lunes, 31 de mayo de 2021

Reprimiendo Cuba y mirando a la Casa Blanca.

Por Iván García.

Las dictaduras optan por el caos, la represión o el chantaje atómico cuando pretenden negociar un nuevo trato. Siempre huyen hacia adelante.

El impresentable dictador de Corea del Norte tuvo un agrio intercambio de insultos con Donald Trump y amenazó con lanzar una lluvia de misiles nucleares a Estados Unidos antes de sentarse a la mesa de diálogo.

El dictador venezolano Nicolás Maduro ha destrozado la democracia de su país, encarcelando a los opositores más acérrimos, asesinando a cientos de ciudadanos por la temible FAES y saqueando el erario nacional.

La Cuba de los hermanos Castro, que durante décadas exportó métodos subversivos a diversos países del continente americano, adiestró a guerrilleros y terroristas de medio mundo y participó en diferentes guerras civiles en África, en octubre de 1962 accedió a instalar cohetes balísticos soviético en suelo cubano. El pretexto era buscar una correlación de fuerza entre Moscú y Washington. Pero la irresponsabilidad criminal de Fidel Castro no se detuvo en esa estrategia aventurera.

En sus cartas cruzadas con el premier Nikita Kruschov, le pidió lanzar el primer golpe a Estados Unidos. La narrativa oficial cubana es experta en venderse como víctima del terrorismo. Pero desde que surgió el Movimiento 26 de Julio, las acciones violentas, como poner bombas en sitios públicos, secuestros de personas o aviones en pleno vuelo fue un método de lucha. También los pelotones de fusilamientos y largas condenas de prisión a los opositores.

Fidel Castro fue un negociador muy hábil. Intercambió a tres mil prisioneros de Bahía de Cochinos por compotas buscando un golpe propagandístico. Y cada político occidental, empresario, intelectual o prelado del Vaticano que visitaba La Habana, viajaba con una lista de prisioneros políticos para canjear por favores económicos. Siempre tuvo las cárceles llenas para tener fichas con las cuales negociar. Utilizaba a los opositores presos como si fuera una subasta de acuerdo a la importancia que mostrara su contraparte. Eran monedas de cambio. Raúl Castro cambió el juego.

Después del disparate de la Primavera Negra de 2003 por parte de su hermano Fidel, quien aprovechando el inicio de la invasión estadounidense a Irak encarceló a 75 disidentes pacíficos, la repulsa internacional fue casi unánime. En el plano interno, esposas, madres e hijas de presos políticos organizaron las Damas de Blanco. Sus marchas con gladiolos en las manos reclamando libertad dieron la vuelta al mundo y puso al régimen en una disyuntiva.

O continuaban con la represión a las mujeres o paraba la espiral de violencia para buscar oxigeno político y enfocarse en desarrollar el país, que caminaba al borde del precipicio debido a la inoperancia del sistema cubano. Raúl Castro optó por la segunda variante. Con la mediación de la Iglesia Católica y la cancillería de España, llegó a un acuerdo con las Damas de Blanco, liberó a gran parte de los presos políticos y aprovechando el buen rollo de Barack Obama con su gobierno, se sentaron a negociar.

Una oportunidad desperdiciada por la autocracia verde olivo. Pudieron haber liberalizado la economía, desatado las fuerzas productivas y dinamizado los emprendimientos privados, incluso sin abrir las puertas a la democracia, estilo Vietnam o China. Pero el miedo de empoderar a una pujante clase media los llevó a dar un paso atrás. Y ahora, desde luego, no pasa un minuto en el Palacio de la Revolución que no extrañen a Obama. Sacaron mal sus cuentas.

La victoria de Trump fue una sorpresa para la cúpula castrista. Hubo una pausa de los operadores políticos cubanos, esperando que el presidente republicano priorizara los negocios y dejara de lado el tema de los derechos humanos. Pero Trump fue devastador. Decretó más de 240 medidas contra el régimen castrista y sus empresas militares. Regresó a Cuba a la lista de países terroristas. Y cerró a cal y canto toda opción de diálogo.

Ya para esa fecha, la Isla estaba en medio de la tormenta perfecta. Venezuela, su aliado ideológico, empobrecida a niveles africanos, debido a las sanciones de Estados Unidos ni siquiera era capaz de producir un millón de barriles diarios de petróleo. Reducida la entrega de combustible y sin divisas, la crisis económica comenzó afectar con mayor rigor a Cuba a partir del verano de 2019.

Cuando en marzo de 2020 aterrizó el coronavirus, ya la raquítica estructura económica y productiva de la Isla se tambaleaba. La oposición no daba muchos dolores de cabeza. Los más problemáticos para la policía política eran los periodistas independientes. Cada vez más y mejores. Surgieron sitios online de periodismo narrativo y reporteros como Carlos Manuel Álvarez y Mónica Baró, internacionalmente premiados. Algunos medios importantes han contratado a periodistas libres: Jorge Enrique Rodríguez colabora con ABC de España y Abraham Jiménez Enoa con The Washington Post.

Mientras el virus que vino de China se extendía por toda la Isla, los cubanos se sumaban de manera activa a las redes sociales. En medio del desabastecimiento, las colas y la falta de futuro, comenzaron a volcar sus frustraciones en los muros de Facebook y chats de WhatsApp.

En abril de 2019, Raúl Castro designó a Miguel Díaz-Canel presidente de la república, pero un año antes, en abril de 2018, Díaz-Canel, entonces presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, había firmado el Decreto 349, que de manera silenciosa intentaba prohibir el arte independiente. Fue el detonante para que el artista visual Luis Manuel Otero Alcántara fundara el Movimiento San Isidro e iniciara una amplia campaña de protestas contra el Decreto 349. A fines de 2019, Díaz-Canel dio pasó atrás y no se aprobó la normativa.

A principios de 2020 encarcelaron a Otero y la opinión pública mundial obligó al régimen a liberarlo en el mes marzo. Coincidiendo con la llegada de la pandemia, la dictadura legalizó el Decreto-Ley 370, que les permitía multar con tres mil pesos a las personas que hicieran ‘uso incorrecto’ de las redes sociales. Esa normativa afectaba a opositores, artistas e intelectuales disidentes, youtubers críticos, periodistas independientes y personas contestatarias en general. Se recogieron firmas y se hizo una campaña contra el 370. Esta vez las autoridades no se plegaron.

Ya para el otoño de 2020 la suerte estaba echada. Ante la imparable crisis económica y el creciente descontento popular, el régimen apostó por dar una vuelta de tuerca a la represión. Por el retrovisor observaban que Joe Biden, el nuevo presidente demócrata, no tenía a Cuba en su agenda de prioridades.

La detención y posterior condena de nueve meses de prisión al rapero Denis Solís fue el pistoletazo de arrancada en esta nueva ola represiva, focalizada sobre todo en el Movimiento San Isidro (MSI), en artistas reconocidas como Tania Bruguera y periodistas independientes que se solidarizaron con ellos. Seis de los jóvenes que el 30 de abril protestaron en Obispo y Aguacate, en la Habana Vieja han sido enviados a prisión en espera de juicio, también los tres vecinos de la Zona 18 de Alamar, muy activos en las redes sociales, arrestados el 18 de abril y el activista Adrián Curuneaux, cuyo ‘delito’ fue intentar visitar a Otero Alcántara en el hospital Calixto García.

El rapero y miembro del MSI, Maykel Osorbo fue sacado a la fuerza de su casa el 18 de mayo, se encuentra en prisión provisional, acusado de «desobediencia, resistencia y desacato». Aunque las autoridades no lo quieren reconocer, en la práctica a Luis Manuel Otero lo tienen de rehén en el Hospital Calixto García desde el domingo 2 de mayo y que por informaciones que se han filtrado, está siendo sometido a tratos degradantes y medicamentado en contra de su voluntad.

¿Iniciará el régimen una oleada represiva similar a la Primavera Negra? Es probable. La razia pudiera ampliarse. El régimen pretende enviar un aviso a navegantes. Dar un golpe de autoridad sobre la mesa y frenar el descontento de la población mediante la intimidación. Según una fuente de confianza, el régimen pone a punto una nueva ley que sancionará las críticas, memes, burlas y ofensas a funcionarios, instituciones y periodistas estatales en las redes sociales.

Las amenazas a los emigrados no son descabelladas. No está dirigida a los exiliados abiertamente anticastristas, a quienes les está prohibido visitar su patria. Intentan coaccionar a aquellos cubanos que viven en la diáspora y reprochan en duros términos al gobierno de Díaz-Canel y con frecuenciavisitan a sus parientes en Cuba. La policía política pudiera detenerlos a su llegada a la Isla y abrirles una causa. Los dictadores son impredecibles.

El dictador bielorruso, Alexander Lukashenko, desvió un avión comercial con el pretexto de una bomba a bordo para detener a un periodista opositor a su gobierno. No creo que el régimen cubano llegue a tanto. Pero no le va a temblar la mano para encarcelar a cientos de disidentes llegado el momento.

El objetivo es llamar la atención de la Casa Blanca. Díaz-Canel no oculta que su gobierno es la continuidad del castrismo. La estrategia es elemental. Forzar a los opositores más recalcitrantes a emigrar de la mano de un enviado occidental. O la Casa Blanca levanta el teléfono rojo para negociar su libertad ofreciendo algo a cambio. A Fidel Castro le funcionó. Excepto en la primavera de 2003. Díaz-Canel está por ver.

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sábado, 29 de mayo de 2021

Entre vergüenza y venganza.

Por Zoé Valdés.

Hace algunos años debí convertirme en protagonista, muy a mi pesar, de una polémica baldía. La hija de un general castrista fusilado (que vivió muy bien hasta que a Fidel Castro lo trabaron los de la DEA en el tráfico de droga), esposa de un terrorista, me emplazó en el más importante periódico español: ante mi demanda de justicia para los cubanos, ella imponía, como buena oportunista que es la frase mágica, la "no venganza".

No debíamos ser "vengativos" y blablablá… Lo de siempre, ellos pueden hacer y deshacer hasta que les toca, cuando les toca el arañazo entonces se vuelven muy pacíficos y divertidamente antivengativos. Subrayo que esto lo decía una hija de general que llevaba un curriculum de asesinatos y proyectos increíble, y del marido ni les cuento.

El asunto es que, como me enseñó mi abuela, no me quedé dada, y le respondí en el mismo periódico, pues eran otros tiempos y todavía El País se respetaba algo. A la palabra venganza le añadí la de la vergüenza, justicia con vergüenza; y ahí quedó la cosa. A mi favor, claro.

Antes de la polémica, la señora me llevó a los tribunales por un comentario en mi blog en el que se aludía a ella y al marido. Ganó ella el juicio contra mí, pues fue defendida por una abogada chilena; ya sabemos que, como decía un amigo mío chileno, en Francia ser chileno es "una profesión". Y porque además ella se puso a lloriquear y armar su show de hija de fusilado por Castro, olvidando que también era hija de un general de Castro… Además, debido a aquella maldita coma mal interpretada, que no mal puesta, que aparentaba que se la llamaba terrorista a ella también.

Sin embargo, en el juicio con el marido gané yo. El muy bruto había escrito un libro que publicó Tusquets donde contaba sus aventuras de Terro, así mismo se hacía llamar, el Terro, por terrorista; mientras secuestraba familias argentinas y banqueros italianos. El día en que Cuba sea libre el Terro tendrá que ser juzgado; el antecedente lo aporté yo en París, ganándole el juicio en los tribunales franceses.

Cuando un presidente español confunde la justicia con la venganza, y la vergüenza con el indulto, como cualquier hija de traficante y esposa de terrorista, la cosa se pone sumamente grave. Digamos que ese presidente español está cavándose su vereda hacia el banquillo de los acusados por cómplice de sedición; porque es de eso que están acusados y que están cumpliendo condena los presos separatistas catalanes: de querer romper España, de dar un golpe de Estado.

Resulta como mínimo extraño que sea un presidente español quien llame a la "no venganza" y al indulto contra el pueblo español que lo eligió, normalmente para que defendiera lo que estos quisieron romper. De modo que, si nos ponemos, el desliz de Pedro Sánchez equivaldría a una coma mal leída, o sea, mal interpretada, y por esa misma razón pudiera ser conducido –digo yo– al menos a una investigación, para que podamos concluir qué pretende este señor, quien a mi juicio es con ventaja lo peor que le ha sucedido a España. Recuerden que siempre subrayé no de ahora, desde el primer día, que Pablo Iglesias era un comunista con toda evidencia, no lo negaba; pero que Pedro Sánchez era un podemita tras un disfraz de socialista. Y ahí lo tienen, servido en bandeja de plata.

De lo que resulta que alguien debe recordarle a este señor lo que significa la vergüenza, pero por encima de todo lo que quiere decir representar a los españoles, servirles como presidente, y no a la inversa. Pero me temo que ya sea demasiado tarde para que pueda entender que nunca será rey, sólo eso, lo que es mediante moción de censura.

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jueves, 27 de mayo de 2021

Reportan primera demanda exitosa en virtud del título III de la Ley Helms-Burton.

Tomado de CubaNet.

Fábrica de cemento Carlos Marx, ubicada en Cienfuegos.

Este 20 de mayo, la multinacional de materiales de la construcción LafargeHolcim, con sede en Suiza, llegó a un acuerdo con 20 partes involucradas en una demanda por el uso de una propiedad confiscada por el régimen cubano.

En 2020, un tribunal de Florida había aceptado la demanda contra LafargeHolcim, que incluía una solicitud de indemnización por daños y perjuicios por el valor de 270 millones de dólares, en beneficio de 20 partes cuyas tierras fueron nacionalizadas en Cuba tras la llegada de Fidel Castro al poder.

Los terrenos en disputa pertenecían a la hacienda azucarera Soledad, confiscada en 1960 a la familia Claflin, de Boston. Sobre esa área perteneciente a la provincia de Cienfuegos fue construida la fábrica de cemento Carlos Marx, considerada por la propaganda del régimen como una de las más importantes de América Latina.

La demanda, presentada en virtud del título III de la Ley Helms-Burton, especifica que LafargeHolcim, el tercer productor de cemento a nivel mundial, ha tenido participación en la planta de cemento Carlos Marx desde 2001 a través de una “red compleja de empresas y transacciones”.

En 2000, el entonces ministro de la Industria Básica de Cuba, Marcos Portal, aseguró en una carta que La Habana había aceptado “la oferta presentada por Ibersuizas-Holderbank de establecer una empresa conjunta en la planta Carlos Marx”, reveló el periódico The Miami Herald.

Holderbank es el nombre anterior de LafargeHolcim.

De esta manera, 20 años después de su entrada a Cuba, LafargeHolcim tuvo que llegar a un acuerdo con los antiguos propietarios de los terrenos, lo que se considera la primera demanda exitosa en virtud del título III de la Ley Helms-Burton.

En ese sentido, el sitio especializado en temas de comercio entre Cuba y EE. UU. CubaTrade apuntó que ahora “es poco probable que la Administración Biden-Harris suspenda las demandas del Título III de la Ley Libertad”.

“Con base en los criterios de adjudicación del Título III de la Ley Libertad, la liquidación podría ser un interés anual ya que el activo fue expropiado, más daños triplicados, sumado a honorarios de abogados por un total que podría llegar a US $ 140 millones”, estimó CubaTrade.

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viernes, 21 de mayo de 2021

Cuba sin divisas: Régimen suspende la venta de dólares en aeropuertos.

Sacado de CubaNet.

Oficina de CADECA en el Aeropuerto Internacional "José Martí".

Este jueves, el Gobierno cubano suspendió la venta de dólares estadounidenses y otras divisas en los aeropuertos internacionales, el único lugar donde los residentes en el país podían comprar hasta casi USD 300 antes de viajar al extranjero.

De acuerdo con una nota publicada en la web oficial de CADECA este 19 de mayo, la medida se debe al “déficit significativo de la moneda libremente convertible (MLC)” que la entidad adquiere mediante los canjes de moneda realizados a turistas extranjeros y otros viajeros internacionales.

“Desde el mes de abril del año 2020, como resultado de la pandemia de la COVID-19, se ha producido en Cuba una reducción considerable de la entrada del turismo internacional y en consecuencia un déficit significativo de la moneda libremente convertible, que compra CADECA mediante los canjes de moneda”, señala la nota.

Aunque la empresa señala que se había mantenido brindando el servicio de recanje de MLC ―con un límite establecido― en las oficinas ubicadas en los aeropuertos internacionales, precisó que se veía obligada a suspender tales servicios.

La escueta nota no especifica cuándo se reanudará la venta de divisas.

Tras el inicio de la llamada “Tarea Ordenamiento”, el 1 de enero de 2021, el límite establecido por CADECA para cambiar en aeropuertos internacionales era de 7 200 pesos, 300 dólares según el cambio oficial de un dólar por 24 pesos.

Además, los cubanos solo podían optar por las divisas con el tickect para abordar un avión en los aeropuertos internacionales de la Isla, una medida que también se justificó por la caída del turismo y el déficit de divisas.

Pese a las limitaciones para adquirir divisas en la Isla, la mayoría de las tiendas que expenden alimentos y otros productos de primera necesidad operan en MLC, mediante tarjetas magnéticas fundamentalmente en dólares que pueden ser recargadas desde el extranjero.

Durante las sesiones del VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba, en abril pasado, Raúl Castro reconoció que “la situación extrema de falta de liquidez” había obligado al régimen “a reintroducir las ventas en moneda libremente convertible en una parte del comercio minorista y más adelante del mayorista”.

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Cuba: amenazas desde la televisión.

Por Iván García.

En un programa televisivo emitido el viernes 14 de mayo, el abogado y periodista Humberto López Suárez, nuevo vocero del gobierno en la Isla, amenazó con más represión a opositores y emigrados cubanos que “inciten al estallido social” en Cuba. López, recientemente elegido miembro del Comité Central del Partido Comunista, estuvo acompañado por el fiscal José Luis Reyes Blanco, jefe de departamento en la Dirección de Procesos Penales de la Fiscalía General de la Repúlica.

Según Reyes Blanco, las “leyes cubanas permiten el enjuiciamiento de personas que no se encuentran en el país. Es decir que están financiando y no están en Cuba, o tengan un nivel de participación porque puede ser que algunos financien, pero otros convoquen, otros coordinen. Todas las personas que tengan un nivel de participación puede ser procesadas en ausencia”, aseguró el fiscal y recalcó que todo aquel que envé dinero o una simple recarga telefónica a un disidente se le puede abrir un expediente penal.

La vía para iniciar el proceso, explicó Reyes Blanco, es que “en Cuba tenemos el procedimiento expedito o hacer una cooperación jurídica internacional, trasladarle al Estado donde se encuentre los hechos que ha cometido. Es posible la cooperación jurídica y el juzgamiento de personas que se encuentran en el exterior por las leyes cubanas porque cometen actos que provoca afectaciones a Cuba”.

Un abogado de un bufete colectivo en La Habana consultado, considera improbable que este tipo de procedimiento funcione. «Ningún país donde resida un emigrado cubano, excepto Venezuela o Nicaragua, conociendo el estado de indefensión para un acusado y la parcialidad extrema de la maquinaria jurídica en Cuba, deportaría al inmigrante. Lo preocupante de esta medida que pretende implementar el gobierno, es que ante la negativa de deportación, utilizarán como pretexto la prohibición para entrar al país a miles de compatriotas que tienen una posición crítica contra el gobierno en las redes sociales. O se puede dar el caso, si le permiten entrar el país, enjuiciarlos y encarcelarlos. Un ejemplo de ellos es el de la profesora Alina López Miyares, acusada de espionaje y que fue detenida y sancionada a prisión durante una visita al país”.

¿Pudiera la dictadura verde olivo desatar tamaña cacería de brujas con las voces críticas del exilio o que apoyan a la disidencia local? No lo creo. Se sabe que más del 80 por ciento de los emigrados cubanos no apoyan al régimen. La medida, infiero, pretende acallar e intimidar a un segmento de inmigrantes que viajan con frecuencia a Cuba. Pero no creo que será efectiva. Aunque será un buen pretexto para que las autoridades cubanas aumenten el control social, vigilancia electrónica en internet y definitivamente implementen un cortafuego al estilo de China.

Según un ingeniero informático, “pudierab establecer redes paralelas a Facebook, Twitter o WhatsApp. De hecho existen aplicaciones locales diseñadas por informáticos cubanos. De seguir lo que el gobierno considera ‘provocaciones subversivas orquestadas por Estados Unidos’, como sucedió en China, prohíban el uso de ciertas redes de matriz norteamericana sustituyéndolas por aplicaciones nuestras donde se facilita el control y la censura”.

Detrás de lo que muchos en la Isla consideran amenazas de Humberto López y compañía, está, desde luego, el régimen verde olivo. Llama la atención el silencio y actitud temerosa de Miguel Díaz-Canel. Aunque en el discurso de clausura del VIII Congreso anunció que “de seguir las provocaciones se tomarían medidas enérgicas, ya que la paciencia tiene un límite”, no se ha involucrado personalmente en los detalles de lo que se prevé sea la próxima oleada represiva contra la disidencia interna y el periodismo libre.

Fidel Castro no se escondía. Meses antes de la Primavera Negra, un día sí y otro también, comparecía en la televisión estatal con un manojo de papeles para dar una lista de nombres de opositores y periodistas independientes que podrían ser juzgados por asistir a cocteles organizados por la entonces Sección de Intereses de Estados Unidos o alguna embajada occidental. También dio la cara cuando la razia represiva de 2003 que sancionó a 75 disidentes.

Es evidente que la actual nomenclatura intenta no salpicar de sangre sus manos. Optan por utilizar al oportunista Humberto López, una persona sedienta de protagonismo y poder. Desde luego, Díaz-Canel no maneja todos los hilos del poder. ¿Llegado el momento el régimen podría desatar una oleada represiva en contra de toda la oposición? Es posible. Aunque de manera limitada. Tal vez sancionen a los activistas que protestaron en la calle Obispo, al joven Luis Robles por manifestarse con un cartel en el Boulevard de San Rafael y al youtuber habanero conocido como El Gato con medidas ejemplarizantes para atemorizar a la ciudadanía.

La autocracia verde olivo se siente arrinconada. Las informaciones que llegan desde Caracas no son halagüeñas. Nicolás Maduro está en aprietos. Un sector militar y dentro del propio chavismo, reconocen que la salida de Maduro es inevitable si se quiere reconstruir la nación. La intervención de los servicios de inteligencia cubanos y la asesoría militar en Venezuela tiene hastiada a una mayoría dentro del PSUV. La llave del combustible se cierra.

Cuba no tiene liquidez suficiente para comprar petróleo en el mercado mundial. Se necesitaría alrededor de mil quinientos o dos mil millones de dólares anuales. El petróleo venezolano es un asunto de seguridad nacional para el régimen cubano. La caída de Maduro y sus compadres provocará un terremoto de incalculable consecuencias en el Palacio de la Revolución de La Habana.

Por activa y por pasiva, Cuba ha intentado seducir a Rusia y China para que la subsidien. Ni uno ni el otro está por la labor. El único apoyo que tendrán será solidaridad a distancia. China tiene sus intereses en Taiwán, Hong Kong y ciertas posesiones en el Mar de China. No va querer provocar a Estados Unidos en sus propias narices. Saben de primera mano que el modelo cubano está en caída libre. Rusia, por motivos parecidos, no va a darles nuevos pretextos a la Casa Blanca. Los servicios secretos rusos, herederos de la temible KGB, tienen información privilegiada de la irreversibilidad del proceso en la isla de los hermanos Castro.

En un año tan alejado como 1985, cuando un segmento amplio de cubanos creíamos que estábamos viviendo una etapa de desarrollo económico y estabilidad, el general de la antigua Alemania Oriental Marcus Wolf, en sus memorias, contaba que durante una visita de trabajo a La Habana en la primavera de ese año, constató que la corrupción, el autoritarismo y la falta de libertades había fosilizado los encantos que generaron la llamada Revolución Cubana. Wolf, fallecido en 2006, aseguraba que a pesar de no derrumbarse el sistema comunista debido al efecto dominó que provocó la perestroika de Mijaíl Gorbachov, indefectiblemente el destino de Cuba era negociar con Estados Unidos.

Lo pronosticó uno de los maestros de espías más brillantes de la Europa del Este y que traspoló sus métodos de trabajo a la inteligencia cubana. Por tanto, el régimen que hoy dirge Díaz-Canel, lo menos que quiere en medio de la tormenta perfecta que vive con una pandemia, feroz crisis económica y descontento social, es que arrecie la repulsa internacional y se le cierren definitivamente las puertas al diálogo con Washington.

Probablemente la estrategia de arreciar la represión sea para llamar la atención y forzar a la administración de Joe Biden a sentarse en la mesa de negociaciones. De momento, utilizará a sus voceros televisivos para intentar amedrentar a la disidencia, a la población y al exilio. Aunque no podemos confiarnos. Las dictaduras suelen ser impredecibles.

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miércoles, 19 de mayo de 2021

La eterna falacia de la construcción de viviendas en Cuba.

Por Gladys Linares.

Según cifras oficiales, el 39 por ciento de las viviendas en Cuba se encuentran en regular o mal estado.

Los comunistas cubanos llevan más de sesenta años con sus gastadas promesas de un porvenir mejor, y achacándole al bloqueo su fracaso y desvergüenza. Y aunque en los últimos tiempos han pasado del discurso avieso a las frases rebuscadas con un barniz de patriotismo, disfrazados de demócratas con la finalidad de perpetuarse en el poder, ya son pocos los ilusos —esto es, personas dignas— que creen en ellos. Y es que las penurias del pueblo cada vez son peores y abarcan todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, mientras los dirigentes exhiben impúdicamente su obesidad en los medios.

En los últimos meses la situación económica del país se ha agravado con la mal llamada Tarea Ordenamiento y su extorsión monetaria, además de las nuevas medidas aplicadas en algunos viejos problemas. Tal es el caso de la escasez de viviendas, que el gobierno “revolucionario” nunca ha podido resolver, especialmente en la capital, donde hay una enorme cantidad de casas habitadas en muy mal estado, cuyos frecuentes derrumbes tienen consecuencias fatales para algunos de sus moradores. Las cifras oficiales sobre el déficit habitacional dadas en los primeros meses de 2019 eran de 929 695 inmuebles, de los que era necesario construir más de medio millón y emprender la reparación de los restantes.

Las redes sociales no cesan de informar la precaria situación de viviendas en que vive la población, los frecuentes derrumbes, las difíciles condiciones que soportan en los albergues las familias damnificadas, las trabas y dificultades que obstruyen los trámites requeridos para reparar o construir una vivienda. Para contrarrestar esas denuncias, los comunistas en el poder, que durante años han estado ajenos e indolentes ante el problema, ahora se muestran muy preocupados y han montado un gran teatro: un plan general para la construcción de viviendas, “una de las prioridades de Cuba”, en medio de una crisis económica y con una escasez total y absoluta de materiales de la construcción para el pueblo, pues estos son destinados en primer lugar a remodelar las residencias de la cúpula, y luego a construir o reparar hoteles y demás instalaciones turísticas, o cualquier otro rubro que les reporte dólares para sus arcas.

Sin embargo, en las reuniones realizadas por dirigentes del ramo y el gobernante Miguel Díaz-Canel al respecto, no falta el discurso triunfalista como el de Vivian Rodríguez Salazar, directora general de la vivienda: “El programa se cumple al 90 % e incluye los planes estatales, subsidios y por esfuerzo propio, este último con los mayores sobrecumplimientos”.

El 26 de noviembre de 2020, en videoconferencia realizada con los gobernadores, Miguel Díaz-Canel destacó el propósito de “ir avanzando en la creación de habitables agradables y funcionales, sobre todo en las comunidades agrícolas, que nos permitan tener mejores condiciones de vida para lograr atraer y motivar la afluencia de fuerza de trabajo hacia la producción de alimentos, que es hoy la tarea que en la economía decide”.

El señor gobernante se refiere a las casas de tabla de palma con cubierta ligera de zinc galvanizado o teja de asbesto cemento, que son las que se están construyendo en las comunidades agrícolas y para los damnificados de eventos meteorológicos, y que con las altas temperaturas que tenemos casi todo el año acumulan demasiado calor, además de ser las candidatas ideales para perder el techo al llegar el próximo meteoro. Una solución más práctica serían los tradicionales bohíos, con sus frescos techos de pencas de palma, pero ya se sabe que el bienestar de los ciudadanos nunca ha sido prioridad para el Estado castrista.

En la ciudad, el inconveniente es otro. “No es sólo lo caros que están los materiales: es que no se encuentran”, asevera Jesús, que anda buscando cemento para reparar los techos de su casa. “Todo empezó por una mancha amarilla. El albañil me aconsejó arreglarlos pronto, pero, aunque entonces había materiales, yo los encontraba muy caros”. Ahora se le han caído varios trozos de techo y las cabillas han quedado al descubierto, pero la situación se ha complicado y un saco de cemento, si lo encuentra, puede costarle 1 700 pesos, lo que le hace exclamar: “¡Se le ha perdido el respeto al dinero!”, una frase que se ha hecho muy común en estos días con la subida de precios provocada por el ordenamiento monetario.

A nivel mundial, los avances tecnológicos posibilitan que la construcción de viviendas sea cada vez más rápida y costeable, a la vez que las viviendas más confortables. También en la isla hay innovadores, como Johan Romero, que fabrica paneles para agilizar la construcción de viviendas y ahorrar materiales. Pero como siempre sucede, el gobierno cubano vio el filón cuando un empresario de Panamá se interesó por los paneles, y actualmente se están exportando a través de la Empresa de Producciones Varias de Yaguajay (en la provincia de Sancti Spíritus), a pesar de la propaganda gubernamental de que la construcción de viviendas es una prioridad en el país.

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martes, 18 de mayo de 2021

62 años de latifundio estatal.

Por Alberto Méndez Castelló.

Hoy se cumplen en Cuba 62 años de promulgarse la llamada “Primera Ley de Reforma Agraria”. Aquella medida, una suerte de campaña publicitaria del monopolio militarista en ciernes, fue rubricada en 1959 por el entonces primer ministro Fidel Castro en el cuartel guerrillero de La Plata, en plena Sierra Maestra.

Desoyendo opiniones de entendidos que vaticinaron la incapacidad del Estado como productor y administrador agropecuario, cerca del 40% de las tierras agrícolas del país fueron expropiadas de un plumazo. Poco tiempo después, con la aprobación de la “Segunda Ley de Reforma Agraria” el 6 de octubre de 1963, todo el suelo agrícola de la Isla sería expropiado y adjudicado al Estado, salvo las pequeñas propiedades campesinas de hasta 67 hectáreas.

Más de seis décadas después, Cuba es incapaz no ya de exportar productos agropecuarios, sino de autoabastecerse y proporcionar a la población al menos cifras aceptables de leche, carne, huevos, pieles, granos, frutas, viandas, productos hortícolas, maderas, café e incluso azúcar.

Fuentes oficiales dan cuenta de que el fondo de tierra arable (tierras agrícolas) de Cuba asciende a 6 400 755 hectáreas, de las que solo se encuentran cultivadas 3 120 926 hectáreas. Apenas el 7,2% de estas cuenta con sistemas de regadío.

Así y todo, esas tierras incultas, cubiertas de marabú -a decir de mi padre- “son una bendición de Dios”. Sostenía mi viejo que en este pandemónium en que gente inepta transformó el campo cubano, esas tierras ahora ociosas cubiertas de malezas, luego en barbecho, serán las que rindan buenas cosechas cuando agricultores con libertad de acción se hagan cargo de ellas. Mientras, “para que las echen a perder como hicieron con tantas fincas buenas, mejor que don Marabú sea el dueño”, decía.

Este 17 de mayo puede decirse que la destrucción de la agricultura por estatización -y, con ella, el aniquilamiento de las costumbres rurales y el folclor campesino- recuerda un delito de genocidio sólo superado por la crisis de valores en la sociedad cubana, instaurada por el propio militarismo castrista.

Es un sofisma decir que la Ley de Reforma Agraria del 17 de mayo de 1959 puso la tierra en manos de los campesinos, cuando, en realidad, transformó el latifundio privado -proscrito ya por la Constitución de 1940- en latifundio estatal. Las leyes de reforma agraria de 1959 y 1963 lo que en realidad hicieron fue expropiar, para adjudicar al Estado, más del 70% de la superficie agrícola de Cuba.

El proyecto agrario de Fidel Castro no fue multiplicar al campesinado como propietario rural, sino mantener la fuerza de trabajo del campo en condición de asalariada (entiéndase: bracera, peona, proletaria). Y así lo reconoció el propio mandamás cuando en el V Congreso de la Asociación de Agricultores Pequeños (ANAP) en 1977 dijo: “Al organizar aquellas cooperativas (de 1960) en las empresas cañeras, dábamos un paso adelante en relación a lo que había significado la parcelación de aquellas tierras (expropiadas). Desde el punto de vista social había sido un retroceso, porque aquellos obreros, los habríamos transfigurados de obreros, de proletarios, en campesinos”.

Vistas esas palabras del difunto Fidel Castro -del que pretenden “rutinizar el carisma”, a decir de Max Weber-, parece poco ético, por no decir hipócrita y deshonesto, que el 17 de mayo, día en que el latifundio privado pasó a manos del Estado, celebren el “día del campesino”. Cuba está necesitada de alimentos y apremia una verdadera reforma agraria, donde, en lugar de usufructuarios vigilados noche y día por fiscales, inspectores, burócratas y policías, se reconozca con la propiedad de la tierra a quien la trabaja. Urge, entonces, que los campesinos no sean dueños de mentiritas, como los “campesinos dueños de tierras” que tenemos en el campo cubano desde ya hace 62 años.

Desde 1959, el campesino cubano -en calidad de propietario- no ha podido aumentar su finca ni en una cuarta de tierra porque, entre campesinos u otras personas, en Cuba está prohibida la compraventa de terrenos agrícolas. Quienes lo hacen no pueden legitimar esas adjudicaciones en el debido registro que, por cierto, no es, como debía llamarse, Registro de Propiedad, sino “Registro de Tenencia de la Tierra”, mientras al propietario lo llaman “tenedor inscripto”.

Bajo esas circunstancias, no es raro que el campesino cubano no pueda hacer realidad la propiedad de una finca heredada de sus tatarabuelos, como puede hacer un campesino haitiano, dominicano, mexicano, colombiano o chileno (esto es: venderla, hipotecarla, arrendarla o sembrar en ella lo que mejor estime conveniente y vender la cosecha a quien mejor la pague). No, esas atribuciones no las tiene el campesino cubano que debe trabajar todos los días del año bajo la mirada de la burocracia del Estado. A cambio, esta le dedica un día (el 17 de mayo) que no es su día, sino el Día del Latifundio de Estado. En esas circunstancias, el pueblo cubano no debía reclamar al campesino comida y buenos precios, sino demandar al Estado para que, librado de la coyunda de siervo-usufructuario o seudo propietario, el campesino en Cuba produzca como produce cualquier campesino libre, guiado por una ley universal, la de la oferta y la demanda.

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Terroristas, mercenarios y vendepatrias.

Por Martha Beatriz Roque Cabello.

Cuando no hay argumentos para defender lo rebatible entonces se acude a las ofensas como la única forma de desviar la atención de lo que se está planteando. En el caso de la dictadura cubana, a este método añaden una dosis bastante elevada de mentiras y odio.

En Cuba de forma constante se acusa a los disidentes, o a todo aquel que se ponga en la acera opuesta del régimen de ser terroristas, mercenarios, vendepatrias y toda una serie de improperios que pueden llenar una página, aunque también se explica que la mayoría ha pasado por la prisión con cargos comunes como robo, desacato, tráfico de cualquier cosa, receptación, y un largo etcétera.

¿Dónde buscó Fidel Castro el capital para llevar a cabo su proyecto de “revolución”? Pues ahí, oyendo la conversación, están las fotos de este señor sentado en una mesa llena de dinero que recogió entre los cubanos de Estados Unidos de América. Pero eso –en el lenguaje virtual de la dictadura– era cooperación para lograr la libertad de Cuba de la dictadura de Batista, no mercenarismo.

Fidel Castro muestra el dinero donado a su revolución durante una visita a Tampa en 1955.

¿Y de dónde provinieron los fondos para comprar el yate Granma?

¿Y el avión con armas que en 1956 trasladó el fallecido Huber Matos a la Sierra Maestra, desde Costa Rica? No eran estos fusiles, ametralladoras, pistolas, para matar soldados, eran para que estuvieran seguros los rebeldes en las montañas.

Podríamos remontarnos a 1959 y empezar por aclarar ¿quiénes son los ladrones? Desde ese año en que tomaron el poder y hasta 1968 el régimen realizó varios procesos nacionalizadores e intervencionistas, con el fin de terminar con la propiedad privada. No solo afectaron los monopolios y las grandes empresas, también a pequeños y medianos propietarios, entre ellos a emigrantes judíos, españoles, chinos y cubanos. Ninguno vio un solo centavo al pasar a manos del Estado los esfuerzos de su trabajo de toda su vida. Y ahora ¿dónde están todos esos negocios intervenidos? En la ruina.

Todo lo que se robaron los “revolucionarios” desde 1959, saqueando las casas de aquellos que se marchaban del país para después darlas a habitar a la cúpula de “comandantes”, hoy convertidos en “generales”. ¿Dónde está? ¿Quiénes lo tienen?

Igual sucedió con las grandes compañías americanas; 5 913 empresas mantienen una demanda oficial contra las expropiaciones –que se estiman por un valor superior a los 7 mil millones de dólares–, un acto abusivo de nacionalización sin compensación

Y los años que siguieron, despojando a todos lo que abandonaban el país de forma definitiva. Robaron mucho, y después, como si fuera poco, lo volvieron a hacer en 1987 con las Casas de Cambio del oro y la plata, que fueron trampas para cubanos incautos que vendieron sus reliquias familiares y recibieron por estas una miserable parte de su valor. ¿Dónde se conserva este patrimonio?

Sin embargo, el mayor agravio al Gobierno y el pueblo de los Estados Unidos de América fue la pretensión de Fidel Castro (léase La Piedra) durante la Crisis de octubre de 1962 de lanzar los cohetes hacia aquel país para ocasionarle muerte y destrucción. A aquel “loco egocéntrico” no le interesó para nada la vida de los americanos y tampoco la de los cubanos que estábamos tan cerca.

¿De qué terrorismo puede hablar un país que quiso desaparecer a otro? La dictadura cubana puso al mundo en el momento de máximo riesgo del Siglo XX.

Es poco lo que hace el gobierno de Estados Unidos en contra del mal llamado gobierno que quiso desaparecer su pueblo; y el embargo es producto de todas las acciones que ha tenido el régimen cubano contra este país y su sociedad.

Entonces, cuánta mentira y odio hay en las palabras de la conocida “Revolución” en contra de los que dentro de la Isla disienten y por algún motivo tienen relación con el gobierno de Estados Unidos de América y con los cubanos exiliados en ese país.

Cualquier embargo, o “bloqueo” como suelen llamarle, no se mide a la destrucción de un país con armas nucleares. Si tuvieran vergüenza ni siquiera expusieran esto en la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Los americanos, con sus Leyes contra Cuba, se han quedado como niños lactantes en comparación con las ideas de destrucción que contra ellos se gestaron, por eso no se puede permitir que sigan haciéndose los mártires delante de los gobiernos y pueblos del mundo, y que sigan poniendo ceros a las cifras de daños causados por el embargo.

Mucho menos puede permitírseles que sigan desprestigiando y acusando de mercenarios y terroristas, sin pruebas algunas, a aquellos que luchan por la democracia en Cuba.

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El discurso de la polarización.

Por Mónica Baró.

Arresto del periodista Boris González Arenas durante la marcha del 11 de mayo de 2019.

Que Cuba está dividida es un hecho. Cuba, América Latina toda, proviene de una fuerte tradición de pugnas políticas. A los cubanos siempre nos ha costado enormes esfuerzos ponernos de acuerdo cuando se trata de decidir el destino del país y los caminos hacia ese destino. Parece que somos incapaces de aprender de nuestra propia Historia, que carecemos de memoria y estamos condenados a repetir los mismos erorres: síntomas inequívocos del subdesarrollo. Pero si daño nos han hecho las divisiones, más daño nos ha hecho esa cacareada y falsa unidad que el gobierno cubano ha venido imponiendo por la fuerza desde los años sesenta.

En nombre de la unidad en Cuba se ha promovido la segregación, la represión y la criminalización del pensamiento que disiente del Poder. En nombre de la unidad miles de familias se han separado y se ha creado un abismo entre quienes emigraron y quienes quedan en la isla. En nombre de la unidad se han violado derechos humanos. En nombre de la unidad se ha premiado la simulación, la deshonestidad, el oportunismo y la hipocresía. En nombre de la unidad, en resumen, se ha atacado la diversidad, que constituye uno de los valores más preciados de la sociedad, y hoy no tenemos un país más unido sino menos libre, auténtico, fuerte. 

La idea de que en la unión está la fuerza es solo cierta cuando la unión es resultado de un proceso permanente de construcción de consensos entre actores diversos, en igualdad de condiciones, y no del abuso permanente de los poderes gubernamental, judicial, militar o policial. No puede haber unión si el Estado no garantiza el respeto al pleno ejercicio de los derechos civiles y políticos. En Cuba, en todo caso, lo que hay es obediencia al gobierno del Partido Comunista.

Esa polarización de la que tanto se viene hablando en los últimos años, que las redes sociales han ayudado a visibilizar y reproducir, expresa justamente la violencia que ha ejercido durante décadas el sistema cubano. Nada polariza más que segregar, marginar y reprimir a actores sociales. ¿Cómo vamos a esperar que un periodista que es encarcelado, desterrado o acosado por la Seguridad del Estado, solo por hacer su trabajo, no sea parte de la polarización? ¿Cómo vamos a esperar que las personas excluidas no se piensen y actúen desde esa exclusión?

Muchos de los posicionamientos que a veces pueden resultarnos excesivos, dramáticos, radicales, nos hablan de la magnitud de la violencia política que ha sufrido el pueblo cubano durante más de medio siglo. Porque muchos de esos posicionamientos son asumidos por víctimas. Un diálogo que desconozca este contexto solo va a conducirnos a incomprensiones.

Para solucionar o atenuar la polarización habría que dirigirse a sus causas y no a sus expresiones. La esencia del problema no radica en los discursos de odio sino en los orígenes del odio. Además, nunca será comparable el discurso de odio del Poder, que el discurso de odio de una víctima.

Cuando una víctima denuncia violencia política, lo menos importante es su discurso y su ideología. Son pocas las personas que, luego de ser violentadas, logran mantener la ecuanimidad. Preguntémonos entonces cómo deben sentirse quienes son violentados una y otra vez durante años.

Entrar a evaluar los discursos o ideologías que subyacen en las denuncias de las víctimas implica revictimizarlas, porque implica desviar la atención de lo que realmente importa, que son sus derechos, atacar su credibilidad, instrumentalizar su caso para generar discusiones políticas y, sobre todo, alimentar esa polarización de la que tanto hablamos. El discurso sobre la polarización puede llegar a ser también muy polarizador.

Es necesario, desde luego, que discutamos acerca de los polos distintos u opuestos que conforman el teatro de la política cubana. Pero más que la polarización, a mí me preocupa la falta de empatía y solidaridad con las víctimas de violencia política en Cuba. Creo, de hecho, que los silencios cómplices de quienes se encuentran en posiciones privilegiadas, o esas defensas precavidas que buscan quedar bien con Dios y con el Diablo, alimentan más la distancia y la hostilidad que las propias ideologías. Mientras exista un Poder que defina de manera arbitraria quiénes merecen estar dentro o fuera del sistema, y criminalice a quienes ubica más allá de esos límites, las divisiones, pugnas y polarizaciones continuarán. Es ese Poder el que debe ser transformado para lograr una convivencia más saludable, armónica y pacífica. Por supuesto, intentar transformarlo muchas veces significa quedar fuera del sistema y ser criminalizado, pero quizás no hay mejor manera de entender el Poder que desde ese no-lugar al que te expulsa cuando no lo complaces. Al menos yo, nunca he sido más consciente de las injusticias y los dolores de Cuba que cuando he compartido, de alguna manera, la suerte de los reprimidos.

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lunes, 17 de mayo de 2021

El pan, también perdido en Cuba.

Por Iván García.

Alrededor de una larga mesa metálica, cuatro hombres sin camisa amasan pequeñas bolas de harina que posteriormente depositan en unas bandejas ennegrecidas. En la esquina de la mesa, una bocina portátil reproduce reguetón a volumen moderado. Son las dos de la madrugada y el vapor que desprende el rústico horno eléctrico de la panadería, donde se cuecen varias bandejas de pan, satura el ambiente con un calor denso y asfixiante.

El maestro panadero suda a chorros. Busca detrás de unos sacos de harina una botella plástica con ron casero y se da un trago largo que le estremece el cuerpo. Luego sale al portal de la panadería a fumarse un cigarrillo. La ligera brisa nocturna es un oasis comparado con el calor infernal del salón.

En la panadería elaboran el pan de cinco mil consumidores. Un pan que ni siquiera acabado de hornear tiene un mínimo de calidad. Es el pan que diariamente se le otorga a todos los cubanos por la libreta de racionamiento más antigua del planeta, establecida en 1962, hace 59 años.

El pan debiera pesar 80 gramos. Cuando se guardan en la panera, si acaso, pesan la mitad del gramaje establecido. “Cada cierto tiempo los periodistas de la televisión o el Granma publican artículos criticando la mala calidad del pan. Alguien tiene que pagar cuando las cosas no funcionan bien. Y la cadena siempre se parte por el eslabón más débil”, cuenta el maestro panadero.

“Entonces cambian al administrador y botan al maestro panadero para acallar las criticas. Pero este es un mundo circular. Al administrador lo ponen en otra panadería, fuera del municipio, y a los maestros panaderos también nos ubican en otro lugar. Pero nada cambia. Comercio Interior es una mafia, un organismo donde todo el mundo viene a buscar dinero, no a producir pan con calidad. Solo el pan que se vende por la izquierda a los dueños de cafeterías y clientes particulares tiene un poco de calidad”, dice y añade:

“Una panadería es tremendo bisne. Los jefes se buscan suficiente plata y pueden reparar sus casas y comprarse un auto. Los maestros panaderos también hacemos un baro largo. A veces más, a veces menos, depende de cómo esté la marea. En una jornada puedo ganar dos o tres mil pesos, ya sea vendiendo pan o materias primas como el aceite y la harina, que la vendo a 25 pesos la libra. Y como van reducir la producción de pan en La Habana en un 30 por ciento en la Cadena del Pan (el que se vende liberado), una bolsa de siete panes que costaba 35 pesos probablemente cueste 50 o 60 pesos. En Cuba el pan es fundamental, sobre todo ahora, que a la gente no le alcanza el arroz. Muchas personas por la noche se comen un pan con cualquier cosa. Esta crisis afecta a la inmensa mayoría de la población, pero los que trabajan con la elaboración de la jama (alimentos) se llena de pesos”.

El pan por la libreta, uno diario por consumidor que se vende a un peso, es de tan mala calidad que, según un administrador de una panadería al sur de La Habana, “entre un 30 y un 40 por ciento de la población lo dejó de comprar. Y ese pan se lo empezamos a vender a los criadores de cerdos. Desde hace unos meses, con el recrudecimiento de la crisis económica y la escasez alimentaria, la gente no ha tenido más remedio que comprarlo”.

Otras personas recurren al pan de venta libre que se oferta en establecimientos de la Cadena del Pan, donde una libra de pan de corteza dura cuesta diez pesos y un peso el pan suave. Pero desde el año pasado, comenta Frank, funcionario de esa Cadena, “la producción se recortó en un 20 por ciento por déficit de harina, aceite y otros insumos”. Eso provocó colas kilométricas y broncas para adquirir el pan.

“Desde que se dio la noticia del nuevo recorte en la producción del pan liberado, las colas se han multiplicado. Se despachaban cuatro libras de pan de corteza dura por consumidor, ahora solo se venderán tres libras y no vamos a producir pan suave. A la persona se le escaneará el carnet de identidad para que no pueda comprar hasta dentro de dos días. También se ha pensado entregar tickets en las colas para evitar las aglomeraciones”, explica Frank.

La noticia generó disimiles comentarios entre los habaneros de a pie. En redes sociales, esquinas de barrio o en los destartalados taxis colectivos se arman encendidas polémicas sobre la escasez de pan y otros alimentos en Cuba. “Sin arroz, viandas, carne de puerco y ahora casi sin pan, muchos cubanos nos vamos a morir de hambre”, opina Erasmo, empleado de una sucursal bancaria.

Elisa, abogada, considera que el gobierno está cruzando una frontera peligrosa. “Está faltando la comida más elemental de los cubanos. Es una odisea comprar arroz, el que dan por la libreta solo alcanza para diez días. Los frijoles negros están a 70 pesos la libra. La carne de cerdo, si se encuentra, 140. Hace unos días me vendieron una bolsa con cinco boniatos en 60 pesos. El gobierno tiene que hacer cambios urgentes, pues estamos a un paso de una hambruna. Mientras, los dirigentes alardeando de que Cuba tiene cinco vacunas, pero la gente no solo no tiene comida, tampoco tiene champú para lavarse la cabeza ni medicamentos para curar la sarna que se ha extendido por todo el país. El pueblo cubano es pacifico, pero todo tiene un límite”.

El sitio web oficialista Cubadebate publicó una nota sobre la reducción de pan en La Habana. El 90 por ciento de los 132 comentarios fueron sumamente críticos. “Ni arroz, ni vianda ni nada, ¿alguien me puede decir qué vamos a comer?”, se preguntaba Lilia. “A este paso llegaremos a los tiempos de ley seca de todo: arroz, harina, leche, aceite, azúcar. Me pregunto, ¿quedará yerba para comer?”, escribía un internauta con el seudónimo de Planeta.En esa línea iba el resto de comentarios. La nota aclaraba que la medida sería hasta el mes de julio.

Pero un funcionario del partido comunista declaró en exclusiva a Diario Las Américas, que “ése y otros recortes en sectores productivos y en la elaboración de alimentos pudieran sucederse de no mejorar la situación económica. El problema principal es que no hay liquidez, no tenemos suficientes divisas. La pandemia ha hecho más daño que una invasión contrarrevolucionaria. La afectación al turismo y a diferentes sectores económicos, unido a las medidas restrictivas de Trump, el cierre de las oficinas de Wester Union y recortes en el petróleo venezolano ha provocado que no contemos con divisas suficientes para importar alimentos. La entrega de combustible desde Venezuela ya se había recortado en un 30 por ciento y se recortó otro 15 por ciento más. Próximamente, el transporte urbano se verá obligado a reducir sus viajes y las empresas estatales recortarán en un 20 por ciento el uso del combustible. Y no dudo que haya que programar apagones. Vienen años muy duros”.

Las malas noticias no se detienen. En la actual zafra azucarera, según estadísticas oficiales, solo se produjeron 816 mil toneladas de azúcar, el 68% de las 1,2 millones de toneladas previstas. De esas 816 mil toneladas, Cuba tiene compromisos de exportar anualmente 400 mil toneladas a China. Y el consumo interno oscila entre 600 mil y 700 mil toneladas, por lo que habría que importar azúcar o hacer recortes. Son los peores datos en la producción de azúcar desde 1908.

Osniel, dueño de una cafetería de sandwiches y comida criolla, está convencido que la actual crisis todavía no ha tocado fondo. “Cientos de dueños de negocios gastronómicos han entregado sus licencias debido a los altos costos y la escasez de alimentos que apenas nos deja ganancias. Ahora con el déficit de harina y azúcar se complica aún más el panorama, porque una parte importante de las ventas, como panes, dulces o jugos tiene como componente la harina y el azúcar”.

El contexto actual en Cuba es muy complejo. La economía ha caído en los últimos dos años un 13%. El turismo, exportación de servicios médicos y remesas han tenido recortes drásticos. Las reformas monetarias no han funcionado. La inflación ha devorado la mejora salarial. El desabastecimiento es generalizado. Las colas y aglomeraciones para comprar alimentos, ya sea en pesos o dólares, aumentan. El descontento social y la polarización se acrecientan. El régimen está en horas bajas. Muchos se preguntan si estamos viviendo el principio del fin de la dictadura verde olivo.

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sábado, 8 de mayo de 2021

Cómo responder cuando escuches que Cuba sufre un bloqueo ilegal e inmoral.

Por Rafaela Cruz.

En pocos días, la Asamblea General de la ONU concederá su anual espaldarazo al castrismo, la aplastante mayoría del cónclave aprobará nuevamente el documento que cíclicamente presenta el Gobierno de la Isla para condenar el "bloqueo yankee".

Esta condena diplomática no tendría importancia alguna si no fuese porque le sirve al régimen cubano para justificar tanto las miserias provocadas por su modelo económico, como la coaptación de los derechos políticos y económicos del pueblo en base a la política de "plaza sitiada".

Aun con todo lo ventajoso que al castrismo le es este victimismo, los argumentos que sustentan su propaganda son tan básicos como básicas las mentes a las que van dirigidos, las tesis fundamentales son: es un bloqueo, es ilegal, es inmoral.

Bloqueo: etimológicamente bloquear es impedir el funcionamiento normal de algo poniendo trabas en su realización. Con lo cual, todo obstáculo al comercio y a la emigración puede considerarse bloqueo y, como todos los países del mundo tienen controles sobre el comercio y la emigración, se deduce que todos son a la vez bloqueados y bloqueadores.

Siendo así, nadie pone en dudas el derecho de un país a regular su relación con cualquier otro. Son normales los controles de fronteras selectivos según la nacionalidad del que llega, o los aranceles dirigidos contra una nación específica o un producto dado. Es competencia soberana de cada país definir hasta qué punto quiere relacionarse con otro.

Pero el Gobierno cubano alega padecer una situación cualitativamente diferente, dice que EEUU la tiene cercada.

Cuba sí sufrió un cerco, pero en 1962. Sucedió cuando Fidel Castro convirtió la Isla en un portaaviones nuclear soviético. Entonces, una flota con navíos estadounidense y latinoamericanos, la bloquearon aislándola del mundo por aire y mar hasta conseguir la retirada de los misiles comunistas.

De los más de 22.000 días que ha durado el castrismo, solo esos 13 días de octubre transcurrieron bajo un bloqueo-cerco, apenas el 0,057% de su tiempo de existencia. No parece que ese infinitesimal instante pueda justificar la miseria actual del país.

No importan las razones que motiven cómo Washington regula su relación con La Habana, la cuestión es que tiene derecho a mantener una buena relación o a no tener relación alguna. El propio castrismo ha cesado toda relación con varios países en más de una ocasión.

En realidad, Cuba comercia con todo el mundo, incluidos EEUU, sin que ningún cerco se lo impida. Eso sí, siguiendo en cada caso las normas que su contraparte imponga, lo que es muy natural. ¿De qué bloqueo habla entonces?

Ilegal: lo primero a entender es que el conjunto de leyes que componen "el bloqueo" no prohíben nada a Cuba. Es a las empresas y a los nacionales estadounidenses a quienes se les limita su relación con un tercer país. Así que, en todo caso, serían los estadounidenses quienes deben dirimir la legalidad de esas leyes.

Que los norteamericanos no puedan viajar a Cuba sin un permiso especial no es bloqueo; cuando los cubanos no podían viajar a ninguna parte del mundo sin un permiso del Gobierno castrista —que aun deniega a muchos ciudadanos— a nadie se le ocurrió decir que el universo estaba bloqueado por Cuba.

La realidad es que enormes corporaciones que han sido afectadas con multimillonarias multas por transgredir estas leyes, aun teniendo a su disposición los mejores despachos legales, jamás han alegado en su defensa que estas sean ilegales o inconstitucionales. Lo cual es un reconocimiento factico de su legalidad.

En todo caso, si Cuba estima que estas leyes le afectan, ¿por qué no se querella directamente contra el Gobierno norteamericano? Podría ir a una corte local utilizando uno de los muchos agentes que tiene viviendo en el monstruo. También podría ir a la Corte Penal Internacional como recientemente hicieran Venezuela o Irán. ¿Por qué Cuba solo acude a la Asamblea General de la ONU donde no se discute para nada la legalidad de estas leyes? ¿Temerá Cuba que un veredicto legal real le quite fuelle a su show mediático y a sus justificaciones?

Inmoral: no hay que descartar a priori el argumento. Efectivamente, algo inmoral puede tener esta legislación norteamericana que intenta afectar a un Gobierno enemigo haciendo mella directa en la población. Más cuando el Gobierno enemigo es una dictadura, por lo tanto, la población —al menos la inmensa mayoría— es víctima y no cómplice del Gobierno.

Washington enfrenta una disyuntiva: negarse a colaborar con una dictadura para acelerar su caída, aunque el pueblo sufra por ello, buscando así el bien a largo plazo; o pensar a corto plazo y, para aliviar solo un poco la situación actual del pueblo, colaborar con esa dictadura y así, probablemente, perpetuarla en el poder.

Ambas opciones pueden ser moralmente condenadas, pero también ambas opciones pueden ser moralmente justificadas. Pero, ¿qué justificación tiene el castrismo para ser una dictadura?

Lo que es inadmisible es que quien tiene la responsabilidad directa de la situación espantosa del pueblo cubano acuse de inmoral a quien, en todo caso, tendría una relación bastante lejana.

Pero a efectos didácticos pongámonos en el lugar del castrismo y aceptemos que "el bloqueo" es un chantaje político que busca doblegar la voluntad de Cuba.

Es obvio que "Cuba" no tiene voluntad, solo las personas tienen voluntad. Los que gobiernan cada país son los que tienen voluntad; en el caso cubano, siendo el castrismo quien gobierna, el chantaje no es contra Cuba, es contra el castrismo.

Y no es un chantaje tipo "haz lo que te digo o te torturo" (pues los que rigen Cuba no sufren, ni mínimamente, los estragos del "bloqueo"), es más bien un chantaje del tipo "haz lo que te digo o torturo a tus hijos".

¿Hasta qué punto la responsabilidad es del chantajista y hasta qué punto la responsabilidad es de la intransigencia del padre? ¿En qué momento la voluntad del castrismo se volvió más importante que el bienestar de los cubanos?

Según su propia lógica, el castrismo, con tal de hacer su voluntad, llevaría 62 años permitiendo que los norteamericanos torturen al pueblo cubano.

La conclusión final es simple: no existe tal bloqueo, Cuba comercia con quien quiera comerciar con Cuba, exactamente lo mismo que cualquier otro país del mundo.

Efectivamente existe un conjunto de leyes en EEUU, un país soberano, tendentes a regular su relación con otro país, pero estas leyes no dañan a Cuba, solo le impiden beneficiarse de la propiedad norteamericana, que es algo completamente diferente. Además, la legalidad de estas leyes, hasta este momento, ha sido incuestionada, incluso por el castrismo.

Sea cual sea, la moralidad de la relación entre una democracia y una dictadura es siempre cuestionable, esta se basa exclusivamente en el interés mutuo. EEUU decidió que puede vivir sin Cuba, y no es su culpa que tras 62 años de nacionalismo castrista, la Isla necesite hoy más que nunca de EEUU. 

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jueves, 6 de mayo de 2021

La Habana no aguanta más.

Por Iván García.

Dos policías vigilando la sede del Movimiento San Isidro en Damas 955 entre San Isidro y Avenida del Puerto.

Viernes 2 de abril. En una dulcería privada del barrio de San Isidro, la dependienta bosteza mientras en un televisor de pantalla plana mira el noticiero del mediodía. El salón está vacío. Un perro callejero sucio y hambriento entra al establecimiento buscando comida.

Un mesero le pone en un plato desechable pedazos de dulces. El dueño le increpa. “Si les siguen dando sobra de comida a los perros de la calle, además de que Salud Pública nos va a meter una multa por falta de higiene, espantas a los clientes”, dice, y de una patada espanta al can. Cuando el dueño se va, la dependiente comenta: “Todo el mundo está de mal humor en Cuba. El pobre perro no tiene la culpa de que las ventas estén por el piso”.

En una paladar cercana, el portero se abanica con el menú. “Estamos ofreciendo comida a domicilio. Tenemos descuentos”, apunta. Pero la gente, después de mirar los elevados precios, se marcha sin comprar. “El negocio está más pelado que el desierto de Sahara. Hace semanas que apenas vendemos. Mi papá es el dueño y tuvo que sacar a los trabajadores. Ahora mi mamá y él cocinan los pedidos y yo los recojo. Si vendemos dos o tres comidas al día es una fiesta. Algo tiene que pasar en Cuba. La gente está a punto de explotar. Sin dinero y sin comida. El hambre es mala consejera”.

En la calle Picota, casi frente a la unidad policial de San Isidro, un grupo de adolescentes escuchan en una bocina portátil el último hit del Micha y se pasan entre ellos una botella de ron barato. “Que anoche tuve un sueño, lo cuento y no me lo creen/ Que yo cantaba con Benny, con Celia en L y 23”, canta la voz ronca del Micha. El policía de guardia en la estación parece sordo.

En la calle Damas, donde reside Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San Isidro (MSI), algunos vecinos están sentados a la entrada de sus viviendas. Dos hombres sin camisa miran el panorama desde el segundo piso de un edificio ruinoso. Una vecina de Otero, con un short ripiado, rolos y descalza, está lavando y el agua que sale por el desagüe de la lavadora corre por la sala. “No hay nadie, señor”, me dice, cuando toco la puerta. “Luisma está pa’la calle. En su ajetreo. ¿Quisiera dejarle un recado?”.

Dos horas más tarde, me encuentro con Luis Manuel en un parque con esculturas de concreto en San Lázaro e Infanta. Viste una camisa hawaiana y un vaquero rojo desteñido. Cuenta a Diario Las Américas que “el lunes 5 de abril voy a preparar algo para los niños”. Y aprovecha para aclarar la polémica que en las redes sociales generaron sus palabras, de que la intención del MSI era una sociedad democrática, no tumbar a la dictadura.

“Creo que no se me entendió o no me supe explicar. Claro que lo que queremos es una Cuba sin dictadura, ¿pero como nosotros, activistas pacíficos, vamos a derrocar a un régimen que tiene las fuerzas militares de su parte sino tenemos ni un arma? Por eso apuesto por el diálogo para la transición. Pero si alguien tiene una propuesta de alzarse en armas, te juro que me apunto”, expresa.

Varias personas se acercan a saludarlo. Una joven quiere hacerse un selfie. Mientras intentábamos abordar un taxi colectivo, un muchacho lo saluda y le dice: ‘Estamos conectados’. Dos días después, en la misma cuadra donde reside Otero, Maykel Osorbo y otros integrantes del MSI, ante la imposibilidad de salir de sus casas, en un altavoz pusieron canciones contestatarias como Patria y Vida, Un sueño y Diazka de Aldo Rodríguez Baquero, líder del grupo de rap Los Aldeanos y Silvito el libre.

Antes, una patrulla intentó detener a Maykel y los vecinos lo impidieron. El agente que iba a efectuar la detención, lo dejó con una mano esposada. Parecía un performance. Osorbo, sin camisa, con su puño esposado entonaba el estribillo del rap de Los Aldeanos y Silvito el libre, ‘Díaz-Canel singao, Díaz-Canel singao’. El gentío del barrio le hacía el coro de fondo. La policía, intimidada, observaba, pero no reaccionaba.

En la mañana del lunes 5, cuando estaba todo listo para la fiesta infantil, se desataron las fuerzas represivas. Integrantes del MSI, entre ellos Otero y Manuel Cruz, que iba a actuar como payaso, fueron arrestados. «Estuve detenido más de doce horas. Me llevaron para una unidad policial en Regla. Cuando por la noche me soltaron, no tenía internet, no había forma de comunicarme con nadie», dijo Luis Manuel. Finalmente, el martes 6 de abril , pudo repartir los libros, caramelos y helado entre los niños de la barriada.

El creciente descontento que impera ahora mismo en Cuba se puede observar en cualquier municipio, en particular en los barrios duros y pobres de La Habana profunda, donde la mayoría de sus habitantes son negros y mestizos. Ya sea en San Isidro, Colón, San Leopoldo, Jesús María y Los Sitios, en el corazón de la ciudad. O en Párraga, Mantilla, El Moro, La Lira, Jacomino y La Cuevita, al sur de la capital, la tensión social se puede cortar con un cuchillo.

Los pocos ómnibus que transitan van repletos. Las colas para adquirir pollo son interminables. No hay medicamentos. Desayunar café es un lujo. Falta de todo y nadie espera que las cosas cambien. Para comprar pan, un paquete de salchichas o dos piñas tienes que hacer cinco o seis horas de cola.

La autocracia verde olivo solo promete continuidad. Los compadres del partido comunista siguen cargando en sus hombros el féretro del dictador Fidel Castro, como si de una procesión se tratara. No existen ideas nuevas, estrategias de reformas profundas ni propuestas creativas. Todo se centra en desempolvar los viejos discursos fidelistas. La sociedad hierve y el régimen está paralizado.

No hay soluciones al déficit de alimentos, medicinas, artículos de aseo ni al desabastecimiento generalizado. El presidente Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez pudiera aspirar a un récord Guinness como el mandatario que más reuniones celebra sin resolver nada. En plena crisis económica y sistémica, inflación galopante y malestar popular, anunció medidas de confinamiento más restrictivas para los habaneros.

“Es increíble, la gente está a punto de volverse loca con tanta escasez, colas, multas y prohibiciones y a este tipo (Díaz-Canel) solo se le ocurre más trancadera. Que siga jugando con fuego, que la paciencia de los cubanos tiene un límite”, confiesa Mirta, maestra jubilada.

Un sector de la disidencia opina que las nuevas medidas están más enfocadas en controlar a la ciudadanía en vísperas del VIII Congreso del Partido Comunista (16 al 19 de abril en La Habana, una ciudad que no aguanta más). Y no descartan que el régimen pueda desatar una intensa oleada represiva similar a la Primavera Negra de 2003. Si algo funciona bien en una dictadura es vigilar y arrestar a sus opositores.

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