viernes, 29 de mayo de 2020

Aun sin “pies secos, pies mojados” los cubanos siguen lanzándose al mar.

Tomado de CubaNet.


A tres años y unos pocos meses de que el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, eliminara la política “pies secos, pies mojados”, los cubanos siguen lanzándose al mar y arriesgando sus vidas en busca de un sueño de libertad.

De acuerdo a datos de la Guardia Costera estadounidense, citados por Radio Televisión Martí, en el actual año fiscal 2020, que comenzó el pasado 1 de octubre, unos 96 balseros cubanos han sido interceptados tratando de llegar de manera irregular al país por vía marítima.

En el anterior año fiscal correspondiente a 2019, unos 481 balseros cubanos se lanzaron al mar buscando llegar a Estados Unidos, pero fueron detenidos por la Guardia Costera; y en igual período de 2018 fueron 384 las personas que intentaron llegar a costas estadounidenses.

Luis Rodríguez, Comandante del Séptimo Distrito de la Guardia Costera, que abarca las Isla Vírgenes estadounidenses, Puerto Rico, Florida y Carolina del Sur, dijo a Radio Televisión Martí que incluso en medio de la pandemia continúan con las operaciones “y nos mantenemos vigilantes a los intentos de migrantes que tratan de ingresar ilegalmente al territorio de EEUU en frágiles embarcaciones, sin el equipo adecuado, poniendo sus vidas en riesgo”.

“Recordemos que el Estrecho de la Florida es sumamente inclemente, es muy peligroso, y las condiciones en esa zona cambian dramáticamente y de súbito. Simplemente, no vale la pena”, dijo el oficial refiriéndose a que la temporada de verano, coincidentemente la temporada ciclónica para el área del Atlántico y el Caribe, es cuando se registraba un mayor flujo de balseros provenientes de Cuba.

La política “pies secos, pies mojados”, vigente desde 1995, permitía que todos los cubanos que lograran llegar a tierra estadounidense tuvieran acceso directamente a permiso de trabajo y pudieran al año y un día acogerse a la Ley de Ajuste Cubano. Los balseros cubanos interceptados en el mar eran devueltos a la Isla.

Sin embargo, en enero de 2017, días antes de que Barack Obama dejara la Casa Blanca, el entonces presidente emitió un decreto que eliminaba con carácter inmediato la política que había constituido una vía de escape para todos aquellos que huían de la dictadura de La Habana. Hoy los cubanos continúan, aunque en menor medida, escogiendo el mar como alternativa.
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Economía y socialismo en Cuba: falta de eficiencia, eficacia y voluntad.

Por Martha Beatriz Roque Cabello.


Eficiencia es la capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado. Por su parte, la eficacia es la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera. Ambas palabras tienen su antónimo en ineficiencia e ineficacia, pero se podría sugerir que “socialismo” sea también el opuesto a estos dos vocablos.

Hace apenas dos semanas, el Noticiero Nacional de Televisión mostró una nueva granja de ganado menor y, como si fuera un “gran logro”, aseguró tenía 37 carneros como pie de cría en el hato. Esta maravillosa idea recordaba la intervención televisiva del comandante de la Revolución Guillermo García Frías sobre la cría de avestruces, que dio lugar a tantos comentarios y memes en las redes sociales.

Mención aparte para las últimas declaraciones del gobernante Miguel Díaz-Canel en reunión con algunos ministros del régimen. Aunque parezca un chiste, la figura pública más importante del país (porque ya Raúl Castro no se hace público), dedicó parte de su intervención a hablar de la necesidad de restablecer la venta de guarapo, jugo de limón y masa de pizza. Es algo tan ridículo que llamaría a risa si no fuera vergonzoso. Este solo ejemplo permite valorar la ineficiencia tan grande en que ha caído el país y en particular el Sistema de Dirección de la Economía.

También habría que recordar que han fracasado los lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, sobre los cuales el Acuerdo VIII de 2017 de la Asamblea Nacional del Poder Popular propuso respaldar la Conceptualización del Modelo Económico y Social cubano de Desarrollo Socialista, y las modificaciones a los Lineamientos para el período 2016-2021.

Todos los documentos rectores del trabajo para las entidades y funcionarios del Estado, el Gobierno y el pueblo en general fueron aprobados para guardarse en las gavetas. La realidad ha demostrado que nada de esto significó más productividad de la economía.

Por su parte, la pandemia de coronavirus ha servido como justificación a la debacle económica del régimen. Sin embargo, los que recuerdan las promesas y en particular los discursos de Marino Alberto Murillo Jorge (desaparecido de la escena de los jerarcas) saben que pasada la primera parte del quinquenio 2016-2021 no se ha visto ninguna mejoría en el tan cacareado Modelo Económico y Social cubano. Los hechos ratifican la ineficacia en un período al cual solo le queda un año y siete meses.

El hecho de consolidar la propiedad socialista sobre los medios de producción ha traído como consecuencia que no se encuentren en el mercado viandas ni vegetales ni verduras. Para ver una naranja hay que conseguir una fotografía vieja.

No obstante, como no hay idea de lo que eficiencia y eficacia significan, recientemente comenzó una nueva forma de venta: las tiendas virtuales, que han sido un fracaso desde el principio y que han dejado de entregar a sus clientes las mercancías compradas y pagadas.

Como si fuera poco, la Televisión Cubana explicó la incapacidad de tales tiendas virtuales de procesar tantas solicitudes. En cualquier lugar del planeta en que hubiera ocurrido un desastre semejante - que no permitió ingresar al fisco millones de pesos en moneda “libremente convertible”, si llamamos así al CUC- , el responsable hubiera sido destituido por ineficiente. No obstante, aquí eso no sucede, porque no se busca que la economía funcione, sino que los dirigentes sean fieles al sistema y que responsabilicen al imperialismo yanqui por todo lo negativo que acontece en el país.

Por ejemplo, se necesita un dirigente que, cuando le pregunten ‘¿por qué no hay calabaza?’, responda: “Porque el imperialismo, con su bloqueo, no nos deja comprar cercas ni cultivar”. Ahí radica la voluntad política de los cuadros de dirección.
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jueves, 28 de mayo de 2020

La última vez que comí un bistec fue en 1989.

Por Iván García.


La madrugada está fresca. Magda, 29 años, utiliza la aplicación WhatsApp para evadir la prohibición de hacer colas promulgada por las autoridades cubanas en tiempos de coronavirus. Son las dos de la mañana y ocho personas intentan espantar el sueño hablando naderías o haciendo chistes con sus mascarillas artesanales puestas.

Un dependiente del mercado le vende la información de cuándo va a entrar pollo, hígado de pollo, picadillo de pavo, salchichas o hamburguesas. “Se le paga cinco pesos convertibles para que nos avise la llegada del camión con algunos de esos productos. La mayoría de las personas de la cola son del barrio, si pasa la policía podemos alegar que no tenemos sueño. Hacemos la cola al doblar del mercado, a media cuadra. Tenemos un vigía que nos avisa y si viene un patrullero, nos disgregamos y escondemos en nuestras casas”, cuenta Magda, madre soltera de dos hijos, quien además de hacer colas pone extensiones de pelo y arregla uñas.

El mercado está ubicado en una zona tranquila, rodeada de grandes framboyanes que delimita las barriadas de La Víbora y Santos Suárez. Hernán, jubilado está sentado en el portal de su casa junto a dos vecinos suyos. “Si sumamos las edades arañamos los 250 años”, dice. En un radio portátil escuchan un programa de boleros. Cuando el presentador anuncia Lágrimas Negras, interpretada por Diego el Cigala y acompañado al piano por Bebo Valdés, hacen silencio.

Terminada la canción regresan las nostalgias y y los recuerdos. “Qué Habana aquella. Si tenías cuatro pesos en el bolsillo, los fines de semanas podías beber cerveza y bailar con tu pareja escuchando a Benny Moré en el Alibar. o ver a la Lupe en La Red y si tenías un poco más de dinero, ibas a Tropicana, donde el Caballón (Bebo Valdés) acompañó a Nat King Cole cuando estuvo en La Habana”, rememora uno de los ancianos.

Hernán cierra los ojos como si quisiera atrapar el pasado. “Sí señor, qué Habana aquella. Los bares con sus victrolas y en cualquier fonda te comías una completa y en los timbiriches, una frita por diez centavos o un pan con bistec de res por quince centavos”. Cerca, dos habaneros jóvenes escuchan. Hernán les pregunta cuándo fue la última vez que comieron camarones enchilados, pargo asado o bistec de palomilla.

“Camarones al ajillo lo he comido un par de veces, cuando unos parientes que viven en Miami me invitaron a un hotel todo incluido. Y carne de res hace tres años que no pruebo ni de la segunda”, responde uno de los jóvenes. Uno de los ancianos comenta: «Has sido más afortunado yo, pues la última vez que comí un bistec de palomilla fue cuando se cayó el Muro de Berlín. Eso fue en la primera quincena de noviembre de 1989 y compré por la libreta mi cuota de carne de res, que ya después el gobierno no la dio más. Todavía las guaguas Leyland circulaban por La Habana”.

Comienzan los chistes. “En Cuba al bistec de res le dicen Jesucristo: se habla de él, pero nadie lo ha visto”. O “en Miami se come el bistec de vuelta y vuelta y en Cuba das mil vueltas y no encuentras un bistec”. Todos ríen. Típico de los cubanos, burlarse de sus propias desgracias. Pero enseguida se ponen serios. Hernán baja la voz y dice: “Ahora todos los días en el noticiero o en el Granma hablan del hambre que están pasando en Estados Unidos. Como si fuéramos bobos. Tenemos familiares y amigos en Miami y esa gente no está gorda por gusto”.

El debate se enciende. Las personas que hacen colas critican al régimen en duros términos. “La princesa Mariela Castro es una cara de guante, decir que ella está preocupada por el pueblo norteamericano cuando aquí la mayoría de los cubanos come caliente una vez al día y no ve la carne hace años. La proteína que estamos comiendo es pollo y salchichas, si tienes suerte de comprarlo después de cinco horas de cola. De lo contrario, como los frijoles están desaparecidos, arroz blanco, boniato hervido y croquetas de averigua que saben a rayo”, expresa alguien.

Todos en la cola coinciden en que si el gobierno no hace profundas reformas económicas y no le da libertad a los campesinos para producir, podría desatarse una hambruna en Cuba. “Que busquen soluciones a la escasez de comida. Porque van a tener que recoger con palas a los viejos muertos por el hambre en la calle”, indica otro.

Mientras la prensa oficial abre fuego con toda su artillería al modo de vida en Estados Unidos, el régimen verde olivo no tiene un plan de salida al complejo panorama interno donde confluyen una pandemia, crisis económica, arcas gubernamentales vacías y un sistema que en seis décadas no ha podido satisfacer la alimentación del pueblo.

Ha habido incapacidad administrativa y política. Y también se ha mentido. Si en archivos, videotecas o internet se revisan los extensos discursos de Fidel Castro, se encuentran innumerables citas asegurando que Cuba exportaría tanta carne de res, queso, leche y productos agrícolas, que se convertiría en una potencia mundial.

Erasmo, un ex ganadero que ahora vende tabletas de maní molido para sobrevivir, hace cincuenta años trabajó en una vaquería ubicada en el Valle de Picadura, en la actual provincia de Mayabeque, una comunidad donde Castro puso a prueba un modelo de producción ganadera que terminó en el más rotundo fracaso.

“En el Valle de Picadura estuvo un científico francés André Voisin, que nos enseñó técnicas modernas de pastoreo para alimentar el ganado. Fidel visitaba la granja a diario. Se hicieron cruces con la Holstein canadiense y con ganado de elevado rendimiento de Estados Unidos. Se les denominó F-1 y F-2 en evocación al comandante. Las vaquerías tenían aire acondicionado en los cuartones de ordeño. Toda la extracción de leche era mecánica. Y de fondo, como terapia para las vacas, una sinfonía de Beethoven que te daba la sensación de haber llegado al paraíso”, explica Erasmo.

Cincuenta años después el Valle de Picadura es una comunidad fantasma. En busca de un futuro diferente, los pobladores más jóvenes huyen hacia La Habana o emigran al país que les facilite una visa.

Cuando en las tiendas por divisas había carne de res, un kilogramo costaba entre 9,80 y 11,80 cuc, dependiendo del corte. Una cifra superior al salario mínimo y equivalente a un tercio del sueldo de un profesional. Diario Las Américas indagó con varias personas radicadas en Miami si son suelen comer carne o son vegetarianos o veganos.

Germán, albañil, dice que come carne de res tres veces a la semana. “Llevo cinco años en Estados Unidos. Al principio, almorzaba, comía y hasta merendaba carne de res. Actualmente diversifico mi alimentación. Yo soy considerado pobre aquí, pues gano menos de dos mil dólares mensuales, pero puedo comprar diversos cortes de carne de res, además de queso, pescado y leche descremada. Claro que el periódico Granma miente. Con el coronavirus se limitó la cantidad de carne a comprar por cada consumidor. Pero te podías llevar a casa tres bandejas que en su conjunto eran más de diez libra de carne de res. Una cantidad que, excepto los mandarines, no come el pueblo cubano en un año”.

Iliana, periodista, precisa que hay varias cadenas de mercados. Unos más caros que otros, pero todos asequibles incluso para personas que viven en la extrema pobreza. “Yo hice mi última compra en Winn Dixie que es un mercado para bolsillos promedio. Pero si vas a la cadena Presidente puedes comprar más barato. Por ejemplo cinco libras de pechuga de pollo deshuesada y sin antibióticos cuestan 9.58 dólares, cinco libras de falda de res 8.18, cuatro libras de carne de cerdo 7.22, diez libras de filetes de pescado 29.07 y dos libras de camarones frescos 16.22 dólares”.

Diosbel, mecánico automotriz, considera que la comida no es un problema en Estados Unidos “Una persona que vive sola y gana un salario mínimo, con 500 dólares desayuna, almuerza y come lo que desee, que no es lo mismo que comer lo que haya, como en Cuba. Aquí los problemas son otros. El alquiler, sobre todo en Miami que es carísimo, o pagar las deudas estudiantiles. Pero no lo comida”.

Amanece en La Habana. La cola en el mercado ya es una aglomeración. Magda, avisa a los ancianos para que ocupen su puesto antes que pasen la lista. “Ya deben tener los estómagos llenos de hablar toda la madrugada de la carne de res y lo que comían antes de la revolución» y sonriente les dice: «Pónganse las pilas, pues si no comerán arroz pelao”.

Hernán tiene el número 82 en la cola. No sabe si podrá comprar pechugas de pollo. Si alcanza, le va pone diez pesos al número 82 en la ilegal lotería conocida como la bolita. De lo contrario, probará suerte en una próxima cola.
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Otra madre cubana arremete contra la dictadura castrista.

Por Carlos Escorihuela.


Ella, como miles de otras madres de Cuba, también acudió a las autoridades en busca de ayuda, y hasta la fecha no recibe una respuesta oportuna.

Otra madre cubana se armó de valor y arremetió contra la dictadura castrista al denunciar las infrahumanas condiciones en las que vive. La mujer reside en el municipio Arroyo Naranjo de La Habana y es mamá de tres hijos menores de edad, de 8, 10 y 12 años.



Daimaris Valdivia González es el nombre de esta madre cubana que a través de un video mostró el deterioro de su vivienda y la precariedad que vive junto a sus pequeños, sin recibir ningún tipo de ayuda del Estado.

Precisó que, es madre soltera y actualmente se encuentra desempleada, por lo que se le hace cada vez más cuesta arriba darles una vida digna a sus hijos.

“Estoy denunciando porque estoy cansada de pasar trabajo ya”.

Dijo la madre cubana.

“No puedo hacer una cola porque no puedo dejar a mis niños solos. Yo no tengo quien me los cuide”.

Aseguró en un video publicado en Facebook por el activista Rafael Leyva Leyva, miembro del Frente Nacional de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo.

Solicitando ayuda sin repuesta del régimen.

Ella, como miles de otras madres de Cuba, también acudió a las autoridades en busca de ayuda, y hasta la fecha no recibe una respuesta oportuna, convirtiéndose en otro ejemplo más para demostrar que al régimen no le interesa solucionar los problemas de los cubanos.

“Nadie, nadie ha venido aquí a preocuparse. Todo es muela, muela y muela, más nada”.

En los últimos días, madres cubanas han manifestado la difícil situación que atraviesan en Cuba, sin contar con el apoyo de ningún ente gubernamental que les tienda la mano.

La mayoría de ellas son mujeres con hijos menores de edad, que al final son quienes más sufren por culpa de las políticas fracasadas que ha implementado el castrismo en la isla.
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martes, 26 de mayo de 2020

Hambre por todas partes.

Por ADN Cuba.


La crisis alimentaria en Cuba  unida a la indolencia e ineptitud  por parte del gobierno cada vez es mayor  lo que se evidencia en las constantes malas decisiones que toman, las cuales afectan a la población nacional.

A raíz de una inquietante publicación que realizara la ingeniera química radicada en Miami Alena López, la redacción de ADN Cuba se dio la tarea de comenzar una investigación al respecto para averiguar las posibles causas que provocaron la muerte de una considerable cantidad de peces en la orilla del vaso de la infraestructura hidráulica Guisa, ubicado en la provincia Granma.

Las imágenes dejan ver un embalse y el cauce de un río aparentemente seco, a lo que se suma una gran cantidad de peces nadando en la superficie con la boca abierta; muertos -al parecer- por la falta de oxígeno. Un desastre innecesario si las autoridades implicadas hubiesen prestado atención a los especialistas del rubro quienes advirtieron que esto podía suceder.

En la publicación realizada en su perfil de Facebook  la ingeniera denuncia la irresponsabilidad de las entidades cubanas y a pesar de no especificar cual fue la que provocó el incidente; si menciona al CITMA, Flora y Fauna y Acueducto y Alcantarillado como las entidades que están fundamentalmente implicadas.

Al profundizar en el tema, una fuente cercana a lo ocurrido cuya identidad prefirió no fuera develada, informó a ADN Cuba que esto tuvo lugar pues autoridades en la provincia decidieron liberar parte del agua de la presa para destinarlas al riego de arroz en la llanura del Cauto. La decisión -según nos informan- fue tomada en contra de lo dictaminado por el director del embalse, quien al no estar de acuerdo con la decisión, advirtió a las autoridades en la provincia Granma que esto podía afectar a los peces.


Aunque hasta la fecha no se conoce detalles de lo sucedido, ni la fecha o la cantidad de peces muertos, definitivamente las malas decisiones como esta en Cuba, quedan en territorio de nadie. Si bien en los medios oficialistas no se ha comentado nada al respecto, las imágenes del hambre en la población pulula  por las redes sociales. ¿Habría sido necesario entonces por salvar la cosecha de arroz, sacrifican a tantas decenas peces que se hubiesen destinado a la población nacional?

Según refiere la FAO   "en los estanques profundos, ricos en fondos orgánicos fangosos, el agua del fondo puede registrar una carencia total de oxígeno (anoxia) durante algunas semanas, y los peces no pueden vivir en ese sitio. Más adelante, cuando se produce la mezcla total de la masa de agua, esa agua anóxica puede volver a la superficie, junto con la materia orgánica descompuesta; en ese caso muchos peces pueden morir si no se los ayuda"

Al parecer al aliviar el embalse y dejarlo a una baja capacidad de agua, la masa de peces se quedó sin suficiente oxígeno lo que provocó este lamentable episodio.

La muerte de todos los peces en la presa Guisa es sólo una parte del problema pues lo más grave es la falta de respeto a las leyes ambientales en Cuba dictaminadas por la propia Asamblea Nacional: “El Estado protege el medio ambiente y los recursos naturales del país. Reconoce su estrecha vinculación con el desarrollo económico y social sostenible para hacer más racional la vida humana y asegurar la supervivencia, el bienestar y la seguridad de las generaciones actuales y futuras. Corresponde a los órganos competentes aplicar esta política. Es deber de los ciudadanos contribuir a la protección del agua, la atmósfera, la conservación del suelo, la flora, la fauna y todo el rico potencial de la naturaleza”.

La presa Guisa fue construida fundamentalmente para la regulación del río Guisa, y compensación con el embalse Corojo, destinada mayormente al riego de cultivos y abasto de agua a zonas ganaderas, Acueducto y Alcantarillado. Según menciona el sitio oficialista cubano ECURED https://www.ecured.cu/Embalse_Guisa_(Granma), el principal objetivo del embalse es la regulación del río Guisa, y compensación con el embalse Corojo para el riego de cultivos de arroz, y abasto de agua a zonas ganaderas de la Empresa Pecuaria La Bayamesa, la UEB Acueducto y Alcantarillado Bayamo, Empresa Taichi S.A., el CAI Arrocero Fernando Echenique, entre otras.
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Un paso hacia la dolarización de su economía.

Por María Fernanda Muñoz.


Necesitando cada vez divisas, el régimen cubano da pasos modestos hacia la dolarización del país, luego de permitir que operaciones en el comercio minorista se realicen en dólares americanos, según la resolución 73/2020 del Banco Central de Cuba.

En lo que parece ser un ligero guiño a la dolarización de Cuba y con una conversión monetaria cada vez más distante, el régimen se “sacude” la complicada dinámica de la doble moneda y también establece la disposición del Banco Central de Cuba que podrán importarse productos con la utilización de las tarjetas magnéticas.

De momento, este último punto será efectivo en las cadenas autorizadas para la venta en divisas, abiertas por el régimen cubano a finales del año pasado, como una medida para percibir dólares, luego del incremento de sanciones de la administración estadounidense.

Permite la disposición legal que los cubanos, en los comercios que dispongan la modalidad en dólares, recibir los pagos mediante tarjetas, teniendo como respaldo sus cuentas bancarias nacionales.

Sin embargo, en el caso de la importación de productos, los cubanos tendrán que pedir un permiso especial ante el Banco Central de Cuba para la apertura de otra cuenta, esta mediante el Banco Financiero Internacional S.A; esto además estará disponible para las agrupaciones ya aprobadas por el Ministerio de Comercio.

Esta resolución del Banco Central de Cuba echa al suelo la resolución 275 de 2019 y autoriza a los cubanos con cuentas en dólares en los bancos del país, que puedan realizar operaciones en dólares americanos, o bajo el sistema de doble moneda: CUC o CUP, en los puntos de venta de los comercios, acceder a los cajeros automáticos o mediante otros mecanismos disponibles.

Depósitos desde el exterior.

Con esta disposición, el régimen cubano consigue ser el canal de los depósitos que realicen los cubanos en el extranjero a sus familiares en la isla, aunque no se especifique al momento de esta nota, cual es el monto de todas las operaciones, que seguramente, dejará un porcentaje a las arcas del Estado.

Sin embargo, sí se conoce cómo ocurrirá con los depósitos en dólares, al que le aplicarán un impuesto del diez por ciento: por cada 100 dólares depositados, 10 serán descontados.


La resolución del Banco Central de Cuba autoriza que las cuentas nacionales dispuestas en dólares americanos, puedan recibir así transferencias extranjeras, así como depósitos en distintas monedas que podrán ser consumidas por los cubanos en la isla, en las tiendas que así lo dispone el Estado.

En diciembre del año pasado, la cartera económica de Cuba descartó la unificación monetaria como paso a seguir, un proyecto que lleva más de siete años en estudio, una deuda pendiente del dictador Raúl Castro.

Por su parte, Miguel Díaz-Canel ancló la definición de esta medida hasta que realizaran un “aseguramiento político”.
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Cubanos se ganan la vida con los restos de la central nuclear de Juraguá.

Por ADN Cuba.


A Michel Estrada lo apodan “El Picapiedras”, porque vive de vender los restos de la Central Nuclear de Juraguá. Cada mañana Michel recorre varios kilómetros hasta los edificios de la central para arrancar a mandarria el alambrón guardado dentro del concreto.

Michel vive de ese oficio informal y raro, pues no tiene un empleo fijo. En otro tiempo tuvo un trabajo estatal, pero lo perdió al reclamar por actos de corrupción en su empresa. Ahora hace lo que sea para alimentar a su familia.

A parte de los peligros de la “profesión” - subirse a veces a más de 10 metros sobre vigas estrechas- , los picapiedras enfrentan otros riesgos. Como su actividad no es legal, a veces la policía le decomisa el “alambrón” que saca de las instalaciones o le pone una multa. Así pierde todo un día de trabajo agotador.

Michel es uno de tantos cubanos que no tiene como ganarse la vida formalmente. Vive en el pueblo fantasma a pocos kilómetros de la Central, un lugar edificado para la gente que trabajaría en la megaestructura, pero que quedó en stand by, como el sueño atómico de Fidel Castro.

La planta nuclear de Juraguá comenzó a erigirse a inicios de la década de 1980 siguiendo el modelo de la central soviética de Chernóbil, donde pocos años más tarde se registró el mayor accidente nuclear de la historia.

Representaba la oportunidad de lograr un sueño largamente acariciado por la revolución cubana: poner fin a su costosa dependencia del petróleo.

Al derrumbarse la URSS en 1990, también cayó la ayuda económica a la Isla, indispensable para terminar la planta de Juraguá. Solo uno de los cuatro reactores planificados pudo terminarse.

Fidel Castro buscó durante algún tiempo socios internacionales para concluir una obra que se había convertido en un emblema de su legado político.

En septiembre de 1992, frente a los trabajadores de la planta, anunció finalmente: “No tenemos otra alternativa que detener la construcción”. La República de Cuba había invertido por entonces mil 100 millones de dólares.
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lunes, 25 de mayo de 2020

Interrogando a Lezama Lima (x).

Textos extraídos de "Recopilación de texto sobre José Lezama Lima", serie Valoración múltiple, Casa de las Américas, 1970

Jean-Michel Fossey: Usted dirigió sucesivamente tres revistas literarias antes de fundar -junto con Rodríguez Feo- Orígenes, que llegó a ser la revista más importante del idioma. ¿Podría decirme lo que sacó de esta experiencia?

Lezama Lima: (...) Orígenes, que hicimos en colaboración con Rodríguez Feo, (...) a mi manera de ver, resolvió un criterio de selección cubano-hispanoamericano y lo que se hacía en ese momento en el mundo. Llegamos a publicar un capítulo de las Memorias de Santayana que sigue inédito en inglés, la primera traducción de los Cuartetos de Eliot, los poemas de Williams, algunos textos de Macedonio Fernández, un cuento de Albert Camus y los cinco primeros capítulos de Paradiso. Sumaban varias generaciones. La revista en el extrajero despertó una enorme curiosidad y simpatía. Esa frase de que "era la mejor revista del idioma", es de Octavio Paz. (...) Creo que, en general, toda experiencia de revista parte de ahí. Roberto Fernández Retamar, que ahora dirige la revista Casa de las Américas, desde muchacho estuvo en la revista Orígenes y, desde luego, vio muy de cerca lo que es un taller de tipo renacentista, creando en una gran casa animado por músicos, dibujantes, poetas, tocadores de órgano ... De tal manera que, cuando un número salía, parecía la vecinería de un barrio cuando sale el pan, en la fiesta de la mañana, con esa alegría que percibimos también en los coros de la catedral, cuando todos los barrios, todos los oficios concurren al misterio de la alabanza.
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Interrogando a Lezama Lima (ix).

Textos extraídos de "Recopilación de texto sobre José Lezama Lima", serie Valoración múltiple, Casa de las Américas, 1970

Ciro Bianchi: Hablemos de Orígenes. ¿Cómo surgió la revista y por tanto, el grupo? ¿Qué la mantuvo?

Lezama Lima: Nos conocíamos Ángel Gaztelu, Guy Pérez Cisneros, Gastón Baquero, Virgilio Piñera, Justo Rodríguez Santos, y el momento era propicio para hacer revistas. Casi todos, los escritores jóvenes, tenían el mismo desenvolvimiento, y en sus revistas está la verdadera historia del espíritu. No me imaginaba que lo que andando el tiempo se convirtiera en lo que fue, hubiese surgido con notoria indiferencia. Era el espíritu venciendo una coraza de dificultades. Recuerdo que en una ocasión en una librería, ante el asombro de mis asombros, un señor bibliómano buscaba la edición completa de Espuela de Plata. Este señor que no tenía ninguna conexión espiritual con nosotros y que jamás se hubiese interesado en el surgimiento de la revista, se acercaba como una hiena para reconstruirla. En el momento de su nacimiento estaba completamente adormecido porque esos señores nunca se daban cuenta de nada y cuando la campana llega a sonar en su oídos, el badajo es de palo. La raíz de Verbum, de Espuela de Plata, de Nadie Parecía, de Oírgenes fue la amistad, el trato frecuente, la conversación, el paseo inteligente. Estábamos muy al lado de los pintores Lozano, Mariano, Portocarrero, y de los músicos, Ardévol, primero, Julián Orbón, después. Esta amistad está por encima de hacer o no hacer revistas, porque las revistas fueron desapareciendo y la amistad ha subsistido. Claro que este tipo de amistad intelectual es extremadamente complicada, sutil, laberíntica, hecha de avances y retrocesos como la lucha de siempre entre el toro y la sutileza del cordel mediterráneo. Más entre nosotros en que el cordel está hecho por la fibras demoníacas del henequén que es, como todos sabemos, una cactácea donde a veces en el desierto el diablo se recuesta para preparar sus próximos paseos por la Plaza de la Catedral, donde busca adormecerse a la sombra de los campanarios, como en el cuento de Villiers. He hecho este distingo para expresar que la amistad, cuando de veras es creadora, no es tan sólo un disfrute, sino punzadora, a veces implacable, con misteriosas pausas, como sumergida por debajo del mar. Pero en la raíz del grupo de pintores, músicos, escritores, estaba implícito en todos ellos la tendencia a la universalidad de la cultura, a la búsqueda de nuestro paisaje (no se puede olvidad que esa fue una época de un gran pesimismo) y yo me creí obligado a levantar el mito de la insularidad en mi Coloquio con Juan Ramón Jiménez. Y sobre todo que la expresión es una experiencia total siguiendo la gran tradición griega cristiana, pues ahí coinciden Platón y San Agustín, que estaban acordes que era lo mismo hacer el bien que combatir el mal, y hacer un poema es el mejor gesto de protesta contra los poetastros pimpantes.
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Interrogando a Lezama Lima (viii).

Textos extraídos de "Recopilación de texto sobre José Lezama Lima", serie Valoración múltiple, Casa de las Américas, 1970

Tomás Eloy Martínez: ¿Cmo ha concebido usted la amistad?

Lezama Lima: (...) Toda amistad, (...) se me presentó como una forma de devoración.

Al salir hacia el mundo, yo comenzaba a verme, a verificarme en los demás.
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Interrogando a Lezama Lima (vii).

Textos extraídos de "Recopilación de texto sobre José Lezama Lima", serie Valoración múltiple, Casa de las Américas, 1970

Jean-Michel Fossey: ¿Siempre ha recibido el apoyo de sus congeneracionales?

Lezama Lima: He sido un solitario que cultiva el diálogo con fanatismo. Creo en la intercomunicación de la substancia, pero soy un solitario. Creo en la verdad y el canto coral, pero seguiré siendo un solitario. Participo, converso, me paro en la esquina y miro entorno, pero sigo siendo un solitario. Creo que la compañía robustece la soledad, pero creo también que lo esencial del hombre es su soledad y la sombra que va proyectando en el muro ...
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Murió Héctor Gallo, el espía cubano que avisó de la invasión por Bahía de Cochinos.

Por Carlos Cabrera Perez.


Acaba de morirse en La Habana el hombre de Barbarroja que avisó -un año antes- que la invasión a Cuba iba a producirse por Bahía de Cochinos, pero quizás las crónicas de ocasión pinten a Héctor Pascual Gallo Portieles (Campo Florido, 1924 - Alamar, 2020) como el viejito artesano, afable y dicharachero de la zona 10 de Alamar donde, reinventándose una vez más, creó el Jardín de los Afectos.

Militante del Partido Socialista Popular (PSP), Gallo salió con su primo Benito desde su natal Campo Florido hacia Guanabo, donde ambos se hicieron barberos; Gallo en la barbería del centro del pueblo, su primo en La Conchita, donde se jubiló.

Fabián Escalante Font, por esa época un joven oficial del servicio secreto cubano, se "quemó" en Costa Rica, donde se desempeñaba como Encargado de Negocios, y Manuel Piñeiro Losada, Barbarroja, viceministro técnico del Ministerio del Interior (que era la Inteligencia en esos años), mandó entonces a su agente "Mayo" a reemplazar al achicharrado "Roberto" en San José.

Gallo Portieles (Mayo) se desempeñaba como Encargado de Negocios cuando, una tarde de 1960, llamó un guatemalteco a la puerta de la embajada y Emilia lo hizo pasar con la educación republicana de esas mujeres cubanas que manejan como pocas la feminidad y la decencia.

Tengo un hijo enfermo y necesito mil dólares para curarlo, yo he desertado de los campamentos de Retalhuleu (Guatemala) y sé por dónde será la invasión a Cuba, dijo el hombre. Gallo, que antes había sido barbero y convenció a los padres de Emilia de que sería el hombre de su vida, reaccionó como un guajiro playero y le dijo: Solo te puedo dar 500 porque mil es el presupuesto del mes y tenemos que comer y sacarme la cartera dactilar.

El hombre se marchó casi sin despedirse y Gallo siguió trabajando en los temas diplomáticos y en los encargos de Piñeiro. Tuvo suerte, el guatemalteco volvió a los dos días y tranzó por 500 dólares norteamericanos de 1960. Bay of Pigs le soltó al diplomático, que tardó unos minutos, como si estuviera reuniendo el dinero. Pagó y se despidieron.

Mayo se aisló en un cuarto y escribió, en clave, un mensaje para su jefe en La Habana, que -hasta que Fidel Castro, ayudado por Carlos Aldana- lo defenestró, en 1989, conservó el mensaje descifrado de Héctor Gallo Pascual en un cuadro que colgaba de las paredes de su despacho.

De San José, Gallo volvió a La Habana y pasó un mes y medio familiarizándose con Bolivia, solo el día antes de volar a La Paz, Piñeiro le comunicó que formaría parte del team de infiltración de un jefe guerrillero y su núcleo de confianza y le pidió matraqueara a Inti Peredo (Primero), y Héctor Gallo Portieles fue Segundo, pero de aquella misión apenas hablaba.

-Gallo, ¿a ti no te sorprendió ese viaje de Tania (la guerrillera), empeñada en llevar a Ciro Bustos y Regis Debray al campamento del Che, dejando el jeep en Camiri con una agenda dentro con toda la estructura de la red urbana en La Paz?

-No lo recuerdo, quizá le pudo el nervio alemán de que todo saliera perfecto, pero no creo que esas fueran las instrucciones de Manila.

-¿Pudo ser racismo o tú crees que fueron instrucciones de la Stasi?

-¿Qué es eso?, preguntó señalando con el dedo a una bandeja que reposaba bajo un expositor de cristal del restaurante madrileño.

-Bacalao rebosado.

-¡Coño, eso es lo que vamos a comer!

Tras su salida abrupta de La Paz, Gallo fue a parar a Madrid, donde estableció unas magníficas relaciones con el Almirante Luis Carrero Blanco, al que la banda terrorista ETA mató haciendo volar su coche por los aires con toneladas de dinamita colocadas bajo la calle por donde circulaba diariamente para ir a misa.

Carrero Blanco, un duro del franquismo que miraba con recelo a los reformistas, era el jefe de los servicios secretos españoles y ayudó a la revolución cubana con el envío de 100 capataces para la industria cubana y promovió el desembarco en la isla del empresario Eduardo Barreiros.

-¿Gallo, tú tenías datos de Inteligencia de que iban a matarlo?

-Cuando muere ya yo no estaba en Madrid, pero lo sentí mucho. Fue un buen amigo de Cuba y yo tuve... te lo voy a contar, pero no lo publiques hasta que yo muera, ¿de acuerdo? Su mujer lo abandonó y se escapó a Lisboa con un maromero de circo; Franco me convocó al Pardo y pidió ayuda. Solicité permiso a La Habana y me dieron luz verde... teníamos que hacerlo, Franco fue siempre solidario con la revolución, bueno, di mejor que un gallego que simpatizaba con hijos de gallego antiimperialista... es muy largo eso, ¿lo entenderán los jóvenes?

Posteriormente, Héctor Gallo Portieles fue promovido a embajador y se jubiló tras acabar su misión en Kampuchea, donde Pol Pot masacró a la población y el se encerró en la embajada para no ver la sangre correr por contenes y calles. Lloró sin consuelo e informó a Cuba de toda aquella locura criminal.

Y asi murió Mayo, que permutó su casa del Vedado para poder darle un apartamento a una de sus hijas y él se fue a vivir a uno de los bajos de un edificio yugoslavo de la zona 10 de Alamar, ese barrio con plus trabajo, que agrede el ornato público y sobrevive de espaldas al mar.

Allí se reinventó creando el personaje de artesano gestor del Jardín de los Afectos, hecho con lo que recogía de la basura y su vivaz imaginación: "Nuestro mejor vino, vino la luz... Nuestro mejor disparo, ¡PAN!..."

La voz popular corrió que un artista de ochenta y pico de años había nacido en Alamar y hasta allí fueron llegando turistas que -admirados- donaron dinero y financiaron pequeñas acciones plásticas de Gallo, feliz entonces por el nuevo espacio creado, que fue extendiendo con la complicidad de los vecinos y convirtió en Parque de los Afectos, hasta que llegó el cabo Cason y mandó a parar.

James Cason, jefe entonces de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, era el blanco favorito de la artillería mediática del castrismo y Gallo lo atendió con la amabilidad con que Emilia hizo entrar en la embajada al guatemalteco que pondría a su marido en la historia de Cuba.

Cason volvió muchas veces y en todas se reían porque Gallo le contó que el colmillo de león que colgaba de una de sus cadenas era del león del zoológico de 26, que se había hecho vegetariano. Mientras hablaban, el viejo espía medía cuánto rabo traía el diplomático norteamericano y, en proporción al número e intensidad del seguimiento, así redactaba luego el informe de visita para el respetuoso oficial de la Contrainteligencia que controlaba los afectos del viejito artesano.

En 2001, la revista Moncada quiso aprovechar la celebración del 40 aniversario de Playa Girón para rendir el debido homenaje a Héctor Pascual Gallo Portieles, el agente Mayo de la Dirección General de Inteligencia de Cuba, y reveló aquel lance operativo de 1960, en San José de Costa Rica.

Unos días más tarde, recibió una grosera llamada del Gallego Fernández: ¡Coño Gallo, tú estás comiendo mierda, recuerda siempre que el golpe principal de Girón lo adivinamos gracias al genio militar del comandante en jefe! y colgó con la displicencia habitual de aquel santiaguero, sectario y tracatán de Fidel y Raúl Castro.

Descansa en paz, Mayo; siento mucho no hayamos podido ir a Miami para que te reencontraras con aquel secreto que guardabas de niño pobre enamorisqueao de una niña rica de Campo Florido que, lógicamente, te dio calabazas; aunque la tarde que la invité a un vino blanco y le hablé de ti, se le aguaron los ojos.

-¿Usted podría llevarle a Hectico un presentico de mi parte?

Te lo llevé y fue la única vez que te vi nervioso. Ya en Rancho Palco, mientras esperábamos que nos sirvieran, abriste el paquete y era un frasco de colonia Yardley, la reproducción en blanco y negro de una foto de ustedes dos que ella no recordaba si había sido en Campo Florido o Guanabo y un disco de Olga Guillot con aquel número que te arrebataba: Voy viviendo ya de tus mentiras...
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sábado, 23 de mayo de 2020

El escritor sitiado.

Por Roberto Madrigal.


He repetido hasta el cansancio que no me atraen los documentales, ya que, salvo raras excepciones, todos están guiados por los objetivos del realizador, quien edita lo que recopila con el fin de probar su tesis. Por lo general me resultan predecibles, aunque siempre hay unos más predecibles que otros.

A pesar de sus buenas intenciones, de cuyo lado estoy, el documental Letters to Eloise, de la realizadora cubanoamericana Adriana Bosch, es más de lo mismo. Supuestamente parte de las cartas que Lezama Lima escribió a su hermana Eloísa, quien partiera a un exilio temprano y que fueran publicadas por Verbum en 1998. Pero en realidad, al cabo de unos minutos, las cartas, leídas en inglés por el actor británico Alfred Molina, pasan a un segundo plano.

El propósito del filme es demostrar la censura y ostracismo que padeció Lezama Lima por parte del gobierno cubano a través de sus esbirros culturales. Para ello utiliza mayormente el testimonio de varias cabezas parlantes, método trillado y convencional del género, intercalando a profesores y especialistas de las dos orillas principales de la cultura cubana. Unos con conocimiento personal de Lezama y otros, estudiosos dedicados a su obra. Bosch trata de balancear la presencia entre los de “aquí” y los de “allá” para supuestamente dar un equilibrio a las opiniones, aunque todos coinciden unánimemente en apoyar las metas de la directora.

Los primeros cincuenta años de la vida de Lezama se diluyen en los primeros minutos del documental. Mayormente se refieren al personaje y no al ser humano, con algunas pinceladas de sobra conocidas de la vida familiar. Luego se concentra en su vida pública después del triunfo castrista.

Entre los que tienen un conocimiento personal de Lezama, se encuentran José Prats Sariol, Jesús Barquet, Reynaldo González, Enrique Sainz y César López. Entre los que tienen conocimiento más bien libresco del autor, están Enrico Mario Santí, investigador de su obra, César Salgado y Lillian Guerra, especialistas en su obra, Roberto Méndez, encargado de la edición de 2010 de la valoración múltiple de la obra de Lezama, originalmente publicada en 1970, ambas a encomienda de la Casa de las Américas, Margarita Mateo, destacada crítica literaria residente en la Isla y Antonio José Ponte, quien se especializa más bien en el grupo Orígenes. Para reforzar las opiniones de los especialistas, se contó con la participación de Mario Vargas Llosa, quien conoció a Lezama y que se expresa de forma muy articulada, como siempre, señalando puntos importantes, pero sin aportar nada novedoso ni personal. También aparece el profesor Emilio Bejel.

Muy poco de nuevo se “documenta” en esta obra. Se hubiera agradecido más presencia del testimonio personal de quienes lo trataron. Aparte de Cesar López, que parece más despistado que otra cosa, y de Emilio Bejel, que se limita a insustancialidades, el resto de los entrevistados está muy bien, con un discurso muy coherente, pero que resulta repetitivo. Demasiado homenaje, demasiada reverencia. No es culpa de ninguno de ellos, sino de la realizadora que impone los límites de la entrevista. Se extrañan testimonios como el que hace Eliseo Alberto en el documental En un rincón del alma.

En general, no se detalla ninguna crítica directa de Lezama Lima contra el sistema. En las cartas, sus quejas se refieren al deterioro de la familia y a la escasez alimentaria que padecieron todos los cubanos en los momentos en que se escribían. Hay algunas en las cuales expresa su alegría por la publicación de Paradiso, añadiendo incluso que en ningún otro país del mundo se atreverían a publicar una novela de 600 páginas, así como el jolgorio ante la publicación de su poesía completa y la valoración múltiple, en el año 1970, en el cual probablemente se reunió por última vez con tantos amigos.

El tema del homosexualismo de Lezama se limita a la recapitulación y reinterpretación del capítulo 8 de Paradiso, que alguien señala como su salida del clóset, pero no hay ninguna revelación acerca de su vida personal como homosexual. Su matrimonio con María Luisa, más que de conveniencia, se expone como una concesión al deber familiar, ya que su madre le insistió que lo hiciera.

Son necesarios entonces los testimonios de los entrevistados para establecer su disidencia política, pero eso no es documento. La película se desvía hacia el caso Padilla, en el cual fue incriminado Lezama y de ahí sigue a la etapa final de su vida, en la cual fue abandonado por muchos a quienes creía eran sus amigos. Se destaca su participación en el jurado que premió al libro de poesía de Padilla en 1968 y en lo que me parece un disparate, la doctora Lillian Guerra, profesora de la Universidad de la Florida, dice que los jurados de los premios en Cuba los escogían los escritores, y que a Lezama lo escogieron por su audacia y honestidad. Discrepo de ello, en Cuba todo lo deciden los comisarios culturales, que precisamente son alérgicos a la audacia y la honestidad, lo que pasa es que no son infalibles.

Al insistirse que Lezama hacía una literatura que no se ajustaba a los patrones revolucionarios, por elitista y refinada, por además reivindicar los valores tradicionales cristianos de la familia cubana, razón principal por la cual se le fue eliminando paulatinamente, se echa de menos una exploración del papel de las nuevas generaciones de escritores de aquel momento, quienes desde el punto de vista literario también rechazaban la obra de Lezama, y entre quienes se destacaban Padilla y José Baragaño. El primero redactó lo que según Cabrera Infante era un “salvaje ataque contra Lezama, que publiqué en el magazine [se refiere a Lunes de Revolución] que era casi una condena oficial no sólo a la persona sino al arte poético de Lezama. Cuando lo vi publicado, tuve la impresión de que se había soltado una jauría contra un hombre atado”.

Lezama, en una salida aristocrática, muy a la altura de su persona y de su literatura nunca se dio públicamente por aludido, porque como continúa Cabrera Infante en Mea Cuba en una conferencia patrocinada por la propia revista Lunes de Revolución se limitó a decir refiriéndose oblicuamente al grupo que le atacaba: “…era propio de la juventud cometer excesos, la juventud literaria comete excesos literarios. Lezama era la personificación de la generosidad, en la literatura y en la vida, verboso tanto como generoso”.

Las escenas recreadas dramáticamente no aportan mucho al documental, se mueven entre la cursilería y el melodramatismo, por suerte son breves. La repetición de la escena inicial de una joven Eloísa alejándose en medio de la lluvia, protegida por una sombrilla y un pañuelo en la cabeza, que mira por encima de su hombro con una sonrisa, mientras se escucha la hermosa, pero también melosa música compuesta por Arturo Sandoval, me parece un excesivo melado cinematográfico.

En parte el documental está hecho con el público americano en mente y la reunión de opiniones y materiales resulta válida e importante para dar a conocer la obra del poeta más allá de las fronteras que físicamente apenas cruzó. Lezama Lima fue un grande de la literatura cubana que fue víctima de un proceso demoledor al cual inicialmente le dio la bienvenida pero que pronto terminó siendo implacable con él (y con muchos más). Pero en este documental, a pesar de que Lezama tuvo muchos enemigos que nunca se buscó, sitiado por muchas facciones, a quien probablemente mató la tristeza del abandono de sus colegas y la desintegración de su familia, la víctima está demasiado victimizada. El poeta merece admiración, no idolatría.
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miércoles, 20 de mayo de 2020

Interrogando a Lezama Lima (vi).

Textos extraídos de "Recopilación de texto sobre José Lezama Lima", serie Valoración múltiple, Casa de las Américas, 1970

Ciro Bayo: ¿Tuvo amigos entre los que encontró apoyo? ¿Algún poeta mayor?

Lezama Lima: Ya le he hablado de la amistad que existía entre nosotros, que más que amistad es lo que la Biblia llama la familia del espíritu. Todos esos amigos míos fueros un estímulo y lo son aún, pues me convidan a lo más noble y a lo más bello, y ya por el año 1936 conocimos a Juan Ramón Jiménez. A él le debo las cordiales frases que me dedica al final de mi Coloquio. Yo le había entregado para que lo leyera mi Coloquio y cuando me lo devolvió le había añadido el párrafo final, aquel que dice: "Con usted, amigo Lezama, tan despierto, tan ávido, tan lleno, se puede seguir hablando de poesía siempre, sin agotamiento ni cansancio, aunque no extendamos a veces su abundante noción ni su expresión borbotanto." Colaboró Juan Ramón en todas las revistas que hicimos y hasta el final nos acompañó con sus consejos, con su ejemplo, con su poesía. Por aquellos años también estuvo entre nosotros otro gran espíritu inolvidable, María Zambrano. Ella escribió las admirables páginas de "La Cuba secreta" donde estudia con gran fineza y profundidad lo que para ella era Orígenes. El doctor Pittaluga también fue un gran amigo de todos nosotros. Fue un caballero y un sabio. Supo llevar su destierro con una gran dignidad. A veces se reunía con nosotros y nos hablaba de sus viajes, de sus expediciones científicas. Era un estilo viviente, sabía citar un clásico o fumarse un tabaco en una forma incomparable. Año más tarde estuvo con nosotros el gran poeta Luis Cernuda, y aunque en apariencia era áspero y retraído, con nosotros fue comunicativo y cordialísimo, Otro gran poeta, Wallace Stevens, que tiene un precioso poema que se llama Discurso académico en La Habana, nos mandaba sus libros, nos escribía cartas cuando nosotros le enviábamos los nuestros y mostró siempre gran interés por las imágenes que el recuerdo de lo cubano despertaba en él.
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Interrogando a Lezama Lima (v).

Textos extraídos de "Recopilación de texto sobre José Lezama Lima", serie Valoración múltiple, Casa de las Américas, 1970

Ciro Bianchi: Ya desde sus años de estudiante se revela usted como un auténtico poeta. ¿Por qué estudió Derecho y no una carrera más cercana a su vocación literaria?

Lezama Lima: Yo pensé siempre estudiar Derecho y Filosofía y Letras, pero como usted recordará la universidad estuvo cerrada tres años por Machado y dos por Batista. Me hice abogado pero tuve que comenzar a trabajar y ya usted ve, muchos años después hacemos una gustosa pausa en el trabajo para dialogar con usted y disimular mis vacilaciones ante su interrogatorio. Pero recuerde la estrofilla de San Juan de la Cruz que dice: "Religioso y estudiante, religioso por delante." Ya yo en aquella época había preferido ser un estudioso y abandonarme como todo poeta incipiente a la voluntuosidad de la más variada lectura.
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Interrogando a Lezama Lima (iv).

Textos extraídos de "Recopilación de texto sobre José Lezama Lima", serie Valoración múltiple, Casa de las Américas, 1970

Ciro Bianchi; ¿Cómo acogió su familia su decisión poética?

Lezama Lima: Al morir mi padre el núcleo esencial de mi familia se redujo a mi madres y dos hermanas. Mi madre siempre fue en extremo comprensiva de mi decisión poética. Mi madre era una criolla que se había hecho en la emigración revolucionaria. Mi madre y mis tíos habían visto en la emigración los relámpagos de José Martí y oído los acentos proféticos de la elocuencia de Sanguily. Mi abuelo había sido colaborador de Patria, el periódico de Martí. En el libro de Joaquín Llaverías sobre los periódicos de Martí, aparecen mi abuelo y su hermano Carlos como colaboradores de ese periódico. Mi tío abuelo había sido muy amigo de Malpica y Rosell, aquel gran amigo y devoto de Julián del Casal. En el Diario de este último aparecen varias referencia a él. En mi casa de hablaba constantemente de lo cubano, de sus poetas, de la nostalgia, "de aquellas sombrías nochebuenas en Jacksonville". Tanto mis dos hermanas como yo fuimos educados por nuestra madre en esa tradición.
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martes, 19 de mayo de 2020

Los agentes transmisores.

Por Rogelio Orizondo.


Mi papá odiaba a Los Van Van.

No sentía la misma indiferencia que con los discursos de Fidel.

O, para ser exactos, ante esos fragmentos que, casi al azar, interrumpían el final de la película o el concierto grabado en el casete de video, donde aparecía Fidel y hablaba. Él lo miraba serio por unos breves instantes y después hacía un gesto o una mueca o un comentario aplastante, e, inmediatamente, la imagen desaparecía como por arte de magia.

Ante Los Van Van sentía real repulsión. Él entendía perfectamente lo que había hecho musicalmente Juan Formell junto a los padres fundadores. Pero eso ya él lo había visto en Los Beatles. Y ante la puerta al carnaval, el trago de ron, y el baile del buey cansao, mi papá prefería otra puerta, la que le abriera su mente de otra manera y no el cuerpo.

Mi papá y su generación pudieron sentir cómo era viajar con un psicodélico sin probarlo. Quizás era más fácil en el mundo donde esa música estaba surgiendo, donde la experimentación sin límite de la libertad mental proporcionada por el consumo de sustancias, algunas naturales y algunas químicas, te permiten viajar y entender que la existencia va más allá del relato en el que está incluida.

Pero en la Cuba socialista de los sesenta y los setenta escuchar The Doors, Led Zeppelin, Pink Floyd o Emerson, Lake and Palmer, sin saber jamás qué es la marihuana, el hongo o el ácido, era tremenda locura.

Mi papá, que estudiaba medicina, estoy seguro que entendía perfectamente el efecto que esas sustancias provocan en el cerebro. Y no necesitaba consumirlas porque las entendía. Eso lo puede pensar mucha gente igual, sin estudiar medicina o leer mucho. Gente que haya vivido en Cuba en esa época o gente de cualquier parte del mundo.

Pero igual hay puertas. Y si algo bueno tiene experimentar esas sustancias es que uno entra a la puerta que quiera entrar. En algunas, los relatos no existen.

Mi papá, fanático de los relatos, necesitaba la música para escapar de ellos.

Él pudo ver, adolescente, la trayectoria de Los Beatles, desde que empezaron a experimentar con la música hasta que experimentaron con las letras. En su cuarto tenía una colección de recortes, fotos, discos, casetes, libretas y diarios sobre Los Beatles y sobre el resto de los grupos que le gustaban.

Yo crecí rodeado de esas caras y esa información y del sonido del profesor cuando en Another Brick In The Wall Part II da los latigazos.

Era un momento de pocas cosas y muchos tesoros.

Mi papá era especialista en grabar de un LD a un casete y de un casete a otro casete y después de un CD a un casete y después de un CD a otro CD hasta que aparecieron los mp3 y las memorias. Había en el centro del país una red de fanáticos a los mismos grupos. Se pasaban la música, las buenas copias, las portadas para ser fotocopiadas, el libro o la revista. La mayoría eran diestros en el manejo de las agujas y los cabezales. Cuando el cabezal se estaba gastando, se jorobaba la cinta de lata con el algodoncito que pegaba la cinta al cabezal, y así el sonido mejoraba muchísimo.

Existía otra red, a veces la misma, con casetes Beta, casetes VHS y después con el DVD. La ceremonia de los premios Oscar recuerdo verla muchos meses después, si aparecía, y las películas premiadas, aproximadamente con un año de atraso.

Luego apareció una tienda estatal, donde había que inscribirse y pagar una cuota anual en divisa por cada película que uno rentaba. En Santa Clara la tienda se llamaba Video Centro. Todos los fines de semana traían películas nuevas. Pasado un tiempo, vendían los casetes y uno podía tenerlos para siempre, así, con una fotocopia impresa en Cuba y una cajita de plástico.

Era muy difícil tener todas estas cosas de mi papá.

Él las había acumulado poco a poco. En 1984 estuvo de misión en Nicaragua, y pudo traer algunos efectos eléctricos, entre ellos un tocadiscos Sanyo con dos bocinas enormes; bocinas que se conservaron hasta el final y aún existen.

Después mis abuelos se decidieron a vender algunas prendas de oro de mi abuela, cuando se abrieron aquellas casas de cambio o casas del oro que en el centro de Cuba estaban solo en Cienfuegos. En ese momento apareció el video Beta.

Mi papá nunca fue a otra misión, ni tuvo otro salto monetario en la vida. Pero se las ingeniaba para cambiar algunas cosas por otras, vender algunas y ahorrar el dinero de su salario. Por suerte, siempre estuvo actualizado.

Después del divorcio, él iba a mi casa a ver conmigo las aventuras que ponían en la televisión cubana y yo los sábados me iba a su casa a ver alguna película con él. En el hospital le dieron una bicicleta burro, pintada de azul celeste, que él me dio a mí y yo monté gracias a mi tía Mireya. A él le habían dado, antes del divorcio, un Lada azul que por un momento se usó, pero que después rentó y fue otra entrada de dinero. Así pudo actualizarse en el universo del CD y el DVD.

Nunca entendí por qué mi papá había estudiado medicina y no otra cosa. Él me dijo que esa era una buena opción en aquella época y que a él le gustaba mucho su carrera. De hecho, fue profesor en la Facultad de Ciencias Médicas e hizo muchos artículos relacionados con el embarazo porque trabajó siempre en el Hospital Materno de Santa Clara.

De todas formas era un excelente maestro de música, literatura, cine y pelota.

Y tenía un gran sentido del humor.

Mi hermana y yo somos fanáticos a él.

Mi hermana es hija de la mujer que estuvo en su vida después de mi mamá.

Y siempre tuvo con mi papá la relación carnal que yo no tuve.

Pero era demasiado niña para tener la relación teórico cultural que yo tenía con él y, aunque a veces hacía un esfuerzo, se aburría.

Cuando mi padre murió mi hermana quedó desconsolada.

Yo asumí las cosas que había que hacer sin miedo alguno. Y escribí algo de eso en algunos textos que hice para el teatro. Llevé el cadáver a la funeraria, sosteniéndole los pies. Cuando hubo que entrarlo, le dije a la persona encargada de arreglar el cuerpo deteriorado por el cáncer que quería tirar unas fotos, antes y después. En ese momento se me ocurrió decir que lo hacía porque mi papá era fanático a Seis pies bajo tierra y él hubiera querido que yo tirara esas fotos. Pero solo fue algo que me salió. El que quería las fotos era yo, porque sentía que no iba a ver más a mi padre el resto de mi vida.

Mi prima Ibis, a la que yo siempre fui fan porque de niño me hablaba como a un hombre, me dijo que esas fotos no debía conservarlas porque siempre me iban a torturar y aunque no las viera iba a sentir su peso.

Y fue así. Fue un peso que sentí, y que mi cabeza concretó en ese disco duro, en esa carpeta que decía NO MIRAR.

Yo estaba en Santa Clara en un aniversario de la muerte de mi papá y mi hermana quiso que fuéramos al cementerio juntos por primera vez. Lo hicimos. Sentí que había sido una experiencia única. Pasamos por mi casa y yo pensé que era el momento de ver aquellas fotos juntos, de una vez, y borrarlas.

Cuando puse las fotos algo cambió.

El otro aniversario de la muerte de papá fue totalmente distinto.

Mi hermana y yo éramos almas gemelas. Nos conocíamos mejor y sentíamos que algo se completaba en el aire cuando estábamos juntos y hablábamos.

Ella había visto el tatuaje en la espalda de mi amiga Roxana Macías que dice Let it be. Y desde entonces sintió que eso se lo quería tatuar. Porque cuando ella iba desconsolada a llorar o a quejarse con mi papá, él la calmaba diciéndole: let it be.

Yo empecé a planear el tatuaje con ella. Y también me embullé.

En mi caso quería tatuarme Here Comes The Sun, no porque fuera una canción en específico que me recordara a mi padre, sino porque era la que yo hubiera querido oír o ponerle cuando lo estaban enterrando. Lo que más recuerdo de ese momento era que yo estaba cantándome a mí mismo Here Comes The Sun. Yo igual sabía que ese disco él lo adoraba y, a la vez, era el disco de Los Beatles que más me gustaba a mí.

A él lo había marcado otro y una vez me dijo: «en mi lecho de muerte yo pondría Rubber Soul y después Revolver». Pero en su leche de muerte no se puso nada, y él, muy enfermo, no quería escuchar música. Yo, como estaba viviendo su muerte, quería escuchar el sonido del sol. Es una canción alegre. Sentía tan horrible todo. Si vivir ese dolor es necesario, uno tiene que pensar que es para bien. Que por mucha oscuridad que haya en nuestra mente, por muchos golpes que uno se dé y muchos gritos ahogados, uno solo tiene que esperar por el sol, que siempre saldrá, porque uno vive en el trópico. Y la luz también pesa.

Mi hermana y yo decidimos buscar la letra de nuestro padre y tatuárnosla tal cual. Fue fácil, solo encontrar la libreta en que nuestro papá desglosa los discos por canciones y tirarle una buena foto a la letra.

Así lo hicimos y nos buscamos un tatuador en Santa Clara, que terminó siendo un muchacho bastante atractivo, con la piel caliente, básico, pero que mi hermana y yo supimos disfrutar, principalmente ella, por primera vez marcada.

Entonces fuimos al cementerio y pusimos el principio de Rubber Soul y después nuestras canciones preferidas y yo leí, a mi papá, pero más a mi abuela, un poema de Julián del Casal, Flores de éter. También le decía a mi hermana: «Rosalina, qué fuerte esto y qué bonito». Nos hicimos fotos con nuestros tatuajes y en la tumba y las pusimos en las redes sociales, porque los dos estábamos bellos y la belleza hay que celebrarla.

Por eso Dalia, mi sobrina, quiso ir al cementerio también.

Ella creció obsesionada con la muerte de su abuelo, porque nació justamente cando él murió.

Yo se lo expliqué muy básico: «No, Dalila, tú naciste primero, él estaba muy enfermo, ustedes se conocieron y él te cargó. Un tiempo después murió, pero ya tú tenías muchos meses de nacida».

Esto sucede el día en que juego a hacer un documental con ella. Estábamos filmando unos planos en el Parque Zoológico de Santa Clara, que queda justo frente al cementerio. A mí me interesaba el Zoológico para el documental porque se llamaba Camilo Cienfuegos. Pero a Dalila le interesaba ese lugar porque ahí descansa su abuelo. Ella quería aprovechar el momento de libertad con el tío y, con el pretexto de la película, que le cruzara la calle y la llevara al cementerio.

A mí, por supuesto, la imagen me encantó y lo hice. Tuve que decirle que a esa hora no se podía entrar a los niños y por eso la reja estaba cerrada. Una mentira que ella fue deconstruyendo hasta que le tuve que confesar la verdad: «lo que pasa, Dalila, es que la decisión de traerte al cementerio tiene que ser de tu mamá, que para eso es tu mamá. Si ella quiere que yo te traiga, yo lo hago, pero si ella no lo sabe, yo no te puedo entrar».

Ahí fue cuando me dijo lo que pensaba: que mi papá había muerto porque ella había nacido y yo le expliqué que no.

En el otro aniversario de la muerte fuimos los tres.

Dalila no habló mucho, hizo algunas preguntas y eso fue todo.

Mi relación musical con Dalila no puede ser mejor.

Un día estaba dibujando y jugando en mi casa y yo puse Callaíta, de Bad Bunny. Ella no hizo nada, solo dibujar. Después, ya en su casa, me pidió que le pusiera la canción. Mi hermana odia a Bad Bunny, tiene ganas de caerle a galletas. Pero aceptó que yo pusiera Callaíta porque yo le insisto mucho: «mija, esta es muy bella».

La puse. Dalia se sabía la letra y se empezó a mover. Para colmo, mi versión de la canción es la que usa las palabras originales. Y fue una sorpresa total, con el resultado final de que si Dalila quería oír la canción en lo adelante, tenía que ser la otra, porque Dalila estaba acabando.

Y es así.

Y yo estoy muy orgulloso de mi sobrina.

Dalila almacena muchas películas en distintas carpetas de la laptop y elige qué escena quiere ver, qué canción quiere oír y qué historia completa echarse hasta el final. A veces se mete en otras carpetas y ve videos o fotos. Las fotos se las tira a ella misma y a las cosas que le gustan. Ha sabido reconocer y usar objetos viejos que ha visto a su alrededor y tiene, por ejemplo, una mayor memoria de Peter Pan que la que tengo yo. Porque la historia es muy grande, tío. Y no se sabe bien dónde empieza el país y dónde el planeta.

Nada, en estos días del virus escuché Eso que anda de Los Van Van y pensé, de golpe, todo esto.
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Los mendigos de Fidel y Raúl Castro.

Por Tania Díaz Castro.


Los mendigos de Fidel y el General en Jefe Raúl Castro son muchos. Desde la puerta de mi casa los veo pasar a cada momento. En algunos casos son jóvenes mal vestidos, mal pelados, mal comidos, con miradas perdidas. El resto son ancianos encorvados que deambulan porque molestan en sus casas, han dejado de ser útiles, y además porque si reciben algún dinero después de que trabajaron durante años resulta demasiado poco de acuerdo al precio de los productos de primera necesidad, y de los que se venden en moneda convertible.

En ocasiones me saludan. Tal parece que saben…, que no se olvidan fácilmente. Y yo estoy casi como ellos, pero apenas salgo de mi casa, mis piernas no me dejan.

Tan rodeada estoy de los mendigos de Fidel y de Raúl Castro que a diario me recuerdan a aquellos otros que conocí por los años cincuenta del siglo pasado en Camajuaní, mi pueblo natal, provincia de Villa Clara. Eran un puñado de gente muy pobre, tan pobres que no tenían ni dónde caerse muertos.

Les decían “los comunistas de Camajuaní”, porque pertenecían a un partido casi fantasma que no formaba parte de los comicios electorales. Carecían de la membresía necesaria, pero siempre pensando que algún día llegarían a ser los ricos, y no los otros.

Algunos, debo aclarar, no eran tan mendigos como el resto de la claque que aplaudía a todo aquel que llegara de La Habana con nombrecito, saco y corbata. Trabajaban en las fábricas de tabaco, como mi madre y mi tío Juan, ambos de apellido Castro, y vivían en casas mucho mejores, viajaban a la capital para asistir a reuniones, de donde regresaban felices y optimistas después de oír a sus jefes máximos.

Yo los conocí a todos. Recuerdo sus caras, porque muchas veces me quedé dormida oyéndolos sobre las piernas de mi madre, en asambleas apasionadas, siempre a puertas cerradas por si se presentaba la policía.

Pasó el tiempo y hubo un primero de enero de 1959. Aquellos comunistas de antaño comenzaron a presentir un futuro mejor en lo más recóndito de sus corazones, como me ocurrió a mí, y pensaron que su vida cambiaría.

Pero, ¿ser como los ricos - se preguntaban-  mientras el jefe máximo les prohibía la libertad para lograrlo? Cómo llegar a tener propiedades para defenderse: una carpintería, una bodega de productos alimenticios, una tienda de modas, una fábrica de bicicletas o zapatos, una lechería, o un hotel para el turismo.

Por supuesto que los viejos comunistas, gente de pueblo, no pudieron sustituir a los ricos. Se enfrentaron a una realidad de prohibiciones. Conocieron de regaños públicos, de prisión por robar dos libras de frijoles, como le ocurrió a mi tío Joseíto, conocieron el sectarismo y el exilio. Todo era propiedad del pueblo, y como todos eran muchos e iguales, limosnas alcanzaron.

Las fábricas, las granjas, el comercio, las mejores casas y los barrios de los millonarios, como Punto Cerro, La Rinconada y otros, todo lo que los jefes máximos habían arrebatado a los ricos, era propiedad de los jefes máximos: Fidel y Raúl Castro.

Pasó el tiempo y a largo plazo se vio la verdad al desnudo. El jefe máximo y los demás jefes se hicieron millonarios mientras que los pobres eran cada vez más pobres, cuyas casas terminaron deterioradas y cada día tenían menos comida por culpa de una libretica donde si comprabas un par de medias, perdías el derecho de comprar un calzoncillo.

Así siguió pasando el tiempo y hoy, desde la puerta de mi casa, los veo a cada momento. Son los mendigos de Raúl Castro. Y sobre todo, ahora con la pandemia de un mal catarro, sin comida el país, sólo reciben limosnas. Sólo limosnas. Todos tienen hambre. ¿Serán todavía tan comunistas como yo?
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lunes, 18 de mayo de 2020

El espantoso y letal castigo infligido al agente que traicionó a la URSS en la crisis de los misiles de Cuba.

Por Pedro García Cuartango.

El espía ruso Oleg Penkovski.

Oleg Penkovski era coronel del GRU, la inteligencia militar soviética, cuando fue detenido en 1962. Fue torturado y ejecutado salvajemente pocos meses después. Según el testimonio de un compañero, le ataron a una tabla y fue introducido lentamente en un horno crematorio. Sus cenizas fueron arrojadas a una fosa común.

El «pecado» que ocasionó la terrible venganza del GRU fue el descubrimiento de la traición de Penkovski, que había pasado a la CIA durante varios años información altamente confidencial sobre la guerra química, el diseño y la construcción de misiles y la estrategia militar del Kremlin.

Fue este oficial soviético el que entregó a la Agencia cientos de fotografías de los emplazamientos de los misiles de medio alcance que la URSS estaba instalando en Cuba. Esas pruebas desencadenaron la llamada «crisis de los misiles» en 1962, que concluyó cuando Kruschev tuvo que retirar las armas de la isla para evitar un enfrentamiento bélico con Estados Unidos.

Penkovski, hijo de un comandante ruso que combatió contra Lenin, estudió la carrera militar en Kiev. Luchó en el Ejército Rojo contra los nazis y concluyó la guerra con el grado de teniente coronel. Posteriormente, fue enviado a la embajada de Ankara como agregado militar. Y, finalmente, a comienzos de los años 50, fue destinado al GRU por recomendación del general Ivan Serov, jefe del KGB, del que era amigo y confidente desde su juventud.

Hasta su caída en desgracia, Penkovski había formado parte de la cúpula del GRU con acceso a documentación altamente confidencial. Decepcionado por la deriva del régimen comunista, decidió colaborar con la CIA y el MI6 británico a finales de la década de los 50. Desde entonces, pasaba información a sus controladores en Moscú. Nunca cobró dinero ni obtuvo favor alguno por sus informes. Actuaba por convicción.

Según la versión de Christopher Andrew y Oleg Gordievski en su libro sobre el KGB, los soviéticos envenenaron a Penkovski para internarle durante unas semanas en una clínica. Aprovecharon la ocasión para instalar cámaras y micrófonos en su casa de Moscú. Y así pudieron saber que el agente disponía de un pasaporte falso.

Otras fuentes apuntan a que fue delatado por el doble agente británico George Blake, que informó a los rusos que tenían un topo que pasaba información clave sobre los misiles en Cuba a los servicios secretos estadounidenses. Sea como fuere, su detención provocó la destitución del general Serov, su protector, tras la perdida de confianza de Kruschev.

El KGB había grabado un encuentro de Penkovski en el hotel Ucrania con un espía británico llamado Greville Wynne. Y le había sorprendido cometiendo sospechosas faltas en los protocolos de seguridad. Tras haberle filmado y seguido durante meses, le detuvieron por temor a una fuga. Semanas más tarde, la CIA encontró una marca de Penkovski en una farola. En ese momento, sus controladores supieron que ya no le volverían a ver.
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La peligrosa fábula del Fbi.

Por Alfredo M. Cepero.


Según una de sus muchas acepciones en el diccionario de la Lengua Española, una "fábula" es: "Una ficción artificiosa con que se encubre o disimula una verdad". Al mismo tiempo, "peligroso", según el mencionado diccionario, es todo aquello "que tiene riesgo o puede ocasionar daño". Con estas afirmaciones no pretendo causar escándalo ni formular cargos. Solamente me propongo describir en toda su naturaleza traumática la persecución a que ha sido sometido el Presidente Donald Trump en sus primeros tres años y medio de gobierno. Esa persecución fue iniciada e implementada por funcionarios del FBI que ejercieron funciones bajo el gobierno de Barack Obama.

Para el americano promedio, el Buró Federal de Investigaciones es una institución inmaculada cuyos principales objetivos son la persecución de los delincuentes, la defensa de la seguridad nacional de los Estados Unidos y la preservación de los derechos constitucionales de sus ciudadanos. Con ese atuendo se presenta el FBI ante la opinión pública. Y detrás de ese atuendo, el FBI esconde su verdadera naturaleza de organización que lucha por adquirir la mayor porción posible de poder dentro del monstruo insaciable que es el gobierno federal de los Estados Unidos.

Por mi parte, me preocupa que esta fábula sea repetida constantemente por periodistas y políticos de todos los matices. Hasta un analista cuya rectitud y valentía admiro, como es el caso de Sean Hannity, de la Cadena Fox, se refiere a la "cacería de brujas" que ha sufrido el presidente Trump desde que llegó a la Casa Blanca como la conducta del uno por ciento de los agentes del FBI . Hannity siempre se apresura a decir que el restante 99 por ciento de ellos son un ejemplo de integridad. Con ello, traiciona su misión como periodista y le hace un flaco servicio a sus televidentes.

Porque la principal misión del periodista no es regalar elogios sino mantener honestos a los poderosos. Y entre los poderosos, los más peligrosos son aquellos que portan armas y tienen la facultad de formularte acusaciones o hasta de inventarte delitos que pueden enviarte a la cárcel. Ese poder omnímodo crea en quienes lo ostentan un sentido de impunidad que pone en peligro el estado de derechos y la convivencia civilizada. Ese fue el poder fraudulento que ejercieron los agentes corruptos del FBI que trataron de darle un golpe de estado al Presidente Trump.

Por otra parte, en sus 112 años de existencia desde su creación en 1908, el FBI ha sido escenario de numerosos escándalos. Sus directores han sido siempre la cara de la organización. La mayoría de ellos se han retirado o pasado a ocupar otros cargos, cuatro han sido obligados a renunciar y dos han sido despedidos: James Comey y William Sessions. Pero el más influyente y temido de todos ellos fue J. Edgar Hoover, quien dirigió la agencia por la mitad de su existencia como organización.

Bajo la dirección de Hoover, el FBI se transformó de una pequeña agencia de investigaciones en un gigantesco, profesional e influyente organismo de aplicación de la ley y protección de la seguridad nacional. Al mismo tiempo, Hoover tuvo la habilidad de servir los intereses de algunos presidentes y la osadía de enfrentarse a otros sin que ninguno se atreviera a despedirlo. Podría decirse que Hoover fue la versión americana de José Fouché, Ministro de Policía de varios gobiernos de la Francia revolucionaria.

Ahora, demos un salto en el tiempo para encontrarnos con James Comey y ubicarnos en el 4 de enero de 2017. En ese momento, ya el FBI había realizado una exhaustiva investigación del General Michael Flynn que se había extendido por cuatro meses y demostrado que Flynn no había sostenido relación alguna con el gobierno de Rusia. En una investigación justa, Flynn habría sido exonerado, pero no en una investigación manipulada por la mafia creada por Obama dentro del Buró Federal de Investigaciones.

El capo de esa mafia fue el arrogante y sacrosanto Cardenal James Comey. Sus miembros más destacados fueron Andrew McCabe. Robert Mueller, Peter Strzok,  Lisa Page, y James Baker. Hubo otros implicados pero la lista sería demasiado larga. Como han demostrado documentos recientemente desclasificados, todos ellos habían admitido bajo juramento que no tenían pruebas sobre la culpabilidad de Flynn; pero eso no fue obstáculo para que lo acusaran de traición a la patria en todos los medios información pública.

Ante estos abusos de autoridad cabe preguntarnos: ¿Cuánta gente ha sido entrampada por el FBI? ¿Cuántas vidas han sido destruidas sin que nos enteráramos? No estoy hablando únicamente del General Michael Flynn. Estoy hablando de todos nosotros. Estoy hablando de los derechos constitucionales de todos los que vivimos en los Estados Unidos. Estoy hablando de mi amigo Guillermo Novo Sampol.

Me explico. En 1980, mientras me desempeñaba como Director de Noticias del Canal 23 de Miami, hice un programa especial sobre presos cubanos fuera de Cuba que titulé "Los Presos Olvidados". Como parte del programa, entrevisté a Guillermo que cumplía una larga sentencia en la cárcel de máxima seguridad de Fort Leavenworth, en el estado de Kansas.

De regreso pasé por New Jersey donde entrevisté a su señora madre Blanca Sampol y conocí a unas bellas cubanitas hermanas de Guillermo. Esas jóvenes me contaron que agentes del FBI, les había derrumbado la puerta de la casa en medio de la noche y penetrado en sus dormitorios sin casi darles tiempo para vestirse. El relato cambió radicalmente mi opinión sobre el Buró Federal de Investigaciones.

Regresando a la actualidad, hay otro peligro que debe ser reconocido y confrontado. Se trata de aquellos agentes que han sustituido la lealtad a la patria con la lealtad al FBI. Ese es el caso lamentable del actual Director del FBI, Christopher A. Wray. En sus casi tres años como director, este hombre ha optado no sólo por ignorar los delitos cometidos por James Comey y sus conmilitones sino por afirmar que la organización se encuentra en perfecto estado de funcionamiento.

La realidad es muy diferentes. Hay agentes que utilizan sus cargos para promover su posición ideológica. Hay agentes que se niegan a acatar las políticas de los funcionarios electos. Hay agentes que se consideran llamados a preservar la integridad de la organización y hasta determinar el rumbo del gobierno. Se les olvida que ellos no fueron electos y que, por lo tanto, no tienen poder para formular políticas sino la responsabilidad de aplicarlas según las formulen los funcionarios electos. Hay que llamarlos a capítulo y ponerlo en su lugar.

El hombre sin inhibiciones que es Donald Trump ya se ha referido a la conducta ambigua de Christopher Wray. Preguntado sobre la forma en que Wray ha manejado la investigación sobre la cuestión rusa, Trump contestó: "Es decepcionante…Vamos a ver qué pasa con él…La investigación continúa".

Detrás de esas palabras se encuentra el concepto de que la esencia de la equidad en cualquier país es la justicia. Lo que el FBI de Barack Obama le hizo al general Michael Flynn fue injusto y cualquiera que se niegue a admitirlo a pesar de estas pruebas contundentes no debe de ostentar poder alguno. Christopher Wray tiene que limpiar la casa o retirarse a la vida privada. Si no lo hace, vaticino que tiene los días contados como director del FBI.
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El socialismo cubano en estado de descomposición.

Por Jorge Olivera Castillo.

Raúl Castro junto a Manuel Marrero y generales de las FAR.

Entre los últimos desatinos de la élite verde olivo y sus asociados, vale la pena destacar el protagonizado por el ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández y el que días antes llevó a cabo, Mariela Castro Espín, la representante del oficialista Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

Tal parece que hubiera una competencia por llevarse el mayor número de burlas y cuestionamientos en el ciberespacio a partir de las barrabasadas expuestas en algunas de las plataformas mediáticas bajo la tutela del partido.

El internet ha roto, para siempre, el blindaje del discurso oficial. Atrás quedó la época en que los representantes del oficialismo exponían a mansalva sus bulos. Ahora parafraseando el conocido texto del poeta Nicolás Guillén, “tienen lo que tenían que tener”.

El monopolio informativo del poder es historia. La crítica a sus habituales desaciertos por parte de internautas de dentro y fuera de Cuba, una realidad cimentada sobre la oportunidad y el deseo de expresarse, al margen de la censura, abierta y solapada, que aún constituye la base para la consolidación de las unanimidades en torno al sistema doctrinal establecido.

Lo cierto es que la legitimidad del socialismo es cuestionada una y otra vez desde las redes sociales, más allá de los esfuerzos por ponerle freno a través de astronómicas multas, confiscación del teléfono y amenazas de terminar en la cárcel.

En referencia a la petición del primer ministro de que personas naturales accedan a donar dinero a las arcas gubernamentales para paliar la escasez de alimentos, hay que tomarla como una broma. Es el colmo de la insensatez. La evidencia del irrespeto, largamente practicado, contra una población que ha tenido que sobrevivir a merced del racionamiento, el trabajo indigno, los bajos salarios, las precarias condiciones habitacionales y un miedo atroz a manifestar cualquier signo de descontento.

En la alocución salta a la vista la mentalidad esclavista que prevalece en las máximas estructuras del poder. Son los capataces exigiéndole a la dotación más sacrificios para conservar las mismas reglas de un juego que suelen llamar socialismo, concebido, según sus fundadores y herederos “para el pueblo y por el pueblo”.

Sencillamente, la desvergüenza toca fondo en un momento que se recrudecen los golpes de la supervivencia, debido al brutal impacto del coronavirus en una economía que viene jadeando desde hace mucho tiempo debido, en primer lugar, a los corsés del centralismo.

En vez de predicar con el ejemplo, el alto funcionario opta por exprimir los exhaustos bolsillos del proletariado nacional.

Su sueldo y prebendas son intocables. También la vida que se gasta su familia en aviones privados y lugares exóticos del primer mundo.

El segundo caso, no es menos patético. Decir, con la naturalidad de un niño, que la estancia en las tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), fue una aventura pasajera, y en cierta manera, divertida, como aquellas Escuelas en el campo, donde eran enviados los alumnos de secundaria, durante 45 días, a realizar labores agrícolas, es de un impenitente cinismo.

Con esta alusión, Mariela Castro se anota otro punto en el muro de la infamia.

Para derrumbar ese mito que intenta construir, encima del dolor de miles de personas que pasaron por esa prueba, solo por ser homosexuales, practicar alguna religión o tener criterios discrepantes con el dogma que se imponía fervorosamente en la segunda mitad de la década del 60 de la pasada centuria, basta repasar el testimonio del renombrado cantautor, Pablo Milanés, quien fue huésped de esos infiernos, en un documental filmado en Cuba en 2017 por el realizador Juan Pin Vilar.

Sus palabras hacen añicos, los intentos de la hija de Raúl Castro de minimizar una de las experiencias más terribles en el contexto de una revolución que naufragó en sus propias contradicciones.

La UMAP, fueron campos de concentración, como afirma Milanés con la humildad y aplomo que lo caracterizan.

A la espera de una nueva ronda de embustes y pifias desde las encumbradas zonas del poder central y sus áreas adyacentes, no estaría de más recordarles que los esclavos tienen internet, lo cual quiere decir que se acabó la impunidad desinformativa.
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Lo que se le pide a Díaz-Canel.

Por Iván García.


Pocas horas antes del domingo 10 de mayo, Abdiel, socio de Cuber, un negocio que oferta a domicilio viandas, hortalizas y frutas, entre otros alimentos, contactó por WhatsApp con el resto de emprendedores en busca de opciones para impedir que las lluvias anunciadas afectaran la distribución de cakes por el Día de las Madres.

Fue una reunión exprés, cuenta Abdiel, diez minutos de conferencia telefónica en la que se dispuso que los choferes encargados de repartir los cakes se presentaran una hora antes de lo acordado para que la entrega se efectuara a tiempo. En diez minutos se calculó el gasto de combustible, el pago a los choferes contratados, a las dulcerías particulares y las ganancias que recibirían cada uno de los empleados después de la jornada de trabajo.

Cuber, como otros negocios particulares, no necesitó banda ancha de internet, extensas reuniones ministeriales con decenas de ministros y funcionarios para buscar soluciones creativas a los problemas que provoca la estacionaria crisis económica agravada por el Covid-19 y el agudo desabastecimiento de alimentos que asola a Cuba.

“Y mira que tenemos razones para quejarnos. Nunca el gobierno implementó un mercado mayorista, los impuestos son excesivos y abusivos, debieran deducirlos de las ganancisa no de los gastos, en fin… La lista de problemas es amplia, pero si vamos a detenernos en ellos jamás saldríamos adelante”, comenta Abdiel y añade:

“Incluso, por muy creativos que seamos, si el Estado no encuentra soluciones a los problemas económicos, a la larga tendremos que cerrar. Un emprendedor no puede inventar la carne de puerco ni la malanga. Pero sabemos cuáles son los mecanismos para estimular la producción agropecuaria. Es simple: eliminar Acopio como intermediario y que cada campesino siembre, produzca y venda sus cosechas a quien desee. Es tan fácil que no entiendo por qué el gobierno se empantana con el tema de la producción agrícola”.

Mientras el sábado 9 de mayo un grupo de emprendedores privados en diez minutos encontraban soluciones a sus problemas, Miguel Díaz-Canel, el presidente designado por Raúl Castro, se reunía con varios ministros y funcionarios en el Palacio de la Revolución, en busca de respuestas a la crisis económica y de salud pública provocadas por el Covid-19.

En cada sesión, por videoconferencia, la plana mayor del régimen se comunica con los gobernantes provinciales y municipales. Damián, miembro del partido comunista, cuenta algunas interioridades de esas reuniones.

“Primero cada funcionario o ministro de un organismo determinado lleva su plan o agenda, casi siempre alejado de la realidad, cargado de mentiras, sin un estudio a fondo y repleto de jergas y tecnicismos. La primera parte del discurso es culpar al bloqueo (embargo) de todos los problemas, ya sea el barco que no ha traído petróleo o el barco que no trajo el pollo o la harina de trigo. Si hay dificultades en la comercialización, se culpa a los ‘factores’, que nunca tienen nombre ni apellido. De las colas se culpa al pueblo y al final plantean que la solución es más economía planificada y más mano dura con los irresponsables que no cumplen el distanciamiento social durante la pandemia. A modo de conclusión, Díaz-Canel o Manuel Marrero, el primer ministro, ‘bajan una muela’ (hacen una intervención) preelaborada. Al día siguiente se vuelven a reunir. Desde que Díaz-Canel es presidente, lleva dos años de reunión en reunión. Antes del coronavirus viajando por todas las provincias, ahora de lunes a viernes, acumulando horas-nalgas sentado en una butaca giratoria en un salón con aire acondicionado y con su nasobuco (mascarilla)».

Varios economistas de calibre han publicado sus opiniones con respecto a Cuba. Todos coinciden, desde luego, que el Covid-19 ha puesto al desnudo las carencias estructurales de la economía nacional. Juan Triana, Pedro Monreal, Pavel Vidal, Omar Everleny y Carmelo Mesa-Lago, entre otros, una y otra vez han subrayado cómo deberían ser las reformas económicas que debieran ser emprendidas por el gobierno.

No todos creen en el liberalismo a pulso. Ni siquiera hablan de democracia o libertad de expresión. Se centran en el tema económico y le piden al gobierno que tome nota de la experiencia china o vietnamita, países regidos por un partido comunista que ha logrado crecimientos económicos impresionantes gracias a la economía de mercado.

Los más liberales, consideran que las transformaciones económicas debieran estar acompañadas por reformas políticas. Pero la parálisis de la autocracia verde olivo es tan profunda, que ni siquiera intentan reformas al estilo chino. El coronavirus fue el catalizador que provocó la tormenta perfecta, debido a factores internos y reformas aplazadas por el régimen castrista. Si la unificación monetaria se hubiera realizado en tiempo y forma, se hubiera permitido que los profesionales pudieran abrir negocios particulares, incentivado las cooperativas y privatizado instituciones estatales que no funcionan como la gastronomía, unido a un alza de salario sustancial, probablemente el país estaría en una mejor situación para afrontar la posterior crisis económica que la pandemia legará a escala mundial.
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