lunes, 26 de abril de 2021

¿Qué envidia Padura y qué es lo que lo ha conducido a la popularidad?

Por Zoé Valdés.

Bien, como nadie responde, una vez más tengo que hacerlo yo.

Hypermedia Magazine, ese panfleto entre lo castrista chic y la filosofía de la metatranca centromorronguda con Grants como soporte de la dependencia politiquera, acaba de publicar una baba jalaleva, titulada algo así como 'Envidiar a Padura', y que empieza preguntándose "¿Qué se envidia cuando se envidia a Padura?".

En primer lugar, el único envidioso y chivato es Leonardo Padura, que fue preparado y entrenado tras la publicación exitosa de mi novela 'La nada cotidiana' y de mis siguientes novelas para destruir -órdenes del Comité Central mediante- mi carrera literaria. Como mismo quisieron hacer mucho antes con Senel Paz contra Reinaldo Arenas.

Lo inmediato que hizo Padura fue dar una entrevista en El País, sirviéndose de Luis Sepúlveda, chileno mentiroso donde los haya, que fue quien por órdenes del castrismo introdujo a Padura en su editorial francesa, de la editora izquierdista Anne-Marie Metaillié... En El País, Padura desbarró contra mí y contra Cabrera Infante, lo que no ha cesado de hacer desde entonces.

En segundo lugar, el triunfo de Padura está entonces servido por la izquierda mundial. Padura plagió la novela de Álvaro Alba que ya llevaba años dando vueltas entre editoriales, y que cayó en manos de su editora, brasileira de origen, pro castrista, pro Lula da Silva, como se pudo comprobar después cuando Padura visitó a Lula en la cárcel y manifestó públicamente por su liberación en Brasil. Esa editora es la misma que desde Tusquets se fue deshaciendo de los libros de Reinaldo Arenas para imponer a Padura.

Tras ver que yo en 1998 fui la tercera artista y escritora cubana exiliada que recibió la Orden francesa de Chévalier des Arts et de Lettres, después de los cubanos Brindis de Salas y Gina Pellón, Padura y sus "agentes de influencia" hicieron todo para que se la entregaran a él; lo que ocurrió años más tarde de que me la dieran a mi, por no decir décadas, y de paso también se la zumbaron a la Wendy Guerra, otra 'personaja del puerto' (cito el poema de mi amigo Gonzalo Rojas) montada a horcajadas en el lomo del Gabo.

Padura seguía hablando pestes 'sotto voce' aquí y allá en mi contra y en contra de Guillermo Cabrera Infante. Cuando la Universidad de Valenciennes en Francia me dio el Doctor Honoris Causa junto a varios Premios Nobeles muy conocidos todos, la Embajada de Cuba en París y el propio Padura hicieron con anterioridad lo indecible para que no me lo dieran a mí, y por el contrario se lo dieran a él. Cosa que no ocurrió porque los profesores se pusieron en sus trece y dijeron que de ninguna manera, cosa que ellos mismos me contaron luego.

Cuando murió Guillermo Cabrera Infante, ahí Padura vio los cielos abiertos, y desbarró en una entrevista en ABC contra el autor de 'Tres Tristes Tigres' argumentando al descaro que Guillermo Cabrera Infante había dejado de escribir en cuanto se exilió. No puede haber una falsedad mayor, puesto que toda la gran obra de GCI fue hecha en el exilio. Tuvo que contestarle con la verdad y poniéndolo bonito, el gran Aurelio Mayor desde Barcelona, en otro artículo publicado en La Razón.

Para subirle la parada al Premio Cervantes de GCI, el régimen castrista cabildeó con el gobierno español un Premio Princesa de Asturias para Padura, ojo al dato: su editora pro castrista de origen brasileiro formaba parte del jurado que daba el premio.

Padura jamás ha parado de ponerme piedras y zancadillas en cuanto festival, feria del libro, o evento literario han querido invitarme. En un evento celebrado en París a finales de los noventa, Padura sintiéndose cómodo entre la 'claque' enviada por la embajada castrista para abuchearme, negó todo el sentido de mi presentación de mi novela 'Café Nostalgia'; debo decir que no fue el único, Karla Suárez también lo hizo en su momento con mi novela 'Querido primer novio'. Pero, en aquella ocasión la escritora cubana supuestamente exiliada en Puerto Rico, Mayra Montero, a quien yo había conocido en La Habana en los años ochenta, invitada a Cuba por Wichy Nogueras, se puso del lado de Padura a la hora de criticarme. Como mismo hizo, tiempo después en Guadeloupe, cuando tres escritores cubanos optábamos por el Premio Literario de las Américas: ella, Pedro Juan Gutiérrez y yo. Pedro Juan Gutiérrez se paseaba en el automóvil del policía de la embajada castrista todo el rato, y Mayra Montero por su parte -junto a él- hacía como que creía que el premio me lo darían a mi por el mero hecho de que yo vivía en Francia, y el premio lo entregaban unos bekés (colonos franceses dueños de centrales azucareros que tenían negocios con el castrismo); pues sucedió que para un mal actuado asombro de Montero y del premiado, le otorgaron el premio a Pedro Juan Gutiérrez, me lo quitaron a mí y a ella, y reitero, se lo dieron a Pedro Juan Gutiérrez, como mismo predije que sucedería desde el primer momento. Por cierto, en el jurado estaba el 'sembradito' -según escribió Reinaldo Arenas en su correspondencia a Margarita y Jorge Camacho- Eduardo Manet. Pero Pedro Jota, el cubano chabacano, al que todos le bendijeron las malas palabras, como literato del realismo sucio no dio la talla, y volvieron a echar mano de Padura el oficialista.

Basta ya de querer vender a Leonardo Padura como un pobre envidiado por todos, cuando no ha sido más que un oportunista, mediocre, envidioso, chivato y buen agente del castrismo que no se ha detenido a atacarme a mí, escritora, mujer y exiliada, no sólo por envidia y por chivato, sino además por malvado y por agentón castrista.

Aquí estoy para contar esto, y mucho más.

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jueves, 22 de abril de 2021

Raúl Castro se fue, pero el castrismo sigue.

Por Iván García.

Las boinas negras, tropas élites de las fuerzas armadas cubanas, llegaron a una zona conocida como el Mónaco, en la barriada de La Víbora, al sur de La Habana, pasada las ocho de la mañana. Tres van Mercedes Benz de color negro con una franja blanca y dos jeeps descapotables parquearon en la esquina donde una aglomeración de personas hacía cola desde la madrugada para comprar en el mercado una bolsa de pollo.

Muy cerca, en otra fila gigantesca, la gente esperaba para comprar barras de pan duro. Nilda, 66 años, maestra de una escuela primaria, a las cinco de la mañana marcó en la cola, «porque venden cuatro barras de pan por persona a diez pesos cada una y si no eres de los primeros, no alcanzas. Entonces si quieres comer pan tienes que pagarle a los revendedores 30 pesos por cada barra de pan”.

Para matar el tiempo, la gente habla de las penurias cotidianas. Dianelys, enfermera, se queja de lo estresante que resulta estar haciendo cola para comprar cualquier cosa de comer. «Es agotador vivir así, sacando cuentas para estirar el salario, mientras a los que manichean el país no les falta la gasolina, están cebados como puercos, andan en carros y viven con todas las comodidades en sus casas».

Las rondas de tres fornidos soldados vestidos con uniforme de campaña, botas relucientes y sus típicas boinas negras, provoca que la gente en la cola cambie el tema de conversación. Los militares observan a los aglomerados y transeúntes con cara de pocos amigos. Con una mirada dura, sin decir siquiera una palabra, ponen orden en la cola. La algarabía se convierte en murmullo.

Adonis, estudiante de preuniversitario, mira de soslayo la demostración de fuerza de las tropas élites. “Con frecuencia están por la zona. Si su misión es meterle miedo a la población, creo que lo logran. Por la pinta que tienen, no dudo que si se forma algo está gente le va a disparar al pueblo. Parecen robots en vez de seres humanos”. Un funcionario del Consejo Popular Sevillano, a cargo del orden en la cola, dice: “Según la información que tengo, el despliegue de boinas negras es por amenazas de actos terroristas y protestas en la calle por parte de grupos disidentes”.

En diferentes sectores de la capital hubo un inusitado despliegue de agentes policiales, oficiales de la Seguridad del Estado y boinas negras. En los alrededores del Palacio de las Convenciones, sede del octavo Congreso del Partido Comunista (16 al 19 de abril), en la Calle 146 entre 11 y 17-D, Reparto Siboney, en el municipio habanero de Playa, la presencia militar era todavía más notoria e impresionante.

Mientras, entre los cubanos de a pie, apenas han tenido repercusión las sesiones del congreso. La sensación que percibe un amplio segmento de la ciudadanía es que los dirigentes viven en otro planeta. “Un planeta donde todo es cheo, cursi, feo. Necesitan asesores de imagen. Se la pasan hablando boberías con un lenguaje enrevesado. Siempre me he preguntado si ellos se creen lo que dicen”, expresa un joven en la parada de ómnibus.

En las redes sociales, los internautas se mofan de los comentarios de algunos de los 300 delegados asistentes al evento. El escritor Miguel Barnet, con su frase “que no se equivoquen las redes sociales con la revolución” o la melodramática confesión de la periodista estatal Arleen Rodríguez, quien aseguró que “lloré mientras el general de ejército hablaba”, reciben críticas, burlas y memes.

El VIII Congreso ha sido un cónclave sin sorpresas. La única novedad llegó antes de su inauguración, cuando el jueves 15 de abril el autócrata Raúl Castro separó de su cargo al general de cuerpo de ejército Leopoldo Cintra Frías, ministro de las FAR. Dos días antes, el 13 de abril, había sido destituido el ministro de agricultura Gustavo Rodríguez Rollero, una jugada cantada, dada su impopularidad e ineficacia.

Los analistas foráneos y locales que esperaban más aperturas económicas, erraron el tiro. A la lectura del informe central, que los cubanos vieron por televisión de forma diferida, Raúl Castro, a punto de cumplir 90 años, llegó al estrado caminando con cierta dificultad, con su uniforme verde olivo de general de ejército. En las cerradas sociedades comunistas, las palabras entre líneas, los gestos e incluso la vestimenta se convierten en mensajes subliminales para especialistas y expertos.

Diez años atrás, Castro II en ocasiones usaba traje, cuello y corbata o guayabera, prenda oficial cubana. Su intención era dar la imagen de un estadista moderno y reformista. En sus discursos prometía un socialismo próspero y sostenible, pero ahora, en su ocaso, el dictador presentó un informe que nada tiene que envidiar a la etapa en la que Cuba era subsidiada por la desaparecida URSS.

“No esperaba tanta retranca. No sé si el general traspapeló sus notas. Fue un discurso para los años 80, no para este momento, donde la crisis económica, la pandemia y la mediocridad de la clase dirigente envía señales claras de franca decadencia del modelo cubano”, afirmó un ex funcionario de relaciones exteriores. Con sus gafas de armadura negra y su voz ronca, Raúl Castro puso en su sitio la basura. Reprendió a los funcionarios del partido que “ingenuamente piden mayor democracia”. Regresó al pasado. Los emprendedores privados tienen un techo. Se fiscalizará con lupa sus ganancias. Se mantiene vigente que el régimen no permitirá la acumulación de capitales y propiedades.

“Luego, cuando caigan en desgracia, que los dueños de negocios particulares no se quejen. Raúl fue tajante. Se permitirán negocios que interesen al Estado o se complementen con sus instituciones. El que haga mucho dinero, corre el riesgo de ir a la cárcel por enriquecimiento ilícito o le decomisen sus propiedades. ¿Cómo entender que se permitan PYMES y no ganar dinero? Es una incongruencia. Con esos truenos, ningún cubano residente en el exterior va a invertir en la isla”, vaticina Osmel, dueño de una cafetería de comida criolla.

El hombre fuerte de Cuba reiteró que no se autorizará a los profesionales a ejercer en negocios privados. Acusó de incautos a quienes piensan en la economía de mercado como una solución a los problemas del país o pretenden implementar un comercio interior paralelo con la importación de bienes. Repasó la vida nacional y el desempeño de los funcionarios del partido comunista. Aconsejó que al igual que los estudiantes del Instituto de Relaciones Internaciones, que pasan un año de servicio militar haciendo guardia en las inmediaciones de la base naval de Guantánamo, desde 1903 ocupada por Estados Unidos, debería ser obligatorio el servicio militar para los jóvenes de los dos sexos que ingresen en la universidad.

Un profesor universitario jubilado, considera que esa medida, “además de ser una aberración, en su intento de querer depurar o pasar por un filtro a los futuros universitarios y apartar a los que no apoyan al sistema, se hace con la intención de que ingresen a las carreras universitarias jóvenes comprometidos con el sistema o que aparentan que lo apoyan. Los que renuncien al servicio militar no podrán estudiar en la universidad. Ojalá sea una intención que no se haga realidad. Es una flagrante violación de los derechos humanos que afectaría el acceso a la universidad a aquellos estudiantes que tengan otra ideología o piensen distinto”.

Y desde luego, si en algo no ha cambiado el anciano régimen, es en realizar aperturas políticas. Continuará un solo partido. El socialismo seguirá irrevocable. Y los que disienten, además de mercenarios, traidores y formar parte de un plan siniestro de los servicios especiales estadounidenses para ejecutar un golpe blando, pueden ser sancionados con años de cárcel.

Durante los cuatro días del encuentro comunista, por lo menos a una veintena de activistas, periodistas y artistas independientes en La Habana, no se les permitía salir de sus casas y si intentaban salir, eran detenidos. A otros, como en mi caso, nos cortaron el servicio de internet de datos.

El VIII Congreso daba la impresión que se celebraba en Finlandia. Los apparatschiks del partido discutieron temas relacionados con la política de cuadros, el modelo económico social cubano, el control en las redes sociales, la errática tarea ordenamiento y las impopulares tiendas en divisas. Apenas debatieron sobre el desabastecimiento generalizado, una salida creíble a la crisis económica o se aportaron soluciones para la alarmante escasez de alimentos, medicinas y artículos de aseo. Ni siquiera le guardaron un minuto de silencio a los más de 500 fallecidos por el Covid-19 en la Isla.

En un artículo publicado en Diario de Cuba, el economista cubanoamericano Emilio Morales, advertía: «El traspaso de poder no va a significar ningún cambio imporante en Cuba. No van a producirse cambios estructurales profundos en la economía. Seguirá rigiendo el sistema de economía centralizada y el Estado seguirá a cargo de las empresas estatales improductivas e ineficientes. Los militares continuarán dominando los sectores más lucrativos de la economía cubana. Tampoco se vislumbran cambios significativos que llamen la atención de Estados Unidos para aventurarse en un nuevo deshielo. Así las cosas, se prevé un aumento considerable de la represión y las libertades ciudadanas, además de un deterioro aún mayor de la economía, la cual se encuentra atrapada en la ineficiencia del modelo y el efecto directo de la pandemia, situación que ha puesto al país al borde de la hambruna».

El lunes 19 de abril, se corroboraba lo que era vox pópuli: que Raúl Castro, quien ya en 2019 había elegido a dedo a Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, ahora le traspasaba el cargo de primer secretario del Partido Comunista de Cuba. También en la última jornada se anunciaban los 14 nombres del nuevo Buró Político (3 mujeres y 11 hombres), de los seis hombres integrantes Secretariado y de los 115 miembros del Comité Central (53 mujeres y 62 hombres). Si algo quedó claro en ese congreso, es del divorcio entre la narrativa oficial y las aspiraciones de los cubanos de a pie.

La presencia de fornidos agentes de tropas élites en la barriada del Mónaco y por muchas zonas de La Habana, es señal de que el régimen cubano apuesta por regresar a la trinchera, reprimir al que piensa diferente y seguir manteniendo controlada y atemorizada a la población. Con la jubilación de Raúl Castro no termina el castrismo.

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martes, 20 de abril de 2021

Raúl Castro se jubila.

Por Iván García.

En momentos de lucidez, Francisco, 93 años, recuerda pormenores de aquella etapa que considera ‘gloriosa’ de la revolución cubana. La mayor parte del tiempo se la pasa sentado en un sillón de cedro en el balcón del apartamento de su hijo en la populosa barriada de La Víbora, al sur de La Habana. Su nuera, sus hijos y los nietos le han diseñado un mundo paralelo al viejo, ‘para que no se disguste’. Como en la película alemana Good Bye Lenin, en las comidas y charlas familiares, se evita hablar de política.

“Se enteró de la muerte de Fidel casi un año después. No sabe que estamos en plena crisis económica, desconoce qué es la Tarea Ordenamiento ni que su salario de jubilado apenas alcanza para comprar los mandados de la bodega y algunas viandas. Mi padre vive sus últimos años de vida en una burbuja. El colchón que le compré para evitar las escaras me costó 400 dólares, no sabe de dónde sale el pollo o el pescado que se come. Pero a cada rato me pregunta cuándo empieza el congreso del partido. Quiero que muera feliz. Pensando que las cosas no han cambiado”, cuenta su hijo mayor.

El noticiero de televisión y el periódico Granma, que también viven en otra galaxia -son los medios a través de los cuales se informa Francisco-, le permiten creer que el país marcha viento en popa hacia el utópico comunismo. En la cuadra donde reside el anciano, a quien todavía en días señalados le gusta ponerse su ajada camisa de miliciano, una boina verde olivo y colgarse medallas de calamina en el pecho, solo unos pocos vecinos conocen que del 16 al 19 de abril se efectuará el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba.

Diario Las Américas le preguntó a varias personas qué esperan del próximo Congreso del PCC. Alberto, carpintero, está muy ocupado chapeando el cantero de la entrada de su casa como para detenerse a hablar ‘boberías’. “¿Qué va a resolver ese congreso? Nada. Se van Raúl y la pila de tarecos viejos que llevan 62 años viviendo del jamón, pero se queda una generación que le cogió el gusto al trono y seguirá haciendo lo mismo. Esta gente (el régimen) ni con dinamita va a ceder. No son tontos. Si hacen elecciones y permiten democracia pueden ir a la cárcel o pedir asilo en Pyongyang”.

Eddy, licenciado en economía, es pesimista. “Si no hay sorpresas, Díaz-Canel se atornillará aún más al poder. Además de presidente sería el primer secretario del Partido. Ya el se ha cansado de repetirlo, no es reformista, es continuidad. Y los hechos hablan por sí solos. En el tema económico el discurso y las promesas van por un lado y la realidad por otra. Se aprobaron las PYMES, pero nadie conoce si están funcionando. Se aprobó importar, pero utilizando como intermediarios a empresas estatales. Y ahora se habla de cambios en la agricultura, cuando lo único que han hecho es reducir las tarifas de luz y agua y que los guajiros, después de cumplir sus planes con el Estado, puedan vender una vaca o un toro. No están mal encaminadas las medidas, pero se quedan cortas. Para frenar el descontento popular se rumora que intentarán controlar con nuevos decretos el uso de internet y las redes sociales. El país seguirá igual. En los telediarios, Cuba es una maravilla, pero en la vida cotidiana es un infierno”.

Para Manuel Cuesta Morúa, uno de los líderes opositores más lúcidos, “los últimos acontecimientos en torno al Movimiento San Isidro, son la expresión más visible de ese malestar social que comienza a irrumpir en el espacio público en diversos lugares. El barrio, la comunidad, comienza a identificarse con la narrativa disidente. Lo cual refleja una pérdida del miedo en la gente, ese miedo social, ese miedo político, a enfrentarse a las consecuencias de la represión del régimen. Y esto ratifica el divorcio entre sociedad y Estado, entre cubanos y partido comunista. Ratifica que el discurso oficial ya no es el reflejo de la sociedad real que vivimos. Esto pudiera generar algún tipo de estallido social, impulsado por el descontento general y el hambre. No confundir una protesta ciudadana reclamando democracia con un estallido provocado por las penurias y el hambre”, aclara y prosigue:

“Dicho esto, queda interpretar las medidas que pueda tomar el gobierno previo o posterior al congreso. En el tema sanitario, debido a la pandemia, se le puede generar una crisis que opaque el evento. En lo social, cualquier conato o protesta de un segmento de la ciudadanía que le importa poco esa reunión partidista o ni siquiera sabe que se va a celebrar un congreso, puede aguarle la fiesta de consumación hegemónica del poder que es lo que intentan hacer en el venidero congreso del partido. Y en un momento sensible, pues se supone que por primera vez, desde que se fundó el PCC en 1965, alguien que no lleve el apellido Castro va a dirigir las riendas ideológicas del poder político del régimen en Cuba”.

Aunque para los analistas que siguen con lupa y leen entrelineas cualquier señal de apertura, el VIII Congreso pudiera marcar un antes y un después en la política local, la opinión mayoritaria de los cubanos de a pie es que primará el inmovilismo.

La revolución de Fidel Castro siempre fue una exquisita puesta en escena. Fueron transformaciones más en el plano político y social, entiéndase, alinear al ciudadano como un instrumento del Estado, que en el sector económico o el de la prosperidad.

El régimen cubano siempre ha reclamado sacrificio y unidad con su único partido, sin tener en cuenta, como en estos momentos, que bajo el diseño de una economía de guerra, la nación vive en una permanente antesala pre bélica. La prensa estatal constantemente nos recuerda que el enemigo y las presuntas agresiones llegan del norte. En todas las esferas de la vida nacional se respira un ambiente cuartelario. Ya sea en el deporte, donde la participación en unos juegos olímpicos se torna una batalla ideológica, a la hora de enfrentar un huracán o una pandemia, los términos utilizados son militares.

Desde 2010, Raúl Castro, de una forma tibia, comenzó a hablar de socialismo próspero y sostenible, pero en la práctica, jurídicamente, se sanciona la acumulación de capitales y patrimonios. Castro II tuvo en sus manos una oportunidad de oro de iniciar un proceso democrático acompañado por Barack Obama, el mandatario estadounidense más tolerante con la dictadura, que desaprovechó por el miedo congénito al cambio.

Desde que el Air Force One despegó del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, el martes 22 de marzo de 2016, la autocracia verde olivo bajó la persiana, cerró la talanquera y comenzó a operar en modo Corea del Norte.

Miguel Díaz-Canel, elegido a dedo por Raúl Castro en 2019, está lejos de ser un reformista. Es miembro de esa guardia pretoriana que apuesta por más castrismo. Es muy improbable que bajo su mandato se sucedan reformas auténticas. Serán estratagemas políticas para ganar tiempo. Lo que queda de la devaluada revolución de los hermanos de Birán es un velero que navega hacia ninguna parte.

Mientras los cubanos hacen colas de ocho horas para comprar un paquete de pollo, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, ex yerno de Raúl Castro, dilapida el erario público construyendo hoteles de lujo en tiempos de pandemia en una isla sin apenas turismo. Mientras la ciudad se derrumba, no se escatiman recursos para inaugurar, con los últimos avances tecnológicos, el Centro Fidel Castro Ruz, en El Vedado habanero.

Si el próximo congreso no nos depara una sorpresa mayúscula, seguirá el discurso antiimperialista, la represión a los que piensan diferente, el férreo control ciudadano y un sistema bicéfalo: socialismo, sudor y lágrimas, parafraseando a Churchill, para quienes trabajan, y un atrasado capitalismo salvaje para quienes reciben dólares. La apertura democrática en Cuba no está al doblar de la esquina. Pero llegará.

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sábado, 17 de abril de 2021

¡El castrismo te llevó recio, miliciano!

Por Luis Cino.

Cubanos vestidos de milicianos frente a a la Plaza de la Revolución.

Recuerdo que en los años sesenta y setenta del pasado siglo, siempre en estos días de abril, muchos simpatizantes del régimen acudían a sus centros de trabajo vistiendo sus uniformes de milicianos para conmemorar el aniversario de la batalla de Playa Girón. Hoy, en cambio, estos “disfraces” solo los portan algunos locos callejeros y los presentadores del Noticiero de Televisión.

Los que usaban uniformes de milicianos, si aún viven, están demasiado viejos y -en su mayoría- más que atareados y agobiados en ver cómo se las arreglan para subsistir. Harapientos, sucios, con las pensiones que no les alcanzan -ni aun después que se las aumentaron, porque los precios subieron varias veces más-, su vida es una batalla a brazo partido por conseguir algo de comida y las medicinas que necesitan y no encuentran en las farmacias.

Estos excombatientes se sienten abandonados por “la revolución”, como todavía siguen llamando al régimen (Ya lo dijo la canción: “la costumbre es más fuerte que el amor”); sienten que los utilizaron y luego los desecharon como hollejos de una naranja a la que se le ha extraído hasta la última gota de zumo; están decepcionados, aunque muchos no quieren admitir ante parientes y vecinos que se equivocaron para que no les echen en cara el aquello de “para esta mierda fue que lucharon”.

Y los que siguen leales al régimen  y “echando pa’lante” -porque les va bien o porque luego de tantos años ya no saben hacer otra cosa que obedecer, repetir consignas y cuando es preciso delatar- se sienten odiados y despreciados, sobre todo por los más jóvenes, que no se ocultan para  gritarles “chivatones”.

Como sea, por mucho que se esfuercen los que todavía se empeñan en ser fieles, poco pueden hacer ya a favor de “la revolución” por la que un día estuvieron dispuestos a morir. De nada serviría su sangre contra la corrupción, el caos, la miseria y  la desesperanza.

En abril de 2011, a propósito del desfile militar en la Plaza de la Revolución para celebrar los 50 años de la batalla de Playa Girón y el VI Congreso del Partido Comunista, Arleen Rodríguez, presentadora de la oficialista Mesa Redonda, escribió un artículo en el que decía haberse sentido contagiada por los sentimientos de un veterano de Girón con quien conversó.

Refería la periodista que aquel hombre le dijo que “sentía nostalgia de aquellos días en que con sólo 20 años dirigió una batería de morteros y combatía sonriendo porque estaban intactas todas sus utopías”.

Para aquel hombre, la añoranza por la guerra era lo único que lograba dar algún sentido a las pesadillas del presente. Debe ser  terrible  presenciar el derrumbe de los sueños y dejar de creer en todo lo que te sustentó a lo largo de la vida. Conozco bien de cerca  muchos casos así y he sentido mucha pena cuando alguna vez me han tenido que conceder la razón en cosas en las que hubiese preferido haber estado equivocado.

“El país que desfiló en la mañana del 16 de abril era el país de los sueños de aquel héroe y de los que nunca lo fuimos pero jamás dejamos de pretenderlo”, decía Rodríguez de aquella marcha de zombis intimidados, hambreados, cínicos y sin ilusiones.

Han pasado diez años de aquel desfile. Y ahora la situación es mucho peor. En todo sentido. No sé si aun viva aquel miliciano del que escribió Arleen Rodríguez. Me pregunto si no serían algo más generosas para su país las utopías del veterano y de ahí las nostalgias por los proyectiles enemigos que pudieron, segándole la vida, haberle ahorrado definitivamente todo el sufrimiento y la mierda que vino después.

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viernes, 16 de abril de 2021

Opolopo Owó o sin “mucho dinero” no hay progreso.

Por Jorge Luis González Suárez.

Hombre contando dólares en La Habana.

La famosa etnóloga cubana Natalia Bolívar Aróstegui tiene un libro titulado Opolopo Owó, sentencia cuyo significado es “mucho dinero”. La frase la emplean los santeros para decirle al creyente que deben ofrecer simbólicamente “mucho dinero” para el santo y al babalawo como pago por la consulta realizada en la ceremonia.

Hoy parece que los cubanos debemos usar esta idea, pero no con el simbolismo religioso, sino de forma literal, ante todas las medidas aplicadas en el ordenamiento económico y monetario que se lleva a cabo desde enero del año en curso.

El  VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que se inicia el 16 de abril,  tiene en su agenda de trabajo “la discusión y análisis del perfeccionamiento de la economía de Cuba”. ¿Habrá algo nuevo  que decir para “perfeccionar más” el disparate?

La queja más escuchada de la población es que los salarios no alcanzan para la subsistencia y que  los precios de los escasos artículos que se venden suben como la espuma.

Ante quejas  generalizadas, los gobernantes imponen su criterio de la necesidad de elevar la producción, eliminar las importaciones innecesarias, ampliar las oportunidades para la inversión extranjera y ahorrar más. ¿Cómo obrar ese milagro?

Un equilibrio entre costo de producción y precio de venta minorista requiere estímulos que con la fórmula socialista no se obtienen. Para sustituir todo lo que se pueda producir dentro del país hacen falta, primero, recursos que hoy son insuficientes; luego una capacidad industrial que en Cuba no solo es limitada y defectuosa, sino también mal aprovechada. Por tanto,  conseguir la sustitución de importaciones es bien difícil.

En cuanto al ahorro, el pueblo no se puede limitar más, ni llevar una vida más frugal.  Lo poco que hay no alcanza y la escasez es tal que no existe nada de nada. Así que es imposible ahorrar más.

Que logren atraer la inversión extranjera es sumamente dudoso. Nadie en su sano juicio coloca su dinero en un país que no paga sus deudas y cuya destrucción económica está a la vista. En tal situación, los riesgos de perder el capital invertido son enormes.

Lejos de avanzar, el retroceso es innegable. Nada nuevo sobre el aspecto económico aportan los gobernantes. Entonces, en el congreso comunista  se repetirá lo mismo con lo mismo. Tal vez esperen que Harry Potter con su varita mágica resuelva la situación.

A todo lo anterior se agrega la pandemia, que ha dañado tanto la salud como  la economía mundial, y que para el pueblo cubano resulta una debacle más, y de las peores.

La reiterativa justificación de la situación como siempre será “el bloqueo norteamericano”, pero todos sabemos que son mayores los impactos del bloqueo interno (el que impone el régimen a sus ciudadanos) que el de los Estados Unidos.

Las reuniones diarias de las máximas autoridades del gobierno con sus planteamientos no brindan soluciones reales:  todo lo resuelven con implementación de mayores medidas represivas, multas y encarcelamiento a los que se manifiestan en contra de estas políticas obtusas.

Parece que hasta los santos de origen africano comprenden el problema y reclaman beneficios, pues las mejoras no la ven ni los propios dioses. La frase Opolopo Owó cobra sentido de actualidad en el contexto nacional, pues sin “mucho dinero” no hay progreso.

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Las seis oportunidades perdidas por Fidel Castro.

Por Roberto Jesús Quiñones Haces.

Surgida desde las bases de un movimiento atípico, la revolución cubana tenía todas las características para convertirse en un ejemplo imperecedero para los pueblos de América y el Tercer Mundo.

No fue concebida por ningún partido político y sus bases estratégicas eran absolutamente democráticas. Todas tenían como objetivo primordial restablecer la Constitución de 1940 y la democracia.

En octubre de 1959, Fidel Castro tildó de traidor a Huber Matos y lo acusó de tratar de sembrar la confusión dentro de las filas del Ejército Rebelde sólo porque el manzanillero tuvo suficiente perspicacia para percatarse de que más que una revolución de las palmas la de Fidel Castro era la de los melones.

Todo indica que, a pesar de sus declaraciones en Cuba y en el extranjero acerca de que su revolución no era comunista, la estrategia a seguir había sido planificada con el Che Guevara, Carlos Rafael Rodríguez y otros representantes del Partido Socialista Popular desde la Sierra Maestra.

Atendiendo a la ola de simpatía que produjo el triunfo revolucionario en 1959 y al multitudinario apoyo popular que obtuvo, Fidel Castro tuvo entonces la primera oportunidad de convertirse en un líder consecuente con las ideas y compromisos políticos contraídos, pero no lo hizo.

Cuando el 16 de abril de 1961 –haciendo un uso demagógico de la psicología de las masas- Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la revolución, descorría para siempre los velos de su farsa. Ese día se consumó la traición a los ideales democráticos de la revolución por la que tantos jóvenes dieron sus vidas.

Aun habiendo aplicado cambios radicales y proclamando el carácter socialista de su revolución, Fidel Castro desaprovechó una segunda oportunidad: la de convocar a elecciones libres y multipartidistas -que seguramente habría ganado-, sentando el precedente de un socialismo democrático, algo que nunca ha sido bien visto los comunistas ortodoxos, porque nadie alimenta su propia daga.

¿Cuál socialismo?

Las diferencias entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la República Popular China -llegaron  a enfrentarse militarmente en la frontera común-, la postura de Josip Broz Tito en Yugoslavia y la de Nicolae Ceaucescu en Rumanía matizaban en la década de los sesenta las relaciones del campo socialista.

Con el apoyo público del biranense a la invasión soviética a Checoslovaquia y la posterior admisión de Cuba en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), la dictadura cubana se afilió definitivamente al socialismo soviético.

Convertida en el portaviones insular de la URSS y su principal punta de lanza en la confrontación este-oeste, la dictadura de Fidel Castro se caracterizó en la década de los setenta por sus intervenciones militares en el continente africano y por la exportación del terrorismo revolucionario como método de lucha.

Con la llegada al poder de la administración del presidente James Carter surgió la posibilidad de encauzar las deterioradas relaciones entre la Isla y EE. UU., pero la administración norteña solicitó que Cuba mostrara respeto por los derechos humanos y dejara de intervenir en los asuntos internos de otros países, ante lo que Fidel Castro respondió que iba a continuar con su “ayuda internacionalista” a Angola y Etiopía y no renunció a apoyar al terrorismo revolucionario internacional. No olvidemos que eran los años en que Cuba recibía unos 6 000 millones de rublos anuales desde la URSS.

Esa fue la tercera oportunidad perdida por Fidel Castro.

La debacle del campo socialista.

Si Fidel Castro hubiera sido un político realmente interesado en el bienestar de su pueblo habría visto en la debacle del campo socialista europeo un signo insoslayable de la inoperancia de ese sistema. Pero sus intereses personales -o quizás su falta de humildad para reconocer que se había equivocado- primaron. ¿Qué clases de sentimientos hacia su pueblo albergaba ese hombre al defender un sistema ineficaz, absolutamente cruel, que él mismo reconoció ante un periodista extranjero que no servía?

Carente de recursos económicos y sin poder contar con la otrora fabulosa ayuda procedente de la URSS –gran parte desperdiciada en sus aventuras militaristas- Fidel Castro se empeñó en  continuar “la construcción del socialismo cubano” sin cemento y sin albañiles convencidos en el proyecto y acabó convertido en un fósil político. Cuba comenzó entonces su más larga y cruel crisis económica, cuyas nefastas consecuencias llegan hasta nuestros días, donde la represión y la desesperanza han dañado profundamente el tejido social de la nación.

Otra oportunidad -la cuarta- que desaprovechó el mandamás.

La mano tendida por Obama.

Con la llegada de Barack Obama al poder y luego del canje de los espías cubanos por el contratista Alan Gross, Estados Unidos ofreció al castrismo otra oportunidad, pero ello fue calificado por los tanques pensantes oficialistas como una reiteración de la política del mazo y la zanahoria.

Obama visitó Cuba y fue maltratado diplomáticamente desde su llegada. Apenas se fue comenzaron los insultos, algunos de ellos racistas, en los mismos medios oficialistas que dicen luchar contra la discriminación racial.

¿Cuánto sufrimiento se habría evitado a nuestro pueblo de haber adoptado una posición menos hostil que no implicaba ninguna renuncia a la soberanía del castrismo?

Esa fue la quinta oportunidad perdida por Fidel Castro. Aunque ya en esa época el dictador no ocupaba ningún cargo público, todos sabemos que era él quien seguía dirigiendo el país.

El último chance.

Conocedor de su influencia sobre el pueblo cubano -aunque ya no tanto como en 1959- Fidel Castro tuvo una última oportunidad para tratar de enmendar los errores provocados por la ideología comunista.

Así como fue capaz de programar todo lo concerniente a sus honras fúnebres pudo grabar un video reconociendo que se había equivocado. Habría sido un acto de humildad, amén de una verdad de Perogrullo.

Esas palabras suyas habrían bastado –lo afirmo categóricamente- para poner fin al adocenamiento que se advierte en el Partido Comunista de Cuba (PCC), a su incapacidad para dirigir los destinos de nuestro país, solucionar los numerosos problemas que nos agobian y para desatar las potencialidades innatas a todos los pueblos libres. Pero una vez más su  falso mesianismo y su egolatría pudieron más que el respeto a los anhelos de los cubanos.

Esa fue el último chance que tuvo Fidel Castro para enmendar sus errores. Creo que Dios fue sumamente generoso con él en este sentido y no supo aprovecharlo. Por eso, lejos de ser absuelto por la historia -como vaticinó- ya ha sido condenado por ella.

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sábado, 10 de abril de 2021

Cuentas en MLC: ¿El experimento funciona?

Por Elías Amor.

¿Alguien sabe cuánto dinero se mueve en las cuentas en MLC? Incluso, ¿cuántas se han abierto y con qué saldos? ¿Cuántas transacciones se han realizado con las tarjetas de débito expedidas con cargo a estas cuentas? Nada. Absoluta oscuridad y falta de transparencia. Luego dicen que es por culpa del embargo, que no quien que se sepa cuánto dinero circula en Cuba. Sinceramente, cuesta entender que, salvo a los economistas, a alguien en Estados Unidos o en cualquier país del mundo le interesen estas cuestiones.

Haciendo un poco de historia, en septiembre de 2019 el régimen anunciaba la autorización para la apertura por las personas naturales residentes en Cuba de unas cuentas en moneda libremente convertible (MLC), necesarias para poder referir a las mismas las tarjetas con las que, posteriormente, sería posible la compra de productos y servicios en establecimientos bien abastecidos a precios de mercado.

La decisión -sin duda importante- abría un espacio para la circulación comercial de las divisas en la economía cubana junto al CUP y al CUC -que todavía funcionaba a plena legalidad, sin que se divisara en el horizonte Tarea Ordenamiento alguna-. Los bancos estatales: Banco de Crédito y Comercio (BANDEC), Banco Metropolitano (BM) y Banco Popular de Ahorro (BPA) fueron autorizados a emitir tarjetas asociadas a cuentas denominadas en divisas, fundamentalmente dólares norteamericanos. A partir del mes de octubre del pasado año el proceso fue avanzando con cierta rapidez, promovido por las autoridades en su afán por hacerse con el control de las escasas divisas que entraban en la economía.

Un año más tarde, en plena pandemia del COVID-19, las autoridades aprobaron una normativa complementaria para permitir a personas naturales no residentes en el país crear cuentas en MLC asociadas a las tarjetas magnéticas para las ventas minoristas en divisas, a lo que se añadía “la importación de productos a través de entidades autorizadas por el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera”.

La normativa, resultado de la experiencia práctica acumulada desde 2019, incluía la Resolución 117 del 26 de marzo de 2020 del ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, que establecía las regulaciones que rigen las relaciones comerciales en las operaciones de importación, para la nomenclatura de productos que se autoricen a comercializar en moneda libremente convertible, a las entidades importadoras aprobadas con las personas naturales incluidas en sus carteras de clientes.

Las entidades importadoras autorizadas por el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera debían solicitar, para realizar sus pagos, una licencia Específica al Banco Central de Cuba para abrir cuenta bancaria en dólares estadounidenses en el Banco Financiero Internacional S.A., teniendo en cuenta las regulaciones y procedimientos vigentes sobre esta materia.

Las cuentas bancarias de las personas naturales solo se podrían operar mediante tarjetas magnéticas que, a su vez, se usarían para efectuar transacciones en dólares estadounidenses, pesos cubanos y pesos convertibles en cajeros automáticos, terminales de punto de venta y otros canales de pago.

La operatoria de las cuentas bancarias en dólares estadounidenses de las personas naturales no residentes fue la misma que para el resto, contando con efectivo de dólares estadounidenses, euros, libras esterlinas, dólares canadienses, francos suizos, pesos mexicanos, coronas danesas, coronas noruegas, coronas suecas y yenes japoneses. Desde estas cuentas bancarias se pueden realizar, además, todas las operaciones establecidas para los titulares de Tarjeta RED con cuentas bancarias en pesos cubanos y pesos convertibles.

Los analistas se han sorprendido de dos aspectos relacionados con el mecanismo de las cuentas en MLC. El primero llegó con la facilidad para abrir las cuentas. Las personas naturales podían presentarse en cualquier sucursal bancaria con su carnet de identidad y solicitar la apertura de la cuenta en MLC sin llevar dinero en efectivo, al tratarse de cuentas que se abren con saldo cero. Un trámite sencillo que se identificó con el objetivo de atraer el mayor número de clientes posibles. Se desconoce el número total de estas cuentas y el volumen de transacciones asociadas a las mismas.

A través de estas cuentas -una vez operativas- se podían recibir transferencias desde el exterior, ya sea en la modalidad bancaria o por vía de Fincimex con las remesas. Mantenía su operatoria la tarjeta AIS USD que Fincimex ofrecía a la población, e incluso se incentivó su solicitud desde el extranjero, permitiendo la posibilidad de que el remitente del exterior pudiera solicitarla en el país en que se encontrase.

Algunos bancos se diferenciaron del resto en su operatoria. En el caso de BANDEC, se ofrecía la posibilidad de que por medio de la aplicación Transfermóvil las personas solicitaran una tarjeta en MLC sin tener que presentarse en la sucursal bancaria.

La segunda sorpresa estuvo vinculada a los tiempos que debía esperar el cliente para recoger la tarjeta. En La Habana y en las cabeceras provinciales el proceso podía ocupar hasta siete días; en el resto de las localidades hasta 10. Se trataba de plazos que, en general, resultaban dilatados y excesivos, consecuencia de la falta de material plástico para confeccionar las tarjetas.

Una vez en posesión de la tarjeta de débito, la persona titular podía realizar sus compras de bienes y servicios pagando sus precios en MLC en la red de tiendas creadas para tal fin en toda la geografía nacional, pertenecientes a CIMEX y Tiendas Caribe. En las tiendas, los clientes podían acceder a productos de primera necesidad y se mantuvieron los de ferretería que ya se ofertaban con antelación. Las tarjetas emitidas por BANDEC, BM y BPA, además de las tarjetas AIS USD de Fincimex, podían dar servicio en estos establecimientos y así como en el resto de los canales electrónicos de pago disponibles en el sistema bancario.

Además, el cliente podía acudir a otro comercio -no solo al de dólares- y usar su tarjeta; también podía utilizar el cajero automático y extraer dinero, que sería entregado, al menos inicialmente, en CUC (pesos cubanos convertibles durante su vigencia) al tipo de cambio que tuviera el banco en ese momento con respecto al dólar norteamericano. Tras la entrada en vigor de la Tarea Ordenamiento, la extracción pasó a realizarse en CUP.

La eliminación a partir del lunes 20 de julio del gravamen al dólar en efectivo -una demanda muy extendida en la población- fue otra de las medidas aprobadas por el gobierno cubano. Si las personas acudían con dólares norteamericanos en efectivo a las oficinas bancarias se aplicaba un 10% de descuento a esa moneda. Por ejemplo, si llevaba 100 USD se le depositaban 90 en su cuenta.

Por otra parte, las cuentas que soportan las tarjetas en MLC podrían obtener fondos a través de tres vías. La primera y más recomendable era mediante transferencia desde el exterior, y también por la vía de remesas establecida por Fincimex. La segunda podía ser mediante una transferencia que se recibiera de otra cuenta en dólares, entre personas naturales. La tercera fue el depósito de efectivo, que realmente es la práctica más extendida, y puede ser tanto en dólar norteamericano como en otras monedas: euros, dólares canadienses, libras esterlinas y francos suizos, el peso mexicano, el yen japonés, la corona danesa, la corona noruega y la corona sueca. En total, 10 monedas que el cliente puede depositar en la cuenta, aunque las preferencias por el dólar están generalizadas.

Hasta la fecha, el régimen ha corrido un tupido velo sobre este proceso. Incluso, el ministro de Economía y Planificación ha declarado que tan pronto como se restablezca la normalidad en las divisas, las tiendas en MLC podrían ser suspendidas, entendiendo el agravio que representa su existencia para los cubanos que no tienen acceso al dólar (más del 70% de la población). Se ignoran datos esenciales para el análisis, como el número de tarjetas en MLC que circulan en la Isla, el importe de las transacciones realizadas en las tiendas y la frecuencia de uso de estos mecanismos de pago, indicadores que no se facilitan por la estadística oficial, de modo que resulta difícil realizar una evaluación de la marcha del proceso. Alguien debería tomar cartas en el asunto.

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Pandemia golpea a trabajadores cubanos del turismo.

Por Iván García.

En el parque Córdoba de la Víbora, a veinticinco minutos en automóvil del centro de La Habana, un grupo de adolescentes con camisetas de diferentes clubes europeos, infringiendo las normas del confinamiento, juegan fútbol con un balón medio desinflado.

El sol primaveral luce radiante, recortado sobre el cielo capitalino, y el esfuerzo físico del sprint, las gambetas y los disparos a una destartalada mesa escolar transformada en portería, provoca que el sudor empape las desteñidas camisetas piratas de Mbappé, Messi, CR7 y Neymar.

Desde una esquina del parque, Leonardo enfila con su bicicleta china hasta la improvisada cancha para vender tamales a 20 pesos y bocaditos de helado a 15. También tiene jugo de guayaba y piña a 5 pesos, envasados en pomos pequeños de agua mineral. En un carretón acoplado a la parte trasera de la bicicleta tiene la nevera con el helado y los jugos. Los tamales, para mantenerlos calientes, los lleva en un termo.

Los muchachos paran el juego para comprar tamales, jugos y helados. Leonardo intenta mantener la distancia. “Chama, que si nos coge la policía la multa no baja de dos mil cañas (pesos). Pónganse el nasobuco”, insiste. Luego se sienta en un banco del parque a contar el dinero de las ventas. Desde la nueve de la mañana recorre gran parte de los municipios Arroyo Naranjo, Diez de Octubre y Cerro vendiendo jugos, bocaditos de helado y tamales.

“La cosa está que arde. Y este bisne es al pecho (ilegal). Hay días que me busco hasta 600 pesos. Hace un año estoy sin pincha (desempleado), el hotel donde trabajo está cerrado, no hay turismo. Algunos trabajadores están ayudando en la reparación del hotel. A otros lo mandaron para la agricultura o de estibador en una empresa. Los que quedamos interruptos estuvimos al 60 por ciento seis meses, posteriormente nos ofrecieron ser custodio en un hospital. Pero lo rechacé. Cuando reabra el hotel me vuelven a llamar, ese fue el trato. Los salarios en turismo son muy bajos”, explica Leonardo.

Después de la exportación de servicios médicos y las remesas familiares, la tercera industria en Cuba es la turística. «Sin embargo, mi sueldo era de 300 pesos mensuales (12 dólares). Con la tarea ordenamiento me lo subieron a 2,600 (104 dólares). Pero como no he trabajado aun no lo he cobrado. Estoy manteniendo a mi familia con el ‘invento’. Lo mismo vendo tamales que pacotilla traída de afuera. Estoy doce y trece horas diarias en la calle, buscando el baro (dinero). Lo que consigo apenas alcanza para comer. Mis tres hijos, mi esposa y mi suegra siempre tienen hambre. Cuando regreso a la casa, me están esperando para comerse los tamales y tomarse el helado que sobra”, confiesa y añade:

“Este año de pandemia ha sido bien jodido. En turismo, los días que trabajaba, me buscaba entre 40 y 60 dólares, además de comida. Si un turista quería un chico o una chica, igual. Yo era el tipo de los mandados. Con ese billete pude reparar mi casa y comprar electrodomésticos, dos televisores de pantalla plana y aires acondicionados en los tres cuartos. Pero ahora ando pasmado y no me alcanza para pagar la cuenta de electricidad. Mis hijos duermen en un solo cuarto para ahorrar, y mi suegra, mi esposa y yo nos refrescamos con el ventilador. Lo peor es que no tengo familia en la yuma ni nadie que mande un puto dólar. Tengo que inventar en la caliente. Si esta pandemia dura un año más mucha gente va a tener que tirarse pa’la calle. O ahorcarse. El gobierno cada vez aprieta más la soga en el cuello a los cubanos”.

Ihosvany, cajero de un hotel, apunta que cuando llegó el “coronavirus tenía unos cuatro mil dólares ahorrados. Llevo casi treinta años trabajando en turismo. Gracia al ‘invento’ pude comprarme un carro y una casa. Para como se vive en Cuba, era de clase media alta. A mis dos hijos y mi esposa no les faltaba nada. Desayunábamos, almorzábamos y comíamos. Y no precisamente arroz y frijoles. Pero por la pandemia el hotel cerró. Estuve tres meses cobrando el 60 por ciento, imagínate ganaba 500 pesos y cobraba 300. El salario para mí era simbólico: se me olvidada cobrarlo o lo donaba a Salud Pública. El billete gordo estaba en otra parte. Después de tres meses, la empresa me propuso escoger entre ayudante de cocina en un hospital, trabajar en una lavandería de un centro de aislamiento o en la fumigación. Estuve un mes de ayudante de cocina. Pero tremendo gorileo pa’ buscarse tres quilos. Me fui para la casa sin cobrar salario hasta que se reanude el turismo. En cuatro meses derretí todos los ahorros. Ahora sobrevivo haciendo mensajería en negocios privados o como taxista de Cuber. La estoy pasando negras”.

De los más de 73 mil trabajadores de turismo, “alrededor de 15 mil están interruptos”, dice a Diario Las Américas una funcionaria del Ministerio del Turismo. “A los fijos, se les ofreció diferentes plazas. Los que no quisieron esos empleos se fueron para su casa sin cobrar salario. Muchos contratados también quedaron interruptos. Pasaron a la bolsa. Cuando se reinicie el turismo, si se necesita contratar empleados, se les llamaría”.

Un empleado del hotel Packard revela que la administración española le paga a la entidad empleadora del régimen un porcentaje en divisas para los trabajadores interruptos. “Pero las entidades militares que manichean el turismo en Cuba, se quedan con el dinero. Me han dicho que es el equivalente a 200 o 300 euros por trabajador. El gobierno te manda para la casa y no te paga ni un centavo”, señala.

Al analizar las consecuencias económicas de la pandemFAia en el continente, el caso de Cuba se ponía como ejemplo de una nación cuya industria turística se vio prácticamente colapsada. «Un informe conjunto de la Sociedad de las Américas y del Consejo de las Américas, señala que la Isla apenas recibió 1 090 000 turistas en 2020, un decrecimiento del 74,6% con respecto a 2019. Cuba exhibe la cuarta peor caída porcental de todo el continente, solo superada por Argentina, Guatemala y Chile», se reportaba el 22 de marzo en CubaNet.

Debido al rebrote del Covid-19 en el país, el número de contagiados fluctúa entre 600 y 1000 casos diarios. Según diversos analistas, el turismo internacional no se recuperará en Cuba hasta dentro de dos años. No obstante, la autocracia verde olivo continúa la construcción de hoteles en polos turísticos diseminados por toda la geografía nacional, sin importarle el déficit habitacional, que supera el millón de casas y el desabastecimiento de materiales de construcción, donde una simple bolsa de cemento puede costar mil pesos en el mercado negro.

Uno de los cuatro hoteles de lujo que actualmente se levantan en La Habana, está emplazado en Malecón y Calle B, Vedado y será inaugurado en 2021. En los últimos diez años, según investigaciones del reportero independiente Julio Batista de Periodismo de Barrio, las empresas militares, invirtieron más de 19 mil millones dólares en la construcción de hoteles y centros turísticos. De acuerdo a estadísticas oficiales, el turismo ingresa alrededor de tres mil millones de dólares anuales. Pero sus trabajadores se encuentran entre los peor pagados del país.

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Fidel Castro como jesuita hispánico.

Por Pablo S. Otero.

"La fe de un cristiano y la fe de un revolucionario no se pueden simular. Quien traiciona al pobre, traiciona a Cristo. Yo pienso que se puede ser marxista sin dejar de ser cristiano y trabajar unido con el comunista marxista para transformar el mundo", reflexionaba Fidel Castro allá por el año 1985 en pleno mundo bipolar.

El líder cubano fue comunista, es verdad, pero... ¿qué comunismo practicaba? ¿De que materiales intelectuales y espirituales estaba hecho el comunismo de un hombre que creció inmerso en un mundo plasmado por la catolicidad hispánica? ¿Qué visión del mundo tenía, que sistema de valores? ¿Cuál era el horizonte al que aspiraba?

Un apasionante tema que aborda de manera rigurosa el historiador italiano Loris Zanatta. Gran conocedor de América latina, del fenómeno populista y en especial del peronismo (al cual le dedicó valiosos libros e innumerables visitas a nuestro país), Zanatta presentó recientemente su último trabajo Fidel Castro: el último rey católico (Edhasa, 509 páginas) en el cual plasmó una investigación de más de cuatro años basada en una extensa bibliografía y en una lectura minuciosa de la casi totalidad de los discursos del revolucionario cubano.

Desde su casa en Bolonia, al norte de Italia, y a pocos días de la finalización del invierno europeo, Loris Zanatta dialogó -vía zoom- con La Prensa sobre su atrapante libro.

-¿Cómo fue la niñez de Fidel Castro?

-Fue un niño crecido en una familia poderosa y de mucho dinero. Su padre fue un gran propietario de tierras. Sin embargo, no era una familia burguesa, era una familia de campesinos gallegos con sus típicas costumbres. Pero con el dinero podía ir a la escuela de la elite. Esta psicología, antes que la ideología anti-burguesa, tiene este origen. Era un niño al que le tomaban el pelo porque estaba con otros chicos de la elite sin ser burgués. Era un campesino de familia española. Años después se vengó...con todo.

EN FAMILIA.

-¿Y su formación religiosa?

-Desde los 8 años hasta el ingreso a la universidad fue un interno en colegios jesuitas, la Compañía de Jesús fue su familia. En su casa en el campo, en Oriente, volvía sólo los veranos. Y su familia, como dicen ustedes en Argentina, "no le daba mucha bola". El mismo dijo que los jesuitas fueron su familia. A pesar de ser un hombre medianamente culto, pero inteligente, absorbía lo que estudiaba. No cabe la menor duda que durante toda su vida el libro que más lo influenció y que más conocía a fondo fue la Sagrada Escritura.

-¿Cuáles serían las características que Fidel heredó de los jesuitas?

-Según los lugares de formación, la época o la psicología, no todos los jesuitas están hechos con el mismo molde. La conclusión a la que yo llego es que Fidel fue un jesuita hispánico que viene de una formación integrista. La característica es la de un comunista que ve el comunismo como la antigua utopía cristiana. Es decir, el comunismo de los orígenes que ya está en los profetas del Antiguo Testamento y atraviesa toda la historia del mundo occidental. Es la idea de la restauración del Reino de Dios en la tierra y un rechazo a los elementos fundantes de la modernidad occidental como el individuo, la propiedad privada y el comercio. Todas estas cosas representan el mal y la corrupción del Reino de Dios en la tierra. Y es ahí, frente al pecado, que el jesuita hispánico aparece con su misión de redención. O de Revolución que es la palabra secular para decir redención. Esa será, en definitiva, la misión en la vida de Fidel. No tengo dudas de que él pensaba seguir el camino de Jesucristo. La historia tiene una finalidad y esa es la redención.

-Según se desprende de su libro, esa misión de Fidel se ve reflejada sobre todo en su léxico.

-Totalmente. El tiene un discurso típico de un cristiano antiguo e hispánico. Los jesuitas que lo formaron eran falangistas y venían de una tradición del nacional catolicismo. Y efectivamente Fidel Castro hereda del nacional catolicismo la idea de la Nación como comunidad política y como comunidad de fe, una sola cosa. La España de la Reconquista que ha restaurado la pureza de sangre y eliminado la pluralidad étnica, cultural y religiosa.

-Ingresando al tema de la Revolución Cubana de 1959, ¿por qué la compara usted con la Revolución de nuestro país del 4 de junio de 1943? 

-La similitud entre ambos está en el hecho que en Cuba la Revolución representó el rescate, la venganza de la Nación Católica y de la Cuba hispánica, rural, del Oriente cubano contra el occidente secular, liberal y capitalista influenciado por Estados Unidos. Y en ese sentido, el paralelismo con el 43 argentino. Ahí también era la idea de que la Argentina católica volvía a triunfar sobre la Argentina liberal y la echaba. El puerto era derrotado por el Gran Buenos Aires, por el interior.

LA IGLESIA.

-¿La Iglesia cubana celebró la Revolución de Castro?

-Sí, justamente porque la consideró que era un rescate de la tradición católica. Una frase que lo resume todo fue la del arzobispo de Cuba que dijo: "La Divina Providencia ha escrito en el cielo de Cuba la palabra triunfo". Además, no hay que olvidar que la Iglesia y los militantes de Acción Católica participaron durante todo el Movimiento Revolucionario. Ejemplos: la mujer de Raúl Castro, Vilma Espín, o Celia Sánchez, una de las colaboradoras más cercanas de Fidel, eran militantes católicas.

-¿Los curas y los obispos se equivocaron? 

-No, lo que pasa es que ellos en su gran mayoría eran españoles, faltaba un clero nacional, y tenían esa idea de la restauración de un orden cristiano que estaba todavía vinculado con los modelos corporativos de tipo fascista.

-¿Entonces por qué Fidel optó por el comunismo? 

-Lo que pasó es que en el mundo de fines de los años "50 y principio de los "60 ya el fascismo no era una opción, había sido derrotado en la Segunda Guerra Mundial, sobrevivían algunos, pero como herencia del pasado. El nuevo gran modelo antiliberal y anticapitalista en el mundo era el comunismo soviético, que también tiene una raíz cristiana, digamos el comunismo universal, como dijimos al principio. Se trata, además, de una dimensión pragmática, geopolítica y una de naturaleza ideológica. La pragmática es evidente, hay guerra fría. El mismo Fidel Castro estaba muy consciente de esto y el mismo lo dijo, que de haber triunfado la Revolución cubana en 1953, cuando fue el asalto al cuartel Moncada, la revolución no podría haber sobrevivido porque nadie habría podido protegerla. Ahora en 1959 es diferente, el equilibrio estratégico en el mundo ha cambiado.

-¿Y la dimensión ideológica?

-Tiene que ver con que Fidel Castro, como decenas de miles de militantes católicos, vive una transición ideológica. Muchos se formaron con el odio al liberalismo y al capitalismo, y por lo tanto a Estados Unidos, y a medida que crecieron se dieron cuenta que el modelo fascista no era más viable y que tampoco respondía a las necesidades de las sociedades de masas modernas. Por lo tanto, el mismo fue evolucionando hacia la ideología comunista, leyó a Lenin y Marx. Lo que pasa es que los leyó desde un filtro de su cristianismo hispánico y vio que finalmente se podía interpretar a Lenin o Marx a la luz del cristianismo hispánico, que la utopía comunista era una utopía cristiana. En un diálogo con el padre dominico brasileño Frai Betto, Fidel le dice: "Si la Iglesia hiciera un estado lo haría como el nuestro". Era claro que era al revés, era él que había creado un estado que tenía finalmente la Iglesia y el cristianismo como su inspiración. Pero su ego le impedía ver eso.

-¿Se puede afirmar que la elección por el comunismo fue más una cuestión de época que de ideología?

-Claro, yo siempre digo, medio en broma porque no se puede demostrar, que de haber nacido 15 años antes Fidel Castro habría sido el José Antonio Primo de Rivera cubano. O que de llegar al poder no en 1959 sino en los años "30 habría creado un orden corporativo tipo fascista, porque ese era el modelo del antiliberalismo universal.

-¿Cómo fue la relación del régimen con la Iglesia Católica?

-En un primer momento hubo una represión violenta. Algo común a todos los regímenes totalitarios como fundadores de nuevas religiones. Chocan con la Iglesia porque no hay espacio para dos instituciones eclesiásticas o para dos religiones en el mismo espacio. Pero la generación sucesiva, expulsados los miembros españoles del episcopado, entendió perfectamente que esto que se había creado en Cuba era una "herejía" pero que venía de la entraña del cristianismo, sin duda. La iglesia comienza a darse cuenta que el régimen con sus valores (estado ético, santa pobreza, unanimismo, corporativismo, etc.) es hijo suyo. Ya en los años sesenta, el nuncio apostólico celebra este orden. El padre jesuita Arrupe (superior general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983) nunca dudó de que Fidel Castro pertenecía a la familia jesuita y mas con el final de la guerra fría. Claro que la iglesia quería libertad de acción para ella, como institución, y ello fue fuente de conflicto. Pero pese a esto, el régimen cubano se puede cristianizar. Tiene ya en embrión, la simiente de un orden cristiano. Mucho peor sería que caiga el régimen castrista y se instaure un orden material y capitalista. Para evitar ese gran peligro se creó un modus vivendi con el régimen que funcionó bien y que continúa hasta hoy.

-¿Cómo evolucionó esa convivencia tras la caída de la Unión Soviética?

-El régimen cubano se vuelve cada vez más un miembro de la familia nacional popular. Repito...un hereje pero en familia. Todos en la familia tenemos un miembro un poco raro pero sabemos que es nuestro familiar.

-¿Con el papa Francisco la Iglesia se reconcilió totalmente con el castrismo? 

-En la perspectiva de Francisco, se evidencia en el libro que escribió sobre el viaje de Juan Pablo II a Cuba en 1998, su preocupación era que la ideología comunista marxista del régimen corrompiera la cultura francamente cristiana del pueblo cubano. Pero especialmente con el final de la guerra fría y el peligro de que triunfe en el mundo el paradigma tecnocrático -como él lo llama- el liberalismo, el neoliberalismo. Yo no dudo, y se entiende por sus palabras, que Francisco ve en el castrismo un régimen que finalmente no perdió la identidad cristiana del pueblo y que por lo tanto forma parte de la gran familia de los fenómenos nacionales populares latinoamericanos. A él no le interesa demasiado el tipo de régimen político. Los rasgos comunes de los grandes populismos latinoamericanos (peronismo, castrismo, chavismo) son precisamente el unanimismo: el pueblo es uno, la fusión entre poder político y poder espiritual.

-¿Cómo imagina que habrá sido para Fidel, por su formación, declararse ateo?

-El terminó declarándose ateo porque este tipo de personajes se sienten fundadores de religiones. El fundó una nueva religión y por eso el llega a decir que "el 90% de la ideología revolucionaria cubana coincide con el cristianismo". Es obvio que le falta un poco de autoconciencia. Esta convencido de haber creado una nueva religión que se parece mucho al cristianismo. Es más, el cristianismo se parece mucho a su religión. Pero como le ha pasado a muchos en la historia, lo que él hace es secularizar la enseñanza de la religión católica así como él la aprendió. Crea una religión política, seculariza el mensaje de la religión católica, en sentido profético, y lo transforma en un régimen político. Es bastante coherente, no importa que diga si cree en Dios, porque él es el nuevo sacerdote, el fundador de la religión. Aunque al final de su vida vuelve un poco a sus orígenes cuando teoriza que la "salvación llegaría con la unidad de todas las religiones contra el enemigo (el mundo secular occidental)".

-¿Este último Fidel, entonces, no se ha alejado demasiado del primer Fidel pre revolucionario?

-No se distanció mucho. Si bien hubo épocas en que se entusiasmó más con el materialismo científico, pero la verdad es que no se transformó nunca en una materialista científico. Los verdaderos materialistas científicos de los países del este europeo se agarraban de los pelos y decían (como Kruschev): "este es un español". En los "70 y los "80 adoptó un lenguaje más marxista, pero finalmente su formación lo ganó.

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jueves, 8 de abril de 2021

¿Era Cuba un país atrasado antes de 1959?

Por CubaNet

Avenida 23 antes de 1959.

Por muchos años la propaganda comunista intentó mostrar a Cuba como un país de escaso desarrollo. El régimen castrista, para garantizar el éxito de su proyecto, aseguró -y todavía lo hace- que la Isla era un oasis latifundista donde las empresas estadounidenses saqueaban sin piedad las riquezas del país, dejando sin oportunidades a los cubanos.

Sin embargo, hechos y cifras anteriores a 1959 desmontan el mantra castrista y dejan en entredicho los logros alcanzados por la Revolución.

En 1958, La Habana era considerada una de las ciudades más modernas del mundo, un hecho reseñado por los diarios, revistas y televisoras más influyentes del mundo. Asimismo, la cercanía con Estados Unidos hizo posible la llegada a la capital cubana de varios de los principales avances de la ciencia y la técnica, fundamentalmente durante la primera mitad del siglo XX.

Salud Pública.

Desde hace décadas el régimen castrista asegura que Cuba es una potencia médica, con estándares de referencia a nivel mundial. Sin embargo,  antes de 1959 ya Cuba tenía un sólido sistema de salud pública que exhibía, entre otros logros, el índice de mortalidad era el más bajo de Latinoamérica.

Asimismo, registros de la época señalan que en 1934 el 75 % de todos los graduados universitarios egresaron de medicina.

Antes de 1959 había en la Isla 35 000 camas de hospitales, un promedio de una cama por cada 190 habitantes. La cifra excedía la meta de los países desarrollados de esa época, que era de 200 personas por cama de hospital.

Cuba promediaba además un médico por cada 980 habitantes, solo superada en América Latina por Argentina (uno por cada 760) y Uruguay (uno por cada 860).

Educación.

En Cuba, durante los siglos XIX y XX, descollaron grandes figuras y pedagogos que formaron un eficiente sistema de enseñanza y aprendizaje.

Cabe recordar que al triunfo de los rebeldes Cuba tenía tres universidades financiadas por el gobierno y otras tres de carácter privado. Se estima que la matrícula de las universidades bajo el control del gobierno superior a los 20 000 estudiantes.

Se contabilizaban además 900 escuelas privadas oficialmente reconocidas, incluyendo las tres universidades privadas, con una matrícula total que superaba los 100 000 estudiantes.

El sistema de educación pública en la Isla contaba con 25 000 maestros y el de la educación privada con 3 500. A mediados de la década del cincuenta, período que el castrismo ha intentado recrear con signos de oscurantismo, había 1 206 escuelas rurales y un sistema de bibliotecas móviles con un total de 179 738 volúmenes.

La tasa de analfabetismo de Cuba en 1958 era del 18 %, según datos recogidos en los archivos del Ministerio de Educación.

En 1958 Cuba fue además el país de América Latina con el mayor presupuesto dedicado a la educación (23% del total), seguido por Costa Rica (20%) y Guatemala y Chile, ambos con 16%.

Ferrocarril.

Desde la etapa de la colonia española Cuba fue pionera en el uso del ferrocarril, siendo el primer país de Latinoamérica y tercero del mundo -tras Inglaterra y Estados Unidos- en poseer un sistema ferroviario. El 19 de noviembre de 1837 fue inaugurado el primer tramo del ferrocarril entre La Habana y Güines.

Paradójicamente, en pleno siglo XXI, y pese a las magníficas condiciones geográficas de la Isla, el régimen cubano no ha logrado potenciar el transporte ferroviario, una industria mayormente dependiente de donaciones e inversión extranjera.

Avances científico-técnicos.

En el siglo XIX Cuba no solo fue el primer país de Iberoamérica en tener el ferrocarril, sino también sistema de alumbrado público de toda Iberoamérica, instalado en 1889.

Aunque muchos de las invenciones no fueron desarrolladas por cubanos, la posición e importancia de la Isla hizo que no pocas de estas se estrenarán o llegarán con rapidez a suelo patrio. Así, en 1877, se registra la primera demostración mundial de una industria movida por electricidad fue, suceso que tuvo a La Habana como escenario.

El tranvía L4 cubría la ruta entre Lawton y el Parque Central.

Los registros de inicios del siglo XX señalan que el primer tranvía que se conoció en América Latina circuló en La Habana en el año 1900, en lo que fue el surgimiento de un sistema de transporte urbano en el país. Cabe señalar que la capital conserva aún las huellas de los tranvías, que circularon por las calles hasta aproximadamente 1952.

La Habana también fue la primera ciudad del mundo en tener telefonía con discado directo, suceso registrado en 1906. Un año después se estrenaría en la capital el primer departamento de rayos X del continente.

Radio, Televisión y Cine.

Casi desde su surgimiento, los medios de difusión masiva tuvieron abundante espacio. Durante la primera mitad del siglo XX La Habana, principal ciudad del país, se llenó de radiocentros y emisoras locales, en muchos casos con infraestructura que todavía es explotada por las emisoras controladas por el castrismo.

Se estima que en 1928 Cuba tenía ya 61 emisoras de radio, 43 de ellas en La Habana. El país ocupaba el cuarto lugar del mundo, solo superado por potencias como Estados Unidos, la Unión Soviética y Canadá.

El 24 de octubre de 1950 la Unión Radio Televisión lanzó al aire la primera señal de televisión comercial en Cuba por el Canal 4. De esta forma, la Isla se convirtió en el segundo país del mundo en emitir una señal televisiva.

Radiocentro CMQ y Cine Rama, actuales ICRT y Cine Yara.

El cine también tuvo espacio importante en el país. Para finales de los años cincuenta La Habana era la ciudad del mundo con el mayor número de salas de cine (358), superando a otras grandes ciudades como New York y París, que ocupaban el segundo y tercer lugar, respectivamente.

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Disparados los precios de los alimentos en el mercado informal cubano.

Por Fernando Lavigne.

Los precios de los alimentos mantienen su tendencia al alza en Cuba, alcanzando ya en algunos casos un valor cuatro o cinco veces mayor que el que tenían antes del llamado "ordenamiento monetario".

El desabastecimiento de las tiendas estatales, así como de otras fuentes alternativas como agromercados y puntos de venta privados, ha generado una fuerte inflación y con ello la carestía de los pocos productos que aún se venden en el mercado informal.

Para muchos, la incertidumbre alimentaria de hoy es un signo claro de la hambruna que se avecina y, más allá de los esporádicos estallidos sociales que se vienen dando, de un vuelco definitivo del pueblo a las calles.

"Aquí, en 10 de Octubre, el paquete de pollo de un kilo está a 250 pesos; el picadillo, a 75 o 125 pesos, en dependencia del tamaño; un paquete de perritos cuesta 60 pesos; la libra de frijol 45 y, si son colorados, 50", dice una vecina de ese municipio.

Muchos de los productos que se venden en el mercado informal provienen de las carnicerías, bodegas, almacenes, hoteles, centros de trabajo y comedores sociales estatales. La otra fuente de suministro son los revendedores, que adquieren estos y otros productos en las tiendas en MLC, donde ya son caros, y los ofrecen al doble o el triple de su valor.

Los precios se mueven bajo un estándar similar, con ligeras oscilaciones, según el lugar y la escasez que se atraviese.

"En Centro Habana, la libra de arroz ronda los 50 pesos; el cartón de huevos, cuando aparece, cuesta 350; dos tubos pequeños de picadillo (de una libra cada uno) salen en 180; mientras que la leche en polvo se mueve entre 350 y 400 pesos, dependiendo de si es amarilla o blanca (entera y descremada). Por un paquete de perritos te pueden pedir hasta 80 pesos", dijo el periodista de DIARIO DE CUBA Jorge Enrique Rodríguez.

En provincias como Santiago de Cuba, donde el poder adquisitivo promedio es muy inferior al que existe en la capital, el desabastecimiento es más acentuado, provocando una mayor distancia entre el mercado informal y los bolsillos de la población.

"Por una libra de arroz están pidiendo entre 80 y 120 pesos. Por un cartón de huevos, 300 pesos. El paquete de picadillo (de una libra) entre 90 y 120 pesos. La libra de pollo está en 90, la de frijoles en 30 y la de leche en polvo en 125", enumeró Josué, profesor de Español residente en esa provincia.

Estos precios en moneda nacional son, sin embargo, reflejo de una economía dolarizada, en la cual el Gobierno paga los salarios en pesos y vende los productos más necesarios en tiendas en divisas, donde los cubanos están obligados a comprar con tarjetas magnéticas. Paralelamente, el Estado, con serios problemas de liquidez, no vende dólares a la población, lo que ha provocado que el valor de la moneda estadounidense se haya duplicado "en la calle".

A los precios en metálico, habría que sumar el riesgo que implica participar en el mercado informal.

"La fiana (Policía) aminoró la marcha al pasarme por el lado. Yo tragué en seco e intenté no mostrar nerviosismo. Si me cogían con la mochila me metían preso o al menos salía con una multa. Por suerte, siguieron de largo", dijo Lázaro, un padre de familia residente en Habana del Este.

En la mochila, llevaba diez libras de picadillo de pollo y un cartón de huevos, comprados ilegalmente.

El artículo 338.1 del Código Penal Cubano contempla penas de entre tres meses y un año de cárcel, multa de 100 a 300 cuotas, o ambas sanciones, por el delito de "receptación".

Por "malversación", delito contemplado en el artículo 336.1 del propio instrumento legal, se prevé privación de libertad de entre tres y ocho años.

El mercado informal cubano, con sus riesgos y precios por las nubes, promete perpetuarse, en tanto el ordenamiento monetario sea un paliativo financiero para las necesidades del Gobierno y no un cuerpo de medidas encaminado a resolver la situación. La escasez y la inflación actuales así lo garantizan.

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martes, 6 de abril de 2021

Va muy mal la economía cubana en este 2021.

Por Orlando Freire Santana.

Muy pocas cifras salieron a relucir en el resumen que ofreció la prensa oficialista cubana de la reunión del Consejo de Ministros dedicada a analizar el estado de la economía al cierre del mes de febrero. Sin embargo, ello no fue obstáculo para aquilatar lo mal que marcha la economía en estos meses iniciales del 2021.

Acerca de la producción de alimentos, el ministro de Economía, Alejandro Gil, expresó que “lo alcanzado está muy por debajo de la demanda y de lo que hace falta para lograr una presencia estable de productos”. Hay que recordar que en días pasados el mandatario Miguel Díaz-Canel se reunió con directivos y trabajadores del Ministerio de la Industria Alimentaria, y los increpó duramente por la escasa aplicación de la ciencia y la innovación en ese organismo. Claro, ahora el flamante doctor Díaz-Canel, que se dice defendió una tesis sobre la innovación, cree que la innovación va a resolver todos los problemas de la economía cubana.

El propio ministro Gil aseveró que el país no ha podido recuperar los niveles previstos en la actividad turística, de lo cual se desprende que las finanzas gubernamentales seguirán de mal en peor, y que las colas en los comercios estatales no disminuirán debido a que el país no tiene mucho dinero para aumentar las importaciones de mercancías.

Por su parte, el zar de la Tarea Ordenamiento, Marino Murillo, tal vez con la intención de aminorar las malas noticias en la reunión, detalló los 12 proyectos de normas jurídicas que fueron aprobados por el Consejo de Ministros con vistas a fortalecer el sistema empresarial y darles mayor autonomía a esas entidades.

Mas, podrían preguntarse muchos, ¿para qué sirven la autonomía y el fortalecimiento empresarial si tenemos en cuenta la información brindada en la propia reunión por la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños?  Pues resulta que la ministra aseguró que las cuentas por pagar y por cobrar fuera de término, en litigio y bajo sentencias de tribunal, continuaron en aumento a pesar de que en el 2020 los niveles de actividad económica disminuyeron considerablemente. Ante semejante desbarajuste es lógico imaginar que el famoso y recurrente sentido de pertenencia en las entidades estatales sea una mera ficción. A muy pocos colectivos les interesa cobrar por lo que producen, y mucho menos pagar por lo que compran. ¡Tremendo caos!

Pero eso no es todo. La señora Bolaños también dijo que “resultó considerable el incremento de los impagos a los productores agropecuarios”. En realidad, es difícil imaginar que mientras la propia Ministra y otros funcionarios de la Agricultura se reúnen por todo el país con los productores para instarlos a producir más, y les anuncian que aumentarán los precios de acopio para sus productos, en la práctica las entidades comercializadoras estatales se burlan de esos productores al no pagarles por sus productos. Es como si los funcionarios de arriba dijeran una cosa, y los ejecutores de abajo hicieran otra bien distinta.

Para completar el sombrío panorama no faltaron las alusiones a las afectaciones ocasionadas al país por irregularidades en operaciones del comercio exterior, así como indisciplinas, ilegalidades y manifestaciones de corrupción administrativa.

A menos de dos semanas de la inauguración del VIII Congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba, esta reunión del Consejo de Ministros augura momentos nada felices para los que debatan el tema económico en la cita partidista.

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viernes, 2 de abril de 2021

Ernest Hemingway: pasajes y curiosidades que marcaron su vida en Cuba.

Por CubaNet.

El 1ro de abril de 1928, alrededor de las 11 de la noche, Ernest Miller Hemingway arribó por primera vez a La Habana, Cuba, a bordo del vapor francés Orita. Previamente, el escritor y periodista estadounidense había llegado a Cayo Hueso desde la ciudad francesa de Le Havre, un viaje de dos semanas en compañía de Pauline Pfeiffer, su segunda esposa.

La primera visita de Hemingway a Cuba supuso apenas el inicio de un “romance” que dejó una profunda huella en el escritor norteamericano, quien llegó a hacer de la Isla caribeña su hogar.

A continuación recordamos pasajes, momentos y hechos que marcaron la estancia en Cuba del Premio Nobel de Literatura.

Finca “La Vigía.”

Resulta imposible abordar la estancia de Hemingway en la isla caribeña sin hablar de la finca “La Vigía”, propiedad de 15 acres y una granja que fue adquirida por el escritor en 1940, tras un período de arrendamiento previo. Hemingway habría pagado por ella alrededor de 12 500 dólares.

Ubicada al sur de La Habana, en la localidad de San Francisco de Paula, “La Vigía” fue inicialmente un puesto de vigilancia del ejército español, hasta que en 1887 fue comprada por el arquitecto catalán Miguel Pascual.

La propiedad cuenta, entre otros espacios, con biblioteca, estudio, cuarto de trabajo, bungalow, torre y piscina. En esta última ─señalan─ Hemingway nadaba media milla siempre que terminaba de trabajar.

Finca “La Vigía” actualmente es un museo que conserva la mayoría de los bienes usado por Hemingway.

Cabe señalar que aunque en su testamento Hemingway dejó la casa y sus manuscritos a su cuarta esposa, Mary Welsh, ella solo pudo llevarse algunos objetos de valor y escritos.


Las Rutinas de Hemingway.

Varios registros que han trascendido de la época dan fe de que Hemingway se levantaba a las cinco y media de la mañana y escribía hasta el mediodía, con desayuno entremedias, casi siempre sobre las ocho de la mañana.

Luego, el escritor almorzaba y tomaba una siesta de dos horas. Alrededor de dos veces por semana, siempre en la tarde, se movía hasta El Floridita, un bar ubicado en el centro de La Habana Vieja. La histórica presencia de Hemingway en el lugar no solo ha trascendido en los registros, sino que le ha dado al lugar fama mundial.

Animales, whisky y chirimoya.

En su biografía se advierte que Hemingway fue un gran bebedor con claras preferencias por el Whisky Johnnie Walker (Etiqueta negra) y el gin Holland. Era, además, un amante de chirimoya, una de las frutas más consumidas en Cuba.

Tampoco es desconocida la predilección de Hemingway por los animales. Se estima que en sus más de dos décadas de vida en Cuba el escritor convivió en total con 52 gatos y 16 perros.

Hemingway se pesaba siete veces al día y anotaba las cifras en la pared del baño. Otras de sus raras costumbres era que en los meses pares dejaba de afeitarse y bañarse durante ocho días.

Relación con Fidel Castro.

Pese a las múltiples fotografías que muestran a Hemingway y a Fidel Castro juntos en La Habana, investigadores de la vida del escritor niegan que existiese un vínculo cercano entre ambos. Norberto Fuentes, autor del libro Hemingway en Cuba, señala que nunca hubo una amistad entre ambos personajes. De hecho, en entrevista ofrecida a la cadena CNN, Fuentes reveló que Hemingway compartió personalmente con el dictador cubano apenas 15 minutos el 15 de mayo de 1960.

Suicidio.

Aunque Ernest Hemingway no murió en Cuba, su muerte podría estar relacionado con su salida definitiva de la Isla.

Después de batallar con la depresión y de sufrir el deterioro de su salud, Hemingway se disparó a sí mismo el 2 de julio de 1961. Aunque su final podría parecer para muchos inesperado, el escritor siempre solía decirles a sus amigos que un día se suicidaría.

De esta forma, Hemingway siguió el mismo camino de su padre, quien se quitó la vida en 1928 a causa de a una enfermedad incurable.

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La Habana: ruinas de la desidia.

Por Ernesto Pérez Chang.

Capitolio visto desde el Palacio de las Ursulinas.

En la antigua calle Egido, que unida a Monserrate fue rebautizada en 1918 como Avenida de Bélgica, está el Palacio de las Ursulinas. De los edificios más pintorescos de la Isla pero una más entre el centenar de estructuras ruinosas de La Habana Vieja. Una más entre las que, con toda mala intención, fueron postergadas por la obra restauradora de la Oficina del Historiador.

El de las Ursulinas, como cualquier cuartería y “lleguipón” de Cuba, nos recuerda que lleva más mérito la obra del pobre (porque de cualquier ruina o local abandonado inventa un techo para su familia) que la de un funcionario respaldado por el poder. Para este, cubrir con pan de oro la cúpula del Capitolio es mucho más fácil que para el cubano pobre conseguir un saco de cemento o la legalización de una choza.

El Palacio de las Ursulinas fue echado al olvido no por estar en la periferia del casco histórico -la “vitrinita” para sacarles billetes a los turistas y a los cubanos alardosos-, sino por estar demasiado cerca de esa zona, tan próxima a la calle Monte -excesivamente “popular”-, donde habita, sobrevive y deambula gente muy pobre, sobradamente “pintoresca”, digamos.

Fachada del Palacio de las Ursulinas, en La Habana.

El edificio es de inicios del siglo XX, pero su historia se remonta al pasado colonial. La fachada plena de arabescos fue pionera en ese movimiento arquitectónico de inspiración morisca que definió una época. Detalles suficientes para conservarlo pero inoportunamente habitado por “gente común”, demasiado “sencilla” como para que el gobierno gaste plata en rehabilitarles las viviendas improvisadas. Mucho menos cuando son propiedad individual o usufructo gratuito, lo que jamás amortizaría el capital invertido.   

A pesar del deterioro, el Palacio de las Ursulinas continúa siendo una de tantas ciudadelas consideradas “de interés” para el desarrollo turístico que ha “cometido el error” de no desplomarse parcial o totalmente cuando el régimen hubiera querido, es decir, cuando ha estado cerca la oportunidad de ofrecer el edificio o la parcela donde está emplazado a algún empresario extranjero para que instale su negocio, mientras las decenas de familias que lo habitan son “reubicadas” en albergues y feos repartos de la periferia.

Escaleras y techos Palacio de las Ursulinas.

Pero con este sobreviviente obstinado no ha funcionado -hasta el momento- esa sospechada estrategia de desplazamiento de personas, practicada con regularidad por los organismos estatales con capacidad de reservar y otorgar parcelas para, fundamentalmente, la construcción de hoteles. Porque en el meollo de los planes sin dudas está el atraer turistas, al mismo tiempo que alejar a sus “vecinos” cubanos. Poner a cada cual en el lugar que le corresponde en la carrera por esconder la pobreza y “cancunizar” el archipiélago. 

Así, un par de rajaduras en los muros, un techo que amenaza con abrirse o la caída de un balcón habrían justificado el desalojo total. No obstante, ahí permanece el Palacio de las Ursulinas, con la estabilidad milagrosa de los hormigueros, a pesar de la multiplicación azarosa y laberíntica de “barbacoas”, “placas intermedias”, tabiques, tuberías, drenajes improvisados, cisternas individuales y, sobre todo, de cientos de inquilinos permanentes y de paso, legales e ilegales.

Solo hará falta que a algún empresario extranjero o militar “emprendedor” se le antoje ocupar esa joyita arquitectónica y comenzarán, otra vez, las presiones sobre los vecinos para que abandonen. 

Sabemos de lo que son capaces de hacer los dueños del país para, sin tener que pagarles un centavo, las personas acepten el desarraigo y hasta parezcan felices cuando comprueben que hubo cemento, acero, pintura y vidrio suficientes para transformar las ruinas donde vivían en hoteles de cinco estrellas. Pero jamás apareció el horcón de madera para apuntalar el balcón que causó la tragedia.


Interior del Palacio de las Ursulinas.

Los alrededores del Capitolio (donde “casualmente” los edificios no han podido resistir tanto como el Palacio de las Ursulinas y sus habitantes) han sido “blanqueados” bajo esa estrategia de los desplazamientos silenciosos. Le han dado tiempo al tiempo, y este ha hecho lo suyo. Se han propuesto prescindir de ese “populacho” de moneda nacional y de bolsillos vacíos, personas fundamentalmente de piel negra o de tez “color cartucho” y acento “palestino”, cubanos y cubanas que no encajan ni como decorado de fondo en esta puesta en escena de turistas blancos que buscan sol, playa y, sobre todo, sexo con los pobres desplazados. 

Y aunque la pandemia para la “gente de a pie” ha sido sinónimo de hambre, de toques de queda, de paralizaciones, estancamientos y retrocesos económicos, para “GAESA & Cía.”, en lo que respecta a su obstinación de ampliar la “planta habitacional” (para turistas que no llegan), el coronavirus apenas ha sido un catarro de temporada por el cual no vale la pena salirse del guion.

Las grúas y excavadoras de las constructoras para el turismo no se han detenido en estos meses de “crisis”. Los camiones cargados de cemento, arena y acero bloquean las calles cercanas a las obras. Sin dudas hay, “pero no te toca”.

Familias plantadas en La Habana exigiendo mejores viviendas.

Viejas estructuras de alto valor patrimonial y arquitectónico, desde hace décadas transformadas en mugrientas cuarterías, se vienen abajo pero, en las proximidades, cuando ocurren los derrumbes, en cuestión de segundos, las tapias de metal y los parqueos provisionales demarcan las “parcelas de interés”. Marcan territorio y además se preparan para el avance, manzana por manzana, como si siempre hubieran estado esperando a que los solares caigan como fichas de dominó.

Quizás pronto o tarde descubriremos cómo a hurtadillas, cual bandidos, se han propuesto, por ejemplo, recuperar para el turismo, y no para sus actuales moradores, ese destartalado, deprimente, hotel Perla de Cuba o al menos el terreno privilegiado que ocupa detrás del Capitolio. 

Si la fachada y la estructura no ya les sirven, entonces las dejarán caer sobre nuestras cabezas. Jamás sobre las suyas. Es lo que hacen. Pasará igual con el antiguo hotel Bristol, hoy invadido por la “gentuza”, y con el Astor, como con el San Luis, el Regina, el Roosevelt, el Isla de Cuba y el New York, como con muchos otros que hoy son “parcelas” por vender o arrendar en la Cartera de Oportunidades. A fin de cuentas, La Habana toda es un terreno inmenso que va ganando valor para alguien que hoy no vive entre sus ruinas. 

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