A Armando la calma se le agotó. No ve un resquicio, un asomo, algo que lo haga retractarse de la decisión que ya tomó y que está a punto de ejecutar. Hastiado, cansado, abrumado. Así está Armando de vivir en Cuba. Habla de emigrar y es cuando único le brillan los ojos. No tiene absolutamente nada más entre ceja y ceja. Dejó el trabajo, vendió su auto soviético marca Lada y ahora espera a que su novia termine la carrera de Psicología en la Universidad de La Habana para marcharse a Europa a emprender una nueva vida. Sus días pasan delante de un televisor viendo deportes y series norteamericanas o ayudando a un amigo del barrio a armar de cero un Fiat viejo.
«Si uno tuviera más de una vida, como los gatos, yo te digo que me quedaba a ver qué pasaba con este país, pero como a todo el mundo le toca vivir una sola vez, no se puede estar esperando, hay que tomar decisiones, y de este país hay que irse para poder ser persona», dice, embarrado de grasa, tirado boca arriba sobre un cartón. Armando está debajo del Fiat de su amigo. Tiene en su mano izquierda una llave y en la derecha un trapo manchado de gasolina. Saca la cabeza y se explica mejor: «Hermano, en Cuba no hay futuro, esto es un país donde no tenemos crecimiento, donde nos han puesto un techo y donde no podemos decidir por nosotros mismos. Cuando la jeva termine la universidad, nos vamos, eso está ya decidido».
Michel dice «espérate un momento» y se levanta de una silla de metal. Deja su celular sobre una mesa y la cámara muestra un techo blanco y una lámpara de bronce. Luego regresa, toma su Smartphone y camina y habla al mismo tiempo. «Te voy a enseñar la nieve», y sale a la calle. Desde la pantalla se ven las ramas de unos árboles con copos blancos que se desmoronan y caen al suelo, unos árboles tristes y arrugados. «¿Viste que son distintos a los de Cuba?», casi grita, metiendo el rostro en la cámara.
Michel camina unos metros sin hablar. La pantalla se mueve a la derecha y aparecen dos niñas jugando con la madre que las persigue. Luego, a la izquierda, hay una avenida y pasan varios autos. Arriba el cielo grisáceo, casi blanco. «Esto es Milano», dice, y sin percatarse baja la cámara del celular. Lo que sigue es una secuencia de casi tres minutos de sus pasos, sus pasos sobre la nieve. «Los cubanos cuando viajan a Europa lo primero que quieren es ver la nieve, y mírala ahí, increíble, ya estoy aquí».
Armando y Michel no son amigos. El primero nació en La Habana, tiene 28 años, el segundo en Las Tunas, tiene 22. Tampoco se conocen, pero los emparenta que uno. Uno quiere hacer lo que ya hizo el otro: emigrar ilegalmente a través de las agencias turísticas que ofrecen paquetes de viajes a Europa.
Esa es una de las formas eficaces y seguras que los cubanos encontraron para largarse de la isla. Después de la reforma migratoria implementada por Raúl Castro en 2013, que permitía a los cubanos salir al extranjero sin contar con ningún permiso especial, el Ministerio de Turismo lanzó a los pocos meses una oferta de paquetes de viajes con destinos a algunos países europeos.
Cuatro años más tarde, en 2017 Barack Obama abandonó la oficina Oval de la Casa Blanca después de dos mandatos de cuatro años como presidente de Estados Unidos. Unos días antes de hacer las maletas decidió derogar la política de «pies secos, pies mojados», que por más de 20 años permitió que todo cubano que llegara por cualquier vía a territorio norteamericano quedara amparado por la ley y recibiera una residencia permanente en el país.
«El pasado es el pasado, pero el futuro será diferente en lo que respecta a las relaciones migratorias con Cuba. A partir de ahora, los migrantes cubanos que lleguen a EEUU de forma ilegal, salvo algunas excepciones, podrán ser deportados (…) el Gobierno cubano ha acordado que aceptará su vuelta», declaró en ese entonces Jeh Johnson, secretario de Seguridad Nacional y el encargado de implementar la nueva normativa.
Vetada la posibilidad de llegar a Estados Unidos, los cubanos siguieron marchándose en busca de otros horizontes. América de Sur y Europa se convirtieron en destinos recurrentes. Y las agencias de viajes, que ofrecen los paquetes turísticos, uno de las vías más utilizadas para emigrar.
«Hoy día se registra el mayor número de cubanos residentes en Europa, y esa cifra probablemente continuará en ascenso en el futuro inmediato», asegura Jorge Duany,Director del Instituto de Investigaciones Cubanas y Profesor de Antropología en el Departamento de Estudios Globales y Socioculturales de la Universidad de la Florida.
Según Silvia Pedraza, Profesora de Sociología y Estudios sobre América de la Universidad de Michigan y Presidenta de la Association for the Study of the Cuban Economy (ASCE), «los cubanos siguen emigrando porque Cuba es un país que no les provee una vida decente, ni por razones económicas ni por razones políticas; porque no ven futuro en su país y quisieran tener un futuro decente que le brinde oportunidades por su trabajo y recompense sus esfuerzos».
«No es que uno se vaya y en el avión te pongan dos bolsitas de dinero al lado en el asiento, es que al menos la posibilidad de llegar a ser alguien o de tener una vida normal, lo mínimo, que es una casa, comida, un carro y poder salir a divertirse de vez en cuando, está a la mano, uno la tiene alcance. En Cuba se sobrevive, no se vive», dice Armando con algo de enojo, sentado en el suelo.
Ahora está descansando. Lleva enfrascado con el arreglo del Fiat desde bien temprano en la mañana. Sabe de carro, eso es lo suyo, trabajó mucho tiempo como ayudante en un taller automotriz. Sentado en el suelo, la espalda apoyada a una pared, come un plato de arroz blanco con revoltillo y dos plátanos maduros. Es el almuerzo que puede darle su amigo a cambio de la ayuda.
«Soy un luchador, estoy seguro que voy a triunfar, los cubanos estamos hechos para la guerra. Lo mismo voy a barrer una calle que a vender croquetas en una cafetería, lo que sea, el tema es que cuando llegue a fin de mes no voy a tener el agua al cuello ni voy a tener que volverme loco porque en las tiendas no hay ni pan, ni harina, ni jabón, ni papel sanitario, ni desodorante, y en las calles habrá taxis para moverse», la boca llena de comida.
La decisión de largarse no es exclusiva de Armando, sino que fue tomada a seis manos. La novia, la madre de la novia y él llegaron a misma la conclusión. Era lo mejor para ellos. Solo acordaron esperar hasta que la chica terminara sus estudios universitarios.
La suegra de Armando fue quien abrió el camino. Verificó la estrategia y luego dio la luz verde para que siguiera la pareja. Fue al Miramar Trade Center, un edificio ubicado en el municipio Playa, en La Habana, y ahí visitó las oficinas de la agencia Daiquirí Tours.
Cuando la llamaron, dijo que estaba interesada en conocer Europa, que quería pasarse unos días por allá. Italia es lo que estaba disponible en ese momento, un paquete que costaba poco más de 3 000 CUC. Pagó al contado y mostró el resto de la documentación que le pedían: la propiedad de su casa, una carta de su centro de trabajo que explicaba su estatus laboral, una cuenta bancaria con saldo mínimo de 4000 CUC, el pasaporte vigente y dos fotografías. Además, tuvo que pagar el pasaje de ida y regreso, 60 CUC para la solicitud de visado en la embajada y otros 60 CUC por el seguro de vida.
En unos días, la madre de la novia de Armando llegó a Roma y el grupo de 26 turistas cubanos fue llevado a un hotel para soltar el equipaje y acomodarse hasta el día siguiente, cuando comenzarían a conocer la capital italiana. Ya desde la habitación, ella hizo un par de llamadas por WhatsApp, dejó correr el tiempo, veinticinco minutos que le parecieron interminables y, sin desempacar la maleta, volvió a atravesar el salón del lobby del hotel en dirección a la calle.
«Está en España ahora, viajó desde Italia hasta Madrid, hablamos casi todos los días, está loca porque nosotros vayamos ya, es una vía segura», dice Armando. A su novia le restan apenas unos meses para la tesis de graduación.
«Parece que estoy disfrazado», dice Michel. Sigue con su teléfono encima. Las manos enguantadas, un gorro que le tapa la cabeza. Lleva un abrigo de piel color marrón, un pantalón grueso y unas botas invernales. La temperatura en Milán marca dos grados Celsius.
«Yo vine por España hace un año y algo, probé suerte ahí mismo, pero no me fue bien, después me fui a Francia y Bélgica, tampoco logré un trabajo bueno, también lo intenté en Alemania y por gusto, hasta que caí aquí en Italia y clasifiqué», cuenta. Ahora trabaja como informático en una pequeñita empresa de elaboración de alimentos.
Michel hizo lo mismo que la madre de la novia de Armando. Largarse a través de los paquetes de viajes turísticos. Es una manera ilegal, pero sin riesgos. «Para que tengas una idea, en mi viaje éramos 19 y creo que nada más viraron dos parejas de ancianos», dice Michel. Y agrega: «Es fácil, esta es la mejor vía para salir de Cuba, pero es bien costosa, no todo el mundo tiene esa cantidad de dinero, sino Cuba se hubiera quedado vacía ya».
Después de un año en Europa, Michel sigue ilegal, sin papeles. Todos los trabajos han sido tapiñados, en negro. No ha tenido mucha suerte y ha padecido la soledad, la nostalgia y ha sufrido la aspereza de los sitios extraños y desconocido, implacables con los inmigrantes.
«La cuestión es echar para adelante, si ya di el paso tengo que aguantar ahora. Cuando el zapato más me aprieta y la cosa se pone más dura, siempre pienso que en Cuba iba a estar peor», dice.
Un mes antes de volar a España, un día cualquiera, el calor de La Habana despertó a Michel en mitad de la tarde. El ventilador se había apagado, no había electricidad. Saltó de la cama con hambre y fue al refrigerador. En el camino se topó con su madre que limpiaba la casa con un pulóver viejo porque no tenía colcha para trapear el piso. Llegó a la cocina. Abrió el refrigerador y dentro vio un aguacate casi podrido aún con cascara, dos botellas de agua y tres huevos. «No aguanto más», se dijo en ese momento. «Me voy».
Pidió dinero prestado a varios amigos, reunió lo necesario, se hizo pasar por turista y se largó. «Todo lo que yo ganó aquí es para poder pagar mi deuda en Cuba, estoy seguro de que cuando la termine todo me irá mejor, porque no tendré esa presión encima», dice.
Michel termina de mostrarme los alrededores del lugar donde vive en Milano. «Ya casi te tengo que dejar porque tengo que bañarme para irme a trabajar», dice. Después se arrepiente: «No, espérate, quiero enseñarte lo último».
Camina por un pasillo estrecho, corto, llega a una habitación sin luz, prende el interruptor y la cocina se ilumina. Se agacha un tanto, abre el refrigerador y dice: «Mira esto, hermano. De todo, leche, carne, jugo, pan, todo, y yo soy pobre».
Los cubanos pueden acceder a los servicios de varias agencias turísticas, aunque algunas pocas como Panavisión Tours y El Corte Inglés ofrecen servicio online. Ahí las reservas se hacen a través de tarjetas de crédito y no incluyen visas y vuelos, por lo que no son las entidades preferidas por los cubanos, a pesar de que sus paquetes son los más económicos. La mayoría ronda los 500 CUC. En el Miramar Trade Center, Daiquirí Tours, Welcome Caribe y Online Tours venden sus paquetes al contado. Y estas agencias sí corren con los servicios de solicitud de visado, reserva de vuelos, de hoteles, etc.
Una de las agentes de venta de Daiquirí Tours nos contó que dos meses antes de que concluyera el 2018 ya todos los paquetes del año estaban vendidos, pero a partir de enero de 2019 todas las compañías pasarían a subordinarse a la empresa estatal cubana Havanatur.
Al parecer, el Estado ya empezaba a sentirse incómodo con lo que estaba sucediendo, y quería monitorear y vigilar esta nueva vía de escape.
En la oficina de Havanatur, también ubicada en uno de los edificios del Miramar Trade Center, una de sus funcionarios dijo que en enero también habría cambios a la hora de aplicar a los paquetes turísticos. Aumentaría el precio, el monto exigido en las cuentas bancarias y el tiempo de depósito de ese dinero en las cuentas.
En la agencia Blue Panorama de Distel Caribe, corroboraron que los cambios fueron provocados por la creciente emigración a través de esta vía. Blue Panorama solo vende a Italia dentro de Europa y sus paquetes son muchos más caros que el del resto de las agencias, por lo que sus servicios no son frecuentemente utilizados. No obstante, en su caso, de cada grupo turístico de alrededor de 30 turistas, un promedio de tres o cuatro personas.
Aunque costosa, esta vía migratoria, además de segura, garantiza en altos por cientos la aprobación de visas en las embajadas en La Habana de los diferentes países europeos destinos de viaje. El factor más complicado es alcanzar la solvencia económica que permita el pago de los distintos trámites, y es justamente por ahí por donde el gobierno cubano quiso apretar la tuerca.
Samuelle Fazzi, Primer Secretario y Cónsul de la embajada de Italia en Cuba, dice: «Existe un aumento de solicitudes de viajes hoy en la isla, hay sectores que han progresado económicamente y que quieren gastar dinero, no es un derecho nuestro entregar el visado a todas las personas, pero a las agencias las privilegiamos porque garantizan un gasto en nuestro país».
Según Fazzi, la mayoría de estas agencias tienen base legal en Italia, y cada semana se reservan citas y se solicitan de 15 a 20 permisos.
«No es ni si quiera un riesgo, porque peor de cómo estamos aquí ya no vamos a estar», dijo Armando sobre sus preparativos y sus planes de escape.
Cuando le digo, en ese entonces, que podrían cerrar el nuevo flujo migratorio a través de las agencia de viaje, contesta que «en el peor de los casos, que ya no pueda irme por ahí, aunque lo dudo, buscaré otra vía, te digo que ya se me acabó la paciencia, que es una decisión».
En Milano, Michel llega de trabajar. Extenuado, pero siempre contento. Su vida es tan solitaria que, desde que lo contacté, se pasa el día escribiéndome al chat. Va a la cocina, se prepara un chocolate caliente y regresa a la sala. Mientras se quita el abrigo, dice: «Cada vez que llego de la calle y me saco esta cantidad de trapos, me parece que estoy soñando, no por usar guantes, gorro y abrigos gordos, sino porque me gusta llegar a casa, me paso el día queriendo volver a casa, porque hay tranquilidad aquí. En Cuba yo nunca quería regresar a ese martirio de solar donde vivía».
Documentos requeridos para viajar a Italia.
Documentos requeridos para viajar a España.
Opiniones de expertos: el saldo de los pies secos y los pies mojados.
El 12 de enero de 2017 Barack Obama tomó una de sus últimas decisiones como presidente de Estados Unidos cuando derogó de un plumazo, luego de 20 años de implementación, la política «pies secos, pies mojados», apéndice de la Ley de Ajuste Cubano de 1966, reconfigurando así el flujo migratorio de la isla.
A través de un comunicado oficial, Obama dijo delante de las cámaras: «Hoy Estados Unidos está dando pasos importantes para avanzar hacia la normalización de las relaciones con Cuba y darle una mayor consistencia a nuestra política migratoria».
La Ley de Ajuste Cubano garantiza que todo cubano que entre al país de forma legal pueda aplicar a la residencia legal luego de un año y un día de permanencia en territorio estadounidense. Luego del éxodo masivo de balseros en el verano de 1994, el Gobierno de Bill Clinton le agregó a esta Ley una normativa que llegó a ser conocida como la política de «pies secos, pies mojados», la cual implicaba que todo cubano que fuera interceptado en el mar sería devuelto a la isla, pero aquellos que lograran llegar a tierra norteamericana podían permanecer en el país, obtener un permiso de trabajo, aplicar a programas de ayuda y, transcurrido el año, solicitar la residencia permanente.
«A partir de ahora, los cubanos que entren de forma ilegal a los Estados Unidos serán tratados de la misma manera que tratamos a los migrantes de otros países», sentenció Obama en su comunicado. Inmediatamente, deshechos, miles de nacionales descartaron la posibilidad de buscar el sueño americano. De esta manera, la emigración cubana cambió la dirección de su brújula. Con el norte cerrado, había que buscar en el sur o bien del otro lado del Atlántico, en Europa.
Para Michael Bustamante, profesor de historia moderna de Cuba y el Caribe de la Universidad Internacional de la Florida, «en el contexto de una progresiva normalización de las relaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, no tenía sentido que la política migratoria de Estados Unidos hacia los cubanos siguiera siendo ‘anormal’, en comparación con las políticas migratorias que mantiene Estados Unidos hacia ciudadanos de otros países».
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países el 17 de diciembre de 2014 ya prefiguraba un tanto la nueva dirección que podría tomar la política migratoria de Washington hacia Cuba. Según Ted Henken, profesor de sociología y estudios latinoamericanos de Baruch College y de la Universidad de New York, «los cubanos en la isla veían que este cambio podía llegar y por eso se aumentó la emigración notablemente durante 2015 y 2016. Además, era una de las cosas que podía hacer Obama sin pasar por el congreso y sin tomar ningún riesgo político dado que no se postulaba como candidato y que ya había ganado Donald Trump».
Silvia Pedraza, profesora de Sociología y Estudios sobre América de la Universidad de Michigan, cree que «en un momento Obama dijo que cuando la gente está insatisfecha con su país, en vez de irse deben de quedarse y promover cambios desde adentro. En otro momento Obama dijo que de esta forma la política migratoria ahora sería la misma para los cubanos que para los otros grupos de inmigrantes. Creo que ambos fueron factores en su decisión».
El cambio de ruta era, entonces, previsible. «El fin de la política ha acelerado la emigración cubana hacia Europa Occidental y ha ampliado la búsqueda de rutas migratorias alternativas», afirma Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas y profesor de Antropología en el Departamento de Estudios Globales y Socioculturales de la Universidad de la Florida.
Según Duany, «la Unión Europea (UE) se ha convertido en el principal receptor de migrantes y refugiados a escala global. El aumento reciente de la emigración irregular hacia Europa, sobre todo a través del Mediterráneo, ha causado la mayor crisis humanitaria en el continente después de la Segunda Guerra Mundial».
Sin embargo, en sentido estricto, el éxodo cubano a Europa aún no constituye propiamente una «crisis migratoria» tal como la que ocurrió en varios países de Centroamérica y Suramérica en 2015 y 2016, o la Crisis de los balseros en 1994.
Dice Duany: «Ciertamente, hoy se registra el mayor número de cubanos residentes en Europa y esa cifra probablemente continuará en ascenso en el futuro inmediato. Comparado con otros flujos migratorios hacia Europa Occidental, como los provenientes de África, el Medio Oriente o Europa del Este, el éxodo cubano no parece haber hecho crisis aún, a juzgar por sus números relativamente modestos y su percepción pública poco estigmatizada en las sociedades receptoras».
Por su parte, William Leogrande sostiene que «los cubanos continúan emigrando principalmente por razones económicas, porque Cuba está experimentando un crecimiento lento y es difícil ganarse la vida dignamente allí». Leogrande es profesor de la Universidad Americana de Washington, D.C. y además es coautor junto a Peter Kornbluh del libro Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana.
Henken, en cambio, dice que el motivo fundamental por el que los cubanos emigran «es la falta de cambios fundamentales en el sistema político cubano que incluyen derechos liberales básicos como libertad de prensa, asociación, etc… y la falta de mejoramiento económico que toca la vida del cubano da a pie y la falta de derechos a la prosperidad, pequeña empresa legal y enriquecimiento. Los cambios sustanciales que sí se han dado han sido de una profundidad menor y una rapidez nula y dejan a los cubanos más frustrados que esperanzados».
La opinión de Henken coincide con la visión de Jorge Duany, quien argumenta que «la principal razón para la elevada tasa migratoria sostenida durante las últimas décadas parece ser el deterioro de las condiciones de vida en Cuba a partir de la crisis económica de los años noventa, el llamado Período Especial en Tiempos de Paz».
Y agrega un punto principal: «Para muchos jóvenes cubanos, la única manera de lograr sus proyectos de desarrollo personal y profesional es la salida del país. También puede constatarse frecuentemente el descontento con el sistema político establecido en la Isla».
Silvia Pedraza está convencida de que el éxodo masivo cesará cuando en Cuba haya «elecciones democráticas justas y libres y el trabajo sea remunerado justamente». Luego suscribe la frase de José Martí: «Cuba nos une en suelo extraño». Y añade: «Hoy ya el suelo no es extraño, pero Cuba aún nos une».
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