sábado, 27 de febrero de 2021

Tarea Ordenamiento: “Me desordeno, amor” (iii).

Por Martha Beatriz Roque Cabello.

Para la mayoría de quienes viven en Cuba queda claro que uno de los problemas críticos de la economía está vinculado a la ineficiencia en cualquiera de sus especialidades, a su vez acompañado al hecho de que para el “sistema” lo más importante es la política y dentro de ella conservar el poder.

Todo parece indicar que hasta la poca azúcar que se produce en el país quedará afectada este año, y como es natural al pueblo se le reducirá la cuota mensual que puede comprar por la libreta de abastecimiento. Este es uno de los desastres mejor mostrado sobre la ineficiencia productiva que existe en Cuba, aunque como siempre, los imprevistos que han hecho que la zafra no arrancara como estaba planificado son producto  de indisciplinas durante el proceso de producción.

Recientemente, el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, señaló la necesidad de mejorar el trato a los pasajeron en la Aduana, en particular ahora que tienen que pagar por el aislamiento, lo que da una idea de la ineficiencia con la que trabajan los distintos organismos de la economía, y en específico aquellos que prestan servicios. Al parecer, algunos turistas se han quejado de la manera tan burda que “roban” en la frontera aduanal, algo que se ha convertido en el actuar normal de cualquier funcionario.

Marrero Cruz también llamó a la participación de empresas estatales junto a negocios privados para la recuperación del turismo. El unir las dos formas de la economía, la estatal con la privada, indica que las empresas subordinadas al régimen tienen mucho que aprender de los trabajadores por cuenta propia, a pesar de que estos últimos todavía no han logrado la eficiencia y el servicio propios del capitalismo.

En su reciente visita a Matanzas, el primer ministro exhortó a abrir tiendas en Varadero que presten servicios las 24 horas del día, para dar respuesta a la demanda de los clientes. Esto debe referirse al futuro, porque en estos momentos el turismo está muy dañado en el país y también a nivel mundial, y lo que se espera es una recuperación muy lenta.

Marrero llamó a concentrar acciones para el ordenamiento urbano en el balneario de Varadero y a combatir las construcciones ilegales que se alzan en zonas turística de la Ciénaga de Zapata, en particular en Caletón, área costera de ese municipio, hacia las cuales, en breve, se dirige un “proceso de erradicación”, que se puede leer como desalojo, ya que esto es lo que hacen, sin importar que las personas no tengan a donde ir, que haya ancianos o niños: esa es la justicia social que promete la dictadura al pueblo.

El dato oficial del déficit de viviendas en Cuba asciende a más de 862 000; y más de la tercera parte de las viviendas que se están habitando en todo el país se encuentran en mal o regular estado técnico, falta de mantenimiento, por lo difícil que se hace a sus moradores, y también al Estado, que nunca se ha ocupado de esta tarea.

A mediados del año pasado el propio ministro de la Construcción, René Mesa Villafaña, explicó que aún hay unas 122 mil viviendas con piso de tierra y unas 10 mil cuarterías (léase solares) de esas de las que habló Fidel Castro y dijo que iba a eliminar en su alegato del juicio del Moncada en 1953, conocido como La Historia me Absolverá.

Sin embargo, la depresión económica por la que atraviesa nuestro terruño ha aumentado los obstáculos para el incremento de las inversiones en instalaciones turísticas, pero no las ha detenido completamente.

A pesar de que la vacuna Soberana 02 no es en estos momentos algo tangible, ni siquiera se conoce si está aprobada por la Organización Mundial de la Salud, hay un gran apuro por sacarla al mercado, ya que la dictadura trata de convencer a agentes de viajes y representantes de turoperadores que la Isla es un destino sanitario seguro para los visitantes internacionales, a pesar de que cada día hay más casos del virus chino.

El subdelegado del Ministerio de Turismo de Matanzas,  Luis Martínez de Armas, dijo de forma pública que las instalaciones de Varadero cuentan con un equipo de salud amplio y calificado y que los visitantes extranjeros pueden percibirlo desde el momento de su llegada.

La propaganda turística lo dice: “blancas arenas, turquesas aguas y verdes palmeras, composición de colores perfectos”; y es que las playas de Cuba muestran que el paraíso no es imaginación. Pero, por desgracia para los naturales de este archipiélago, nada de eso está a su alcance; en primer lugar porque tienen los bolsillos vacíos de billetes verdes, y en segundo porque el gobierno castrista no permitirá nunca que el pueblo tenga acceso a una vida feliz. No importa cuántas Tareas Ordenamientos se hayan hecho y cuántas más se tengan que hacer.

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La falta de respeto.

Por Olivia Manrufo.

A mi represor muerto.

Hoy es 28 de enero, debe haber sido un día como hoy que hace treinta años recité con mi bata limpia una poesía de Martí en el patio sucio de mi escuela sucia. Un día como hoy se suele ensuciar el nombre del poeta con matutinos bajo el sol, con flores marchitas, con faltas de ortografía y con una gran ausencia de convicción. Hoy debería escribirle a él, pero considero un atrevimiento dirigirme a él siendo quien soy una mujer sin poesía, y que solo podría ser valiosa mi carta cuando sin que me tiemble la muñeca pueda afirmar que te hemos borrado a ti de nuestros cuerpos y vidas. Entonces, me doy cuenta que es a ti a quien quiero hablarle. A ti, Fidel, sí tú, Fidel Castro Ruz.

Ya tú habías acaparado la poesía de Martí cuando yo nací. Se cumplían 26 años de tu revolución, y ya habías cometido varios de tus peores crímenes, ya habías hecho de Martí un busto de yeso o de plástico, ya habías manoseado con tus uñas largas sus palabras, manipulado con tu pedantería sus ideas, tanto, que nos hiciste creer que tu revolución era la de él, e hiciste de él una figura ordinaria y gris, y no del gris intenso de la alegría que trae una tormenta, no, el gris del yeso olvidado en la mugre de tus doctrinas.

Fidel, no voy a pedirte permiso, menos disculpas, por tutearte, tú me quitaste la poesía y también el respeto por los grandes héroes, al mandarlos a fabricar de manera industrial y comercializar y traficar con ellos tus intereses. Y así como me anestesiaste y vacunaste contra los grandes héroes y poetas y verdaderos revolucionarios, lo hiciste con los grandes monstruos y sus villanías. Una vez, alguien me comentó cómo le sorprendía escuchar incluso entre intelectuales cubanxs, alabarte, dotándote de una inteligencia sobrenatural, alardeando de tu carisma aplastante. Esa soberbia heredada también de ti, en la que muchxs se regodean para engrandecer tu figura, a pesar de reconocer tus vilezas, algo así como que el falo opresor no puede ser uno pequeño cualquiera, tiene que ser un gran falo opresor, el mejor de todos, supongo que eso justificaría la admiración enfermiza que sienten hacia ti algunas personas. Yo no te conozco, nunca te vi personalmente, alguna vez en un teatro grande a los lejos había un muro de traje verde olivo, y algunos, nerviosos, dijeron que eras tú. Yo no soy intelectual, ni siquiera llegué a la universidad, pero yo también te creía un gran líder, especial, un gran hombre, desviado por el poder, pero una criatura de inteligencia superior, capaz de enamorar a millones.

Un día despierto y de la manera más insulsa me entero que te habías muerto. Y yo, lloré. Lloré y mientras lo hacía me preguntaba por qué las lágrimas y los mocos, si estos no fluyeron cuando se murió mi abuela. Sería el famoso síndrome de Estocolmo o sería algún padecimiento de emigrante. Después de un tiempo, entendí que cuando mi abuela murió yo estaba ahí, en la misma ciudad, con la gente que tenía que estar. Cuando tú moriste, Fidel, yo lloraba por no estar en el lugar que sentía debía y quería estar, pero sobre todo lloraba y lloro todavía porque te llegó la muerte tranquila, como le llega a las personas buenas como mi abuela. Te llegó la muerte y no te bajamos de ese pedestal en forma de podio, te llegó la muerte y no fuiste juzgado, como se juzgan a los asesinos. Y es que Fidel, tú no fuiste loco, ni grande, ni maravilloso, ni demasiado inteligente, y si lo fuiste, esta mujer sin poesía se negará a reconocerlo. Tú serás para mí, y te recordaré y haré que los míos te recuerden de manera fácil y simple, como lo que fuiste, una mala persona.

Eres y siempre fuiste no más que eso, Fidel, mijo, y quiero practicar el ejercicio de quitarte al menos desde la construcción de mi lenguaje todo aire de hombre superior toda palabra que pueda traducirse en respeto o admiración. Tú también me quitaste eso, asere, yo ese músculo lo tengo jodido, no tengo canción preferida o banda, o escritor o escritora o libro, o película o sabor, o color, mi cuerpo es incapaz de contraerse de más hacia alguna preferencia, pero es bastante transparente y firme con lo que desagrada. Y tú, asere, me caes mal, porque además tengo la sensación de que nunca tuviste otro interés que no fuera el de curar tu ego inflamadísimo. Nunca hubo otro propósito en tu accionar que no fuera soberbia machicienta y pura de una bestia rabiosa en busca de una posición de superioridad donde acomodarse y establecerse. Nunca tuviste otro plan que no fuera el de tener esclavos que repitieran tus ideas, inútiles y antojadas. Yo quisiera algún día, con la tecnología del futuro, borrar de la memoria de tu revolución a José Martí, un hombre tan inmenso como tu egoísmo, de muchas formas brillante, pero principalmente por su fragilidad y nobleza. ¿Has visto, Fidel, con el cuidado y amor que escribía este hombre para referirse incluso a sus enemigos? Cómo pudiste, Fidel, banalizar tanto amor, tanta belleza, que jamás tú entenderías.

Por eso nos empobreciste, no solo de lo material, nos cambiaste el amor por las colas, nos burlaste la nobleza y nos hiciste miserables bichos de excesos e histerias que esperan y esperan.

Pero entonces, te mueres, te mueres sin que te llegue tu hora, sin que haya llegado el día en que se te nombre por tus delitos y que se te trate como quien los comete. Fidel Castro, asesino, corrupto, juzgado y tratado como se trata a los corruptos y asesinos, según la magnitud de sus crímenes. Escenas así me imagino que ya no pasarán, porque se nos fue la vida nuestra y la tuya y no nos decidimos, no tomamos una postura firme o blanda, aunque fuera una, pero no. Y entonces somos un país que perdió la oportunidad de una real reparación, que tuvo más de 50 años para juzgar a su opresor y no lo hizo. Y por eso pasan estas imágenes fantasmagóricas, que aún después de muerto dicen por ahí que, esta calle es tuya, que este pueblo es tuyo, incluso la desproporcionada y demente frase de: ¡Viva Fidel!

Nos inoculaste la corrupción en el sistema respiratorio como un mecanismo de supervivencia. Y la burocracia en el lenguaje para impedirnos nombrarte a ti mismo como dictador. Nos colocaste en la ilegalidad y nos hiciste cómplices de una vida ilegítima, en la que se trafican los derechos y se otorgan privilegios. Nos creaste como pueblo bicéfalo, no, no es cierto, deben haber más mostritos pero yo ahora sólo quiero identificar dos, porque así soy, bajita de nivel, criada en el binario de patria o muerte, socialismo o muerte, yo solo quiero hablar de estas cabezas que dividen a la masa entre intelectuales, brillantes sí, pero con un ego castrista, melindrosos para tomar una postura que les comprometa, y los otrxs, los zombies con negocios millonarios, que ejercen el poder sobre los zombies doblemente muertos en hambre y espíritu. Lo letal y escandaloso en cualquiera de estos zombies sería la falta de convicción, estos personajillos que no creen ni en ti, Fidel. Y es ese tu mayor logro, viéndolo desde tu punto de vista usurpador y mediocre, claro, el hecho de fabricar personas bustos, personas de yeso y marmolina, que calzan perfectos en el molde de tu capricho de moda y lo que es delirio, la fábrica sigue produciendo, activa aun después de tu muerte.

Toda la culpa es tuya, Fifo, nos hiciste un pueblo que padece, y no siente, no puede sentir, la piel es ya tan delicada que la brisa la deshace y nadie se atreve siquiera a mirar cómo se les desprende de la carne, aunque anden pisando su propio rastro en el asfalto.

¿Pero sabes una cosa, Fidel, asere? Conozco cubanxs que tienen una luz hermosa en su mirar, conozco cubanxs a los que les sobra grandeza de espíritu y valor, ese que tanto codiciaste y nunca encontraste. Conozco cubanxs a lxs que no pudiste quitarles la poesía, conozco cubanxs en lxs que Martí vive orgulloso.

Y sí, yo soy vulgar y ordinaria como tú me criaste, Fifo, también soy cobarde como tú. Yo soy pionera de las escuelas que tú creaste para repetir y repetir y jamás pensar, mucho menos reflexionar. Yo soy de esos lugares y barrios donde los versos más honestos que se recitan te parten el alma en tres de un bofetón de realidad:

Ay Martí
ayer no comí
Ay Maceo
tengo un hambre que no veo.

Una falta de respeto, sí. Por eso quisiera en mi precariedad poder hacer entender algo a mi gente, así como quien riega una bola con base en la verdad: Que tú no fuiste un hombre grandioso y/o excepcional, fuiste un oportunista de mediana inteligencia, pues alguien realmente sabio hubiera podido dialogar en lugar de eliminar a quien disintiera. Tampoco fuiste un gran líder, fuiste un dictador, que es diferente, las personas no te siguieron, te obedecieron en un ambiente de terror y doctrina. Yo no veo más que los destrozos que deja un ego profundamente herido. En fin, quiero que te bajen de ese pedestal los que te quieren bien y los que nunca te quisieron, pero te respetan. Eso quiero, que te pierdan el respeto que nunca mereciste y mucho menos ganaste. Quiero que abandonen el pensamiento tuyo mal reciclado con olor a muerto… de toda la vida, no de ahora que estás bajo una piedra. Eras un tipo mala persona, es lo único que puedo reconocerte, como millones que hay en el mundo, ordinario como la mala hierba, ni más ni menos, solo eso.

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miércoles, 24 de febrero de 2021

Tarea Ordenamiento: “Me desordeno, amor” (ii).

Por Martha Beatriz Roque Cabello.

Con el último incremento en las cifras del virus chino en Cuba vuelve a salir a flote el problema de las grandes multas, en particular en la capital. Y no es que las hubieran eliminado, pero sí habían disminuido; el periódico local Tribuna de La Habana se jacta de unas 700 multas en un solo día. Hoy la legislación vigente es el Decreto 31, que sustituyó al 14, en cuanto a contravenciones relacionadas con los protocolos sanitarios que están establecidos.

Una parte importante de las multas es casi el 30 % son debido a las aglomeraciones de personas en establecimientos comerciales, colas necesarias que tiene que hacer el cubano para poder comer, comprar medicinas, artículos de aseo e incluso transportarse dentro de la ciudad.

Por otra parte está la exhautiva campaña de hostigamiento que lleva a cabo el régimen a través de fuertes sanciones con la idea de controlar los precios en el sector privado, esto como resultado de la implementación de la Tarea Ordenamiento. Sin embargo, hasta el momento no han tenido resultados positivos, solo logran incrementar el mercado negro, ausentar del comercio alternativo las mercancías y disminuir, aún más, el poder adquisitivo de la población cubana.

Lo anterior no es coherente con el devenir gubernamental -la venta de productos por parte del Estado a precios abusivos e incluso especulativos-, la misma situación que el régimen quiere frenar en el sector privado.

Si bien es cierto que la doble moneda provocó grandes distorsiones en la economía del país, la inflación que se espera en los próximos meses nunca se había visto en el escenario económico nacional durante 25 años. Este era un mal necesario, con un único problema político: ¿cómo la continuidad iba a quitar algo que había diseñado el difunto Comandante en Jefe? Es lo mismo que admitir que Fidel Castro con esa decisión hundió la economía del país y frenó su desarrollo.

La inflación en Cuba llegó al 193% en los años 90, cuando desapareció el bloque comunista, en la crisis conocida como Período Especial en Tiempos de Paz, marcada por una gran hambruna en el país. Sin embargo, algunos economistas y cubanólogos prevén en estos momentos que el nuevo proceso inflacionario  puede alcanzar más del 900 %.

El dólar -en el mercado subterráneo- se cotiza a unos 50 pesos, por lo que la tasa oficial ha quedado duplicada y hay provincias en que es más difícil la adquisición y llega a alcanzar 60 y más.

El hecho de que el Estado abriera mercados en dólares sin tener respaldo en este tipo de moneda, añadiendo el hecho de que solo en estas tiendas se puede adquirir algún producto, lanza al pueblo hacia el mercado negro para poder comprar esta divisa y solucionar al menos algunos de los graves apuros de abastecimientos que ya hoy están generalizados.

La situación en Cuba quieren hacerla dependiente del embargo y las sanciones que impuso el presidente Trump, pero si bien es cierto que hay una buena influencia en algunas de las medidas, si hubiera liquidez se pudieran comprar muchas cosas en los propios Estados Unidos de América, al igual que se adquiere  el pollo; pero la realidad es que no hay acceso a los mercados de crédito, y la deuda con el Club de París también influye. Algo que da el toque final es la ineficiencia con que se lleva la economía, como un tiovivo, dando vueltas.

Es incomparable el aumento de los salarios y pensiones con el de los productos y servicios de primera necesidad. El ingreso creció alrededor de 5 veces, mientras que los gastos han aumentado hasta 10 veces, en particular en este tipo de bienes.

Analizando el panorama actual, cualquier economista se atrevería a afirmar que el valor del salario de los cubanos se hundirá a corto plazo, a pesar de lo que dijo Marino Murillo, cuando anunció otra reforma salarial que sería para que la pírámide tome realmente la forma que debe. Además planteó que se llevará a cabo en la medida en que la economía crezca, lo que es un total eufemismo.

Pero, por otra parte, también el propio “zar de la economía” ha manifestado que el desempleo puede llegar a la cifra de 300 000 trabajadores de las empresas estatales no rentables, las que deberán cerrar. Hay que tomar en consideración también que algunas de las empresas tienen las plantillas infladas, lo que en estos momentos oculta la realidad del desempleo. El mayor factor influyente en este fenómeno negativo es que no se tiene en cuenta la productividad.

Las verdaderas reformas estructurales que requiere la economía en Cuba la dictadura no está en disposición de llevarlas a cabo, y no quiere destrabar el sector privado, solo se ponen curitas, pero luego no van a tener a donde llevar la mano de obra que va a quedar desempleada.

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lunes, 22 de febrero de 2021

Al amparo del racismo.

Por Ana León.

Tiene nombre de flor y una determinación feroz de sacarle el mejor partido posible a la crisis. La conocí a través de uno de tantos chats que los cubanos utilizan para rastrear productos de primera necesidad, y que los revendedores aprovechan para proponer su mercancía. Ella tenía paquetes de pechuga de pollo de 2kg, y yo la necesidad de comprar lo que fuera sin someterme infructuosamente y por enésima vez al maltrato de las colas.

Subí las escaleras roñosas de un edificio multifamiliar sembrado de vendedores. Toqué la única puerta que estaba cerrada y a mi llamado acudió una joven blanca y sigilosa, absolutamente desmarcada del estereotipo de las coleras que desfilan por los barrios de La Habana cargando jabucos repletos de mercancía, irreductibles en su propósito de recuperar hasta el cuádruple de lo invertido, a despecho de la policía y las maledicencias de quienes no disponen del tiempo ni la energía para marcar en una cola desde la noche anterior.

La muchacha me invitó a pasar y cerró la puerta. Pese a su pinta de estudiante con swing, noté que llevaba tiempo en ese giro. Además de pechuga tenía tomate frito, detergente líquido y en polvo, café Caracolillo, aceite y harina de trigo; todo menos caro de lo habitual.

“En este país hay tanto racismo que la policía nunca me ha parado, aunque venga arrastrando un contenedor (…) Los he visto parar a mujeres negras que llevan menos cosas que yo. Se ponen impertinentes para provocarlas y ellas se alteran. Entonces las montan en la patrulla y directo para la estación, a decomisarles casi todo. A mí ni me miran”, me aseguró un tiempo después, cuando le pregunté en confianza si alguna vez había tenido problemas con las autoridades.

La imagen visible de las coleras, duramente estigmatizadas por el régimen comunista, son en su mayoría mujeres negras y mestizas que venden en proporción al esfuerzo que realizan, el tiempo empleado, el riesgo que corren y el cúmulo de necesidades que deben satisfacer. Desde que comenzó la pandemia he conocido a muchas, en casi todos los municipios de La Habana, y no he visto el menor indicador de solvencia en sus viviendas semiderruidas o a medio construir, donde esperan varias bocas que alimentar.

Son precisamente las mujeres negras las que peor viven, pisoteadas por la pobreza, el machismo y el azote de la discriminación racial que las vuelve aún más hostiles, incluso en el seno familiar. La colera blanca, que se aprovecha sin escrúpulos del racismo institucionalizado, me dice en tono de broma que sus “compañeras de lucha” venden más caro porque incluyen un impuesto por desagravio.

“No es para menos, les hacen la vida imposible (…) Cuando salgo de la tienda con mis bultos trato de ir siempre detrás de un grupo de morenas bien cargadas (…) Te juro que eso no falla; si los policías están para el daño, la cogen con ellas y yo sigo como si nada. Si acaso se me quedan mirando así, con cosa (lascivia), y hasta me han preguntado si necesito ayuda. Eso me cae mal, pero de ahí no pasan”.

La indolencia con que habla de una realidad tan desgarradora me desconcierta; pero a la vez entiendo que ella, como casi todos los cubanos, se valga de las grietas del sistema para sobrevivir sin ser molestada; un empeño que no admite demasiados remilgos morales. “A fin de cuentas -concluye-, los primeros racistas son los dirigentes de este país, y así todo muchos negros dicen que están con la Revolución (…) Eso no me cabe en la cabeza, pero el que por su gusto muere…”

La estrategia de esta colera atípica ha sido acomodarse en las antípodas del sujeto más odiado por la policía, que a seis décadas del triunfo revolucionario percibe a los ciudadanos negros con la misma lógica del rancheador en los tiempos de la colonia. Ella cultiva con esmero su imagen de “blanquita inofensiva”, no arma lío en las colas y anda siempre sola. Con esas mañas y precios atractivos se ha asegurado proveedores y clientela tan estables como discretos.

La fractura moral que tales dobleces arrastran consigo ya no escandaliza a nadie. Los cubanos llevan demasiados años viviendo sobre la base del miedo y la hipocresía, utilizando en su favor el escamoteo de los derechos del otro y las prácticas discriminatorias que en tiempos de crisis y bajo el yugo del totalitarismo se agravan de forma ostensible.

Desde la calumnia contra quienes disienten políticamente hasta el racismo como práctica consciente que fomenta la desigualdad y la división entre los ciudadanos, Cuba se parece cada vez menos a la patria que soñó José Martí, sobre cuyo ideario se producen hoy encarnizados y egocéntricos enfrentamientos que en nada modifican el signo de la nación.

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62 años de escasez de alimentos.

Por Iván García.

En una llanura de arcilla rojiza, muy cerca de la carretera que conduce a la provincia de Artemisa, a 60 kilómetros al oeste de La Habana, se encuentra ubicada la finca de Eusebio, con una caballería de extensión, una presa relativamente cerca que facilita el regadío de las cosechas y una tierra muy fértil.

Eusebio no es el mejor ejemplo del guajiro cubano. No fuma tabaco, apenas bebe café y sustituyó el sombrero de guano por gorras de béisbol. Su confortable vivienda no tiene nada que ver con el típico rancho rural. Es una construcción de concreto de dos pisos, un amplio portal y en el perímetro de la finca, en un viejo contenedor de carga marítima reconvertido en nevera guarda una parte de la cosecha.

“En Cuba debieran existir excedentes de viandas, hortalizas, frutas y granos. Es inconcebible que no se produzca lo suficiente para alimentar a la población. La culpa es del gobierno, empecinado en mantener una estructura agrícola desfasada que no incentiva al campesino a trabajar la tierra. El problema no es la escasez de tierra. Para donde quiera que tú mires hay tierra sin cultivar. Claro, hay terrenos más fértiles que otros. Pero el boniato, la yuca, la malanga y algunas hortalizas, si llueve lo suficiente, se dan solas. Incluso no se necesita tanto fertilizante para aumentar los rendimientos. Eso sí, hay que saber de cosechas y cómo sacarle el extra a la tierra. El que cultive la tierra tiene que ser su dueño”, apunta y añade:

“Las UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativas) y otras formas de cooperativismo inventadas por el gobierno jamás tendrán altos rendimientos. Arrendar la tierra fue una buena medida, pero no prestarla por veinte o treinta años y ponerle un montón de trabas al que la trabaja. Lo que se debe hace es arrendarle la tierra al agricultor por cien años. Y en ese lapso que haga lo que entienda mejor mientras produzca. El gobierno asfixia al campesino con normativas, controles y prohibiciones. Hay más inspectores que trabajadores agrícolas. Siempre te ponen precios para pagar tus cosechas muy por debajo de lo que pagan los intermediarios particulares. Si tienes vacas, no puedes matarla ni comercializar su carne. Tampoco producir quesos y otros productos elaborados con la leche de la vaca. Son demasiados los frenos. A pesar de eso, los finqueros particulares, que poseemos alrededor del 25 por ciento de las tierras en Cuba, producimos más del setenta y cinco por ciento de los alimentos que se consumen. Más claro ni el agua. La tierra es para los guajiros”.

Varios campesinos privados, cooperativistas, arrendatarios e intermediarios que comercializan productos agrícolas coinciden que para destrabar la producción, la primera medida es entregar la tierra al que la cultiva, que los campesinos elijan lo que van a cosechar y que los compradores mayoristas, sean estatales o privados, paguen precios justos. Otra medida que Eusebio considera clave es que el Estado garantice precios asequibles y que el campesino pague a plazos cuando necesite adquirir aperos de labranza, regadíos y maquinarias agrícolas.

“En la agricultura de los países más desarrollados cuando hay plagas, mal tiempo u otras causas que impiden una buena cosecha, el gobierno subsidia las pérdidas. En Cuba no puede ser diferente. Es una estupidez venderle a los campesinos las semillas, tractores y el fertilizante en dólares. El alto precio de la electricidad eleva el costo de producción. El Estado debiera ponernos tarifas más barata. Es una locura que con una yunta de bueyes y sin fertilizantes usted pueda producir alimentos suficientes para once millones de cubanos”, insiste Eusebio.

Cuando se revisan las producciones agrícolas de los dos últimos años, se observa que el 90 por ciento ha decrecido entre un 15 y un 50 por ciento. Algunas, como la producción de carne de cerdo, ganado vacuno y cítricos han disminuido debido al exceso de trabas por parte del Estado, considera Luis, ingeniero agrícola. “Aunque no satisfacía la demanda, en 2018 la producción de carne porcina sobrepasó las 190 mil toneladas. Entonces el Estado elevó los impuestos y eso afectó a los productores, quienes comenzaron a no declarar su producción real. El gobierno reaccionó con inspecciones y operativos policiales, encarcelando a varios dueños de negocios porcinos. El precio se está pagando ahora: la libra de carne de cerdo ronda los 100 pesos, y no la encuentras”, dice Luis.

Lo que ha sucedido con el ganado vacuno es alarmante. En los últimos 35 años, según contó a Diario Las Américas un funcionario que trabajó en el Ministerio de Agricultura, las cabezas de ganado disminuyeron de seis millones a poco más de dos. “Una parte del ganado fue sacrificado por los matarifes ilegales para vender la carne. Y muchísimas reses murieron de hambre y sed. Una irresponsabilidad criminal que no le costó el puesto a ningún alto funcionario”. Solo en la provincia Villa Clara, hace cuatro años, murieron de hambre 22 mil vacas.

La producción azucarera en la Isla es una vergüenza. Durante siglos, Cuba fue la azucarera del mundo y en los ingenios se pusieron en práctica numerosas innovaciones. El rendimiento por hectárea era de los mejores del planeta. Durante la Segunda Guerra Mundial, el 40 por ciento del azúcar que consumieron las tropas aliadas provenía de centrales cubanos. De 1925 a 1958 , de manera estable, se produjeron entre 4 y 7 millones de toneladas de azúcar. Desde hace siete años, las zafras en Cuba no alcanzan los dos millones de toneladas. La culpa fue de Fidel Castro que desmanteló más de cien centrales. Al mermar la producción azucarera, aumentan los precios. Hoy en Cuba cuesta más caro comprar una libra de azúcar producida en el país (8 pesos, que al cambio oficial equivale a 0.40 centavos de dólar) que adquirirla en el mercado internacional.

Las contraproducentes políticas agrarias han traído como consecuencia que las tarimas estén vacías. En un recorrido por cuatro agromercados habaneros se observa un notorio desabastecimiento. En el de Vía Blanca y Primelles, frente a la Ciudad Deportiva, solo había plátanos machos pequeños, escachados y con manchas negras, a 6 pesos la libra. Tomate, la mayoría verde, a 8 pesos la libra. Un mazo de lechuga mustia, 10 pesos. Y piñas verdes y ácidas a 10 pesos cada una. En el agro de Tulipán y Conill, Nuevo Vedado, solo había en venta tomates, plátanos frutas apolismados, a peso cada uno, y jengibre a 12 pesos la libra. Mientras un camión del EJT (Ejército Juvenil del Trabajo) descargaba coles sucias, una aglomeración de personas merodeaba el vehículo. Cada col costaba 12 pesos. En el de 19 y B, Vedado, otrora uno de los más abastecidos del país, llamaba la atención la cantidad de tarimas vacías. Solo ofertaban turrón de maní molido a 60 pesos la tableta, yuca a 6 pesos la libra, tomate a 8 pesos la libra, berenjena a 4 pesos la libra y zanahoria a 6 pesos la libra. En el agromercado de Diez Octubre y Santa Catalina, solamente estaban vendiendo acelgas a 10 pesos el mazo. El resto de los dependientes dormían encima de las tarimas.

Luisa, ama de casa, dice que recorrió casi todos los agromercados de La Víbora, al sur de la capital, buscando frijoles colorados, boniato, yuca, plátano de freír, cebolla y ajo, “pero no encontré nada. Desde que el gobierno topó los precios, los agros están pelaos”. A partir del 3 de febrero, las autoridades de La Habana fijaron el mismo precio para todos los agros, particulares, estatales o cooperativas. Esto ha provocado la desaparición de varios productos en las tarimas. “Antes de topar los precios usted podía encontrar doce o quince productos en un agro particular. Ahora no hay nada. Hasta la guayaba y la fruta bomba se perdieron. De casualidad te empatas con una piña”, comenta Pastor, jubilado.

En algunos mercados ha cambiado el método de venta. En un agro habanero, un dependiente en voz baja canta una lista de productos agrícolas a un cliente. “Tengo frijoles colorados a 60 pesos la libra, frijoles negros a 40, garbanzos a 70 pesos, carne de puerco deshuesada a 80 pesos la libra y lomo a 70, melón de cinco libras a 50 pesos, guayabas a 12 pesos la libra y limón a 60 pesos la libra”. Si el cliente acepta, en menos de treinta minutos un mensajero le lleva la compra hasta la casa. “Si es en el mismo municipio no cobro por la entrega”, aclara el vendedor.

Con el incremento de inspectores dedicados a fiscalizar que no suban los precios, policías y con boinas negras recorriendo de una punta a otra la ciudad, los que comercializan productos agrícolas optan por recurrir a Telegram o WhatsApp para vender sus mercancías. Llamémosle Adriano. Tiene un grupo de WhatsApp con 200 miembros. “Por los precios de venta que exige el gobierno, ni siquiera le puedo comprar al campesino. Al subir todos los insumos y la electricidad, los precios se han multiplicado por tres o cuatro veces. Para tener un margen de ganancia, tenemos que vender a un precio más alto. Es la oferta y la demanda”.

En esos grupos de WhatsApp una compra promedio supera los 500 pesos. Ihosvany cuenta que compró tres jabas de hortalizas, viandas y frutas y tuvo que pagar, con transporte incluido, 550 pesos. “Y no era gran cosa, es que incluso en el mercado subterráneo las cosas han empeorado. Una jaba con un mazo de acelgas, cuatro libras de calabaza, tres libra de chopo (un tipo de malanga), tres libras de yuca y tres libras de plátano macho me costó 108 pesos. La otra jaba, con un mazo de zanahorias, un mazo de remolacha, una col, un paquete de ajo pelado, un paquete de ají cachucha, tres libras de pepinos, tres de tomates y tres de berenjena, 240 pesos. Y la última jaba, con tres piñas y tres libras de guayabas, 102 pesos. Más 100 pesos el transporte. Y esa factura, para una familia de cuatro personas te dura una semana”.

El desabastecimiento que provoca la confluencia de factores (crisis económica, escasez, precios topados y pandemia), ha generado que una ristra de cebollas o de ajos cueste 700 pesos y una libra de jamón, según la calidad, fluctúe entre 100 y 250 pesos.

A los jubilados y ciudadanos con salarios por debajo de 3 mil pesos -más de cuatro millones de personas- les resulta imposible pagar esos precios. Eusebio, dueño de una finca en las afueras de La Habana, considera que si el Estado no cambia de estrategia, “un porcentaje alto de la población podría sufrir una hambruna. Y la culpa que no haya boniato, yuca ni plátano no es del bloqueo yanqui. Es del gobierno”.

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domingo, 21 de febrero de 2021

El racismo revolucionario.

Por Ramón Fernández Larrea.

El canciller Bruno Rodríguez ha puesto él solito el tema en la parrilla: “El Gobierno cubano erradicó la discriminación racial institucionalizada y lo demás son “restos'”.

Y entre esos “restos” están todos y cada uno de los ataques oficiales que ha desatado el estreno del video y la canción “Patria y vida”, por parte de conocidos artistas cubanos de las dos orillas, a los que distinguen dos coincidencias: el hartazgo de tanta doctrina y tanta palabrería, y que todos son de la raza negra.

Incluso, otro cubano combativo, sin cuidar mucho sus palabras, se sintió obligado a criticar al cantante Yotuel, del grupo Orishas, con esta sentencia discriminatoria: “si no fuera por Fidel, serías un negro limpiabotas”. Es decir, que ser limpiabotas es una vergüenza y no un trabajo honesto del que Fidel libró a Yotuel, aunque siguió siendo negro y por tanto tenía que estar agradecido.

Ser limpiabotas, en Cuba, era en realidad un oficio de pobres. Hasta que más tarde, el comandante en jefe repartió la pobreza, erradicó a los limpiabotas y los zapatos casi a la misma vez. Pero tengo para los que piensan como ese hombre que atacó a Yotuel una mala noticia: Ibrahim Ferrer, uno de los grandes cantantes cubanos, con la revolución siguió siendo negro y limpiabotas. No lo salvó Fidel, sino Ry Cooder, y gracias a él y a Buenavista Social Club tuvo una segunda vida.

El tema musical “Patria y vida” ha soltado los perros de presa. El aparato del Partido lo ha visto como una rebelión y los rancheadores han salido. Desde las instituciones y los órganos de prensa, que, por supuesto, pertenecen al estado, han partido los cazadores de hombres a capturar a los cimarrones. No se puede permitir una fuga o una conspiración. Sean 4 o 20, o 5 y 9 o doble dos, no se debiera tolerar, porque entonces la dotación se alborota. Otros en la plantación comenzarían a preguntarse la razón de esas cadenas. Y no hay respuestas. Solo la violencia.

Así que el triste Bruno (el poeta andaluz Miguel Hernández diría “el bruno Bruno”) ha intentado poner el parche, no antes que salga el grano, sino porque sabe que el grano es grande, lleno de pus y no se puede ocultar. La dictadura mantiene, el pensamiento esclavista. Está escrito entre líneas que un negro no se puede rebelar. Un negro no le puede responder a los que mandan. Un negro no puede sostenerte la mirada, desafiante, a quienes supuestamente “lo han liberado” y luchan para que tal vez sus hijos y su familia pasen hambre, pero no sea limpiabotas. Un negro triunfa porque Fidel nos trajo la felicidad, si no, lo que le tocaba era prisión o limpiar zapatos encorvado, en silencio, a los pies del poder.

El Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR) ha declarado que "La política oficial del Estado cubano durante mucho tiempo ha estado marcada por la ceguera ideológica frente a la discusión abierta de la problemática racial". Y hoy, gracias a esos ataques nada solapados contra quienes asumieron, frente a los que han hundido al país, una visión distinta, un grito que dice que “se acabó”, porque hace mucho tiempo “está trancado el dominó”, se destapan todas las visiones y posturas racistas que predominan en el entretejido de los guardianes de la dictadura: porque un negro tiene que estar agradecido con Fidel, con la revolución, con el Partido y con el grito de “Patria o muerte”. Porque lo único que han hecho los que mandan es enlutar a la patria, cortarla en pedacitos, y ofrecer a sus habitantes la muerte como única opción.

La patria es otra cosa. La patria es el sitio donde uno debería vivir feliz. En la patria se prospera, se vive en paz criando y educando a los hijos. La patria no te cercena, no te vigila, no te amedrenta. En la patria un policía trabaja para cuidar tu tranquilidad, no crea la intranquilidad, no abusa, no es más importante que el ciudadano común. La patria no es un campamento militar donde caminan, orondos, esos generales y coroneles que se atiborran de medallas y brillitos, y que ven en quienes no están de acuerdo un enemigo o una deserción.

Y en esa patria que defienden los amanuenses del Granma y otros papeluchos oficiales, y en todos los tarugos que quieren mantener en pie la carpa de la dictadura, solamente hay, como única opción, sufrimiento y muerte. Y odio a los que rompen las cadenas, levantan la vista con valentía y dicen, de frente, lo que piensan.

Eso es lo que les molesta y atemoriza. Un grupo de morenos desagradecidos decidieron gritar lo que casi todos tenemos en la mente. Cerrar para siempre un tiempo que solamente le ha traído dolor al pueblo cubano y empezar a buscar una nueva vida. Una patria en la que se aleje la muerte y todos podamos vivir. Y se asustan porque saben que esos simples mortales pudieran unir a muchos cubanos de aquí y de allá: negros, limpiabotas, blancos, mulatos, gente honesta que se cansó de viejas palabras y consignas vacías. 

Que rabien los racistas y los esquemáticos, y los esbirros a quienes les sube la presión cuando el pueblo no obedece o no dice “gracias” si le rompen palos en el lomo. Ellos intuyen que Yotuel, Gente de Zona, Maikel Osorbo, Luis Manuel, Descemer y otros, han derrumbado la puerta de la cárcel y están invitando a que todos salgamos a buscar un país nuevo. 

Una patria donde haya vida y se pueda ser negro, limpiabotas, sin agradecerle a un dictador la infelicidad disfrazada.

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jueves, 18 de febrero de 2021

Castrismo en fase terminal: a punto de descorchar la champaña.

Por Javier Prada.

Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel.

El diario Los Angeles Times acaba de dar una muy buena noticia a la dictadura cubana: el presidente Joe Biden reanudará el envío ilimitado de remesas a la Isla y levantará las restricciones impuestas por Donald Trump para que los ciudadanos estadounidenses puedan tirar sus dólares en el money pit controlado por Raúl Castro y su cohorte de ladrones. Tal como se esperaba, el inquilino número 46 de la Casa Blanca volverá a conectar el respirador artificial para que la plaga comunista termine de saquear lo que queda de Cuba.

El castrismo, por su parte, se prepara para una nueva ronda de fingimientos luego de haber reiterado a sus ciudadanos la prohibición (por si alguno estaba confundido) del derecho a hacer política, arte y prensa al margen de los circuitos estatales. Esta vez no se trata únicamente, como suele afirmarse, de una artimaña para alcanzar condiciones más ventajosas a la hora de discutir con Estados Unidos el tema del respeto a los derechos humanos. Una porción de la sociedad civil se ha manifestado en contra del régimen, exige diálogo y está dispuesta a plantarse donde sea con tal de ser escuchada. Son destellos cada vez más concretos en medio de un panorama social al límite, donde basta una chispa para que la gente se lance a las calles de una vez.

La dictadura lo sabe y ha tomado sus providencias en forma de interdicciones engavetadas, a la espera del momento adecuado para exhibirlas en su fuerza legal incontestable, legitimadas por una Constitución que prorrogó indefinidamente la permanencia del castrismo en el poder. Tal vez no sea necesario hacerlo por ahora, si Biden se muestra complaciente. Eliminar el tope impuesto por Trump al envío de remesas (1000 USD trimestrales por persona) sería un buen comienzo, y el demócrata parece dispuesto a dar ese paso.

Por lo visto, ningún asesor le ha explicado al presidente de Estados Unidos que esos miles de millones de dólares no llegarán a manos del pueblo cubano, sino que irán a hibernar en tarjetas ancladas a cuentas de bancos nacionales controlados por el castrismo, que volverá a invertir con holgura en prebendas para asegurar la lealtad de sus esbirros; o en combustible para que patrullas y ómnibus salgan de la nada cargados de paramilitares con el único objetivo de moler a golpes a un puñado de intelectuales y artistas que leen poesía frente a un ministerio infame.

Nadie le ha explicado a Joe Biden que al igual que en la era de Obama, ese dinero será utilizado para reprimir cualquier amago de disidencia y fortalecer la doctrina que ha arruinado totalmente a Venezuela mientras enfila sus ambiciones hacia otros países de la región. Por si no bastara, la dictadura insiste en hacerle guiños a Rusia, China e Irán, que se muestran esquivos porque saben que hay falta de liquidez; pero apenas empiecen a llegar los dólares de Biden buscarán retomar los convenios públicos y secretos.

Tal vez el presidente de Estados Unidos no lo sabe, pero esos 333 dólares mensuales per cápita que autorizó Donald Trump son suficientes para comprar la limitada variedad de productos que se venden en Cuba. Aumentar exponencialmente el flujo de billetes verdes hacia la Isla no acelerará la llegada de la democracia, pero sí profundizará la dependencia, la holgazanería y la apatía política.

Los dueños de negocios florecientes, vistos por los demócratas como la vanguardia de una Cuba libre y próspera, no se ponen jamás del lado de los oprimidos porque tienen mucho que perder. Mientras puedan nadar entre las aguas de Miami y La Habana, aprovechando “acercamientos” circunstanciales sin inmiscuirse en política, seguirán de espaldas a la realidad de un pueblo que lo ha perdido todo, desde la tierra hasta la consciencia de nación.

Joe Biden debe saber que la voluntad política del régimen no es real. Nunca lo ha sido. El castrismo continuará arrebatando libertades a sus ciudadanos y acusando de injerencia a cualquier nación que intente ayudarlos. De Estados Unidos solo quiere dinero para mantenerse a flote, y acceso para socavar desde dentro el poder del exilio cubano, imponer su visión de la historia y rescatar esa tóxica nostalgia por la Revolución Cubana que solo pueden sentir quienes no han vivido, día tras día, este desastre.

Desde hace tiempo se viene anunciando la caída del régimen comunista; pero siempre aparece, como un milagro fatídico, el dinero para recomponerlo. Mientras la nueva administración estadounidense revisa la política hacia Cuba, el congresista James McGovern ha solicitado un levantamiento total de las sanciones, y la coalición bipartidista cubanoamericana ha pedido se mantenga la presión económica sobre la dictadura.

Por el momento, según la nota publicada en Los Angeles Times, se ha marcado un punto a favor de quienes comparten la visión del demócrata de Massachusetts. Eso es suficiente para que el cadáver podrido del castrismo se anime a descorchar la champaña, mirando hacia el futuro con la esperanza renovada gracias, una vez más, a su enemigo histórico.

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Cuba aumenta precio de pasaporte y prorroga para cubanos residentes en el extranjero.

Por Henry Chirinos.

Pasaporte cubano.

Cuba de nuevo le mete la mano en los bolsillos a los cubanos residentes en el extranjero. En vista de la difícil situación económica que se vive en el país, el castrismo ordenó el aumento en el costo del pasaporte cubano y las prorrogas solo para los cubanos que viven en el exterior, a esos que constantemente llama “gusanos” y a los señala de estar aliados con el “imperio” para llevar a cabo los “complot imaginarios” que tanto les gustan.

El Ministerio de Justicia (MINJUS) publicó la Resolución 48/2021, donde se actualizan las tarifas para el cobro de servicios jurídicos que se prestan a personas en el extranjero, tanto naturales como jurídicas.  La excusa que esgrime el castrismo para este aumento es que intentan darle un trato “igualitario” a todas las personas “jurídicas constituidas al amparo de la legislación vigente en el país”.

Ahora el precio del pasaporte cubano para los que viven en el extranjero es de 5.625 pesos, es decir unos 234 dólares, mientras que la prórroga ahora será de dos mil pesos cubanos o su equivalente, 83 dólares.


Otros trámites que también aumentaron:
  • Prórroga de estancia de extranjeros en Cuba: 3.500 CUP
  • Cambio de condición migratoria: 8.125 CUP
  • Obtención de pasaporte para cubanos residentes en el exterior: 5.625 CUP
  • Prórroga de pasaporte: 2.000 CUP
  • Certificación de matrimonio, nacimiento, defunción, antecedentes penales, actos de última voluntad y declaratorias de herederos: 1.250 CUP (cada una)
  • Sentencia de divorcio: 3.750 CUP
  • Certificación de notas y título: 6.250 CUP
  • Programa de estudio: 8.750 CUP
  • Certificación de años de trabajo: 2.500 CUP
  • Reconocimiento de firmas: 2.500 CUP
  • Legalización de documentos docentes en organismos centrales: 2.500 CUP
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Cuba, capitalismo liberal mal aplicado.

Por Iván García.

La añeja autocracia verde olivo hace agua por todas partes. Hay dos Cuba perfectamente reconocibles e incompatibles entre sí. La estrafalaria Cuba oficial, de noticias optimistas, planes que siempre se cumplen y una revolución eterna.

En esa Cuba de exhibición, una auténtica puesta en escena, los camaradas del partido comunista todavía cargan al hombro el féretro de Fidel Castro. Fallecido hace cuatro años y dos meses, el comandante dejó las finanzas en números rojos y una entelequia de instituciones que son un manicomio.

En esa Cuba de atrezzo, con edificios en ruinas, funcionarios cantinflescos y mentiras maquilladas, se hacen planes económicos para 2030 sin saber qué va a pasar en 2021. En esa Cuba ficticia, que pretende llevar comida a la mesa arando la tierra con yuntas de bueyes, ya la mayoría de los cubanos renunció a la utopía. Las redes sociales hierven. Las esquinas se calientan con críticas subidas de tono a un gobierno ineficiente que ni siquiera sabe administrar la indigencia.

Y está la Cuba real. La del ‘compañero revolucionario’ que roba cuanto puede en su puesto de trabajo. La de los cubanos que desayunan solo café. La del WhatsApp donde la gente cambia arroz por aspirinas. Donde se venden los dólares a 50 pesos y crece el sueño de emigrar a Miami, Madrid o Maputo. Esas dos Cubas tan distantes están obligadas a convivir. Aunque siempre se corre el peligro de que una intente devorar a la otra.

Cuando la dictadura se sintió segura, subsidiada por Moscú o Caracas, dejaba semiabierta la tapa de la olla de presión. A cambio de una fingida lealtad, permitía la prostitución femenina y masculina, el juego prohibido y el chabacano reguetón. Que se vendiera carne de res y camarones en el mercado negro. Y que los emprendedores privados experimentaran con un capitalismo barato.

Pero en tiempo de vacas flacas -la mayor parte de los últimos 62 años, pues las crisis económicas en Cuba son sistémicas-, el régimen se quita la careta y comienza a jugar al duro. Policías, boinas negras y perros amaestrados en las calles. Y la Seguridad del Estado trabajando a destajo para aniquilar al periodismo independiente y encarcelar a los activistas demócratas.

Comienzan los linchamientos públicos en los medios oficiales contra los que piensan diferente y las cárceles se llenan de ciudadanos acusados por ‘enriquecimiento ilícito’. Se despliega entonces la Cuba de plaza sitiada, que culpa al embargo estadounidense de todos los males. Y para implementar el orden se recurre a multas exhorbitantes y severas sanciones. Es lo que estamos viviendo en la Isla desde el otoño de 2019, cuando Miguel Díaz-Canel, presidente elegido por Raúl Castro, decretó ‘la situación coyuntural’, una versión actualizada del Período Especial.

El régimen cubano siempre quiso trascender. Ser un interlocutor válido de la geopolítica mundial. Exportó sediciones, preparó guerrilleros y terroristas en nombre del proletariado. Pero el modelo económico nunca pudo sostener las megalomanías de Fidel Castro. Los cheques en blanco girados desde el Kremlin o el Palacio de Miraflores le permitió a los gobernantes contar con un servicio secreto desmesurado y eficiente. Esa guardia pretoriana es el arma más eficaz con que cuenta el castrismo.

Las estructuras del poder están divididas. En un lado, militares reconvertidos en empresarios, con cuentas off shore en paraísos fiscales y estilos de vida de oligarcas rusos. En el otro, los funcionarios mediocres que dan la cara, hablan de socialismo, administran la pobreza y la tarea ordenamiento.

En ese capitalismo liberal mal aplicado, era imprescindible tirar abajo todo el disparate económico y comenzar de cero. Pero con una apertura económica, que incentive la productividad y con un marco jurídico que otorgue garantías a los inversionistas extranjeros y emprendedores privados cubanos.

Abrir la puerta de verdad. No con un calzo detrás. Pero el miedo a perder el poder, ha generado una falsa reforma con demasiados controles y trabas. Y una reforma monetaria desquiciante. Ante la presión popular el régimen improvisa. Es imposible que un país sin ofertar bienes ni servicios, con una infraestructura igual a la de Zimbawe, imponga precios al estilo de Qatar.

Está sucediendo lo previsto: la inflación creciendo, igual que el precio del dólar en el mercado subterráneo. Los salarios aumentaron entre dos y cuatro veces. Pero los precios subieron entre cinco y veinte veces. La lista no juega con el billete.

Díaz-Canel habla de precios abusivos, pero son las propias empresas estatales la que dieron el pistoletazo de arrancada a la especulación. En una pescadería de La Habana, se estaba ofertando la libra de castero a 172 pesos. No había cola para comprarlo. “Es un abuso. Los particulares venden el castero a cien pesos la libra. Es ridículo que el gobierno lo venda tan caro”, comentó una señora mientras observa la tablilla.

Según Dagoberto, custodio de un taller automotor, “en una tarima de un agromercado estatal estaban vendiendo la carne de puerco a 147 pesos la libra. Una locura. Los particulares la venden entre 80 y 90 pesos y los quieren meter presos. He llegado a pensar que dentro del gobierno hay infiltrados agentes de la CIA para acabar de hundir esta mierda”. Las señales que envían los dirigentes suele confundir a la población.

Osniel, dueño de una cafetería de comida criolla, no sabe a ciencia cierta cuál es la estrategia gubernamental. “En la prensa te dicen que cuentan con los particulares, pero no nos han otorgado créditos ni ayudas financieras durante la pandemia. Al contrario, nos machucan mediáticamente, acusándonos de enriquecimiento, actividad económica ilícita y acaparamiento. Ahora dicen que van a autorizar una amplia lista de empleos privados, pero en la concreta, las cosas no funcionan”.

Sara se dedica a importar mercancías y considera que el “gobierno ha lanzado una ofensiva silenciosa para eliminar a las ‘mulas’. Con la apertura de las tiendas en dólares nos han desplazado. Y con las últimas medidas aplicadas por la Aduana pretenden aniquilarnos”.

Para imponer el orden, en medio de un desabastecimiento generalizado y un enorme descontento social, el régimen recurre a multas y sanciones penales. En la primera etapa de la pandemia, de marzo a septiembre, solamente en La Habana se impusieron más de diez mil multas. Y alrededor de dos mil personas fueron sancionadas a un año de privación de libertad por el mal uso de la mascarilla o no guardar el distanciamiento social.

Con el rebrote del coronavirus, cuando el número de contagiados se multiplicó por ocho, las autoridades reanudan lo que mejor saben hacer: reprimir. A partir del viernes 5 de febrero comenzó aplicarse un toque de queda en todo el país desde las 9 de la noche hasta las 5 de la mañana.

A Eusebio, jubilado, le parece que esa medida es más para controlar el malestar de la ciudadanía que la pandemia. “De noche todo está cerrado, apenas hay gente en la calle. Es por el día cuando abundan las aglomeraciones, colas en los comercios y las guaguas repletas. El gobierno no ha encontrado soluciones para eliminar o aliviar las colas, principal foco de contagios. Optan por poner multas a diestra y siniestra e intimidar a las personas”.

Las multas tendrán una cuantía de 2,500 a 5 mil pesos para quienes en tiendas, mercados y centros gastronómicos omitan información; de 5 mil a 7 mil pesos para quienes no informen en tablillas, menús y pizarras los precios y gramajes de los productos ofertados; de 7 mil a 8 mil pesos para aquéllos que violen los precios y normas a despachar, y de 12 mil a 15 mil pesos a los directivos que no tomen medidas con los que violen lo establecido.

Algunas de esas multas equivalen entre cuatro y siete veces el salario mínimo. Este fin de semana, los inspectores estatales comenzaron a aplicar multas y decomisar mercancías a cuentapropistas. Solo en La Habana, el viernes 5 de febrero, Cubadebate reportaba la imposición de 657 multas.

Dos días después, el domingo 7, a un matrimonio que vendía ropa, artículos de aseo y de ferretería en una mesa en la Calzada de Diez de Octubre, le decomisaron todas las mercancías: “Nos quitaron productos que una persona había comprado en Panamá. No eran robados. Y además nos pusieron una multa de 8 mil pesos. Si siguen hostigando así a la gente, no va quedar otra que afilar un machete y coger pal’ el monte. Están jugando con fuego. Las ratas, cuando se sienten acorraladas, se reviran”.

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Cuba 2021: el ordenamiento no funciona.

Por Elías Amor.

Bodega en La Habana.

Los medios oficiales de difusión del régimen comunista cubano se están empleando a fondo en justificar la Tarea Ordenamiento. Para conseguir este objetivo, Marino Murillo -el llamado Zar de las reformas- ha recibido todo el apoyo, mientras que el gobernante Miguel Díaz-Canel se ha ubicado en un prudente segundo plano para ver, desde cierta distancia, cómo evolucionan los acontecimientos. En realidad, ambos están viajando por las provincias, pero quién sale en las fotografías y al que recogen declaraciones es a Murillo.

En concreto, el mensaje del funcionario -que se repite de forma incesante- justifica el hecho de que aun cuando el país se encuentra atravesando por un complejo escenario, la implementación de la Tarea Ordenamiento para impulsar la estrategia de desarrollo económico-social es necesaria.

El argumento de la supuesta necesidad del ordenamiento cae por su propio peso. Y es que el balance de costes y beneficios de la política en este primer mes y medio deja muy mal cualquier valoración que se pretenda realizar del proceso. Peor aún es lo que viene, así que el mensaje de Murillo, más que propaganda, se acaba convirtiendo en un insulto a la razón y una imprudencia, toda vez que es responsabilidad de un dirigente político informar a los ciudadanos de lo que viene por delante, sobre todo para que la gente sepa reaccionar y no acabe estando en una situación mucho peor.

¿Por qué la Tarea Ordenamiento no es necesaria y Murillo no lo quiere reconocer?

Primero: las nuevas medidas no van a servir para resolver los problemas de la economía cubana, dígase las célebres trabas y falta de encadenamientos. La Tarea Ordenamiento está confirmando, precisamente, que es difícil sustituir o eliminar trabas si, al mismo tiempo, no se adoptan medidas de reforma estructural que permitan a los cubanos dejar de depender del estado totalitario. No se ha rectificado nada y lo único que se ha logrado es crear un estado de incertidumbre e inquietud en amplios sectores de la población, que cuestionan abiertamente las medidas adoptadas.

Segundo: las evidencias disponibles en este primer mes y medio de los efectos de la Tarea Ordenamiento no pueden ser más negativas. El tipo de cambio en el mercado informal ronda los 60 dólares; la inflación sigue descontrolada; las medidas de represión contra los trabajadores por cuenta propia no dan resultados; los salarios y pensiones han perdido todo el poder adquisitivo y muchas empresas estatales se muestran incapaces de afrontar los precios más elevados de las importaciones que no se pueden sustituir por oferta nacional, ya que no existe. De encadenamientos, nada.

El balance no puede ser peor. En tales condiciones, alguien debería asumir el timón de la nave antes de que zozobre. La dirección política del país, con Díaz-Canel a la cabeza, ha preferido descargar cualquier responsabilidad de lo que pueda ocurrir en Murillo, quien podría terminar pagando los platos rotos del desastre. Y eso no sería correcto, porque la responsabilidad no solo es de él, sino de quién aspira a llegar al próximo cónclave comunista con los deberes hechos para asegurarse un puesto en la cúpula del poder. Estrategias de este calibre son poco recomendables en tiempos complicados como los actuales.

Tercero: si bien es de vital importancia ajustar problemas de diseño y corregir errores de aplicación de lo dispuesto en la Tarea Ordenamiento (corregir lo necesario, como dice Díaz-Canel), lo cierto es que, hasta la fecha, tan solo se han modificado algunos precios y tarifas. Poco más.

A pesar de que los cambios que se están produciendo -por ejemplo, en el valor real del CUP-, estos van a acabar generando más daños de los que ya se perciben. La no aceptación del CUC en muchas tiendas apunta a que una vez desaparezca la moneda instrumental, la soledad del peso cubano va a caer como una pesada losa sobre su cotización, y cabe esperar cualquier cosa de ello, sobre todo en las transacciones en la economía real, pero igualmente en el sistema bancario y financiero, que puede acabar colapsado si no aumenta el flujo de entrada de divisas a la economía.

Cuarto: la Tarea Ordenamiento es una política impuesta por el gobierno que no ha alcanzado el necesario grado de consenso para su implementación de la forma más eficiente. Solo así se puede comprender el sálvese quien pueda en muchas empresas estatales al aumentar sus precios por encima de lo dispuesto por las autoridades o la manifiesta incapacidad de la planificación central para encontrar alguna explicación y/o solución a lo que está pasando.

La Tarea Ordenamiento podría haber tenido éxito si sus objetivos se limitaran a lo que en realidad era necesario: unificar las monedas y dar un sentido real al peso cubano. Un análisis correcto de fundamentales de la economía cubana habría sido suficiente, y un Banco Central dispuesto a sostener el cambio frente a los mercados internacionales de capital.

Pero el añadido del batiburrillo de las reformas en los precios, aumentos de salarios y pensiones, y reducción de subsidios y gratuidades, sin cambios estructurales previos, ha conducido al fracaso, ya que el estado comunista en solitario con su planificación central se muestra incapaz de hacer frente a retos que solo el mercado y los agentes económicos privados -en concreto, la libre empresa- pueden asumir dentro de las condiciones de la libertad.

Tal vez las reformas estructurales que se necesitan nunca lleguen dentro del actual régimen. Ni la Estrategia Económico-Social ni el Plan de desarrollo 2030 aportan soluciones efectivas para que la economía cubana funcione de forma eficiente y sea capaz de prosperar. Las autoridades comunistas han prodigado el discurso haciendo referencia a unas trasformaciones en las que se hace necesario avanzar, pero esos cambios tienen poco que ver con lo que realmente se tiene que hacer en Cuba, como antes hicieron chinos, vietnamitas o europeos del Este.

El camino hacia la economía de mercado solo tiene una dirección y un sentido, y las “Tareas Ordenamiento” no conducen hacia un futuro mejor porque acaban, precisamente, “desordenando” lo que realmente se tiene que hacer. No es una cuestión de culpar a embargos o bloqueos, ni a un entorno complejo, ni a una crisis por la pandemia, o culpar a los que venden a precios más elevados obligando al pago de multas confiscatorias. El tiempo de los eternos experimentos en la economía castrista se acaba, porque no da para más habiendo caído -12% en 2020. El modelo económico social comunista está obsoleto, acabado, no sirve para dar solución a todos los sectores de la sociedad cubana, y conforme aumente el tamaño de las grietas de la injusticia social, el malestar irá en aumento. Después no será posible volver atrás.

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Los cuentapropistas: entre la carestía y las arbitrariedades gubernamentales.

Por Orlando Freire Santana.

Agromercado en La Habana, Cuba.

Entre los grandes perdedores de la denominada Tarea Ordenamiento se hallan los trabajadores por cuenta propia, así como también, como eslabones finales de la cadena, los consumidores de sus servicios. Todos los precios de los insumos y materias primas de los cuentapropistas se han elevado, lo que ha motivado que muchos de ellos, en general, hayan tenido que aumentar los precios y tarifas de sus producciones y servicios. Y esto último ha llevado a que algunos de sus clientes ya no puedan acceder a sus ofertas.

Las actividades de transporte de pasajeros, y la elaboración y venta de alimentos son una muestra de lo anterior. A los transportistas ahora les resultan más costosos las reparaciones, piezas y accesorios para sus vehículos, sin contar que algunos componentes deben adquirirlos en moneda libremente convertible (MLC). Las tarifas mínimas de cinco y diez pesos prácticamente han desaparecido. Ahora los pasajeros deben pagar quince pesos para los tramos de transportación más cortos.

En el caso de las cafeterías y restaurantes (paladares), el precio de las comidas también se ha incrementado. El agudo desabastecimiento que se aprecia en agromercados y otros centros comerciales hace que los propietarios de los negocios privados adquieran la mayoría de los productos en la ilegal economía sumergida, a precios muy superiores a los fijados por el gobierno. En ocasiones los campesinos, de manera clandestina y burlando la vigilancia gubernamental, llevan las viandas, el arroz, los frijoles y la carne de cerdo hasta la puerta de los propios negocios particulares. Algunos platos que antes del Ordenamiento costaban 40 ó 50 pesos, ahora los consumidores deben abonar 100 pesos si quieren adquirirlos.

Otro tanto podríamos decir del recientemente anunciado Perfeccionamiento del Trabajo por Cuenta Propia. Las autoridades proclamaron, con bombo y platillo, que el fin de la lista de actividades autorizadas a realizar por cuenta propia era la panacea de cualquier insatisfacción que albergaran los cuentapropistas.

Sin embargo, no ha sido así. Las 124 actividades que no se pueden realizar, casi todas relacionadas con tareas que demandan la calificación profesional de sus ejecutores, es el clásico “jarro de agua fría” sobre las cabezas de aquellos que aspiraban a mejorar su estatus económico basados en su talento técnico o profesional.

Y qué decir de algunas medidas anunciadas con el objetivo de controlar más a los trabajadores por cuenta propia. Por ejemplo, la presentación de las Declaraciones Juradas por los ingresos personales estaba reservada únicamente para las actividades más complejas y lucrativas. En lo adelante todos los cuentapropistas deberán presentarlas. ¡Alguien se imagina a un limpiabotas, o un vendedor callejero de maní, por lo general personas mayores y de poca calificación, confeccionando una compleja Declaración Jurada!

De igual manera, todos los cuentapropistas deberán abrir las cuentas fiscales en los bancos para el depósito de, al menos, el 65% de sus ingresos mensuales. Antes esas cuentas les eran requeridas solamente a las paladares, cafeterías, arrendadores de viviendas, transportistas y artesanos.

Las ferias que comercializan ropas y calzado reciben un golpe mortal, pues se prohíbe la venta de productos traídos del exterior. Imaginamos que toda esa mercancía pase a engrosar las ofertas del “mercado negro”, y que siga siendo muy demandada por la población si tenemos en cuenta la casi nula producción nacional de esos renglones.

Por último, las cuotas impositivas mensuales a pagar por actividades, que eran fijas para cada tipo de labor, en lo adelante se calcularán de acuerdo con el alcance del proyecto a realizar que presente cada cuentapropista. Se dice que los funcionarios de las oficinas municipales de la Administración Tributaria harán estudios para fijar esos impuestos a pagar. No son pocos los cuentapropistas que ya dudan de la probidad de esos estudios.

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miércoles, 17 de febrero de 2021

Tarea Ordenamiento: “Me desordeno, amor” (i).

Por Martha Beatriz Roque Cabello.

Si se analizan las declaraciones oficiales que hacen los dirigentes del régimen a los medios se pueden encontrar contradicciones, pero ninguna como las que existen entre Díaz-Canel y Marino Murillo. Al primero le parece que hay que ordenar el ordenamiento, y para el segundo todo funciona como se había planificado, incluso afirma que a pesar del complejo escenario existente en el país era necesario llevar a cabo la Tarea Ordenamiento.

Este proceso no es algo que incumba solo al régimen, tiene que ver con toda la sociedad y además es como una señal, aunque intermitente, que la población sigue muy de cerca.

La realidad continúa siendo la problemática del salario, que a la mayoría de las personas no les alcanza. Se ha anunciado que con respecto al fondo de salario la Tarea Ordenamiento quedó unos 21 mil millones por debajo de la cifra que debió distribuirse para eliminar un poco las incongruencias que esto ha causado.

Desde el principio se vio el riesgo inflacionario, pero no al nivel que ha alcanzado en la actualidad, a pesar de los precios topados y de las grandes sumas de dinero que deben pagar los que violen lo establecido.

Por su parte, el incremento de los ingresos personales va de la mano al aumento de los costos de las formas no estatales y un alto déficit presupuestario que no permitió añadir todas las soluciones con las que quisieron contar y, por lo tanto, la economía se ha convertido en una forma de soplar un globo vacío aumenta la inflación sin hacer crecer la producción, lo que indica un gran estancamiento en el desarrollo.

Entretanto, pasadas décadas, con un peso cubano sobrevalorado con relación al dólar se dieron cuenta que había que eliminar este obstáculo de la economía, y que era ineficaz dos tipos de cambio. Y no lo hicieron antes porque fue una idea de “La Piedra”, y no querían mostrar al mundo que se equivocó y que en esa decisión de crear el peso cubano convertible (CUC) y ponerlo a circular solo estuvo presente su odio visceral hacia los Estados Unidos de América.

Ahora el régimen necesita de los billetes verdes, porque está endeudado y sin ningún financiamiento estable, entonces acude al exilio, del que tanto ha denigrado, para solucionar en parte el gran déficit de financiamiento al que se enfrentan.

La población se ha quejado, pero todavía ¡no lo suficiente!, porque uno de los lugares más importantes para realizar estas quejas es Internet y no todo el mundo tiene acceso a las redes. En primer lugar, los teléfonos celulares no están al alcance del pueblo, y en segundo, el servicio de Internet es muy caro. Algunas medidas se han tomado para amainar estas quejas, pero no llegan a alcanzar el nivel que se necesita.

No importa que la dictadura reconozca que ha faltado iniciativa y prevención para ver los problemas antes, se han tomado mucho tiempo para pensar en todo esto de la Tarea Ordenamiento y después de que está en marcha han tenido que rectificar, porque se ha convertido en “injusticia social”.

Un pequeño ejemplo de lo acontecido en algunos de los ministerios más involucrados fue lo que sucedió en el balance de trabajo del Ministerio de la Alimentación, según Cubadebate. Manuel Santiago Sobrino Martínez, titular del ramo, reconoció la aplicación incorrecta de precios mayoristas centralizados, con considerable incidencia en el área cárnica y pesquera. Dijo también que se habían rectificado el 66 % (las dos terceras partes) de los precios a los que se les había aplicado para su formación el índice máximo de la media de la clase.

Sin dudas, desde el inicio resultó todo un tarifazo. Y aunque se sintió fuerte y clara la protesta por el anuncio de la subida del pago por servicios de electricidad y gas, tanto licuado como manufacturado, se puede decir que no fue suficiente la reducción que se llevó a cabo. Para la mayor parte del pueblo esto ha sido una política de choque por la escasez de combustible.

Conociendo cómo actúa la dictadura, uno de los dos tendrá que pagar por el fracaso, bien Díaz-Canel o el artífice de la magia para desaparecer las cosas en la economía, el jefe de la Comisión de Implementación  y Desarrollo de los Lineamientos, el ex estudiante de Economía en la extinta Unión Soviética, Manuel Murillo Jorge.

Es de percepción general que aquí la culpa no cae en el piso, la tiene el pueblo, o algún dirigente que es removido sin mucha explicación.

Cuando el panal de abejas se tranquilice, sucederá lo mismo que con el Jefe de los Servicios Médicos en la provincia de Santiago de Cuba. Lo importante es que la decisión tiene que venir de los que mal dirigen el país, no de la opinión del pueblo. Pero, un día después de otro esperaremos esos cambios, hay algunos en remojo, si no lo cree pregúntele a Alipio Alonso.

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Cuba amenazada por una inflación histórica según expertos.

Por Henry Chirinos.

Dólares y pesos cubanos.

Ante las desesperadas medidas que tomó el régimen de Cuba a principios de enero 2021 para no ver despedazarse su ya débil economía, todo apunta a que el salario de los cubanos será devorado por una inflación “histórica”, de acuerdo con un análisis presentado por expertos en el área y que fue reportado por El Nuevo Herald.

Pavel Vidal profesor en la Universidad Javeriana de Cali y que trabajó en el Banco Central de Cuba, junto con Carmelo Mesa-Lago y Ricardo Torres, pronosticaron una inflación “histórica” de entre 474 y 952 por ciento en Cuba, siendo esta la mayor jamás registrada.

Sin embargo, ellos califican de “acertado” la llamada Tarea Ordenamiento, ya que era necesaria su aplicación o de lo contrario, la economía castrista, que ya se aleja de los principios comunista, iba a sufrir mucho más.

En la década de los 90, durante el llamado “Periodo Especial”, la inflación en Cuba llegó al 193 por ciento, es decir que actualmente, el país vive tiempos muy parecidos que amenazan con ser aún peores.  

Vidal informó que su predicción se basa en la caída del dólar, el aumento del valor de las importaciones, el incremento del déficit fiscal cubano, así como salarios y pensiones y los efectos de la pandemia de coronavirus.

El país recibió un fuerte golpe económico ya que su principal motor, el turismo, tuvo que prácticamente cerrar ante el brote de COVID-19. Aunado a eso, la tasa de cambio oficial, de 24 pesos cubanos por 1 dólar, quedó baja pues en el mercado negro el dólar tiene un valor de 50 pesos y los comerciantes locales lo usan como base para marcar sus productos.

El régimen, al no tener liquidez de dólares a pesar de tener tiendas que venden en dicha divisa, obliga a los cubanos a recurrir al mercado informal para comprar y vender la moneda, lo que por ende eleva la oferta y la demanda.

Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh, afirmó que las medidas tomadas por la dictadura tendrán efectos a “largo plazo”, pero por ahora se prevé un aumento del desempleo, una inflación elevada y la imposibilidad de cumplir con los subsidios.

“Si el gobierno no fue capaz de expandir los subsidios a la población vulnerable cuando la economía gozaba de una situación mejor, particularmente entre 2006 y 2015, será extremadamente difícil hacerlo ahora cuando sufre la peor crisis económica desde los años 90”, dijo Mesa-Lago.

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lunes, 15 de febrero de 2021

El caso "Clandestinos": breve análisis de una sentencia.

Por Frank Ajete Pidorych.

Movimiento Clandestinos.

Es necesaria una legalidad permeada por un arbitrio judicial lícito que no se separe de la realidad ni de la persona a la que sirve. Es necesario (…) una sentencia que tenga el título de verdad, que valga como verdad, lograda con la motivación que responda a exigencias de racionalidad inferencial.

Manuel Riera Domínguez

Aún desconocía la notificación pública de la sentencia correspondiente a la causa número 61 de 2020 del Tribunal Municipal de Plaza de la Revolución contra los acusados Panter Rodríguez Baró y Yoel Prieto Tamayo- arrestados a inicios del año pasado como presuntos integrantes del «movimiento Clandestinos»- , y ya algunos amigos, así como también un objetor personal, reclamaban mi parecer al respecto.

Los lectores recordarán los sucesos relativos al caso: la aparición en enero de 2020 de varias efigies de José Martí ensangrentadas (o algo parecido), el arresto de los supuestos ejecutores y miembros de un «movimiento» que, por aquellos días, ganó además bastante presencia en redes sociales.

Para analizar con rigor profesional una sentencia, se necesita revisarla en su totalidad. Lo anunciado públicamente fue solo una parte de la misma; concretamente la parte dispositiva- el fallo, la condena- , una pequeña relatoría de hechos probados, así como menciones de los artículos correspondientes a los delitos juzgados, los agravantes, y otras circunstancias que modifican el marco sancionador. Ciertamente, un juez ha de valorar además las pruebas presentadas, y a partir de ahí fundamentar su decisión, los cuales constituyen mandamientos mucho más complejos y cuestionables. Sin embargo, con los elementos a la vista, pudiera emitir una opinión- personal-  sobre el objeto de consulta.

El primer delito imputado se titula «Difamación de las instituciones y organizaciones y de los héroes y mártires», y se encuentra regulado en el artículo 204 del Código Penal cubano de la siguiente manera: «El que públicamente difame, denigre o menosprecie a las instituciones de la República, a las organizaciones políticas, de masas o sociales del país, o a los héroes y mártires de la Patria, incurre en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas». Pertenece al grupo de delitos contra el orden público, y ese es el bien jurídico que busca proteger.

Este delito fue apreciado en continuidad. El carácter continuado es una institución jurídica destinada para una pluralidad de actos con homogeneidad jurídica. Según el artículo 11.1, donde se encuentra regulada: «Se considera un solo delito de carácter continuado las diversas acciones delictivas cometidas por un mismo agente que ataquen el mismo bien jurídico, guarden similitud en la ejecución y tengan una adecuada proximidad en el tiempo. En este caso, se aumenta el límite mínimo de la sanción imponible en una cuarta parte y el máximo en la mitad». La consecuencia de esta continuidad es que afecta el marco sancionador del delito originario. Si antes era de tres meses a un año, por considerarse en carácter continuado ahora sería de tres meses y 22 días a un año y medio.

Ahí hay un primer problema, pues la relatoría de los hechos declarados como probados reza: «comenzaron a derramar sangre de cerdo sobre cuantos bustos y pancartas de nuestro Héroe Nacional y demás próceres de la Revolución se encontraban en las vías públicas» [sic]. El verbo que rige la acción delictiva es «difamar». Por tanto, resulta una interpretación cuestionable que el mismo acto- verter sangre sobre el busto-  contra una misma representación escultórica en distintas locaciones derive en tantas difamaciones como bustos hubieran sido ensangrentados. Sería como alegar que en el coro, igualmente difamatorio, que dice «Cuando yo diga Díaz-Canel, ustedes dicen…», se concretan tres difamaciones contra el mandatario cubano, cuando una lógica elemental señalaría un único acto constituido por tres momentos, por la repetición/reafirmación del epíteto difamatorio.

Distinto sería si el acto se cometiera contra las representaciones de varios héroes, en cuyo caso pecó de omisa la narrativa judicial de los hechos probados al decir: «y demás próceres de la Revolución». La sentencia no puede interpretar para sí un detalle que afecta directamente a una institución como el delito continuado, y debió entonces referirse de manera expresa a esos próceres para que el destinatario de la sentencia- o su representante-  pudiese cuestionar la cualidad de héroe o de mártir que exige la norma. Si fuese un busto de Alicia Alonso o del Caballero de París, por citar un par de ejemplos, no se configuraría la cualidad exigida, y ello afectaría la presunta continuidad del delito. Por ello se demanda claridad en los hechos probados- por supuesto, asumimos que la relatoría anunciada por los medios de prensa se corresponde con lo estrictamente narrado en la sentencia.      

El siguiente delito imputado se nomina «Daños a los bienes del patrimonio cultural». Su letra dice: «El que intencionalmente destruya, deteriore o inutilice un bien declarado parte integrante del patrimonio cultural o un monumento nacional o local, incurre en sanción de privación de libertad de dos a cinco años o multa de trescientas a mil cuotas». En la propia narrativa de hechos probados, el tribunal refiere, hablando de los bustos profanados: «entre los cuales se encontraba el busto de José Martí situado en la editorial de la revista Bohemia, declarado patrimonio cultural de la nación cubana, conforme los requisitos establecidos en la Ley No. 1/77, “De protección al patrimonio cultural”». Este es el delito de mayor gravedad, punitivamente hablando, y fue el que posibilitó las altas sanciones aprobadas.

La concurrencia de este delito también resulta debatible. Los verbos en este caso son tres: «destruir», «deteriorar», o «inutilizar». El busto no fue ni destruido ni inutilizado, así que solo queda el deterioro. Según el diccionario enciclopédico Vox, deteriorar es: «hacer inferior (una cosa) en calidad o valor, echarla a perder o estropearla». Todo lo cual cobra sentido cuando regresamos al objeto de protección, un bien del patrimonio cultural. Incluso si los jueces interpretaran extensivamente el verbo deteriorar, como cualquier menoscabo al valor originario de la obra, no puede dejar de valorarse, en aras de escoger el debido castigo, la posibilidad de reestablecer la obra a su forma anterior. La sangre de cerdo encima de una obra escultórica, no supone un daño irreversible, y esto debería influir directamente en el castigo.    

Para comprender cómo de una sanción máxima de cinco años de privación de libertad se llega a 15 años, se necesita comprender las circunstancias modificativas de la sanción penal que narra la propia nota, distintas de las conocidas como agravantes de la sanción. Ambas instituciones fueron aplicadas en este caso.

La continuidad es una circunstancia modificativa, pues manda aumentar «el límite mínimo de la sanción imponible en una cuarta parte y el máximo en la mitad». Pero la continuidad fue apreciada en la primer, no en la segunda figura delictiva. Asimismo, el artículo 54.2: «de concurrir varias circunstancias agravantes o por manifestarse alguna de ellas de modo muy intenso, el tribunal puede aumentar hasta la mitad el límite máximo de la sanción prevista para el delito»; el 54.4: «El tribunal, en los casos de delitos intencionales, aumentará hasta el doble los límites mínimos y máximos de la sanción prevista para el delito cometido, si al ejecutar el hecho el autor se halla extinguiendo una sanción o medida de seguridad o sujeto a una medida cautelar de prisión provisional o evadido de un establecimiento penitenciario o durante el período de prueba correspondiente a su remisión condicional»; el 55.2.3 ch): «si con anterioridad ha sido sancionado por dos o más delitos de especie distinta del que se juzga, dentro de la escala resultante después de haber aumentado en un tercio sus límites mínimo y máximo». Todas estas circunstancias actúan sobre el marco sancionador, lo modifican. Para mejor representación de lo expuesto, baste alegar que luego de aplicar aquellas modificaciones, en el caso del acusado Panter Rodríguez Baró, en vez de dos a cinco años, el nuevo marco queda fijado de cinco años y cuatro meses a 20 años de prisión; en el caso de Yoel Prieto Tamayo, el nuevo marco sancionador se fija entre diez meses y seis años- toda vez que muchas de las circunstancias antes mencionadas no se aprecian en el caso del segundo acusado, y en consecuencia su marco no resultó tan modificado.  

Por otro lado, los agravantes se encuentran regulados en el artículo 53 del Código Penal cubano, y también son elementos a tener en cuenta al momento de escoger la sanción concreta. No afectan el marco sancionador originario, sino que recomiendan al juez buscar el límite máximo de la sanción posible, o al menos no imponer el mínimo.

En este caso fueron apreciados, según la narrativa aportada por los medios de prensa oficiales, los agravantes citados en los incisos b) «cometer el hecho por lucro o por otros móviles viles, o por motivos fútiles», h) «cometer el hecho de noche, o en despoblado, o en sitio de escaso tránsito u oscuro, escogidas estas circunstancias de propósito o aprovechándose de ellas»; ll) «cometer el delito bajo los efectos de la ingestión, absorción o inyección de drogas tóxicas o sustancias alucinógenas, hipnóticas, estupefacientes u otras de efectos similares y siempre que en tal situación se haya colocado voluntariamente el agente con el propósito de delinquir o que sea toxicómano habitual». Sin embargo, si como señalamos antes ya fue apreciado el artículo 54.2 («de concurrir varias circunstancias agravantes»), no se puede volver a penalizar a los acusados en virtud de los incisos citados, por un viejo principio del derecho penal que reza non bis in ídem- no dos veces por lo mismo- . O sea, una vez imputado el 54.2 por la concurrencia de esos agravantes, su valor penalizador no puede invocarse nuevamente para entonces escoger una sanción que busque el límite máximo- tal como fue el caso. Ninguna de dichas circunstancias aconteció con particular intensidad, así que solo cabía la posibilidad de la multiplicidad de agravantes (54.2).

Por estos motivos, entiendo excesivas las sanciones aplicadas, y abiertamente politizadas. El acto sancionado, verter sangre de cerdo sobre bustos de José Martí, me parece harto reprochable. Empero, no por ello el juez ha de desvirtuar el objeto de protección de la norma, que es el costo cultural que supone el deterioro intencionado de un bien declarado patrimonio- amén de las pasiones que despierte el acto.

Existe una institución, denominada «arbitrio judicial», que protege la decisión de los jueces en base a esa sana crítica que de ellos se demanda, siempre que actúen legítima y fundadamente. La sanción aplicada, en base a la interpretación del derecho que hiciese el foro, es legal, aunque no la comparto. Y tampoco hay razones para dudar que «el proceso contó con el cumplimiento de las garantías procesales establecidas y el respeto al debido proceso consagrado en la Constitución de la República», como subrayó Serrano en el noticiero nacional de televisión. Sin embargo, el reconocido jurista paraguayo Manuel Riera refería que «la verdadera garantía del proceso a la hora de impartir justicia en sus sentencias reposa en su legalidad, pero no en una legalidad cerrada, granítica, meramente teórica. Ni siquiera una legalidad disfrazada en la lógica de un falso silogismo».

Imponer tales sanciones que se acercan muchísimo a un límite máximo, exacerbadas por las circunstancias que modifican el marco penal originario, no responde a la gravedad de los hechos en relación con sus respectivas figuras delictivas. Esta consideración es, por supuesto, independiente de que estos hechos duelan a quien se considere martiano. Para que se aprecie la desproporción mediante un paralelismo histórico: 15 años fue la sanción fijada contra Fidel Castro Ruz por el asalto (incluida su organización) al Cuartel Moncada.

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jueves, 11 de febrero de 2021

Lucrar con el hambre en Cuba.

Por Iván García.

Es un pacto no escrito. Las autoridades te dejan ‘luchar’ (robar) mientras las empresas gastronómicas cumplan su plan de venta y participen en las actividades socio-políticas organizadas por el gobierno o el partido comunista.

Llamémosle Abel. Ocupó un cargo en una cadena denominada Restaurantes de Lujo. Antes de entrar en detalles, veamos cómo funciona un esquema mafioso en Comercio Interior, probablemente una de las instituciones más corruptas en un país donde robar se ha convertido en un estilo de vida. Situémonos en La Habana, la provincia con mayor cantidad de habitantes en Cuba, poco más de dos millones y medio.

La capital tiene quince municipios. En cada municipio existe una dirección de Comercio Interior, una oficina que atiende a las bodegas (donde venden las magra cuotas por la libreta de racionamiento) y una gastronomía municipal que administra cafeterías, restaurantes, bares y centros nocturnos. Además, existen empresas como Recreatur y Palmares que regentan discotecas, restaurantes y cafeterías de calibre en toda la ciudad. Con un esquema parecido funcionan otras instituciones que gestionan cadenas minoristas como Mercado Ideal y los agromercados estatales y particulares.

Cada institución cuenta con un director, almacenes, transporte y cuerpo de inspectores. Tipos con maletines baratos que más que fiscalizar el buen funcionamiento de un centro gastronómico, se dedican a cobrar comisiones a cambio de permitir el robo de los administradores de cada unidad.

Dicho esto, escuchemos a Abel. “Trabajé 35 años en el sector de la gastronomía. Siempre como ‘cuadro’ (dirigente), al frente de una unidad o como jefe de almacén. Lucrar no es complicado. Cada centro tiene un plan de venta a cumplir. Lo único que le importa a la empresa es que cada semana usted entregue la cantidad de dinero pactada al Estado, lo que nosotros llamamos ‘a Fidel’. Después de cumplir el plan de venta, «comenzaba el ‘invento’, un eufemismo que esconde la palabra robo. Semanalmente, cada administrador debía entregar un sobre con dinero al director de gastronomía del municipio. Según las ventas es la cantidad de dinero a entregar. Yo le daba cuatro mil pesos semanales. Un centro nocturno le daba una cantidad mayor. Y en la época que había dos monedas, entregaba dos sobres, uno con divisas y otro con pesos”. Abel intenta ser lo más didáctico posible:

“Si un municipio como Diez de Octubre tenía 200 unidades (cafeterías, restaurantes, bares, discotecas, pizzerías y comedores sociales), cada una entregaba un sobre semanal en dependencia de sus ventas. En una semana, un director municipal podía recibir de 200 mil a 500 mil pesos. Los que de municipios con mayor afluencia de público, como Centro Habana o Plaza, recibían más. Ese dinero no va todo para una sola billetera. Es como las películas sobre la mafia, donde un jefe de jefes controla todo el cartel y un grupo de padrinos dirigen diferentes secciones. En Cuba es parecido».

«El director municipal repartía ese dinero entre el jefe de los inspectores, el jefe de los almacenes y otros funcionarios. Aparte, enviaba un sobre bien abultado a los directivos provinciales de Comercio Interior, quienes a su vez remiten dinero a la entidad nacional. Cada uno de los engranajes funciona como un reloj suizo. A nadie le interesa la calidad ni el buen servicio. Esa ‘muela’ es para los noticieros. Lo que importa es el dinero reportado por los administradores. Los más listos, remodelan las unidades, se las suben de categoría, venden más caro, les entra mejores productos y ganan más dinero”.

“Nadie te pide que robe. Todo es puro lenguaje subliminal. Supongamos que usted es un tipo honesto y lo ponen a administrar una pizzería. Si no permite que sus trabajadores vendan las pizzas con bajo gramaje, roben queso y puré de tomate, te comienzan a hacer una huelga de brazos caídos. Si no cumples el plan de venta, los directivos del municipio te cierran la pila y no recibes ni queso, ni puré de tomate ni harina. No puedes hacer pizzas. Tienes que cerrar. Entonces te cambian por otro que se adapte al sistema. No es muy difícil conseguir personas que se adapten. Muchos directivos de gastronomía son individuos de baja calaña. Ganar dinero es lo primordial. Nuestro lema era: vengo a buscar dinero, no a hacer amigos».

«Existen diversas formas de robar. Desde comprar insumos por la izquierda y elaborar más productos hasta la ingeniería financiera, un mecanismo que en papeles deja constancia de que supuestamente vendiste un montón de cosas, aunque la unidad solo vendiera cigarros y ron. El salario en gastronomía era y sigue siendo de los más bajos del país, a pesar de la reforma monetaria. Como jefe de almacén ganaba 277 pesos mensuales, menos de 13 dólares. Mi salario lo donaba a las MTT (Milicias de Tropas Territoriales). Por debajo de la mesa, diariamente ganaba miles de pesos. Así fue como pude comprarme una buena casa, un auto y una moto. A mi madre le compré un apartamento y otro a mi hijo mayor. Y no era de los que más dinero ganaba. Hay administradores que amasaron millones de pesos”.

“La cadena de corrupción era amplia. Tenía amigos, oficiales del MININT, a quienes les regalaba piernas de cerdo, queso gouda y cajas de cerveza. A cambio me tiraban un cabo si el lío no era gordo. Pero cuando de las instancias nacionales te ‘mandan a matar’, nadie te mira. Yo me escaché porque comencé a tener problemas con el director del municipio. El tipo me hizo la vida imposible. Cuando te sacrifican y vas preso, si no echas pa’lante a nadie, ayudan a tu familia. Y cuando sales del tanque (cárcel) con el tiempo puedes volver a gastronomía. Es nuestra Ley de Omertá”, concluye Abel.

Otro ex directivo, en este caso de Acopio, dijo a Diario Las Américas que el esquema delincuencial también funciona en las instituciones que abastecen los agromercados. “La única diferencia es que los administradores de gastronomía convierten los productos en valor agregado: de una pierna de puerco elaboran quinientos panes con lechón. El negocio con los productos del agro es diferente. Todo da dinero, hasta la merma. Una manera de hacer plata es vender los productos de tercera categoría como de primera. Otro es el ‘cambiazo’. Por ejemplo, el frijol negro en el agro estatal está a 14 pesos la libra. Entonces cuadramos con un particular y le pasamos cientos de sacos y ellos lo venden a 40 pesos la libra y compartimos las ganancias. Lo mismo ocurre con la carne de cerdo y los ahumados. Lo destinado a los mercados estatales se vende por la oferta y demanda y se multiplican los beneficios por cuatro. Desde luego, tengo que ‘salvar’ (darle dinero) a un montón de gente, desde los inspectores municipales hasta los directivos. Estos a su vez hacen igual con los funcionarios del siguiente escalón. Es una cadena. Hasta que el sobre llega al que más mea”.

Los dos ex directivos coinciden que nunca pueden decir no al partido, ya sea municipal, provincial o nacional, cuando les piden suministros para determinados eventos. “Tenemos que dar el paso al frente. La mayoría de los cuadros de gastronomía y comercio interior son miembros del partido comunista. Con esos eventos no te buscas un centavo. Durante un tiempo debía garantizar la comida de los participantes en actos de repudio a las Damas de Blanco, cuando la sede estaba en la calle Neptuno. También el día que hay elecciones debemos suministrar merienda, almuerzo y comida a los ‘factores’ (dirigentes) y al personal en los colegios. Si cumples con el gobierno, el gobierno se hace el de la vista gorda”, comenta Abel.

Es precisamente ese inmenso aparato burocrático el que se opone a cambios reales. “Muchos administradores estatales no quieren que se privatice la gastronomía porque con los insumos y alimentos que les entrega el Estado, pueden ganar dinero sin invertir ni un centavo de su bolsillo. Casi todos están en contra de las cooperativas gastronómicas y que a los emprendedores privados les entreguen cafeterías, restaurantes y bares”, asegura Abel.

Es mejor ganar dinero lucrando con el hambre de los cubanos.

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