Por Arnaldo M. Fernández.
La gente se incomoda ya hasta porque alguien diga: «Fidel Castro ganó dos guerras civiles y la guerra sucia contra laCIA». Peor aún: el planteo puramente fáctico se retuerce como admiración hacia el dictador y el dicente queda tachado de castrista infiltrado en el exilio, como si no supiéramos que los infiltrados dan otra cara. Lo que da es lástima que no acabe de reconocerse la premisa inicial para enfrentar mejor al castrismo: que no ha parado de vencer -aunque haya hecho leña al país- y tiene ante sí rivales que no sacan las lecciones petinentes para elaborar estrategias más atinadas.
Más de medio siglo de totalitarismo pesan mucho en la psicología exiliar y las falacias afectivas cunden para considerar anticastristas ademanes disparatados o interesados de las disidencias, oposiciones y resistencias, en tanto se tildan de castristas a quienes advierten que por algo Jonathan Farrar dejó caer: We will need to look elsewhere, including within the government itself, to spot the most likely successors to the Castro regime.
En el mismo cable (abril 15, 2009) a Washington desde la SINA, Farrar precisó que la disidencia interna does not address the interests of Cubans who are more concerned about having greater opportunities to travel freely and live comfortably. Da la casualidad que para satisfacer en cierto grado una de esas preocupaciones populares -la otra se resuelve como se puede dentro y con la ayuda de afuera- el gobierno largó la reforma migratoria, que venía discutiéndose en foro público por diversos funcionarios al menos desde el verano de 2009. Y no sorprende que la disidencia interna explicara enseguida «esta escaramuza de ley porque la presión nacional e internacional era ya insostenible», como si el coronel Lamberto Fraga (Dirección de Inmigración y Extranjería) no hubiera cantado el avance a otra fase de colonización* del sur de la Florida: «la persona podrá tener residencia en el país donde esté o donde se ajuste, en el caso de Estados Unidos, y mantener su residencia en Cuba».
En vez de cerrar filas para frenar esa penetración del castrismo, los anticastristas para sí mismos se revuelven contra quienes repiten hoy, en tiempos de oposición pacífica, lo mismo que hacia 1964, en tiempos pasados de beligerancia, advirtió a Luis Fernández-Rocha, secretario general del Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE), su liason con la CIA, George Joannides: Get out of politics, go back to school, and get on with your life.
El juego político en Cuba está perdido y mientras se pierden tiempo y dinero en movimientos que jamás han arrancado una sola concesión a la dictadura ni logrado arrastre popular, sino que más bien se valen de diversas mañas para sostenerse como imagen, la dictadura castrista sigue jugando cuidadosamente sus piezas en el ajedrez político para irse aproximando a la situación en que Washington y La Habana pactarán tablas para desbancar por completo a todos los anticastrismos en sí o para sí.
Y entretanto siguen distorsionándose las imágenes del castrismo por subestimación y de la oposición por sobreestimación, mediante subterfugios y causas perdidas o consuelos que se urden hasta en Internet para prolongar la misma situación de falsos líderes y hasta falsos mártires con que viene preñada la lucha contra el totalitarismo entre cubanos.
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