Por Raúl Rivero.
Los que van ahora a ayudar a Cuba a salir del hoyo donde está metida, con Nicolás Maduro y todo, no son aquellos rusos que manejaban a toda velocidad unos camiones destartalados, usaban camisas guarapeteadas, porque creían que eran tropicales, repartían discretamente latas de carne, ropa con defectos congénitos y trataban de ponerse en los dientes, cualquier pedazo de oro proveniente de las sortijas de los cubanos.
No, no van los soviéticos. Va Rusia, una potencia capitalista, dirigida por comunistas nostálgicos.
Así es que algunos viejos dirigentes, comenzarán a tratar de recuperar el idioma ruso que aprendieron cuando era un programa obligatorio de la radio y lo enseñaban hasta en los juegos de pelota, y aprovecharán la colaboración de los técnicos que viajen y los recursos que lleven, para tratar de mantenerse un poco más de tiempo, haciendo el papel de que trabajan por la buena marcha del país.
Esta vez la ayuda no trae el sello de la regalía que impusieron los soviéticos. Los funcionarios rusos buscarán fórmulas novedosas para conseguir que sus colegas isleños les paguen, de alguna manera, las inversiones que harán desde Moscú para reanimar el agónico ferrocarril cubano, facilitar petróleo, producir elementos importantes para la sociedad cubana, incluida una gran embotelladora de agua que servirá al turismo y, cómo no podía ser de otra manera, al renglón de ventas de servicios militares.
Los rusos prometieron que aportarían 2.000 millones de dólares para reanimar los ferrocarriles en Cuba, según un discurso de Vladimir Putin. De ese dinero, dicen las informaciones oficiales, 220 millones se invertirán antes del año que viene. Por el momento, de 75 locomotoras asignadas por Rusia han llegado 51. El problema es que las vías son un desastre y, por ahora, falta también el hidrocarburo.
Los hombres del Kremlin darán, además, 110 millones de dólares para la búsqueda de petróleo en el mapa cubano. De hecho, hace poco se inició un trabajo de exploración, donde están trabajando conjuntamente técnicos de la estatal Cuba Petróleo y la rusa Zarubezhneft.
En febrero pasado, el gobierno cubano había comprado a Rusia 43 millones de dólares en material militar.
Los rusos quieren reafirmar su presencia y demostrar cierta fuerza económica en el continente americano con estas bondades estudiadas con la dictadura castrista. Y el castrismo está satisfecho, entregándole otra vez la nación a los rusos, porque reencontró el fantasma de un viejo mandamás, que perdió en su camino de sumisión.
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