Por Rafael Azcuy González.
Tumbó a los valientes godos.
Y desde ese infausto día,
por un tirano que había
se hicieron tiranos todos.
Las guerras civiles fratricidas, las reelecciones presidenciales arbitrarias, fraudulentas e impuestas, los golpes militares y los gobiernos constituidos y encabezados por militares, trajeron el despotismo, la corrupción y el latrocinio a nuestros pueblos que sufrieron crímenes, persecuciones, cárceles, destierros y la expropiación de sus bienes. Sería una relación muy extensa y árida –y no es nuestra intención- mencionar solo a todos los que de una forma u otra han ejercido su poder unipersonal sobre nuestros nobles pueblos, comenzando por supuesto con los virreyes y capitanes generales de la época colonial, muchos de los cuales tuvieron facultades omnímodas. Baste solo algunos nombres: Juan Vicente Gómez Marcos Pérez Jiménez y Hugo Chávez en Venezuela, Gerardo Machado, Fulgencio Batista y la actual dinastía de los Castros en nuestra sufrida patria, Trujillo en Dominicana, los Somoza en Nicaragua, Manuel Noriega en Panamá, Pinochet en Chile, Fujimori y Velasco Alvarado en Perú, Stroessner en Paraguay, Galtieri y Videla en Argentina: ningún país escapa a los desmanes de estos señores que creen que la patria es su propiedad. En los últimos tiempos han tratado de aferrarse al poder por diferentes vías Nicolás Maduro, Evo Morales, Cristina Fernández y Rafael Correa.
“(…) El dictador obtiene su poder por medio de la violencia y se mantiene allí por medio de la brutalidad y la amenaza… El dictador teme a la libertad de palabra… El dictador quiere gobernar vitaliciamente… El dictador persigue la unidad de su nación encarcelando y fusilando… El dictador asesina a sus enemigos… El dictador aterroriza a su pueblo… El dictador subordina la justicia a la fuerza… El dictador se abre paso con el ceño fruncido…”Creo que no pocos habrán reconocido al anciano dictador Fidel Castro en esta precisa descripción que hace de los dictadores el escritor inglés Henry Thomas en su “Hombres y dioses en la historia de la raza humana”, publicada en español por la Editorial Claridad de Buenos Aires, en la temprana fecha de 1947, cuando el hoy balbuceante tirano cubano era casi desconocido en su propio país. Las dictaduras tiránicas han sido un mal sufrido por todas las naciones americanas luego de independizarse de España y Portugal. Como dijera el poeta nicaragüense:
Tumbó a los valientes godos.
Y desde ese infausto día,
por un tirano que había
se hicieron tiranos todos.
Las guerras civiles fratricidas, las reelecciones presidenciales arbitrarias, fraudulentas e impuestas, los golpes militares y los gobiernos constituidos y encabezados por militares, trajeron el despotismo, la corrupción y el latrocinio a nuestros pueblos que sufrieron crímenes, persecuciones, cárceles, destierros y la expropiación de sus bienes. Sería una relación muy extensa y árida –y no es nuestra intención- mencionar solo a todos los que de una forma u otra han ejercido su poder unipersonal sobre nuestros nobles pueblos, comenzando por supuesto con los virreyes y capitanes generales de la época colonial, muchos de los cuales tuvieron facultades omnímodas. Baste solo algunos nombres: Juan Vicente Gómez Marcos Pérez Jiménez y Hugo Chávez en Venezuela, Gerardo Machado, Fulgencio Batista y la actual dinastía de los Castros en nuestra sufrida patria, Trujillo en Dominicana, los Somoza en Nicaragua, Manuel Noriega en Panamá, Pinochet en Chile, Fujimori y Velasco Alvarado en Perú, Stroessner en Paraguay, Galtieri y Videla en Argentina: ningún país escapa a los desmanes de estos señores que creen que la patria es su propiedad. En los últimos tiempos han tratado de aferrarse al poder por diferentes vías Nicolás Maduro, Evo Morales, Cristina Fernández y Rafael Correa.