sábado, 31 de octubre de 2009

Por qué no se debe levantar el embargo (vi).

Por Huber Matos Araluce.

Si alguna duda hubiera sobre el rechazo de Fidel Castro para hacer cambios en Cuba, qué mejor prueba que los tres años que han pasado desde el 2006, cuando por razones de salud tuvo que apartarse del mando y, como un verdadero monarca, lo delegó temporalmente en su  hermano.

Raúl Castro creyó realmente que había heredado el poder. Hizo críticas sobre la realidad cubana,  e invitó a la población a expresarse.

Incluso tomaron relevancia los consejos de algunos economistas de la nomenklatura castrista sobre la necesidad de hacer cambios estructurales.

Se generaron expectativas entre los cubanos. Las agencias noticiosas internacionales, siempre prestas a dar crédito al castrismo, pronosticaron el triunfo del pragmatismo sobre el dogmatismo.

A golpe de editoriales, artículos y notas periodísticas en la prensa internacional, la era de Raúl Castro había comenzado.

Pasó el tiempo y las reformas esperadas se esfumaron.

Tres años se perdieron en medio de una seria crisis económica y política, agravada por la inacción, los huracanes y, luego, acentuada por la recesión mundial.

¿Qué sucedía?  El enigma se empezó a descifrar cuando se supo que el viejo dictador había superado la gravedad, y desde su convalecencia frenaba los cambios.

La verdad salió a la superficie.

En abril del 2009 Raúl Castro, respondiendo a una iniciativa de Obama, dijo le había enviado al gobierno norteamericano el mensaje de que estaba dispuesto a conversar de todo con Washington.

Fidel Castro, desde su reclusión, reaccionó “aclarando” lo que había querido decir su hermano Raúl e indicando que el sistema político de Cuba no era negociable.

La  oferta de Raúl Castro a Obama no necesitaba ninguna clarificación: había sido simple y concreta: Raúl Castro, el presidente designado, estaba dispuesto a conversar de todo con Barak Obama: “derechos humanos, libertad de prensa y presos políticos”.

En una oferta así está implícita la disposición de  negociar.

No se puede entender en todo su alcance la descalificación de Fidel Castroa la propuesta de su hermano a Obama si no se tiene en cuenta la crisis por la que atravesaba Cuba.

Deficiencias graves en el sistema de salud, crisis en el sector de la vivienda, el transporte, y los suministros alimentarios, sumadas a una infraestructura obsoleta y deteriorada, la corrupción y los privilegios.

Problemas que no tienen nada que ver con el embargo estadounidense, sino con la ineficiencia de la economía cubana y un sistema político que la población rechaza.

Tampoco es comprensible la conducta de Fidel Castro si no se relaciona con la de otros dictadores, como Mao Tse-Tung o Adolfo Hitler, por ejemplo: individuos obsesionados por su rol histórico, su influencia mundial y su poder total. Personalidades patológicas, que usaron las ideas y los pueblos que pretendieron defender como simples instrumentos en su afán de gloria personal.

Bajo ninguna fórmula Fidel Castro se quedaría sin el enemigo yanqui. Tener enemigos es parte intrínseca de la ecuación totalitaria; sin enemigos no hay guerras, y sin estas no hay gloria.

El enemigo justifica el monopolio del poder y también sus excesos. Aún al borde de su tumba, Fidel Castro tiene que culpar  a los Estados Unidos de la gran catástrofe que es Cuba; cualquiera es culpable menos él mismo, el verdadero responsable.

Los dictadores son especialistas en inventar enemigos.

Aun si se levantara el embargo, Castro no daría tregua al imperialismo yanqui, ni al capitalismo explotador.

Tampoco dejaría de perseguir a la oposición democrática, contra la que usa los más insultantes peyorativos.

Fidel Castro, siempre en busca de acentuar la maldad de los Estados Unidos, ha lanzado una campaña temática para convertir en héroes a cinco cubanos condenados como espías en los Estados Unidos. Ignora, a la vez, a los miembros de esa Red Avispa que cooperaron con el gobierno de EEUU a cambio de reducir sus sentencias.

Negociar el levantamiento del embargo con Fidel Castro ha sido imposible, porque solo estaba dispuesto a negociar la rendición incondicional de los Estados Unidos a todas sus exigencias y condiciones. En la dialéctica totalitaria, el contrario no es un opositor político al que se le gana espacio, sino un enemigo. Y los enemigos se combaten para destruirlos. Así de sencillo.

Raúl Castro y sus acólitos han heredado un poder en decadencia.

Además, ante el pueblo, ellos han sido cómplices de los abusos y el fracaso. Como la dictadura depende de Hugo Chávez y del petróleo venezolano, los herederos del poder se preguntaran con frecuencia: ¿Cuánto durará Chávez? ¿Se repetirá otro colapso como el de URSS?

Raúl Castro y sus socios no son demócratas, ni les interesa la democracia. Son millonarios, y están viejos, pero firmemente aferrados a los restos del naufragio. Dicen que están dispuestos a hablar de todo con Obama.

El deterioro de la vida de la población precedió por muchos años a la enfermedad de Castro y su decadencia mental.

Hace tiempo el pueblo sabe que no puede vestirse, curarse o alimentarse con promesas incumplidas.

Cada vez más, los cubanos comprenden que el embargo no es la razón de sus desgracias.

El pueblo responsabiliza a Fidel Castro con el fracaso, lo sabe y lo sufre.

Los cubanos están al tanto de que Raúl Castro es alcohólico y de que no lo respetan ni en las altas instancias del régimen.

Carlos Lage (ex vicepresidente) y Felipe Pérez Roque (ex ministro de relaciones exteriores) fueron removidos de sus cargos hace unos meses por burlarse de la incompetencia de los Castro.

El pueblo cubano no es ajeno a los privilegios con que viven las familias de Fidel y Raúl Castro y los principales generales.

El hermano heredero y sus asociados viven con temor de que el colapso de la URSS pueda repetirse en Venezuela.

Según “The Economist”, Cuba está en la quiebra, a pesar de los miles de millones de dólares de subsidio venezolano.

Sin Chávez la economía colapsaría, y el pueblo podría salir a las calles a exigir ropa, transporte, vivienda, medicina y alimentos.

Una vez en la calle, los más decididos pueden toman el control de las cosas. Si la dictadura saca a la policía política vestida de civil a dar golpes – con varillas de construcción (cabillas) dentro de periódicos - o manda los tanques, el desenlace es imprevisible.

Como en Cuba no hay raulistas, sino un grupo en el poder, atemorizado y sin capacidad para resolver la crisis, la oferta pública de Raúl Castro, de hablar de todo con Obama, no se puede tomar a la ligera. Después de medio siglo de “triunfo socialista” y lucha contra la democracia (a la que llamaban pluriporquería), han llegado a la conclusión de que tienen que tomar otra vereda, otro camino, u otro atajo.

Conscientes de la magnitud de los problemas, los castristas pueden intentar hacer cambios para quedarse en el poder, mimetizando el sistema con eso que ha definido el politólogo Fernando Mires como una “hibridrocracia”.

Algo más complejo y peligroso que una dictadura con disfraz de democracia. O tal vez los herederos intenten quedarse en el poder, pero si la situación se complica, quieran parecer desde ahora dando pasos hacia una transición democrática de la que reclamarían autoría.

Cuando vamos  a comenzar una negociación cualquiera, preguntémonos:

¿Se nos ocurriría, como primer paso, cederle incondicionalmente a la otra parte lo que quiere?

Si así lo hiciéramos, seríamos incautos. Lo indicado y lo usual es plantear lo que queremos y de ahí en adelante negociar, asegurándonos de no ceder en lo fundamental.

La negociación entre la administración de Barak Obama y la dictadura castrista ha comenzado, aunque las partes lo oculten y lo nieguen.

Y no es una negociación en la que participa el pueblo cubano.

¿Qué querrán Raúl Castro y sus socios, qué querrá Washington?

¿Lo mejor para el pueblo cubano? Lo dudo, de ambas partes.
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Por qué no se debe levantar el embargo (v).

Por Huber Matos Araluce.

Quienes afirmaron que el embargo era un fracaso porque no había logrado el colapso del castrismo inventaron una falacia, porque nadie nunca creyó que el embargo sería la vía para acabar con la dictadura castrista.

Algunos países obtuvieron buenas ganancias pretendiendo que iban a mejorar la situación de las libertades en la isla con amistad y comercio, pero se quedaron en cero en el campo de los derechos humanos en Cuba.

Otro argumento es que sin el embargo estadounidense ya se habrían logrado cambios importantes en Cuba. Es decir, que si los Estados Unidos hubieran practicado similar política de amistad y negocios con el castrismo, este se habría transformado en una democracia. Otra falacia.

Esta afirmación pasa por alto “la naturaleza de las dictaduras totalitarias y los dictadores.” Recordemos la respuesta de Fidel Castro, dos meses después del triunfo de la revolución, cuando mi padre le recordó su promesa pública de repartir las ganancias de las empresas entre los trabajadores:

“No se puede, Huber. Si posibilitamos que los trabajadores tengan independencia económica, eso conducirá en los hechos a la independencia política.”

Así que, desde el principio, mucho antes de haberse declarado marxista-leninista, Castro le confesaba en privado a uno de sus comandantes que estaba decidido a que los trabajadores cubanos no tuvieran independencia política. Ningún dinero, ninguna independencia; algún dinero, alguna independencia. Mucho dinero, un peligro grave para El Comandante en Jefe.

Quienes conocen a Fidel Castro saben de su obsesión contra cualquiera que pueda acumular dinero. Siempre que el régimen ha dado libertad a los campesinos para producir y vender, en las próximas cosechas aparece la comida. Los agricultores ganan más, aparecen los intermediarios y hasta “pequeños burgueses”. Entonces, en un ataque de rabia o de miedo, el dictador los condena públicamente, ordena persecución, arrestos y confiscaciones, y de regreso el pueblo a pasar hambre y necesidades.

En su defensa, algunos apologistas del castrismo han señalado la lealtad de Fidel al “voluntarismo”, del que Che Guevara quiso ser el ideólogo. El hombre nuevo de la revolución debía motivarse por altruismo, no por egoísmo, es decir, por dinero.

El concepto del hombre nuevo asume que las personas son capaces de superar el egoísmo y tener como meta principal el bien de los demás. En el extremo opuesto están aquellos que creen que el hombre es espiritualmente incapaz de superar sus peores cualidades. ¿Dónde está Fidel Castro?

Si el compañero Fidel creía a los obreros cubanos incapaces de manejar su independencia política, es decir, su libertad para elegir el tipo de sociedad en que querían vivir, no tenía entonces fe en que los trabajadores pudieran razonar y decidir aquello que era bueno para el individuo y lo es, también, para la comunidad.

Castro, por lo tanto, no compartía la concepción marxista de la naturaleza humana. No podía creer en el ideal marxista-leninista de alcanzar el comunismo, etapa final del socialismo, en el que el hombre habría podido construir una relación social de tal bondad que hacia innecesario el Estado.

Fidel Castro está más cerca de Maquiavelo en cuanto a la supremacía de las bajas pasiones en las personas. Pero aun Maquiavelo es más optimista que él respecto a las personas. Castro realmente se ubica en la corriente filosófica que considera que la humanidad es naturalmente egoísta y perversa, por lo que es necesario que el Estado tenga a la gente bajo control, para protegerlos de ellos mismos.

¿Pero qué tiene que ver esa filosofía con el embargo?

Mucho.

Es absurdo pensar que un individuo con tanto poder, y tan convencido de la maldad humana como Castro, hubiera estado dispuesto a permitir que los cubanos siquiera se acercaran a un mínimo de democracia.

Por el contrario, durante medio siglo ha hecho todo lo posible por asegurarse lo inverso. Por esta razón, cuando ha tenido que abrirse al capitalismo para sobrevivir, se ha cuidado de dejar por fuera a  los cubanos, convirtiendo al estado castrista en socio de la inversión extranjera.  Hasta el punto de que los empleados cubanos de esas empresas reciben una fracción de los sueldos, pasando la mayor parte a manos del gobierno.

El Estado (que era y sería siempre Fidel Castro) controlaría en Cuba toda la actividad política, económica, cultural y social. En teoría, los obreros recibirían casa, comida, ropa, educación, transporte y salud a cambio de su obediencia. De la cuna a la tumba, obediencia exclusiva a Fidel Castro.

¿Por qué alarmarse entonces si ganan 17 dólares al mes? Por esta razón – filosófico-política - fracasaron quienes han sido sus aliados comerciales en lograr flexibilizar un régimen donde manda quien se cree un “superhombre” sobre todos los demás débiles pecadores.  Él ha salvado a los cubanos del error de la independencia política.

Durante medio siglo de absoluto poder en Cuba, Fidel Castro ha demostrado ser un consumado actor de teatro, amable con los visitantes extranjeros, pero despótico con sus subordinados. En su capacidad de mentir y simular ejemplifica con creces los consejos de Maquiavelo a los príncipes italianos.

Si hubiese que comparar su carácter con alguno de los dictadores que lo antecedieron, Hitler podría ser su hermano gemelo. Ambos buenos oradores y oportunistas, tan pagados de sí mismos que el narcisismo los llevó a cometer grandes errores. Inflexibles en sus propósitos, llenos de odio y amantes de la guerra. De haber tenido bombas atómicas, Hitler no hubiera  dudado un instante en usarlas; su locura llevó a Alemania al desastre.

El 22 de setiembre de 2009 el periódico The New York Times  reveló que el General soviético Adrian A. Danilevich, en un estudio para el Pentágono, “Soviet Intentions 1965-1985”, había informado que, en los 80, Castro quería que la URSS lanzara bombas nucleares contra los Estados Unidos. El alto mando soviético tuvo que disuadirlo activamente, explicándole que la contaminación perjudicaría a Cuba.

Hitler se aprovechó de las circunstancias de una frágil y humillada Alemania para tomar el poder democráticamente e imponer una dictadura brutal. Aunque los seis millones de judíos le hubieran jurado lealtad al nazismo no se habrían salvado de las cámaras de gases. Tampoco los países europeos habrían evitado la invasión, aunque le hubieran reconocido al “Führer” la superioridad de la “raza aria”. Hitler no andaba en busca de aduladores, sino de conquistas y esclavos.

Durante la lucha contra Batista Fidel Castro prometió al pueblo apoyar la democracia representativa; una vez firme en el poder, confesó que siempre había sido comunista, pero que de haberlo admitido antes todavía estaría peleando en la Sierra Maestra.

Fidel Castro necesitaba muchos enemigos. Por eso convirtió a los demócratas cubanos en contrarrevolucionarios. Fusiló a miles, mando a prisión a cientos de miles, y casi dos millones han huido al exilio. Hasta el día de hoy, quienes se le oponen son acusados indistintamente de agentes de la CIA, gusanos o traidores.

El argumento de que sin el embargo Fidel Castro no habría tenido excusa con la cual justificar la represión, pasa por alto que a los dictadores siempre les sobran excusas para reprimir a sus enemigos.

En pocos años Cuba perdió gran parte de la masa de población con talento creativo y formación profesional, que había hecho del país una nación en vías de desarrollo. La fama del ballet cubano, la música, la educación y la medicina  precedieron al castrismo.

En 1958 Cuba tenía 160 estaciones de radio, y era el país con más radiorreceptores en Latinoamérica; 23 estaciones de televisión y 600 salas de cine. Con 38,384 fábricas de todos los tamaños, y 161 centrales azucareros, 75% de los cuales eran propiedad de cubanos, el parque industrial de la isla era respetable. (1)

Fidel Castro le declaró la guerra al “imperialismo” después de que los soviéticos le aseguraron que tendría todo el apoyo económico, político y militar que necesitara.

Provocó el embargo estadounidense confiscando todas las empresas y propiedades norteamericanas sin pagar o prometer compensación.

Como Nasser en Egipto, Castro pudo haber tomado una posición independiente, dejando las puertas del mercado de Estados Unidos abiertas, pero para sus proyectos mundiales necesitaba a los Estados Unidos como enemigo, y a la URSS como socio y aliado.

Creyó que el mercado soviético sería un buen sustituto permanente.  En ambas cosas se equivocó. No se dio cuenta de que ya en aquellos tiempos la Unión Soviética daba señas de agotamiento sistémico.

Fidel Castro derrochó recursos en aventuras subversivas en Latinoamérica, y envió ejércitos cubanos a guerras africanas. Como un dios, se propuso hacer el “hombre nuevo” de la revolución: el ciudadano altruista sin independencia política.

Lo que logró fue que la nueva generación de cubanos se niega a trabajar. Negros, blancos y mulatos sueñan con huir de su país a cualquier parte.

La mayoría de los comandantes, coroneles, profesores, economistas, sociólogos, banqueros, abogados etc., que al conocer la mentalidad de Castro se fueron apartando del proceso, piensan que mientras él esté en el poder, o pueda influir, no habrá un cambio democrático en Cuba, ni aunque los americanos se le arrodillaran.

No hay razón para dudar de que sin el embargo estadounidense Castro actuaría como lo hace su hijo político Hugo Chávez. Estados Unidos es el socio comercial más importante de Venezuela, pero para Chávez es su peor enemigo.  Acusa a un presidente (Bush) de ser el mismísimo diablo, y al siguiente (Obama) de ser un hipócrita. Considera al capitalismo el responsable de los males del mundo, el sistema a destruir para en su lugar construir el nuevo socialismo.
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Por qué no se debe levantar el embargo (iv).

Por Huber Matos Araluce.

Alegar que en Cuba un cambio es posible con una política amistosa es esgrimir un frágil argumento. Es asumir que siempre que a un matón se le tienda la mano terminará siendo amigo o comportándose civilizadamente. Es desconocer la naturaleza de las dictaduras y de los dictadores.

Para justificar la proposición anti-embargo, políticos y periodistas recurrieron a la falacia de que el embargo había fracasado  porque no había  logrado el colapso de la dictadura. El argumento sigue siendo popular, a pesar del fracaso de la política de amistad y comercio con Castro.

Si alguna vez alguien afirmó que el embargo haría colapsar una dictadura que contaba con el apoyo masivo de la URSS fue un iluso, no un vocero de la oposición democrática cubana.  Semejante tontería ha servido a los anti-embargo para etiquetar de ignorantes e intransigentes a todos los que piensan que el levantamiento del embargo hay que negociarlo. 

El exilio cubano no creyó que por el hecho del embargo, Japón iba a dejar de venderle autobuses, camiones, autos y todo lo demás que Castro quisiera comprar. Si no pagaba Fidel Castro, pagaban los soviéticos. Ni que Inglaterra, España, Francia, Italia, México o Argentina desistirían de suplirle al castrismo productos industriales, servicios, medicinas y alimentos. Nadie pensó que por el embargo millones de turistas de los países socios de Castro dejarían de viajar a Cuba, a disfrutar a granel de música y  playa, ron, revolución y prostitución.

Los cubanos exilados no eran ni son tontos: simplemente, rechazaron la idea de que Estados Unidos fortaleciera al castrismo como hacía la URSS, e inexplicablemente, también, las democracias occidentales.

¿Por qué tenía el exilio que aceptar  que el gobierno que le cobraba los impuestos y le pedía sus votos (Washington) apoyara con su comercio un régimen represor del pueblo en la isla?

¿Por qué los Estados Unidos iban a aumentar los ingresos de una dictadura que armaba a grupos subversivos en Latinoamericana, y obligaba a miles de jóvenes cubanos a combatir en guerras africanas?

Todo eso y mucho más, mientras conducía a la ruina a la economía cubana.

Ante el desplome de la URSS no se aseguró en el exilio que el embargo equivalía al fin de la dictadura. Creíamos que simplemente había comenzado el desenlace terminal del comunismo en Cuba. Se quedaba sin subvención el parásito del castrismo; perdía su mercado principal y, muy importante, no podría reclamar legitimidad ideológica ni entre los cubanos ni en el mundo.

¿Y qué se pensó del embargo y de lo que había que hacer? Se pensó, y se pensó bien. El intelectual José Antonio Font en un visionario análisis: “Una Estrategia: la organización y empoderamiento de un movimiento democrático en Cuba y la importancia del embargo estadounidense” anticipó en 15 años lo que hoy está pasando en Cuba, recomendó la agenda para la oposición democrática y la importancia de mantener el embargo.

En junio de 1995 el dirigente exilado presentó su análisis y recomendaciones en la “Primera reunión para promover una transición democrática en Cuba” donde planteó: “El embargo estadounidense no puede considerarse una estrategia que por sí misma pueda traer una transición democrática en Cuba… Sostener la discusión del asunto cubano al nivel del embargo no responde a cómo mejor desarrollar la democracia en Cuba.”

En su exposición, Font planteó la importancia de apoyar el desarrollo de la oposición democrática en Cuba por un periodo de cinco a quince años, tiempo en que él estimaba se darían las condiciones propicias para una transición democrática. En esas circunstancias futuras, la oposición, ya organizada y madura, sería el factor determinante en el cambio.

Para Font, el  embargo era simplemente un instrumento para evitar que la dictadura, que ya había perdido el subsidio soviético, pudiera fortalecerse con ingresos, entre otros, del turismo estadounidense.

Font señalaba que el régimen continuaría debilitándose gradualmente. Además indicaba que Fidel Castro, en ese momento con casi 69 años, estaría para entonces muy cerca de su ocaso. Al depender el sistema de su muy personal y absoluto control, la suma de crisis económica y de liderazgo haría un cambio viable.

Font hizo dos críticas de importancia:
  1. Quienes se oponen al embargo - y citaba a una serie de personalidades de la intelectualidad estadounidense - no mencionan en ninguna instancia la necesidad de un plan para fortalecer a las fuerzas democráticas en Cuba; presumen que el levantamiento del embargo por sí solo conduciría a la democracia.
  2. Que el otorgamiento de 20,000 visas anuales por parte de los Estados Unidos debilitaba a la oposición interna y favorecía a la dictadura.
José Antonino Font no podía haber sido más certero. Como él lo predijo, y a pesar de que Hugo Chávez sustituyó a la URSS con un subsidio anual, la economía cubana continúo su declive por las razones que ya señalamos, y por otras que oportunamente comentaremos. También la salud de Castro se fue deteriorando con el paso del tiempo; algunos rasgos de senilidad empezaron a aparecer mucho antes de su gravedad a mediados de 2006.

Las recomendaciones de Font no se llevaron a la práctica. Las fuerzas democráticas dentro de Cuba han recibido un débil respaldo por parte del gobierno norteamericano. Podría considerarse el proyecto de Radio Martí como parte de ese apoyo, que ha sobrevivido con limitaciones, por las cuales no pudo ser el factor catalizador de la oposición en Cuba. Una discutible decisión del gobierno en Washington.

Una organización exilada con mucha credibilidad dentro de la isla, cuyo enfoque iba en la misma dirección que lo planteado por Font, “Cuba Independiente y Democrática” (CID), fue golpeada y marginada por el gobierno norteamericano.

Si la falta de apoyo al desarrollo de la oposición interna fue resultado de un acuerdo entre Washington y Castro, o falta de voluntad, o de visión, es material de debate para otra ocasión. El hecho es que, por disposiciones legales, la mayor parte de los recursos del gobierno estadounidense, destinados a “democratizar” a Cuba, no pueden ser enviados a la oposición en la Isla.

Los disidentes en Cuba han tenido que enfrentar la  represión permanente del régimen, la relación amistosa de las democracias occidentales con la dictadura, y una ayuda exterior muy limitada. Además la oposición en Cuba ha tenido la gran limitación de no contar con un medio de comunicación independiente – radio, periódico o televisión.

Como señaló Font, la posición anti-embargo ha insistido en centrar el tema del desarrollo de la democracia en Cuba en torno al levantamiento unilateral del embargo, desconociendo la importancia del apoyo a la oposición democrática.

Un levantamiento del embargo sin condiciones que induzcan una transición hacia la democracia, habría alimentado la dictadura en lugar de facilitar el cambio… ¿Por qué?
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viernes, 30 de octubre de 2009

Por qué no se debe levantar el embargo (iii).

Por Huber Matos Araluce.

Antes de continuar el análisis sobre el tema del embargo es conveniente resumir algunas de las conclusiones que hemos alcanzado:
  1. El embargo es un asunto entre cubanos. No es un instrumento político impuesto por Washington contra Cuba, como comúnmente piensan quienes no conocen la dinámica entre el exilio y la política estadounidense. Los cubanos exilados han logrado que el embargo se convierta en parte integral de la política de Washington hacia la dictadura de Fidel Castro.
  2. La decadencia de la economía en Cuba no es producto del embargo.  En Cuba, igual que en los países que formaron la URSS, la centralización de la economía condujo a la ineficiencia y la corrupción. En el caso cubano estas circunstancias se agravaron por el medio siglo de decisiones erráticas y arbitrarias  de Fidel Castro.
  3. Durante tres décadas (1960-90) se presentó una imagen de logros en Cuba que no eran otra cosa que el resultado de la subvención a la economía castrista por parte de la URSS, con el astronómico equivalente a 64,500 millones de dólares. Esos “logros” fueron explotados publicitariamente por el régimen, y difundidos  por los medios de comunicación occidentales sin cuestionamientos.
  4. El castrismo ha hecho negocios financieros con todas las potencias industriales del mundo (excluyendo a USA). Por haber excedido su capacidad de pago, y ante una declinante economía, se vio obligado a declarar una moratoria sobre sus deudas, aún cuando todavía recibía el subsidio soviético en 1986.
  5. Antes del colapso de la URSS el régimen tenía recursos y mercados donde comprar medicinas y equipos médicos, tal y como el mismo Fidel Castro demostró, vanagloriándose del equipo médico avanzado que compraba a empresas europeas y japonesas. A partir del año 2000 algunas modificaciones al embargo permitieron la exportación de alimentos, equipo médico y medicinas de Estados Unidos a Cuba. Estados Unidos está hoy entre los principales proveedores del gobierno castrista.
  6. Castro se enfrentó a Gorbachov y sus reformas, pero al desaparecer la URSS, en lugar de hacer cambios estructurales en la isla, lo que hizo fue asociarse con  grandes empresas capitalistas, principalmente españolas, en el campo del turismo, y canadienses en la minería.  El fin del mundo comunista dio la oportunidad a países como España y Canadá para hacer inversiones en la isla y controlar industrias estratégicas en Cuba.
  7. Al llegar a la presidencia de Venezuela, Hugo Chávez se convirtió en el sustituto de ayuda exterior para el castrismo, tomando el papel de soporte que había tenido la URSS durante tres décadas, y evitando con miles de millones de dólares de subvención el colapso de la economía de la isla.
En consecuencia, mientras no se acepte el fracaso de la economía castrista como resultado de la estatización y centralización de toda la actividad económica en Cuba, sumados a los grandes errores en la conducción de Cuba por parte de Fidel Castro, el debate sobre el embargo y sobre Cuba estará viciado de subjetividad.

El embargo es el punto focal hacia el cual el castrismo ha tratado de dirigir toda la atención en su conflicto con los Estados Unidos. Fidel Castro ha necesitado siempre un enemigo contra quien combatir y un responsable a quien achacar sus propios fracasos.

De esto se desprende el argumento de que si el embargo se levantara unilateralmente el castrismo perdería su leitmotiv. No podría usar a los Estados Unidos como enemigo ni culpable. También se argumenta que el embargo ha fracasado porque no ha logrado el fin de la dictadura. Analizaremos estos argumentos.

Pero antes es oportuno explorar lo que han logrado en el terreno del respeto de los derechos humanos en Cuba las naciones que han practicado una política completamente contraria a la de Estados Unidos, es decir una política de amistad, cooperación y comercio con el gobierno cubano.

La política de amistad cooperación y comercio

Alemania, Francia, Italia, España, Inglaterra y muchas otras naciones han mantenido con la dictadura castrista una política de amistad, cooperación y comercio, al tiempo que claman por los derechos humanos y por la apertura política en Cuba. Si esas naciones hubieran logrado algún avance significativo en estos aspectos esa sería la política a seguir.

Lo interesante y útil de este caso es que no tenemos que jugar con escenarios virtuales sobre los resultados de la política de amistad y comercio o de su contraparte, el embargo.  Ambas estrategias y sus consecuencias están documentadas. Por tanto, no debería haber espacio para la subjetividad o la demagogia. Lamentablemente, ambas características dominan y deforman el debate con verdades a medias o mentiras totales.

Exploremos los antecedentes. Hay gobiernos que negocian con el castrismo por puro beneficio comercial, sin ningún interés por cómo viven o sobreviven los cubanos. Otros han usado esa relación comercial y política para demostrar su independencia de los Estados Unidos. Incluso, como es el caso de España, le ha servido para complacer a un sector apasionadamente anti-estadounidense de su electorado.

Pero ninguno de estos gobiernos puede alegar ignorancia sobre los horrores del comunismo. En 1951 Hannah  Arendt  publicó: “Los orígenes del totalitarismo”  y  C. J. Friedrich y  Z. Brzezinski: “La Dictadura Totalitaria y la Autocracia” en 1956.  “Un día en la vida de Iván Denisovich” de Alexander Solzhenitsin, se publicó en 1962, diez años antes que su obra maestra, el “Archipiélago de Gulag.”  Todas eran lecturas obligadas en las ciencias políticas de antes y después de los años sesenta.

En el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en 1956, Nikita Khrushchev, en un discurso de 26 mil palabras, denunció las torturas, los crímenes y la persecución política de la era de Stalin. Ese mismo año, la revolución del pueblo húngaro fue aplastada por tropas y tanques soviéticos, y los trabajadores polacos escenificaron una revuelta contra el comunismo.

Los gobiernos amigos de Castro siempre supieron que estaban tratando con un individuo al mando de un partido único que, en su afán  de alcanzar el comunismo vía la dictadura del proletariado, estaba dispuesto a justificar cualquier atrocidad. Sabían de los crímenes y atropellos que en nombre del comunismo se cometían en Cuba. Ignorantes no eran.

A pesar de su conocimiento de los hechos alegaron y alegan que el embargo norteamericano nada más perjudica al pueblo cubano y no conducía a cambios en la isla.  La política de ellos si funcionaría.

Por muchos años España sugirió cambios en Cuba: fracasó totalmente. Aunque dicen que continúan intentándolo por medio de algo que llaman “diálogo constructivo”, y que según su canciller, Miguel Ángel Moratinos, siguen  profundizando, deben estar ya muy cerca del centro de la Tierra. España ha hecho magníficos negocios en Cuba, pero la represión política se mantiene.

¿Qué han alcanzado los gobiernos amigos y socios del castrismo?

¿Han logrado avanzar el respeto a los derechos humano en Cuba?  NO

¿Se acabaron la vigilancia, la represión, la intolerancia, la prisión contra  periodistas y opositores pacíficos? NO

¿Hay medios de comunicación independientes en Cuba? NO

¿Hay partidos políticos independientes? NO

¿Pueden los cubanos entrar y salir libremente de Cuba? NO

¿Pueden escoger sus gobernantes? NO

Si la política contraria al embargo, después de  medio siglo de amistad y comercio con la dictadura, no puede demostrar progreso en el campo de los derechos humanos: ¿con qué credibilidad  puede alguien afirmar que el levantamiento unilateral del embargo tendrá resultados diferentes?

Por el contrario, lo que han hecho todos esos países es extenderle legitimidad a la dictadura. Esa estrategia es una forma velada, pero terriblemente efectiva, de asistirla en su represión contra el pueblo.

El régimen ha usado esas relaciones cordiales para demostrarle a los cubanos que sus atropellos no causan la más mínima solidaridad en las democracias occidentales. 

Algo parecido a lo que sucede cuando un ciudadano honorable le brinda su amistad a un estafador: gana el delincuente y pierde la sociedad.

Como los que condenan el embargo no pueden presentar a su haber ningún avance democrático en Cuba, responden con la argucia de decir que el embargo tampoco ha logrado nada, que ha perjudicado la imagen del exilio cubano, justificado los atropellos del castrismo, y que sin él la dictadura ya habría cambiado.

Tal vez estén equivocados.
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Por qué no se debe levantar el embargo (ii).

Por Huber Matos Araluce.

Descartada, por falsa, la afirmación de los supuestos efectos del embargo en la salud pública de los cubanos, pasemos a otro tema: ¿Habrá golpeado el embargo a Cuba tan seriamente que el desastre económico sea su consecuencia?

No. Esa es la opinión del presidente Jimmy Carter, quien en el 2002, en la Universidad de la Habana, dijo a los cubanos que las limitaciones del embargo “no son la causa de los problemas económicos de Cuba. Cuba tiene intercambio comercial con más de 100 naciones”.

Es cierto: excluyendo a Estados Unidos, el castrismo ha tenido relaciones comerciales con más de 100 naciones del mundo.  Ha recibido préstamos, donaciones y asistencia técnica de muchos países ricos. Les ha comprado todo lo que ha querido -desde fábricas completas hasta equipos médicos-  y les ha vendido lo que ha podido.

Según el economista Carmelo Mesa Lago, desde 1960 hasta el desplome de la URSS en 1991  el bloque comunista dio asistencia al gobierno cubano por 64,500 (sesenta y cuatro mil quinientos) millones de dólares. Castro recibió más de medio millón de dólares por cada kilómetro cuadrado de territorio cubano. Con un trato similar, Costa Rica se habría beneficiado con una subvención de más de 29.000 millones de dólares.

Con esos recursos Fidel Castro se dedicó a desmantelar la economía de mercado en Cuba para modelarla a la imagen de la de la URSS. Esa fue una decisión propia de Castro y su grupo, en la que los Estados Unidos no tuvieron nada que ver. El propio Castro lo ha aclarado: “la hostilidad de los Estados Unidos no determinó el proceso… porque nuestra revolución habría marchado inexorablemente hacia el socialismo…Nosotros nos considerábamos marxistas-leninistas, partíamos de los principios marxista-leninistas y nos proponíamos una revolución socialista.” Esto no equivalía a otra cosa que a imponer “la dictadura del proletariado”.

Mientras en la década de 1960 el abogado Fidel  Castro convertía la economía cubana en una copia de la soviética, otro abogado, Mijaíl Gorbachov, entonces responsable de la producción agrícola estatal en la región de Stravopol, tomaba cursos para graduarse de científico agrícola, mientras su esposa Raisa hacía un estudio sociológico que demostraba serias contradicciones entre la versión oficial soviética y la realidad del campesinado. Mientras Gorbachov ensayaba con cambios hacia la descentralización, Fidel Castro lo concentraba todo en sus manos.

Por tres décadas se construyeron escuelas, instalaciones deportivas, centros de enseñanza técnica, universidades y hospitales. Se modificó la ley de Reforma Agraria para dejar de favorecer a los pequeños campesinos y organizar inmensos conglomerados agrícolas estatales. En 1968 había en Cuba 26.800 tractores; dos años después la cantidad casi se había duplicado a 51.600 tractores.

Mientras duraron los $64.500 millones de dólares de asistencia del bloque comunista, dentro y fuera de Cuba millones de personas aplaudían los “logros” de la revolución en salud, educación, deportes y arte. No eran logros de la revolución, los pagaba la URSS. En realidad el país se había convertido en un insaciable parásito de recursos soviéticos, que lejos de asignarse y administrarse con disciplina, eran manejados caóticamente por el Comandante en Jefe y su camarilla.

A finales de los setenta, casi diez años después de iniciado el proceso de estatización y centralización, el famoso economista agrícola francés René Dumont, miembro del partido comunista de Francia y testigo presencial de lo que pasaba en Cuba, llegaba a la conclusión en su libro “Cuba ¿Es socialista?” de que el personalismo de Castro no podía ser considerado socialismo.

Cuba era gobernada por un faraón que un día decidía eliminar el azúcar como la principal industria exportadora del país, después reconocía el error y daba marcha atrás, para luego dar órdenes de desmantelarla completamente.  De ser el mayor exportador de azúcar del mundo en la era pre-castrista, Cuba terminó importándola para consumo nacional. En lugar de exportar etanol en cantidades industriales y suplir una parte sustancial de la energía eléctrica como subproducto de la conversión de la caña en azúcar, el país  importa petróleo para producir electricidad.

Año tras año la productividad de la economía cubana declinaba, mientras la URSS soportaba la carga con subsidios. En 1959 Cuba tenía casi tantos habitantes como cabezas de ganado; tres veces el per cápita mundial.  En 1974, quince años después, la producción per cápita de carne de res en Cuba era de 8 kilos, la de Honduras 16, la de Panamá 25 y la de Costa Rica 30

En el estudio “El Sector Agropecuario Cubano bajo el socialismo de Estado”, Manuel Sánchez Herrero y Arnaldo Ramos Lauzurique indican que: “la escasez de alimentos ha sido después de 1960 un componente básico del “sistema económico cubano.” Recientemente el ex comunista norteamericano David Horowits, ex asesor político de Bertrand Russel y ex director de la revista radical “Ramparts,”  un ícono editorial de la izquierda norteamericana, afirmó públicamente que  Castro era un “lunático que ha llevado a Cuba  la quiebra.”

Desde 1960 a 1990, los soviéticos realizaron una transferencia de riqueza a Cuba sin paralelo en el continente americano. Todo se invirtió en el mismo modelo que fracasó en la Unión Soviética: el sistema cuyos pobres resultados persuadieron a la nomenclatura comunista de que no había alternativa que la de iniciar cambios que conduciría a la desaparición de la URSS.

La era de Gorbachov había comenzado

Aquel humilde abogado de Stravopol, convertido entonces en el máximo dirigente de la URSS, no pudo convencer  a Fidel Castro de la necesidad de aprender de la historia. Por estas razones, el embargo estadounidense no fue, ni es, el responsable del desastre de la economía socialista en Cuba.

En la Unión Soviética, a mediados de la década de los ochenta, se comenzó un examen crítico del comunismo. La era de Gorbachov había comenzado. Eran los tiempos del Glasnost y la Perestroika.  Las revistas soviéticas se volvieron populares entre los jóvenes cubanos. Castro reaccionó negativamente.

El dictador cubano sobrestimó su importancia en el mundo comunista.  Se creyó indispensable e intocable. También subestimó las consecuencias de las propuestas del nuevo líder soviético.  Estúpidamente, se alineó contra Gorbachov.

La  URSS lo presionaba a una política de estímulos materiales en la economía, contraria a sus puntos de vista. Entonces Castro eliminó a Humberto Pérez, partidario de implementar las nuevas directrices soviéticas, de la Junta Central de Planificación.  Criticó  los nuevos enfoques y sustituyó al embajador cubano en Moscú, un comunista de Partido, por un incondicional personal.

Fidel Castro creyó que, independiente de los cambios que ocurrían en Moscú, la URSS mantendría el nivel de asistencia a su régimen.  Quizás fue informado de los planes para darle un golpe de estado a Gorbachov. Mientras tanto, se debilitaba el cordón umbilical que lo había alimentado por tres décadas.

En 1991, el golpe de estado contra Gorbachov fracasó. Castro se quedó sin sus amigos en Moscú: Vladimir Kryuchkov perdió la jefatura de la KGB; Oleg Shenin, miembro del Secretariado y del Politburó, terminó en prisión; el jefe del personal  del Estado Mayor, Mikhail Moiseyev, también fue remplazado. El primer ministro Valentin Pavlov fue purgado.

Fidel Castro había agotado la paciencia de los soviéticos, e innecesariamente se había ganado la antipatía de los reformadores. Boris Yeltsin proponía el fin de la ayuda a Cuba: era una carga pesada e inútil.

Ahora Castro dependería de los países occidentales con los que había comerciado: España, Francia, Alemania, Inglaterra, Japón y otros, los que le habían facilitado préstamos, asistencia técnica, y de una u otra forma apoyo político contra el embargo de los Estados Unidos.

Pero con estos también tenía dificultades. Su gobierno no les podía pagar las deudas. En 1986 Cuba había declarado una moratoria a  los pagos. La suma alcanzaría 12 mil millones de dólares. Según Carmelo Mesa Lago, la deuda externa cubana en 1990 era de 37.600 millones de dólares, la más alta per cápita del hemisferio.

Entonces Fidel Castro, el recalcitrante dogmático, el enemigo de los incentivos materiales y del capitalismo, cambió su política y abrió las puertas de Cuba a la inversión extranjera. El país se abrió al turismo, que había sido rechazado para evitar la contaminación ideológica. La industria turística quedó en manos de sus socios españoles. Eso sí, los cubanos no podían estar en los hoteles donde se hospedaban los extranjeros, ni bañarse en las playas donde ellos estuvieran. En la minería se favoreció  la inversión canadiense. Varios cientos de empresas capitalistas se instalaron en Cuba. Se autorizó que los cubanos pudieran ejercer por cuenta propia un grupo seleccionado de oficios, y se le dieron algunas libertades al mercado campesino.

El país navegó “el periodo especial”  lleno de privaciones, que no eran causadas por el embargo estadounidense, sino por tres décadas de despilfarro y malas inversiones. También por una política destinada a que los cubanos no tuvieran “independencia económica”, exactamente la respuesta que  Fidel Castro le había dado a mi padre en marzo de 1959.

De regreso de la inauguración de un molino de trigo en Regla, Fidel le comentaba sobre los problemas laborales que vendrían; mi padre le preguntó:

-¿Tú has descartado la idea de que los trabajadores perciban una participación de las utilidades de de la empresa, tal como expones en tu discurso “La Historia me absolverá”?

-No se puede, Huber. Si posibilitamos que los trabajadores tengan independencia económica, eso conducirá en los hechos a la independencia política

La ineficiente economía cubana se resistía a alcanzar los niveles anteriores al de 1989, pero tan pronto el dictador se dio cuenta de que su régimen podría sobrevivir sin la URSS, anuló las medidas que habían relajado el férreo control estatal sobre las actividades de los cubanos. Lo rescató Hugo Chávez, quien sustituyó a la URSS con una asistencia que ha evitado el colapso del régimen.

Cuando se sume la subvención venezolana a la soviética, es muy probable que el castrismo haya recibido un millón de dólares de ayuda por cada kilómetro cuadrado de la isla de Cuba. La economía cubana ha continuado declinando porque es un parásito que consume insaciablemente.  El embargo interno, el verdadero bloqueo del castrismo contra el pueblo cubano, es el principal responsable del pobre nivel de vida de los cubanos.
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Los zapaticos de rosa.

hay sol bueno y no hay espuma
ni javon para lavar
y pilar quiere comprar
en la choping a un juma

vaya la niña divina
le dice el padre y le da un peso
y para que quiero eso
si todo se compra en fulas

yo voy con mi niña hermoosa
le dice la madre buena
vamos las dos a la arena
a jinetiar cualquier cosa

fueron las dos muy contentas
por la calle ventitres
la madre cogio un gallego
y pilar cogio un frances

esta la playa muy linda
como roban en la playa
le facharon la toalla
a la jinetera florinda

ya la pobre magdalena
con 6 meses de embaraso
le metieron un trastaso
para quitarle la cadena

esta alberto el militar
echando un bote a la mar
¡ albertooo,,,,,,, albertoooooo

y pilar monta en el bote
que se aleja de la costa
anda ve , dice la madre....
y mandame muchas cosas

y dice una mariposa
que vio el vote zarpar
"ahora si se podra comprar"
Los zapaticos de rosa 
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jueves, 29 de octubre de 2009

Entre el cinismo y la estupidez: fin del paternalismo estatal en Cuba.

Por Haroldo Dilla Alfonso.

Importantes figuras de la clase política cubana ha declarado la intención de terminar con el paternalismo estatal. ¿Están esos mismos funcionarios dispuestos a renunciar, en consecuencia, a los controles autoritarios sobre la población cubana?

El periódico cubano Granma, es probablemente y a pesar de los muchos competidores, el peor periódico del mundo. No informa, ni discute. Solo adoctrina. Dice un viejo chiste que si Napoleón lo hubiera tenido a su favor, nadie hubiera conocido el desenlace de Waterloo. Todos los periódicos cubanos son simples cajas de resonancia de la letánica perorata gubernamental cubana. Pero el Granma y sus mediocres funcionarios lo son con particular orgullo.

Ahora Granma se une al coro de los funcionarios que exhortan al pueblo cubano a "apretarse el cinturón". Ciertamente una invitación cruel, toda vez que hablamos de una población con salarios insuficientes para disponer de tres comidas elementales diarias. Y cuando lo consigue es gracias a una corrupción generalizada en que cada quien se roba lo que puede del propio estado (una inmensa e indestructible acción de resistencia) o porque recibe ingresos extras en alguna moneda diferente a la moneda nacional, en particular los ingresos que provienen de los cubanos emigrados. Cerca de dos millones de personas a los que se niega el derecho a volver a vivir en el país que nacieron y solo pueden visitarlo comprando un permiso del gobierno.

Pero aún así Granma, a través de su director, un funcionario con muy baja preparación cultural cuyo principal mérito ha sido su indómito oportunismo, vuelve a la carga exigiendo "austeridad". E incluso acusa al pueblo cubano de padecer de los síndromes del "pichón" (andar con la boca abierta para que les alimenten) o del Avestruz (esconder la cabeza para no ver los problemas). Un ejercicio de cinismo mayor que solo habla de la descomposición moral e intelectual de la clase política cubana.

La realidad es muy diferente.

En primer lugar, si el cubano en la isla abre la boca, no es porque lo quiera, sino porque toda actividad independiente está prohibida o coactada de tal manera que es imposible ejercerla con éxito. Pero cuando los cubanos emigran, trabajan con dedicación e inteligencia. Y logran prosperar económicamente, al punto que pueden mantener a sus familias en Cuba y pagar peajes al gobierno cubano con los que el gobierno seguramente sostiene los aceptables niveles de vida de funcionarios insensibles como el director del Granma: un hombre despreocupado de la urgencia de las tres comidas y de otros menesteres que agobian las vidas cotidianas de los cubanos.

En segundo lugar, si los cubanos actúan como el avestruz y prefieren adoptar una posición cínica frente a los problemas, es porque el sistema no les ofrece espacios reales para que sus opiniones sean efectivas. Y cuando algunos han querido dar sus opiniones contra todo obstáculo, han sido reprimidos brutalmente, con el destierro o con la cárcel. Y en esa represión el periódico Granma -y su paniaguado director- han sido mecanismos claves, denigrando y estigmatizando a quienes, con todo derecho no importa sus orientaciones políticas, han preferido no esconder la cabeza.

Hay algo que finalmente el director del Granma parece no entender.

Durante lustros la sociedad cubana fue sometida a un sistema que efectivamente le garantizaba un nivel de consumo social e individual modesto pero suficiente para evitar la pobreza. Lo hizo sobre la base de los extensos subsidios soviéticos entre 1970 y 1986, y posteriormente Fidel Castro quiso volver a hacerlo con los subsidios venezolanos, pero los recursos y el tiempo solo le alcanzaron para poner en práctica algunos desvaríos seniles como la repartición de chocolatín y de artefactos electrodomésticos. Lo importante es, sin embargo, que a cambio de la protección estatal, la población cubana pagaba un alto precio político: la lealtad sin fisuras a las políticas en curso y a la clase política, o al menos el sentido común de no expresar la deslealtad. Es decir, una relación clientelista/paternalista tan peculiar como efectiva.

Si efectivamente el gobierno cubano decidiera poner fin a sus políticas paternalistas -subsidios al consumo personal, fin del pleno empleo encubridor del subempleo generalizado, etc,- entonces debemos esperar que también la población cubana busque sus propios derroteros y renuncie a su fijación clientelista. Es, por decirlo de alguna manera, lo más decente políticamente: abrir espacios para organizaciones populares independientes que representen los intereses sociales diversos frente al estado y al mercado. Lo otro es querer entregar a la población cubana, indefensa y maniatada, a un proceso de reestructuración económica en que la élite tecnocrática empresarial, y dentro de ella muy particularmente los militares capitaneados por el clan Castro, devendrán la columna vertebral de la nueva burguesía del capitalismo cubano.

Cuando uno escucha al director de Granma diciendo lo que le autorizaron a decir, siente que todo se está acabando, pero de la peor manera, en medio del enconamiento y la atomización social, de la pobreza generalizada, de los caminos truncados, del cinismo político y del autoritarismo vulgar disfrazado de socialismo.
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Por qué no se debe levantar el embargo (i).

Por Huber Matos Araluce.

Uno de los temas más controversiales relacionados con Cuba es el del embargo comercial estadounidense. Entre las características del debate está el hecho de que generalmente quienes participan lo hacen desde una posición de autoridad - política, técnica y moral - que hace de quien no opina igual un estúpido, un ignorante, un insensible, o las tres cosas. En resumen, en el asunto del embargo todo el mundo es un experto, y muy tajante.

Hace mucho tiempo, quienes se oponían al embargo - llamado bloqueo por los más intransigentes - alegaban que a quien esta medida realmente lastimaba era al pueblo cubano. El gobierno no era afectado por las restricciones, porque era el cubano común y corriente el que padecía sus consecuencias.

Como era el pueblo y no la dictadura quien sufría el embargo, la política era inmoral y, en consecuencia, lo humano y lo correcto era quitarlo.

Si no pensabas así no te lo decían, pero se intuía que eras inhumano y poco inteligente; un americano estúpido o un exilado cavernario.

No fueron pocas las reuniones sociales en que recibí semejante disparo. Siempre fue a quemarropa y sin mucho aviso. Siempre fue un argumento en apariencia fulminante, una “razón” auto-evidente, de las que no admiten discusión, una estocada dialéctica y mortal al contrincante.

Por ejemplo, organizaciones tan respetables como Amnistía Internacional, que ha denunciado sistemáticamente la violación de los derechos humanos en Cuba, pero que no puede visitar la Isla porque el régimen castrista no se lo permite, en su último informe sobre Cuba, hecho público esta misma semana, plantea que: “El embargo es inmoral y debe ser levantado (...) Impide a millones de cubanos beneficiarse de medicinas vitales y equipos médicos esenciales para su salud”.

Del embargo, así definido, como una agresión brutal de Washington contra el pueblo cubano, nacía otro argumento igualmente espeluznante: el embargo le sirve al castrismo para justificar el estado de sitio, los atropellos, la prisión y la pobreza en Cuba.

Si con el primer disparo sobre la inmoralidad del embargo no te habían liquidado, este era el tiro de gracia: de insistir te arriesgabas a hacer el ridículo. ¿Por qué?

Porque sin el embargo la dictadura no tendría justificación para continuar con la represión. Sin el embargo, el régimen castrista quedaría al desnudo ante su pueblo. El castrismo ya no tendría razones para justificar la demagogia en el campo de la política o en el de las necesidades primarias: casa, comida, medicinas, y hasta ropa y transporte.

Ese binomio conceptual (es inhumano, y es tonto porque ayuda al castrismo) asumía que el embargo era una imposición exclusiva de Washington, un resabio contra el castrismo o contra la independencia de los cubanos para escoger su propio modelo de desarrollo.

Era una medida producto de la frustración estadounidense contra la revolución, y una muestra de la típica y reconocida estupidez norteamericana para manejar su política exterior. Hasta se alimentaba en una dosis de revancha por la pérdida de empresas norteamericanas en Cuba.

Con el tiempo el binomio se convirtió en trinomio. Apareció un nuevo y poderoso argumento: la permanencia del castrismo había y ha demostrado el fracaso del embargo.

Lejos de derrocar a la dictadura, le dio argumentos y justificaciones. En conclusión, porque no se puede llegar a otra, Fidel Castro tiene que darle las gracias a Washington por el embargo. El embargo consolidó al castrismo. Sin el embargo, se habría quedado sin enemigo, habría tenido que cambiar, y con cambios ya posiblemente habría en Cuba una democracia.

De nuevo citemos el reciente informe de Amnistía Internacional sobre este último argumento, que dice así: “Esta es la oportunidad perfecta para que el presidente Obama se distancie de las políticas fracasadas del pasado y envíe una fuerte señal al Congreso sobre la necesidad de terminar el embargo”.

¿Habrá argumentos contra este trinomio de verdades auto-evidentes? Tal vez sí, tal vez no.

El embargo es un capricho de Washington. Así piensan cientos de miles de personas en el planeta.

Este error los induce a incorporar prejuicios en el análisis del tema. Asumen un desigual enfrentamiento entre la nación poderosa del norte y la isla del Caribe. Las simpatías se inclinan a favor del débil (Cuba), víctima del grande.

El castrismo ha reforzado esa imagen por décadas, siempre asistido por los medios de comunicación y una buena parte de la academia de Occidente; por personalidades, desde Jesse Jackson y Louis Farrakhan hasta Juan Pablo II. La ONU y medio mundo están contra el embargo.

Es difícil explicar cómo este “capricho de Washington” ha sido respaldado por todos los presidentes estadounidenses desde que John F. Kennedy lo aprobó en 1962. El embargo tuvo el respaldo de Bill Clinton, y tiene el de Barack Obama.

La verdad es que el embargo ha sido y es producto de la presión del exilio cubano sobre Washington.

Los votantes cubanos en Estados Unidos han tenido suficiente peso político para elegir a dos senadores y cuatro congresistas cubano-americanos. Es lógico asumir que estos seis cubano-americanos han influido en otros legisladores que son sus amigos, sus compañeros de partido y sus aliados políticos, permanentes o circunstanciales.

Dondequiera que estén, los cubanos influyen con su voto y con sus opiniones en los Estados Unidos. La mayoría de mis compatriotas están concentrados en Florida, que es uno de los estados más importantes en una elección presidencial; un estado donde una minoría puede inclinar la balanza a favor del candidato presidencial demócrata o republicano. En una votación cerrada en el colegio electoral, los 27 votos de Florida, y en consecuencia el presidente, pueden ser decididos por la minoría cubana. Ya ha sucedido.

Por estas razones, en las pasadas elecciones presidenciales el candidato Barack Obama fue a Miami y públicamente se comprometió a no levantar el embargo si en Cuba no se soltaban los presos políticos y se respetaban los derechos humanos. Además se comprometió a que en negociaciones con el gobierno de Cuba los cubanos del exilio no serían marginados. ¿Promesas de campaña? Tal vez, pero se hicieron, o se tuvieron que hacer.

En todo caso, si el embargo es una política errónea, la misma se mantiene por los cubanos, y quien piense que es inhumano, una tontería o un error político, no debe atribuírselo a los americanos, sino al poder político del exilio cubano.

La diferencia es muy importante. Como no es el “imperialismo” norteamericano quien mantiene el embargo, sino el exilio cubano, ya esto se va pareciendo a un problema entre cubanos: los castristas “inteligentes” que han gobernado a Cuba por medio siglo, y los cubanos demócratas y estúpidos de Miami, más los demás cubanos exilados, también demócratas y estúpidos, que vivimos en otras partes.

¿Es el embargo inhumano como dice Amnistía Internacional?

Amnistía Internacional dice: “El embargo es inmoral y debe ser levantado (...) Impide a millones de cubanos beneficiarse de medicinas vitales y equipos médicos esenciales para su salud”.

Esto contradice lo que se ha considerado en el mundo una verdad absoluta e irrebatible: que gracias al castrismo los cubanos tienen uno de los índices más altos de salud y su sistema de atención médica es ejemplar.

Es imposible tener un sistema de salud de ese nivel de excelencia si, como asegura Amnistía, por culpa del embargo en Cuba no hay medicinas “vitales” ni equipos médicos “esenciales”. O el régimen cubano ha estado mintiendo, o se equivoca Amnistía.

Desde el año 2000 una reforma al embargo permite la exportación a Cuba de alimentos y medicinas. El 28 de abril de 2009 The Associated Press señalaba desde Washington, en un informe sobre el embargo, que: “Estados Unidos está vendiendo a la isla desde hace años productos agrícolas y medicinas.”

En el 2008 el gobierno cubano compró en Estados Unidos 711 millones de dólares en alimentos y medicinas. De hecho, los Estados Unidos son el principal abastecedor de alimentos de Cuba, y su quinto socio comercial.

Según Martha Brannigan, de El Nuevo Herald, los Estados Unidos venden al gobierno cubano fertilizantes, semen para inseminación de ganado, postes eléctricos y hasta gomas de mascar. “Crowley Maritime Corp envía un barco semanal de Port Everglades a La Habana cargado de pollos y productos agrícolas.”

El régimen castrista se queja de que está obligado a pagar en efectivo, pero esto no debería ser ningún problema. Las remesas que mandan los exilados a sus familiares en Cuba se calculan entre 800 a 1000 millones de dólares anuales.

El gobierno cubano se queda con todos esos dólares y entrega a los beneficiarios moneda cubana. Por la mediación cobra abusivamente el 10% y además les da un dinero devaluado por una injusta tasa de cambio.

En realidad las compras de alimentos, productos agrícolas, medicinas y suministros médicos del régimen castrista en los Estados Unidos se pagan con los dólares que los exilados cubanos mandan a sus familiares en Cuba.

Martha Brannigan escribe que los exilados, además de enviar sustanciales remesas, llevan anualmente a sus familiares en la isla más de 300 millones de dólares adicionales en ropa, zapatos, medicinas y todo lo que puedan en sus viajes.

Pagan otros cientos de millones de dólares por llamadas telefónicas a Cuba. Por cierto, a unas tarifas draconianas impuestas por las autoridades castristas.

El presidente Carter, en un discurso en la Universidad de La Habana, el 14 de mayo del 2002, dos años después de haberse eliminado la restricción de ventas de medicinas y equipos médicos a Cuba, al referirse al embargo dijo que: “este tipo de restricciones no son la causa de los problemas económicos de Cuba. Cuba tiene intercambio comercial con más de 100 naciones, y, por ejemplo, puede comprar medicinas a mejor precio en México que en los Estados Unidos.”

El 27 de abril del 2007, Anita Snow, de The Associated Press, reportando desde La Habana sobre una exhibición de productos médicos de la compañía Mercury Medical de Clearwater, Florida, informaba que oficiales cubanos le dijeron que no se importaba más productos médicos de los Estados Unidos por el alto precio que tenían.

De hecho, en el 2008, Cuba solamente importó 1.2 millones de dólares en medicinas y equipos médicos de los Estados Unidos.

En el citado artículo de El Nuevo Herald del domingo 6 de septiembre del 2009, Brannigan dice que: “En el caso de medicamentos no se exporta mucho porque Cuba tiene otras opciones,” que fue lo que dijo el presidente Jimmy Carter en La Habana en el 2002.

El lunes 8 de septiembre del 2009, Fidel Castro ataca a la firma holandesa Philips por paralizar el envió de repuestos a Cuba, alaba a la Siemens por haber cumplido en la compra a las dos empresas, de una impresionante lista de equipo médico avanzando.

Y agrega: “Desde luego que a los Centros de Diagnóstico de Venezuela, los de Alta Tecnología y otros atendidos por nuestros médicos, hemos enviado equipos de marcas reconocidas en el mundo como las mejores en su especialidad, como Siemens, Carl Zeiss, Drager, SMS, Schwind, Topcon, Nihon Kohden, Olympus y otras de Europa y Japón, algunas de las cuales se fundaron hace más de 100 años.”

La reciente aseveración de Amnistía Internacional es errada, no hay prohibición de exportar equipos médicos de Estados Unidos a la isla. Cuba no solamente tiene equipos médicos avanzados, sino que hasta los envía y opera en Venezuela.

Lamentablemente Amnistía Internacional ha contribuido a la confusión sobre el embargo. Denuncian un hecho que, por inexistente, no puede ser una inmoralidad condenable.
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El mensaje de España en Cuba.

Por Andrés Oppenheimer.

El anuncio del gobierno español de que impulsará una mejora en las relaciones de Europa con la dictadura cubana cuando asuma la presidencia de la Unión Europea el próximo 1ro. de enero es una mala noticia no sólo para los activistas prodemocráticos de la isla, sino también para los opositores en otros varios países latinoamericanos gobernados por autócratas.

Durante una visita de 48 horas a la isla realizada a principios de esta semana, el ministro de Relaciones Exteriores español Miguel Angel Moratinos anunció que España aprovechará su próxima presidencia de la Unión Europea durante el primer semestre del año próximo para tratar de cambiar la ``posición común'' de la EU respecto de Cuba. Según esta política, establecida en 1996, los miembros de la Unión Europea condicionan el aumento de su cooperación con el gobierno cubano a que existan señales de una apertura política en la isla.

Moratinos, que se negó a reunirse con miembros de la oposición pacífica durante su estadía en Cuba, también dijo que España intentará lograr que la Unión Europea renueve su cooperación económica con Cuba, o al menos que se incluya a la isla en los programas de ayuda al Caribe.

La ``posición común'' de la Unión Europea incluye también medidas como pedir que los miembros de la UE inviten a disidentes a las celebraciones de fiestas patrias en sus embajadas de La Habana. Eso es un anatema para el régimen militar cubano, que se niega a asistir a reuniones con disidentes y describe a todos los opositores como ``mercenarios del imperio'' estadounidense.

Durante una vista a España esta semana, me sorprendió escuchar, tanto de los partidarios como de los críticos del gobierno socialista español, que es muy posible que España logre --aunque sea parcialmente-- suavizar la ``postura común'' de la UE respecto del gobierno cubano.

Gustavo de Aristegui, el líder del opositor Partido Popular, de centro-derecha, en la comisión de relaciones exteriores del Congreso español, me dijo que es probable que el gobierno logre lo que se propone, porque otros países de Europa occidental posiblemente dejarán en sus manos las relaciones de la UE con Latinoamérica, teniendo en cuenta los vínculos históricos de España con esa región.

``España es el referente de la Unión Europea sobre América Latina, y varios países de europa occidental van a hacer lo que España diga'', me dijo de Aristegui.

Asimismo, varios países miembros del ex bloque soviético en Europea Central y Europa del Este que en los últimos años habían liderado las presiones europeas para lograr una apertura política en la isla se encuentran ahora debilitados políticamente, por sus problemas económicos y conflictos diplomáticos.

La República Checa, uno de los principales defensores de los derechos humanos y la democracia en Cuba en años recientes, ha perdido su credibilidad en Europa en los últimos meses debido a las posturas del presidente checo Vaclav Klaus de poner trabas al tratado de Lisboa, destinado a fortalecer la integración política europea, agregó.

Otros políticos y diplomáticos españoles me dijeron que Suecia, Alemania e Inglaterra pueden resistirse a cambiar la ``posición común'' de la UE respecto de Cuba, pero que probablemente hagan algunas concesiones a España. Podría ser que la UE retire su ``posición común'' de apoyo a los disidentes cubanos, pero sin renovar la cooperación económica para la isla, dijeron algunos.

¿Por qué España respalda a una dictadura? En una entrevista hace dos años, Moratinos me dijo que España estaba ``abriendo un nuevo camino, un nuevo mecanismo de diálogo que está dando resultados''.

Esta semana, Moratinos citó el mismo argumento cuando Cuba liberó a uno de los más de 200 prisioneros políticos que hay en la isla, y a un empresario español que había sido arrestado hace un mes acusado de cohecho. Casi todos los analistas españoles coinciden en que el gobierno de España probablemente se esté acercando al régimen cubano por razones políticas domésticas, como conservar el respaldo de la vieja guardia de la izquierda española.

Mi opinión: La política española de darle la espalda a la oposición pacífica cubana es un retroceso, no sólo con respecto al anterior gobierno conservador español, sino también con respecto a los tiempos del ex presidente socialista Felipe González, quien --quizás por haber sido él mismo un activista contra una dictadura-- respaldó muchas veces a los disidentes cubanos cuando estuvo en el poder, entre 1982 y 1996.

¿Qué mensaje está enviando España a los presidentes narcisista-leninistas de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros países cuyos gobernantes están suprimiendo libertades básicas y hostigando a quienes piensan diferente? El mensaje parece ser: ``sigan adelante, que sus actos no tendrán ninguna consecuencia a nivel internacional''.

Es un mensaje que envalentonará a los autócratas, y que erosionará el rol de España como modelo político y económico para Latinoamérica, y un puente entre latinoamericanos enfrentados por conflictos políticos en sus propios países.
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De Jane Fonda a Sean Penn.

Por Aleaga Pesant.

Recostada lánguidamente en la butaca de la vejez, la actriz Jane Fonda disfruta de las bondades de la democracia que tanto combatió durante los años sesenta. En esa década, la entonces joven actriz se convirtió en líder de opinión, contra el esfuerzo norteamericano por democratizar Vietnam

La guerra de Vietnam no fue popular en los Estados Unidos. El mal manejo de la situación y de la información ayudó a que en 1975 la dictadura comunista se impusiera. Cientos de miles de presos políticos, millones de desplazados, un partido único y los campos de concentración, fue el saldo.

Quizás Jane, ignorante al fin, no comprendía lo que sucedería y sucedió tras la retirada de las tropas norteamericanas del sureste asiático. La masacre en Cambodia, los desplazados hacia Tailandia, las represiones contra las minorías chinas y un largo etcétera.

Con el pelo hirsuto y sus Ray-Ban, Sean Penn, el actor y director de cine norteamericano, se pasea nuevamente en estos días por las empedradas calles de Isla de la Juventud. Le acompaña el pintor, diputado y adorador del dictador, Alexis Leyva, además de una cohorte de aduladores. Visitó el campamento Marta Machado, un esfuerzo por llevar la risa a un lugar donde hace falta comida.

Con la mirada fija en el sitio al que le señalan, y pose que se suma a Ernest Heminway, Robert Redford y Ernesto Guevara, uno escritor, el otro actor y el ultimo guerrillero, Sean atiende concienzudamente a lo que le dice Alexis y los comisarios de cultura en Isla de la Juventud.

No tenemos información acerca de si el actor norteamericano pregunta por las condiciones de vida de la población; de cómo afecta a los vecinos el impuesto del 20% que impone el gobierno cubano sobre cada dólar de remesa que mandan sus familiares, por qué no se les permite a los ciudadanos comprar o vender propiedades inmuebles o por qué circulan tan pocos automóviles.

Las imágenes del noticiero de televisión tampoco aclaran si cuestionó a las autoridades por la segregación del uso del Internet, o la prohibición de circulación de otros diarios que no sean los oficiales, o por qué en las elecciones al poder popular no se permiten candidatos independientes al Partido Comunista de Cuba.

Si Sean Penn no pregunta por esas cosas que están a la vista, mucho menos preguntará por el hacinamiento dentro de las cárceles pineras, los presos políticos del presidio El Yayabo, o la represión a que se somete a los periodistas independientes Lamasiel Gutiérrez y Serpa Maceira, y el bibliotecario Lázaro Pérez.

Como Jane Fonda, Sean Penn disfruta de la democracia pero ama a las dictaduras. Estrellas en los medios de comunicación, líderes de opinión, ignorantes e irresponsables del uso que las tiranías dan a su comportamiento mediático.
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Embargo, ¿cual embargo?

Por Victor White.

En este artículo analizo las proposiciones erróneas de levantar el embargo respondiendo a cada una de las consideraciones específicas de los que apoyan el fin del mismo.

En julio del 2002 la Cámara de Representantes de los Estados Unidos votó a favor de levantar las restricciones que prohíben el financiamiento de las exportaciones y el relajamiento de las restricciones de los viajes de los ciudadanos estadounidenses a Cuba. Esto no es mas que una acción solapada de levantar el embargo.

El 6 de febrero de 2003 la Casa Blanca le advirtió al Congreso que pudiera vetar una ley de gastos de $397.000 millones si la misma incluye aspectos relacionados con el debilitamiento del embargo contra la isla. El 13 de febrero el comité conjunto de la Cámara y el Senado aprobó el proyecto de ley de gastos después de eliminar todas las enmiendas encaminadas a debilitar las actuales sanciones contra la dictadura castrista. El 13 de noviembre de 2003 el comité de la Cámara de Representantes y el Senado eliminaron las cláusulas que levantaban la prohibición de los viajes a Cuba, en un proyecto de ley de gastos de $96,000 millones para el financiamiento de los departamentos de Transporte y del Tesoro, ante la advertencia de la Casa Blanca de vetar dicha iniciativa si las cláusulas no era eliminadas.

El embargo del gobierno norteamericano ha tenido poco efecto, ya que solo representa el 10% del comercio de Cuba con el resto del mundo. El embargo de Estados Unidos a Cuba solo afecta las compañías norteamericanas y sus subsidiarias. El resto de las naciones, 150 desde la ultima encuesta en el 2001, y compañías son libres de comercial con Cuba y lo están haciendo, como lo demuestran las importaciones que sobrepasaron los $4.128 millones en el 2002 (1). De facto, no hay tal embargo pues en el año 2000 el Congreso norteamericano levantó la prohibición a la venta de productos agrícolas y medicinas a Cuba, permitiendo a la tiranía castrista comprar todo lo que necesite pagando en efectivo.

"Cuba no comprará ni una aspirina, ni un grano de arroz.. Han puesto un montón de restricciones (al permiso de venta de alimentos y medicinas incluido en la modificación) que la hacen humillante para el país, pero además la hacen imposible en la práctica", dijo Castro en la manifestación llevada a cabo el 18 de octubre de 2000 frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos para protestar el proyecto de ley sancionado por el Senado que levanta la prohibición a la venta de productos agrícolas y medicinas.

Desde diciembre del 2001 hasta abril de 2004, el régimen castrista ha firmado contratos de mas de $700 millones con compañías norteamericanas para la compra de sus productos pagando en efectivo. El Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba, basado en análisis de cifras oficiales del régimen castrista, estimo la importación de productos agrícolas estadounidenses en $257 millones durante el 2003, convirtiéndose Estados Unidos en el séptimo socio comercial de Cuba. A pesar del embargo los Estados Unidos ha permitido ilimitada ayuda humanitaria a Cuba, siempre y cuando dicha ayuda sea distribuida por organizaciones no gubernamentales como la Iglesia Católica y organizaciones internacionales como los Pastores por la Paz.. En el año 2002 el gobierno de los Estados Unidos aprobó donaciones humanitarias por más de $143 millones y el envío de las remesas de los exiliados han sido estimadas en $1,150 millones. Los $1.150 millones anuales que el exilio envía a Cuba son equivalen al 80% de los $1.446 (1) millones de ingresos de la Isla durante el 2002.

Lo que la tiranía castrista realmente desea son préstamos y líneas de crédito garantizado por el Departamento del Tesoro de E. U., ya que no tiene dinero en efectivo para pagar los intereses de las líneas de crédito para importar mercaderías. La Comunidad Europea ha rescindido el crédito al régimen castrista por incumplimiento en el pago de $500 millones en préstamos.

Estos financiamientos de ser aprobados garantizarían a las compañías norteamericanas el pago de sus ventas a crédito al régimen castrista. Estos créditos no serán pagados y los contribuyentes norteamericanos serán los perdedores, los que han de pagar las deudas, como sucede en la actualidad con los contribuyentes españoles, argentinos, canadienses y de otras nacionalidades.

Desde 1970 hasta 1990, Cuba recibió unos cinco mil millones de dólares al año en subsidios de la Unión Soviética. Durante esos años los recursos dedicados a la construcción de viviendas y la infraestructura fueron mínimos. El transporte público no se mejoro, ni se suprimió la tarjeta de racionamiento. El nivel de vida de la población declinó. Cada día existe en Cuba mas desigualdad social e inclusive racial. El programa de desarrollo de las Naciones Unidas colocó a Cuba en el año 2001 en el penúltimo lugar de pobreza entre los países de América Latina. Sólo un país en el área es más pobre que Cuba, Haití. Es decir toda esa cantidad de miles de millones de dólares que llegaron a las manos de Castro no beneficiaron en nada al pueblo cubano. Simplemente fueron usados para reforzar el poder de Fidel Castro, pagar el costo de las guerras en África, la subversión contra los gobiernos democráticos de América Latina, y la creación del aparato represivo del Ministerio del Interior.

La infusión de prestamos de los Estados Unidos sólo reemplazaría el subsidio soviético que Castro ya no recibe, retrasando la transición del pueblo cubano hacia la democracia y garantizando décadas adicionales de opresión y miseria. La tiranía castrista mira hacia el día cuando el desproporcionado tamaño del aparato militar y el masivo servicio represivo de la seguridad sean mantenidos a expensas del gobierno de los Estados Unidos.

El efecto del embargo sobre Cuba ha cumplido parcialmente sus objetivos al impedir que el régimen obtenga prestamos y líneas de crédito que le permitiría financiar su permanencia en el poder y evitar el crecimiento del endeudamiento de Cuba sin beneficio para la población. En la actualidad la deuda del régimen cubano asciende a 22.000 millones de dólares con los antiguos países del campo socialista y a 17,000 millones de dólares con el resto los países (2). Desde 1992 Castro no paga la deuda externa y por consiguiente no ha podido obtener mas créditos de dichos países. Solamente queda un país al que Castro no le debe (exceptuando la confiscación de las propiedades americanas que es una de las razones principales por lo que el embargo fue establecido), y del que pudiera obtener créditos, los Estados Unidos.

Si en los últimos 13 años, la infusión de miles de millones de dólares de la Comunidad Europea, Latinoamérica, Japón, Canadá, etc. no ha llegado a las manos del pueblo cubano, ni los millones de turistas que han visitado la Isla han podido influenciar la apertura política y económica del régimen castrista, ¿Quién puede mantener la ilusión que el turismo y comercio con E. U. pueda lograrlo?

Según las propias palabras de Castro “en Cuba no se hará ningún cambio con o sin bloqueo”, y el 16 de junio de 2002, en un “referéndum sin alternativa”, se pidieron unas modificaciones constitucionales que consagrarían al régimen socialista cubano como ''intocable'' y “eterno”.

El Parlamento títere cubano aprobó las modificaciones constitucionales que consagran al régimen socialista como "irrevocable”. Como podemos ver el levantamiento del embargo no será la so1ución del drama que sufre el pueblo cubano. Entre los disidentes de las agrupaciones dentro de Cuba que trabajan por el respeto a los Derechos Humanos y los cambios pacíficos hacia la democracia y la justicia social, y que apoyan el embargo se destacan los siguientes:

El doctor Oscar Elías Biscet, presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos (FLDH), que cumplió una condena de tres años por actos de protestas en defensa de los derechos humanos, fue encarcelado de nuevo el seis de diciembre de 2002, 36 días después de ser puesto en libertad y condenado en abril 10de 2003 a 25 años de cárcel por supuestamente haber violado la ley No. 88 de protección de la independencia nacional y la economía de Cuba. En mayo del 2000, después de la lectura del documento en respuesta a las declaraciones del senador Dodd (3), respondiendo a una de las preguntas de los periodistas dijo que, “El embargo es una de las armas de la lucha cívica no violenta”. La replica del FLDH a lo dicho por el senador Dodd de “Ha llegado el momento de levantar las sanciones contra Cuba”, fue la siguiente "El levantamiento del embargo debe ser condicionado al respeto de los derechos humanos, a la libertad de los presos políticos, la aceptación del multipartidismo y elecciones libres y democráticas. Esto es cuestión de principios, no de negocios". El informe concluye diciendo: "Sabemos que podemos ser encarcelados con penas de hasta 20 años según la Ley 88 (Mordaza), pero es preferible sufrir y mantener nuestro decoro que vivir abrazados a las injusticias por cobardía".

La economista Martha Beatriz Roque Cabello del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna (GTDI), tiene un largo historial en la lucha por la defensa de los derechos humanos y la libertad de Cuba. Martha Beatriz fue una de los autores del documento "La Patria es de Todos", y por escribir éste histórico documento cumplió 19 meses en prisión. Martha Beatriz, que fue condenada a 20 años de privación de libertad por el delito de expresar sus ideas y desear el bienestar del pueblo cubano, es la única mujer sancionada entre los 75 opositores, intelectuales y periodistas independientes juzgados en procesos sumarios efectuados en abril de 2003. Martha Beatriz fue galardonada en el 2002 con el premio 'Heinz R. Pagels de Derechos Humanos para Científicos', otorgado por la Academia de las Ciencias de Nueva York.

En su excelente análisis de la economía cubana publicado en la Revista Hispano Cubana, No. 14 (4) escribe “Antes de la desaparición de la URSS, en Cuba no se hablaba ni siquiera del embargo pero ahora se ha convertido en un asunto de vida o muerte para el régimen, ya que sólo los flujos financieros procedentes de Estados Unidos, al abrirse posibilidades de créditos, el turismo que venga de esa nación y el incremento de las remesas familiares, le permitiría afrontar la desesperada situación en que ha sumergido al país”. En un artículo del Wall Street Journal (5) dice “El estado ha fallado en redistribuir los recursos de una manera equitativa y ha creado una situación de desigualdad muy grave. El crecimiento económico requiere inversiones extranjeras, pero las posibilidades de importantes inversiones extranjeras son mínimas debido a las condiciones creadas por el dominio del estado. Cuando uno comprende el gran impacto que tiene la política del sistema hacia las inversiones y el comercio, es muy fácil ver que la influencia del embargo en la pobreza de Cuba es mínima”.

El Presidente George W. Bush en su discurso de mayo 20 del 2002, en la celebración del centenario de la independencia de Cuba dijo, ”Los Estados Unidos mantendrá las sanciones económicas contra Cuba, y la prohibición de los viajes a Cuba, hasta que el gobierno cubano de pruebas de que llevará a cabo reformas verdaderas”. Los pasos necesarios que se requieren sean tomados por el gobierno cubano con el objeto de reducir las sanciones comerciales y de viaje entre los dos países son:

Los partidos políticos de oposición deben de tener la libertad de organizarse, reunirse y hablar, y tener acceso a todos los medios de comunicación. Todos los prisioneros políticos deben ser liberados y se les ha de permitir la participación.

Las organizaciones de derechos humanos deben tener la libertad de visitar Cuba con objeto de asegurar que las condiciones para elecciones libres hayan sido creadas.

Sin los pasos necesarios requeridos de Cuba para abrir su sistema político y sistema económico, el comercio con Cuba no ayudará al pueblo cubano.El Presidente George W. Bush, después de reunirse y agradecerles el informe con recomendaciones elaborado por la Comisión de Ayuda para una Cuba Libre el 6 mayo de 2004 dijo, “Nosotros creemos que el pueblo de Cuba debe liberarse de la tiranía. Creemos que el futuro de Cuba es un futuro de libertad. A nuestra nación le interesa que Cuba sea libre. A nuestros vecinos les interesa que Cuba sea libre. Pero lo mas importante, es que al pueblo cubano les interesa librarse de la tiranía.

Hablando en La Habana en noviembre del 2002 durante la primera sesión de la Asamblea Popular, Castro descartó cualquier posibilidad de éxito de la oposición. "No hay oposición porque están como peces en una pecera sin agua, no hay oxígeno para la contrarrevolución y lo habrá cada vez menos", dijo.

El estado de bancarrota de la economía cubana es responsabilidad solamente del régimen castrista. Bajo este sistema la economía seguirá deteriorándose paulatinamente sin esperanzas de mejoría. La economía está estrechamente vinculada al desarrollo social y al nivel de vida de la población cubana, lo que hace muy difícil el mejoramiento de los mismos bajo dicho régimen.

Los problemas de Cuba no se deben al embargo norteamericano, sino a la corrupción e ineficacia de un sistema que es contrario a la propiedad privada y la libre empresa. Estas, y no otras, son las verdaderas razones de dichos problemas.

Todos unidos, los cubanos en la Isla y los cubanos exiliados, lograremos derrotar a la tiranía castrista que lleva cuarenta y cinco años oprimiendo y sacrificando al pueblo. Como dijera el Apóstol Martí “con todos y para el bien de todos”, estableceremos un gobierno plenamente democrático.
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