez Pérez, director de la fábrica, el plan total de ese año superaba las 60 000 unidades para el mercado en Cuba (Tiendas Recaudadoras de Divisas y algunos organismos). No obstante, los precios son inalcanzables.
Muchas de las tantas personas defraudadas por las cosas que suceden en Cuba se preguntan: “Si en Santa Clara tenemos una fábrica que hacer bicicletas -las Minerva-, ¿por qué no las venden a precios asequibles y en moneda nacional?”.
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