viernes, 31 de julio de 2020

La Revolución del dólar en Cuba.

Por Alberto Méndez Castelló.

Cubano con dólares.

La ministra presidenta del Banco Central de Cuba, Marta Wilson González, dijo el pasado martes en el programa Mesa Redonda de la televisión estatal que la eliminación del gravamen al dólar estadounidense llevó a que hubiera “una mayor recogida de dólares” en los bancos del país.

La medida entró en vigor el pasado lunes 20 de julio y, según la ministra presidenta, entre el 20 y el 27 de julio hubo un incremento en el canje de 200% con respecto a la semana anterior, mientras que los depósitos aumentaron en un 195%.

La ministra presidenta no dijo a cuánto ascendió la cifra monetaria por el incremento del 200% en el canje de dólares americanos ni tampoco la cifra de dólares depositados en los bancos respecto al incremento del 195%.

Las divisas que salieron de los bancos gubernamentales ingresaran en los comercios, también estatales, en los que es obligatorio pagar con moneda libremente convertible (MLC) y donde existen impuestos al consumidor de un 200% o más sobre el precio mayorista de importación o de producción nacional.

En Las Tunas, provincia con cinco municipios y poco más de medio millón de habitantes, un directivo bancario dijo a la prensa oficial que, tras la eliminación del gravamen al dólar, la población había adquirido más de 10 mil tarjetas magnéticas para comprar en las tiendas en MLC.

La tasa de cambio oficial es de un dólar americano por un peso convertible (CUC) o por 25 pesos cubanos (CUP).

En el mercado cambiario informal, con tendencia al alza, cambistas ambulatorios ofertan cifras superiores a los 120 CUC por billetes de 100 dólares; esto es 1,20 CUC, o más, por dólar americano.

Así y todo, cuando los dólares sean canjeados en los bancos estatales, o sean depositados allí para hacer operacionales las tarjetas magnéticas en las tiendas en MLC, en lugar de haber dejado beneficios sólo del 10% por concepto de gravamen, regresaran a las arcas del Estado con beneficios del 200% o más por impuestos al consumidor sobre el precio mayorista de importación o de producción nacional.

En momentos en que el precio del oro se cotiza al alza y el dólar americano decrece en los mercados internacionales, en Cuba, con la apertura de comercios nacionales dolarizados, el alza del dólar respecto al peso cubano en el mercado cambiario informal obedece a dos propensiones, ambas, de forma pública y notoria, con consecuencias impredecibles por el conflicto socio económico que entrañan:

  1. La adquisición de productos que sólo se encuentran en los comercios dolarizados para uso personal y familiar de los adquirientes.
  2. La compra de mercancías sólo existentes en los comercios dolarizados, con fines de reventa, aumenta sustancialmente el valor del dólar en el mercado cambiario informal y deprecia la moneda nacional.

Mientras se abrían las tiendas en MLC, la directora general de Tiendas Caribe, Ana María Ortega, dijo en el programa Mesa Redonda que había productos muy demandados, y aunque habían asegurado que no habría en esas tiendas productos regulados, necesariamente tendrían que hacer regulaciones por las compras de productos en grandes volúmenes que se estaban produciendo, y puso como ejemplo la venta de cerveza y de quesos importados.

Técnicamente, y en la práctica cotidiana, la retirada obligada por la crisis que vive el país del gravamen del 10% al dólar estadounidense significa una presencia cada vez más recurrente del billete verde americano en todas las operaciones comerciales en Cuba.

Con el CUC en plan salida -ya inició su desaparición con los vueltos obligados en CUP en tiendas recaudadoras de divisas- y el peso cubano sin poder adquisitivo efectivo, en lo adelante será el billete verde americano quien lleve las riendas en las transacciones, ya no solo en las tiendas MCL abastecidas por el Estado, sino también en la compraventa de bienes e inmuebles entre particulares.
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jueves, 30 de julio de 2020

Hablando con un médico cubano.

Por Iván García.


A mal tiempo buena cara. Hoy el especialista en vías respiratorias, llamémosle Manuel, ha tenido un día de perro. Poco antes de las 8 de la mañana, bajó con su vetusta y pesada bicicleta china al hombro desde el cuarto piso de su apartamento en La Víbora, al sur de La Habana. Recorrió varios agromercados, hizo un par de colas para comprar croquetas y una tina de helado. Dejó el helado y las croquetas en la casa y volvió a salir.

Luego de seis horas pedaleando por varios municipios habaneros, regresó a su domicilio con una jaba de nailon solo con un mazo de habichuelas, un aguacate y dos libras de zanahorias. El día que le corresponde descansar, recorre los desabastecidos mercados y farmacias de la ciudad en busca de alimentos, artículos aseo o medicamentos.

Usa un truco que le ha sido efectivo. Se pone su bata blanca de doctor, lo cual genera simpatía entre las personas de la cola, que lo dejan pasar para efectuar las compras saltándose la fila. Y es que la ciudadanía ve a los médicos, enfermeras y personal sanitario como auténticos héroes. Cuando Manuel describe una jornada de trabajo de un médico en Cuba, las penurias que tienen en sus hogares y sus salarios insuficientes, no queda más que aplaudirlos.

Después de cumplir varias misiones en el exterior pudo reunir el dinero suficiente y comprar un apartamento de calidad. “Espero reunir una cantidad para comprarme un automóvil en alguna nueva misión. Pero no he sido convocado”, dice, mientras se lava las manos después de su extenso periplo en la búsqueda de alimentos.

El tema de la misiones médicas cubanas en el extranjero, muy criticado por el gobierno de Estados Unidos, provoca un minucioso análisis de Manuel. “¿Cuánto hay de verdad, mitos o mentiras existe en el caso de las misiones médicas? Vamos por paso. Estoy de acuerdo que Cuba, ahora y en un futuro, exporte sus servicios médicos. Es legítimo. Lo que no estoy de acuerdo es que te paguen solo el 30 o 40 por ciento de tu salario real. Si ahora pagan un poco más es debido al escándalo internacional que han armado médicos que desertaron. Se debiera cobrar el 80 por ciento del salario y pagar un impuesto del 20 o 25 por ciento, como los deportistas que compiten en ligas foráneas”, alega y añade:

“Esto provoca que muchos de nosotros hagamos trabajos por la izquierda en los países donde nos ubican. He conocido casos que practicaban abortos en clínicas privadas para ganar un dinero extra. O que muchos nos transformemos en merolicos al tener que adquirir pacotillas y electrodomésticos que revendemos al regresar a la Isla. La gente va porque no tiene más opciones. Es la única forma de ganar 3 mil o 4 mil dólares que luego te sirven para mejorar la calidad de vida tuya y de tu familia. Y está también la parte humana. He cumplido misión en Haití sin cobrar un centavo”.

Según Manuel, son instruidos para no inmiscuirse en política interna. «Pero al llegar al país destinado nos quitan el pasaporte, nos prohíben dar entrevistas a la prensa y tener relaciones de amistad fuera del ámbito de trabajo. En el caso de Venezuela, donde el tema político está muy polarizado, es verdad que a las misiones Barrio Adentro se les instruyen que adoctrinen a los pacientes. La mayoría no lo hace, pero los dispensarios, con el rostro o la mirada de Chávez pintado en su fachada, es una muestra de que te brindan un servicio a cambio de gratitud al chavismo. El concepto esclavitud laboral los cubanos lo conocemos bien, pues tanto en Cuba como en el extranjero recibimos salarios que no están acorde a nuestra preparación. El gobierno dice que ese dinero sirve para mantener la salud pública, pero no da cifras ni explica cómo lo gasta. Existe muy poca transparencia al respecto. Si los médicos cubanos ganaran salarios similares a los de sus homólogos del Primer Mundo, no creo que miles se enrolaran en misiones en lugares distantes, peligrosos y lejos de sus familias”.

En abril de 2019, dos médicos cubanos, Landy Rodríguez y Assel Herrera, fueron secuestrados en un poblado de Kenia cercano a la frontera con Somalia. Todavía el régimen de La Habana no ha conseguido negociar su libertad. Una nota publicada en abril de 2010 en Cubanet reportaba el fallecimiento de 69 médicos cubanos en Venezuela. La reportera Laura Weffer de El Nacional de Caracas seguía la pista de esas muertes y se preparaba para realizar un reportaje, pero las autoridades venezolanas se adelantaron y develaron una placa donde se lee que murieron en tierras bolivarianas cumpliendo con su deber, aunque la mayoría perdió la vida a causa de la violencia callejera.

Cuando el 23 de marzo, debido a los primeros casos de contagio por coronavirus, las autoridades cubanas decidieron cerrar las fronteras e iniciar una cuarentena en todo el territorio nacional, Manuel afirma que ya el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) tenía bien definido sus protocolos de actuación.

“Pensé que el Covid-19 iba a provocar un impacto negativo mayor en Cuba. La pandemia llegó coincidiendo con un gran desabastecimiento de medicinas, alimentos y artículos de aseo. Imagínate, esa combinación de mala alimentación, colas para conseguir comida y falta de higiene podría ser fatal. A eso añádele que un principio no había suficientes mascarillas en los hospitales, excepto en los militares y el Instituto de Medicina Tropical. Escaseaban los medios de protección segura para el personal sanitario. Mi mayor preocupación era la falta de equipos mecánicos de ventilación y que las camas en las salas de terapia intensiva no fueran suficientes. El MINSAP y el gobierno hizo mucho con poco. Creo que la mayor parte de la población cumplió con las medidas de distanciamiento social. Lo mejor, desde mi punto de vista, fueron las medidas profilácticas para tener bajo control al Covid-19”, alega y explica:

“Hacer un levantamiento casa por casa fue una buena medida. En Cuba ayuda que al paciente se puede controlar desde el barrio, mediante el CDR o el médico de la familia. Eso permitió atajar muchos casos desde el inicio. No todo fue coser y cantar. Las condiciones de trabajo y la alimentación del personal sanitario, salvo excepciones, fue de regular a mala. Tampoco fueron buenas las condiciones en los centros de aislamientos. Pero los médicos, intensivistas y enfermeras echamos el resto. Hubo momentos que las jornadas eran muy intensas. Llegué a dormirme de cansancio sentado en una silla. Si las personas supieran lo doloroso y traumático que resulta el Covid-19 en su fase avanzada, quizás fueran más responsables a la hora de cumplir con el distanciamiento social y el uso del nasobuco”.

Manuel ofrece detalles médicos: para que los pacientes soportaran el dolor que provoca el entubamiento para la respiración artificial, se les inyectaba sedantes o morfina, algo sumamente doloroso que deja secuelas posteriores. Al ser una epidemia nueva, constantemente se cambiaban los protocolos de la enfermedad. Medicamentos que supuestamente eran efectivos, se dejaban de usar en detrimentos de otros. Y confiesa que lo traumático que es ver a un paciente la noche anterior luchando por su vida y a la mañana siguiente saber que falleció.

«Gracias a Dios en Cuba, hubo pocos fallecidos. Probablemente más de los 86 que hasta la fecha reconoce el MINSAP, porque en el mes de abril se disparó el número de fallecidos en el país. Y muchos decesos fueron por enfermedades respiratorias. El Covid-19, al parecer, solo afectó al 20 por ciento de la población. Se supone que el resto es asintomático. Pero el 20 por ciento en Cuba son dos millones de personas. Mientras no aparezca una vacuna, es mejor estar en casa y si se sale a la calle, protegerse con la mascarilla. Estoy en contra de abrir piscinas, playas, hoteles y locales de ocio. Se está viendo en el mundo, la gente es irresponsable y no cumple con el distanciamiento social”, alega Manuel.

En su opinión, se percibe un triunfalismo desmedido entre las autoridades, como si todo hubiera acabado. «El coronavirus pudiera reaparecer con mayor fuerza. Lo más preocupante es que el gobierno ha dedicado grandes recursos a enfrentar el coronavirus, pero ha descuidado otros frentes. En estos momentos, faltan más de 800 medicamentos en Cuba. Algunos incluso ponen en riesgo la vida del paciente, como es el caso de los hipertensos y diabéticos. Tenemos el dengue y el chikungunya que prácticamente se han convertido en pandemia local, pues no hemos podido erradicarlos. Y debido a la crisis alimentaria que atravesamos, enfermedades provocadas por la mala nutrición pudieran reaparecer como ocurrió en la década de 1990, durante el Período Especial. Las medidas del gobierno para afrontar el Covid-19 han funcionado, pero la salud pública y la economía en Cuba son un caos. Y la llegada de turistas internacionales podría generar nuevos problemas».

El especialista considera que habrá que aprender a convivir con el Covid-19. Pronostica que habrá rebrotes, más intensos en unos municipios que en otros, e incluso se podrían decretar nuevos confinamientos o cuarentenas. “Creo que cuando aparezca una vacuna volveremos a la normalidad”, concluye.
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La vieja piedra de Alejandro.

Por Tania Díaz Castro.

Un hombre lee el periódico "Juventud Rebelde".

Estamos prosperando. Ahora resulta que destacados periodistas del oficialismo cubano, como José Alejandro Rodríguez, del periódico Juventud Rebelde, se pueden dar el lujo de llamar “vieja piedra” al régimen de los hermanos Castro, sin que se vean sorpresivamente obligados a recibir en sus puestos de trabajo a un par de “segurosos” -del Ministerio del Interior- para advertirles que en su crónica de ese día “se les fue la mano”.

El colega nos recuerda que el gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, nos alertó una vez más que “en economía no podemos continuar haciendo lo mismo que no da resultados”.

Con perdón del colega: ¿Una vez más? ¿No está haciendo lo mismo el querido presidente desde que asumió el mando de Cuba, respecto a los asuntos económicos? Será entonces que, sin yo enterarme, el presidente leyó al fin lo que dijo Fidel Castro en 2010 sobre nuestro modelo económico, frente a dos periodistas extranjeros de la revista The Atlantic: “El modelo cubano económico ya no sirve ni a nosotros”.

Señala Rodríguez que se trata de “algo que palpita en los debates académicos, en las insatisfacciones de los actores económicos; y en las pasiones de la esquina del barrio”. Linda forma de decir que no fue Díaz-Canel quien dijo lo que dijo. Está bastante claro el colega. Pero, el que no está nada claro, ¿quién es?

En resumen, que se atreve Alejandro cuando nos recuerda “los propios errores internos en el accidentado camino de la construcción del socialismo”.

Luego, a mitad de camino, se ve obligado a reconocer que la crisis genera oportunidad de “convertir el revés en victoria, como nos enseñó Fidel”.

No creo que esto sea periodismo cantinflesco de la prensa cubana y sus pasiones. José Alejandro hasta menciona la vieja deuda de Cuba con el mundo comercial, “impagable” según Fidel.

No, colega, aquí la victoria no es con fusiles en alto, sino con producción. Y eso no se resolverá con la vieja piedra del socialismo y sus tantos puntos débiles, como uno que usted señala: incentivos, no prohibiciones. Porque si dejan que cada actor tenga su espacio abierto para su emprendimiento, sin tanta fiscalización, la vieja piedra desaparecerá.

Puede estar seguro de que si sigue como va, podría ser elegido por el pueblo -en un plebiscito, no en asambleas “comprometidas”- presidente del país. O sea, que “la cooperativa sea verdaderamente una cooperativa”, y que desaparezcan eufemismos y prejuicios hacia el sector no estatal, como usted señala.

¡Bravo! Estoy plenamente de acuerdo con usted, sobre todo porque esta vez escribió bien clarito, le duela a quien le duela y le pese a quien le pese. Así se hace periodismo, amigo. Así se ayuda al país.

Llevamos más de medio siglo tropezando con la misma piedra, así se nos ha ido el tiempo a usted, a mí y a todos los cubanos, de aquí y de allá. Siempre esperando el milagro de no seguir haciendo lo mismo, como hasta el día de hoy.

Buena suerte para usted y gracias mil.
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miércoles, 29 de julio de 2020

Nadie quedará desamparado: hay hambre para todos.

Por Gladys Linares.

Policía organiza cola para comprar alimentos.

Durante años el gobierno comunista ha tratado de hacernos creer en los esfuerzos realizados para el desarrollo del país. Con ese fin hemos visto divulgar en los medios los grandes resultados obtenidos por los colectivos de trabajadores en fábricas e industrias. Sin embargo, los beneficios de esas producciones nunca han llegado a la población. Al respecto, muchos opinan: “Todo eso es una gran mentira. Aquí la gente no va al trabajo a producir, sino por la ‘busca’, por ver qué se pueden robar. Y si hay algo, se lo chupan ellos”.

Esas grandes mentiras se hacen más evidentes en estos días en que la isla está en bancarrota y sepultada en deudas. Es una triste realidad que la falta de motivación y de incentivo para echar adelante el país se debe, entre otras cosas, a que la gran mayoría de los trabajadores recibe su salario en pesos cubanos totalmente devaluados, que apenas sirven para comprar la ínfima cuota de alimentos racionados y algún que otro artículo no “subsidiado”. Por lo tanto, son increíbles las peripecias que hacen los trabajadores cubanos para sacarle al gobierno el extra que necesitan para cubrir sus necesidades más elementales.

Pero lo verdaderamente inaudito son las felonías que trama la dictadura comunista para saquear el bolsillo de los cubanos del exilio: puesto que ya no les basta con las cuantiosas ganancias que reciben de las remesas familiares, como pulpos echan mano a cuanta artimaña pueda reportar alguna divisa.

La primera opción fue Tuenvio.cu, mediante la cual los cubanos en el exterior podían comprar para los de la isla alimentos, productos de aseo y electrodomésticos, entre otros, en tiendas virtuales, con la finalidad de recaudar dólares. Pero al parecer ese tipo de compras no rindió los resultados esperados, no sólo por la falta de ofertas de los últimos tiempos, sino porque muchos cubanos prefieren que sus familiares reciban el dinero en efectivo.

En los últimos meses, dada la necesidad de aislamiento social y según mejoraba el acceso a internet y la telefonía móvil, implementaron las ventas online solo desde Cuba. Sin embargo, esas tiendas nacieron con problemas como la falta de abastecimientos, demoras e incumplimientos en los pedidos, también dificultades para efectuar la compra. Pero a pesar de los inconvenientes, comprar en línea, sobre todo alimentos y productos de aseo, se convirtió en una imperiosa necesidad para los que tienen acceso a los CUC, no sólo por la falta de ofertas y las largas e interminables colas, sino por la suspensión del transporte público, ya que frecuentemente hay que ir muy lejos para encontrar lo necesario. Actualmente la principal insatisfacción de los usuarios es la venta exclusiva de “módulos” (paquetes en los que convoyan unas mercancías con otras que no necesita el cliente).

La dictadura totalitaria está desesperada y no le ha quedado más remedio que arrastrarse hasta el dólar, quitarle el gravamen, a ver si la comunidad cubana en el exilio le resuelve la grave crisis de liquidez que atraviesa.

Por supuesto, nunca faltan las consignas, y una de las preferidas del momento es “nadie quedará desamparado”. Su concepto de amparo es vender algún que otro artículo de aseo y comestibles (por supuesto racionados) en bodegas y otros locales. “Módulos” de 10 o 20 CUC (en su equivalente en pesos), 1 detergente de 25 pesos por núcleo, 2 libras de arroz por persona, a 4 pesos. Esos no son precios asequibles para personas de bajos ingresos. Ni para los que tuvieron que dejar de trabajar desde marzo, algunos sin sueldo y otros al 60 %. En realidad, hace muchos años que a los precios en Cuba no puede hacer frente ni siquiera un trabajador. El salario íntegro no alcanza, mucho menos una parte de él.

Otra manera de aparentar que nos amparan parece ser trocar la ración de mortadela de las personas mayores de 65 años por una libra de pollo. Eso reciben quienes más urgentemente necesitan ayuda: los ancianos sin familiares en el exterior que les manden dólares ni ninguna divisa. “Con una libra de pollo al mes no se calma el hambre”, me dice una señora. “Además, me cuesta 20 pesos. La mortadela me costaba 1,50 y me daba para más comidas. Y aunque insalubre, de pésima calidad y con poco o ningún valor alimenticio, al menos era algo con qué engañar al estómago”.
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La carta de despedida de Haydée Santamaría.

Por Reinaldo Escobar.

Haydée Santamaría se suicidó dos días después del 27 aniversario del asalto al cuartel Moncada.

Hace hoy 40 años Haydée Santamaría Cuadrado se suicidó.

Su inmolación ocurrió dos días después del 27 aniversario del asalto al cuartel Moncada. Aquel acto conmemorativo se realizó en la plaza que lleva el nombre de su hermano, Abel Santamaría, en la provincia Ciego de Ávila. Fue, además, el día del cumpleaños de Melba Hernández, la otra mujer que estaba vinculada a aquella acción.

La versión oficial dice que murió en la casa que compartía con sus hijos a consecuencia de un disparo en la cabeza realizado con una pistola. A pesar de estar considerada como una heroína y de ser miembro del Consejo de Estado y del Comité Central, sus restos no fueron velados como le correspondía en la Plaza de la Revolución, sino en una funeraria del Vedado en La Habana.

En el código político de los que mandan en Cuba los suicidas no merecen ser honrados, quizás por eso los que asistieron a su funeral compartieron la sensación de que estaban incurriendo en un acto de desobediencia.

La causa de su decisión se atribuye a que su salud física y mental estaba muy deteriorada y a que nunca había podido superar los traumas de haber perdido a su hermano y a su novio en aquella acción de Santiago de Cuba el 26 de julio de 1953.

Su depresión, casi permanente, se vio afectada por lo ocurrido unos meses antes cuando la Embajada de Perú se vio tomada por más de 10.000 cubanos que ya no querían seguir viviendo en Cuba y luego más de 100.000 se embarcaron por el puerto del Mariel rumbo a Estados Unidos. Los tristemente célebres mítines de repudio en los que se humilló y maltrató a los inconformes deben de haberle parecido una atrocidad. Sus colegas de La Casa de las Américas, que ella presidía, notaban que pasaba semanas enteras sin acudir a su despacho.

Cuesta trabajo creer que en los últimos minutos de su vida Haydée Santamaría no quisiera dejar por escrito los profundos motivos de su dramática decisión. Resulta significativo que nunca nadie se ha atrevido a negar la existencia de una carta que, con toda seguridad, iba dirigida a Fidel Castro.

A los cubanos que tienen hoy menos de cincuenta años seguramente ya no les interesa conocer el contenido de una probable confesión de decepciones. Si apenas les importa saber algo de la vida de aquellas personas que se ilusionaron con una utopía, mucho menos los motivos que tuvieron para matarse. Qué más da, si hoy ya casi todo el mundo está decepcionado.

Ese desinterés, ese olvido, viene a ser como la segunda muerte que les espera a los que fundaron un proyecto sin futuro. Si algún día se desclasifica esa carta que nunca conocimos los que queríamos estar enterados de ella, no pasará de ser una curiosidad histórica... y solo han pasado cuarenta años.
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sábado, 25 de julio de 2020

¡Cuidado si cambia la cotización entre los dos pesos cubanos!

Por René Gómez Manzano.


En trabajos periodísticos recientes, varios colegas nos hemos referido a las últimas medidas adoptadas por el castrismo en el terreno económico. Pese a las inevitables discrepancias en el enfoque que cada uno le da a esa problemática, hay coincidencias esenciales. Es probable que la más caracterizada de ellas sea el atribuir las festinadas medidas que se adoptan a la extrema desesperación que embarga a los personeros del régimen.

Motivos de sobra tienen para ello: la pasmosa ineficiencia productiva que durante decenios ha exhibido el sistema socialista ha conducido a que Cuba, otrora la “azucarera del mundo”, a derechas no produzca ya ni el dulce. Ese panorama, que era de por sí desolador, se ha ensombrecido aún más como resultado de la paralización productiva generada por el coronavirus

En un artículo colgado el pasado martes en este mismo diario digital, yo me refería a diversas triquiñuelas empleadas a lo largo de estos decenios por el régimen castrista para esquilmar a sus súbditos. Las naturales limitaciones de espacio que impone el trabajo periodístico me impidieron agotar el tema.

Hubo en ese artículo una omisión de singular relevancia. Debido a su importancia, parecía adecuado abordar ese tema de manera especial y separada, como hago ahora. Conviene tratarlo aparte porque cabe en lo posible que las autoridades, en medio de esa desesperación que las embarga, pudieran intentar echar mano una vez más a ese fácil expediente para esquilmar a sus súbditos.

El sucedido data de los tiempos en que, gobernando en Cuba el fundador de la dinastía castrista, comenzaron a coexistir dos pesos cubanos: el “nacional” o CUP y el “convertible” o CUC. Durante ese dilatado período, imperó como regla una notable estabilidad en el valor recíproco de ambos. La relación de 24 del primero a 1 del segundo se mantenía en lo esencial.

Lo mismo es válido para la cotización de esos signos fiduciarios cubanos con respecto a las divisas aceptadas en todo el mundo. Incluso el dólar, moneda de la primera economía del planeta, pierde siquiera un poquito de valor cuando una catástrofe afecta a Estados Unidos. En Cuba no: Por aquí puede pasar un huracán que destruya medio país, pero el CUP y el CUC ni se dan por enterados…

Pues bien: hubo un momento en que esa envidiable estabilidad de las dos monedas pareció perderse. Un mal día, en las casas de cambio (CADECAs) redujeron la cantidad de “moneda nacional” que entregaban por cada CUC. Al otro día, dieron menos. Parecía que el CUP había iniciado un derrumbe irreparable ante su hermana “convertible”.

Jamás se dio una explicación para esa rara caída. A la natural ansiedad de los tenedores de CUC se unió la labor de la red de chivatos que sirven al régimen. En las inmediaciones de las CADECAs y aun a nivel de cuadra, los incondicionales del castrismo afirmaban que el desplome del “peso convertible” no había hecho más que comenzar. Sabían “de buena tinta” que seguiría bajando…

El resultado no se hizo esperar. Los ciudadanos hicieron inmensas colas ante las oficinas del monopolio cambiario para deshacerse de sus CUCs cuanto antes. “Es mejor hacer la cola y canjear los pesos convertibles ahora, antes de que caigan aún más”.

Desde el punto de vista económico, la artimaña no tenía el menor sentido. Un ejemplo: la venta de cigarrillos en las tiendas en divisas creció de modo exponencial, pues, debido al cambio de cotización, resultaba más barato comprar las marcas un poco mejores que éstas ofertaban, y no los infames “Populares” de las bodegas de barrio. Una verdadera locura.

Una vez que todos los crédulos se deshicieron de sus CUCs y desaparecieron las colas ante las CADECAs, la cotización entre ambos pesos retornó al habitual 24 a 1. ¿Cuántos millones recaudó el régimen con esta jugarreta que tuvo lugar más de una vez? Nunca se ha informado. Pasa lo mismo que con las ganancias del pulpo militar GAESA, jamás reveladas al “pueblo trabajador”, que es -se supone- “el dueño de todo”…

Aquí viene al caso una breve comparación. De tiempo en tiempo, la Televisión Cubana exhibe con satisfacción algún filme hollywoodense en el que se narran las maniobras de un especulador que, por medio de tretas, provoca, en el valor de determinadas acciones, oscilaciones de las que se aprovecha: En resumen, vende caro y compra barato.

Esas películas servirían para revelar la entraña rapaz del capitalismo. Pero se impone una comparación. ¿Qué diferencias (si es que alguna) hay entre una y otra situación? Creo que la más importante es la que hay entre los afectados: en Estados Unidos, la sufren millonarios menos astutos que el especulador; en Cuba, infelices que poseen unos pocos “pesos convertibles” para comprar artículos de primera necesidad.

Al rememorar esos sucedidos de años atrás, no me estoy limitando a hacer historia. Ya dijimos que los hechos demuestra que los mandantes castristas están desesperados ante la catástrofe económica que el coronavirus agravó, pero que ellos mismos, con sus políticas erradas, contribuyeron de manera determinante a crear.

Y ya sabemos que la desesperación es mala consejera. Las fullerías que he descrito tuvieron lugar bajo el mandato del hermano mayor que fundó la dinastía. Hasta ahora, su sucesor no ha repetido la triquiñuela. ¿Pero y si la necesidad lo hace cambiar de idea? Conviene estar alerta.
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“¿Y los que no tienen a nadie qué coño hacen?”

Por Carlos Escorihuela.

Yordenis Ugas abogó por quienes no tienen familiares emigrados y no reciben remesas en dólares del exterior.

El pugilista cubano, Yordenis Ugas expresó una vez su descontento ante las acciones ejecutadas por el régimen castrista en la isla, en esta oportunidad por la apertura de las tiendas dólares.

A pesar de que, la dictadura asegura que esta medida es para “contrarrestar” la crisis que azota a la isla, el boxeador isleño consideró que, solo benefician a un sector de la población que recibe remesas del exterior mientras que, los que no tienen a nadie quedan desamparados.
“Pienso en las tiendas esas que han puesto en Cuba y mi tristeza, no puedo explicar, me supera completo. En los años 90 yo tenía 6,7,8 años y la verdad en mi casa nunca pasamos hambre, siempre mi mamá y mis abuelos inventaban algo”.
Aseveró el deportista cubano.
“Yo recuerdo que las shopping yo las veía de pasada, vine a tomar leche condensada y galletitas y maltas cuando tenía con 14 años en 2001 que me fui para la habana por el deporte. Pasaron casi 30 años y la situación de mi país es la misma y lo más dramático es que la gobierna la misma gente”.

¿Y los qué no tienen?

En ese sentido, Yordenis Ugas abogó por quienes no tienen familiares emigrados y no reciben remesas en dólares del exterior.
«Ahora con la diferencia que fui bendecido en la vida y mi familia que me tiene a mí que no me canso de trabajar por ellos posiblemente pueda ir a esas tiendas. Y los que no tienen a nadie que coño hacen???.
Enfatizó el boxeador.

Las tiendas en dólares abrieron en Cuba el pasado lunes 20 de julio, como parte de las “medidas económicas” anunciadas por la dictadura castrista.

El boxeador cubano, recientemente rechazó que, ahora el régimen en su afán de percibir dólares quiera incluir en la selección de Cuba a los peloteros que juegan en las Grandes Ligas. Esto a pesar de que en el pasado los llamó “apátridas” y “traidores”.
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Descemer Bueno anuncia que se despide de los escenarios y Otaola le envía un mensaje.

Por Eleana Sánchez.

El cantante cubano Descemer Bueno, anunció entre lágrimas que se retira de cu carrera y se despide de los escenario, hecho que el presentador Alex Otaola cuestionó y le envío un contundente mensaje.

El músico habanero, en una transmisión directa desde su cuenta en Facebook, comunicó que luego de reflexionar sobre el asunto, decidió que abandonará su carrera como cantante, motivado supuestamente por el cuidado que le quiere dar a sus hijos además de que es una profesión que «no merece la pena».

Descemer Bueno, inició su anuncio reflexionando sobre la abrupta muerte del reguetonero Daniel Muñoz, del dúo Yomil y El Dany y dijo que esto fue lo que lo llevó a analizar y decidir su «retiro».
«A raíz de lo que le pasó al Dany yo he reflexionado muchísimo; y este mundo artístico, este de estar arriba del escenario, lo voy a dejar porque de verdad no merece la pena».
Descemer Bueno agregó que aunque hay quienes sí han agradecido y apoyado su talento, él piensa primero en sus hijos y por ellos es la repentina decisión: «Yo tengo dos hijos y la vida me ha puesto en la difícil situación de ser el padre y la madre porque no cuento con la madre. Y me daría una pena tan grande no poder estar ahí para mis hijos porque mis nervios o porque mi salud no lo está soportando», dijo el cantante.


El cantante cubano que salió de la isla hace 20 años para buscar «un futuro mejor porque en Cuba sinceramente no se puede vivir», lloró mientras daba la noticia y precisó que aunque ha tenido con su carrera «una suerte brillante», porque hasta Sony Music lo firmó hace un año, su decisión sigue siendo retirarse».

«Se los agradezco a ustedes, pero yo quiero darle a mis hijos un futuro, quiero darles atención, quiero darles amor y estar allí para ellos»

Descemer Bueno finalizó su intervención en sus redes sociales acotando que terminará de cumplir los compromisos musicales previamente establecidos y que una vez cerrado el ciclo, se dedicará a componer. Pero, antes de ya cerrar el mensaje, aprovechó para anunciar que su despedida de los escenarios viene acompañada de una nueva producción discográfica titulada, «El Hijo de Mercedes».

Otaola se cuestiona: Retiro o Marketing.

Ante el anuncio del cantante Descemer Bueno, en el cual hasta lloró, el presentador Alex Otaola, sacó sus propias conclusiones durante una nueva entrega de su programa Hola! Ota-Ola.

El influencer cubano manifestó que dado el contexto en el cual el artista dio la noticia, no sería de extrañar que sea parte de una estrategia para promover el lanzamiento de sus nuevos temas.

«Yo no quiero pensar que el Maestro está usando el tema de la muerte de El Dany, que es el tema ahora mismo trending en la comunidad cubana, para promocionar su disco#.

Otaola menciona el hecho de que Descemer Bueno dio un discurso retórico, donde inicia hablando sobre la muerte de Daniel Muñoz, hecho que conmocionó a toda cuba, luego habla de su pasado, se va al futuro y finalmente «termina metiendo la cuña de su nuevo disco, El Hijo de Mercedes».

Finalmente el presentador que además reveló que Descemer rompió sus relaciones con su mánager Javier Otero, dijo que ojalá y no sea esto parte de otro show y que dado el caso, que sí tenga pensado retirarse de los escenarios, reconsidere la idea por el publico que lo apoya y le gustan sus canciones.
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Paul Lafargue, el yerno cubano de Karl Marx que defendía "el derecho a la pereza."

Por Lioman Lima.

Paul Lafargue y Laura Marx estuvieron casados por más de 40 años.

Esa fría noche de París, Paul Lafargue y Laura Marx habían pactado una cita definitiva con la muerte.

En la tarde, el yerno y la hija de Karl Marx, de cuyo nacimiento se cumplen 200 años este sábado, se apuraron a resolver sus últimos asuntos pendientes: despedirse de unos amigos, ir al cine, dar una caminata por el Sena, visitar una dulcería cercana para un capricho postrero.

La decisión había sido acordada por ambos mucho tiempo antes con minuciosa frialdad. Y a esas alturas, 43 años de matrimonio, tres hijos muertos, pobreza extrema y vejez, su cotidianidad no daba espacio para las preguntas de la vacilación.

Laura lo había conocido muchas lunas antes, en una casa de paredes grises en el centro de Londres adonde llegó Lafargue cierta tarde para encontrarse con el ídolo vivo de su juventud.

Allí, entre las sombras de la penuria y la escasez, Karl Marx, el alemán de acento fuerte, barba canosa y melena, ya comenzaban a abrir las brecha de un nuevo pensamiento social en las rutas posibles de la Historia.

Pero lo que quizás no sabía Lafargue, nacido en Santiago de Cuba en 1842 del romance de un hacendado francés y una mestiza cubana, era que al tocar en aquella casa de Dean Street se abrirían ante él las puertas de un nuevo destino.

"Es posible imaginar la impresión que causó en Marx ver llegar a su casa a ese joven apuesto, de piel morena, con acento y formas del trópico", le cuenta a BBC Mundo Leslie Derfler, profesor emérito de historia de la Universidad de Columbia.

Este domingo se cumplen 200 años del natalicio de Karl Marx.

"No sabemos lo que pasó aquel día, pero sí lo que vino después: el joven se volvió discípulo de Marx, uno de los principales difusores de sus ideas y también, su yerno", añade Derfler, autor de la biografía Paul Lafargue y la fundación del socialismo francés.

Paul y Laura se casaron en 1868 y el cubano fue, desde entonces, no solo el primer latinoamericano en seguir de cerca y difundir el pensamiento del creador del comunismo, sino también miembro y parte de su familia.

Cuando el buque con destino a Francia zarpó de los muelles de Santiago de Cuba a mediados de 1851, Paul Lafargue vio esconderse entre las olas, por última vez, la silueta montañosa de la ciudad de su infancia.

En el puerto quedaron sus abuelos maternos, una india oriunda de Jamaica y un refugiado haitiano, que llegó al oriente de Cuba tras las revueltas y la revolución en la entonces isla de Saint-Domingue.

De ellos y de su madre, escribiría más tarde Lafargue, se llevó la herencia de "la sangre de tres razas oprimidas" y también un peculiar comportamiento, distante del refinado estilo europeo, por el que Marx, en más de una ocasión, le propinó regaños y rapapolvos.

Lafargue nació en la ciudad de Santiago de Cuba.

De hecho, en una carta conminatoria de 1866, Marx le escribe a Lafargue que, si quiere continuar sus relaciones con Laura "tendrá que reconsiderar su modo de hacerle la corte", en relación a ciertos excesos y toqueteos en las manifestaciones de cariño hacia su novia.

Mientras en otra, escrita cuando se encontraba ingresado en un sanatorio por una colección de males que iban desde carbunclos hasta hemorroides, le dice a su hija que ya no toleraba al "maldito Pablo" , ni "sus ideas y modales".

"Lo cierto es que no tenemos que idealizar a Marx. Debemos tener en cuenta que fue ante todo un hombre del siglo XIX y que también cargaba con todas las convenciones sociales de esa época", le asegura a BBC Mundo Johannes Maerk, profesor de filosofía de la Universidad de Viena.

"Marx no concebía la idea de la igualdad racial entre los seres humanos. Muchas veces se refirió a Lafargue en algunos escritos con la forma despectiva en alemán de 'negro' y es que Marx era una persona que tenía prejuicios raciales, como también tenía prejuicios intelectuales y académicos", afirma el también director del Instituto de Investigación Intercultural y Comparativa de Austria.

"También hay documentos que muestran que Marx pensaba que su yerno no tenía capacidades suficientes por considerar que se trataba de un agitador del movimiento socialista", añade.

Las referencias de Marx hacia su yerno han dado paso a disímiles interpretaciones en el transcurso de los años, entre quienes ven en esas referencias un juego, una muestra de cariño o la descarnada evidencia de un supuesto racismo del ideólogo del comunismo.

Enviados de Marx.

Lo cierto es que, con los años, Paul y Laura se volvieron dos difusores privilegiados de las ideas de Marx en Europa y, en especial, dentro de los sindicatos de trabajadores.

Lafargue era hijo de una mestiza cubana y un hacendado francés.

"Lafargue ya era muy reconocido por sus ideas dentro del movimiento obrero francés y ayudó a interesar a la clase trabajadora, en crear una audiencia obrera, para las enseñanzas de Marx", le explica a BBC Mundo Yohanka León, investigadora del Instituto de Filosofía de Cuba.

De acuerdo con la también profesora universitaria, tanto Lafargue como Laura se dieron a la tarea de difundir la obra de Marx en Francia y en España, donde un exilio obligado tras la Comuna de París también lo obligó a residir.

Ya para entonces, ambos se habían dado también a la colosal tarea de traducir "El capital", la obra cumbre de Marx y una de las columnas fundacionales más complejas del pensamiento moderno.

"Se sabe que la traducción de El Capital trajo otro de los desencuentros de Marx con su yerno. Se sabe que Lafargue tenía problemas leyendo y traduciendo del alemán, por lo que se tuvo que auxiliar muchas veces de su esposa y Marx decía que estaban simplificando sus enseñanzas y sus pensamientos con las traducciones que hacían", señala, por su parte, el biógrafo del cubano.

Pero los desacuerdos entre las interpretaciones no terminaron ahí.

"El Capital" fue editado por primera vez hace 150 años en alemán, el idioma materno de Marx.

Otro tuvo lugar en 1883 cuando, poco antes de su muerte, Marx encaró a su yerno por la forma en la que organizaba el movimiento obrero en Francia y los mecanismos que utilizaba para difundir su pensamiento.

El padre del comunismo científico tildó a Lafargue de usar sus ideas como "propaganda" y fue entonces cuando utilizó la célebre frase (que luego popularizó Federico Engels): "Lo que es seguro para mí es que (si ellos son marxistas, entonces) no yo soy marxista".

Cuando Paul Lafargue terminó de escribir esa noche, tomó una hoja en blanco, la colocó como portada del mamotreto de hojas sueltas y escribió en letras de finos rasgos un título sugerente: El derecho a la pereza.

Faltaba aún un buen tiempo antes de que el manuscrito fuera a las prensas del diario L'Egalité y que se volviera lectura obligada entre partidarios y críticos del movimiento obrero europeo de finales del siglo XIX.

Y faltaba incluso más de un siglo para que el texto se revalorara por lo que en realidad es: una sátira del mundo laboral y un juego irreverente de ideas para mezclar dos pares aparentemente opuestos: hedonismo y comunismo.

"Es un texto que propone que una sociedad emancipada no es aquella en la que se debate el derecho al trabajo, sino aquella donde se discute el derecho a la pereza, entendida en el sentido del ejercicio libre del culto a la ciencia, al arte y al entretenimiento", explica la investigadora del Instituto de Filosofía de Cuba.

El derecho a la pereza cambia el patrón tradicional de considerar el trabajo como valor supremo del obrero.

De acuerdo con la experta, en el texto Lafargue propone, desde el juego literario y la paradoja, una visión que no era precisamente europea, sino que se sitúa desde una visión antagónica, irreverente, propia de esa mezcla que él mismo representaba.

"Lo importante de volver a este cubano en estos 200 años de Marx es que Larfargue da esa otra mirada más subjetiva, valorativa, de lo que la sociedad del capital va conformando", señala.

Derfler sostiene que el ensayo es uno de los primeros intentos de criticar el énfasis en el trabajo como un valor y reconocer en su antónimo la verdadera virtud.

"Eligió la palabra pereza como provocación y la entiende como un derecho humano, para luego proponer disminuir las jornadas de trabajo y permitirle a los obreros un mayor tiempo de esparcimiento. En esa época era algo totalmente relevante", asegura el profesor emérito de la Universidad de Columbia.

El derecho a la pereza fue el ensayo que le valió a Lafargue un lugar en las bibliotecas, pero Derfler asegura que no fue su único mérito.

"Yo creo que uno de sus principales logros fue aplicar el análisis marxista a diferentes campos, como la literatura. Lafargue hace una interpretación marxista de autores como Emile Zola y en ese sentido es también precursor de corrientes de análisis literarios que vendrían después", señala el biógrafo.

"Por eso, cuando deciden suicidarse él y Laura, muchos dentro del movimiento obrero lo cuestionaron. Estaban pasando por momentos de mucha penuria y Lafargue consideraba que ya no podría hacer mayores contribuciones, por lo que era hora de terminar con su vida. Fue una decisión racional y pactada con Laura desde muchos años antes", añade.

Paul y Laura están enterrados en el cementerio Père-Lachaise de París.

Cuando regresaron del paseo, ya la noche había caído sobre París y el frío de noviembre calaba en los huesos.

Antes de entrar en su habitación, Paul y Laura dejaron comida y agua para varios días para su perro, Nino, y trataron de disimular el amargor del cianuro con el azúcar del té.

Juntaron las camas y el sol de la mañana los encontró como dos amantes de la vieja Pompeya, fundidos en el abrazo eterno de la muerte.

El jardinero y su mujer descubrieron los cuerpos un poco después.

Les llamó la atención el llanto del perro y un olor a almendras amargas que se escurría desde el cuarto.
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jueves, 23 de julio de 2020

Tres trampas de las nuevas medidas económicas en Cuba.

Por Roberto Álvarez Quiñones.

En el paquetico -no llega a ser un paquete propiamente- de nuevas medidas económicas anunciadas por el régimen, salta a la vista que no es una liberación ni siquiera parcial o modesta de las fuerzas productivas.

No es un reconocimiento de la necesidad de un sector privado en Cuba, ni un impulso a este, como afirman algunos medios, entre ellos el diario español El País, que tituló así una crónica enviada desde La Habana: "Cuba impulsa el sector privado en medio de la crisis".

Por la envoltura del paquetico puede que así lo parezca, pero al ver el contenido, lo que se descubre es un plan remedial a modo de muletas para no caerse al suelo. Se centra en captar más dólares de la "mafia de Miami" para evitar el colapso de la economía y una hambruna que tendría consecuencias imprevisibles para la sobrevivencia de la dictadura.

Es por eso que parece un déjà vu de cuando Fidel Castro abrió un poquito la mano de hierro estalinista en 1993, ante las señales de un inminente colapso económico. Hizo eso Castro I entonces, y no los profundos cambios económicos que el país necesitaba desesperadamente.

Ahora Castro II hace lo mismo: afloja un poquitín el modelo centralista estalinista, pero sin abandonarlo, cosa que al parecer no ocurrirá mientras viva el general.

Se reafirma así el parasitismo de la economía castrista, incapaz de sostenerse a sí misma ni de generar riquezas de ningún tipo. Y la cúpula dictatorial acude a la "gusanera" residente en el exterior para que envíe más dólares y productos a la Isla.

La apertura de 72 tiendas para vender a la población en dólares alimentos y productos de primera necesidad, y la supresión del gravamen del 10% al dólar, son una grotesca movida para sacarle más dinero a la diáspora y no hacer en la Isla cambio fundamental alguno.

Echémosle un vistazo a otras tres de esas medidas: 1) permitir que el sector privado exporte e importe productos;  2) crear cooperativas no agrícolas; y 3) flexibilizar la camisa de fuerza que le tienen puesta a los cuentapropistas.

Bloqueo de cuentas de exportadores privados.

A la decisión de que los negocios privados puedan exportar e importar se le ven claramente las costuras tramposas. Para empezar, las cuentas bancarias en divisas de esos negocios serán bloqueadas por el Estado.

El "privilegio" de exportar e importar se le concederá básicamente a cooperativas campesinas y no agrícolas, que venderán sus productos en suelo cubano, solo en la Zona del Mariel, a 37 empresas estatales que tienen el monopolio del comercio exterior en Cuba.

Con esos monopolios sectoriales los negocios privados firmarán contratos según los cuales les descontarán un 20% de los ingresos en divisas en la operación comercial realizada. El 80% de los dólares restantes serán cobrados teóricamente, pues quedarán cautivos en las cuentas bancarias de esos negocios y solo podrán ser usados para importar insumos para reabastecerse.

O sea, los dólares ganados en buena lid por los exportadores privados en realidad no serán suyos. No podrán extraer dólares en efectivo de sus cuentas bancarias en divisas. Eso no es otra cosa que bloquear o congelar arbitrariamente las cuentas a esos negocios. El Estado dispondrá libremente de las divisas depositadas que no sean utilizadas para el reaprovisionamiento de dichos negocios.

Y lo más probable es que, cuando esos exportadores bloqueados vayan a sacar dinero para adquirir materia prima y otros insumos, en el banco les digan:  "Lo sentimos, no tenemos disponible ahora ese cash, venga dentro de una semana a ver si hay".

En el caso de las importaciones se descontará el precio pagado para comprar la mercancía y los otros gastos del monopolio estatal que realizó la importación en cuestión. No se aclara si los privados solo podrán importar materias y equipos para el negocio, ni qué tajada se lleva el régimen si lo importado se vende dentro de Cuba.

Por otra parte, al participar el Estado en ese comercio se priva a los exportadores e importadores de poder comerciar con EEUU, ya que se les aplicará la Ley Helms-Burton, que afecta solo a las empresas estatales. Los negocios privados por sí solos sí podrían comerciar legalmente con EEUU, y obtener créditos y préstamos millonarios para el comercio exterior en grande y abastecer todo el país.

Cooperativas para impedir la expansión de la propiedad privada.

Las cooperativas no agrícolas -iniciadas en 2012 y congeladas en 2019- constituyen una vía del régimen para impedir que se expandan los negocios de propiedad privada individual o empresarial. O sea, en el caso cubano el cooperativismo es negativo de entrada. Además, el cooperativismo como expresión de colectivismo es primo hermano del comunismo (como lo concibió Platón) y fue la espina dorsal del socialismo de autogestión en la Yugoslavia de la postguerra.

Allí las empresas eran propiedad del Estado y confiadas a los trabajadores para que las gestionaran y obtuviesen una parte de las ganancias. Como Estado comunista al fin, había un comité estatal comunista que intervenía en todo: nombraba a los directores, supervisaba el plan de producción y el surtido a fabricar, etc. ¿Resultado? Yugoslavia nunca pasó de ser una economía emergente, muy a la zaga de la Europa capitalista, que luego de la guerra dio un salto espectacular en su desarrollo.

En Cuba, la propiedad de las cooperativas no agrícolas es también estatal y el Gobierno central no solo interviene en todo, sino que es el que las crea, no surgen por acuerdo espontáneo de sus socios. Al final son una farsa. Y serán esas cooperativas "amaestradas" las que ahora podrán convertirse en medianas empresas no estatales.

Por ley de la naturaleza humana las cooperativas en general son un freno para el desarrollo. Y es que si en un grupo de trabajadores los más talentosos, productivos y esforzados tienen que sostener con su trabajo más eficiente a los menos capaces y productivos, no hay incentivo para poner un "extra" de esfuerzo e innovación  en el trabajo. Y fue ese "extra" el que edificó el mundo moderno de hoy.

El régimen reitera hoy la prioridad del "Che" en 1964.

Con respecto al trabajo por cuenta propia, lo nuevo es también muy poco. Se permitirá que los pequeños negocios familiares se constituyan en empresas privadas con personalidad jurídica, pero sin que puedan aumentar su capital para ampliarse y crecer, pues lo prohíbe la propia Constitución estalinista. Y otra "concesión" es que al parecer se ampliará un poco la lista de actividades económicas y se flexibilizarán los trámites para trabajar por cuenta propia.

Eso es mucho ruido y pocas nueces. De tener una pizca de sensibilidad humana y amor por Cuba, el general Castro y su equipo tendrían que hacer hoy mismo una lista de actividades económicas prohibidas exclusivamente "por razones de seguridad", y dejar que los cubanos produzcan todo lo demás y presten servicios de todo tipo y creen empresas privadas. Y liberar los precios y las prohibiciones insólitas, echar abajo el sistema nacional de Acopio que tanto frena la producción agropecuaria, permitir que campesinos y usufructuarios de tierras produzcan libremente y vendan sus productos al mercado, o a comerciantes mayoristas privados que los distribuyan a los agromercados minoristas, privados y estatales.

Pero con el anticubanismo de la elite raulista no se puede esperar otra cosa que lo que dijo recientemente el ministro de Economía, Alejandro Gil: ahora la mayor prioridad seguirá siendo la de insistir en la planificación centralizada y en hacer eficientes a las empresas estatales.

En 1964, en una reunión en el Ministerio de Industrias (MININD) con representantes de empresas del MININD y del MINCEX,  el "Che" Guevara dijo exactamente lo mismo. Me consta porque yo estaba presente.
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Juan 'Pin' Vilar: “Este país se acabó, Cuba se fue a la mierda.”

Tomado de CubaNet.


El escritor y realizador audiovisual cubano Juan ‘Pin’ Vilar llamó a los jóvenes de la Isla a irse del país, porque asegura, ya Cuba se “fue a la mierda”.

En una publicación en su cuenta de la red social de Facebook Vilar aconsejó a “todos los que tienen de 18 a 21 años: no le hagan caso a los economistas que están escribiendo. La mayoría lo hace desde el whisky y la geografía extraña”.

“Váyanse pa’ la pinga de este país… Todo lo demás es muela intelectual y pasadera de mano. Este país se acabó, se fue a la mierda y no va a levantar ni a jodía por las razones que sean”, escribió.

“La vida es una, esta que me cogió con 57 años y ni católico, ni gusano, ni emprendedor, ni traidor, y el patriotismo siempre fue verde y se lo comieron los chivas”, reza el texto de Juan Pin Vilar, que ya tiene más de 400 reacciones.


“No les hagan caso a sus mayores ni les discutan, que es muy triste tirarles la historia de su vida a cambio de dos libras de arroz y dos de frijoles. Los van a volver a joder de nuevo. Lo demás es cuento de camino y mariconá para el cocodrilo. Y apréndanse, como no supe aprendérmela yo, la letra de ‘Pueblo blanco’, de Joan Manuel Serrat”, concluyó.

Las palabras del reconocido realizador han sido apoyadas por cubanos dentro y fuera de la Isla, y por personalidades de las artes cubanas como Alberto Pujol, Carmen Deysi Rodríguez, Erdwin Fernández, Jorge Ferdecaz, y el músico Roberto Carcassés.

El guionista y crítico musical Guille Vilar le agradeció a ‘Pin’ Vilar por el comentario. “La cuestión no es negar nuestros problemas sino saber donde están de verdad los que controlan nuestros destinos, pero no nuestras mentes. Gracias por ser uno mas de nosotros, pero a la vez, conocer tan bien el país donde naciste y eso si nadie te lo pueden discutir. Abrazo, Hermano..!!”

“No sé puede esperar nada Juanpin. Triste, doloroso pero cierto. Juventud, divino tesoro, demasiado divina para permanecer enterrada con lo poco que dura”, dijo el usuario Erdwin Fernández.

Así mismo, René Azcuy aseguró que “es el más sabio y humano consejo que un padre o una madre pueda dar por más doloroso que sea. Que se salven de esa moledora de esperanzas. Que sean sordos a los cantos de sirena y que no se duerman en los laureles. Que no se detengan a mirar atrás, que hay mucho camino por recorrer. (…) Que la peor traición es renunciar a los sueños y revivir la pesadilla de sus padres, de los que han ‘echado por la borda su proyecto de vida, que ustedes no tienen por qué hacerlo’, frase de un padre cubano a su hija hace 30 años”.

Vilar trabajó durante muchos años vinculado a la trova cubana, y es el director del documental Pablo Milanés, 2017, vetado por el Festival Internacional de Cine Latinoamericano de La Habana, en el que el cantautor cubano habla de su paso por las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).
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Cuba, una isla de desigualdades sociales.

Por Iván García.


Cuando Fidel Castro entró a La Habana encima de un tanque Sherman el 8 de enero de 1959, Gerardo, 77 años, descargaba cajas de pescado fresco en el antiguo Mercado Único de Cuatro Caminos. «Era jueves y al filo de las diez de la mañana fui con un grupo de empleados hasta la Vía Blanca para ver pasar a la comitiva de guerrilleros”.

La naciente revolución despertó muchas expectativas en casi toda la población. Gerardo no sabía entonces, ni ahora, de teorías políticas, marxismo o liberalismo democrático. Su vida era un círculo. Dejó la escuela en sexto grado y comenzó a trabajar para ayudar a su familia que residía en un solar del barrio habanero de Atarés en el municipio Cerro. La revolución cambiaría su vida, pero nunca dejó de ser un actor de reparto.

“Una revolución es como un huracán. Tumbaban vallas publicitarias, destrozaban parkings, ruletas de casino, mesas de billar y victrolas. Lanzaban una ley hoy y otra mañana. No te daba tiempo a pensar. De pronto te das cuentas que tiraban abajo cosas que funcionaban bien. Cerraban bodegas, cafeterías, carpinterías y otros negocios privados cuyos dueños nunca fueron ricos. Te iban imponiendo las cosas sin contar contigo. El gobierno pedía obediencia, aplausos y que la gente no criticara ni protestara. Pero cuando te vienes a dar cuenta, ya habías en su trampa”, delibera Gerardo.

En aquella época, rememora, «el dólar americano se cotizaba igual que el peso cubano. Los barbudos han dado mil vueltas, pa’lante, pa’atrás. Pero yo sigo como en 1959, viviendo en el mismo solar y pasando más trabajo que un forro de catre. La jubilación no me alcanza y por eso trabajo como parqueador. Ahora, en vez de reunificar las monedas, le abren la puerta al dólar, euro, libra esterlina, franco suizo… Esta gente (el régimen) está loca. Vivir mejor o peor en Cuba lo determina la moneda que tengas. El peso cubano es mierda. Y el chavito (cuc) ha quedado para comprar pollo, salchichas y aceite en largas colas. ¿Cómo vamos a obtener dólares quienes no tenemos parientes en Miami?”.

Entre los cubanos de a pie, muchos se muestran descontentos con la última estrategia económica del gobierno. La apertura de un mercado minorista de alimentos, artículos de aseo y ferretería era algo que se esperaba, tras la inauguración, a fines de 2019, de numerosas tiendas en moneda convertible para vender equipos electrónicos, televisores, aires acondicionados, motos eléctricas y piezas de repuesto de automóviles en toda la isla.

El regreso del dólar como moneda fuerte llega en un contexto diferente. Nicolás, ex contador durante diez años de una empresa estatal, explica que “cuando se aplicó la legalización del dólar en 1993, las shoppings, como entonces les llamaban, tenían un impuesto de hasta el 240% en todos sus productos. Hace dos o tres años, a algunos productos como el pollo, hamburguesas, salchichas y detergente, les rebajaron el impuesto para hacerlos más asequibles. En las nuevas tiendas, han dicho, van a primar los precios que funcionan en el mercado internacional. Eso ocurrió en los establecimientos que ofertan equipos electrónicos, pero no en las agencias que venden automóviles, que siguen con precios extraordinariamente exagerados”, comenta y añade:

“La estrategia de Fidel Castro era la de Robin Hood: quitarle al rico para beneficiar al pobre. En teoría sonaba bien, en la práctica fue un desastre. Al controlar y administrar el Estado el Banco Central, las ganancias se utilizaban en otros sectores de la economía, incluido el capital que necesitaban las tiendas para su reaprovisionamiento. Otro disparate fue provocado para disimular las desigualdades. Como el gobierno tiene un enorme aparato burocrático y militar, sus sostenes fundamentales, al no ingresar divisas, con las ganancias que producían los altos impuestos, a oficiales de las FAR y el MININT, se les vendía ropa, alimentos y electrodomésticos a precios de saldo. A los altos funcionarios, mensualmente se les daban jabas con alimentos. Esos gastos eran factibles gracias al elevado gravamen. Pero mermaba las ganancias de las ventas. Pero el peor disparate, para frenar el descontento y elevar la producción, fue pagarle, cuando crearon el peso convertible, una estimulación en divisas (entre 10 y 35 cuc), a un sector laboral que sobrepasan el medio millón de trabajadores”.

En opinión de Nicolás, ese dinero sin respaldo en divisas, intoxicó las ventas minoristas en dólares. «Cada vez las ganancias era menos, a pesar de los impuestos de circulación por las nubes. Y la estocada final fue en 2004, cuando Fidel le colocó un gravamen del 20 por ciento al dólar, luego rebajado al 10 por ciento, y puso a circular el peso cubano convertible (cuc), que no es más que un dólar camuflado. Supuestamente, cada peso convertible debía tener una divisa de respaldo. Pero eso, por lo que te comenté, se desvirtuó. Y comenzaron a imprimir chavitos (cuc) sin respaldo. Desde hace varios años, la mayoría de las tiendas en divisas reportan pérdidas a la economía. El dinero que ingresa lo recogen las empresas militares para sus negocios. Un dato: han invertido unos 20 mil millones de dólares en la construcción de hoteles en los últimos quince años. Lo que queda en la caja es puro papel. Si quieren que esta nueva versión de tiendas en divisas funcione, deben cesar los privilegios a la clase dominante y no pagarle a los trabajadores divisas que no generan. Claro, eso aumentaría el descontento en determinados sectores laborales”.

Varios expertos consultados coinciden que habrá que esperar a que las nuevas medidas comiencen a aplicarse. “Según el gobierno en esta primera fase, son 33 medidas y 209 lineamientos a cumplir. La mayoría de las políticas están contempladas en las directrices económicas hasta el 2030 aprobadas por el parlamento. La redolarización de un sector importante, como los comercios minoristas y los mayoristas que se prevén abrir en el futuro, apunta que si los emprendimientos, ya sean privados o estatales, no generan moneda dura o no la captan, difícilmente prosperarán», afirma Hugo, economista.

Desde su punto de vista, se aleja la necesaria reunificación de monedas, se mantienen viejas estructuras y mecanismos contables distorsionados por las empresa estatales. «Hay cuatro o cinco tipos de canjes diferentes en Cuba. Algunas empresas cambian la divisa a uno por uno respecto al peso convertible. Para ciertas cooperativas el canje es un peso convertible (cuc) por diez pesos (cup). En la zona del Mariel es dos pesos cubanos por cada dólar que te paguen. Un enredo que ha deformado la rentabilidad en las empresas estatales. Eso no sucede en el sector privado, donde se cotiza el dólar de acuerdo a como se canjea en la calle”, aclara el economista.

A Eduardo, dueño de una cafetería, le preocupa que en el sector privado no cambie la actual política impositiva. “Si se siguen gravando con el 50 por ciento de impuesto las ganancias superior a 50 mil pesos, no creo que estas medidas funcionen. Si el gobierno no grava los impuestos a partir de las ganancias de las ventas, no se estimulará la apertura de nuevos negocios particulares. Además se debe borrar de los lineamientos esa manía que tiene el Estado de prohibir y sancionar a los que generan riquezas. El gobierno se debe enfocar en eliminar la pobreza”.

Casi todos los expertos consultados consideran que las futuras reformas y creación de PYMES )pequeñas y medianas empresas) van en la dirección correcta. Raydel Fernández Alfaro, licenciado en economía que lleva 26 años en el exilio, cree que la nueva estrategia no va a funcionar si no se crea una clase media potente.

“He tenido el privilegio de vivir y conocer tres formas de organización política, social y económica diferente. La dictadura cubana, la socialdemocracia sueca y la democracia liberal en República Dominicana donde resido. Soy liberal hasta el tuétano. Si el régimen cubano no puede generar una clase media de cuatro o cinco millones de personas, cualquier reforma económica que intente está condenada al fracaso”, sentencia Raydel.

Para la gente común y corriente, medidas como la creación de PYMES y la autorización a importar o exportar al sector privado les da igual. Pero tanto las personas, como los expertos, consideran positiva la derogación del gravamen al dólar, aunque creen que el banco debiera pagarlo a un precio parecido a como se cotiza en el mercado negro local.

Diana recibe 200 dólares mensuales. “Es beneficioso para los que recibimos remesas y los dueños de negocios privados, pues si los precios no son abusivos, se puede comprar una variedad de alimentos de mayor calidad. Lo que está mal es que a los empleados estatales sigan cobrando en pesos, que sigue siendo la moneda nacional, pero no vale nada».

Emilio, ingeniero, piensa que es más de lo mismo. “El cinismo de este gobierno es tremendo. Hablan de bloqueo, pero compran alimentos de calidad destinado a los que van a pagar en divisas. Quedan en evidencia. Más que el bloqueo yanqui, lo que percibo es que el gobierno no tiene recursos ni una estrategia seria para garantizar una vida decorosa a todos los cubanos. Los que no reciben remesas ni tienen acceso al dólar, lo intentarán conseguir por la izquierda, vendiendo pacotillas o robando en su puesto de trabajo. Siempre ha sido así. El salario en Cuba es simbólico”.

Gerardo, el anciano jubilado que trabaja como parqueador, coloca una desteñida alcancía de madera al lado de su silla de hierro. Encima de la alcancía, un cartel: «Acepto cualquier tipo de propina, preferentemente dólares». Después de 61 años de castrismo, Cuba se convertido en una isla de desigualdades sociales.
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Los dólares mandan y el pánico crece.

Por Ana León.


La gente ha enloquecido aún más, si cabe, desde que se anunciara el viernes pasado una nueva segmentación en el mercado interno. La noticia de que a partir del lunes 20 comenzarían a operar tiendas para la venta de aseo y alimentos en dólares, ha provocado un frenesí de acaparamiento entre quienes han sorteado los embates de la crisis económica haciendo colas para comprar y revender los artículos más demandados.

Pasada la medianoche y burlando las rondas del carro patrullero, un grupo de coleros se disputa a gritos los primeros turnos para asegurar la mercancía del día siguiente. Esos cónclaves nocturnos, que solían ser discretos por miedo a la policía, ahora acontecen al borde de la riña tumultuaria porque son muchos los implicados y todos temen que la recaudación de moneda dura aseste el golpe final al comercio en CUC, dejando las tiendas desiertas.

El pánico se sustenta en un análisis lógico: si no hay dinero para importar, la producción nacional es insuficiente y lo que se vende en dólares está teniendo salida, el régimen no dudará en destinar mayor volumen de mercancía hacia esa línea de comercio, aunque sea en detrimento de las opciones más económicas y esgrimiendo cualquier justificación. Ya varios compradores en moneda libremente convertible (MLC) se han quejado de la ausencia de pollo y detergente entre los productos de “gama alta”, lo cual hace pensar que los artífices de la nueva “estrategia económica y social” intentarán satisfacer esa demanda a como dé lugar.

Los dólares mandan, el cubano sobrepasa su propio límite de estrés y todo sigue igual. En las calles la gente anda incómoda, aglomerándose desesperada como en los primeros días de la pandemia, antes que suspendieran el transporte público. Los residentes de municipios y barrios periféricos viajan a las zonas céntricas para comprar algo, aunque sea a sobreprecio. Familias enteras se aprietan durante horas junto a otros extraños en portales y contenes para alcanzar mayor cantidad de productos. Ya nadie quiere oír hablar de distanciamiento social ni población de riesgo ante la COVID-19. Los viejos están en la calle junto a las embarazadas que ya no cuentan con la solidaridad de la cola para comprar primero, sin importar lo avanzado de su gravidez.

A la gente le quedó muy claro el “sálvese quien pueda” implícito en el último discurso de Miguel Díaz-Canel. Lo demás fueron acusaciones, justificaciones y pataletas ante un Consejo de Ministros que lució más apático de lo normal. Nadie se explica de dónde salieron tantos bienes que llevaban meses desaparecidos, pues lo cierto es que a excepción de unos imponentes bloques de carne de res, las nuevas tiendas están vendiendo el mismo tomate frito, los jabones, el aceite, el queso Gouda y otros artículos que se comercializaban antes que fuera declarado el “período coyuntural”, en septiembre de 2019.

De gama alta, nada; a menos que por “gama” se refieran a precios. No se ha diversificado la oferta para los compradores en dólares. La estrategia ha sido retener mercancía para destinarla a una porción más rentable de consumidores, mientras el resto observa de lejos.

No tiene ningún sentido, entonces, seguir persiguiendo a los revendedores que hacen exactamente lo mismo que el Estado: acumular mercancía para venderla a sobreprecio. La diferencia es que al menos los revendedores dejan su esfuerzo en esa empresa que a muchos puede parecer abusiva, pero en la cual existe, incluso, margen para la negociación y el regateo. Los dirigentes cubanos, en cambio, planifican y deciden respecto del hambre colectiva desde sus oficinas y sin dejar de engordar. Luego hacen pública la “estrategia” sin darle mucha importancia al ciberchoteo y la incomodidad popular. A fin de cuentas la cosa no pasa de ahí.

Lo curioso es que con este segundo paso en la dolarización de la economía, el papel de los revendedores podría terminar siendo aceptado hasta por aquellos que los critican. Si resulta igualmente caro comprar los dólares en el mercado negro para abrir una cuenta bancaria que pagar un paquete de muslos de pollo a un colero, no tiene sentido quejarse de una actividad que, al igual que las tiendas en divisas, busca satisfacer la demanda de “los que pueden”.

Tres días después de iniciada la venta en MLC varias ferreterías ya están vacías. Similar destino correrán los productos comestibles y de aseo que mágicamente aparecieron para cubrir la demanda, a pesar de que la Ministra de Comercio Interior afirmó en Mesa Redonda que no había suficientes para vender por la cartilla de racionamiento y a precios liberados cuando el pueblo así lo solicitó, con el fin de evitar las aglomeraciones en medio del aumento de contagios por COVID-19.

Los cubanos presienten que las tiendas en CUC están en cuenta regresiva, y no les falta razón. Un país que tenía dificultades para abastecerse antes de la emergencia sanitaria -aún con la venta de electrodomésticos en dólares- terminará destruido por la estulticia de sus dirigentes en el contexto de una pandemia que ha hecho temblar economías desarrolladas. El régimen lo sabe, como sabe también que los golpes irán directo a ese pueblo que se ciñe como un exoesqueleto, para luego lamentarse ante la opinión internacional de heridas que no le pertenecen.

El pánico de quedar sin un respaldo monetario eficaz ha desatado la cacería de dólares en el mercado informal, donde ya se cotizan entre 1.20 y 1.50 CUC. Las estafas se han disparado en consecuencia, el valor de la moneda nacional sigue en picada y el temor de que el CUC sea devaluado en una movida relámpago para acelerar la unificación monetaria mantiene en vilo a los cubanos que saben, por experiencia, que la casta verde olivo no pierde jamás.
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Derrumbe parcial en Centro Habana deja un herido en estado grave.

Tomado de CubaNet.


Un herido grave fue el saldo preliminar del derrumbe parcial de un edificio en Centro Habana, informaron al diario digital 14ymedio fuentes del lugar.

El siniestro, ocurrido el pasado domingo, se produjo a causa del avanzado grado de deterioro que presentaban algunas de las estructuras del inmueble.

El hombre herido fue identificado como un trabajador de servicios comunales, que recogía la basura en San Miguel y Belascoain cuando le cayó encima parte de una pared.

Según comentó a 14ymedio un residente en los alrededores, la víctima fue llevada en una patrulla en dirección al Hospital Calixto García. Su estado de salud actual se desconoce.

El reporte del medio independiente indica que los vecinos de la zona ya habían alertado sobre el peligro que representaba el edificio para la integridad de transeúntes y residentes del lugar.

Desde hace décadas, el inmueble exhibe profundas grietas en su fachada y apuntalamientos de madera en su portal.

“Es necesario que las autoridades de Centro Habana, la Vivienda y el Gobierno local, asuman a tiempo sus responsabilidades y acometan las acciones urgentes que requiere esa importante esquina de esta ciudad por la cual pasamos todos, pues nada es más importante que salvar la vida de las personas…”, dijo la fuente a 14ymedio.

En 2017, una familia que vivía en el primer piso del edificio cayó a la planta baja luego de que se derrumbara el piso de su apartamento. El incidente obligó a varios residentes a abandonar el lugar. Actualmente, el inmueble está declarado como inhabitable.

Los derrumbes totales y parciales son habituales en La Habana, fundamentalmente en época de lluvias, cuando la humedad y el calor hacen mella en las estructuras de viejos inmuebles.

Datos difundidos por autoridades de Vivienda en Cuba señalan que 1,7 millones de casas se encuentran en estado regular o mal. La cifra equivale al 39% del fondo habitacional en el país.
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La triste realidad de una sociedad secuestrada.

Por Jorge Olivera Castillo.


Personalmente, tengo la impresión que los reclamos masivos por mejores niveles de vida continuarán siendo imaginarios. Lo que ocurre, con cierta periodicidad, son desmadres en pequeña escala en algún que otro vecindario, a la postre finalizados con una fuerte presencia policial y el miedo a recibir la temida acusación de hacerle el juego a la “contrarrevolución interna”.

La falta de agua, el desalojo consumado o aplazado de alguna familia o asentamiento periférico, y también un abuso policial en la vía pública, son a menudo las motivaciones de los cubanos para que se arme un guirigay sin mayor trascendencia.

En realidad, no hay voluntad de salir del redil totalitario. Las preferencias se inclinan por las adaptaciones a los distintos escenarios que se crean a partir de la crónica disfuncionalidad del modelo centralizado, el reforzamiento del embargo estadounidense desde que Donald Trump se instaló en la Casa Blanca, y ahora los demoledores efectos económicos y sociales del coronavirus.

Lo cierto es que el cubano se las arregla para sortear el cada vez más accidentado terreno de la supervivencia, cuidándose de no expresar comentarios de carácter político en alta voz o matizándolos mediante el destaque de una frase de Fidel, o la exaltación de cualquiera de los supuestos logros de la revolución socialista que sacan a relucir en los noticiarios día tras día.

La doble moral es parte de una normalidad construida sobre la desconfianza mutua y la necesidad de infringir constantemente las leyes con tal de alimentarse y resolver otras necesidades de primer orden.

La obligatoriedad de delinquir es una forma de chantaje del Estado, una suerte de humillación a gran escala que ha convertido a la población en rehenes de un grupo de militares y burócratas encaramados, hace más de seis décadas, en la cima del poder absoluto.

El trabajo no tiene un valor real. Es solo una patética recreación de lo que debería ser, algo tan simple como procurarse el sustento y una mejor existencia mediante el esfuerzo genuino, ya sea físico o intelectual.

Solo hay dos opciones para salir del laberinto de las carencias: las impostergables incursiones en los entresijos del mercado negro, y el recibo de partidas monetarias de algún familiar o amigo radicado en el extranjero.

A propósito de esto último, el lunes 20 del actual mes entró en vigor la limitada dolarización circunscrita, hasta ahora, al comercio minorista, con la apertura de tiendas donde solo se puede comprar con la moneda del imperialismo yanqui, el enemigo externo que le ha servido al poder como elemento legitimador del socialismo de raigambre neo-estalinista.

Los afortunados clientes están obligados a comprar con tarjetas magnéticas, cargadas desde el exterior con el dinero del imperio.

Quienes no cuenten con un suministrador seguro se enfrentan a peores desafíos para conseguir las mercancías que llegan en limitados lotes a las tiendas que ofertan en pesos convertibles (CUC).

Con este evento se amplía la brecha entre los que tienen dólares y los que dependen única y exclusivamente del salario que reciben, en el cada vez más desvalorizado peso cubano (CUP), y quienes acceden por estímulo a modestos pagos en (CUC) en los empleos estatales, así como los trabajadores por cuenta propia que ofrecen sus servicios al turismo internacional en esta moneda, creada en 1994 para contrarrestar la influencia del dólar.

Ante los beneficios relativos del sector poblacional que periódicamente recibe partidas monetarias a través de las oficinas de la Western Union, y el extraordinario número de perjudicados que logran a duras penas no hundirse en las profundidades del hambre y la miseria, la vida sigue su curso con las resignaciones y acomodos a remolque.

Si algo queda claro es que la glorificada igualdad social que aun sirve de fundamento a la ideología vigente se acerca a su definitiva extinción.

Es imposible esconder el fracaso de la gesta emancipadora de 1959 que proporcionaría, según sus protagonistas, tantas satisfacciones y esperanzas a cada cubano.

Finalmente, el dólar estadounidense venció por knock out al peso cubano. No importa el retraso o el escamoteo del veredicto.

Es un hecho consumado que traerá cambios a mediano y largo plazo. Ojalá no sea un remedo del socialismo de mercado al estilo chino. Ya veremos.
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Hemingway, y Estados Unidos, en la encrucijada.

Por Alberto Méndez Castelló.

Ernest Hemingway.

Ernest Hemingway, Premio Nobel, Pulitzer, Dios de Bronce de las letras estadounidenses, está de cumpleaños. Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Chicago, Illinois, hace ahora 121 años, demasiados años para estar vivo, incluso, si para solucionar de una vez y por todas sus cuitas no se hubiera suicidado en su casa de Ketchum, Idaho, a las 7:30 de la mañana del domingo 2 de julio de 1961, disparándose al paladar con un arma de su arsenal, una escopeta de dos cañones calibre 12, “demasiado plomo para un día de tan poco seso”, diría mi padre.

Escribí “está de cumpleaños” como si, efectivamente, Hemingway estuviera entre los vivos y no hubiera muerto según certificó el médico forense, por herida de arma de fuego “autoinfligida”. Y es que, demasiadas circunstancias tangibles lo hacen vital en La Habana, Madrid, París o Nueva York.

Ahora mismo hay gente haciendo dinero gracias a los recuerdos que muchas personas tienen o quieren tener de los lugares donde Hemingway vivió o fue asiduo visitante. Mis dos hijos se llevaron esas improntas de Cuba, de Finca Vigía, del Floridita, y tras esas huellas fueron, en Estados Unidos, al bar Sloppy Joe´s, en Duval Street, y a su casa en la calle Whitehead número 907, Key West.

Hemingway está ahí, aprendemos de él cuando releemos El viejo y el mar, donde dice: “El hombre no está hecho para la derrota, un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”; y recibimos una transfusión de vitalidad cuando en sus cuentos desnuda lo alto y lo bajo de la condición humana, y en Padres e hijos expresa: “Como todo hombre con una facultad que sobrepasa todas las necesidades humanas, su padre era un hombre muy nervioso. Era además un sentimental y, como la mayoría de las personas sentimentales, era a la vez cruel y víctima del abuso”.

Respecto al oficio del escritor y la ética de la persona dedicada a escribir, Hemingway no deja lugar a dudas cuando, entrevistado por George Plimpton en 1958 para The Paris Review, con elegante ironía afirmó: “Un escritor sin sentido de la justicia y de la injusticia debería dedicarse a redactar el anuario de una escuela para niños excepcionales en lugar de escribir novelas. (…) La cualidad más esencial para un buen escritor es la de poseer un detector de mierda innato y a prueba de golpes. Ese es el radar del escritor y todos los grandes escritores lo han poseído.”

Hemingway escribió una gran parte de su obra, quizás la mejor parte de su obra, fuera de Estados Unidos, en Francia, en España, en Cuba; es más, en una carta de 1952 dijo a Earl Wilson: “Yo no puedo trabajar y vivir en Nueva York porque nunca aprendí a hacerlo”.

Así y todo, es Hemingway un escritor genuinamente estadounidense, aunque los cubanos hayamos pretendido apropiárnoslo por su larga estadía de 22 años en Cuba, donde tuvo su casa, y su finca, y su barco, y una biblioteca con 9 mil libros, y cuatro perros, y 57 gatos, y vacas lecheras, aunque él no tomaba leche, y tuviera gallos de pelea y matas de mango en Finca Vigía, en San Francisco de Paula, donde no dejaba de ser “el americano”.

Ahora ocurre el 121 aniversario del natalicio de Hemingway debatiéndose la nación estadounidense en una encrucijada, donde más que la elección de un presidente está en juego el futuro de los Estados Unidos, en peligro por las fuerzas internas y externas empeñadas en destruir el ícono de libertades que es. Y me duele porque es el país que dio refugio a mis hijos y donde han nacido mis nietos.

Algunos dirán que Hemingway era un socialista, y si viviera hoy como socialista se expresaría en la literatura y el periodismo, y ejercería su voto cual rosca izquierda. Pero la deducción de los que así pudieran pensar es errónea, y no seré yo quien clarifique esa suposición, sino el escritor en su obra:

“Tú no eres un marxista real, crees en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Crees en la vida y en la búsqueda de la felicidad”, escribió Hemingway. El pasaje, tomado de la primera edición de Por quién doblan las campanas, en inglés, por supuesto, me lo obsequió el profesor Eduardo Morell, que en paz descanse, diciéndome aquel día: “Dicho por Hemingway, si eres un marxista real no crees en la libertad, la igualdad ni en la fraternidad. Un marxista real no cree ni en la vida ni en la búsqueda de la felicidad.”

Fechado en Finca Vigía el 8 de abril de 1950, el credo más estadounidense al día de hoy que Hemingway deja como legado a sus conciudadanos dice: “Hemos combatido y ganado la guerra. No nos mostremos santurrones ni hipócritas; no seamos ni vengativos ni estúpidos. Impidamos que nuestros enemigos puedan volver jamás a hace la guerra; reduquémosles y aprendamos a vivir en paz y a ser justos con los demás países y pueblos del mundo. Para lograrlo debemos educar y reducar. Pero, ante todo, debemos reducarnos nosotros mismos.”

Con pocas palabras bastan. A 121 años de su nacimiento, Hemingway sigue siendo faro en días tormentosos, y a los estadounidenses, un pueblo grande, para no lamentar su empequeñecimiento como nación, mal no les iría volver a las palabras de su Dios de Bronce.
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