El 28 de noviembre de 2005, unos meses antes de enfermarse gravemente, y tres años de apartarse de la dirección del gobierno, Fidel Castro sostuvo un encuentro con los delegados al Congreso Nacional de Economistas y Contadores cubanos en el Palacio de las Convenciones de La Habana.
Allí habló de “los nuevos programas que impulsa la Revolución en beneficio del pueblo y las perspectivas de desarrollo del país en los próximos años”.
En ningún momento, durante los días que funcionó el evento, se mencionó al imperialismo yanqui como obstáculo para impulsar la economía cubana.
Sólo se refirieron a la necesidad del control interno, la honradez de los economistas, y la necesidad de elevar la educación económica de la población, además de lograr una cultura rigurosa de control, el caldo de cultivo para el delito, que se crea donde reina el caos en el manejo de los recursos con la tolerancia administrativa, el socialismo y el nepotismo, y al llamado de Fidel y de Raúl de preservar la Revolución.
¿Mencionó acaso Fidel cuando él y su hermano destruyeron la economía cubana a partir de 1959, un comercio cubano-español profesional y de larga experiencia y fábricas funcionando de forma óptima, en fin, una de las mejores economías de América Latina?
En 2010, cuando Raúl Castro llevaba dos años al frente del gobierno, el profesor Archibald Ritter, especialista investigador de economía en desarrollo de la Universidad de Carleton, en Ottawa, analizó lo los diez grandes errores económicos cometidos por estos dos dictadores.
En el análisis que ofrece este importante economista, Ritter no menciona a los Estados Unidos como principal obstáculo del desastre económico de los hermanos Castro, y señala que el primer error de ambos fue la industrialización instantánea en 1961, que requería de importación de maquinarias y equipos, materias primas y personal directivo.
Así mismo, señala que el sector azucarero se ignoró y la zafra cayó de 6.7 millones de toneladas de azúcar en 1961 a 3.8 millones en 1963, generando una crisis en la balanza de pagos. Esto provocó que Cuba se volviera dependiente de la URSS.
Otro de los errores fue que ambos gobernantes dirigieran la zafra de los diez millones como si se tratara de una campaña militar, como si de esa forma defendieran el honor, el prestigio y la confianza en sí mismos, cuando en realidad estaba garantizada la exportación de azúcar por el bloque socialista para cinco millones, a un precio muy por encima del que pagaba el mercado mundial.
Ese gran error tuvo como consecuencia que se sacrificaran importantes sectores de la economía, como la mano de obra, la capacidad de transporte, los insumos industriales, l energía y las materias primas.
Para aquella campaña de los 10 millones de toneladas de azúcar se adoptó la creación del llamado “Hombre nuevo”, un enfoque radical “guevarista”, totalmente idealista, en el que se utilizaron incentivos morales en lugar de materiales, como si fuera columna guerrillera marchando detrás de Fidel y de Raúl, o como las marchas que convocaron en el Malecón en 2000 y 2006. A esta larga lista de errores, según el profesor Ritter, le sigue el sistema “financiero presupuestado”, en virtud del cual las empresas operaban sin autonomía financiera, sin contabilidad, sin recibir ingresos por las ventas de su producción, ni pagaban por sus insumos con tales ingresos.
El resultado de todo lo anterior fue dicho claramente por el propio Fidel el 7 de diciembre de 1970:
“¿Qué es este pozo sin fondo que se traga los recursos humanos de este país, la riqueza del país, los bienes materiales que tanto necesitamos? No es otra cosa que ineficiencia, improductividad y baja productividad”.
Otro de esos errores, señala Ritter, fueron algunos aspectos de la llamada Revolución energética de Fidel Castro, referente al reemplazo de las grandes plantas termoeléctricas por numerosos pequeños generadores dispersos por toda la Isla, un método de generación de electricidad que no tiene sentido desde el punto de vista económico.
¿No era el momento para que Fidel y Raúl se declararan incompetentes para dirigir la economía del país?
En 2002 los Castro decidieron que no había futuro para el azúcar ante los bajos precios del dulce en ese momento, y decretaron el cierre de 71 ingenios azucareros, de los 156 que se tenían. Se perdió alrededor del 33% de las áreas sembradas de caña, cien mil trabajadores quedaron sin trabajo, los bateyes se convirtieron en pueblos fantasmas. En los años siguientes los precios del azúcar comenzaron a subir.
Ante tales errores ambos gobernantes continuaron al frente del gobierno. Fidel cedió gran parte de su poder al hermano, en un gesto de nepotismo que había criticado en 2005, pero la ineficiencia de la economía castrista continuó en ascenso.
En 2010 Raúl se vio precisado, en plena bancarrota económica, a deshacerse de 500 mil trabajadores del sector estatal, con el propósito de que el sector privado, recién ampliado por él, resolviera el problema de la mayoría de los trabajadores lanzados a la calle.
Hoy, el nuevo presidente escogido llama “coyuntura” a este cúmulo de errores de Fidel y Raúl, como si se tratara de algo que ocurre en un momento dado y no a un estado general de depresión económica, que tiene sumida a Cuba desde hace más de medio siglo.
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