lunes, 28 de febrero de 2022

La aventura de Putin en Ucrania es justificada por el régimen castrista.

Por Luis Cino.

La invasión rusa a Ucrania asombró a pocos en el mundo. Desde hacía semanas, los Estados Unidos y la Unión Europea habían advertido sobre ella. Y nadie creyó en los desmentidos del Kremlin, que solo retrasó unos días la fecha en que se produciría el ataque. Lo que sí asombró es la decimonónica desfachatez imperial de Vladímir Putin y su descarado desafío a las normas del derecho internacional.

Lo que Putin calificó como “operación especial para la defensa del Donbass” fue una blitzkrieg que irrumpió por el norte, el sur y el oriente del territorio ucraniano y que, pese a la resistencia encontrada, en menos de 48 horas llegó a las puertas de Kiev, la capital, y comenzó a masacrar a sus habitantes.

Putin sobrepasó por mucho su declarado objetivo de proteger a los rusos de las autodenominadas “Repúblicas Populares de Donetsk y Lungask”, cuyas milicias secesionistas, armadas por Rusia, se enfrentan desde hace ocho años al ejército ucraniano

No disimula Putin que su principal interés es sustituir al gobierno de Volodímir Zelenski, democráticamente elegido por la mayoría de los ucranianos, por un gobernante títere del Kremlin, como Víktor Yanukóvich, derrocado por un levantamiento popular en el año 2014, o como Aleksandr Lukashenko, el dictador bielorruso que está pagando los favores de Moscú participando con sus tropas en el flanco norte de la invasión a Ucrania.

Dijo Vladímir Putin que aspira a desmilitarizar y “desnazificar” a Ucrania. ¡Si tendrá la cara dura! No debería osar el mandatario ruso hablar de los nazis para referirse a los nacionalistas ucranianos. Si alguien guarda semejanza con Hitler y  los nazis en esta invasión a Ucrania es el ultranacionalista Putin, que parece haber utilizado el mismo manual empleado por Hitler en 1938.

Los nazis  invadieron Danzig y se apoderaron de los Sudetes, supuestamente para proteger a los alemanes que residían en esos territorios. Putin —que antes se anexó a Crimea, como Hitler a Austria mediante el Anschluss— alega que la invasión es para defender de los ucranianos a los rusos del Dombás.

A Putin será difícil pararlo: tiene misiles hipersónicos (que viajan a cinco veces la velocidad del sonido) y chantajea con un holocausto nuclear a quienes se le enfrenten —léase los Estados Unidos y los países que integran la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Putin, que ya amenaza a Finlandia y a Suecia para que no entren en la OTAN, cuando se apodere de Ucrania, le bastará ir atravesando fronteras para ir en pos de Polonia, Moldova, las repúblicas del Báltico, etc. Y qué decir de las ex repúblicas soviéticas del Asia Central, con las que aspira a recomponer y ampliar lo que fue el gran imperio de los zares y luego la Unión Soviética, esa gigantesca cárcel de naciones.

¡Si eso no es imperialismo, que vengan Dios o el Diablo y lo digan!

Pero el régimen castrista, que se precia de antiimperialista, posa de pacifista y se llena la boca para hablar constantemente de soberanía y autodeterminación, está del lado ruso en esta cruenta y peligrosísima aventura de Putin en Ucrania, un país con el que Cuba tiene relaciones diplomáticas.

También estuvo del lado de los rusos cuando en 1968  invadieron Checoslovaquia o en 1979 cuando invadieron Afganistán. Solo que entonces Fidel Castro pudo alegar motivos políticos e ideológicos para apoyar el intervencionismo soviético. Ahora, con Putin, se trata de geopolítica pura y dura. Solo eso.

El régimen de la continuidad fidelista aun no ha reconocido a las repúblicas de Donetsk y Lugansk, e hipócritamente se pronuncia por la paz y el respeto a la seguridad internacional, pero en vez de a Rusia, culpa a los Estados Unidos y la OTAN de la actual situación en Ucrania, y justifica como un acto defensivo la llamada “operación especial para la protección del Dombás”.

El régimen castrista, que atraviesa su peor momento y no se caracteriza por ser demasiado responsable cuando está en aprietos, necesita que Rusia lo siga teniendo, junto a Venezuela, como aliado. Lo cual puede ser muy peligroso. Hace unos meses, un alto funcionario del Kremlin esbozó —sin que fuese confirmado ni desmentido por La Habana y Caracas— la posibilidad de un despliegue militar ruso en Cuba y Venezuela. Y pueden imaginar ustedes cual sería la reacción del gobierno norteamericano si eso ocurriera.

De seguir Putin en este rumbo belicista, el demasiado estrecho comprometimiento del régimen castrista con Rusia tendrá consecuencias catastróficas para Cuba.

Además de alejar aún más un eventual mejoramiento de las relaciones con los Estados Unidos y aumentar el descrédito por su alianza con un paria internacional, se agudizará la ya muy crítica situación de la economía cubana con el aumento de los precios del trigo y del petróleo.

Debido a las sanciones norteamericanas y europeas, la economía de Rusia, que es uno de los principales socios comerciales de Cuba, se verá seriamente afectada y no será mucho lo que pueda hacer el Kremlin por los tovariches de La Habana, tan malos como son a la hora de pagar sus millonarias deudas.

Es previsible que vendrán menos turistas rusos, Moscú concederá menos créditos a Cuba y habrá afectaciones en la industria, el transporte  y la tecnología.

En los años 90, cuando se desintegró la Unión Soviética, la excesiva dependencia de Moscú, ser unos mantenidos suyos, tuvo terribles consecuencias para Cuba.

Por muy dependientes que sean de Rusia en lo económico, por grande que sea la deuda, por mucho que se la condone Moscú, los mandamases castristas deberían pensarlo bien antes de seguir comprometiéndose en su alianza estratégica con Putin.

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viernes, 18 de febrero de 2022

El cuento del "bloqueo".

Por Iván García.

El sueño de Óscar, dueño de dos viejos automóviles y un jeep que renta como taxis colectivo, sería pedir un crédito bancario para comprar automóviles de segunda mano y crear una empresa de transporte en La Habana. En un block va anotando las cifras para explicar su estrategia comercial.

“Incluso con una tasa de interés alta, 15 al 20%, en cinco años, a más tardar, se amortizaría la inversión. Lo ideal sería comprar los autos en el mercado estadounidense. Durante el mandato de Obama se flexibilizó el bloqueo (embargo económico, financiero y comercial de Estados Unidos) y se autorizó que los emprendedores privados podíamos importar, exportar y acceder a micro créditos de bancos norteamericanos. Si el gobierno tuviera suficiente voluntad política y permitiera la importación directa, sin mediar con empresas importadoras del Estado, quizás mi sueño fuera posible”, explica Óscar y subraya:

“Estoy convencido que si a cinco o seis MIPYMEs, las autorizan a importar autos, microbuses y ómnibus, el transporte público en Cuba mejoraría considerablemente. Y sería un negocio redondo para el gobierno pues recuperaba el préstamo con ganancias. Pero cuando planteas el proyecto a la ONAT (institución que fiscaliza el trabajo privado) solo te dan evasivas. Si los bancos cubanos no tienen el capital, debieran permitir que los emprendedores privados gestionen el dinero por otras vías. Políticamente también eso favorecería al gobierno, ya que tendría la aprobación del Congreso de Estados Unidos y del Parlamento de la Unión Europea”.

Óscar comenta que su negocio de transportista está en un limbo jurídico, porque con las normativas aprobadas recientemente «la licencia se le entrega solo al dueño del vehículo. Los propietarios de varios autos o camiones legalmente no están autorizados a tener una pequeña flota. Pero por la crisis del transporte el gobierno se hace el de la vista gorda, aunque en cualquier momento te lo pueden prohibir. Se escudan en un acápite de los lineamientos económicos que impide la acumulación de capital y empresas en los negocios privados”.

Miriam tiene una peluquería y considera que la apertura del trabajo privado por parte del gobierno siempre estuvo concebida “para que la persona pudiera mantener a su familia y tomarse unas cervezas los fines de semana. No para enriquecerte, establecer compañías subsidiarias ni generar riquezas con tus negocios. Son muchas las trabas. Para importar, por ejemplo, debes hacerlo a través de una empresa estatal que cobra precios que no son rentables. A eso súmale los altos impuestos. No puedes abrir más de una peluquería o poseer otro negocio. Si tengo una peluquería no puedo rentar habitaciones. Y a los profesionales les prohíben tener negocios particulares”.

Gustavo, economista habanero, sostiene que una muestra de lo que puede hacer un emprendedor privado, “es el medio millón de cubanos que desde 2013 viajaban a Panamá y México y en la práctica se habían convertido en importadores, porque a precios minoristas compraban ropa, artículos de aseo, teléfonos celulares y electrodomésticos que luego vendían en Cuba a mejor precio que las cadenas de tiendas estatales administradas por la empresa militar GAESA”.

Según Gustavo, el gobierno, en vez de ampliar esos espacios, y aprovechar las concesiones de Obama a los trabajadores privados para dar jaque mate al embargo, hizo lo contrario: «abrió tiendas en divisas con el pretexto de captar dólares. Era una estrategia para sacar del juego a esos importadores privados. Pero su ineficiencia, acompañado de precios escandalosos con impuestos de hasta 300 por ciento en las tiendas dolarizadas, permitió que las llamadas ‘mulas’ controlaran el mercado de venta de ropa, calzado, perfumes, cosméticos y teléfonos móviles. Si el gobierno utilizara los negocios privados como palanca para neutralizar al embargo su efecto fuera menor”.

El economista habanero opina que el embargo puede afectar en la “compra de un equipamiento especifico para la industria biotecnológica, petrolera o de nuevas tecnologías. Pero si tuviéramos una economía saludable, Cuba podría comprar en el mercado europeo o asiático. Desde mi punto de vista, donde más afecta el embargo es en el sector financiero, pues Cuba no pertenece al FMI, Banco Mundial u otras instituciones financieras que otorgan créditos. Debido a su pésimo historial en el trato a algunos inversionistas y su incapacidad de pago, los pocos créditos que les otorgan son con tasas de intereses muy altas. Ni siquiera China o Rusia, sus aliados, se aventuran a concederle amplios préstamos. Reconocen que les sería imposible cobrarlos”, apunta y agrega:

“El gobierno ha diseñado un relato con el ‘bloqueo’ que lo deja en una posición muy cómoda y le sirve de pretexto para camuflar la ineficiencia intrínseca del sistema económico y político, que es el que impide que se desaten las fuerzas productivas. La crisis sistémica que padece el país no es achacable al embargo. En los primeros 30 años, mientras existió la URSS, que subsidió con miles de millones dólares a Cuba, Fidel Castro se burlaba del ‘bloqueo yanqui’. Cuando el país tuvo que depender de sus capacidades productivas, fue cuando se derrumbó el modelo”, concluye Gustavo.

Si la Isla hubiera invertido de forma coherente los más de 35 mil millones de dólares que recibió entre 1962-1989 del Kremlin, casi del doble del Plan Marshall de Estados Unidos para ayudar a Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial, probablemente el impacto del llamado Período Especial hubiera sido mínimo. Pero Fidel Castro gastó millones de dólares en subversión y campañas bélicas en África, sin contar los desastres en la economía que se tragaron cuantiosas sumas de dinero.

¿Cuánto costó al país proyectos económicos inviables como desecar la Ciénaga de Zapata, arrasar con bosques para utilizarlos en cosechas que no siempre se dieron, la zafra de los diez millones o la construcción, que nunca entró en funcionamiento, de la central nuclear de Juraguá? En lo militar los gastos, para una nación pobre del Tercer Mundo, fueron desproporcionados.

Alain, licenciado en ciencias políticas, echa en falta una “investigación seria, profunda y objetiva del dinero que se gastó en planes subversivos en América Latina, Asía y África. En determinado momento de manera simultánea -algo que solo está al alcande de potencias militares como Estados Unidos-, Cuba participó en dos guerras civiles, en las de Angola y Etiopía. En esas batallas, además de soldados, el gobierno utilizó a los buques de la marina mercante para transportar material militar y aviones de caza. Sostener una guerra cuesta muchísimo dinero. El principio del fin de la URSS fue su ruinosa campaña militar en Afganistán. Y la mayor potencia militar y económica del planeta, Estados Unidos, tuvo que retirarse de Irak y en 2021, luego dos décadas, de Afganistán. ¿Cuánto le costó a Cuba esas guerras?”.

Eusebio, ingeniero, tiene muchas dudas con respecto al embargo. “Yo puedo entender que el bloqueo impida comprar determinados productos informáticos en Estados Unidos, pero no es culpable que la carne de puerco esté a 200 pesos la libra, que las naranjas sean un lujo y que un kilogramo de limón cueste 300 pesos. La gente se pregunta, si hay bloqueo, por qué en la construcción de hoteles de lujo no faltan materiales de primera calidad y en las tiendas por divisas se venden equipos y alimentos Made in USA».

Un recorrido por la tiendas MLC (moneda libremente convertible) en La Habana confirma la venta de marcas estadounidenses como Coca Cola, RCA, Black&Decker, Palmolive y Head&Shoulders, entre otros. El 31 de enero, el periódico digital 14ymedio publicó fotos de peras de la variedad Anjou, cultivadas en Oregón y Washington y comercializadas por la empresa CMI Orchards, que estaban vendiendo, a 0.90 centavos de dólar cada una, en Galerías Paseo, en 1ra. y Malecón, Vedado.

Estados Unidos, a pesar del embargo, es el quinto país que más alimentos exportó a Cuba: 235 millones de dólares hasta septiembre de 2021. Sara, ama de casa, confiesa estar cansada del “cuento que un día sí y otro también, hace el gobierno sobre el bloqueo. Porque en verdad, el bloqueo solo afecta a quienes no tienen dólares”.

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El engendro turístico cubano.

Por Alejandro Ríos.

En la película House of Gucci el miembro menos favorecido de la familia, quien por cierto murió en Londres en total pobreza, le muestra a su tío los dibujos de una colección de atuendos femeninos que deseaba lanzar bajo el legendario apellido.

Aunque la idea no resultó, Paolo Gucci le confía a su pariente que la ropa está inspirada en un viaje que había hecho a La Habana.

La gloriosa ciudad reunía todas las condiciones para ser la atracción turística de los años cuarenta y cincuenta, sin competencia, en el Caribe.

Los primeros rusos que arribaron a la capital cubana luego de 1959, cuando todavía sobrevivían los encantos urbanos, gastronómicos, culturales y sociales, pulverizados minuciosamente por el castrismo, pensaron que habían llegado al paraíso terrenal.

Es de imaginar que los más astutos de aquellos eslavos ensimismados tuvieron tiempo de reflexionar sobre el futuro ingrato que amenazaba a la bella ciudad y su gente.

El ensayista alemán Hans Magnus Enzensberger, entre los primeros fellow travellers del castrismo, enseguida fue excomulgado por sus comentarios en contra del régimen.

Me viene a la mente uno de sus ensayos donde se refiere al “turismo revolucionario”, principalmente en Cuba, que disfrutaban personas afines a la dictadura, sobre todo en eventos y celebraciones que luego se transmutaban en vacaciones “todo incluido” en los mejores parajes de la isla.

En esta categoría privilegiada se incluyen intelectuales y personas de toda laya, invitados a eventos con los gastos cubiertos, y parientes de figuras políticas afines a la dictadura, como la esposa de Salvador Allende, quien tenía una reservación segura cada año en Varadero, con todo su séquito de amistades y asistentes.

Antes de fallecer, sin embargo, Hortensia Bussi de Allende se opuso a la represión castrista que fue incapaz de discernir cuando no le convenía.

Castro odiaba toda señal de capitalismo que no sirviera directamente a sus propósitos, y el turismo se fue circunscribiendo a los foráneos. Los criollos debían conformarse con un engendro inhospitalario llamado “campismo”, en diminutas cabañas, sin servicios sanitarios ni baños, algo así como unas casas de perro, cercanas a las playas menos atractivas.

El apartheid turístico cubano, una de las más indignantes legislaciones del régimen, contó con la complicidad internacional de visitantes procedentes de Europa, Canadá, algunos países de Latinoamérica y hasta de los propios Estados Unidos cada vez que se han abierto las cerradas compuertas políticas.

Resulta paradójico constatar que los rusos, otrora “hermanos socialistas”, hoy se cuentan entre los turistas que gustan de disfrutar las bondades de la geografía cubana. Sus antecesores prefiguraron la debacle que sobrevendría, pero no pudieron imaginar que sus descendientes regresarían a cotos de privilegio en la misma isla caribeña.

El dictador Fidel Castro nunca estuvo de acuerdo con dolarizar la economía y abrir renglones desvirtuados de operaciones capitalistas, pero luego de su desaparición física, la ambiciosa e inescrupulosa casta militar terminó por apoderarse totalmente del sector turístico, la fuente más segura de ingresos luego de la desaparición de los sustentos exteriores, a los cuales se había adaptado la prostituida nomenclatura gobernante.

Actualmente los nacionales pueden reservar en algunas de las principales atracciones hoteleras del país, aunque siguen siendo discriminados como turistas de cuarta categoría cuando reúnen la sustancial cantidad de dinero que necesitan para hacerlo.

Hay videos y documentales donde consta cómo los deleznables cuidadores de las propiedades militares detienen e interrogan a los cubanos, sobre todo a los de la raza negra, cuando tratan de acceder al lobby de los despampanantes hoteles abiertos en plena Ciudad de La Habana, rodeados de tugurios y solares al borde del derrumbe.

Desafortunadamente, la imagen de la película El Padrino donde Michael Corleone afronta la violencia de la rebeldía apenas transita por las calles de La Habana resulta poco menos que imposible ahora en un país agobiado por el totalitarismo, donde todos los espacios para disentir han sido coartados con ensañamiento.

En el mítico programa radial La tremenda corte, Trespatines y otros populares personajes que encarnan al cubano común se burlan humorísticamente de los turistas americanos cada vez que la oportunidad se presenta. Los visitantes foráneos del vecino norteño forman parte de la cotidianidad, son proveedores de bienes, pero no por eso mejores que los nacionales.

El sector turístico castrista es un engendro en su concepción y práctica. Para los visitantes potenciales sigue siendo la posibilidad de asomarse al “parque jurásico” comunista donde se sienten impunes y venerados.

Deben saber que forman parte de una sociedad paralela de bienestar y confort, junto a otra de carencias e injusticias, sin los derechos que ellos disfrutan en sus respectivos países.

El turismo barato y falseado tiene un alto precio moral que los hace encubridores de una longeva y cruel dictadura.

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lunes, 14 de febrero de 2022

Crisis, represión y rabia popular.

Por Iván García.

Recientemente, un grupo de familiares esperaban frente al Tribunal Popular Municipal de 10 de Octubre, al sur de La Habana, para participar en la primera sesión del juicio oral que se celebró contra 33 personas, seis de ellos menores de edad, que intervinieron en las protestas populares del 11J. Poco antes de las nueve de la mañana ocurrieron dentro de la sala judicial las primeras quejas, pues la fiscalía pretendía que los familiares asistentes participaran de forma virtual.

Cuenta Yaila Prieto, esposa de Juan Emilio Pérez Estrada, con petición fiscal de 25 años de cárcel, que “cuando llegamos solo permitieron entrar a un solo familiar por cada uno de los enjuiciados. Los presos estaban allí desde las cinco de la mañana. El primer incidente fue cuando intentaron poner a los presos de un lado y a los familiares en otra sala, y que nosotros viéramos el juicio por una pantalla de televisión. Fue entonces que las madres y esposas allí presentes, iniciamos una protesta y al final nos tuvieron que poner a todos en el mismo lugar, porque no estábamos de acuerdo de ver el juicio por una pantalla”.

El resto de los familiares, alrededor de un centenar, habían permanecido bajo fuerte vigilancia policial en el Parque Juan Delgado, a dos cuadras del tribunal. Describe Yaila, que “al terminar el juicio habían muchos familiares y una cadena inmensa de policías. Al salir los presos para ser devueltos al penal, la policía no dejaba que sus parientes se acercasen para saludarlos. Entonces los familiares comenzaron a gritar Libertad y a aplaudir, lo que fue secundado por los presos. Minutos después llegó un ómnibus repleto de guardias de la Brigada Especial y los agredió. Se llevaron detenidos a varios familiares”.

Un vecino del lugar comenta que la violencia fue desproporcionada. “Yo creía que estás escenas de brutalidad policial no pasaban en Cuba. Fue un abuso. Hasta ancianos fueron golpeados. Los presos daban golpes en las planchas de metal de los carros jaulas. Los residentes de la barriada condenaron el abuso policial. Al gobierno se le está yendo de las manos la represión. Golpeaban a mujeres indefensas con tremenda saña. Mi hija salía de la escuela se quedó espantada. Nunca había visto una escena así”.

Carlos, sociólogo, reconoce que el actual panorama en Cuba es un auténtico polvorín. “Al no aceptar el diálogo ni el respeto a las diferencias políticas, el gobierno está abriendo la puerta a la violencia desmedida, las groserías y las bajas pasiones. De un bando y otro. Se están enquistando y polarizando las posiciones. Se han legalizados las palizas y los actos de repudio apoyados por el gobierno. Esa violencia va generar mayor violencia por parte de las personas que son reprimidas y nadie las escucha. Cuando ocurra otro estallido social en Cuba como el del 11 de julio, habrá mucha violencia”.

Según el sociólogo habanero, existe un fuerte resentimiento e impotencia en una gran mayoría de la población, que considera que ha agotado todas las vías legales y no se le da respuesta a sus reclamos. “La prepotencia del régimen es total. Los gobernantes se creen con derecho de pernada. No dan explicaciones de sus actos, no rinden cuentas. La autocritica es nula. Por ejemplo, las tiendas dolarizadas y la Tarea Ordenamiento son tremendamente impopulares. Cualquier encuesta seria reconocería que más del 90 por ciento de la ciudadanía no apoya esas medidas. Pero el gobierno insiste en promoverlas. Irremediablemente, vamos camino al caos”.

Es extensa la lista de peticiones populares que el gobierno no responde. Al contrario. Insiste en seguir aplicando el mismo guión. Un segmento considerable del pueblo no entiende que en medio de una feroz crisis económica y social, el Estado no detenga la construcción de hoteles de lujo y utilice esos recursos en el desarrollo de la agricultura y la producción de alimentos.

Gustavo, economista, asegura que “el gobierno ni siquiera da una explicación. Es como si fuera un capricho, o peor, una burla. En 2021, el turismo se desplomó un 77.68% en comparación con 2019. El impacto fue tan grande que en el sector privado casi 140 mil emprendedores que eran dueños de hostales, paladares en zonas de gran afluencia turística o alquiler de autos, entregaron las licencias. La tasa de ocupación habitacional no supera el 30 por ciento. A pesar de la crisis sistémica y económica, el presupuesto del Estado dedica el 54% a la construcción inmobiliaria y de hoteles. El doble del dinero que desembolsan para la salud publica y la educación”, explica y alega:

“El gobierno no puede esgrimir que esas obras son de capital extranjero, pues son financiadas por GAESA, dueño del cien por ciento de las propiedades administradas por empresas extranjeras. El despotismo llega a niveles insospechados. GAESA contrató a Bouygues, constructora francesa, que prefiere emplear a trabajadores indios y pagarles salarios en divisas en una cuantía treinta veces superior al sueldo de un constructor cubano. La gente está harta de tantas arbitrariedades”.

Y es cierto. Si echamos un vistazo a los comentarios en la prensa oficial online, leeremos quejas al desempeño del Estado. Hace unos días, Acopio, institución estatal encargada de recolectar productos agrícolas, dejó que se echaran a perder en el campo 200 quintales de tomate en Artemisa, provincia a 66 kilómetros al oeste de La Habana.

Las críticas en la calle han ido subiendo de tono, sobre todo cuando la gente se entera que cada año se mueren de hambre y sed miles de reses en un país donde muchas personas llevan años sin comer carne de res. O que desde hace seis meses enfermos con dietas médicas no reciben su cuota de leche en polvo por la libreta de racionamiento, mientras en las tiendas por dólares y sitios digitales de ventas de alimentos para cubanos radicados en el exterior se oferta leche en polvo. Katapulk, uno de esos sitios, anuncia bolsas de leche descremada entre 65 y más de 200 dólares, directamente traída de Estados Unidos.

Un funcionario del gobierno provincial de Holguín, a un grupo de madres que se quejaron por la ausencia de comercios donde vendan ropa y calzado infantil en moneda nacional, le respondió “que en las tiendas por divisas existían esas ofertas”. Aumenta el número de padres que en voz alta reclaman a las autoridades la venta de juguetes y golosinas para los niños en pesos. Los cubanos deben comprar en divisas desde una máquina desechable de afeitar hasta un bombillo. Y los salarios y pensiones que ellos reciben es en pesos cubanos, una de las monedas más devaluadas del mundo.

Ricardo, custodio de un almacén de materiales de la construcción, dice que “es demasiado el descaro, la soberbia y la indiferencia de los dirigentes. No hay cemento para los que perdieron sus casas por un ciclón u otro desastre natural, pero venden cemento en las tiendas por divisas. Hace más de un año, una dirigenta de Artemisa hizo una fiesta y la piñata la llenó con dólares. Un dirigente de Las Tunas subió a las redes sociales un video masturbándose. Todo eso lo publican sin pudor en sus muros de Facebook, igual que las comelatas de Mariela, hija de Raúl Castro, o Sandro, nieto de Fidel, manejando ‘uno de sus jugueticos’, un Mercedes Benz, cuando el pueblo tiene que estar dos horas o más para poder coger una guagua. Por el camino que vamos, esto puede terminar en una guerra civil. Es mucho el odio reprimido”.

La gente en Cuba está cansada de promesas que jamás se cumplen. Mientras, el régimen sigue repitiendo consignas y apostando por la represión. Debiera tomar nota de la rabia popular.

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viernes, 11 de febrero de 2022

Corridas de toros en Cuba: la historia no contada.

Por Jorge Luis González Suárez.

Exposición "Cuba brava. El toreo en la memoria histórica de Cuba.

En Cuba, sobre todo en La Habana, en la época colonial hubo corridas de toros. El tema está recogido en el libro Las corridas de toros en La Habana, una enconada polémica republicana (1902-1959), publicado en el año 2018 por Ediciones Boloña.

El volumen refleja las pugnas que existieron entre 1902 y 1959 entre los partidarios de dicho espectáculo y sus opositores. Su autor, Santiago Prado Pérez de Peñamil, es licenciado en Historia del Arte, documentalista de la Televisión Cubana, miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Unión de Historiadores de Cuba.

Cabe señalar que los eventos taurinos fueron abolidos en 1899 durante la primera intervención norteamericana. Con posterioridad, diferentes gobiernos republicanos dictaron leyes ratificando la prohibición.

Mientras algunos creían que la emoción y el colorido de la fiesta brava serviría para atraer el turismo e incrementar los ingresos a la nación, muchos cubanos consideraban que era un acto de barbarie, sangriento y cruel con los animales y que era un retroceso al volver a las formas coloniales.

Hubo controversias a través de la prensa nacional. Personalidades y sociedades solicitaban la derogación de las leyes prohibitorias y la parte contraria, como el Bando de Piedad, dirigido por Janet Ryder y otros grupos, hacían oposición completa y frontal a las corridas de toros.

El largo pleito se mantuvo hasta inicios de 1959. El periódico Revolución, órgano oficial del Movimiento 26 de Julio, osciló al principio entre la aceptación y el rechazo a las corridas.

El periodista Fausto Miranda hizo una apología de las corridas en apoyo a criterios del Club Taurino de La Habana con un artículo titulado: “A propósito de la fiesta brava”, en la sección Polvo de Estrellas (Revolución, La Habana, 14 de marzo de 1959, año 2, n°. 84, p. 19).

Eduardo Pagés, otro de los partidarios, también escribió un trabajo en este periódico que tituló: “Más de cien millones dejará la fiesta brava” (Revolución, La Habana, 19 de marzo de 1959, año 2, n° 88, p. 10).

Las apologías al toreo encontraron pronto oposiciones patrióticas. Carlos Irigoyen Sierra respondió al señalar las pérdidas económicas que traería al país (Revolución, La Habana, 17 de marzo de 1959, año 2, n°86, pp. 1 y 14).

Hubo dos escritos contrarios más, uno de Ángel Cuiña: “Las corridas de toros, espectáculo deprimente” (Revolución, La Habana, 23 de marzo de 1959, año 2, n° 91, p. 5) y otro de Carlos Irigoyen: “Toros, cuentas y cuentos” (Revolución, La Habana 24 de marzo de 1959, año 2, n° 92, pp. 1 y 14).

Portada del libro “Las corridas de toro en la habana una enconada polémica republicana 1902-1959”

Por aquellos días, el historiador Emilio Roig de Leuchsenring envió una carta al entonces primer ministro Fidel Castro, de la cual recibió acuse de recibo, donde, basándose  en “el honor nacional”, expresaba su vehemente oposición a las corridas de toros.

El que puso el punto final al problema, desautorizando la tauromaquia, fue el periodista José Luis Galbe, con su artículo: “Los toros: una escuela contrarrevolucionaria” (Revolución, La Habana, 28 de marzo de 1959, año 2, n° 96, página 2). El reportero señalaba que en los nuevos tiempos las corridas eran “una actividad contrarrevolucionaria”. También analizaba varios aspectos de la crueldad del espectáculo, los elementos negativos a la economía y la incitación al latifundio por la cría de reses bravas.

Uno podía preguntarse quién era por fin contrarrevolucionario: ¿el toro, el torero, el ganadero, el empresario taurino o todos a la vez?

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El ministro de Economía falsea la realidad.

Por Marlene Azor Hernández.

Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación de Cuba.

El pasado 8 de febrero, el ministro de Economía y Planificación de Cuba, Alejandro Gil, declaró en entrevista con la Agencia Cubana de Noticias (ACN) que las tiendas de GAESA en las cuales se venden productos de primera necesidad son “una medida de justicia social”. 

Pero las tiendas en moneda libremente convertible (MLC) e incluso las llamadas shoppings que se crearon en 1994 siempre han vendido en una moneda con la cual no se paga a los trabajadores ni pensionados cubanos. Desde el 94, los economistas de la Isla han señalado los impuestos sobre los productos de esas tiendas, de entre 240% y 300% sobre su valor real. Por eso constituyen una humillación nacional para la población y una extorsión a los emigrados que mantienen a sus familias en medio de la pavorosa carencia de alimentos básicos, medicamentos y productos de aseo que impera en el país desde hace 30 años.

Así que miente el ministro cuando afirma que esas tiendas en moneda extranjera se crearon en el 2019. Desde 1994, se inició el apartheid económico de las tiendas GAESA. Hace 28 años, el Gobierno de la Isla inventó una moneda solo funcional en el territorio nacional llamada CUC (peso convertible) con un cambio de 1 por 25 pesos cubanos. 

Debido a esa tasa cambiaria, todas las cifras oficiales de PIB cubano han sido falseadas: se informan en dólares cuando en realidad se trata de pesos cubanos. En otras palabras, antes del 2021, el PIB per cápita que declaraba el Gobierno había que disminuirlo 25 veces para entender la real capacidad de compra de los salarios y las pensiones en Cuba. Así, el ingreso per cápita real era comparable con el del país africano más pobre: la República Democrática del Congo. No es casual que el Gobierno cubano no haya publicado nunca el índice de pobreza por ingresos del PNUD, que se aplica en el resto del mundo. La gratuidad de los servicios de salud y educación la tienen muchos países latinoamericanos y europeos, y no están desvencijados ni son de bajo nivel, como los que ofrece el Gobierno de la Isla a sus ciudadanos.

Unas tiendas que nunca debieron existir por el apartheid económico que generan en la población, se mantuvieron hasta el 2021, cuando fueron cambiadas a otras que venden en MLC. Si en las anteriores tiendas de GAESA creadas en 1994 se podía comprar con CUC, disponible en casas oficiales de cambio (las llamadas Cadecas), hoy es imposible comprar la moneda libremente convertible, salvo en el mercado informal, sobre el cual pende una norma que penaliza con cinco años de prisión a quien venda o compre dólares u otras monedas extranjeras. 

El Gobierno también prohíbe la circulación del dólar y obliga a los emigrados a pagar unas tarjetas magnéticas desde el exterior para que sus familiares puedan sobrevivir a la pavorosa escasez que reina en toda Cuba.

Ni el embargo ni la COVID-19 son las causas de las tiendas de GAESA.

Una petición ciudadana publicada hace un año en la plataforma Change.org pide la eliminación de estas tiendas y su sustitución por establecimientos en moneda nacional. Hasta el momento ha sido firmada por 12.218 ciudadanos.

  • Sin embargo, es la disparatada política económica del Gobierno cubano quien ha creado este apartheid económico en la Isla.
  • Creo que ningún productor de alimentos del mundo pudiera salir adelante con las siguientes prohibiciones:
  • El Gobierno cubano obliga a vender a precios por debajo de los costos o por debajo del mercado el 80% o 100% de las cosechas. A esto se le llama en Cuba “el encargo estatal”.
  • Existe un monopolio único estatal para recoger las cosechas y los productos, Acopio, que fija los precios y de manera recurrente deja podrir las cosechas por la falta de envases, gasolina o camiones. En adición, los productores denuncian la tardanza en sus pagos. Hace apenas tres días un campesino se quejaba de la pérdida de 200 quintales de tomates en Artemisa porque Acopio no se había presentado a recogerlos.
  • A los productores se les paga en pesos cubanos pero no pueden adquirir sus insumos para producir sino en moneda extranjera. A través de GELMA, monopolio estatal intermediario, los productores pueden importar y exportar pagando precios exorbitantes. Los campesinos cubanos no pueden crear mercados mayoristas de productos y servicios con inversores extranjeros o nacionales al margen del ineficiente Estado burocrático.
  • Recientemente, el Gobierno cubano impuso una nueva resolución que obliga a los productores a declarar de antemano los productos y la cuantía que van a producir. También impuso un impuesto del 10% sobre las ventas de estos productos. De este modo, ahora la media de los impuestos a los productores fluctúa entre el 38% y el 45% teniendo en cuenta los gravámenes a la fuerza de trabajo y las producciones. ¿El Gobierno de Cuba tiene los impuestos más altos del mundo?

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miércoles, 2 de febrero de 2022

La luz al final del túnel: ¿Dónde está?

Por Miriam Leyva.

¿Qué depara el futuro a los niños en Cuba?

Una voz infantil, pero con tono doctoral, me sorprendió. Una niña en su impecable uniforme escolar explicaba al atento abuelo en su andar por las calles de La Habana: “Eso cuesta 800 pesos, y no lo podemos comprar porque no alcanzan los salarios”. La bien resumida situación económica cubana actual resultaba sorprendente. Ante la admiración y preguntas de un caminante, la niña respondió con firmeza y orgullo que tenía seis años y que estaba en preescolar.

En Cuba no es raro escuchar un diálogo entre niños de edades tempranas sobre el CUC o la moneda convertible, indispensable para comprar leche, cereales, carnes, caramelos, dulces, helados y refrescos, cuando los hay, en las tiendas de venta en divisas. El litro de leche diario o su equivalente en leche en polvo solo se “concede” a los infantes hasta los siete años de edad.

Ni pensar en los juguetes, que dejaron de ser racionados una vez al año y pasaron a las mismas tiendas en divisas. No obstante, en 2021 ni en las tiendas en MLC se encontraban, así que Santa Claus y los Reyes Magos tuvieron que traerlos de afuera o comprarlos a los cuentapropistas y merolicos a elevados precios. Las chucherías para la merienda en la escuela siguen suerte parecida.

Durante el “Periodo Especial” iniciado en la década de 1990, los niños cubanos, sobre todo de las provincias orientales, tuvieron desnutrición y baja talla, por lo que la UNICEF y la FAO, fundamentalmente, comenzaron a donar alimentos y vitaminas al Gobierno de la Isla.

Las preocupaciones por las carencias cercenan la imaginación y los sueños de los niños y adolescentes. Durante los dos años de encierro por la pandemia de COVID-19, en los hogares con mejor desenvolvimiento económico los teléfonos celulares y las computadoras posiblemente hayan estado creando un micromundo nuevo, en ocasiones no acorde con los requerimientos de las edades, la educación y la salud. Una cantidad importante de los menores cubanos recibe ropa y calzado de los padres, abuelos y otros familiares residentes en el extranjero, así como dinero para la alimentación y gastos domésticos. Pero los artículos para los juegos y el desarrollo intelectual son relegados ante las necesidades más perentorias.

En Cuba, a varias generaciones se les ha privado de las ilusiones que se nutren a través de la lectura despolitizada y la interacción en los juegos propios de las tiernas edades, por carecer de muñecas, pelotas, bates, patines, bicicletas y otros artículos, lo que afecta el desarrollo de los valores sociales y los ejercicios intelectuales y físicos. Incluso la inexistencia o deplorable estado de los parques ha repercutido en la disminución de la práctica de deportes y la formación de los equipos nacionales.

Desde noviembre del pasado año los niños y adolescentes retornaron a las aulas. El restablecimiento de las clases era muy necesario por el retraso escolar y las depresiones causadas por el encierro, también por haber contraído el coronavirus o por el fallecimiento de algún allegado. No obstante, en las escuelas los niños tienen que jurar incondicionalidad política y en todas partes callar y simular, sobre todo si lo familiares venden en el mercado subterráneo productos robados o conseguidos tras prolongadas horas de colas. Esas simulaciones deforman las personalidades y conductas de los futuros ciudadanos.

El dilema está en que no se ve la luz al final del túnel. Imposible esperar a que la niña del inicio se convierta en una respetada economista para que le permitan aplicar cambios, que desde ahora son obvios para la mayoría de los cubanos: soltar el arique, alar parejo, sin la tutela estatal, todos libres para trabajar y crear las riquezas propias y de la Patria.

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