lunes, 30 de noviembre de 2020

Se disparan los precios en Cuba.

Por Iván García.

Después de caminar poco más de dos kilómetros con su rústica carretilla de madera hasta un almacén improvisado de hortalizas, frutas y frijoles, Andy hurga entre las cajas repletas de piñas, tomates y racimos de plátanos y escoge los productos de mayor calidad. Luego viene el regateo. “Asere, no seas apretador, como tú me vas a dejar la libra de frijoles colorados en 60 pesos. ¿A cuánto la vendo yo?”, le pregunta el carretillero al intermediario.

“Brother, tu vives en la luna. Aterriza, que el 1 de diciembre suben los precios y la gente va a ganar más dinero. La carreta siempre tiene que ir delante de los bueyes. Oferta y demanda, socio. Infórmate, chama. Borra de tu mente los antiguos precios. Dentro de seis meses una guayaba va a costar 15 pesos y la libra de frijoles colorados rondará los 100 pesos. Casi no hay alimentos y la gente va a tener que gastar todo su salario en jama (comida)”.

No muy convencido, el carretillero paga un anticipo por la mercancía y le dice que a la mañana siguiente liquida la deuda. “Esta onda del ordenamiento monetario me tiene con los nervios de punta. Los trabajadores estatales siguen ganando salarios de mierda y los precios de los alimentos se han multiplicado o triplicado. Decían que era por la escasez y el Covid-19 y por eso le pusieron ‘precios covid’. Pero han seguido creciendo y como yo tengo que lidiar con los clientes, algunos hasta te quieren echar a la policía y acusarte de especulador. Por cada libra que vendo solo me busco entre 7 y 12 pesos, pero en la calle siete y doce pesos, pero nadie te cree”, comenta Andy.

Tras un recorrido por varios mercados agropecuarios habaneros, en los estatales la mayoría de las tarimas están vacías. Si acaso, ofertan plátano macho a 3 pesos cada uno y piñas raquíticas a 10. En los agros particulares, un poco más surtidos, la libra de tomate está a 50 pesos y la de ají a 60. Una piña, de 15 a 20 quince pesos, según su tamaño. Un aguacate, 25 o 30 pesos. La libra de cebolla a 35 pesos y la de limones a 50. La libra de frijoles negros a 25 pesos, los colorados a 60 y los garbanzos a 50. Una libra de jamón embuchado a 90 pesos. Y una libra de carne de cerdo deshuesada a 70.

Mientras espera para pagar su compra, Omar, empleado bancario, se queja de que “una piña, un aguacate, la mitad de un melón, una libra de limones, una libra de frijoles y dos kilogramos de puerco me costó más de 300 pesos. Y eso se come en mi casa en dos días”. Ante la incertidumbre de lo que viene, con el enorme desabastecimiento de alimentos, artículos de aseo y medicamentos, unido a la baja productividad agrícola y la devaluación del peso (cup), la moneda nacional, los productores, intermediarios y minoristas privados decidieron implementar nuevos precios.

Lázaro, quien desde hace ocho años comercializa productos provenientes del campo, explica que la razón del alza de precios es simple. “Vamos a dejarnos de cuento, el problema es que apenas se produce, ni en la agricultura ni en la industria alimentaria. Desde hace cinco años, los cultivos han ido decreciendo, porque no es posible que en pleno siglo XXI un guajiro siga cosechando la tierra con bueyes y sin fertilizantes. Esa disminución agrícola es la que ha provocado la subida de precios. Cuando uno va a contratar una cosecha completa de cebolla, por ejemplo, ya el campesino le ha puesto un precio alto. Y a ello se suma que cada eslabón de la cadena comercializadora le añade un 10 o 15 por ciento. Ahora con el reordenamiento monetario, que incluye aumento de salarios, los precios se dispararán porque habrá más demanda que oferta”.

La inflación en Cuba está creciendo aceleradamente, un fenómeno que no solo afecta el precio de los alimentos, también las medicinas y el resto de artículos de primera necesidad, sea un pomo de champú o un saco de cemento. Igor, licenciado en economía, es pesimista con el nuevo ordenamiento monetario. “Sin haberse aplicado, muchos servicios y precios minoristas de alimentos se han elevado entre un 100 y 200 por ciento. ¿Qué se puede esperar cuando los salarios se multipliquen por cuatro y se mantenga la actual escasez? Que la inflación va a devorar el alza salarial. Hay muy poca oferta. Eso se va a reflejar en una subida generalizada de precios ”.

La jefa de contabilidad de una empresa estatal considera que “si no hay cambios de última hora, el 1 de diciembre comenzará aplicarse el reordenamiento financiero y la reforma salarial. Habrá un anticipo de mil pesos para que los trabajadores puedan comprar productos que subirán de precio”. Un ex gerente de una empresa mixta opina que “los grandes beneficiarios del nuevo ordenamiento serán las empresa exportadoras, pues se comenzará aplicar una tasa cambiaria más ajustada a la realidad y obtendrán mayores ganancias. Pero existen numerosas empresas que tendrán pérdidas sustanciales y el Estado tendrá un dilema: o las sigue subvencionando, con el costo que ello implica, las venden a inversionistas extranjeros o se las entrega a los trabajadores en concepto de cooperativa”.

Emprendedores privados de gastronomía, diseño e informática con los cuales conversé, piensan que el próximo ordenamiento será un reto para ellos. Osmany, dueño de una cafetería de entrepanes, cree que “con un mercado mayorista que solo oferta arroz, sal y a veces harina, los dueños de negocios gastronómicos así como los elaboradores de dulces, tendremos que seguir comprando los insumos en el mercado negro y en las tiendas por dólares. El gobierno no ha aclarado cómo y cuánto recortarán los impuestos. Al subir los precios, y en las condiciones actuales de crisis económica y desabastecimiento total, perderemos más clientela. Otro problema serán los salarios. En el sector estatal ganarán hasta cinco veces más sin importar si tienen un respaldo productivo. Los particulares no podemos darnos ese lujo. Se paga más si tenemos buenos beneficios. Nuestros negocios se contraerán. Yo tenía quince empleados y ahora solo tengo seis”.

El régimen reconoce que debido a la pandemia y la crisis económica, más de 225 mil cuentapropistas han pedido una prórroga o entregado sus licencias. Probablemente los más descontentos con la nueva reforma monetaria son los médicos que han estado en misiones en el extranjero y tienen cuentas de ahorros en bancos cubanos. Alexis, pediatra, trabajó dos años en Qatar. “Allí el salario de un especialista fluctuaba entre 6 y 8 mil dólares mensuales. El gobierno en mi cuenta bancaria en Cuba me depositaba mil dólares al mes. Pero ese dinero me lo situaban en pesos convertibles (cuc), que va a desaparecer. He escrito cartas a todas las instancias reclamando que me entreguen mis ahorros, alrededor de 20 mil dólares, en divisas, porque con la devaluación del peso cubano (cup) perderé poder adquisitivo. Ni siquiera puedo comprar en las tiendas MLC (moneda libremente convertible) que abrió el gobierno. ¿Si mi salario me lo pagaron en divisas, por qué el gobierno no me lo entrega en divisas?”.

Varios médicos consultados aseguran que sus ahorros se verán afectados con la nueva medida. “Ahorré ese dinero para comprar una casa. Ahora con la reforma salarial y el ordenamiento monetario pierdo entre un 30 y un 40 por ciento de su valor”, se lamenta una doctora que estuvo tres años laborando en Sudáfrica. Otros ahorristas afirman que perderán dinero no solo por la devaluación que va a sufrir el peso. Lourdes, peluquera, decidió depositar en el banco los 5 mil pesos convertibles (cuc) que había ido reuniendo para celebrarle los quince a su hija. «Ese dinero lo fui comprando poco a poco en las CADECAS (casas oficiales de cambio), a 25 pesos. Pero ahora, cuando el Estado dé luz verde a los cambios monetarios, me los va a devolver a 24. Perderé cinco mil pesos y ninguna institución se hará responsable”.

La percepción que existe entre la gente de a pie es de escepticismo ante la inminente reforma monetaria. Aseguran que la inflación va a evaporar los nuevos salarios y pensiones. Otros, como los médicos que han ejercido en el exterior y los ciudadanos que guardaron sus ahorros en divisas en bancos nacionales, se consideran estafados por el Estado.

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jueves, 26 de noviembre de 2020

Un fraude del tamaño del Capitolio.

Por Zoé Valdés.

Kamala Harris y Joe Biden.

Para aquellos que cada vez que se evoca el fraude electoral en Estados Unidos y sus recientes elecciones presidenciales (hablo en plural porque al parecer con Barack Obama también hubo lo suyo) se llevan las manos a la cabeza como mínimo, y como máximo insultan y replican con un: “¿tienes pruebas?”, usualmente respondo: ¿tienes pruebas de lo contrario? ¿Tienen ustedes pruebas de que no hubo fraude electoral a favor de Joe Biden. Entonces se quedan más mudos que Rebecca, la de Alfred Hitchcock, no la de ahora de Netflix.

Fraude ha habido y es mayor que el tamaño del Capitolio. Para que se entienda mejor, recomiendo los artículos de José María Arenzana en SevillaInfo, en forma de episodios, ahí el autor del magnífico ‘Ruanda. Cien días de fuego’  deja todo bien claro, como decimos los cubanos: “p’a comer y p’a llevar”.

Alguna prensa se pregunta todavía si el plan ya estaba pensado como un método de introducir el pavor entre los funcionarios electorales locales y estatales como una posible injerencia extranjera, distanciarlos así de empresas estadounidenses. Pero no: Dominion Voting Systems, que resultó ser contribuyente de la Fundación Clinton y vinculada a Nancy Pelosi trabajó directamente con las agencias DHS/CISA como asesor, en lo que parecía una garantía para que estas empresas de tecnología de votación “redujeran el riesgo de intervención extranjera”, y brindando la esperanza de que serían unas elecciones libres y justas, al estar cercanas de personas supuestamente leales a su país.

Por lo tanto, esta farsa dejó de serlo para ser real, y no fue solamente un hecho “portentoso” de injerencia extranjera como se ha querido vender desde algunas aristas del sistema y desde algunos medios de prensa. Indicarlo desvía la atención concreta sobre un plan latente desde el interior de Estados Unidos, que pudiera tener involucrados a demócratas y a republicanos, estos últimos traidores de su propio partido y de sus votantes por el mero hecho de no estar del lado del presidente. 

En 2019, la senadora Diane Feinstein presentó un proyecto de Ley en el Congreso, durante el mes de mayo, para fortalecer la Ley de Interferencia Electoral extranjera, pero esta Ley sólo se ocupó de la parte extranjera y obvió la interferencia nacional, pensando quizás que no podía de ninguna manera acontecer.

Resulta preocupante que las empresas estatales presentadas se dejaran abordar por Dominion Voting Systems, y que la magnitud de la compra, instalación y administración fueran dejadas al albur, ignorando así una amenaza tanto extranjera como interna, obviando la supervisión, certificación, auditoría, monitoreo y controles internos  que habrían sido los adecuados.

Algunos medios achacan a la pandemia del COVID-19 del PCCH que se descuidaran estos “detalles”. Llamar “detalles” a lo que claramente definiría las transparencia en unas elecciones constituye una falta de respeto a los votantes y una violación inadmisible de los derechos ciudadanos. 

¡Que esto suceda en Estados Unidos! Exclaman numerosas personas, bueno, ya lo escribí en una ocasión: en Estados Unidos asesinaron a un presidente, asesinaron al hermano de ese presidente, también candidato político, e hirieron de gravedad a otro presidente, sin contar los hechos electorales en la época de Nixon, mediante los cuales el presidente asesinado posteriormente, ganó gracias a la injerencia de una cierta “mafia”.

Lo que es una realidad es que no sólo el sistema de votación fraudulento provino de afuera, absolutamente todo se planificó con una banda de los de adentro, y es muy probable que la pandemia del Covid-19 fuese creada para desvirtuar el tradicional método de votación in situ usando el voto por correo, el distanciamiento social requerido a efectos de la plaga hizo el resto. Desestabilizar a Estados Unidos y al mundo ha sido el objetivo principal, y la pelea por impedirlo no ha terminado.

Entre tanto la China comunista va viento en popa, economía pomposa “que tú conoces”, enriqueciéndose minuto a minuto mediante la desgracia que ha provocado adrede en Occidente.

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miércoles, 25 de noviembre de 2020

Fidel Castro y el ego desmesurado de los cubanos.

Por Luis Cino.

Hay muchos que dicen agradecer a Fidel Castro por haber conseguido protagonismo para Cuba y que se hable de ella en el mundo.

Esos atorrantes, para que se conozca a Cuba en el mundo, no se conforman con Varadero, Viñales, el son o el tabaco de Vuelta Abajo; con haber tenido a Martí, Finlay, Capablanca, Lezama Lima, Lecuona, Benny Moré, Cabrera Infante, Celia Cruz, Dulce María Loynaz, Alicia Alonso, Bola de Nieve, Chano Pozo, Ignacio Piñeiro, Compay Segundo y un largo etcétera de ilustres.

No les era suficiente. Ellos, desmesurados, precisaban, para que se conociera a Cuba en el mundo, de un megalómano que desafió a los Estados Unidos e implantó una dictadura comunista 90 millas al sur de Key West; que estuvo a punto de provocar una hecatombe nuclear en octubre de 1962; que cundió de guerrillas las selvas y montañas de América Latina; que durante casi quince años tuvo a decenas de miles de cubanos peleando en un país africano once veces mayor que Cuba; que se solidarizó con cuanto tirano canalla hubo en el orbe; que provocó el éxodo de dos millones de compatriotas; que queriendo ser original y hacer más innovaciones al marxismo que Lenin, se pasó la vida dando bandazos, haciendo promesas que no pudo cumplir e ideando planes delirantes que destruyeron la economía nacional y nos condujeron al actual desastre del cual sus herederos y continuadores no saben cómo rayos salir.

Fidel Castro vino a redimir el complejo nacional por haber sido, con casi 70 años de retraso, la última colonia española que se independizó en América Latina, y para eso, con la ayuda de los norteamericanos, que a cambio impusieron la Enmienda Platt.

El mismo Fidel Castro -y esa fue la base de su personalidad- era un gran acomplejado. Tenía complejo de haber sido hijo de una sirvienta y de no haber sido reconocido por su padre hasta muchos años después de su nacimiento; complejo por su falta de clase de provinciano con dinero cuando se codeaba con los hijos de la burguesía en el Colegio de Belén y la Universidad de La Habana, lo que compensaría años después, ya como gobernante, codeándose y tratando de tú a tú a innumerables personalidades mundiales.

El principal acomplejamiento de Fidel Castro fue con los Estados Unidos. Heredó el antinorteamericanismo de su padre, que fue miembro del ejército español derrotado por los estadounidenses en 1898. Tomó como una ofensa, siendo un adolescente, que el presidente Franklin Delano Roosevelt no le respondiera una carta donde le pedía diez dólares. Y en junio de 1958, cuando descubrió que las bombas que arrojaban sobre la Sierra Maestra los aviones del ejército gubernamental llevaban la inscripción “made in USA”, juró en carta a su ayudante Celia Sánchez que el sentido de su vida sería la lucha contra los norteamericanos.

Para ese enfrentamiento -pese a que disfrutaba de asumir el rol de David contra Goliat- y para todas las empresas desmesuradas que emprendió Fidel Castro, siempre tuvo un gran hándicap: el de provenir de un país pequeño y pobre que siempre le quedó estrecho para sus apetencias, y con un pueblo díscolo, poco disciplinado, jodedor, nada dado a la prosopopeya y las solemnidades, y que nunca estuvo a la altura de sus grandiosas expectativas.

Recordemos la perreta del Comandante cuando, en 1962, sin contar con él, Khrushov negoció con Kennedy la retirada de los misiles atómicos, y a los simpatizantes del castrismo, luego de haber estado a punto de perecer en una guerra nuclear, no se les ocurrió nada mejor que corear: “Nikita, mariquita, lo que se da no se quita”.

Fidel Castro, guapetón, desafiante, manoteando y gritando hasta desgañitarse, haciéndose el que se las sabía todas y las que no se las imaginaba, fue la trágica encarnación del desmesurado ego nacional que en realidad oculta un gran complejo de inferioridad.

Ese complejo explica el por qué de esa manía de los cubanos de querer hacernos notar dondequiera que llegamos; de creernos los más astutos, los más simpáticos, los mejores amantes, los más diestros bailadores, los mejores peloteros.

Tal vez porque Martí dijo que el que se levantara con Cuba se salvaba para todos los tiempos, y lo malinterpretamos, nos seguimos creyendo, independientemente de donde vivamos, que Cuba es el ombligo del mundo, la medida de todo, que el destino de la humanidad se decide aquí. Por eso, los castristas, pese a que solo tienen para exhibir sus fracasos y un paisaje de ruinas y miseria, piensan que la izquierda mundial tiene a Cuba como modelo y referente luminoso. Por eso hay tantos exiliados que piensan que Estados Unidos tiene a Cuba como su principal prioridad en política exterior y nos va a liberar del yugo castrista.

¡Cuánto daño -el peor de todos haber tenido que soportar a Fidel Castro- nos ha hecho, a todo lo largo de nuestra historia nacional, confundir los sueños con la realidad y creernos todas esas monsergas y paparruchadas!

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De los cubanos, del miedo y del Movimiento de San Isidro.

Por Iván García.

En la tienda Isla de Cuba, frente al Parque de la Fraternidad, en el corazón de La Habana, una mujer con un brazalete rojo reparte tickets de cartón con un número estampado en bolígrafo a cientos de personas que hacen cola para comprar muslos de pollo.

El mercado abre a las nueve de la mañana, pero desde las dos de la madrugada se comenzó a organizar la cola. Mayara, una mulata obesa, en una libreta escolar anota los nombres de quienes llevan tres días esperando para comprar pollo o lo que aparezca. Es como un sorteo, dice, “la gente hace la cola sin saber lo que van a vender. A veces es pollo, picadillo de pavo, perritos (salchichas) o no llega nada”.

Las colas en Cuba son una especie de terapia colectiva. En ese lapso de tiempo, la gente hace catarsis. Usted se entera de un crimen pasional, una receta de cocina o el gigantesco operativo dispuesto por fuerzas combinadas de la policía y agentes de la Seguridad del Estado en el exterior del domicilio donde vive el artista visual Luis Manuel Otero Alcántara y quien junto a una docena de activistas del Movimiento San Isidro llevan tres días haciendo una huelga de hambre para reclamar la libertad de su colega Denis Solís, músico urbano.

El trozo de la geografía habanera donde se encuentra la tienda Isla de Cuba es muy peculiar. Si vienes desde el sur de la ciudad, la calle Monte delimita, a la izquierda con Centro Habana y a la derecha con Habana Vieja, dos municipios duros, con cientos de viviendas que amenazan con derrumbarse y a cuyos pobladores el régimen considera ‘contrarrevolucionarios’, porque en esos barrios se practican juegos prohibidos, se prostituyen los jóvenes y se venden drogas y sicotrópicos. Allí Díaz-Canel no es muy popular, aunque la gente prefiere pasar de la política. Se prioriza la ‘lucha’. Un término popular equivalente a sobrevivir, prosperar, en las difíciles condiciones del anacrónico socialismo marxista cubano.

Mayara es una ‘luchadora’. Se dedica a la compra y reventa de alimentos. Tiene cuatro hijos, dos de ellos en la cárcel. Ella vive en San Isidro, cerca de la sede del Movimiento San Isidro que a su vez es la casa de Luisma, como le dicen a este habanero nacido hace 31 años en El Pilar, en el municipio Cerro. Su vida fue similar a la de muchos niños de estos barrios pobres. Una madre con un salario mínimo que debió mantener la familia con el esposo preso. Luis Manuel creció viendo a los ‘ninjas’ del Pilar robar sacos de detergente de la fábrica Sabatés desde un camión en marcha. De adolescente vendió ladrillos extraídos con cincel y martillo de edificaciones deshabitadas. Fue corredor de medio fondo, practicó lucha libre, pasó hambre y sufrió bullying por ir a la escuela con unos zapatos horribles, recordaba en la primera entrevista que le hice en febrero de 2018.

Luisma está convencido que si no se hubiera inclinado por el arte hoy fuera un emigrado. O un recluso. Su nombre comenzó a sonar en el mundo de las artes visuales en 2011, con la exposición titulada Los héroes no pesan, presentada en una galería del Cerro. Siempre contestatario. Irreverente. Provocativo. Genera más simpatía que antipatía. Habla a una velocidad alucinante. Un tipo dotado de una capacidad de liderazgo y una inteligencia natural que le permite aglutinar a su alrededor a sus allegados y enfocarlos en una causa común.

Mayara, la mujer que organiza la cola en la Isla de Cuba, comenta en voz baja que por estos días “San Isidro está en candela. Se llevaron preso a un amigo de Luisma y se plantaron afuera de la estación de policía de Cuba y Chacón. Los metían presos, los soltaban y al día siguiente volvían a pararse frente a la unidad. Esta gente (los del régimen y la Seguridad del Estado), sancionaron a Denis a ocho meses y ardió Troya. Ahora están haciendo en huelga de hambre. Hay más policías y segurosos que nunca. Los hombres de San Isidro son unos pingúos y las mujeres unas papayúas”.

En los alrededores de la casa de Luis Manuel, a un costado del Puerto de La Habana, dos camiones antimotines están parqueados frente a un antiguo almacén. También hay varios autos patrulleros, dos ambulancias y un ómnibus de transporte urbano. “Es para conducirlos al hospital o llevarlos detenidos si las autoridades deciden irrumpir en la casa y acabar con la huelga de hambre”, comenta un vecino de San Isidro.

La gente se arremolina en las esquinas para ver lo que pasa. Una cinta amarilla impide el paso a personas y vehículos en la calle donde radica la casa de Otero. Decenas de agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil merodean la zona. El barrio de San Isidro ha sido ocupado. “Están llevando tensos a los vecinos, saben que la mayoría se solidariza con ellos, pero en silencio. El país está muy jodido. No sé cuándo saldremos del hueco”, dice un señor.

Cuando se pregunta por qué la gente no protesta por la violencia policial contra el Movimiento San Isidro y hasta cuándo los cubanos van a soportar en silencio el descontento social, el desabastecimiento y la pésima administración del país, un vecino responde que él no se mete en política y menosprecia los beneficios que le aportaría un sistema democrático.“Todo va a seguir igual, men. Los pobres, seguiremos siendo pobres. La democracia no se jama. Pa’que voy a hacer una manifestación en el Parque Central si no tengo trabajo. Es verdad que el gobierno debiera renunciar, son 61 años de muela y no resuelven nada. Pero si me meto en un grupo disidente ¿qué resuelvo? Que a cada rato me den palizas o me metan presos. Esos jóvenes son unos cojonudos, pero están locos. Esto no hay quien lo tumbe, ni con huelgas de hambre ni con las redes sociales. Esta mierda se cae si tienes al ejército de tu lado».

A los residentes de San Isidro, Jesús María y otros barrios de La Habana profunda no les gusta hablar de política delante de un desconocido. Critican al gobierno, el burocratismo y la letal ineficiencia. Pero de ahí no pasan. Están convencidos de que el sistema no funciona, que la corrupción es imparable y que los dirigentes son una pandilla de sinvergüenzas. Pero no quieren, o no saben, cambiar la situación. Alcides, graduado en ciencias políticas, explica que en nuestra ciudadanía “no existe una cultura jurídica, no tienen suficiente información y no poseen conocimientos políticos sólidos. Estamos hablando de varias generaciones de cubanos que nacimos con los derechos conculcados. Las violaciones a nuestros derechos ya lo vemos como algo normal”.

Luis Cino, periodista independiente, afirma que conoce mucha gente que «nada tiene que ver con la oposición y se han enterado del caso del Movimiento San Isidro por las redes sociales y están muy impresionados y preocupados por el destino de esos muchachos. Pero no logran vencer el miedo. Y de la prensa extranjera que decirte. Se han dejado intimidar, les es más cómodo seguir tranquilos en sus corresponsalías sin buscarse problemas”.

Carlos, sociólogo, opina que para que una oposición pacífica logre cambios y consiga un amplio apoyo popular en un régimen autocrático como el cubano es sumamente complejo. “La represión y el control social en las sociedades marxistas es rigurosa y sistemática. Excepto con el Sindicato Solidaridad en Polonia, el Grupo de los 77 en la antigua Checoslovaquia y algunas protestas multitudinarias en la RDA, antes de la caída del Muro del Berlín, en los regímenes comunistas los cambios llegan de arriba hacia abajo. Y la Seguridad del Estado suele chantajear y amenazar a los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba. Muchos no quieren tener problemas y ser expulsados del país. Y entre la población, el miedo es el factor principal para que la gente no emplace al gobierno. Por eso nadie sale a protestar cuando la disidencia hace convocatorias”.

Mayara se aleja de la cola en la tienda habanera, mira a ambos lados de la calle para cerciorarse de que no hay soplones y dice: “Mi’jo, los cubanos tenemos un miedo que nos cagamos. Somos guapos para fajarnos a trompones con cualquiera por cualquier bobería. Pero para exigir nuestros derechos somos tremendos pendejos. Llegará el día que se pierda el miedo. Ese día La Habana va a temblar”. El Movimiento San Isidro espera por ese día.

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lunes, 23 de noviembre de 2020

La Habana, cara y espejo de la involución cubana.

Por Roberto Álvarez Quiñones.

Fue Cicerón quien dijo hace más de 2.000 años que "la cara es el espejo del alma". Parafraseando al ilustre romano, La Habana es la cara y espejo  de la "revolución" castrista. Es el rostro más visible del país, como Montevideo es la cara de Uruguay, o Londres la de Inglaterra.

Luego de casi 62 años de involución fidelista-raulista, La Habana es un lejano fantasma de lo que fue. Es una ciudad decadente que en buena medida semeja a una anciana abandonada, pobre y achacosa. Suelta los pedazos lastimosamente. Solo en 2020 han muerto siete habaneros aplastados al derrumbarse los edificios en que vivían.

Y no hablamos por error de Kabul o Adis Abeba, sino de una urbe que fue famosa  mundialmente por su belleza y encanto singular. Desde los años 20 del siglo pasado en la prensa internacional y en decenas de películas de Hollywood se comentaba que era La Habana la más subyugante ciudad de Latinoamérica por su glamour, su arquitectura, sus luces, su magia contagiosa. Para muchos superaba a Rio de Janeiro, su principal competidora.

Una crónica publicada en marzo de 2010 por un historiador estadounidense en el sitio Antiqueweek comienza así: "No había otro lugar en el hemisferio occidental comparable a Cuba" . Y hace una  minuciosa descripción de La Habana entre 1950 y 1960 cuando, según el artículo, la capital cubana era  "the playground of the rich and famous", o sea,  "lugar de encuentro  de ricos y famosos", de todo el mundo.

Cuando Conrad Hilton fue a inaugurar  personalmente el Habana Hilton en marzo de 1958 dijo que había sido muy acertado escoger a la atractiva Habana para construir el más grande, hermoso y mejor hotel de toda América Latina, y el mayor de esa cadena hotelera a nivel mundial.

Conrad Hilton y el Presidente Fulgencio Batista en la inauguración del  Habana Hilton, propiedad de los trabajadores  del  sector gastronómico ya que fue construido con el dinero de la Caja de Retiro Gastronómico para aumentar las pensiones de retiro de dichos trabajadores; como buenos conocedores del sector pusieron en manos de la cadena norteamericana  de hoteles Hilton la administración de dicho hotel para así aprovechar las experiencias, conecciones y los turoperadores de dicha cadena,  pues  la competencia con los hoteles Havana Riviera,  Capri, Inglaterra, Victoria, etc. y los que estaban en proyecto o planes era muy fuerte.

Christian Dior, quizás el más famoso modista de todos los tiempos, tenía solo dos salones de moda suyos fuera de París, uno en Nueva York, y el otro en La Habana. Dior tenía miedo a los aviones y la única vez que se montó en uno fue para viajar a La Habana, en 1950, a inaugurar su exclusivo Salón Francés Christian Dior, en El Encanto, la más grande, exclusiva y mejor tienda por departamentos de América Latina, a la que iban a vestirse muchas celebridades de Hollywood.

Lo curioso era que se trataba de la capital de un país pequeño, lo cual expresaba el empuje económico y socio-cultural  de Cuba.

A la vanguardia de la tecnología mundial.

Poquísimos saben hoy en la Isla que en 1906 La Habana fue la primera ciudad del mundo con telefonía con discado directo sin necesidad de una operadora. Tampoco que el primer tranvía eléctrico que se conoció en Latinoamérica circuló en la Habana en el año 1900, ni que ese mismo año, antes que a ningún otro país de Latinoamérica, llegó a la Habana el primer automóvil.  

Ya en 1837 había sido La Habana la primera ciudad (y país) de América Latina y tercera del mundo (tras Inglaterra y EEUU) en disponer de transporte ferroviario (Habana-Bejucal) de pasajeros y de carga. La primera demostración mundial de una industria movida por electricidad fue en La Habana en 1877. Y 12 años después la ciudad tuvo el primer sistema de alumbrado público de toda Iberoamérica, incluyendo a España.

El primer edificio del mundo construido con hormigón armado fue el FOCSA, en 1952. En 1953 se construyeron en Radiocentro los más modernos estudios de televisión a nivel mundial en ese momento: los de la CMQ. Y en 1951 fue La Habana la primera ciudad a nivel mundial en tener aire acondicionado central en un hotel, el Riviera.

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miércoles, 18 de noviembre de 2020

Cuando Fidel Castro dijo la verdad.

Por Tania Díaz Castro.

Poco saben los cubanos de la Isla sobre los pormenores de aquel día, 30 de agosto de 2010, cuando Fidel Castro se decidió a decir la verdad sobre su régimen político: “el modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”.

O sea, una economía impuesta por sus pantalones, repentinamente y de forma violenta, vulnerando así las costumbres legales establecidas con normas de sucesión en el poder, como la de convocar a elecciones libres donde participara todo el pueblo, y que nunca dio resultado.

La historia de aquella frase insólita ocurrió cuando Fidel ya disponía de Internet y leyó los escritos de Jeffrey Golberg, un destacado periodista de la revista The Atlantic, fundada en 1857 y de gran circulación en Estados Unidos. Tanto le llamaron la atención dichos escritos que ordenó localizar al periodista e invitarlo a visitar Cuba para conversar con él. Golberg aceptó y vino a los pocos días, acompañado de Julia Sweig, una norteamericana experta en política internacional.

Durante diez horas ambos conversaron con el viejo dictador. En un artículo que Golberg publicó en su revista días después destacó que Fidel se veía muy débil a sus 84 años, muy delgado, vestido con camisa deportiva de cuadros rojos, su acostumbrada barba ya mustia y tenis negro marca New Balance, pero que su mente era perspicaz, así como su claridad mental, su sentido del humor, el nivel de energía que proyectaba y su disposición a la autocrítica.

De visita al Acuario Nacional, mientras disfrutaban de un bellísimo espectáculo de delfines, Fidel tal vez se sintió motivado a responder con sinceridad a un tema del que jamás había hablado. Ante una pregunta de Goldberg sobre la vigencia del modelo cubano y su posible validez en otros países, Castro dijo exactamente que “el modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”.

El periodista estadounidense, muy sorprendido por esas palabras, le consultó a Julia Sweig cuál era su interpretación de las mismas, a lo que esta expresó que “Fidel no estaba rechazando a la Revolución, sino que se trataba de un reconocimiento del modelo cubano, pues el estado tiene un papel demasiado grande en la vida económica del país”. Además, dijo que la frase le daba una idea a su hermano, ya en el poder, para que pusiera en marcha reformas y salvara la Revolución.

Era evidente que Fidel estaba arrepentido de haber impuesto un modelo económico basado en un estado omnipotente y opresor que asfixió la iniciativa privada, generación esta de riqueza y desarrollo en cualquier país, y dijo esa verdad para que la supieran en Venezuela y Nicaragua, y sobre todo para que no la olvidara su hermano Raúl cuando emprendiera reformas para beneficio de Cuba.

No hay dudas de que echaba por tierra al socialismo cubano, un modelo económico que durante cinco décadas había llevado a la Isla a una miseria total, ratificado ahora con la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19.

Según algunos defensores castristas actuales, Fidel fue mal interpretado, ya que se había referido al capitalismo, que no servía. Sin embargo, Fidel reconoció que la frase había sido dicha tal y como se conoce. Además, ¿no comenzaron las reformas de tipo capitalista, dirigidas por Raúl?

En otro momento de la entrevista Golberg tocó el tema de la Crisis de los Misiles en 1962, cuando Fidel le recomendó a Kruchov que atacara primero a los Estados Unidos, a lo que el fallecido Castro respondió con otra sorpresa: “Después de haber visto lo que he visto y sabiendo lo que sé hoy, definitivamente no valía la pena”.

¿No valía la pena que le hiciera a Kruchov aquella descomunal recomendación, capaz de haber barrido del mapa a nuestro país?

En otro momento Fidel también criticó a Mahmoud Ahmadinejad -entonces presidente de Irán- por sus declaraciones antisemitas, y le pidió que dejara de difamar a los judíos y tratara de entender por qué los israelíes temen por su existencia.

“De niño -recordó- yo no sabía qué era un judío. Conocía un ave que se llamaba así, y para mí los judíos eran aves. Así de ignorante era toda la población. Pero nadie ha sido tan calumniado como los judíos. Yo diría que mucho más que los musulmanes, porque fueron expulsados de su tierra, perseguidos y maltratados en todo el mundo, por ser considerados quienes mataron a Dios”, dijo.

No olvidemos que unos días antes, en la revista La Jornada, de México, también Fidel había dicho la verdad, cuando admitió ser el responsable de la persecución que sufrieron los homosexuales cubanos durante los años sesenta.

¡Vaya con este Iluminado! como le dice el Poeta Miguelito Barnet.

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lunes, 16 de noviembre de 2020

Miriam Celaya: “Hay mucho miedo, mucho nerviosismo en la cúpula.”

Por Augusto César San Martín.

La pasada semana el régimen cubano incluyó a la periodista Miriam Celaya en la lista de personas a las que se prohíbe viajar fuera del país o iniciar trámites migratorios. Hasta la fecha, la “regulación” de salida -como se conoce este método de represión política en la Isla- ya suma al menos 245 víctimas, todos miembros de la sociedad civil, periodistas, religiosos, artistas y activistas políticos. 

Celaya recibió a un equipo de CubaNet en su casa, ubicada en la Avenida Carlos III, en Centro Habana. En su opinión, el acto represivo en su contra es una represalia por sus 15 años de labor periodística. 

“Si me han regulado por lo que escribo en mis columnas, creo que seguiré regulada indefinidamente (…). Esta medida lejos de ser una prueba de fuerza, es de debilidad. Creo que hay mucho miedo, mucho nerviosismo en la cúpula. Ahora mismo los cuerpos represivos están muy activos”.   

Celaya también advirtió que no se define como activista política, sino como “independiente” y “libre pensadora”. 

“Yo solo tengo la audacia, la osadía de escribir lo que pienso”, dijo. 

Existen diversas opiniones sobre el objetivo de las regulaciones migratorias impuestas por el Ministerio del Interior (MININT). Para Celaya, significa un ataque frontal contra el vínculo que mantiene con su familia en el exilio.

“Ellos (la policía política) deben conocer que si en algo me golpea la medida represiva es (en) que soy una persona muy familiar. Tengo un vínculo muy estrecho con mis hijos y mis nietos”. 

La columnista de medios como CubaNet y 14ymedio considera que la separación forzada de su familia forma parte de la presión del régimen para lograr su destierro. 

“Si decido emigrar lo haré por mí, no porque haya un poder que me obligue a irme de este país. Claro que afecta que te prohíban reunirte con tu familia, pero no soy una víctima; lo que estoy viviendo es una consecuencia de lo que hago. Esto es un régimen represivo, eso hay que tenerlo en cuenta siempre”.   

Desde 2017, las prohibiciones de salida del país han marcado un retroceso de la supuesta apertura que intentara proyectar el régimen de la Isla desde 2013 con la aprobación de una nueva ley migratoria. La eliminación del criticado Permiso de Salida o Tarjeta Blanca fue uno de los pasos que antecedió al deshielo de las relaciones entre las administraciones de Washington y La Habana. 

Aunque cambien las políticas entre ambos gobiernos, Celaya considera que siempre regirá la naturaleza represiva del régimen de la Isla. 

“La política como mejor se ve es desde la distancia. Tenemos que ver si el nuevo gobierno de los EE. UU. implementará otra política hacia Cuba. Vivimos en una hacienda tan arrasada que no creo que una nueva política estadounidense hacia La Habana vaya a marcar un cambio significativo. En estos días estamos asistiendo a una ola represiva contra los jóvenes artistas de San Isidro; es una respuesta a su actitud contestataria. Es evidente que están intentando sofocar la intranquilidad, la inquietud, la inconformidad social, y eso no va a mejorar porque haya una administración u otra en la Casa Blanca. La naturaleza represiva del régimen le es inherente, eso no va a cambiar”. 

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Juan Pablo Lojendio, el español que retó a Castro en directo.

Por Teresa Amiguet.

Lojendio, aguerrido embajador español, recrimina en directo a Castro.

Noche del 20 de enero de 1960. Embajada Española en La Habana. El Marqués de Vellisca, arrellanado en su sillón ve tranquilamente la televisión cubana. En su San Sebastián natal se celebra la tradicional Tamborrada, por lo que el diplomático se halla de buen ánimo. De pronto, en la pequeña pantalla irrumpe Fidel Castro, que desde los estudios de la CMQ Televisión pronuncia una de sus ya célebres largas alocuciones, Lojendio aguza el oído dispuesto a seguir la arenga. Fidel Castro tiene en sus manos una carta de un pariente del jefe de la Fuerza Aérea, Pedro Díaz Lanz, huido a Estados Unidos, en la que se afirma que desde las embajadas española y norteamericana se apoya a los movimientos contrarrevolucionarios. En ella el firmante, Antonio Miguel Yehor, huido también a aquel país hacía pocas semanas tras haber pertenecido a las fuerzas del líder revolucionario, denuncia, según explica Castro, que Lanz había sido ayudado por sacerdotes españoles en Cuba y que hay armas, dinamita y una imprenta clandestina ‘escondidas en alguna iglesia de este país’. El jefe del Gobierno muestra la carta a la pantalla y afirma que la pone a disposición de las entidades eclesiásticas para que puedan decidir acerca de su autenticidad.

Tras su lectura, uno de los tres periodistas que acompañan a Castro se refiere a la misma pidiéndole que comente la reciente visita de varios sacerdotes al embajador de España, involucrado en el apoyo a la lucha contra la revolución castrista.

Lojendio no puede dar crédito a lo que oye: indignado y dispuesto a defender el honor patrio, el aguerrido diplomático abandona la embajada, sita en uno de los suburbios de La Habana, con destino a los estudios televisivos que se hallan en esa misma zona.

A las 12:38 en punto el embajador, un hombre de presencia imponente, grueso y fornido, de negra y lustrosa cabellera, entra en los estudios. Resuelto se dirige al moderador y director del programa, Alfredo Muñoz Pascual, y le inquiere: ‘Un momento por favor. Vengo a rebatir las acusaciones que se hacen contra la Embajada de España’. Como este le corta el paso, sentencia: ‘Esto es una democracia y el señor moderador es el que dirige’. A lo que Castro replica airado: ‘Me va a hablar de democracia el embajador de la mayor dictadura de Europa’. Lojendio se exalta aún más y manifiesta que ha sido ‘injuriado’ por sus manifestaciones calumniosas y sube impetuoso a la plataforma en la que se encuentra el revolucionario y pide que se le deje contestar ante el micrófono. Castro, abrumado por la vehemencia del diplomático español, reacciona claramente enojado e inquiere a Lojendio, con voz contenida, si tiene permiso del ‘jefe del Gobierno para hablar’, a lo que el embajador replica que no lo había pedido porque había sido ofendido. Mientras tanto, el estudio se ha convertido en un auténtico pandemónium: policía, guardaespaldas de Castro, periodistas y personal de la televisión rodean al embajador. Todos profieren gritos y exabruptos. El programa se hace en directo con presencia de público y se retransmite a todo el país. La emisión es interrumpida pero no así el sonido, lo que permite a los televidentes seguir el episodio. Hasta siete minutos más tarde no se reanuda. Castro continúa su discurso. Lojendio, a quien por supuesto se le prohíbe el derecho a hablar, es obligado a abandonar el recinto acompañado por oficiales del Ejército cubano. Fidel Castro pide que el embajador abandone el país en 24 horas, orden que es inmediatamente transmitida por el presidente de Cuba, Oswaldo Dorticós, que se hallaba presente durante el incidente. El líder revolucionario acusa al representante español de abusar de su situación como diplomático, al tiempo que anuncia que se ha telegrafiado al embajador cubano en Madrid, José Miró Cardona, ordenándole regresar a La Habana de inmediato.

En las horas sucesivas el director del programa de televisión lee un comunicado en el que se declara al embajador español, Juan Pablo Lojendio, Marqués de Vellisca, persona ‘non grata’, informando de su expulsión del país.

Tras el incidente y antes de abandonar La Habana, la Embajada española da a conocer un texto escrito por el patrio embajador en el que ratifica categóricamente que las imputaciones realizadas durante el programa contra la Embajada carecen de fundamento. Y concluye con un mensaje  haciendo gala, esta vez  sí, de su buen hacer diplomático: ‘Deseo para Cuba todo lo mejor’.

Tres días después, el 23 de enero, a la una y media en punto arriba al aeropuerto de Barajas, donde es recibido en loor de multitudes. Personalidades oficiales, prensa y centenares de ciudadanos le aclaman y aplauden. El estrafalario comportamiento del Marqués le ha convertido en un auténtico héroe. Antes de dirigirse a Madrid declara a los periodistas que agradece la calurosa acogida, apostillando que a su paso por Nueva York se le había dispensado un recibimiento similar, añadiendo que ni allí ni en ese momento podía hacer ninguna declaración hasta quen o presentase su informe al ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Mª Castiella.

Se dice que Franco recibió a Lojendio con frialdad y socarrón, le espetó: ‘Como español, muy bueno…como diplomático, muy malo’. Sea como fuere, el fervoroso comportamiento patrio del embajador nunca fue premiado por el dictador, si bien tampoco fue castigado ya que prosiguió con su carrera diplomática.

Tras el incidente, Franco, siempre empecinado en no romper con Cuba, mantuvo las relaciones diplomáticas, si bien se rebajaron al nivel de encargado de negocios durante diez años, manteniéndose un intercambio comercial discreto y debidamente acordado.

Pero sabido es que la España de Franco no participó nunca en el embargo decretado por Estados Unidos contra Castro. No sería hasta 1975 cuando todo volvería a la normalidad tras la visita de Nemesio Fernández Cuesta, ministro de Comercio, que sería recibido en La Habana por el revolucionario, quedando normalizados los vínculos con el nombramiento de embajadores.

Ese mismo año, el hombre que retó a Castro fallecía en el desempeño de su cargo como embajador en la Santa Sede, a los 67 años, dejando tras de sí una fecunda carrera diplomática y un episodio para recordar.



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sábado, 14 de noviembre de 2020

¿Educación gratuita en Cuba? Cada libro cuesta casi un salario mínimo en Cuba.

Por Carlos Escorihuela.

A pesar de que, el régimen castrista se jacta en decir que, la educación en Cuba es gratis, en la Cuba profunda la realidad es totalmente distinta, y así lo ha dado a conocer el controversial presentador cubano Alex Otaola.

En su programa Hola! Ota-Ola, el influencer cubano mostró la denuncia de una madre cubana que revela el alto costo que tiene un libro dentro de la isla, y lo peor es que no son libros originales sino fotocopias.

En la denuncia, la cubana explica que su hijo va al primer grado y que debe “fotocopiar” hoja por hoja de cada libro que necesita el pequeño para estudiar.

“Son como cinco libros y cada libro son como 185 páginas y saben cuánto están cobrando los que se dedican a eso por libro, 300 CUP o 12 CUC”.

Decadencia de la educación en Cuba.

Ante esta denuncia, Otaola describió una vez más en la precaria situación en que se encuentra la educación en Cuba, a pesar de todo el dinero que recibe la dictadura por concepto de las brigadas médicas esclavas desplegadas por el mundo.

El comunicador hizo principal énfasis en el deterioro de la infraestructura de las escuelas en la isla por la falta de inversión.

“Como es posible que con todo el billete que le ha entrado a la dictadura, cacareado por ellos mismos por la cantidad de misiones médicas socialistas por el mundo, no haya invertido en comprar una sola mesa, un solo pupitre para las escuelas en Cuba”.

Asimismo, Otaola mostró la otra realidad dentro del mismo país, y es ver como se ven las instalaciones pulcras en la Escuela Internacional de La Habana en donde estudian los hijos de los dirigentes y de las misiones diplomáticas de Cuba.

El comunicador recordó que, los niños en Cuba no reciben una educación convencional sino adoctrinamiento para servir a los comunistas.

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viernes, 13 de noviembre de 2020

Los cubanos nunca amamos a los bolos.

Por Luis Cino.

Un cartel en La Habana da la bienvenida a una visita de Putin a la isla en el año 2000.

En su libro de 1997 El humor de Misha: la crisis del socialismo real en el chiste político el entonces ministro de Cultura Abel Prieto negaba que los chistes que hacían los cubanos sobre los rusos y la Unión Soviética tuvieran el mismo significado antisoviético y anticomunista que los que se hacían en los países de Europa Oriental.

Para el funcionario, en Cuba no había una percepción colonial y opresiva de la Unión Soviética como en esos países. Según decía, los cubanos, que se colocaban en una posición de superioridad casi paternal respecto a los soviéticos, cuando los llamaban “bolos”, era “con benevolencia, sin rencor ni bilis”.

Diga lo que diga Abel Prieto, lo cierto es que la mayoría de los cubanos le hizo rechazo a los rusos y a todo lo que tuviese que ver con ellos desde el mismo 13 de febrero de 1960, cuando, como continuación de los besos y abrazos entre Nikita Jrushchov y Fidel Castro en New York, llegó a La Habana el canciller Anastas Mikoyán a firmar un tratado comercial que nos ligó de modo tan umbilical a la Unión Soviética que en la Constitución de 1976, calcada de la Constitución de Stalin de 40 años atrás, hubo que jurarle fidelidad eterna.

Cómo no íbamos a sentirnos superiores los cubanos, tan presumidos y cercanos al american way of life, cuando, recién incorporados al imperio de la hoz y el martillo y la estrella roja, conocimos a los primeros soviéticos que llegaron a la Isla: los soldados y los técnicos.

No sabría decir cuáles de ellos nos impresionaron más desfavorablemente, si los soldados del Ejército Rojo, con su espantosa peste a grajo, y que cuando se emborrachaban lloraban a mares porque extrañaban a sus familias… o si los técnicos rusos, que vinieron con sus mujeres con dientes de oro y vestidos de flores estampadas, y que, para espanto nuestro, no se depilaban las piernas ni las axilas.

Tuvimos que adaptarnos a aquellos palurdos que, despectiva y jodedoramente, bautizamos como “bolos”. Cuando arreciaron las carencias, empezamos a cambiarles alcohol para sus borracheras por botas, camisas de nylon -que nos hacían partícipes de su proverbial peste a grajo sin que pudiese atenuarla el desodorante Fiesta- y las hoy añoradas latas de carne, que, por entonces decían los malpensados más delirantes que eran de oso.

Los rusos, tan pronto se instalaron en sus barrios especiales, se sumaron entusiastas al cambalache y la reventa de los productos que compraban en sus mercados también especiales.

Luego de la Feria Comercial que trajo Mikoyán, además del armamento, los aviones Migs, el petróleo de Bakú, las matrioskas, los manuales de marxismo-leninismo y economía política de la Academia de Ciencias de la URSS y los ejemplares de Los hombres de Panfilov, Así se templó el acero, Un hombre de verdad y La carretera de Volokolanks, vino la avalancha de maquinaria y cacharrería rusa: los relojes Poljot, los tocadiscos Akkord, los radios Sokol, Meridian y Selena, los televisores Krim que funcionaban a porrazos, las lavadoras Aurika que destrozaban la ropa, los camiones Kamaz y los carros Lada, Volga y Moskovich para los miembros de la elite.

Siempre nos quejamos de aquellos aparatos soviéticos. Aunque reconocíamos que  resultaban duraderos e irrompibles, eran toscos, feos, grandes y pesados. Solo perdonábamos lo que pesaban a los radios Selena, benditos sean, que nos permitieron escuchar la música de las emisoras de FM del sur de Florida.

Tan distintos en cultura e idiosincrasia, reacios a la ideología que nos imponían, le hacíamos rechazo a todo producto cultural que viniera de la Unión Soviética. Incluso a lo que era de calidad. Así, muchos cubanos se perdieron algunos buenos libros de las editoriales Mir y Progreso -de Sholojov, Chinguiz  Aitmatov, y hasta de Bulgakov y Vasili Grossman- y las películas de Eisenstein, Bondarchuk ,  Konchalovsky, Chujrai, Tarkovsky y Mijalkov. Y es que a los cines, cuando exhibían las películas de Mosfilm, como estaban semivacíos, uno solamente entraba a solventar lances amorosos en la oscuridad de la sala.

Y ni hablar de la música rusa. Los discos de la firma Melodiya de Alla Pugachova, Muslim Magomaev, Edita Pieja y el conjunto Orera se añejaban en las tiendas porque nadie los compraba.

Tampoco los rusos lograron conquistarnos el paladar con la sopa solyanka, el borsch y otros platos  que servían en el hoy ruinoso restaurante Moscú. Nos quejábamos del exceso de grasa y del invariable sabor tan eslavo a apio y col.

Ni siquiera gustaba a muchos, por ser demasiado demoledor, el vodka Stolichnaya: preferían el aguardiente Coronilla, con tufo y todo.

No obstante el desagrado por lo ruso, muchos cubanos soñaban con ganarse el premio del programa 9550, que consistía en un viaje a la Unión Soviética.

Si algo soviético tuvo demanda en Cuba, en la época de la Perestroika, fueron las revistas Sputnik y Novedades de Moscú. Pero, cuando les estábamos cogiendo el gusto, como nos ayudaban a abrir los ojos a las  verdades terribles del comunismo, Fidel Castro, en diciembre de 1989, las prohibió.

Mención aparte merecen los dibujos animados soviéticos. Cheburashka y el Tío Stiopa eran un purgante  para los que estábamos adaptados a Pluto, el Pájaro Loco y el Pato Donald. Los considerábamos feos, insulsos y aburridos.  Recordemos cuando el comediante Enrique Arredondo fue castigado por decir en un programa de televisión, interpretando a Bernabé, que el castigo para los niños que se portaran mal serían los muñequitos rusos.

En cambio, los cubanos nacidos a inicios de los años setenta, cuando Cuba se integró al CAME, hoy se refieren con ternura y nostalgia  a muchos títulos y personajes de la avalancha de animados soviéticos y de otros países de Europa Oriental (principalmente Checoslovaquia y Hungría) a los que denominan indistintamente “muñequitos rusos” y que fueron parte importante de su educación estética. Con la letra “y” al principio, al medio o al final en sus nombres rusos o que aparentan serlo (además de los consabidos Fidel, Ernesto, Raúl y Camilo), a esos cincuentones o que están a punto de serlo, los llaman, por un animado polaco, “la generación de Bolek y Lolek”.

Probablemente, la añoranza por los muñequitos rusos de esa generación y por las latas de carne rusa con tanta hambre que pasamos son  las  huellas más significativas  que perduran  hoy en Cuba de los treinta años que duró la alianza que decían indestructible con la Unión Soviética. Eso, y los recuerdos –los buenos y los malos- de los miles de cubanos que fueron enviados a estudiar o trabajar en la Unión Soviética, muchos de los cuales encontraron allí su media naranja.

En Cuba nunca amamos a los bolos. Solo un puñado de estalinistas melancólicos y frustrados y sus amados  mandamases echan de menos a los soviéticos, o más bien, el tiempo en que gozaban del subsidio del país de los Soviets y sabían que podían contar con una súper armada potencia mundial a sus espaldas.

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jueves, 12 de noviembre de 2020

Castro ii es el perro del hortelano, que ni produce ni deja producir.

Por Roberto Álvarez Quiñones.

Posiblemente muchos en Cuba no se han dado cuenta, salvo los economistas, de un absurdo que por sí solo expresa el carácter inviable del estatismo castro-estalinista en la economía.

Resulta que según cifras publicadas por Cubadebate ya en la Isla el 33% de la masa trabajadora que está empleada labora en el sector privado, pero aporta solo un 7% al Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con los cálculos de economistas residentes en Cuba.

Increíble, pero cierto. En la esfera no estatal de la economía cubana hay 1,5 millones de trabajadores entre campesinos individuales, cooperativistas, usufructuarios de tierras estatales y cuentapropistas urbanos. Estos últimos, los citadinos, son como grupo el más numeroso, pues suman unos 600.000.

¿Cómo es posible que la tercera parte de toda la masa laboral empleada en la Isla aporte tan poco al PIB? Si eso ocurriese en EEUU, Alemania, Japón o España esos países no formarían parte del Primer Mundo.  Así de simple.

Y de ese 7% privado que va al PIB, la mayor parte la aporta la agricultura, según estiman economistas en la Isla. O sea, los negocios urbanos cubanos aportan menos al PIB que los agricultores, algo inaudito. Lo normal sería al revés.

Insólito es también que toda la agricultura cubana, la estatal y la privada en conjunto, solo aporta un 3,7% al PIB, según datos oficiales. Eso explica por qué Cuba importa el 80% de los alimentos que consume.

En las naciones del Primer Mundo el porcentaje que aporta la agricultura (toda privada) al PIB es mucho más bajo que en las naciones menos desarrolladas y  pobres. Es lo lógico, pues los bienes industriales tienen mucho más valor agregado. En EEUU, el aporte agropecuario es de 0,9%; en Alemania, 0,8%; Japón (1,2%); España (2,7%), pero en Bangla Desh es de 12,7%, y en Etiopía es de 33,9%. En Latinoamérica varía  desde un 3,5% en Chile y México; 7,2% en Argentina, y 5,9% en Uruguay, hasta un 19,5% en Haití; 17,9% en Guatemala, o 15% en Nicaragua.

Esta anormalidad del caso cubano se debe a tres factores: 1) el mayor aporte del sector privado al PIB,  dentro de ese 7%,  lo hacen los agricultores, cuya producción tiene poco valor agregado; 2) al cuentapropismo se le excluye de la producción industrial, y es limitado a servicios primarios de poco valor añadido; y 3)  se prohíbe la participación de los profesionales universitarios, como entes privados, en la economía, lo que la priva del  aporte de estos en know-how  pericia, experiencia, e innovaciones tecnológicas.

Se impide la formación bruta de capital fijo para invertir.

Esas trabas impuestas imposibilitan al sector privado aportar en grande al PIB, ya que se impide la formación bruta de capital fijo (FBCF), algo fundamental para que una economía crezca.

La FBCF se refiere a la producción de bienes duraderos, sean tangibles o intangibles, como maquinaria, construcción de edificios o viviendas, equipamiento industrial y de oficinas, computadoras, etc (en países capitalistas se incluyen la compra de acciones, bonos y otros valores). En contabilidad eso se llama activo fijo, y se destina fundamentalmente a la inversión, no al consumo.  Esa es la "magia" que hace crecer a toda economía normal en este mundo.

Pero Cuba no es un país normal. Esa "magia" fue dinamitada a mediados del siglo XX por el dueto Fidel Castro-"Che" Guevara. Seis décadas después, el dictador Raúl Castro no solo se niega a liberar las fuerzas productivas, sino  que excluye al sector privado de la esfera de la producción industrial. Solo le permite prestar servicios rudimentarios no productivos, como los que había antes de que Da Vinci pintara la Mona Lisa.

Por eso Cuba es un país descapitalizado. Según los economistas, su tasa de ahorro e inversión anual no llega al 8%-9% del PIB, menos de la mitad del promedio de un 20% en América Latina. Por ejemplo, en República Dominicana  es de un 22%, en Nicaragua (24%), México (24%), Perú (20%), México (23%). Incluso en Haití es de 24%, según el Banco Mundial.

En fin, destartalado sector estatal castrista produce muy poco y encima no permite que los negocios privados  produzcan industrialmente los bienes de consumo que el Estado es incapaz de producir.

Si un emprendedor quiere ampliar su tallercito de reparación de calzado para producir zapatos, o carteras de mujer, no puede. Las leyes y la propia Constitución se lo impiden. A los cuentapropistas y a todo ciudadano  se les prohíbe invertir capital en su propio negocio, para ampliarlo o mejorarlo. El Estado les pone un techo muy bajo. Si sus ingresos superan ese tope va a la cárcel por "enriquecimiento ilícito".  En otras palabras, Raúl Castro es el mismísimo perro del hortelano: ni produce ni deja producir.

La dictadura se niega también a liberar el campo y dejar que los campesinos y usufructuarios produzcan lo que quieran y vendan libremente sus cosechas a la población a precio de mercado. Eso aumentaría exponencialmente la producción alimentaria y evitaría la ya al parecer inevitable hambruna en Cuba.

La "Tarea Ordenamiento" es más de lo mismo.

En cuanto a la "Tarea Ordenamiento", anunciada pomposamente por el administrador del régimen, Miguel Díaz-Canel, ya nace tarada de oficio, pues no  rectifica el error fatal de excluir al sector privado de la producción industrial e insiste en mantener la camisa de fuerza con la que impide el desenvolvimiento de la iniciativa privada.  

Contempla la reunificación monetaria, necesaria pero que con la economía en crisis disparará la inflación; la dolarización del comercio minorista y mayorista, así como  la eliminación de subsidios y gratuidades; aumentos de salarios (que serán engullidos enseguida por la inevitable inflación) y otras medidas.

O sea, dicho ordenamiento (¿de qué?) se queda en la esfera de la circulación y los servicios no productivos. No incentiva la creación de capital fijo, ni estatal; ignora al 33% de la masa laboral activa en el sector no estatal. Es solo un intento desesperado e irresponsable de resucitar el cadáver insepulto del sector estatal. A la propiedad privada se le aplicará un poco de maquillaje pero seguirá sometida con la misma camisa de fuerza estatal con la acogota hace rato.

No está en los planes del castrismo darle espacio al sector privado en la esfera de la producción. El binomio RaúlCastro-Díaz Canel insiste en hacer lo que para Albert Einstein era un claro síntoma de locura: hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes.

Y algo muy importante, las trabas para seguir constriñendo a los negocios privados las imponen el propio dictador y sus militares para que no puedan competir con el capitalismo militar de Estado que ya ellos montaron en las sombras para su exclusivo beneficio.

Con respecto al afán de esa cúpula político-militar de captar dólares en las tiendas en divisas, o mendigándolos a EEUU, encaja muy bien un comentario del humorista Ulises Toirac, residente en Cuba, quien no hace mucho escribió en las redes sociales: "¿Y si en vez de captar dólares, nos ponemos pá producirlos?"

Cierto, de lo que se trata no es de arañarle dólares a los emigrantes cubanos a los que una vez les tiraron piedras y huevos podridos por "vendepatrias", sino de producir,  no dólares sino pesos cubanos con valor de cambio real afincado en la producción industrial, agropecuaria, minera, pesquera, y un pujante comercio interno, como ocurría en Cuba antes de 1959, cuando el peso cubano era convertible en dólares al instante, en cualquier banco y a la par, o sea, 1x1.

Moraleja: si no se liberan las fuerzas productivas y se permite la actividad privada en la producción industrial, solo como el primer paso para desmontar el castro-estalinismo, Cuba se parecerá cada vez más a Haití o a Burundi.

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Mass media vs. Trump: una cacería de brujas propia de dictaduras.

Por Javier Prada.

Jim Acosta, periodista de CNN, y Donald Trump, presidente de EEUU.

Las elecciones estadounidenses están lejos de terminar. Lo ha dicho Donald Trump y con él sus seguidores, que no fueron cinco ni diez, sino 71 millones de ciudadanos que aplaudieron la administración del republicano en su primer mandato y quieren que continúe en la Casa Blanca, haciendo América grandiosa otra vez.

Los entusiastas de Biden dan el triunfo por sentado y celebran como si hubieran extirpado un tumor maligno, porque esa fue la idea que los canales de noticias hundieron profundamente en el cráneo de los televidentes: de Trump había que salir como fuera. Más allá de la consternación de un bando y el júbilo del otro, el verdadero ganador de las elecciones fueron las grandes cadenas de televisión, que lograron un éxito aplastante haciendo que la gente viera justo lo que sus ejecutivos querían.

La manipulación, la componenda y el sesgo mediático sobre todas las declaraciones de Donald Trump alcanzaron un nivel que podría calificarse de conspiración, y en dependencia de cómo se resuelva el espinoso asunto del fraude electoral, incluso de criminal. Cualquier desagrado que generara la incuestionablemente pésima actitud de Trump, fue exacerbado hasta el odio por los medios de comunicación; en especial la prensa hispana que tergiversó, omitió y exageró a gusto las palabras del mandatario para inclinar las tornas en favor de un candidato demócrata que necesitó toda la ayuda posible para competir con el republicano.

A pesar del empuje de la prensa, el dinero de los magnates de izquierda y los actos de campaña con Barack Obama como plato fuerte, medio Estados Unidos se mantuvo con Trump y aún queda por comprobarse si el apoyo a Biden fue tan decisivo como se apresuraron a cantar los periodistas de toda la nación. Millones de estadounidenses se dejaron ganar por la antipatía hacia Trump para dar paso a un radicalismo político que ahora amenaza con la muerte o el ostracismo a toda figura influyente que apoyó su campaña, desde el senador Marco Rubio hasta la agrupación Los Tres de La Habana.

Esa conducta de intimidación y cacería de brujas es propia de las dictaduras. Por más que intenten legitimarla en nombre de la democracia, su objetivo parece encaminado a reducir la presencia republicana en los altos escaños del gobierno, donde el avance del pensamiento político de extrema izquierda es una peligrosa realidad.

Una vez disipada la cortina de humo que crearon los medios, los intereses de los diversos grupos sociales entrarán en pugna y a Biden le será muy complicado ser “el presidente de todos los estadounidenses”, no obstante sus buenas intenciones. Ya los medios se han dado a la tarea de recabar opiniones sobre qué esperan los votantes hispanos de su gestión, y el demócrata va a tenerla muy difícil, empeñado hasta el cuello por sus promesas de campaña.

Biden está obligado con DACA, los indocumentados y los tepesianos (aspirantes a TPS). No podrá deportar a un solo inmigrante sin que sus seguidores se lo echen en cara, y cuando le toque poner orden es muy probable que la delincuencia anarquista le obsequie una ola de destrucción que nadie podrá justificar como consecuencia de “los comentarios incendiarios y divisionistas del presidente Trump”.

Como nunca en la historia de Estados Unidos las elecciones estuvieron influidas por una prensa acomplejada que se propuso hacer tierra al mandatario de turno. Varios medios aseguran que el peor rival de Trump fue él mismo, una idea que vienen manejando desde que comenzó la carrera por la presidencia. Sin embargo, cualquier ciudadano listo entiende que cuando se tienen 71 millones de votantes a favor, el problema no puede ser exclusivamente de personalidad.

Cierto es que el ego y la prepotencia, no exentos de grosería, le pasaron factura a Trump. Joe Biden, por el contrario, empleó todos los recursos disponibles para transmitir un mensaje de empatía a sus electores, desde brindarle apapachos a las minorías hasta visitar la tumba de su hijo Beau el día mismo de las elecciones. Mientras el republicano despotricaba, Biden fue todo sentimentalismo para deleite de la prensa, que tuvo buen cuidado en resaltar el abrumador contraste entre los afectuosos abrazos del demócrata con su esposa Jill, y las palmaditas en la espalda que prodigaba Trump a Melania.

Sin embargo, y a pesar de sus fallas de carácter, el republicano arrasó con la mitad del país. Es inevitable proyectar cómo habrían ocurrido las cosas si hubiera mostrado un mínimo de afinidad; pero en ese aspecto obviamente sus asesores no pudieron con él.

La prensa, en cambio, tuvo vía libre para minimizar sus aciertos y exagerar sus defectos. Trump fue vendido como el responsable de las muertes por COVID-19 en su país, y el mandatario antiinmigrante por excelencia. En sus críticas los periodistas jamás precisaron que Trump estaba contra la “inmigración ilegal”, algo que el presidente dejó claro en sus discursos. Era más conveniente presentarlo como enemigo de todos los inmigrantes para crear un clima de opinión desfavorable, especialmente entre los hispanos.

Queda por ver cómo se las arreglarían los mass media para no culpar a Biden por las miles de muertes que puedan seguir ocurriendo a causa del coronavirus y que no dependerían de quien se siente en el Despacho Oval, asumiendo que el triunfo finalmente caiga en manos del demócrata de 78 años. Es de suponer que durante algún tiempo se escuden tras “las secuelas de la administración Trump”; pero tanto la mentira como las burdas justificaciones tienen patas cortas.

Lo más perentorio, a la fecha, es que los políticos decentes de ambos partidos reconozcan que los grandes medios de comunicación jugaron sucio, actuaron de forma deshonesta y aprovecharon cada cobertura para hacer campaña en contra de Trump, alentando la persecución de sus partidarios y dinamitando la base ética de una profesión que se sustenta en la credibilidad y la imparcialidad.

Esa circunstancia podría repetirse en el futuro con cualquier candidato que disguste a la gran prensa, no importa si como político es altamente efectivo. Por eso cada hombre y mujer de gobierno que ama los Estados Unidos debe reconocer el problema. No solo está en juego la estabilidad política de la nación, sino el bienestar de los ciudadanos y, más importante aún, la solidez de la Democracia.

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Hambres que no matan y remesas sin restricciones: el socialismo continúa.

Por Jorge Olivera Castillo.

El bajo poder adquisitivo de los salarios en Cuba es un tema de primer orden en las conversaciones de una parte significativa de la población. Casi nadie alega que los honorarios recibidos por su trabajo le alcanzan para solventar las necesidades básicas. Sin embargo, al final del día, las fieras del hambre se domestican y una parte de las carencias se eliminan temporalmente.

No existen, al menos en la capital, marcadas evidencias de desnutrición, en el sentido de personas enflaquecidas, como las hubo en la crisis económica de los años noventa, cuando apareció la neuropatía debido a los déficits vitamínicos y otras enfermedades asociadas a la baja ingestión de alimentos. En aquella oportunidad, la inflación alcanzó índices alarmantes y los estantes de los mercados permanecían semivacíos.

El hambre provocó el surgimiento de nuevos hábitos culinarios. Quienes peinan canas se deben acordar del picadillo de cáscaras de plátano y la corteza de toronja convertida en bistec. Dos de los productos que se llegaron a saborear como sendos manjares.

Los gatos domésticos también eran muy apetecidos. Ningún animal estaba a salvo de terminar descuerado o desplumado en un caldero, donde quedaba listo para satisfacer las urgencias alimentarias de la familia.

El asunto es que el cubano se las arregla al margen de las circunstancias. De una u otra manera siempre logra solventar los peores desafíos existenciales. Lo ha demostrado con creces frente a los fantasmas del racionamiento y otras agonías que tienen residencia permanente en el territorio nacional desde la instauración del socialismo pro soviético.

Las estrategias para afrontar el ciclo penurias se reinventan día a día en los ámbitos de la ilegalidad.

El trabajo en las empresas estatales, donde está empleada alrededor del 70% de la población laboralmente activa, carece de sentido práctico. No es el medio que proporciona los recursos para garantizar la comida diaria durante el mes ni tampoco el que permite el acceso a otros artículos imprescindibles.

Las remesas y el mercado negro son las muletas que impiden las caídas estrepitosas en el lodo de la desesperación. Son los soportes reales de un modelo cuyos representantes defienden los pilares de una cuestionable independencia, sin que falten los ritornelos de una soberanía bufonesca y las afirmaciones de una funcionalidad asentada sobre el estrafalario axioma de “convertir los reveses en victorias”.

Es difícil explicar cómo es posible mantenerse en un escenario con tantas prohibiciones y condicionamientos. Los extranjeros jamás logran entender las explicaciones que les ofrece el inquilino de una cuartería que sobrevive con un mísero sueldo laborando en una fábrica, ni los detalles ofrecidos por científicos, médicos, ingenieros o abogados expuestos a una miseria con esporádicos y fugaces alivios. No asimilan que el cubano promedio soporte tales cargas sin la oportunidad de aligerar el peso.

En fin, que la capacidad de adaptación se impone a los deseos de exigir transformaciones capaces de articular un sistema basado en la racionalidad y el pragmatismo, y no en inútiles presupuestos ideológicos y concepciones económicas inviables.

A falta de esperanzas de que los mandamases accedan a abrir las compuertas del cambio y, con ello, las oportunidades de aspirar a un futuro mejor mediante el trabajo honesto, la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales estadounidenses trae una bocanada de aire fresco en el centro y la periferia de una crisis que se agudiza con el azote del coronavirus y las medidas de castigo impuestas por el saliente Donald Trump.

Biden ha declarado su decisión de matizar el diferendo bilateral con la política del acercamiento, tal y como lo hizo el presidente Obama durante su segundo mandato. Una de las disposiciones a partir de enero de 2021, cuando asuma el cargo, es levantar las restricciones en el envío de remesas. Si eso no ayuda a potenciar una reforma del ineficiente modo de producción centralizada, se estaría facilitando la supervivencia parasitaria de la mal llamada revolución cubana.

No es menos cierto que un número determinado de cubanos garantizarían, como lo han hecho desde que se autorizaron las remesas, en 1993, una vida menos azarosa, en términos relativos. Por otro lado, se abriría un mayor abanico de posibilidades en torno a la continuidad del socialismo, paradójicamente sostenido con el dinero del enemigo.

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Cubanos desconfían de la próxima reforma monetaria.

Por Iván García.

Cola en una sucursal del Banco Metropolitano en La Habana.

Una ligera racha de viento zarandea las banderolas con propaganda política situada al otro lado de la calle, aledaña a una sucursal del Banco Metropolitano en El Vedado. Desde las seis de la mañana, los que aguardan en la cola a que abra el banco, debaten sobre el Día D: cuándo y cómo entrará en vigor la cacareada unificación monetaria.

Varios usuarios, que dicen tener información de primera mano, hacen sus predicciones. “La subida de salarios y desaparición del peso convertible sucederá el domingo 1 de noviembre. Me lo dijo un pariente que trabaja en el ministerio de economía. Ya en algunos bancos están notificando a los pensionados que para ese mes comenzarán a cobrar sus nuevas pensiones”, afirma un señor, quien asegura que va a cerrar su cuenta en cuc e invertir el dinero en comprar equipos electrodomésticos que luego revendería para amortiguar la devaluación que sufrirá el peso.

La polémica se activa. Todos intentan hablar a la vez. Una joven niega que el Día D sea el 1 de noviembre. “En la oficina de contabilidad de mi empresa, la económica nos informó que en noviembre se mantienen los mismos salarios. Yo creo que el ordenamiento monetario comenzará el 1 de diciembre o 1 de enero. Me decanto por el 1 de enero, pues el gobierno va a querer que coincida con el aniversario del triunfo de la revolución”.

Los rumores no se detienen. Una mujer de mediana edad comenta que “los gobernantes están rezando para que las reformas salgan bien. No hay nada que ofertar. Casi todas las grandes tiendas en La Habana están cerradas o han empezado a vender en dólares. El gobierno está improvisando sobre la marcha. Si no mejora el abastecimiento de comida, un huevo puede llegar a costar 50 pesos. Y ahora con la prohibición a la Western Union, de hacer negocios con empresas militares el dólar seguirá disparándose. Para fin de año, un dólar se cotizará a 80 o 90 pesos”.

Esa preocupación ciudadana provocó que miles de ahorristas cerraran sus cuentas en pesos convertibles. Augusto, músico, en un primer momento tenía planificado cerrar su cuenta en cuc y abrir una en pesos. “Pero con la nueva reforma las dos moneda se devaluarán muchísimo. Con el peso convertible hay un fenómeno que las autoridades no han querido analizar. La gente lo compró a 25 pesos y ahora el Estado lo paga a 24. Si por ejemplo tienes depositados 15 mil cuc, pierdes quince mil pesos. Y con el peso ocurrirá que al subir todos los precios, por la reforma salarial, el valor de los ahorros mermará tremendamente”.

Pedro Antonio, emprendedor privado, considera que la mejor opción es sacar todos los ahorros e invertirlo en comprar computadoras, electrodomésticos, pinturas y joyas y posteriormente revenderlos acorde a los nuevos precios.

Mirta, empleada bancaria, afirma que “diariamente cientos de clientes están cerrando sus cuentas en cuc y en pesos. Desde hace meses, los que tienen cuenta en divisas también han pedido cerrarlas. Pero por falta de liquidez la sucursal les entrega el dinero por parte. Los rumores del próximo ordenamiento monetario ha generado mucha desconfianza en la ciudadanía. Eso es negativo para el sector financiero, porque al reducirse los ahorros, que en el caso de Cuba no son tantos como en otros países, el Estado cuenta con menos liquidez para sus operaciones financieras internas”.

En muchas empresas se ha filtrado cuáles serán los nuevos salarios. Amanda, ingeniera, devenga un salario de 1,500 pesos y su jefe le ha dicho que su salario rondaría los 11 mil pesos. “Debería estar contenta, al ganar casi diez mil pesos más, pero al igual que la mayoría la población estoy preocupada: con esas cantidades de dinero en la calle y sin una oferta de productos y servicios adecuados, dentro de un año, la inflación va a devorar la subida salarial. Y el dinero podría convertirse en papelitos de colores con próceres impresos al dorso”.

Diego, economista, mueve la cabeza afirmativamente cuando escucha las dudas de los cubanos de a pie. “Son razonables y muy preocupantes. En Cuba las finanzas se manejaron según el criterio de Fidel Castro. Eso provocó grandes distorsiones. Fidel tenía sus propios mecanismos financieros paralelos, que ni siquiera los contadores registraban . Desde hace 61 años el sistema presupuestario y económico del país es un auténtico disparate. Se gestionaban las finanzas como si se administrara una bodega. El temor de muchos especialistas es qué pasará cuando se abra esa caja de Pandora. En teoría, las empresas exportadoras de mercancías o servicios, como ETECSA o la industria del turismo, pueden salir beneficiadas, no por calidad y profesionalismo, simplemente porque son monopolios que no tienen competencia. Pero miles de empresas tendrán que ser subsidiadas. O serán cerradas. Lo que provocaría que más de un millón de trabajadores puede quedar sin empleo”, argumenta y añade:

“Otro fenómeno que no se debe perder de vista es el sector privado. Tras siete meses de confinamiento el 70 por ciento de los pequeños negocios particulares se han descapitalizado. No han recibido créditos ni ayudas gubernamentales. ¿Con cuáles fondos van a poder rescatar sus negocios? Las remesas del exterior es una posibilidad, pero la pandemia ha afectado económicamente a todo el mundo. Además, con operativos al sector privado por enriquecimiento ilícito, limitaciones del mercado mayorista y un corralito financiero del 65 por ciento del dinero que invierten los cuentapropistas bajo la supervisión del banco, no incentivan a crear nuevos negocios o expandir los que existen. Los más afectados serán los negocios privados que no están ubicados en lugares por donde suelen moverse los turistas”

Según el economista Diego, entre las causas que propiciaron el éxito de numerosos negocios privados, sin contar su gestión, calidad en la oferta y servicio, estuvo que utilizaban el peso convertible de acuerdo al canje oficial y podían pagar mejores salarios que las empresas estatales. «Pero en estos momentos la situación se ha invertido. Las empresas del Estado van a ganar un salario que no necesariamente está relacionado con la calidad y la productividad. Eso puede provocar que un alto porcentaje de empleados opten por trabajarle al Estado y no a los particulares: cobrarían más y laborarían con menos rigor. Mientras las autoridades bancarias pueden imprimir alegremente billetes, el dueño de un negocio no puede pagar más de lo que planifica entre beneficios, impuestos e inversiones. Para los emprendedores privados no son buenas noticias”.

Otro sector descontento con el próximo ordenamiento monetario es el personal de salud pública que se desempeñó como cooperantes en el extranjero. Zulema, doctora, se siente estafada. “De contra que el gobierno se queda con el 70 u 80 por ciento del salario que nos paga, ahora con la esta reforma la solución es pagar nuestros ahorros en divisas en pesos al cambio de 24 cuc por cada peso. Las autoridades alegan que se mantendría la rebaja del 30 por ciento para comprar en las tiendas por cuc. Esa declaración es de un cinismo que raya con el descaro. ¿Qué rebajas? Si en las tiendas por cuc que pasaran a vender en pesos, no hay nada que comprar. Pollo, salchichas y poco más. Lo que estamos reclamando al gobierno es que nos paguen ese dinero en divisas. No nos harían un favor. Trabajamos duro alejados de la familia, en condiciones muy difíciles, a veces arriesgando la vida, como es el caso de Venezuela, para que al final tu dinero ahorrado no tenga ningún valor”.

Un artículo publicado en el sitio oficial Cubadebate titulado ¿Qué sucederá con las cuentas de ahorro después del ordenamiento monetario? generó 309 comentarios. El 90 por ciento criticaba en duros términos la decisión del régimen de no amortizar las pérdidas o sustituir por divisas las cuentas de los ahorristas que prestaron misiones en el exterior.

La doctora Zulema espera que los funcionarios al menos lean los comentarios de sus ciudadanos y tomen medidas al respecto. Fermín, santero, pronostica que la nueva reforma monetaria traerá descontento popular. «Se vislumbran años complicados para el gobierno. Tal vez por eso Díaz-Canel en su recorrido por Santiago de Cuba y Villa Clara visitó las tumbas de Fidel y el Che y se paró delante de ellas como si estuviera rezando, pero yo creo que les estaba pidiendo apoyo espiritual, pensando en los acontecimiento que se avecinan”.

Probablemente el actual manicomio económico cubano necesite algo más que un amuleto emocional.

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miércoles, 11 de noviembre de 2020

Antonio Ciacciofera: el italiano que regresó de Cuba decapitado y sin órganos.

Por Marinellys Tremamunno.

Han pasado 26 años de la misteriosa muerte de Antonio Ciacciofera, un joven italiano, originario de Palermo (Sicilia), que fue de vacaciones a Cuba y regresó a casa en una urna de cartón y sin órganos. Es la historia de un joven exitoso, el segundo de tres hijos, que a sólo 24 años ya tenía un cargo importante en un banco italiano, que no tenía problemas económicos ni personales, y su único pecado fue elegir el lugar equivocado como destino turístico.

“En 1994, el 13 de mayo, salió de Italia para hacer un viaje a Cuba. Ya había estado unos meses antes, en noviembre de 1993. El 16 de mayo parece que ocurrió un accidente de tránsito, y tres días después mi hermano murió”. La historia la recuerda aún con dolor su hermano mayor, Michele Ciacciofera, quien es hoy un exitoso artista y reside en Francia, pero que a pesar del tiempo y de la distancia no ha logrado olvidar las injusticias que hicieron aún más difícil la pérdida de Antonio.

“Mi hermano regresó muerto a Italia, al inicio creímos la reconstrucción de los hechos, la versión del accidente de tránsito (de Cuba); pero luego, el estado del cadáver, las reconstrucciones ambiguas y contradictorias (de las autoridades cubanas) nos hicieron pensar que la hipótesis del accidente automovilístico no era la causa de la muerte”, dijo.

Así inició el calvario de esta familia italiana que no sólo perdió a Antonio en Cuba, sino la paz, para siempre, a manos de una dictadura que hizo llegar sus tentáculos de poder hasta la nación europea, obligándolos a vivir un verdadero infierno.

“Éramos una familia, y desde la muerte de mi hermano ya no lo somos: mi papá enfermó y murió, mi mamá enfermó gravemente, mi ex esposa perdió un hijo que estaba esperando en el sexto mes de embarazo, mi otro hermano se enfermó. Mi hermano está muerto, tal vez no nos merecíamos esto. Ciertamente no merecíamos que vinieran a amenazarnos, que vinieran a amenazar a mi madre con matarnos a mí y a mi otro hermano. No merecíamos las llamadas nocturnas, los intentos de intrusión nocturna en casa, las repetidas amenazas a lo largo de diez años, no lo merecíamos. Espero que ningún joven cubano sufra la misma suerte que mi hermano, que ninguna familia cubana sufra la misma suerte que mi hermano”, explicó Michele.

Una historia de terror.

En junio de 1994 la familia Ciacciofera fue conocida por todos los medios italianos. La macabra historia entorno a la muerte de Antonio parecía sacada de una película de terror: “tenga presente que mi hermano llegó sin ningún órganos, ninguno, incluso vaciaron su cerebro, con heridas en todo el cuerpo, y al hacer la autopsia, la idea de que el sistema de salud cubano siempre se considera de alto nivel, sumamente eficiente, contrasta con la crudeza de la autopsia realizada en La Habana. Mi hermano fue vaciado por dentro, el cadáver de mi hermano fue despojado de tal manera que no permitía ningún tipo de análisis”, precisó Michele.

¿Cómo es posible tanta crueldad?, es la pregunta que aún se hace el hermano de Antonio, y por la cual nunca obtuvo respuesta, pues la falta de colaboración de las autoridades cubanas y las presiones “diplomáticas” obligaron a la magistratura de Palermo a cerrar la investigación en el año 1996. A pesar de las infructuosas gestiones del entonces alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, que escribió directamente a Fidel Castro, la respuesta que llegó a Sicilia fueron el jefe del departamento legal de la cancillería de Cuba con funciones de viceministro, José Peraza Chapeau, y el embajador de Cuba en Italia, que en ese momento era Mario Rodríguez Martínez, con fotografías y algunos documentos que intentaban respaldar la tesis del accidente de tránsito.

“Eran tan contradictorios los documentos que presentaron que reforzaron la idea de la magistratura de que la causa de la muerte no había sido un accidente de tránsito”, explicó. En consecuencia, la magistratura de Palermo presentó en más de una ocasión una carta rogatoria a Cuba, que pedía examinar el vehículo y hacer algunos interrogatorios en la Isla, pero el régimen siempre se opuso.

Estos funcionarios, incluso, “intentaron sobornar a mi padre dos veces ofreciéndole dinero. Mi padre era una buena persona, somos buenas personas, realmente no necesitamos dinero. Esperábamos justicia, verdad y democracia, pero no fue posible. Nosotros siempre dijimos a estos señores cubanos que se quedaran con el dinero, no somos gente corruptible”, afirmó Michele.

Las contradicciones.

¿Qué quería ocultar el régimen de Cuba? Seguramente algo muy macabro, ya que Antonio fue reconocido por sus familiares a través de los cabellos y de la radiografía de los dientes. Pero, para intentar entenderlo, Michele Ciacciofera explicó algunas de las contradicciones de la reconstrucción de los hechos presentada por Cuba: “Mi hermano, junto con otros tres pasajeros, habría tenido un accidente de tránsito el día 16 al mediodía, pero a las 13.00 horas habría sido devuelto el auto, según la certificación de Transautos (empresa que alquiló el vehículo en donde presuntamente viajaba Antonio)”. Extrañamente en el recibo de entrega, que llegó a Italia entre las pertenencias de Antonio, no se reportaba ningún daño.

El joven Ciacciofera “fue decapitado, tenía fracturas por todos lados”, afirmó su hermano, e indicó que el médico legal que hizo la autopsia italiana aseguró que los traumas del cuerpo eran incompatibles con los de un accidente de tránsito, “porque incluso en caso de que se voltee un vehículo, falta la energía cinética para este tipo de traumas, pues sólo existiría si el vehículo hubiese caído por un barranco”, lo cual no había ocurrido.

Otro dato clave de la historia son los pasajeros que viajaban con Antonio, dos españolas (Ana López Ribas y Ana Cerceda Costales) y un peluquero cubano que hoy vive en Miami (Tomas Lauzarique Castillo). En particular, Michele destaca el rol de la española Ana López, pues según la reconstrucción de los hechos tenía heridas graves que presuntamente no habrían sido tales, y quien realizó una llamada a Michele que aún hoy resulta inexplicable.

“Ana López habría tenido una lesión en la columna muy grave, que se consideraba en peligro de muerte, o se esperaba que sufriera pérdida de las habilidades motoras de por vida. Las otras dos personas, otra española y un cubano, no sufrieron ningún daño. Aclaro que la española en cuestión no corría peligro de muerte, camina tranquilamente, por lo que no es cierto que se haya roto la columna vertebral”.

También “nos dijeron desde Cuba que habían abierto un procedimiento penal por homicidio en carretera por la manera en la que española Ana López habría conducido el auto, a muy alta velocidad por una carretera provincial, intentando esquivar un autobús que luego dijeron era un camión militar. Habría chocado contra el costado de la carretera, el auto se habría volcado y se habría destruido con mi hermano dentro”. La familia Ciacciofera exigió explicaciones a Cuba sobre el presunto procedimiento penal contra Ana López, pero nunca recibió respuestas: “probablemente porque nunca fue abierto, porque no hubo tal accidente de tránsito”.

Michele Ciacciofera señaló además que no encontraron manchas de sangre en la ropa de su hermano porque “en Cuba pensaron bien en lavarlas. Sin embargo, los zapatos tenían manchas de sangre, pero extrañamente no estaban en el tejido de los zapatos, estaban por debajo, en la suela, como si mi hermano hubiera pisado su propia sangre”.

Lo más tenebroso de la historia es la inexplicable llamada que recibió Michele: “Al día siguiente de la muerte de mi hermano, el día 20, Ana López, que era la persona que conducía el auto, llamó a mi casa y habló conmigo, y denunció que estaba en peligro en Cuba, que se habría refugiado en el consulado italiano; lo cual ya era extraño porque es ciudadana española, y dijo que me explicaría en otro momento qué le había pasado realmente a mi hermano. Me dijo: no creas la versión que te darán, a tu hermano lo mataron los médicos, probablemente aludiendo a la sustracción ilegal de los órganos”.

La justicia que nunca llegó.

En este caso resulta increíble que la justicia italiana quedara replegada a los designios del régimen cubano, y obviamente es lo que más perturba a Michele Ciacciofera: “Italia no se comportó como un país democrático. Y Cuba se comportó como una dictadura mafiosa, ese es el punto”, dijo.

En torno a este caso se generaron decenas de resoluciones e interpelaciones parlamentarias con solicitud de respuesta por escrito, incluso el Parlamento italiano pidió la conformación de una comisión de investigación que nunca se hizo. La respuesta del gobierno de turno fue absoluto silencio. “Las únicas respuestas del gobierno italiano en 1994 las dio el viceministro Enzo Trantino, que tendió a secundar la versión de Cuba, a pesar de que el Poder Judicial pensaba lo contrario e intentaba investigar. Los años siguientes, Patrizia Toia se esmeró en dar la misma respuesta que Trantino, pero al final de la interpelación dijo que era imposible continuar con la investigación por la falta de cooperación de las autoridades cubanas”.

Luego de 26 años de la trágica muerte de Antonio, Michele no renuncia en su búsqueda de la verdad: “Quiero saber de qué murió mi hermano, por qué lo trataron así y por qué impidieron las rogatorias. No me explico por qué Italia permitió que un ciudadano italiano fuese tratado así”, y alertó que la justicia no sólo debería castigar a los responsables, sino que también es importante que la opinión pública conozca estos hechos para que no se vuelvan a repetir. “Le pido a Italia que los países que se comporten de esta manera sean sancionados, porque todo aquel que sea cómplice de alguien que comete un delito está en el mismo nivel”, puntualizó. 

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